viernes, 3 de abril de 2020

EL MITO DEL ETERNO RETORNO ARQUETIPOS Y REPETICIÓN - DESTINO E HISTORIA

Hemos recordado las doctrinas helenístico-orientales relativas a los ciclos cósmicos con el solo fin de poder establecer la respuesta a la cuestión que planteábamos al comienzo de este capítulo: ¿cómo soporta, el hombre la historia? La respuesta es evidente en cada sistema en particular: por su situación misma en un ciclo cósmico —pueda éste repetirse o no— incumbe al hombre cierto destino histórico. Advirtamos que se trata de algo distinto de un fatalismo, sea cual fuere el sentido que se le dé, que explicará la felicidad o la desdicha de cada individuo tomado aisladamente. Esas doctrinas responden a las preguntas que plantea la suerte de la historia contemporánea en su totalidad y no solamente el destino individual. 

Cierta cantidad de sufrimiento está reservada a la humanidad (y por el vocablo “humanidad” cada cual entiende la masa de hombres de que tiene noción) por el simple hecho de que se halla en cierto momento histórico, es decir, en un ciclo cósmico descendente o cercano a su conclusión. Individualmente, cada cual es libre de sustraerse a ese momento histórico y de consolarse de sus consecuencias nefastas, sea por la filosofía, sea por la mística (bastará que evoquemos al pasar cómo pulularon las gnosis, sectas, misterios y filosofías que invadieron el mundo mediterráneo-oriental en el curso de los siglos de tensión histórica, para dar una idea de la proporción cada vez más aplastante de los que intentaban sustraerse a la “historia”). El momento histórico en su totalidad no podía sin embargo evitar el destino que derivaba fatalmente de su posición misma en la trayectoria descendente del ciclo al cual pertenecía. 

Así como cada hombre del kali-yuga, en la perspectiva hindú, se siente incitado a buscar su libertad y su beatitud espiritual, sin poder evitar, empero, la disolución final de este modo crepuscular en su totalidad, así también, en la perspectiva de los diversos sistemas que hemos revistado antes, el momento histórico, a pesar de las posibilidades de evasión que presenta para los contemporáneos, no puede ser, en su totalidad, sino trágico, patético, injusto, caótico, etcétera, como debe ser cualquier momento precursor de la catástrofe final. Un rasgo común, en efecto, relaciona todos los sistemas cíclicos difundidos en el mundo helenista-oriental: en la perspectiva de cada uno de ellos, el momento histórico contemporáneo (sea cual fuere su posición cronológica) representa una decadencia respecto de los momentos históricos precedentes. 

No sólo el Eón contemporáneo es inferior a las otras “edades” (de oro, de plata, etcétera), sino que, aun en el cuadro de la edad actual (es decir, del ciclo actual), el “instante” en el cual vive el hombre se agrava a medida que pasa el tiempo. Esa tendencia a la desvalorización del momento contemporáneo no debe ser considerada como un estigma pesimista. Al contrario, más bien denuncia un exceso de optimismo, pues, en la agravación de la situación contemporánea, una parte, por lo menos, de los hombres veía los signos anunciadores de la regeneración que necesariamente debía seguir. Una serie de derrotas militares y de derrumbes políticos se esperaban con angustia desde los tiempos de Isaías, como síndrome imprescriptible del illud tempus que había de regenerar al mundo. Sin embargo, por diversas que fuesen las posiciones posibles del hombre, presentaban un carácter común: la historia podía ser soportada, no sólo porque tenía un sentido, sino también porque era necesaria en último análisis. Tanto para quienes creían en una repetición del ciclo cósmico en su totalidad, como para quienes creían nada más que en un solo ciclo que se acercaba a su fin, el drama de la historia contemporánea era necesario e inevitable. 

Ya Platón, a pesar de su agrado por la parte de los esquemas de la astrología caldea que había hecho suyos, no reprimía sus sarcasmos contra quienes habían caído en el fatalismo astrológico o creían en una eterna repetición en el sentido estricto (estoico) del término. 
En cuanto a los filósofos cristianos, libraron un encarnizado combate contra el mismo fatalismo astrológico,* muy acentuado durante los últimos siglos del Imperio romano. Como al instante veremos, San Agustín defenderá la idea de la perennidad de Roma con el solo fin de no aceptar un fatum decidido por las teorías cíclicas. Pero no es menos cierto que también el fatalismo astrológico explicaba el curso de los acontecimientos históricos y ayudaba por consiguiente al “contemporáneo” a comprenderlos y a sufrirlos, con igual éxito que las diversas gnosis grecoorientales, el neoestoicismo y el neopitagorismo. 

Ya sea que la historia esté regida por la marcha de los astros, o pura y simplemente por el proceso cósmico, que reclamaba necesariamente una desintegración fatalmente vinculada a una integración original, ya esté sometida a la voluntad de Dios, voluntad que los profetas hubieran podido entrever, etcétera, el resultado era el mismo: ninguna de las catástrofes que la historia revelaba era arbitraria. Los imperios se construían y se hundían, las guerras provocaban sufrimientos sin número, la inmoralidad, la disolución de las costumbres, la injusticia social, etcétera, se agravaban sin cesar, porque todo eso era necesario, es decir querido por el ritmo cósmico, por el demiurgo, por las constelaciones o por la voluntad de Dios. En esa perspectiva, la historia de Roma adquiere noble gravedad. Varias veces en el curso de la historia, los romanos conocieron el terror de un fin inminente de la ciudad, cuya duración —en su creencia— había sido decidida en el mismo momento de su fundación por Rómulo. Jean Hubaux ha analizado con aguda penetración en Grands mythes de Rome los momentos capitales de ese drama provocado por la incertidumbre de los cálculos de la “vida” de Roma, en tanto que Jéróme Carcopino ha recordado los acontecimientos históricos y la tensión espiritual que justificaron la esperanza de una resurrección no catastrófica de la ciudad. 

En todas las crisis históricas, dos mitos crepusculares asediaron al pueblo romano: 

1°, la vida de la ciudad llegó a su término, pues su duración se limitaba a cierto número de años (el “número místico” revelado por las doce águilas vistas por Rómulo); y 2°, el “Año Magno” pondrá fin a toda la historia, por consiguiente a la de Roma, por una ekpyrosis universal. La historia misma de Roma se encargó de desmentir esos temores hasta una época muy avanzada. Pues al cabo de 120 años de la fundación de Roma, comprendieron que las doce águilas vistas por Rómulo no significaban 120 años de vida histórica para la ciudad, como lo temieron. Al cabo de 365 años pudieron comprobar que no se trataba de un “Año Magno”, en que cada año de la ciudad había de tener el equivalente de un día, y se supuso que el destino concedía a Roma otra suerte de “Año Magno”, compuesto de doce meses de 100 años. 

En cuanto al mito de las “edades” regresivas y del eterno retorno, compartido por la Sibila e interpretado por los filósofos por medio de las teorías de los ciclos cósmicos, varias veces esperaron que el paso de una “edad” a la otra pudiera efectuarse evitando la ekpyrosis universal. Pero dicha esperanza estaba siempre mezclada de inquietud. Cada vez que los acontecimientos históricos acentuaban su decadencia catastrófica, los romanos creían que el “Año Magno” estaba a punto de terminar y que Roma se hallaba en vísperas de su derrumbamiento. Cuando César pasó el Rubicón, Nigidio Fígulo presintió el comienzo de un drama cósmicohistórico que había de acabar con Roma y con la especie humana. Pero ese mismo Nigidio Fígulo creía que la ekpyrosis no era fatal y que la renovación, la metacosmesis neopitagórica, era igualmente posible sin catástrofe cósmica, idea que Virgilio volvería a tomar para ampliarla. Horacio no había podido disimular en su Epodo xvi el temor respecto de la suerte futura de Roma. Los estoicos, los astrólogos y la gnosis oriental veían en las guerras y las calamidades los signos de la inminente catástrofe final. Fundándose ora en el cálculo de la “vida” de Roma, ora en la doctrina de los ciclos cósmico-históricos, los romanos sabían que, fuese como fuere, la ciudad había de desaparecer antes del principio de un nuevo Eón. Pero el reinado de Augusto, al sobrevenir luego de largas y sangrientas guerras civiles, pareció instaurar una pax aeterna. 

Entonces quedó demostrado que los temores inspirados por los dos mitos —la “edad” de Roma y la teoría del Año Magno— eran gratuitos: “Augusto ha fundado de nuevo a Roma y ya nada debemos temer en cuanto a su vida”, podían decirse quienes se habían preocupado por el misterio de las doce águilas vistas por Rómulo. “El pasaje de la edad de hierro a la edad de oro se ha efectuado sin ekpyrosis”, podían decirse los que se vieron asediados por la teoría de los ciclos cósmicos. Así, Virgilio reemplaza el último saeculum, el del Sol, que debía provocar la combustión universal, por el siglo de Apolo, evitando la ekpyrosis, y suponiendo que las guerras fueron los propios signos del paso de la edad de hierro a la edad de oro. Más tarde, cuando el reinado de Augusto parece haber realmente instaurado la edad de oro, Virgilio se esfuerza por tranquilizar a los romanos en cuanto a la duración de la ciudad. En la Eneida (i, v. 255 y sig.), Júpiter, dirigiéndose a Venus, le asegura que no fijará a los romanos ninguna suerte de limitación espacial o temporal: “es el imperio sin fin que les he dado”. Y no fue sino después de la publicación de la Eneida cuando Roma fue nombrada urbs aeterna, proclamándose a Augusto el segundo fundador de la ciudad. 

La fecha de su nacimiento, el 23 de septiembre, fue considerada “como el punto de partida del Universo al cual Augusto ha salvado la existencia y cambiado la faz”. Entonces se difunde la esperanza de que Roma puede regenerarse periódicamente ad infinitum. De modo que, libre de los mitos de las doce águilas y de la ekpyrosis, Roma podrá extenderse, como lo anuncia Virgilio,43 hasta las regiones “que se hallan más allá de las rutas del sol y del año” (extra anni solsique vias). Asistimos así a un supremo esfuerzo hecho para librar a la historia del destino astral o de la ley de los ciclos cósmicos, y encontrar, por el mito de la renovación eterna de Roma, el mito arcaico de la regeneración anual (y, especialmente, no catastrófica) del Cosmos por medio de su eterna recreación por el Soberano o por el sacerdote. Es, sobre todo, una tentativa para valorar la historia en el plano cósmico; es decir, para considerar los acontecimientos y las catástrofes históricas como verdaderas combustiones o disoluciones cósmicas que deben periódicamente poner fin al Universo para permitir su regeneración. 

