domingo, 7 de agosto de 2016

KARMA




WILLIAM Q. JUDGE

Karma es una palabra poco familiar a los oídos de los Occidentales. Este es el nombre adoptado por los Teósofos del siglo diecinueve para designar una de las más importantes leyes de la naturaleza. Incesante en su funcionamiento, esta ley actúa contínuamente sobre los sistemas planetarios, razas, naciones, familias e individuos. Esta es la doctrina compañera inseparable de la Reencarnación. 

Estas dos leyes están tan intrincadamente entrelazadas, que es casi imposible tratar particularmente de una de las dos. Ningún sitio, ni ningún ser en el universo está exento de la acción de la ley de Karma, sino que todos están bajo su influencia, castigados por los errores cometidos y sin embargo benéficamente dirigidos a través de la disciplina, del reposo y de la recompensa, hacia las remotas cumbres de perfección. Es una ley de tan amplio alcance, abarcando simultáneamente nuestro ser material y moral, que solamente con la ayuda de abundantes interpretaciones y explicaciones puede uno transmitir su significado en nuestro propio idioma. Por esa razón el término Sánscrito Karma fue adoptado para designarla.

Aplicada a la vida moral del hombre, ésta es la ley de la causalidad ética, de justicia, de recompensa y de castigo; la causa del nacimiento y del renacimiento; pero al mismo tiempo es el instrumento para librarse de la reencarnación. Examinada desde otro punto de vista, Karma es meramente el efecto que emana de una causa, la acción y su reacción, el resultado exacto de cada pensamiento y de cada acción. Es el acto y el resultado del acto, porque el significado literal de la palabra es "acción". 

La Teosofía contempla el Universo como un todo inteligente; por lo tanto, todo movimiento en el Universo es una acción de ese todo conduciendo a resultados, los cuales de por sí se convierten en las causas de resultados ulteriores. Viendo ésto ampliamente, los antiguos hindúes dijeron que todos los seres, hasta el mismo Brahma, están bajo el dominio del Karma.

Karma no es un ser sino una ley; la ley universal de la armonía, que infaliblemente restituye todo disturbio al equilibrio. En ésto la teoría está en conflicto con la idea ordinaria acerca de Dios, basada en el sistema judaico, la cual concibe que el Todopoderoso, como una entidad pensante, externa al Cosmos, construye, pero juzga su propia construcción como inarmónica, desproporcionada, errática y desordenada, y entonces se siente compelido a derribar, destruir o castigar a aquellos que El mismo ha creado. 

Este concepto ha obligado a las muchedumbres a vivir en el temor de Dios, en cumplimiento de sus supuestos mandamientos, y con el propósito egoísta de obtener recompensa y lograr escaparse de su ira; a otros los ha arrojado dentro del abismo tenebroso que surge de la negación de toda vida espiritual. Pero como todo ser humano reconoce palpablemente, o más bien penosamente, que hay una destrucción constante dentro y alrededor de nosotros, una lucha contínua no sólo entre los hombres sino en todas partes, a través de todo el sistema solar, causando pesadumbres en todas direcciones, la razón demanda una solución a este enigma.

Los pobres, quienes no encuentran refugio ni esperanza, imploran a gritos a un Dios que jamás responde, y es así que la envidia surge dentro de ellos cuando observan el bienestar y las oportunidades de los ricos. Ellos ven los ricos libertinos, los adinerados sin tino que se divierten y gozan impunemente. Volviéndose a los instructores religiosos, en su indagación concerniente a la justicia que permite tal miseria a seres que nada hicieron para merecer el haber nacido sin recursos, sin oportunidad de educación, sin capacidad intelectual de trascender los obstáculos sociales, raciales o circunstanciales, ellos reciben la respuesta de que "Esa es la voluntad de Dios". Padres que engendran bien amados retoños segados por la muerte en horas prematuras, justo en el mismo momento en que todo iba bien. Ellos tampoco reciben ninguna otra respuesta a la pregunta de ¿por qué me llega a mí esta aflicción?, sino la misma referencia ilógica a un Dios inaccesible cuya arbitraria voluntad es la causa de sus sufrimientos. 

