lunes, 15 de julio de 2019

Los Misterios de Mithra



Miles de años antes de Cristo, los Arios, quienes eran los pobladores de las tierras del Caucaso, adoraban dos divinidades de nombre Varuna y Mitra. La tradición narra que estos Dioses fueron los primeros en surgir cuando la Creación: Varuna era el Dios primordial, mientras que Mitra era el Dios de la luz y la verdad, por lo tanto era considerado el dios testigo de los juramentos y de los pactos. Los pueblos Arios invadieron todos los países entonces conocidos llegando hasta la India. 
Desde el principio el dios Mitra tomó el lugar más importante en el ámbito de las divinidades indo-iraníes, también en virtud de su estrecha relación con la luz y el sol, estuvo casi por encima de Varuna. En el idioma persa moderno “mirh” significa Sol, esto nos indica lo profunda que era su conexión con Mitra. 

El Sol como arquetipo siempre ha representado el bien y la justicia. La importancia de Mitra está sustentada también por el hecho que aparece en varias citas en los “Vedas” y en los “Upanishad” que son los más antiguos textos Hindúes. Aparece también en lo que es llamado “El sacrificio del caballo” que es el núcleo del mito de la creación. En este mito se describe que la Divinidad primordial después de haber surgido del Caos y tras haber separado la tierra del cielo, toma la apariencia de un caballo para ser sacrificado y desmembrado. Este, por ser un caballo macho es el símbolo de la fuerza generadora. Gracias a su sacrificio es que surge el mundo, los animales, los hombres y los Dioses ; cada uno brota de una parte del cuerpo o de la sangre de la víctima. 
La importancia del caballo se debía a la estrecha relación que mantenían los Arios con sus animales, lo que les permitió dispersar a los ejércitos enemigos con sus carros de guerra. Sucesivamente con la difusión de la religión aria, el caballo de los “Vedas” fue sustituido en Mesopotamia por la figura imponente de un toro, un símbolo que se difundió por todo el mundo hasta entonces conocido. 

La religión védica había colocado a Mitra como uno de los dioses más importantes de su panteón. 
En Persia el “Zoroastrismo” -que había surgido algunos miles de años antes- no alteró su prestigio y lo veneró como santo supremo encargado por el dios creador “Ahura Mazda”, para vigilar el mundo desde lo alto de los cielos. Mitra entonces adquirió, por otro lado, el carácter de un dios salvador protector de la humanidad, al cual se recurría en las necesidades cotidianas y, después de la muerte, para ser acompañado en el último viaje. Esta nueva característica del dios sobrepasó a la misma religión Mazdaica y, con la diáspora persa, se difundió en el mundo greco-romano como divinidad autónoma, alrededor de la que se centró un nuevo corpus religioso: El culto de los misterios Mitraicos. En este ámbito, Mitra fue identificado con el “Sol Invicto” y fue venerado como creador y ordenador del mundo, posterior a la matanza de un toro cósmico del cual surgió la parte buena de la realidad natural y humana. La matanza del toro (Tauroctonia) aparece comúnmente en los monumentos Mitraicos, lo que constituía un solemne sacrificio en el culto al Dios. 

Con el pasar del tiempo, Mitra se volvió cada vez más importante hasta ocupar el rol de Juez ultraterreno , ya que en el momento del gran juicio universal sopesaría las buenas y malas acciones y acompañaría a las almas hacia el cielo o las entregaría a las fuerzas inferiores. Tanto el Mitra Indú como el Persa mantienen una clara relación con la fuerza vital, como lo aclara la leyenda del sacrificio del toro. Mitra personifica la vida y la vitalidad y es enemigo de la esterilidad la cual por medio de los demonios de las tinieblas difunde sobre la tierra los males, vicios e impurezas. Mitra cuida al mundo ya que conoce y puede verlo todo, con miles de oídos y diez mil ojos observa toda la tierra, nadie puede engañarlo; sabe también cuando es el momento en que debe intervenir. Sus fieles decían que desde lo alto de los cielos se lanzaba sobre los impíos y los malvados y los dispersaba o masacraba, fueran individuos, tribus o naciones enteras. 