Las guerras, las destrucciones, los sufrimientos históricos no son ya los signos precursores del paso de una “edad” cósmica a otra, sino que constituyen por sí mismos ese pasaje. Así, a cada nueva época de paz la historia se renueva y, por consiguiente, comienza un nuevo mundo; en último análisis (como hemos visto en el caso del mito constituido en torno a Augusto), el Soberano repite la Creación del Cosmos. Hemos citado el ejemplo de Roma para mostrar cómo los acontecimientos históricos pudieron ser valorados por el sesgo de los mitos examinados en este capítulo. Integradas en una teoría-mito determinada (edad de Roma, Año Magno), las catástrofes pudieron no solamente ser soportadas por los contemporáneos, sino también valoradas de manera positiva inmediatamente después de su aparición. Naturalmente, la edad de oro instaurada por Augusto sólo sobrevivió por lo que creó en la cultura latina. La historia se encargó de desmentir la “edad de oro” luego de la muerte de Augusto, y los contemporáneos volvieron a vivir esperando un desastre inminente. Cuando Roma fue ocupada por Alarico, pareció que triunfaba el signo de las doce águilas de Rómulo: la ciudad había entrado en su duodécimo y último siglo de existencia. 

Sólo San Agustín se esforzaba por demostrar que nadie podía conocer el instante en que Dios decidiría poner fin a la historia, y que, en todo caso, aun cuando las ciudades tuviesen por su propia naturaleza una duración limitada, por ser la de Dios la única “ciudad eterna”, ningún destino astral podía decidir la vida o la muerte de una nación. El pensamiento cristiano tendía así a superar definitivamente los viejos temas de la eterna repetición, del mismo modo que se había esforzado por superar todas las demás perspectivas arcaicas mediante el descubrimiento de la importancia de la experiencia religiosa de la “fe” y la del valor de la personalidad humana. 

 MIRCEA ELIADE _______________________________________________________________________ __________

* Entre muchas otras liberaciones, el cristianismo realizó igualmente la liberación del destino astral: "Estamos por encima del Destino", escribe Taciano (ad Graecos, 9), resumiendo toda la doctrina cristiana. "El sol y la luna han sido hechos para nosotros; ¿cómo podría yo adorar lo que ha sido hecho para que me sirva?" (Ibid., 4). Cf. también San Agustín, Civ. Dei, xii, cap. x-xiii ; sobre las ideas de-San Basilio, Orígenes, San Gregorio y San Agustín y la oposición de estos a las teorías cíclicas, véase P. Duhem, Le Systems du monde, II, págs. 446 y sig.

miércoles, 1 de abril de 2020

La Luz del Alma Su Ciencia y Efecto - PARTE II




7. La base del conocimiento correcto es percepción correcta, deducción correcta y testimonio correcto (o evidencia exacta).

Uno de los conceptos revolucionarios a que debe ajustarse el estudiante de ocultismo es la aceptación de que la mente constituye el medio por el cual se adquiere el conocimiento. Por lo general en Occidente se tiene la idea de que la mente es la parte del mecanismo humano que utiliza el conocimiento.

El proceso de "dar vueltas y vueltas a una idea", de esforzarse en resolver problemas mediante una intensa tarea mental, nada tiene que ver con la función del desenvolvimiento del alma. Es sólo una etapa preliminar, y debe ser reemplazada por otro método. Quien estudia raja yoga debe comprender que la mente está destinada a ser un órgano de percepción; sólo así comprenderá correctamente esta ciencia. El proceso a seguir, en relación con la mente, podría describirse más o menos como:

1. Correcto control de las modificaciones (o actividades) del principio pensante.

2. Estabilización de la mente y su consiguiente empleo por el alma, como órgano de visión, un sexto sentido, y la síntesis de los otros cinco sentidos.

3. Resultado: Conocimiento correcto.

4. Correcto uso de la facultad perceptiva, de modo que el nuevo campo de conocimiento, con el cual se hace contacto, sea visto tal cual es.

5. Lo percibido es interpretado correctamente, con la consiguiente aprobación de la intuición y la razón.

6. Correcta transmisión al cerebro físico de lo percibido; el testimonio del sexto sentido es interpretado correctamente y la evidencia trasmitida con exactitud esotérica.

Resultado: Reacción correcta del cerebro físico al conocimiento trasmitido.
Una vez estudiado y seguido este proceso, el hombre, en el plano físico, se da cuenta cada vez más, de las cosas del alma y de los misterios del reino del alma o del "Reino de Dios". Se le revela todo cuanto atañe al grupo, y descubre la naturaleza de la conciencia grupal. Se observará que estas reglas, incluso ahora, son consideradas premisas esenciales,, cuando se necesita un testimonio exacto, respecto a los asuntos mundiales. Si estas reglas se aplican al mundo de actividad psíquica (inferior y superior) conseguiremos simplificar la actual confusión.

En un antiguo libro, escrito para discípulos de cierto grado, aparecen las palabras dadas a continuación, de valor para los discípulos probacionistas y aceptados. La traducción es libre pero imparte el sentido. "Quien mira hacia afuera, debe tener cuidado de que a través de la ventana pase la luz del sol. Si lo hiciera antes del amanecer (de su esfuerzo A. A. B.), debe recordar que el orbe aún no ha salido, no puede percibir los claros perfiles y los espectros y sombras, los espacios sombríos y áreas oscuras todavía confunden su visión."

Al final de este párrafo tenemos un símbolo curioso, que imparte a la mente del discípulo esta idea: "Guarda silencio y reserva tu opinión".

8. El conocimiento incorrecto se basa en la percepción de la forma y no en el estado del ser. 

Este aforismo es algo difícil de explicar. Su significado es: Conocimiento, deducción y decisión, basados en las cosas externas y en la forma, a través de la cual la vida se expresa en cualesquiera de los reinos de la naturaleza, constituyendo para el ocultista un conocimiento falso y no veraz.

En la actual etapa del proceso evolutivo no hay forma alguna que esté a la altura de la vida inmanente, ni es una expresión adecuada de la misma. Ningún verdadero adepto juzga una expresión de la divinidad por medio del tercer aspecto. Raja yoga entrena al hombre para actuar en el segundo aspecto y por su intermedio ponerse en armonía con la "verdadera naturaleza" latente en toda forma.

El "ser" es la realidad esencial y todos los seres se esfuerzan por alcanzar esta expresión real.
Por lo tanto, todo conocimiento adquirido por medio de las facultades inferiores, basado en el aspecto forma, es conocimiento incorrecto. Sólo el alma percibe correctamente; sólo el alma tiene el poder de ponerse en contacto con el germen o principio budi (el principio crístico, en terminología cristiana) que reside en el corazón de cada átomo, ya sea el de la materia, investigado en el laboratorio del científico; el átomo humano, en el crisol de la experiencia diaria, el átomo planetario, dentro de cuyo círculo infranqueable todos nuestros reinos de la naturaleza están contenidos, o el átomo solar, Dios en manifestación por medio de un sistema solar. Cristo “sabía lo que había en el hombre", en consecuencia, pudo ser un Salvador.

9. La fantasía descansa sobre imágenes que no tienen existencia real. 

Esto significa que tales imágenes, sin existencia real, son conjuradas por los hombres mismos, construidas en sus propias auras mentales y energetizadas por su voluntad o deseo y se desvanecen en cuanto se dirige la atención a otras cosas. ”La energía sigue al pensamiento" es uno de los principios básicos del sistema de raya yoga, e incluso es aplicable a las imágenes de la fantasía, las cuales pueden dividirse en tres grupos, que el estudiante hará bien en considerar:

1. Las formas mentales que él construye, de vida efímera, que dependen de la calidad de sus deseos, por no ser buenas ni malas, superiores ni inferiores, pueden ser vitalizadas tanto por las tendencias inferiores como por las aspiraciones idealistas y todas las etapas intermedias que existen entre estos extremos. El aspirante debe cuidarse de no confundirlas con la realidad. Una ilustración cabría aquí, respecto a la facilidad con que las personas creen haber visto a alguno de los Hermanos o Maestros de Sabiduría, sin embargo, todo lo que han percibido es una forma mental de uno de Ellos, debido a que el deseo es el padre del pensamiento, son víctimas de ese tipo de percepción incorrecta, que Patanjali denomina "fantasía".

2. Las formas mentales creadas por la raza, la nación, el grupo u organización y las formas mentales grupales de cualquier tipo (desde la forma planetaria, hasta la de un grupo de pensadores), constituyen la suma total de la "Gran Ilusión". Aquí hay un indicio para el estudiante sensato.

3. Esa forma mental creada por el hombre, cuando apareció por primera vez en forma física, fue denominada el "Morador en el Umbral”.

Al ser creada por el yo personal inferior y no por el alma, es perecedera y se mantiene unida por la energía inferior del hombre. Cuando el hombre empieza a actuar como alma, la "imagen", creada por su fantasía o por reacción a la ilusión, se disipa mediante un supremo esfuerzo. Termina su existencia real cuando nada en el aspirante la nutre; la comprensión de esto permite liberarse de tal esclavitud. Este aforismo, aunque aparentemente breve y sencillo, tiene un significado muy profundo; es estudiado por los altos iniciados que están aprendiendo a conocer la naturaleza del proceso creador del planeta y se ocupan de disipar el maya planetario.


10. La pasividad (sueño) está basada en el estado pasivo de los "vrittis" (o en la no percepción de los sentidos). 


Quizás sea necesario explicar la naturaleza de los "vrittis”; son esas actividades de la mente cuyo resultado es la relación consciente entre el órgano del sentido empleado y lo percibido. Aparte de cierta modificación del proceso mental o afirmación del "yo soy yo", los sentidos pueden estar activos y, no obstante, el hombre ser inconsciente de ello. Se da cuenta de que ve, gusta u oye; dice “yo veo", "yo gusto", "yo oigo".