Y así en todas las circunstancias de la vida, la pérdida, la herida, la persecución, la carencia de oportunidades, las fuerzas mismas de la naturaleza destrozando la felicidad del hombre, la muerte, las vicisitudes, las desilusiones, contínuamente asedian a los hombres buenos y malos a la vez. Pero en ninguna parte se encuentra una respuesta correcta o un alivio, excepto en la antigua verdad de que cada hombre es el creador y arquitecto de su propio destino; el único que pone en movimiento las causas de su propia felicidad y miseria. En una vida él siembra y en la siguiente recoge su recompensa. Así pues, y por siempre, la ley de Karma conduce y guía al hombre.

Karma es una ley benéfica enteramente compasiva, implacablemente justa, porque la misericordia verdadera no es favor, sino justicia imparcial.

"¡Hermanos míos! : la vida de cada hombre
consecuencia de su anterior vivir es.
Los pasados errores traen pesares e infortunios.
El pasado bien trae bienaventuranza...!
Esta es la doctrina del karma"1 .


¿Pero de qué manera es la vida presente afectada por esa justa y errada acción pasada? y ¿es la vida siempre afectada solamente por castigos o penitencias? ¿Es el Karma simplemente la predestinación bajo otro nombre, un destino previamente señalado y formulado, del cual no hay escape posible y el que por tanto pudiera hacemos descuidados de acción o pensamiento ya que el destino no puede ser cambiado? 

El Karma no es fatalismo. Todos los actos cometidos en un cuerpo anterior transmiten consecuencias que en la nueva encarnación el Ego ha de gozar o de sufrir, porque según dijo San Pablo: "Hermanos míos, no os engañéis; Dios jamás es burlado, porque sea lo que fuere que el hombre siembre, eso mismo ha de cosechar". Porque el efecto está ya en la causa, y el Karma produce la manifestación de ésto en el cuerpo, el cerebro, y la mente como proporcionados por la reencarnación; y así como una causa creada por una persona está especialmente relacionada a ella como el origen del cual ésta surgió, de igual manera cada cual experimenta los resultados de sus propias acciones. A veces nos parece recibir los efectos únicamente de las acciones de otros; pero ésto es en realidad el resultado de nuestras propias acciones y pensamientos en la presente o en alguna vida previa. Siempre ejecutamos nuestras acciones en asociación con otros, y esos actos, junto con sus pensamientos subyacentes, están siempre relacionados con otras personas además de nosotros mismos.

No hay acción alguna ejecutada que originalmente no tenga un pensamiento en su raíz, bien sea en el momento mismo de su ejecución o en el camino hacia ella. 
Estos pensamientos están alojados en esa parte del hombre que nosotros hemos denominado Manas - la mente -, y allí permanecen como eslabones sutiles pero poderosos, con hilos magnéticos que entretejen todo sistema solar, y a través de cuyos efectos son manifestados. La teoría avanzada en las páginas anteriores, de que el sitema completo, al cual este globo pertenece, está viviente y consciente en cada plano celeste, aunque únicamente mostrando autoconsciencia en el hombre, entra en juego aquí para explicar cómo el pensamiento que genera la acción en esta vida puede causar resultados consecuentes en ésta o en una próxima encarnación. Los maravillosos experimentos modernos del hipnotismo, demuestran que la más ligera impresión, no importa que haya ocurrido en un pasado lejano en la historia de la persona, puede presentarse en su vida actual, comprobando así que las imágenes mentales jamás se pierden, sino que permanecen latentes.