El Mitraismo continuó evolucionando a través del tiempo adaptándose y enriqueciéndose cada vez más con conceptos nuevos, adquiriendo su máxima expresión y congruencia ideológica en los siglos III y II a.c.. justo en el período en que fue el máximo impulso de la astrología. Las representaciones cosmológicas de los Babilonios –pueblo que tomaba en gran consideración a la astrología hasta el punto de regular cada momento del día en base a los tránsitos astrales- dieron al Mitraismo los primeros impulsos hacia una nueva dirección: la fe en el Dios Mitra se concretó en el sentido de las representaciones astrológicas, tal como habían sido desarrolladas por los pueblos antiguos orientales, hacia una religión cosmológico/planetaria. 

La religión del dios Mitra en la época tardía romana se había convertido en una religión que narraba la lucha entre el dios de la luz, de la verdad y el dios de la oscuridad y del engaño: el dios Arhiman. Plutarco narra que los pueblos de la Cilicia practicaban los ritos Mitraicos hacia el año 67 a.c. 
El Mitraismo alcanzó su máxima difusión geográfica en el siglo III d.c. y finalmente sucumbió a la expansión del cristianismo “Paulino” hacia el final del siglo IV d.c. contemporáneamente con la caída del imperio romano de Occidente. Los miembros del culto eran en su mayoría militares, funcionarios de estado y mercantes (las mujeres no podían acceder). 

Como ocurría para otras religiones antiguas (entre las que se encuentran los misterios de Isis y los Eleusinos), para ser miembro del culto de Mitra era necesario pasar por un ritual iniciático secreto. Los iniciados tenían la obligación de no revelar a los extraños los secretos del culto; de aquí deriva el apelativo de mysteria, un término de raíz griega que significa “mantener el silencio”. 
La palabra “misterio” y otras a ella relacionadas, como “misticismo”, derivan todas del nombre griego dado a este tipo de culto. El Mitraismo estaba organizado en estadios de iniciación distintos que formaban una estructura jerárquica a través de la cual sus miembros progresaban. De los secretos del culto se deriva el hecho que no existen testimonios escritos acerca del Mitraismo. En consecuencia las únicas informaciones disponibles a los estudiosos que tratan de reconstruir las doctrinas están dadas por las complejas representaciones e inscripciones que adornan los sacrarios o mitreos. 

Estos muestran escenas en las que el dios es protagonista y las imagen más importante es la Tauroctonia en la cual Mitra acompañado por diversos personajes aparece en el acto de matar al toro. Esta representación está colocada en un lugar de honor en todos los Ipogei o templos subterráneos de Mitra y por lo tanto queda claro que esta imagen es la clave de los secretos más recónditos del culto Mitraico. En ausencia de una documentación escrita, su interpretación se ha revelado decididamente difícil. Si visitamos los niveles inferiores de la Iglesia de San Clemente en Roma podemos admirar un mitreo en cuyo altar vemos la representación del toro ritual acompañado por los símbolos tradicionales del zodíaco. Eubulo, autor clásico que vivió en el I o II siglo d.c. afirmó que estos templo subterráneos eran entendidos como “una imagen del Cosmos”. 

Entonces pareciera que la Tauroctonia fuera entendido como un símbolo astral. Platón en su diálogo “Timeo” escribe que el demiurgo inició la creación del universo modelando la materia en la letra X. Muchos autores concuerdan en afirmar que Platón quería indicar con este símbolo el punto de encuentro entre la eclíptica y el ecuador celeste. No será suficiente repetir que conceptos tales como horizonte, eclíptica, ecuador celeste, eran para los pueblos antiguos conceptos reales de experiencia cotidiana, en contraste con nosotros del siglo XX, que contamos con instrumentos y cielos opacos. 
En el culto mitraico era fundamental el agua. De hecho existe una referencia continua al agua de la inmortalidad en los baños rituales, en la antesala de los mitreos había tinas para las inmersiones rituales semejando un bautismo hecho con agua y miel. 