La actividad de los "vrittis" (o las percepciones mentales que tienen relación con los cinco sentidos) le permiten conocer este hecho. Abstrayéndose de la percepción activa de los sentidos, no utilizando la conciencia "dirigida hacia afuera", sino llevándola de la periferia al centro, puede producir un estado de pasividad -la carencia de percepción que no es el samadhi del yogui ni el logro de la centralización a que aspira el estudiante de yoga, sino una especie de trance. Este aquietamiento autoimpuesto no sólo es un entorpecimiento para llegar a la yoga más elevada, sino que, en muchos casos, es excesivamente peligroso.

Los estudiantes deben recordar que la meta de la yoga es la actividad correcta de la mente y su correcto empleo, y que el estado denominado "mente en blanco" y la receptividad pasiva en la cual está interrumpida o atrofiada toda relación sensoria, no forman parte del proceso. El sueño a que se refiere el aforismo no es el adormecimiento del cuerpo, sino el de los "vrittis". Es la negación del contacto de los sentidos, sin que el sexto sentido, la mente, los haya reemplazado en su actividad.
En esta condición de sueño el hombre es propenso a las alucinaciones, impresiones erróneas, obsesiones y al engaño. Hay varios tipos de sueño, pero en este comentario sólo puede hacerse una breve enumeración:

1. El sueño común del cuerpo físico, cuando el cerebro no responde a contacto alguno de los sentidos.

2. El sueño de los vrittís, o esas modificaciones de los procesos mentales que correlacionan al hombre con su medio ambiente, a través de los sentidos y la mente.

3. El sueño del alma, que (hablando esotéricamente) abarca esa parte de la experiencia del hombre, que data desde su primera encarnación humana hasta que despierta al conocimiento del plan y se esfuerza por alinear al hombre inferior con la naturaleza y la voluntad del hombre espiritual interno.

4. El sueño del médium común, donde el cuerpo etérico es parcialmente proyectado fuera del cuerpo físico y también separado del cuerpo astral, produciéndose una condición muy peligrosa.

5. El samadhi o sueño del yogui, producido por el hombre real que se retira científica y conscientemente de su triple envoltura inferior, a fin de actuar en niveles superiores, antes de prestar un servicio más activo en los niveles inferiores.

6. El sueño de los Nirmanakayas, un estado espiritual de concentración y enfoque tan intenso en el cuerpo átmico o espiritual, que se retira la conciencia externa, no sólo de los tres planos del esfuerzo humano, sino de las dos expresiones inferiores de la Tríada espiritual.

A los propósitos de su peculiar y específico trabajo, el Nirmanakaya "está dormido" en todos los estados, menos en el plano átmico.

11. La memoria es retención de lo conocido. 

La memoria concierne a distintos tipos de comprensión, ya sean activos o latentes; se refiere a la acumulación de ciertos factores conocidos que pueden ser enumerados como:

1. Las imágenes mentales de lo tangible u objetivo, que el pensador ha conocido en el plano físico.

2. Las imágenes karna-manásicas (o de deseo-mente inferior) de deseos pasados y su satisfacción. Esta "facultad de crear imágenes" del hombre común, está basada en sus deseos (elevados o bajos, enaltecedores o degradantes, en su sentido descendente) y la satisfacción conocida de los mismos. Esto atañe a la memoria de un glotón, por ejemplo, y su imagen latente de una suculenta comida, o la de un santo ortodoxo, basada en las imágenes creadas de un beatífico cielo.

3. La actividad de la memoria, resultado del entrenamiento mental; la acumulación de datos adquiridos, consecuencia de la lectura o la enseñanza, lo cual no está basado exclusivamente en el deseo, sino en el interés intelectual.

4. Los diversos contactos que la memoria retiene y reconoce, procedentes de las percepciones de los cinco sentidos inferiores.

5. Las imágenes mentales, latentes en la facultad de recordación, la totalidad del conocimiento adquirido y de la comprensión obtenida por el empleo correcto de la mente, como sexto sentido. Estos diferentes tipos de la facultad de recordación deben ser descartados y dejados de lado totalmente y reconocidos como modificaciones de la mente, el principio pensante; por lo tanto, forman parte de la versátil naturaleza síquica, que debe ser dominada antes de que el yogui se libere de las limitaciones y de toda actividad inferior. Ésta es la meta.

6. Finalmente (no es necesario enumerar subdivisiones más intrincadas), la memoria incluye el conjunto de experiencias acumuladas por el alma en el transcurso de muchas encarnaciones y depositadas en la verdadera conciencia del alma.


12. El control de estas modificaciones del órgano interno, la mente, se logra mediante incansable esfuerzo y desapego. 


1. El órgano interno es la mente. Los pensadores occidentales deben recordar que el ocultista oriental no considera a los órganos como físicos. Su razón estriba en que el cuerpo físico, en su forma densa concreta, no es considerado un principio, sino simplemente el resultado tangible de la actividad de los verdaderos principios.
Los órganos (esotéricamente hablando) son centros de actividad, como la mente, los diversos átomos permanentes y los centros de fuerza de las diversas envolturas. Todos tienen sus "sombras" o resultados objetivos y, estas emanaciones resultantes, son los órganos físicos. El cerebro, por ejemplo, es la "sombra" u órgano externo de la mente; el investigador descubrirá que el contenido de la cavidad cerebral tiene una analogía en el plano mental con los aspectos del mecanismo humano. Debe hacerse hincapié sobre esta última frase, pues contiene un indicio para quienes son capaces de aprovecharla.

2. Incansable esfuerzo significa literalmente práctica constante, incesante repetición, esfuerzo reiterado, para imponer un nuevo ritmo sobre el antiguo y extirpar hábitos y modificaciones profundamente arraigados, reemplazándolos por las impresiones del alma. El yogui o Maestro es el resultado de la paciente persistencia; su éxito es el fruto del constante esfuerzo, basado en la apreciación inteligente del trabajo a realizar y de la meta a alcanzar y no de entusiasmos esporádicos.

3. Desapego es lo único que, con el tiempo, permite que todas las percepciones de los sentidos ejecuten sus legítimas funciones. Por el desapego hacia esos tipos de conocimiento, con los cuales los sentidos ponen al hombre en contacto, pierden continuamente su aferramiento a él y llega el momento en que se libera y es el amo de sus sentidos y de todo contacto sensorio.
Esto no implica un estado de atrofiamiento o inutilización de los sentidos, sino que el yogui los utiliza cuando y como quiere, para acrecentar por ejemplo su eficiencia en el servicio grupal y en empresas grupales.

13. El esfuerzo incansable es empeño constante para restringir las modificaciones de la mente. 

Resulta muy difícil traducir el verdadero significado de este aforismo.
La idea implicada es el esfuerzo persistente que el hombre espiritual hace para restringir las modificaciones o fluctuaciones de la mente y controlar la versátil naturaleza psíquica inferior, a fin de expresar plenamente su propia naturaleza espiritual.
Sólo así, el hombre espiritual puede vivir cada día la vida del alma en el plano físico.
Charles Johnston, al traducir este aforismo, trata de darnos este significado en las palabras: "el correcto empleo de la voluntad constituye un constante esfuerzo por mantenerse en el ser espiritual". La idea implicada es imponer a la mente (considerada como sexto sentido) las mismas restricciones a que están sujetos los cinco sentidos inferiores: la exteriorización de sus actividades es detenida, evitando que respondan a la atracción o tirón de su propio campo de conocimiento.

14. Cuando el objetivo a alcanzar es valorado suficientemente y los esfuerzos para lograrlo continúan persistentemente y sin interrupción, se asegura la estabilidad de la mente (restricción de los vrittis). 

Todos los que practican el Raja Yoga deben ser primordialmente devotos. únicamente el amor intenso del alma y todo lo que implica ese conocimiento del alma, puede conducir al aspirante firmemente a su meta.

El objetivo en vista, unión con el alma y, por lo tanto, con la Superalma y con todas las almas, debe valorarse con justeza; debe juzgarse correctamente la razón para lograrlo, y desearse (o amar) ardientemente los resultados a obtener, antes de que el aspirante decida hacer el arduo esfuerzo que le proporcionará el control de las modificaciones de la mente y, en consecuencia, de toda su naturaleza inferior. Cuando esta valoración sea suficientemente exacta y el aspirante pueda persistir sin interrupción en el trabajo de controlar y subyugar, llegará el momento en que sabrá, acrecentada y conscientemente, el significado - de restringir las modificaciones.

15. Desapego es liberarse de la apetencia de los objetos deseados, ya sean terrenos o tradicionales, ahora y en lo sucesivo. 

El desapego puede ser definido como "carencia de sed".
Éste es el exacto sentido oculto, porque implica la idea dual del agua, el símbolo de la existencia material y del deseo, cualidad del plano astral, cuyo símbolo también es el agua.

En forma curiosa tenemos aquí la idea de que el hombre es el "pez". Este símbolo, como sucede con todos, tiene siete significados, y dos de ellos son aplicables aquí:

1. El pez es el símbolo del aspecto Vishnu, el principio crístico, el segundo aspecto de la divinidad, el Cristo en encarnación, ya sea el Cristo cósmico (expresándose mediante un sistema solar) o el Cristo individual, el salvador potencial en cada ser humano, el "Cristo en tí esperanza es de gloria" Co. 1-27. Si el estudiante analiza lo referente al pez Avatar de Vishnu, aprenderá mucho más.

2. El pez nadando en las aguas de la materia, ampliación de la misma idea, ha sido reducido a su expresión actual más evidente, el hombre como personalidad. Donde no hay anhelo por un objeto ni deseo de renacer (consecuencia del anhelo por "expresarse en una forma" o manifestación material), se obtiene la verdadera "carencia de sed"; el hombre liberado vuelve la espalda a todos las formas de los tres mundos inferiores y se convierte en un verdadero Salvador.