Tómese por ejemplo el caso de un niño que nace jorobado y muy corto de estatura, la cabeza sumida entre los hombros, los brazos largos y las piernas cortas. ¿Por qué es ésto? Es su propio Karma, la consecuencia de sus mismos pensamientos y acciones en una vida anterior. El ultrajó, persiguió, o en otras formas injurió a alguna persona contrahecha, con tanta persistencia o violencia como para grabar en su propia mente inmortal la imagen deforme de su víctima. Porque en proporción a la intensidad de su pensamiento será la intensidad y la profundidad de la imagen. Esto es exactamente similar a la exposición de la placa fotográfica sensibilizada, que según sea la exposición larga o corta, la impresión sobre la placa será intensa o débil. Así, este pensador y actor - el Ego -, al regresar al nacimiento trae consigo esta imagen, y si la familia a la cual él es atraído al encarnar tiene tendencias físicas similares en sus genes, la imagen mental induce al cuerpo astral en vía de desarrollo morfológico, a tomar un aspecto deforme por ósmosis electro-magnética a través de la madre. Y como todos los seres sobre la tierra están indisolublmente enlazados, la criatura contrahecha es al mismo tiempo el karma de sus padres y la consecuencia exacta de las acciones y pensamientos similares de su parte durante otra vida. Aquí tenemos pues una justicia tan precisa como ninguna otra teoría puede ofrecernos.

Ampliando el caso precitado, simplemente con el propósito de elucidarlo, debemos observar que a menudo vemos a un ser humano contrahecho poseyendo una disposición feliz y amable, de gran talento, sano juicio, y toda clase de buenas cualidades morales; este mismo incidente nos guía hacia la conclusión de que el karma debe ser de varias clases diferentes en cada caso individual, y también opera evidentemente en más de un aspecto o subdivisión de nuestro ser, con la posibilidad de producir efectos gratos en una parte de nuestra naturaleza y desagradables en otra.

Existen tres clases de Karma:

Primero - Karma que no ha comenzado a producir ningún efecto en nuestra vida, debido al funcionamiento actual de algunas otras causas kármicas. Esto acontece bajo una ley bien conocida entre los físicos, en que dos potencias opuestas propenden a neutralizarse y que una de las fuerzas puede ser suficientemente poderosa como para impedir interinamente el funcionamiento de la otra. Esta ley opera en las esferas invisibles, mentales y kármicas del ser, lo mismo que en los planos materiales. La fuerza de un cierto grupo de facultades físicas, mentales y psíquicas, con sus tendencias correspondientes, pueden impedir totalmente la operación en nosotros de las causas con las cuales estamos conectados, porque la naturaleza entera de cada persona toma parte en la ejecución de esta ley. Así es que los débiles y los mediocres proveen un foco débil para el Karma, y en ellos el resultado general del curso de una vida es limitado, aunque ellos pueden considerarlo todo como Karma fuerte y pesado. Pero la persona que tiene un carácter amplio y hondo y mucho vigor, sentirá los efectos del funcionamiento de una dosis mayor de karma que la persona de un carácter más débil.

Segundo - El karma que nosotros estamos haciendo ahora o acumulado con nuestros pensamientos y acciones, y el cual operará en el futuro, cuando el cuerpo, la mente y el ambiente apropiados sean adquiridos por el Ego encarnante en alguna otra vida, o cuando el karma obstaculizante quede eliminado.

Esto pesa tanto en la vida presente como en la próxima. Porque uno puede en esta vida llegar a un momento crítico, en que encontrándose las causas anteriores ya cumplidas, el karma nuevo o ese Karma que está pendiente debe comenzar a operar.

Bajo esta categoría están esos casos en que los hombres tropiezan con imprevistos reveses de fortuna, o cambios en el sentido de mejoramiento, bien sea de circunstancias o de carácter. Un factor muy importante con relación a ésto es el de nuestra presente conducta. Mientras el karma del pasado debe agotarse y no puede ser detenido, es sabio y juicioso por parte del hombre el pensar y actuar de tal forma bajo las circunstancias actuales, sin importar lo que fuesen, que él no cree nuevas causas nocivas o perjudiciales para el próximo renacimiento o para años más avanzados de la encarnación en curso. 

