El campo de lo psíquico,
de la dinámica y de lo fenoménico es muy extenso.
Tales fenómenos y sus
correspondientes fuerzas son manifestados diariamente en todos los países, pero
hasta hace pocos años muy poca atención les había sido dada por los
científicos, mientras en gran forma se ha ridiculizado a todos los que han
atestiguado sobre acontecimientos psíquicos o han aseverado su creencia en
ellos. Hace unos cuarenta años surgió un culto en los Estados Unidos, que fue
erróneamente denominado como "espiritualismo" o
"espiritismo"; pero aún teniendo una gran oportunidad, no pasó de ser
una mera búsqueda de lo raro y de lo curioso, sin la más leve sombra de
filosofía. Este culto ha logrado poco en cuanto a progreso, exceptuando una
larga crónica de sucesos no dirigidos, que por cuatro décadas fracasaron en
captar seriamente la atención de la masa en general.
Aún cuando tal doctrina ha
sido de cierta utilidad y sus filas incluyen muchas mentes avanzadas, los
grandes peligros y los perjuicios que ha ocasionado a los instrumentos humanos
participantes y a aquéllos que se dedicaron a tales entretenimientos, de sobra
contradicen el bien realizado, en opinión de los discípulos de la Logia , que preferirían ver
al hombre progresar uniformemente y sin riesgos a lo largo del sendero de la
evolución. No obstante, otros investigadores Occidentales, dentro de escuelas
reconocidas, no han logrado mejores resultados y ésto trae por consecuencia que
no exista una Psicología Occidental digna de ese nombre.
Esta carencia de un
sistema adecuado de Psicología es el resultado natural de la parcialidad
materialista de la Ciencia ,
y de la influencia paralizante de la religión dogmática; la primera,
ridiculizando todos los esfuerzos y obstruyendo el camino; la otra, prohibiendo
la investigación. La rama Católica de la Iglesia Cristiana
es una excepción hasta cierto punto. Esta siempre ha admitido la existencia del
mundo psíquico, porque ése es el mundo de los ángeles y los demonios. En cuanto
a que la Iglesia
prohibiese la práctica perniciosa de la necromancia a que se dedicaban los
espiritistas, éso fue válido; sin embargo, las otras prohibiciones y
restricciones no lo fueron. La psicología verdadera de hoy es un producto
oriental. También es muy cierto que el verdadero sitema psicológico fue
conocido en Occidente, en la época en que una antigua civilización florecía en
América y en ciertas partes de la
Europa pre-Cristiana; pero en la época actual, la psicología
en su aspecto verdadero reside en Oriente.
¿Existen en realidad las
facultades, las leyes y los poderes psíquicos? Si ellos existen, entonces sus
aspectos fenoménicos deben igualmente existir. Si todo lo que ya ha sido
delineado en los capítulos anteriores es verídico, entonces también existen en
el hombre los mismos poderes y las mismas facultades que se encuentran en todo
el campo de la
Naturaleza. El ser humano está considerado por los Maestros
de Sabiduría como el producto más elevado de todo el sistema evolucionario, y
que refleja en sí mismo todo el poder que yace en la Naturaleza , no importa
cuán maravilloso o terrible sea; y por el hecho mismo de ser tal espejo o
reflejo, él es Hombre.
Este hecho se ha
reconocido por largo tiempo en el Oriente, en donde el autor ha presenciado
exhibiciones tales de poderes que trastornarían las teorías de muchos
científicos de Occidente. Los mismos fenómenos han sido repetidos en Occidente
en presencia del autor, y por consiguiente él sabe por propio conocimento que
todos los hombres de todas las razas poseen potencialmente los mismos poderes.
Los genuinos fenómenos psíquicos - también denominados mágicos - que producen
los faquires o los yoguis orientales, son todos realizados por mediación de
fuerzas y procesos naturales que hasta ahora no han sido siquiera soñados en
Occidente.