En el Bhagavad Gita encontramos las iluminadoras palabras siguientes:


"Los poseedores de la sabiduría, unidos en la misma visión egoica, que renuncian a los frutos de sus obras, libres ya de la esclavitud del renacimiento, llegan al hogar donde no existen tristezas."


"Cuando tu alma haya ido más allá de la selva de la ilusión, ya no pensarás qué se debe enseñar o qué se ha enseñado".

"Cuando te hayas alejado de la enseñanza tradicional, tu alma se mantendrá constante y firme en la visión del alma, entonces alcanzarás la unión con el alma".


(Gita 2: 51, 52-, 53)


J. H. Woods aclara esto en su traducción del comentario de Veda Vyasa, que se incluye aquí:

 “ Desapasionamiento es ser consciente que es Maestro aquel que ya no está Sediento por objetos visibles o revelados".

“ La sustancia mental (chitta) -si ya no está sedienta por objetos visibles como mujeres, alimento, bebida o poder, ni tampoco por el objeto revelado (en los Vedas), tal como: alcanzar el cielo, la desencarnación o la disolución en la materia primaria, aunque esté estando en contacto con objetos supernormales o no, por virtud de su elevación será consciente de lo inadecuado de los objetos, llega a tener conciencia de ser Maestro".

La palabra "tradicional" aleja el pensamiento del estudiante de lo que comúnmente se considera objeto de percepción sensoria, y lo lleva al mundo de las formas mentales, a la "selva de la ilusión", construida por las ideas que tiene el hombre acerca de Dios, del cielo o del infierno.
La sublimación de todo esto y su expresión más elevada, en los tres mundos, es el "devachan", meta de la mayoría de los hijos de los hombres.

La experiencia devachánica debe trasformarse, con el tiempo, en comprensión nirvánica. Será de valor que el estudiante recuerde que el cielo, objeto del deseo aspiracional, consecuencia de las enseñanzas tradicionales y de las formulaciones de los credos doctrinales, tiene para el ocultista varios significados. A fin de obtener una mayor comprensión, serán útiles las siguientes definiciones:

1. El cielo, ese estado de conciencia en el plano astral, concreción de los anhelos y deseos del aspirante por descanso, paz y felicidad. Se basa en las formas que adopta el goce".
Es una condición de gozo sensorio, y es construido particularmente por cada individuo para sí, y tan variado como personas participen de él. Para alcanzar el cielo se debe practicar el desapego. Existe la creencia de que es disfrutado por el yo inferior y por el hombre despojado sólo de su cuerpo físico, antes de pasar del cuerpo astral al plano mental.

2. El devachan, ese estado de conciencia en el plano mental, al cual pasa el alma desprovista de su cuerpo astral, actúa en su cuerpo mental o está limitada por él. Es de orden superior al cielo común; la bienaventuranza que en él se disfruta es más mental de lo que entendemos comúnmente por esa palabra; no obstante, se halla todavía en el mundo inferior de la forma y será trascendido una vez practicado el desapego.

3. El Nirvana, esa condición a la cual pasa el adepto, cuando los tres mundos inferiores ya no están "apegados" a él, en razón de sus inclinaciones o karma, y lo experimenta después que

a. ha pasado ciertas iniciaciones,
b. se ha liberado de los tres mundos y
c. ha organizado su cuerpo erístico.

Estrictamente hablando, los adeptos que han obtenido el desapego, pero han decidido sacrificarse y morar entre los hijos de los hombres, a fin de prestarles servicio y ayuda, no son técnicamente nirvánicos, sino Señores de Compasión, comprometidos a “sufrir" y someterse a ciertas condiciones, análogas (aunque no idénticas) a las que rigen a los hombres apegados aún al mundo de la forma. 16. La consumación de este desapego da por resultado el exacto conocimiento del hombre espiritual, liberado de las cualidades o gunas. El estudiante debería recordar algunos puntos cuando considere este aforismo.

1. Que el hombre espiritual es la mónada.

2. Que el proceso evolutivo, llevado a su culminación, no sólo libera al alma de las limitaciones de los tres mundos, sino también al hombre espiritual, de todas las limitaciones, incluso la del alma misma. La meta es el estado amorfo, o la liberación de la manifestación objetiva y tangible. Su significado real se hace evidente a medida que el estudiante recuerda que espíritu y materia son uno en manifestación, por ejemplo, nuestros siete planos son los siete subplanos del plano cósmico inferior, el físico. En consecuencia sólo en el "momento del fin" y en la disolución del sistema solar, quedará revelado el verdadero significado del estado amorfo.

3. Los gunas son las tres cualidades de la materia; los tres efectos producidos cuando la energía macrocósmica, la vida de Dios que sobrevive independientemente de la apropiación de la forma, activa o energetiza la sustancia. Estas tres cualidades o gunas, son:


Las tres corresponden a la cualidad de cada uno de los tres aspectos que expresan la Vida una.
En tan breve comentario no es posible extenderse sobre el tema, pero se obtendrá una idea de lo que significa la culminación del desapego aplicado al macro o al microcosmos. Se han utilizado los tres gunas; se ha adquirido plena experiencia por el empleo de la forma; se ha desarrollado conciencia, percepción o comprensión, mediante el apego a un objeto o forma; se han utilizado todos los recursos, y al hombre espiritual (logoico o humano) ya no le sirven ni los necesita. Por lo tanto queda liberado de los gunas, de tomar forma, como resultado del apego, y puede entrar en un nuevo estado de conciencia, acerca del cual es inútil especular.


17. La conciencia de un objeto se obtiene concentrándose en su cuádruple naturaleza: la forma, por un examen de la misma; la cualidad (o guna), por participación discriminativa; el propósito, por inspiración (o beatitud), y el alma, por identificación.


Será evidente por lo tanto que la afirmación, "Como un hombre piensa, así es él" (Pro. 23: 7) está basada en hechos ocultos. Toda forma, de cualquier tipo, posee un alma; tal alma o principio consciente, es idéntica a la de la forma humana; idéntica en su naturaleza, aunque no en su grado de desarrollo y alcance. Esto atañe también a las grandes Vidas o Existencias superhumanas, en las cuales el hombre "vive, se mueve y tiene su ser" (Hc. 17:28) y cuyo estado de desarrollo el hombre aspira alcanzar.

Cuando el aspirante selecciona con cuidado los "objetos" sobre los cuales va a meditar, construye por su intermedio una escalera, mediante la cual llega oportunamente a lo sin objeto. A medida que su mente asume progresivamente la actitud meditativa del alma, el cerebro también va siendo subyugado por la mente, así como la mente lo es por el alma.

De esta manera el hombre inferior se identifica gradualmente con el hombre espiritual, quien es omnisciente y omnipresente. Esta actitud meditativa se alcanza por un cuádruple proceso:

1. Meditación sobre la naturaleza de una forma determinada.
A medida que cavila sobre la fórmula, comprende que es sólo el símbolo de una realidad interna, pues todo mundo objetivo tangible está construido de formas de algún tipo (humanas, subhumanas y superhumanas), las cuales expresan la vida de una legión de seres sensibles.

2. Meditación sobre la cualidad de cualquier forma particular, a fin de llegar a apreciar su energía subjetiva. Debe tenerse en cuenta que la energía de un objeto puede ser considerada como el color de ese objeto, de allí que son iluminadoras las palabras de Patanjali (1V.17) y sirven de comentario a este segundo punto, al cual se lo denomina "participación discriminadora", y por su intermedio el estudiante llega a conocer la energía en sí misma, que es una con el objeto de su meditación.

3. Meditación sobre el propósito de cualquier forma particular.
Esto implica la consideración de la idea que reside detrás de cualquier forma de manifestación o que subyace en ella, y el despliegue de energía. Esta comprensión lleva al aspirante hacia un conocimiento de esa parte del plan o propósito del Todo, factor motivador de la actividad de la forma. Así por medio de la parte se establece contacto con el Todo, y tiene lugar una expansión de conciencia, que implica beatitud o gozo.

La beatitud sigue siempre a la realización de la unidad de la parte con el Todo. Al meditar sobre los tattvas, las energías o principios, o sobre los tammatras, o elementos componentes de espíritu-materia, se obtiene conocimiento del propósito o plan para las manifestaciones micro o macrocósmicas, y con este conocimiento llega la beatitud. En los tres tipos de meditación tenemos la analogía de los tres aspectos: espíritu, alma y cuerpo, y es un estudio iluminador para el sensato estudiante.

4. La meditación sobre el alma, sobre el Uno que utiliza la forma, que la energetiza hasta entrar en actividad y actúa de acuerdo al plan. Siendo esta alma, una con todas las almas y con la Superalma, se subordina al plan uno y es consciente del grupo. Así, mediante estas cuatro etapas de meditación sobre un objeto, el aspirante llega a su meta, al conocimiento del alma y de los poderes de la misma.

Se identifica conscientemente con la realidad una, y lo hace en su cerebro físico. Descubre que él mismo es esa verdad, verdad oculta en cada forma y en todo reino de la naturaleza. Así obtiene oportunamente (una vez alcanzado el conocimiento del alma) el conocimiento de la Omnialma y llega a ser uno con ella. 18. Se alcanza otra etapa de samadhi, cuando, mediante el pensamiento enfocado en una sola dirección, se aquieta la actividad externa. En esta etapa la sustancia mental o chitta, responde únicamente a impresiones subjetivas.

La palabra "samadhi" está sujeta a varias interpretaciones, y se aplica a las distintas etapas de realización yogui. Esto dificulta al estudiante común el análisis de los distintos comentarios.
Quizás uno de los modos más fáciles para comprender su significado es recordar que la palabra "sama" se refiere a la facultad que posee la sustancia mental (chitta) de tomar forma o modificarse, de acuerdo con las impresiones externas. Éstas llegan a la mente por conducto de los sentidos.
Cuando el aspirante a la yoga puede controlar sus órganos de percepción sensoria, de manera que no trasmiten a la mente sus reacciones a lo percibido, se producen dos cosas:

a. El cerebro físico se tranquiliza y aquieta.

b. La sustancia, o cuerpo mental (chitta), cesa de asumir las distintas modificaciones y también se aquieta.