La rebelión es inútil, porque la ley se abre camino ya sea que nos lamentemos o nos regocijemos. De Lesseps, el gran ingeniero francés, es un excelente ejemplo de esta clase de karma. Encumbrado en un pináculo de gloria y de proeza durante muchos años de su vida, cae repentinamente en la ignominia, como consecuencia del escándalo relativo al Canal de Panamá. Aunque haya sido inocente o culpable, él experimenta la vergüenza de ver su nombre ligado a una empresa nacional totalmente mancillada por el soborno y la corrupción, implicando a altos funcionarios públicos. Esto se debió a la aparición de viejas causas kármicas que actuaron sobre él, en el mismo instante en que esas otras causas que habían gobernado sus años anteriores fueron agotadas. Napoleón I es otro prototipo, porque también alcanzó un grado muy alto de gloria, pero precipitadamente cayó y murió en el destierro y en la desgracia. Muchos otros casos llegarán el conocimiento de todo lector reflexivo.

Tercero - El karma que ha comenzado a producir resultados. El karma que está operante en nosotros ahora, en esta vida, habiendo sido establecidas las causas en vidas anteriores en compañía de otros Egos. Y está operante ahora porque, siendo el más adaptado a la genealogía familiar, al cuerpo individual, cuerpo astral y a las tendencias de la raza de esta encarnación, esta clase de Karma se manifiesta claramente, mientras que todo otro karma aún en reserva aguarda su turno natural.

Estas tres clases de karma gobiernan a los hombres, a los animales, a los mundos y a los períodos de evolución. Cada efecto emana de una causa precedente, y como todos los seres renacen constantemente, ellos están contínuamente experimentando los efectos (los cuales son en sí mismos causas) de sus pensamientos y acciones en una anterior encarnación. Así pues, como dice San Mateo, cada cual responde por cada palabra y por cada pensamiento; nadie puede escapar por medio de plegarias, ni de favores, ni de violencia, ni de ningún otro intermediario.

Ahora bien, como las causas kármicas se dividen en tres clases, las mismas deben tener campos diversos para su operación. Esas causas operan sobre el hombre en su naturaleza mental e intelectual, en su naturaleza psíquica o almática, y en su cuerpo y circunstancias. La naturaleza espiritual del hombre jamás es afectada o gobernada por el karma.
Un tipo de karma puede actuar simultáneamente y con la misma intensidad sobre los tres planos mencionados de nuestra naturaleza, o puede que haya una mezcla de causas, algunas sobre uno de los planos, las otras sobre otro. Tomemos el caso de una persona físicamente deforme que posee una fina mente (plano mental) y una deficiencia en su naturaleza almática. En este caso un karma punitivo o desagradable está operando sobre su cuerpo, mientras que en su naturaleza mental e intelectual, un karma bueno está siendo experimentado, pero psíquicamente, el karma o la causa, siendo de una clase indiferente, desarrolla un resultado indiferente. En otras personas aparecen otras combinaciones. 

La persona tiene un fino cuerpo y disfruta de circunstancias favorables, pero su carácter es hosco, enojadizo, irritable, vengativo, mórbido, y desagradable tanto para sí mismo como para los que le rodean. En este caso, un buen karma corporal está en operación con un mal karma mental, intelectual y psíquico. Casos individuales vendrán a la memoria de los lectores acerca de personas nacidas en una eminente posición, con todas las oportunidades y poderes que se puedan desear y que no obstante son retardados o de repente pierden sus facultades mentales.

Y así, como todos estos aspectos de la ley kármica tienen predominio sobre el hombre individual, de igual modo esos aspectos funcionan sobre las razas, las naciones y las familias. Cada raza tiene su karma en conjunto. Si el karma es bueno, esa raza marcha hacia adelante; pero si el karma es malo, se extingue aniquilada como una raza, aunque las almas que la constituyen recomienzan su karma en otras razas y en otros cuerpos. 