En el mitreo de Santa Prisca de Roma una inscripción dice que de la fuente en la roca abierta por el Dios emerge el “Soma”: la bebida de los dioses que da la inmortalidad. Es natural la analogía con “el agua de la vida” que los Sumerios suponían que llovía sobre la tierra desde el cedro celeste. Por otro lado, los planetas a los que los Babilonios asociaban las propias divinidades pasaban al ocaso cada día, o para ser más explícitos morían cada día y antes de surgir a nueva vida necesitaban una bebida de resurrección: como el iniciado que con la bebida mística surgía a la verdadera vida. Probablemente la representación iconografica del milagro del agua, realizado por Mitra llamaba la atención de los Mitraicos sobre la fuerza y el poder que ejercía el agua en la liberación del pecado y de la culpa. 

Los diferentes grados de consagración en las doctrinas mitraicas hacían suponer a los novicios que justo en el momento de observación de la imagen del milagro del agua de Mitra, podía esperarse una manifestación concreta cuya profundidad era develada solo por medio de la iniciación. En diversas representaciones iconograficas aparece Mitra golpeando al cielo por encima de él con rayos. Se trata una confirmación de su derivación de la tradición antigua persa, según la cual el cielo era considerado una roca. El motivo central de las imágenes del altar mitraico son Mitra y el toro, mostrando cada momento en que el héroe divino clava un puñal en el cuello del animal. La matanza del toro es el climax y al mismo tiempo el episodio más importante de la vida de Mitra. En bajorrelieves y estatuas de mármol, Mitra vuelve la cabeza hacia el cielo, en dirección del Sol /Helios, mientras mata al toro con su cuchillo de caza. Los monumentos más preciosos muestran a un héroe joven, la expresión del rostro es “seráfica”. De la expresión del rostro se vislumbra sobretodo una obediencia dolorosa: es como si el héroe combatiera contra sí mismo en el acto de matar al noble animal. 

Dos personajes siempre presentes en las representaciones, son Caute y Cautopate, quienes son dos tedosforos. Generalmente aparecen en una actitud ostensiblemente indolente, con las piernas entrecruzadas: Caute sostiene una antorcha hacia lo alto, Cautopate la mantiene dirigida hacia la tierra. Lo más cierto es que no son ayudantes de Mitra, ya que no participan en el sacrificio del toro. Representan la vida y la muerte, los dos polos entre los que se mueve nuestra existencia, y en los que se concretaban, tanto en la antigüedad como hoy en día los problemas centrales de la religión y la filosofía. A veces Caute aparece en imágenes junto a un gallo: “el pájaro Persa”, que con su canto aleja a los demonios malvados. (los pollos eran casi desconocidos por los romanos y fueron usados como animales de corral sólo en el Medio Evo). 

En el mitreo de Santa Prisca, Caute aparece dentro de un nicho de color anaranjado claro, mientras que Cautopane en uno azul oscuro. Ambas son divinidades de la luz y junto a Mitra forma una suerte de trinidad: visten pequeñas tiaras como Mitra y están relacionados con el sol. Caute representa el sol del amanecer, Cautopane el sol del ocaso, mientras que Mitra es el sol en su máxima expresión, cuando atraviesa el meridiano, irradiando su mayor fuerza. Se encuentra en el vértice de esta trinidad y por tanto corresponde a la divinidad superior. Otra figura fundamental en el mitreo era Zervan, el dios de la cabeza de león. Regularmente estaba representado como un joven con una actitud severa, con los pies colocados uno al lado del otro, y con la particularidad que sus órganos genitales no estaban a la vista. Recordemos que en la antigüedad los genitales estaban habitualmente evidenciados, por lo que se piensa que se trataba de un hermafrodita, es decir, de una persona de sexualidad ambivalente, por tanto el iniciado encontraba en él un sentido profundo. 