Ésta es una de las primeras etapas de samadhi; pero no es el samadhi del adepto, sino un estado de intensa actividad interna, en vez de externa, una actitud de concentración en un solo sentido. Sin embargo, el aspirante responde a impresiones de reinos más sutiles y a modificaciones originadas por percepciones aún más subjetivas. Se da cuenta de un nuevo campo de conocimiento, aunque todavía no sabe qué es.

Comprueba la existencia de un mundo que no puede ser conocido por medio de los cinco sentidos, pero que le será revelado por el correcto empleo del órgano de la mente. Llega a percibir lo que subyace detrás de las palabras de un aforismo posterior, tal como lo tradujo Charles Johnston, que expresa esta idea en términos particularmente claros: "El vidente es pura visión. Ve a través de la vestidura de la mente" (Libro 11. Af. 20).

El aforismo anterior trató de lo que puede denominarse meditación con simiente o con un objeto. Sugiere la etapa siguiente, meditación sin simiente o sin lo que el cerebro físico reconocería como un objeto. Sería oportuno mencionar aquí las seis etapas de meditación tratadas por Patanjali, pues proporcionan la clave de todo el proceso de desenvolvimiento, del cual se ocupa este libro:

1. Aspiración.
2. Concentración.
3. Meditación.
4. Contemplación.
5. Iluminación.
6. Inspiración.

Sería de valor observar que el estudiante empieza por aspirar a lo que está más allá de su conocimiento, y termina siendo inspirado por lo que ha tratado de conocer. La concentración (o enfoque intenso) se convierte en meditación y la meditación florece como contemplación.

19. El samadhi descrito no va más allá de los límites del mundo fenoménico; tampoco va más allá de los dioses ni de quienes se ocupan del mundo concreto. 

Debería notarse que los resultados logrados en el proceso descrito en los Afs. 17 y 18, sólo conducen al aspirante al borde del reino del alma, al nuevo campo de conocimiento, del cual ha llegado a ser consciente. Está aún confinado a los tres mundos. Lo único que ha conseguido es aquietar las modificaciones del cuerpo mental, de manera que por primera vez el individuo (en el plano físico y en su cerebro físico) llega a conocer lo que está más allá de esos tres mundos, es decir, el alma, su campo de visión y conocimiento.

Todavía debe reforzar su vínculo con el alma (del cual tratan los Afs.23-28); después de haber transferido su conciencia a la del hombre real o espiritual, debe empezar a trabajar desde un nuevo ángulo o punto de vista más ventajoso.

La idea ha sido expresada por algunos traductores como la condición donde el aspirante es consciente de la "nube de cosas cognoscibles”. La nube no se ha precipitado suficientemente para que el agua descienda de las alturas celestiales al plano físico, o para que las "cosas cognoscibles” sean conocidas por el cerebro físico. Se percibe la nube como resultado de intensa concentración y del aquietamiento de las modificaciones inferiores; pero hasta que el alma o Maestro no asuma el control, el conocimiento del alma no puede afluir al cerebro físico por medio del sexto sentido, la mente.

La ciencia de la yoga es una ciencia real; sólo cuando el estudiante se acerque a ella, mediante etapas correctas, empleando métodos científicos, alcanzará el verdadero samadhi o realización.

20. Otros yoguis alcanzan samadhi y llegan a la discriminación del espíritu puro a través de la creencia, seguida de energía, memoria, meditación y correcta percepción.

Los yoguis, de los cuales ya nos hemos ocupado anteriormente, limitaban su percepción al mundo fenoménico, y por ello debe entenderse que abarcaban sólo los tres mundos: la percepción mental, la percepción astral y los sentidos físicos. Se establece contacto entre éstos y se conocen las energías que producen concreción y la fuerza motriz del pensamiento, al producir efectos en el plano físico. Sin embargo, aquí el yogui se traslada a regiones más sutiles y espirituales y es consciente de lo que el yo, en su verdadera naturaleza, percibe y conoce. Penetra en el mundo de las causas. Podríamos considerar que el primer grupo comprende a todos los que huellan el sendero del discipulado, y abarca desde el momento de entrada en el sendero de probación hasta recibir la segunda iniciación.
Él segundo grupo comprende a los discípulos de grado superior, que habiendo controlado y trasmutado la naturaleza inferior, hacen contacto con su mónada, espíritu o "Padre en el Cielo", y disciernen lo que la mónada percibe.

El primer conocimiento llega a quienes están en proceso de sintetizar los seis centros inferiores en el centro coronario, mediante la trasmutación de los cuatro inferiores en los tres superiores, y luego el cardíaco y el laríngeo en el coronario. El segundo grupo -por el conocimiento de la ley- trabaja con todos los centros trasmutados y purificados. Sabe cómo alcanzar el verdadero samadhi, o estado de abstracción oculta, en virtud de su capacidad de abstraer las energías en el Loto de mil pétalos de la cabeza, y de ahí abstraerlas por medio de los otros dos cuerpos sutiles, hasta centrarlas y enfocarlas en el cuerpo causal, el karana sarira, el loto egoico. Patanjali dice que se lleva a cabo en cinco etapas. Los estudiantes deben tener presente que estas etapas se relacionan con las actividades del alma, el conocimiento egoico, y no con las reacciones del hombre inferior y del cerebro físico.

1. Creencia.

El alma, en su propio plano, ensaya una condición análoga a la creencia del aspirante acerca del alma o aspecto crístico, pero en este caso, el objetivo es conocer aquello que el Cristo o alma trata de revelar, el espíritu o Padre en el Cielo. Primeramente el discípulo llega a conocer al ángel de Su Presencia, el ángel solar, ego o alma.

Esto es la realización del grupo anterior. Entonces más tarde hace contacto con la Presencia misma, la cual es espíritu puro, el Absoluto, el Padre del Ser. Este grupo de iniciados ha conocido el yo y el no-yo. Ahora la visión del no-yo se desvanece y desaparece, y se conoce únicamente el espíritu.
La creencia debe ser siempre la primer etapa. Primeramente la teoría, luego el experimento y finalmente el conocimiento.

2. Energía.

Una vez comprendida la teoría, se percibe la meta, entonces se inicia la actividad -esa correcta actividad y empleo de la fuerza que acercará a la meta y convertirá la teoría en realidad.

3. Memoria o correcta recordación.

Éste es un factor importante en el proceso, porque implica correcto olvido, es decir, eliminar de la conciencia del yo todas esas formas que hasta entonces han velado lo Real. Dichas formas son elegidas o creadas, por uno mismo. Esto lleva a la verdadera captación o habilidad de registrar correctamente lo que el alma ha percibido, y al poder de transferir esta correcta percepción al cerebro del hombre físico.

A esa memoria se hace referencia aquí. No se refiere específicamente al recuerdo del pasado, sino que abarca el punto de comprensión y su trasferencia al cerebro, que debe registrarlo y oportunamente recordar a voluntad.

4. Meditación.

Debe meditarse sobre lo que se ha visto y registrado en el cerebro, lo cual emanó del alma, y así entretejerlo en la trama de la vida. Por medio de la meditación las percepciones del alma llegan a ser reales para el hombre en el plano físico. Esta meditación, de orden muy elevado, viene después de la etapa contemplativa y constituye la meditación del alma a fin de eliminar el vehículo en el plano físico.

5. Correcta percepción.

La experiencia del alma y el conocimiento del espíritu, o aspecto Padre, comienza a formar parte del contenido cerebral del Adepto o Maestro. Éste conoce el plan, tal como existe en las esferas superiores, y está en contacto con el Arquetipo. Es que, si puedo expresarlo de esta manera, este tipo de yogui ha alcanzado la etapa en que puede percibir el plan, tal como existe en la mente del "Gran Arquitecto del Universo". Ha logrado la armonía con Él. El otro tipo de yogui ha llegado a la etapa donde puede estudiar los anteproyectos del gran plan y así colaborar inteligentemente en la construcción del Templo del Señor.

La percepción mencionada es de orden tan elevado, que resulta casi inconcebible para quien no es discípulo avanzado; pero, con la apreciación de las etapas y grados, el aspirante no sólo llega a la comprensión de cuál es su problema inmediato y del punto donde se encuentra, sino también a la apreciación de la belleza de todo el esquema.


21. Aquellos cuya voluntad está intensamente activa, alcanzan rápidamente la etapa de conciencia espiritual. 


Esto lógicamente es así.
Cuando la voluntad, reflejada en la mente, llega a predominar en el discípulo, éste despierta ese aspecto de sí mismo que está en armonía con el aspecto voluntad del Logos, el primer aspecto o Padre. Las líneas de contacto son:

1. Mónada o Padre en el Cielo, el aspecto voluntad.

2. Atma o voluntad espiritual, el aspecto más elevado del alma.

3. El cuerpo mental o voluntad inteligente, el aspecto más elevado de la personalidad.

4. El centro coronario. Esta línea es seguida por quienes practican el Raja Yoga, que lleva a la comprensión del espíritu y conduce al adeptado. Sin embargo, existe otra línea:


1. La mónada. 

2. El Hijo o aspecto crístico. 

3. El aspecto amor o aspecto sabiduría. 

4. Budi o el amor espiritual, el segundo aspecto del alma. 

5. El cuerpo emocional o segundo aspecto de la personalidad. 

6. El centro cardíaco. 

Ésta es la línea que siguen el bakti, el devoto y el santo, y lleva al conocimiento del alma y de la santidad. La primera línea es la que debe seguir nuestra raza aria. La segunda línea fue el sendero de realización para los atlantes. Si los estudiantes consideran cuidadosamente las enumeraciones que anteceden, recibirán mucha luz. Será necesario poseer una voluntad fuerte y enérgica, para estudiar el sendero de iniciación. Únicamente una voluntad de acero y una persistencia firme, constante o indesviable, llevarán al aspirante por esta senda a la clara luz del día. Continuará... 