Las naciones no pueden eludir su Karma nacional, y cualquier nación que haya actuado inícuamente sufrirá consecuencias similares en épocas venideras, ya sea tarde o temprano. El Karma de Occidente del siglo diecinueve es el karma de Israel, porque aún el novicio puede discernir que la influencia mosáica es la más preponderante en las naciones europeas y americanas. Los antiguos Aztecas y otras antiguas razas de las Américas, se extinguieron porque su propio karma - el resultado de sus propias vidas como naciones en el pasado - se precipitó sobre ellos y los aniquiló. Con respecto a las naciones, este duro proceso del karma se manifiesta siempre por medio de hambre, guerras, cataclismos de la naturaleza, y la infecundidad de las mujeres de esas naciones. 

Este último acontecimiento prevalece casi al final de la jornada y barre todo el remanente de sobrevivientes. El individuo que forma parte de una raza o de una nación, es prevenido por esta gran doctrina, de que si él cae en la indiferencia de pensamiento y acción, amoldándose de este modo dentro del promedio kármico general de su raza o de su nación, ese karma nacional y racial lo arrastrará a él finalmente dentro del destino general. Es por ésto que los instructores de antaño exclamaron: "Salid de inmedio de entre ellos y apartaos".

Junto con la reencarnación, la doctrina del karma explica la miseria y el sufrimiento del mundo, y no queda campo para acusar a la Naturaleza de injusticia alguna.

El sufrimiento de toda nación o raza es el resultado inmediato de los pensamientos y de las acciones de los Egos que componen esa raza o nación. En el sombrío antaño esos Egos se comportaron inicuamente y ahora sufren; pues sucede que violaron las leyes de armonía en la naturaleza. La ley inmutable es que la armonía tiene que ser restablecida en caso de haber sido quebrantada. Así es que estos Egos sufren durante el proceso de compensación y de estabilizar el equilibrio del cosmos oculto. El conjunto entero de Egos debe continuar encarnando y reencarnando en esa nación o en esa raza, hasta que todos hayan agotado completamente las causas kármicas sembradas. Aunque la nación por un intervalo de tiempo puede desaparecer como una cosa física, los Egos que la desarrollaron no abandonan las esferas del mundo, sino que emergen de nuevo como los constructores de una nueva nación, dentro de la cual, deben continuar su labor y aceptar su castigo o su recompensa, según concuerde con su karma. Los Egipcios de la antigüedad ofrecen un ejemplo de esta ley. Ellos se elevaron ciertamente a un alto nivel de desarrollo, como indudablemente también fueron extinguidos como nación. Pero las almas - los Egos - sobreviven y están ahora realizando su propio y merecido destino, en alguna nación de nuestra época. Esa puede ser una nueva nación Americana, o los Judíos, predestinados a rodar por el mundo y a sufrir mucho a manos de otros. Este proceso es perfectamente justo. Tomemos como ejemplo, los Estados Unidos de América y los Indios Pieles Rojas, estos últimos han sido tratados ignominiosamente por la nación norteamericana. Los Egos indios serán reincorporados dentro de las familias de estos conquistadores, y como miembros de esa gran familia ellos mismos serán los instrumentos para inducir los efectos apropiados a tales actos como los perpetrados contra ellos cuando sus cuerpos eran indígenas. Así pues, ésto ha acontecido anteriormente y así mismo acontecerá nuevamente.

La infelicidad individual durante una vida cualquiera se explica de esta manera: (a) la infelicidad es el castigo merecido por las malas acciones cometidas en vidas precedentes; o (b) es una disciplina que el Ego se ha suministrado con el propósito de eliminar los defectos o de adquirir fortaleza y compasión. Una vez que los defectos quedan eliminados, el resultado es como el de eliminar la obstrucción en un canal de irrigación, que deja así que el agua circule libremente. 