El Dios Zervan era el dios del tiempo Infinito. Con el inicio de la predicación de Zoroastro-Zaratustra, “Ahura Mazda”, el dios de la creación y principio del bien y Arhiman, el espíritu malvado, se convirtieron en los hijos gemelos de Zervan. Zervan representa el destino, frente al cual se encuentran sometidos tanto los hombres como los dioses y que puede ser definido astrológicamente. No sabemos de qué manera fue introducida la figura de Zervan en el ritual mitraico, que se desarrolló gradualmente en el curso de los años. Sin embargo en el siglo XI a.c. en la iconografía aparece la imagen de una serpiente que rodea las representaciones del mundo o de la divinidad. La serpiente, che rodea a Zervan-Aion, representa alegóricamente la eternidad y simbólicamente una elipse: el camino que recorre el sol a través la figuras del Zodiaco. 
Para el adepto los circunvalaciones de la espiral del tiempo son el camino hacia la luz del conocimiento, hacia la cabeza del León, el símbolo del Sol. Muchas veces se trata de siete espirales, coincidiendo con los siete planetas y a veces con cuatro espirales en relación a los cuatro elementos. 

Otro personaje cardinal de la versión romana del mitraismo es el sol contra el cual Mitra tuvo que pelear como prueba fundamental y por razones que permanecen a nosotros oscuras. Después de encontrar la paz entre ambos, todo se concluye con un Ágape común y un banquete. En honor a estos dioses los hombres continuaron la tradición del Ágape. Los frescos pintados alrededor del año 220 d.c, en el mitreo de Santa Prisca en Roma, corresponden a la época de oro del culto de Mitra. 
Aquí el Sol y Mitra comen a la manera típica de los antiguos Romanos, es decir, echados sobre triclinios detrás de una pequeña mesa mientras son servidos por iniciados. Uno lleva una máscara de cuervo y otros son llamados leones como se lee en las inscripciones. Sus dones son el pan, una cratera, un gallo o bien algunas velas. El Sol está adornado con un largo traje rojo y un cinturón dorado, mientras su piel resplandece con una aureola de luz. Mitra lleva un manto rojo y se le reconoce por su tiara roja. Las imágenes y los relieves, testimonios del banquete, muestran como alimentos la carne del toro, o en su lugar aquella de otros animales, panes, frutas y pescados. 

Están representadas viñas, las cuales eran consideradas sagradas ya que de ellas se derivaba la bebida del culto. El techo de los mitreos era un cielo artificial, en el mismo se realizaban orificios donde se colocaban pequeñas antorchas. La idea del firmamento estaba reforzada por las estrellas blancas dibujadas sobre el fondo azul. Las imágenes de los signos zodiacales estaban colocadas sobre el friso del altar, o bien sobre un lazo con las representaciones de los signos del Zodiaco que se colocaba en forma de arco sobre la entrada de la gruta. ¿Como se explica que los misterios dedicados a un dios solar se desenvolvieran en grutas oscuras? Intuitivamente podemos afirmar que se trataba principalmente de luz interior, es decir, la luz del espíritu. También porque la luz del sol penetrando solo por pequeñas aperturas generaba en el santuario una especie de semi oscuridad solemne a la que no se renunciaba ni siquiera en las iglesias cristianas. Las llamas de los altares para los sacrificios debían dar vida a los relieves y a las esculturas por medio del juego de las sombras, concebidas también para facilitar al alma indagadora la búsqueda de sí misma. 

Tal atmósfera solemne debía además contribuir a despertar en la conciencia de los fieles pensamientos y sensaciones que eran parte integradora de las ceremonias. No sabemos de qué naturaleza eran las técnicas meditativas y estáticas que se practicaban, sabemos que era fundamental como en el Yoga la manera correcta de respirar. De hecho, varias inscripciones en los mitreos dicen que “el modo de respirar correcto y profundo ensancha el espíritu y lo abre al reconocimiento de la dimensión de la divinidad” La iniciación en los misterios mitraicos ocurría siguiendo una serie de siete etapas, porque la astrología antigua conocía siete planetas, es decir el sol, la luna y los cinco planetas Mercurio, Venus, Marte, Júpiter y Saturno. Quien pertenecía a uno de los primeros tres grados de iniciación mitraica no estaba aún autorizado a formar parte de los misterios verdaderos, lo que sí se permitía para los iniciados de los cuatro grados superiores. 