La levitación o suspensión del cuerpo humano, en aparente desafío a
la gravedad, es algo que puede ser llevado a cabo con facilidad tan pronto como
el procedimiento ha sido dominado. La levitación no contraviene ley alguna. La
gravitación no es sino la mitad de una ley. El filósofo de Oriente admite la
gravitación, si es que se desea adoptar ese término, pero la voz técnica
verdadera es atracción; a la otra mitad de la ley se le da el nombre de repulsión,
ambas gobernadas por las grandes leyes de la fuerza eléctrica universal. El
peso y la estabilidad dependen de la polaridad, y cuando la polaridad de un
objeto es modificada con respecto a la tierra directamente debajo de él, ese
objeto puede levantarse. Pero como los objetos están desprovistos de la
conciencia que caracteriza al hombre, los mismos no pueden elevarse sin el
concurso de otras fuerzas. Sin embargo, el cuerpo humano se elevará en el aire,
sin apoyo, como un pájaro, cada vez que su polaridad sea apropiadamente
modificada.
Esta modificación puede ser producida conscientemente por medio de
un sistema de respiración conocido por los Orientales; el proceso puede ser
también inducido con la ayuda de ciertas facultades naturales que se mencionarán
más adelante, en los casos singulares de personas que sin tener conocimiento de
la ley ejecutan esos fenómenos, tales como ciertos casos de santos de la Iglesia.
Una tercera gran ley que
toma parte en muchos de los fenómenos de Oriente y Occidente, es la ley de
Cohesión. El poder de la
Cohesión es un poder en sí mismo y no un resultado como se
supone. Esta ley y su funcionamiento deben ser conocidos, si han de producirse
ciertos fenómenos como, por ejemplo, los que el autor ha presenciado: el paso
de un anillo de hierro maciso a través de otro, o el de una piedra a través de
una pared macisa. Aquí se emplea otra fuerza, la cual puede únicamente ser
denominada fuerza de dispersión. La
Cohesión es la fuerza dominante, pues, en el momento en que
la fuerza dispersante se retira, la fuerza cohesiva restablece las partículas a
su posición original.
Como resultado de estos
poderes, el Adepto versado en esa gran dinámica es capaz de dispersar los
átomos de un objeto - exceptuando siempre el cuerpo humano - a tal distancia
los unos de los otros, que el objeto se hace invisible, y entonces el Adepto
puede proyectar esos átomos a lo largo de una corriente formada en el éter y a
cualquier distancia sobre la tierra. En el momento deseado la fuerza
dispersante se retira, e inmediatamente la fuerza cohesiva se restablece por sí
misma y el objeto reaparece intacto. Esto puede tomarse como ficción, pero
siendo conocido por la Logia
y sus discípulos como un hecho verídico, es igualmente cierto que la Ciencia admitirá esta
proposición tarde o temprano.
La mentalidad laica, sin
embargo, contagiada con el materialismo actual, se maravilla de cómo todas
estas manipulaciones son posibles, observando desde luego que no son necesarios
instrumentos materiales algunos. Los instrumentos yacen en el cuerpo y el
cerebro del hombre. La Logia
opina que "el cerebro humano es un generador con potencia
inagotable", y un conocimiento completo de las internas leyes químicas y
dinámicas de la Naturaleza ,
juntamente con una mente disciplinada, conceden a su poseedor el poder de
operar las leyes a que se ha hecho referencia. Este poder será la posesión del
hombre del futuro, y lo sería aún hoy, a no ser por el dogmatismo ciego, el
egoísmo y la incredulidad materialista. Ni aún el mismo Cristiano vive a la
altura de la verídica declaración de su Maestro, de que con fe podría uno mover
montañas.
El conocimiento de la ley, cuando se le añade la fe, confiere poder
sobre la materia, la mente, el espacio y el tiempo.