La felicidad se explica de la misma manera: como el resultado de acciones virtuosas, sembradas en encarnaciones pasadas.
La base científica, y que se explica a sí misma, de la verdadera ética, se encuentra en estas dos doctrinas precitadas, y en ninguna otra. Pues si la ética verdadera va a ser practicada tan sólo por sí misma, los hombres no verían su porqué y no podrían discernir jamás la razón por la que deben durante su vida practicar únicamente el bien. Si los principios éticos van a ser obedecidos solamente por temor a represalias, el hombre se envilecerá, y tratará indudablemente de encontrar la manera de eludirlos; si el amparo del Todopoderoso, no basado en la ley o la justicia, fuera la razón, tendremos entonces precisamente lo que prevalece actualmente - un código suministrado al Occidente por Jesús, profesado por las naciones pero jamás practicado excepto por unos cuantos seres que serían virtuosos de todas maneras.

Sobre ésto los Adeptos han escrito lo siguiente, que encontramos en la "Doctrina Secreta":2 .

"No serían los medios del Karma inescrutables si los hombres trabajasen en unión y en armonía, en lugar de en la desunión y la lucha. Porque nuestra ignorancia de esos medios - que una parte de la Humanidad llama los caminos oscuros e intrincados de la Providencia, mientras otra ve en ellos la acción de un ciego fatalismo, y una tercera la simple casualidad, sin Dioses ni Demonios que la guíen - desaparecería seguramente si la atribuyésemos por completo a su causa exacta. Con conocimientos real, o por lo menos con una convicción firme de que nuestros prójimos no se esforzarían en hacernos más daño a nosotros de los que nosotros pensemos en hacerles a ellos, las dos terceras partes del mal en el mundo se desvanecerían. Si ningún hombre perjudicara a su hermano, Karma-Némesis no tendría ni motivo ni armas para obrar... Con nuestras propias manos trazamos diariamente las tortuosidades de nuestro destino, al tiempo que creemos seguir la línea recta en el camino de la respetabilidad y el deber, y luego nos quejamos porque tales caminos son obscuros e intrincados. Nos desconcertamos ante un misterio elaborado por nosotros mismos y enigmas de la vida que no queremos resolver, y luego acusamos a la gran esfinge de devorarnos. Pero a la verdad, no hay un sólo accidente en nuestras vidas, ni un infortunio, ni una desgracia, cuya causa no pueda ser atribuída a nuestras propias acciones en esta o en otra vida... El conocimiento del Karma de la convicción de que si "la virtud en la miseria y el vicio triunfante hacen a la Humanidad atea, es solamente porque la Humanidad ha cerrado los ojos a la gran verdad de que el hombre es de por sí su propio salvador y su propio destructor; y que él no tiene que acusar al Cielo ni a los Dioses, al Destino ni a la Providencia, de la injusticia aparente que reina en la humanidad; sino más bien que tenga presente y repita el siguiente fragmento de sabiduría griega que previene al hombre de abstenerse de acusar a Aquello que, "Justo, aunque misterioso, nos conduce infaliblemente por caminos desconocidos, de la culpa al castigo"que son hay los caminos por los que avanzan las grandes naciones Europeas. Cada nación y tribu de los arios occidentales, así como sus hermanos orientales de la Quinta Raza, ha tenido su Edad de Oro y su Edad de Hierro, su período de relativa irresponsabilidad, o su Edad de Satya de pureza, y ahora varias de ellas han alcanzado su Edad de Hierro, el Kali Yuga, una edad ennegrecida de horrores. Esta situación continuará... hasta que nosotros comencemos a actuar de acuerdo con nuestra naturaleza interior, en lugar de someternos a los impulsos que proceden del exterior... Hasta entonces, el único paliativo es la unión y la armonía, una Fraternidad in actu y en altruismo, no simplemente de palabra".

1 La Luz de Asia, por Edwin Arnold.


2 D.S. Vol. I, p. 643. Edición original en inglés.

No hay comentarios:

Publicar un comentario