Solo después que el individuo había dado pruebas suficiente de estar en grado no solo de comprender la matanza del toro por parte de Mitra, si no también de actuar este sacrificio; entonces se le abría la puerta hacia el mundo del verdadero conocimiento. Los adeptos mitraicos vestían en circunstancias particulares unas máscaras que hacían comprender, aunque fuera solo de forma puramente exterior, a que grado de consagración pertenecían. El primer grado de iniciación mitraica era la del cuervo. De hecho, leemos en los frescos de Santa Prisca “Vivan los cuervos, que están bajo la protección de Mercurio!”, y el mosaico de Ostia presenta bajo la forma de los símbolos de los siete grados de consagración los atributos del primero de ellos: el cuervo, copa y vara de Mercurio (caduceo). 

El cuervo era para los Persas el pájaro sagrado del sol y de la luz y debe de haber tenido acceso desde los tiempos antiguos al culto de Mitra, ya que las imágenes de los altares de los mitreos, mostraban a un cuervo entre el sol y Mitra. Es evidente su función de mediador, él comunica a Mitra la tarea de matar al toro encargada por el dios sol. Era además evidente que ponía al iniciado-cuervo bajo la protección de mercurio, el mensajero de los dioses. Como es sabido, el dios está representado con alas en la cabeza y con el caduceo de Hermes a quien él mismo da nombre. Este caduceo en su origen no debe de haber sido una “vara en forma de serpiente”, si no más bien una rama de olivo adornada por cintas a las que se le atribuye una fuerza mágica y protege a quien lo lleva consigo preservandolo de los horrores del inframundo. Hermes/Mercurio simboliza al psicopompo , la guía del alma. Ayuda en la concepción de los niños y los trae a la luz y con su vara mágica, además, cierra los ojos de aquellos que acompaña al Hades. De los atributos relativos al grado de consagración del cuervo se puede deducir cuál era su función en el ámbito del servicio mitraico. 

El fiel se convertía en un cuervo mitraico a través de la ceremonia de iniciación desde el momento en que el “Pater” con una espada ofrecía al futuro guerrero una corona de laurel en un gesto solemne. Es sabido que en la antigüedad la comunidad mitraica dependía de la madurez, de la sabiduría y de la virtud de un “Pater”. El Pater de los misterios era un sabio, iniciado en el verdadero significado de los siete grados mistericos, un fiel seguidor de Mitra, un depositario de la sabiduría antigua, pero también capaz de estimular y de proveer en calidad de pastor a la productiva existencia de su comunidad. La posición de Padre no era un cargo honorífico, más bien se trataba de un honor que derivaba de una supremacía espiritual que le garantizaba también admiración y respeto. Las insignias del honor de un Padre, la tiara, la vara y la pátera de hieronfante, -también llamado Padre supremo- junto con la oz: estos son los signos exteriores de un “magister sacrorum” El “pater sacrorum”, el padre de los misterios, se encuentra bajo la protección de Saturno, como se puede derivar de otra inscripción contenida en el mitreo de Santa Prisca de Roma. 

De hecho, sobre la imagen del fresco del Padre era posible leer: “ Salud a los padres, de Oriente hasta Occidente, bajo la protección y la tutela de Saturno”. No nos sorprende el hecho de que una inscripción que hace referencia a un Padre le coloque después el título de “estudioso de la astrología”. Según el simbolismo astrológico, Saturno lleva al hombre a la profundización, a la madurez, al discernimiento, a la sabiduría y por tanto al conocimiento. El destino de Saturno no es simple, ya que Saturno es también el planeta que simboliza el dolor y la renuncia. Si el último grado de iniciación mitraica estuvo bajo la protección de Saturno, entonces la tarea religiosa de este sacerdote de los misterios era justamente indicar a los fieles el camino hacia la comprensión de los acontecimientos espirituales que se encuentraban a la base de la experiencia humana. 