 ALICE BAILEY

martes, 31 de marzo de 2020

LOS AFORISMOS DE LA YOGA DE PATANJALI - LIBRO PRIMERO - EL PROBLEMA DE LA UNIÓN - PARTE I



1. AUM. La siguiente instrucción concierne a la Ciencia de la Unión.

2. Esta Unión (o yoga) se alcanza mediante la subyugación de la naturaleza síquica y la sujeción de la mente (chitta).

3. Obtenido esto, el yogui se conoce a sí mismo, tal como es en realidad.

4. Hasta ahora el hombre interno se ha identificado con sus formas y con las modificaciones activas de éstas.

5. Los estados de la mente son cinco, están sujetos al placer o al dolor y son dolorosos o no.

6. Estas modificaciones (actividades) son: correcto conocimiento, incorrecto conocimiento, fantasía, pasividad (sueño) y memoria.

7. La base del conocimiento correcto es percepción correcta, deducción correcta y testimonio correcto (o evidencia exacta).

8. El conocimiento incorrecto se basa en la percepción de la forma y no en el estado del ser.

9. La fantasía descansa sobre imágenes que no tienen existencia real.

10. La pasividad (sueño) está basada en el estado pasivo de los "vrittis" (o en la no percepción de los sentidos).

11. La memoria es retención de lo conocido.

12. El control de estas modificaciones del órgano interno, la mente, se logra mediante incansable esfuerzo y desapego.

13. El esfuerzo incansable es empeño constante para restringir las modificaciones de la mente.

14. Cuando el objetivo a alcanzar es valorado suficientemente, y los esfuerzos para lograrlo continúan persistentemente y sin interrupción, se asegura la estabilidad de la mente (restricción de los vrittis).

15. Desapego es liberarse de la apetencia de los objetos deseados, ya sean terrenos o tradicionales, aquí o en el más allá.

16. La consumación de este desapego da por resultado el exacto conocimiento del hombre espiritual, liberado de las cualidades o gunas.

17. La conciencia de un objeto se obtiene concentrándose en su cuádruple naturaleza: la forma, por un examen de la misma; la cualidad (o guna), por participación discriminativa; el propósito, por inspiración (o beatitud), y el alma, por identificación.

18. Se alcanza otra etapa de samadhi, cuando, mediante el pensamiento enfocado en una sola dirección, se aquieta la actividad externa. En esta etapa la sustancia mental o chitta, responde únicamente a impresiones subjetivas.

19. El samadhi descrito no va más allá de los límites del mundo fenoménico; tampoco va más allá de los dioses ni de quienes se ocupan del mundo concreto.

20. Otros yoguis alcanzan samadhi y llegan a la discriminación del espíritu puro a través de la creencia, seguida de energía, memoria, meditación y correcta percepción.

21. Aquellos cuya voluntad está intensamente activa, alcanzan rápidamente la etapa de conciencia espiritual.

22. Quienes emplean la voluntad difieren también, porque su empleo puede ser intenso, moderado o suave. Respecto al logro de la verdadera conciencia espiritual existe todavía otro camino.

23. Por la intensa devoción a Ishvara se alcanza el conocimiento de Ishvara.

24. Ishvara es el alma, a ésta no la afectan las limitaciones y está libre del karma y del deseo.

25. En Ishvara, el Gurudeva, el germen de todo conocimiento, se expande al infinito.

26. Ishvara, el Gurudeva, como no está limitado por el factor tiempo, es el instructor de los Señores primitivos.

27. La palabra de Ishvara es AUM (u OM). Ésta es el Pranava.

28. Mediante la emisión de la Palabra y la reflexión sobre su significado, se descubre el Camino.

29. Por esto llega el conocimiento del yo (el alma) y la eliminación de todos los obstáculos.

30. Los obstáculos para el conocimiento del alma son: incapacidad corporal, inercia mental, duda, abandono, pereza, apasionamiento, percepción errónea, incapacidad para lograr la concentración, o imposibilidad para mantener la actitud meditativa una vez alcanzada.

31. Los resultados de los obstáculos sobre la naturaleza psíquica inferior son: dolor, desesperación, errónea actividad corporal y equívoca dirección o control, de las corrientes de vida.

32. Para superar los obstáculos y sus derivados, se requiere intensa aplicación de la voluntad a alguna verdad o principio.

33. La paz de la sustancia mental o chitta, se puede alcanzar practicando la simpatía, la ternura, la firmeza de propósito y el desapasionamiento, respecto al placer y al dolor, o a todas las formas del bien y del mal.

34. Además la paz de chitta se alcanza mediante la regulación del prana o aliento de la vida.

35. La estabilidad mental puede obtenerse mediante esas fórmulas de concentración, relacionadas con la percepción sensoria.

36. Meditando sobre la luz y el resplandor, se puede llegar al conocimiento del espíritu y alcanzar la paz.

37. La mente (chitta) se estabiliza y queda liberada de la ilusión, a medida que se purifica la naturaleza inferior y ya no se la satisface.

38. La paz (estabilización de la sustancia mental o chitta) puede lograrse meditando sobre el conocimiento que proporcionan los sueños.

39. La paz también se alcanza concentrándose en lo que el corazón más aprecia.

40. Así su comprensión se extiende desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande y su conocimiento se perfecciona desde annu (el átomo o partícula) hasta atma (o espíritu).

41. Aquel que ha controlado totalmente sus "vrittis" (modificaciones de la sustancia mental), llega a un estado de identificación y similitud con lo que ha conocido. El conocedor, el conocimiento y el campo del conocimiento se convierten en uno; así como el cristal toma los colores de lo que refleja.

42. Cuando el perceptor mezcla la palabra, la idea (el significado) y el objeto, esto es denominado estado mental de razonamiento sensato.

43. Se llega a la percepción sin un razonamiento sensato cuando la memoria ya no controla, entonces la palabra y el objeto son trascendidos y sólo la idea está presente.

44. Ambos procesos de concentración, con o sin la acción sensata de la mente, pueden ser aplicados también a cosas sutiles

45. Lo denso conduce a lo sutil; lo sutil lleva, por etapas sucesivas, al estado del ser espiritual puro llamado Pradhana.

46. Todo esto es meditación con simiente.

47. Cuando se ha alcanzado este estado supercontemplativo, el yogui adquiere la comprensión espiritual pura, por medio de la quietud equilibrada de la sustancia mental o chitta.

48. Su percepción es ahora infaliblemente exacta, o su mente revela únicamente la Verdad.

49. Esta percepción particular es excepcional y revela lo que la mente razonadora, mediante el testimonio, la inferencia y la deducción, no puede revelar.

50. Es hostil a las demás impresiones o las reemplaza.

51. Cuando este estado de percepción se ha refrenado o es reemplazado, se alcanza el estado puro de samadhi.

 LOS AFORISMOS DE LA YOGA DE PATANJALI - LIBRO PRIMERO - EL PROBLEMA DE LA UNIÓN

a. Definición de las naturalezas superior e inferior.
b. Consideración de los obstáculos y su eliminación.
c. Resumen del sistema de Raja Yoga.

Tema: La versátil naturaleza psíquica.

1. AUM (OM). La siguiente instrucción concierne a la Ciencia de Unión. AUM, es la palabra de Gloria; significa el Verbo hecho carne, y la manifestación del segundo aspecto de la divinidad en el plano de la materia. Este resplandeciente surgimiento ante el mundo de los hijos de la rectitud, se alcanza siguiendo las reglas dadas aquí. Cuando los hijos de los hombres hayan demostrado que también son Hijos de Dios, análogamente el cósmico Hijo de Dios brillará con acrecentada intensidad de gloria.

El gran iniciado Pablo tuvo la visión de ello cuando dijo: "toda la creación entera gime a una, y a una está con dolores de parto. . . esperando la manifestación de los Hijos de Dios". (Ro. 8:22) Raja Yoga o Ciencia de Unión, da las reglas y los métodos para:

1. Establecer contacto consciente con el alma, el segundo aspecto, el Cristo interno.

2. Adquirir conocimiento del yo y mantener su control sobre el no-yo.

3. Sentir el poder del ego o alma, en la vida cotidiana, y manifestar sus poderes.

4. Subyugar la naturaleza psíquica inferior y expresar las facultades psíquicas superiores.

5. Establecer contacto armónico entre el cerebro y el alma y recibir sus mensajes.

6. Intensificar la "luz en la cabeza", de modo que el hombre se convierta en una Llama viviente.

7. Descubrir el sendero y convertirse en ese sendero.
El estudiante hallará de utilidad las triplicidades detalladas más abajo, especialmente si tiene en cuenta que la columna central contiene los términos aplicables al alma o segundo aspecto. La unión que debe alcanzarse es la del tercer aspecto con el segundo. Esto se logra en la tercera iniciación (la Transfiguración, en terminología cristiana). Posteriormente se sintetizan los aspectos tercero y segundo, unidos con el primero:




Debe establecerse una clara diferencia entre el principio crístico, tal como se indica arriba, aspecto espiritual elevado que todo miembro de la humanidad debe alcanzar, y el mismo término aplicado a un personaje de excelso grado que representa ese principio, ya sea el varón de Nazaret, de la referencia histórica, u otro nombre.

Esta Unión (o yoga) se alcanza mediante la subyugación de la naturaleza síquica y la sujeción de la mente (o chitta). Quien trata de obtener la unión tiene que hacer dos cosas:

1. Obtener el control de la "versátil naturaleza síquica".

2. Impedir que la mente asuma las innumerables formas que con tanta facilidad adopta, denominadas frecuentemente "modificaciones del principio pensante". Ambas otorgan el control del cuerpo emocional, y por lo tanto del deseo, y también del cuerpo mental, manas o mente inferior.

El estudiante debe recordar que el deseo incontrolado y la mente desordenada obstruyen la luz del alma y rechazan la conciencia espiritual. La unión es imposible mientras existan barreras, por consiguiente, el Maestro dirige la atención del estudiante (al comenzar sus instrucciones) hacia el trabajo práctico, a fin de liberar esta luz, para que pueda "brillar en un lugar oscuro", es decir, en el plano físico.

