miércoles, 9 de septiembre de 2015

Pruebas del Ser Oculto



Por medio de los sueños

 El estado de los sueños es común en todas las personas. Algunas dicen que nunca sueñan; pero al examinar el sentido de su frase, descubrimos que tuvieron uno o dos sueños, por lo tanto querían decir que tuvieron sólo unos pocos sueños. Es dudoso que exista una persona que nunca sueñe. Según lo que se dice, los sueños no tienen importancia, dependen de la presión de la sangre, la indigestión, la enfermedad o diferentes causas. Se supone que no son importantes ya que considerándolos desde el punto de vista utilitario, no sirven de mucho.

Todavía, existen numerosas personas que siempre hacen uso de sus sueños, y aún la historia secular y religiosa tiene pruebas de advertencia e instrucciones provenientes de los sueños. El bien conocido caso del sueño del Faraón: de las vacas flacas y las gordas que permitió al intérprete José prever y prepararse para la carestía, representa una clase de sueño que es común.

Pero el punto de vista utilitario es sólo uno entre muchos. Los sueños muestran claramente que, aún el cuerpo y el cerebro están dormidos, ya que el sueño empieza principalmente en el cerebro y está gobernado por él, existe algo activo que se recuerda y que es el percibidor que observa la experiencia introspectiva de los sueños, durante los cuales sentimos y percibimos el dolor, el gozo, el miedo, la cólera, la ambición, el odio y toda emoción posible. En el plano de vela, la utilidad de este no está directamente atado con el hecho de la percepción.

Durante los sueños el tiempo es medible, mas no en acuerdo con la división solar, sino que es con respecto al efecto producido en el que sueña. Como el transcurso de este tiempo se mide a un grado más rápido de lo que el cerebro puede captar, consecuentemente alguien debe contar. En todos estos sueños, permanece un recuerdo de los acontecimientos percibidos y la memoria de este recuerdo continúa en el estado de vela. Durante los sueños se usan el razonamiento y todos los poderes del ser humano inteligente cuando está despierto y cómo se ha constatado que la emoción, el raciocinio, la percepción y la memoria, son más activos en los sueños que durante el estado de vigilia, por lo tanto es el Ser Oculto el que tiene que hacer todo esto. La parte fantástica de los sueños no invalida tal posición. La fantasía no es algo limitado a los sueños ya que está presente durante la vigilia.

En muchos, la fantasía es tan usual e intensa como en el que sueña. Sabemos que los niños tienen una fantasía muy desarrollada. Su presencia en los sueños quiere meramente decir que el pensador, estando temporalmente liberado del cuerpo y de las tendencias cerebrales establecidas, expande esta facultad común. Pero, además de la fantasía, existe el hecho de que los sueños expresan profecías de acontecimientos que aún no han ocurrido. Esto sería imposible si no existiera el Ser Oculto interno, el cual ve claramente el pasado y el futuro en un eterno presente. En la clarividencia Hoy ya no podemos negar la clarividencia cuando se está despierto.

 Los estudiantes teosóficos saben que es una facultad en el ser humano y como en América está muy prevaleciente, no necesita ninguna prueba. Existe la clarividencia de acontecimientos pasados, presentes y futuros. Para percibir acontecimientos que ocurrieron sin que el clarividente estuviese involucrado o informado, quiere decir que se está usando otro instrumento además del cerebro. Este debe ser el Ser Oculto. Llegamos a la misma conclusión respecto a ver y relatar acontecimientos que en seguida sucederán. Si el cerebro es la mente, debe haber tomado parte en un acontecimiento pasado que ahora reporta, ya sea como actor o como alguien que escuchaba el relato de un testigo.

Pero, en los casos mencionados, no desempeñó el papel de actor, por lo tanto debe haber recibido la información de otro percibidor, el cual es el Ser Oculto, ya que el caso del verdadero clarividente, excluye todo relato comunicado por un testigo. Aún cuando el clarividente ve un acontecimiento que está ocurriendo en un sitio lejano, es necesaria la presencia de un percibidor capaz de recordar para elaborar un relato, ya que su cerebro, sus órganos de la vista y del oído, están demasiado lejos del sitio del acontecimiento. Pero, como el clarividente reporta correctamente lo que está sucediendo, es el Ser Oculto que ve lo que pasa, llenando el abismo entre el acontecimiento y el cerebro e imprimiendo la imagen en los órganos físicos. El sentimiento de identidad Si el recuerdo es la base del continuo sentimiento de identidad durante la vida y si el cerebro es el único instrumento de percepción, debemos explicar y llenar una serie inexplicables de vacíos, mientras que, admitiendo al Ser Oculto, todo abismo desaparece.

 Nacemos con la sensación de ser nosotros mismos, aún sin un nombre, pero en seguida lo usaremos por comodidad. Contestamos al ser cuestionados: “Soy yo,” el nombre sirve sólo para facilitar a los demás. Esta identidad personal permanece aún cuando cada noche dormimos llegando a estar inconscientes. Además, sabemos que aún cuando una caída, un golpe, un daño accidental, borran de la memoria un largo período, el mismo sentimiento de identidad atraviesa ese vacío y el mismo “Yo” continúa hasta donde la memoria actúa nuevamente. Aún cuando haya pasado mucho tiempo, con sus múltiples acontecimientos y experiencias, dejando tan sólo un pequeño recuerdo, aún nos conocemos como esa persona sin nombre que vino a la vida hace muchos años.

No recordamos nuestro nacimiento ni nuestro bautismo y si fuésemos un simple conjunto de experiencia material, un mero producto del cerebro y del recuerdo, no tendríamos ninguna identidad sino tan sólo constante confusión. Como en realidad sucede lo contrario al percibir una identidad personal continua, la conclusión inevitable es que somos el Ser Oculto, el cual está más allá del cuerpo y del cerebro, trascendiendo a ambos.

William Q Judge Path, Agosto 1894

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