En los mitreos la llama sagrada ardía día y noche sobre los altares dedicados al fuego. Una de las tareas principales de los sacerdotes era justamente estar atentos y no dejar que la llama se apagara. Ellos conservaban las vestiduras de los sacerdotes persas. El sacerdote pronunciaba tres veces al día las oraciones con las que invocaba al sol y se colocaba en la mañana hacia oriente, a mediodía hacia el sur y en la tarde hacia occidente. Resumimos ahora los grados iniciáticos en detalle y sus atributos: 

1. El cuervo o el mensajero bajo la protección de Mercurio. Este primer grado estaba excluido de ceremonias de nivel superior y los iniciados no podían entrar en le mitreo durante su celebración. 

2. El Ninfo, el espíritu de los bosques bajo la protección de Venus con la antorcha y con el diadema. 

3. El soldado bajo la protección de Marte con el escudo y la lanza. 

4. El león bajo la protección de Júpiter; en el momento de la elevación se le colocaba miel en las manos como símbolo de purificación. 

5. El persa bajo el dominio de la luna llevaba una antorcha y la pequeña oz se relacionaba con los baños rituales que no se ejecutaban con agua si no más bien con miel. Decía Porfirio: “Cuando al persa se le entregaba la miel, se le daba por su virtud de cargador de los frutos”, ya que la religión colocaba en la luna el símbolo de todas las mutaciones y cambios. 

6. Eliodromo, la auriga bajo el dominio del Sol, vestido con un manto rojo y un cinturón amarillo con una corona solar en la cabeza. Ponía en escena el destino de Mitra y el banquete sagrado que unía y asimilaba Mitra con el Sol. 

7. El pater, bajo el dominio de Saturno envuelto en una manta roja con la capucha depositario de sabiduría antigua. Saturno es el planeta más lejano y representa una visión más allá de lo mundano y una comprensión de los misterios colocados en la base de la existencia humana. 
La virtud y la equidad distinguían a los seguidores de Mitra, así como la fidelidad absoluta al juramento y la lealtad. Del dualismo de Zoroastro había derivado una moral llena de fuerza, que permitía al seguidor de Mitra insertarse con mayor facilidad en un mundo caracterizado por la falta de justicia y una falsa moral. 

No llegaron hasta nosotros los “mandamientos” que un seguidor de Mitra debía observar. Según la ética tomada de los persas la vida en común dentro de una confraternidad mitraica se desarrollaba de forma ordenada, cosa que naturalmente llenaba de fama y ejercía un cierto efecto hacia el exterior, así como los sentimientos fraternos que unían a los iniciados. En la visión cosmogónica mitraica el alma había llegado a la tierra desde el cielo. Había pasado a través de las esferas de los planetas recibiendo en cada uno de ellos el influjo correspondiente; al morir, retornaba recorriendo el mismo camino bajo la compañía de la guía de los muertos, normalmente el dios sol o bien el mismo Mitra. En cada planeta hacia una pausa y se despojaba del ropaje del tiempo, es decir, de los defectos y virtudes que el mismo planeta le había conferido. Ante cada una de las siete estaciones había una puerta a través de la que podía pasar solo el alma que conocía la contraseña, es decir, el alma iniciada. En la última de las siete estaciones ocurría el paso hacia la octava esfera donde al difunto le era entregada la eterna bienaventuranza, ya era como los Dioses. 