Debe tenerse presente que, esotéricamente hablando, cuando ha sido controlada la naturaleza inferior puede manifestar la superior. Cuando el segundo aspecto del yo personal inferior, el cuerpo emocional, haya sido subyugado o trasmutado, entonces se verá la luz del Cristo, el segundo aspecto egoico. Posteriormente, en Su luz, la Mónada, el Padre, el Uno, será revelado. En forma similar, cuando el primer aspecto del yo personal inferior, el cuerpo mental, haya sido refrenado, el aspecto voluntad del alma podrá ser conocido, y mediante sus actividades conocerse el propósito del Logos mismo. En la vida espiritual hay ciertas líneas de menor resistencia por las cuales se liberan ciertas fuerzas o energías:


Por lo tanto al estudiante se le otorga la PALABRA de sujeción o control, como clave de todos sus esfuerzos. Chitta es mente o sustancia mental, el cuerpo mental, la facultad de pensar y de crear formas mentales, la suma total de los procesos mentales. 

Es el material, regido por el ego o alma, con el cual se construyen todas las formas mentales. 
La naturaleza psíquica es deseo-mente (kama-manas), el cuerpo emocional o astral posee un ínfimo vestigio de mente; es el material que reviste todos nuestros deseos y sentimientos, por el cual se expresan. Estos dos tipos de sustancia tienen que seguir su propia línea de evolución, y la siguen. 
De acuerdo al plan logoico, los espíritus o chispas divinas son aprisionados por ella; primeramente son atraídas por la mutua interacción: espíritu y materia. Mediante el control de estas sustancias y el refrenamiento de sus actividades instintivas, dichos espíritus adquieren experiencia y oportunamente la liberación. Así se realiza la unión con el alma, unión conocida y experimentada en el cuerpo físico, en el plano de manifestación más densa, gracias al control consciente e inteligente de la naturaleza inferior. 

 3. Obtenido esto, el yogui se conoce a sí mismo, tal como es en realidad. Este aforismo se puede expresar de la siguiente manera: 

El hombre que conoce las condiciones y las ha cumplido, como se indica en el aforismo precedente: 

1. Ve al yo. 
2. Comprende la verdadera naturaleza del alma. 
3. Se identifica con la realidad interna, no con las formas que la ocultan. 
4. Mora en el centro, no en la periferia. 
5. Obtiene conciencia espiritual. 
6. Descubre y reconoce al Dios interno. 

 En los tres aforismos que anteceden se describe el método y la meta en términos claros y veraces, y se prepara el camino para una instrucción más detallada. El aspirante encara su problema; se le da la clave para la solución, y mantiene, ante su ojo investigador, la unión con el alma como recompensa. El siguiente aforismo abarca brevemente el pasado. 

4. Hasta ahora el hombre interno se ha identificado con sus formas y con las modificaciones activas de éstas. 

Estas formas son las modificaciones mencionadas en diversas traducciones, que trasmiten la verdad sutil respecto a la infinita divisibilidad del átomo; las envolturas que velan y las transformaciones rápidamente cambiantes, impiden que se manifieste la verdadera naturaleza del alma; constituyen las exteriorizaciones que obstaculizan el resplandor de la luz del Dios interno de las cuales se dice en lenguaje oculto que "proyectan una sombra ante la faz del sol". 

La naturaleza inherente a las vidas que constituyen estas formas versátiles y activas, ha sido hasta ahora demasiado fuerte para el alma (el Cristo interno, como dice el cristiano) y ha impedido la plena expresión de sus poderes. Los poderes instintivos del "alma animal", o la capacidad que posee el conjunto de vidas que constituyen las envolturas o cuerpos, aprisionan al hombre real y limitan sus poderes. Estas vidas son unidades inteligentes que se hallan en el arco involutivo de la evolución, las cuales trabajan para obtener la autoexpresión. Sin embargo, su objetivo es distinto del que persigue el hombre interno, y dificultan su progreso y la autorrealización. Éste se "enreda en las actividades de aquéllas” y debe liberarse, para recibir como herencia el poder, la paz y la bienaventuranza. 

No puede alcanzar "la medida de la estatura de la plenitud de Cristo" (Ef. 4:13) hasta que no se produzcan modificaciones y las formas se hayan trasformado, sus actividades aquietado y su desasosiego tranquilizado. Se le urge al estudiante tener en cuenta la naturaleza de este aspecto de la evolución, que prosigue paralelamente a la suya. Si capta correctamente este problema, vendrá la comprensión del trabajo práctico a realizar, y el yogui en embrión podrá comenzar su trabajo. 

Las formas inferiores están constante e incesantemente activas, asumiendo interminables formas de deseos impulsivos o formas mentales dinámicas; sólo a medida que es controlada la apropiación de formas y se aquieta la turbulencia de la naturaleza inferior, la entidad regente interna puede liberarse de la esclavitud e imponer su vibración sobre las modificaciones inferiores. Esto se alcanza mediante la concentración, el esfuerzo concentrado del alma por mantener firmemente la posición del observador o percibidor, y del vidente. Una vez que puede hacer esto, se desvanece el "espectáculo" inferior del deseo y de las formas mentales que cambian rápidamente; entonces se puede ver y hacer contacto con el reino del alma, el verdadero campo del conocimiento del alma. 

5. Los estados de la mente son cinco, están sujetos al placer o al dolor; y son dolorosos o no. 

En el original, no aparece la palabra "placer"; la idea que imparte es más técnica y, generalmente, se la traduce como "no doloroso". Sin embargo, la idea subyacente obstaculiza su comprensión, cuya causa son los pares de opuestos. El estudiante debe recordar que en este aforismo se considera la sustancia mental o chitta, con las modificaciones sufridas mientras su versatilidad y actividad constituyen los factores controladores. Tampoco debe perder de vista que se está tratando con la naturaleza psíquica inferior, término ocultamente aplicado a los procesos de la mente inferior, y también a las reacciones astrales o emocionales. Toda actividad de la naturaleza inferior es resultado de kama-manas, o la mente matizada por el sentimiento, la voluntad-deseo del hombre inferior. 

El sistema de Raja Yoga tiene como objetivo reemplazar tales impulsos por la acción inteligente del alma u hombre espiritual, cuya naturaleza es amor, cuya acción es inteligente (esotéricamente entendido) y cuyo móvil es el desarrollo grupal. Por lo tanto, las reacciones denominadas dolor y placer deben ser trascendidas, porque ambas dependen de la identificación con la forma, debiendo ser reemplazadas por el desapego. Es interesante observar que las modificaciones del órgano interno, la mente, son cinco. 

Manas o mente, el principio activo de la sustancia mental o chitta, el quinto principio, similarmente, como todo lo demás en la naturaleza, se manifiesta como dualidad. Esta dualidad es: 

1. La mente concreta inferior, manifestándose como actividad del cuerpo mental. 

2. La mente abstracta, manifestándose como el aspecto inferior del ego o alma. En el microcosmos u hombre, esta dualidad se convierte en modificación triple en el plano mental; tenemos así una reproducción, en miniatura, de la manifestación macrocósmica. 

Las tres modificaciones son: 

1. El átomo permanente mental, el aspecto inferior de la Tríada espiritual o del alma. 

2. El cuerpo egoico, el cuerpo causal o el karana sarira. 

3. El cuerpo mental, el aspecto más elevado del no-yo, o yo personal inferior. 

El cuerpo mental tiene cinco modificaciones o actividades, siendo en consecuencia reflejo o analogía del quinto principio, cuando se manifiesta en el quinto plano, el mental. Las modificaciones son el reflejo inferior de manas (o mente, en la manifestación microcósmica), y dicha mente lo es a su vez de mahat (mente universal), la mente manifestándose en el macrocosmos. 

Esto es un gran misterio, pero será revelado al hombre que supere las cinco modificaciones de la mente inferior; quien por el desapego a lo inferior se identifica con lo superior, resuelve así el misterio de "Makara", y recorre el Camino de los Kumaras. Aquí se halla oculto un indicio para los estudiantes más avanzados de esta ciencia, respecto al problema esotérico de Makara, insinuado en "La Doctrina Secreta" por H. P. Blavatsky. 

6. Estas modificaciones (actividades) son: correcto conocimiento, incorrecto conocimiento, fantasía, pasividad (sueño) y memoria. 

Existe un vasto campo de conocimiento que el vidente alguna vez debe conocer. 
Generalmente los psicólogos ocultistas aceptan la existencia de tres métodos de captación: 

1. Conocimiento directo, por medio de los sentidos; cada sentido pone, a quien lo utiliza, en contacto con una destacada gama de vibraciones, que aparecen como manifestaciones de la forma. 

2. Deducción o inferencia, el empleo, por parte del conocedor, de la facultad razonadora de la mente, en relación con lo que no se percibe directamente. Para el estudiante ocultista es la aplicación de la Ley de Correspondencia o Analogía. 

3. Conocimiento directo del yogui o vidente, centrado en la conciencia del yo, el ego en su propio plano. Se alcanza mediante el correcto empleo de la mente, como órgano de visión y transmisión. Patanjali dice: "El vidente es puro conocimiento (gnosis), Aunque puro, contempla la idea presentada, valiéndose de la mente". (Libro II, Af. 20). 

La deducción no es un método seguro para comprobar el conocimiento. Las demás modificaciones se refieren principalmente al empleo erróneo de la facultad de formar imágenes (imaginación), a la pasividad autoinducida de la mente (una condición de semitrance) y a la retención de formas mentales dentro del aura mental, por medio de la memoria. Patanjali trata cada una de estas modificaciones en distintos aforismos...Continuará...

ALICE BAILEY

La Luz del Alma Su Ciencia y Efecto - CONSIDERACIONES PRELIMINARES




La Ciencia de Raja Yoga o "Ciencia Soberana del Alma", tal como la presenta su exponente principal Patanjali, con el tiempo hallará su más amplia demostración en Occidente, lo cual se debe a que, de acuerdo a la ley cíclica, la quinta raza raíz (en su quinta subraza) debe inevitablemente alcanzar su punto culminante. Tal punto, en la economía de la raza, está ejemplificado en el correcto empleo de la mente y su utilización por el alma, para lograr los objetivos grupales y el desarrollo de la conciencia grupal en el plano físico. 