Sirviéndose de los mismos
poderes, el Adepto entrenado puede hacer aparecer ante los ojos físicos,
palpables al tacto, objetos materiales que no estaban anteriormente visibles, y
en cualquier forma deseada. Este fenómeno sería llamado por el vulgo creación,
pero es simplemente evolución realizada en nuestra propia presencia. La materia
se encuentra suspendida en el aire a nuestro alrededor. Toda partícula de
materia visible o aún por precipitar, ha conocido todas las formas posibles, y
lo que el Adepto hace es seleccionar alguna forma deseada, que existe, como
todas, en la Luz Astral ,
y entonces por esfuerzo de la
Voluntad y de la Imaginación , vestir de materia la forma deseada,
por precipitación. El objeto así producido, se desvanecería a menos que se
hiciera uso de otros procesos determinados, que no necesitan explicarse aquí,
pero si tales procesos se usaran, el objeto quedaría en forma permanente; y sí
se deseara hacer visible un mensaje sobre un papel o cualquier otra superficie,
las mismas leyes y los mismos poderes son aplicados a ese fin. La imagen
distintiva - fotográfica y exactamente definida - de cada línea, de cada letra
o figura se formula en la mente, y entonces, del aire se extrae el pigmento
para que se precipite dentro de los límites ya establecidos por el cerebro,
"generador inagotable de fuerza y forma". El autor ha presenciado la
ejecución de todos estos fenómenos en la forma descrita, y jamás ha aceptado la
intercesión de ningún médium pasivo e irresponsable, conociendo él, pues, en
forma directa el funcionamiento de los fenómenos de que se habla.
Esto, pues, nos conduce
hacia la proposición de que la
Voluntad humana es todopoderosa y que la Imaginación es una muy
útil facultad dotada de fuerza dinámica. La Imaginación es el
poder de creación de imágenes de la mente humana. En el promedio normal, la
imaginación del ser humano carece de entrenamiento o poder adecuado para ser
algo más que una especie de ensueño, pero puede educarse. Una vez educada, la Imaginación se
convierte en el Constructor dentro del Taller. Cuando alcanza tal nivel, traza
un molde en la substancia Astral, a través del cual emanarán los efectos
objetivizados. Después de la
Voluntad , la
Imaginación es el poder supremo dentro del agregado humano de
complicados instrumentos. La definición occidental moderna de la Imaginación está
incompleta y fuera de perspectiva; se le usa mayormente para designar las
fantasías o los conceptos falsos, pero en toda ocasión como una definición de
lo irreal. Sin embargo, es imposible considerar otro término más apropiado,
porque uno de los poderes de la
Imaginación educada es precisamente el de producir una
imagen. La palabra se deriva de esos vocablos que significan la formación o
reflexión de una imagen. Esta facultad usada, o más bien dejándola actuar
irregularmente, no ha proporcionado al Occidente más que lo expresado por la
palabra "fantasía". Hasta cierto punto la sugerencia es aceptable,
pero esa facultad puede ser extendida hacia mayores límites, que, al ser
alcanzados, inducen a la
Imaginación a desarrollar en la substancia Astral una imagen
o modelo que puede usarse, de la misma manera que se usa un molde de arena para
verter o colar el hierro derretido. La Imaginación , por lo tanto, es la Facultad Regia ya
que la Voluntad
no puede efectuar su tarea si la
Imaginación es débil o indisciplinada. Por ejemplo, si la
persona que desea precipitar del aire vacila en lo más mínimo con respecto a la
imagen formulada en la materia Astral, el pigmento se precipitará sobre el
papel de una manera igualmente borrosa e incierta.
Para comunicarse con otra
mente a cualquier distancia, el Adepto armoniza todas las moléculas de su
cerebro y todos los pensamientos de su mente, con el fin de vibrar al unísono
con la mente que va a ser impresionada; y de la misma manera, esa otra mente y
cerebro tienen que estar al unísono voluntariamente, o sintonizarse con ello
voluntariamente. Por lo tanto, así el Adepto se encuentre en Bombay y su amigo
en Nueva York, la distancia no ofrece obstáculo alguno, porque los sentidos
internos no dependen del oído, y esos sentidos pueden percibir los pensamientos
e imágenes que se desarrollan en la mente de la otra persona.