Dejemos a un lado la visión iniciática y vamos a considerar la parte netamente científica que no es menos importante. Observamos con otros ojos el icono fundamental del culto de Mitra que es la imagen de la Tauroctonia. Si consideramos todas las representaciones y las proyectamos con la imaginación sobre la esfera celeste tendremos una sorpresa. Las imágenes ante nuestros ojos parecen ser un verdadero mapa estelar, hemos ya visto como las creencias astrológicas permearon la vida religiosa e intelectual del mundo mediterráneo hacia la época en la que tuvo origen el mitraismo. 
Los 12 signos del Zodiaco y los símbolos del Sol, de la Luna y de los planetas aparecen frecuentemente tanto asociados a la Tauroctonia como en la complejidad del arte mitraica. Además de Mitra y el toro, las escenas de tauroctonia contienen otras figuras diferentes: un perro, una serpiente, un cuervo, un escorpión, y a veces también un león y una copa. No es casualidad que cada una de estas figuras corresponda a una constelación: El can menor, la hidra, el cuervo, el escorpión, el león y la taza. 

El toro obviamente corresponde a la constelación homónima. Estas siete constelaciones están correlacionadas tanto en el cielo como en la escena de la tauroctonia. Con excepción del león , estas yacen sobre una línea definida de una antigua posición del ecuador celeste. Este último es la proyección del ecuador terrestre sobre la esfera celeste: es un círculo imaginario inclinado en 23 grados respecto al plano de la orbita terrestre. El ecuador celeste corta el plano de la orbita en correspondencia a los puntos de equinoccio donde el Sol, cumpliendo su recorrido anual sobre la eclíptica pasa en los equinoccios de otoño y de primavera. En la antigüedad al ecuador celeste no se le consideraba un círculo imaginario, los astrólogos antiguos creían que la tierra estaba colocada en el centro del universo y que era inmóvil. Las estrellas fijas estaban colocadas sobre una gran esfera y cumplían una rotación completa alrededor de la tierra en un día; el eje de rotación pasaba por los polos de la esfera. Los polos y el ecuador tenían una importancia fundamental en la interpretación de la estructura del cosmos dada por los antiguos. 

En consecuencia, el concepto de ecuador celeste era mucho más común en la antigüedad de lo que lo es hoy en día. En la antiguedad se pensaba que el eje de la esfera celeste era inmóvil, así como la tierra. En realidad el eje de rotación terrestre (el nombre actual del antiguo eje cósmico) no es fijo si no que realiza un movimiento de oscilación y dado que el ecuador celeste se mueve solidamente con el eje las posiciones relativas del ecuador y de la eclíptica cambian. Esto es lo que se llama la presesión de los equinoccios, por la cual la posición del sol en el cielo en el equinoccio de primavera retrocede sobre la eclíptica, por esta razón el equinoccio se anticipa ligeramente de un año a otro. 
El punto equinoccial emplea 25920 años para regresar a punto de inicio en el cielo después de haber cumplido una presesión completa; el Sol necesita en promedio 2160 años para atravesar una constelación. Actualmente el equinoccio de primavera cae en la constelación de Piscis, hacia el 2200 pasará a Acuario. En la época greco-romana el equinoccio de primavera se encontraba en Aries, constelación en la que había entrado alrededor del 2000 a.c, después de haber dejado a Tauro. 

 Con la excepción de Leo, todas las constelaciones que aparecen en las escenas de la Tauroctonia yacen sobre una línea que correspondía al ecuador celeste cuando el equinoccio de primavera se encontraba en Tauro. Por lo tanto, la posición de las constelaciones en la Tauroctonia corresponde a una situación astronómica que existía 2000 años antes del origen del Mitraismo. Digno de mencionar es el hecho que el equinoccio de primavera caía en la constelación de Leo alrededor del 10.000 a.c. numero que en los tiempos antiguos era utilizado para indicar el infinito y esto nos recuerda a Zervan, el León/tiempo infinito. Este es también el período en que fueron construidas las pirámides de Giza. Ahora el significado de la Tauroctonia parece más claro: la muerte del toro probablemente era una manera simbólica para indicar la finalización del reino de Tauro como constelación del equinoccio de primavera y el inicio de una época nueva, la finalización de la edad de Oro y el inicio de la decadencia. Matando al toro –es decir, provocando la presesión de los equinoccios- Mitra movía, de hecho, el universo entero. Una divinidad capaz de cumplir una acción tan extraordinaria era sin duda merecedora de veneración por encima de cualquier otra. 