Hasta ahora, la mente ha sido deificada o prostituida para alcanzar fines materiales. Mediante la ciencia de Raja Yoga, la mente será conocida como el instrumento del alma y el medio por el cual el cerebro del aspirante se iluminará y adquirirá el conocimiento de los asuntos concernientes al reino del alma. De acuerdo a la ley de evolución, la quinta raza raíz debe ocuparse íntimamente de la mente, por ser el quinto principio, y su correspondiente quinta subraza debe hacerlo más estrechamente que ninguna otra. Los estudiantes harían bien en tener presente las siguientes analogías:


Las diversas yogas han tenido su lugar en el desenvolvimiento del ser humano. 
En la primera raza, puramente física, denominada lemuriana, la yoga impuesta en esa época a la infantil humanidad fue Hatha Yoga, la yoga del cuerpo físico, que enseña el empleo y la manipulación consciente de los diversos órganos, músculos y partes de la estructura física. 
El problema de los adeptos de esa época, fue enseñar a los seres humanos (que eran poco más que animales) el propósito, significado y empleo de sus diversos órganos, para poder controlarlos conscientemente y comprender el significado simbólico de la figura humana. Por lo tanto, en esos primitivos días, los seres humanos llegaban al portal de la iniciación gracias a la práctica de Hatha Yoga. En aquel entonces, la tercera iniciación, cuyo resultado era la transfiguración de la personalidad, era la más elevada que el hombre podía alcanzar. 

 En la época atlante, el progreso de los hijos de los hombres se lograba mediante la imposición de dos yogas. Primero, la conocida con el nombre de Laya Yoga, la Yoga de los centros, que produjo la estabilización del cuerpo etérico y de los centros en el hombre, y el desarrollo de la naturaleza astral y síquica. Más tarde el Bhakti Yoga, resultado del desarrollo del cuerpo emocional o astral, fue incorporado al Laya Yoga, sentándose las bases de ese misticismo y devoción, que ha sido el incentivo fundamental de nuestra particular raza raíz aria. El objetivo, en esa época, era la cuarta iniciación. El tema de estas grandes iniciaciones está tratado con mayor extensión en el libro Iniciación Humana y Solar. 

En la actual raza aria, la subyugación del cuerpo mental y el control de la mente se logran por la práctica de Raja Yoga y la meta para la humanidad en evolución, es la quinta iniciación, la del adepto. Toda yoga ha ocupado su lugar y ha servido un propósito útil, y resultará evidente que cualquier retorno a las prácticas de Hatha Yoga, o esas que se ocupan específicamente del desarrollo de los centros, por medio de los distintos tipos de prácticas de meditación y ejercicios respiratorios, constituyen, desde cierto aspecto, un retroceso. Hallaremos que mediante las prácticas de Raja Yoga y asumiendo una posición que ejerza un control directriz (que descubrirá quien centre su conciencia en el alma), los otros tipos de yoga resultan innecesarios, por cuanto los resultados de la yoga superior incluyen automáticamente a las inferiores, aunque no a sus prácticas. 

Cuándo las prácticas de yoga sean estudiadas, se evidenciará que recién ahora ha llegado el día de la oportunidad. Oriente nos ha preservado las reglas desde tiempo inmemorial. Uno que otro oriental (y unos pocos adeptos occidentales) se han valido de estas reglas y se han sometido a la disciplina de esta exigente ciencia. Así se ha conservado, para la raza, la continuidad de la doctrina secreta, la Sabiduría Eterna, y también se ha reunido el personal de la Jerarquía de nuestro planeta. 
En la época de Buda, gracias al estímulo que Éste produjo, tuvo lugar una gran reunión de Arhats, los cuales alcanzaron la liberación por el esfuerzo autoiniciado. Dicho período marcó, en nuestra época aria, la culminación para Oriente. Desde entonces la oleada de vida espiritual ha afluido constantemente hacia Occidente, y podemos esperar la correspondiente culminación que llegará a su cenit entre los años 1965 y 2025. Para tal fin los adeptos de Oriente y Occidente trabajan conjuntamente, pues acatan siempre la Ley. 

Este venidero impulso, como en los tiempos de Buda, es de segundo rayo, el cual no tiene relación con ningún impulso de primer rayo, como el que trajo a H. P. Blavatsky. Los impulsos de primer rayo surgen en el primer cuarto de cada siglo y alcanzan su culminación, en el plano físico, en el último cuarto. El interés demostrado ahora por el Raja Yoga, interés que se irá demostrando cada vez más, y el estudio de esta ciencia y de las reglas que proporciona para el desenvolvimiento del hombre, indican la tendencia general de este creciente impulso de segundo rayo. Así llegará el día de la oportunidad. Tres libros deberían estar en manos de todo estudiante: El Bhagavad Gita, El Nuevo Testamento y Los Aforismos de Yoga, porque contienen el cuadro completo del alma y su desenvolvimiento. Los dieciocho capítulos del Gita describen el alma, Krishna, el segundo aspecto, en su verdadera naturaleza como Dios en manifestación, culminando en ese maravilloso capítulo donde Él se revela a Arjuna, el aspirante, como el alma de todas las cosas y el punto de gloria oculto tras el velo de toda forma. 

En El Nuevo Testamento, donde se describe la vida de un Hijo de Dios en plena manifestación, cuando libre de todo velo, el alma en su verdadera naturaleza camina sobre la tierra. Al estudiar la vida de Cristo, nos damos cuenta de lo que significa desarrollar los poderes del alma, alcanzar la liberación y llegar a ser un Dios, en toda su gloria, caminando sobre la tierra. 
Los Aforismos de Yoga contienen las leyes de ese devenir, y las reglas, métodos y medios que hacen al hombre, cuando se los sigue, "perfecto, como nuestro Padre en los cielos es perfecto". Paulatinamente despliega ante nosotros un sistema graduado de desenvolvimiento, que lleva al hombre, desde la etapa del hombre bueno común, a través de las de aspirante, iniciado y maestro, hasta el excelso punto de evolución en que se halla ahora Cristo. 

Juan, el discípulo amado, dijo: "seremos igual a Él, pues le veremos tal como es", y cuando el alma se revela al hombre en el plano físico produce siempre una gran transformación. Cristo dijo: "Cosas más grandes que yo hago, haréis", prometiéndonos "el Reino, el poder y la gloria", siempre que nuestra aspiración y persistencia sean suficientes para conducirnos por el espinoso camino de la cruz y nos permita hollar ese sendero que conduce "al camino ascendente", hasta la cima del Monte de la Transfiguración. ¿Cómo se produce este gran cambio? ¿De qué manera el hombre, víctima de sus deseos y naturaleza inferior, se convierte en el hombre victorioso que triunfa sobre el mundo, la carne y el demonio? Esto sucede cuando el cerebro físico del hombre encarnado llega a ser consciente del yo, el alma; pero esta percepción consciente sólo es posible cuando el verdadero yo puede "reflejarse en la sustancia mental". El alma está inherentemente libre de los objetos y permanece siempre en estado de unidad aislada. Sin embargo, el hombre en encarnación, debe alcanzar, en la conciencia del cerebro físico, la comprensión de estos dos estados del ser. 

Debe liberarse conscientemente de todos los objetos del deseo y mantenerse, como un todo unificado, desapegado y liberado de todo velo y forma en los tres mundos. Cuando el estado consciente del ser, tal como lo conoce el hombre espiritual, sea también una condición de la conciencia del hombre en encarnación física, entonces se habrá alcanzado la meta. El hombre ya no es la víctima del mundo como cuando se ha identificado con el cuerpo físico. Camina libre "con faz resplandeciente" (Co.), y la luz de su rostro se proyecta sobre todo cuanto encuentra. Sus deseos ya no ponen la carne en actividad, por eso el cuerpo astral no lo subyuga ni lo vence. Por medio del desapasionamiento y equilibrio de los pares de opuestos, se libera del temperamento, sentimientos, anhelos, deseos y reacciones emocionales, característicos de la vida del hombre común y alcanza el punto de paz. 

El demonio del orgullo, la personificación de la naturaleza mental mal empleada y las deformadas percepciones de la mente, han sido dominadas y queda liberado en los tres mundos. La naturaleza del alma, las cualidades y actividades inherentes a la naturaleza de amor del Hijo de Dios y la Sabiduría que se manifiesta cuando amor y actividad (segundo y tercer aspectos) se unen, caracterizan su vida en la tierra y puede decir como Cristo: "Consumado es". La fecha del nacimiento de Patanjali es desconocida; existe mucha controversia sobre ello. La mayoría de los autores occidentales la fijan entre los años 820 y 300 a.C., aunque uno o dos la fijan d.C.; los indúes, que se supone saben algo al respecto, fijan una fecha muy anterior, algunos hasta 10.000 años a.C. Patanjali recopiló las enseñanzas que, hasta la época de su advenimiento, habían sido trasmitidas oralmente durante muchos siglos. Fue el primero en transcribir la enseñanza para los estudiantes, por eso se lo considera fundador de la Escuela Raja Yoga. Sin embargo, el sistema se ha aplicado desde los principios de la raza Aria. Los Aforismos de la Yoga son la enseñanza básica de la Escuela Trashimaláyica, a la cual pertenecen la mayoría de los Maestros de Sabiduría. 

Muchos estudiosos sostienen que los Esenios y otras Escuelas místicas de entrenamiento y pensamiento, íntimamente relacionadas con el fundador del cristianismo v con los cristianos primitivos, están basadas en el mismo sistema y que sus Instructores fueron preparados en la gran Escuela Trashimaláyica. Los aforismos, tal como los presentamos, han sido dictados y parafraseados por el Tibetano; los comentarios han sido escritos por mí, pero sometidos a su revisión e indicaciones. Se observará que la traducción no es literal ni una definición exacta de cada uno de los términos sánscritos originales. Es un intento de verter al inglés, en forma clara y comprensible, el significado exacto, hasta donde es posible hacerlo en un idioma poco elástico e imaginativo. Al estudiante le será útil, cuando estudie estos aforismos, comparar la versión dada aquí con las distintas traducciones disponibles. 

 ALICE A. BAILEY
Nueva York, mayo de 1927.