Cuando se desea examinar
la mente y captar los pensamientos de otra persona, y las imágenes que la
rodean de todo lo que ha estado pensando y contemplando, la vista y el oído
internos del Adepto se enfocan hacia la mente que va a ser examinada, cuyo
contenido se hace perceptible al punto. Pero, según se dijo anteriormente, sólo
un farsante haría ésto y los Adeptos no llevan a cabo acciones de esta índole,
excepto en casos estrictamente autorizados. El hombre moderno no ve delito
alguno en inmiscuirse en los secretos ajenos por medio de este poder, pero los
Adeptos dicen que ello es una violación de los derechos de la otra persona.
Ningún hombre tiene el derecho, así tenga tal poder, a penetrar en la mente de
otro ser y captar sus secretos. Esta es la Ley de la Logia para todos los que buscan, y si uno
reconoce que está a punto de descubrir los secretos de su semejante, debe
instantáneamente retirarse y jamás proseguir adelante. Si prosiguiese, ese
poder le sería retirado en el caso de que fuese un discípulo; en el caso de
cualquier otra persona, ella debe aceptar las consecuencias de esta especie de
pillaje. La Naturaleza
tiene sus leyes y sus guardianes, y si cometemos felonías en el mundo Astral,
la gran Ley y sus guardianes, la que nadie puede sobornar, llevarán a cabo el
castigo, no importa por cuánto tiempo tengamos que esperar, así fuera por diez
mil años. He aquí otra salvaguardia de la ética y la moral ocultas. Pero
mientras los hombres no lleguen a admitir el sistema filosófico expuesto en
este libro, no juzgarán erróneo el cometer felonías en esferas de acción en
donde sus minúnsculas leyes humanas no tienen alcance y efecto alguno; pero al
mismo tiempo, al así rehusar esta filosofía ellos siguen postergando el día en
que todos puedan llegar a poseer estos grandes poderes para el bien de todos.
Entre los fenómenos que
merecen mención, se encuentran los que consisten en el movimiento de objetos
sin ningún contacto físico. Esto es posible de distintas maneras. La primera es
proyectar fuera del cuerpo la mano y el brazo astrales, y con dichos
instrumentos asir el objeto que se desee transportar. Este fenómeno puede
llevarse a cabo a una distancia aproximada de hasta diez pies del cuerpo de la
persona. El propósito aquí no es iniciar una discusión sobre el tema, sino
simplemente hacer alusión a las peculiaridades de la materia y miembros
astrales. Esto podrá servir para explicar algunos de los fenómenos producidos
por médiums. En casi todos los casos de tales aportes, la hazaña se realiza con
la ayuda de la mano Astral, invisible pero material. El segundo método consiste
en hacer uso de los elementales, o espíritus de los elementos, acerca de los
cuales ya se ha hecho referencia con anterioridad. Estos elementales, mientras
los guía el hombre interno o astral, tienen la facultad de transportar los
objetos cambiándoles la polaridad, y entonces vemos, como en el caso de los
fenómenos practicados por los faquires de la India y algunos médiums en América, objetos
pequeños moviéndose sin aparente sostén alguno. Estas entidades elementales se
emplean cuando los objetos se transportan a distancias mayores que la que los
miembros Astrales pueden alcanzar. El hecho de que los médiums desconocen el
procedimiento de este fenómeno, no es argumento en contra de esta tesis. Los
médiums raramente, o jamás, conocen la forma en que ellos mismos efectúan
cualquier proeza de mediumnidad, y su ignorancia de la ley no es prueba alguna
contra la existencia de ésta. Aquellos estudiantes que internamente han
observado el funcionamiento de estas facultades, no necesitarán mayor argumento
sobre este particular.