Se podía considerar además, que Mitra agregaba otros poderes a la capacidad de mover el universo, tales como la posibilidad de sobrepasar las fuerzas del fatum que residía en las estrellas y garantizar al alma después de la muerte un pasaje seguro a través de las esferas de los planetas. Otras imágenes ligadas al culto indican que efectivamente se creía que Mitra disponía de tal poder cósmico, en algunas escenas el dios lleva sobre la espalda la esfera del universo, en otras el joven Mitra tiene la esfera cósmica en una mano mientras con la otra hace girar el Zodiaco. En diversas escenas de tauroctonia el cielo estrellado aparece contenido bajo el manto de Mitra. El hecho que la fuerza responsable de la presesión de los equinoccios estuviera identificada con Mitra pudiera también explicar el secreto que envolvía los misterios mitraicos. Los seguidores podían sin duda estar convencidos que sus conocimientos constituían un potente secreto para reservar a un círculo restringido y seleccionado de iniciados. 

Hay aún un punto por aclarar: si todas las figuras en las escenas de la tauroctonia representan constelaciones, entonces, ¿a cuál constelación pertenece Mitra? En las representaciones el dios está colocado por encima del toro y siempre aparece como un joven que empuña la daga y lleva una tiara, por lo que pareciera estar identificado con el héroe griego Perseo. Además, Perseo era venerado como un dios en Cilicia, la región en que Plutarco plantea los orígenes del mitraismo. Un ultimo particular digno de mención es que en los techos delos mitreos se realizaban unos claros que comunicaban con el exterior. Son aún visibles los del mitreo de San Clemente, en general en numero de cuatro. Alrededor de los cincuenta mitreos que existen en Europa, casi todos están orientados hacia el norte, y los claros hacia el este y oeste. Estos entradas de luz recuerdan los pozos que, en la pirámide de Keops, salen del cuarto del rey y de las reinas y también se encuentran alineados con varias constelaciones de hace miles de años. Todos los datos que hemos considerado nos recuerdan de manera intensa el templo masónico. ¿Podemos suponer que el mitraismo sea uno de los padres de la masonería? La respuesta es seguramente afirmativa. Ya la simple observación de los mitreos nos induce a una sensación de deja-vu. La forma del templo era como el de un paralelepípedo, es decir la de dos cubos pegados. El techo estaba cubierto de estrellas y debía simular la esfera celeste. 

A los lados, dos filas dobles de bancos en disposición variable según el grado de iniciación. 
En el centro dos altares uno de los cuales era para los sacrificios. El dios estaba acompañado por dos “supervisores” como en el triangulo de logia. Los dos tedoforos tienen dos antorchas que están sostenidas una hacia arriba y otra hacia abajo según las fases de la ceremonia y que serán sustituidas por pequeñas columnas. Las manos de los adeptos estaban inmaculadas y por esto se les untaba miel. Hoy en día se llevan guantes. En la antesala del mitreo había un cuarto que corresponde al pequeño cuarto de reflexión donde es dejado el adepto antes de la iniciación. Los candidatos y los hermanos –porque así se llamaban entre ellos- debían ser hombres libres y de buenas costumbres, al punto que los seguidores del culto eran ejemplo de ciudadanos de mérito. Las mujeres no estaban admitidas y el secreto era férreo sobre todo a lo que concernía los rituales. Por todo lo dicho, se puede observar que es notable la semejanza con la institución de la masonería. 

Fuente: Logia Akhenaton
Traducido del italiano por Laura Morandini


Bibliografía

 1. Vermaseren, M,J. “Corpus Inscriptorum et Monumentorum Religionis Mithriacaer”. Den Haag. 1960
2. Vermaseren, M,J “Der Cult Mitras im Romischen Germanien” Den Haag. 1974 3. Schutze, A. “Mitras”. Stuttgart . 1972 4. Von Pronay A. “Mitras und die geheimen kulte der Romer”. Freiburg. 1989

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