La clarividencia, la
clariaudiencia y la doble visión, están muy estrechamente vinculadas. El
ejercicio de cualquiera de estas facultades atrae simultáneamente las otras
dos. Tales facultades no son sino variaciones de un solo poder. El sonido es
una de las características distintivas de la esfera Astral, y como la luz
acompaña al sonido, la vista se adquiere simultáneamente con lo que se oye. Ver
una imagen con los sentidos Astrales significa que al mismo tiempo se produce
un sonido, y de la percepción de tal sonido se infiere la presencia de una
imagen relacionada con la substancia Astral. El verdadero estudiante de
ocultismo conoce perfectamente bien que cada sonido produce instantáneamente
una imagen, y este fenómeno, por tan largo tiempo conocido en Oriente, ha sido
recientemente demostrado en Occidente ante testigos oculares, en forma de
imágenes producidas por sonido sobre un tímpano o tambor. Este aspecto de la
materia puede ser tratado con mucho más amplitud con la ayuda del ocultismo,
pero, como este asunto resulta peligroso dentro del estado actual de la
sociedad, me abstengo aquí de ello.
En la Luz Astral se
encuentran, sin excepción alguna, las imágenes de todos los acontecimientos que
han tenido lugar durante la vida de cada ser humano, así como también las
imágenes de todos aquellos sucesos del porvenir, con sus correspondientes
causas bien señaladas y establecidas. Si las causas están aún indefinidas, lo
mismo estarán las imágenes del futuro. Pero, en cuanto al conjunto de eventos
relativos a los años venideros, todas las causas productoras están siempre
trazadas con suficiente precisión como para permitir que el vidente las vea con
anticipación como si estuvieran en el presente. Por mediación de estas imágenes
percibidas con los sentidos internos, todos los videntes ejercitan su extraña
facultad, y, sin embargo, esta facultad es común a todos los hombres, aunque en
la mayoría apenas ligeramente desarrollada; pero el ocultismo afirma que si no
fuera por el gérmen de este poder ligeramente activo en cada uno de nosotros,
ninguna persona podría transmitir a otra idea alguna.
En cuanto a la
clarividencia, las imágenes en la
Luz Astral pasan ante la visión interna y se reflejan desde
el interior hacia el ojo físico. Entonces esas imágenes aparecen al vidente en
forma aparentemente objetiva. Si tales imágenes son de los acontecimientos
pasados, o de los eventos venideros, sólo la imagen es percibida; si los
eventos están actualmente acaeciendo, los sentidos internos vivamente perciben
la escena a través de la
Luz Astral. La diferencia característica entre la visión
ordinaria y la clarividencia, consiste, pues, en que durante la clarividencia,
estando la vista ordinaria en vigilia, la vibración es comunicada primero al
cerebro, del cual se transmite al ojo físico, donde produce una imagen sobre la
retina, de la misma manera que el disco giratorio del fonógrafo hace vibrar la
bocina, exactamente como la voz había vibrado en el momento de ser impulsada
hacia el interior del micrófono receptor. En la vista natural del ojo físico,
las vibraciones son primero transmitidas al ojo y de este órgano hacia el
cerebro. Las imágenes y los sonidos son ambos producidos por vibraciones y, por
lo tanto, cualquier sonido, una vez producido, se conserva en la Luz Astral ; desde allí
el sentido interno puede asirlo y del interior transmitirlo al cerebro, de
donde el sonido alcanza al oído físico. De igual modo en la clariaudiencia, a
una distancia retirada el oyente no oye a través del oído, sino por mediación
del centro auditivo en el cuerpo Astral. La doble vista es o no la combinación
de la clariaudiencia y de la clarividencia, según sea la índole del caso; y la
frecuencia con que los eventos futuros son percibidos por el vidente que posee
la doble vista, añade un elemento de profecía.
El orden más elevado de
clarividencia, o sea, el de la visión espiritual, es muy raro. El vidente
ordinario interviene solamente con los aspectos y los estratos comunes de la
materia Astral. La visión espiritual viene a los seres que son puros, devotos y
constantes. Esa facultad puede lograrse por medio del desarrollo especial del
peculiar órgano del cuerpo a través del cual tal visión es posible, y sólo
después de una disciplina adecuada, un largo entrenamiento y supremo altruísmo.
Cualquier otro sistema de clarividencia es transitorio, inadecuado y
fragmentario, y únicamente trata, como lo hace, con asuntos materiales e
ilusorios. Su carácter fragmentario e inadecuado, resulta del hecho de que
pocos videntes poseen la facultad de ver a un mismo tiempo en más de uno de los
grados o estratos inferiores de la substancia Astral. Los seres de pensamiento
puro y los valientes, pueden siempre confrontar el futuro y el presente mejor
que cualquier vidente. Pero como la existencia de estas dos facultades afirma
la presencia en nosotros de los sentidos interiores y del medio indispensable,
o sea la Luz Astral ,
tienen entonces como facultades humanas un significado importante con relación
a las pretensiones de los llamados "espíritus" de las Séances o reuniones espiritistas.
Los sueños son a menudo
el resultado de la acción automática cerebral, y son también producidos por
transmisiones efectuadas por la verdadera entidad interna al cerebro físico, de
esos panoramas o ideas, elevados o no, que el verdadero ser ha percibido
mientras el cuerpo físico dormía. Esas imágenes mentales penetran entonces al
cerebro como si flotaran en el alma, a medida que ésta se hunde de regreso en
el cuerpo físico. Estos sueños nos pueden ser muy útiles, pero en general el
retorno a la actividad corporal destruye su significado, desnaturalizando la
imagen y reduciéndolo todo a confusión. Aún así, el hecho principal del sueño
es que sí hay una entidad que percibe y siente allí dentro, y éste es uno de
los argumentos que comprueban la existencia de una entidad interna. Durante el
sueño, el hombre interno se comunica con inteligencias superiores y algunas
veces logra registrar en su cerebro los conocimientos adquiridos, bien sea una
idea elevada o una visión profética, a no ser que falle a consecuencia de la
resistencia que ofrece la substancia cerebral. El Karma de la persona también
determina el significado de un sueño, porque un gobernante puede soñar algo que
atañe a su gobierno, mientras que el mismo sueño experimentado por uno de sus
súbditos no tiene necesariamente que traducirse en hechos de trascendencia secular.
Pero en todo caso, como dijo Job: "En ensueños y visiones nocturnas el
hombre es instruído".
Las apariciones y los
desdoblamientos son de dos tipos generales. Uno, compuesto de cascarones
astrales o imágenes del plano Astral, ya sean actualmente visibles al ojo, o el
resultado de vibraciones internas proyectadas hacia la vista, e induciendo así
a la persona a creer que percibe una forma material exterior. La otra categoría
se compone de cuerpos astrales de personas vivientes, con plena conciencia o
por lo menos parcialmente conscientes. Laboriosos experimentos llevados a cabo
por Sociedades de Investigación Psíquica, con el fin de probar la realidad de
esas apariciones, pero sin conocer estas leyes, realmente no prueban nada,
porque de veinte casos que se admitan, diecinueve pueden ser la mera
objetivización de imágenes proyectadas al cerebro. Pero de lo que sí no cabe
duda alguna, es que numerosas apariciones han sido presenciadas y testificadas.
Las apariciones de recién fallecidos pueden ya bien ser imágenes objetivizadas,
tal como se explicó anteriormente, o el mismo Cuerpo Astral de los fallecidos,
al que en esta esfera se le da el nombre deKama Rupa. Y como las
energías vitales y los pensamientos que se liberan del cuerpo agonizante son
muy poderosos, nos encontramos con un mayor número de reportajes de este tipo
que de cualquier otra clase.
El Adepto puede proyectar
su propia aparición, la cual es, sin embargo, conocida bajo otro nombre, ya que
consiste en su cuerpo astral consciente y disciplinado, con el pleno goce de
toda su inteligencia y no del todo desconectado de su cuerpo físico.
Como la substancia Astral
constituye el registro de todos los pensamientos, sonidos, imágenes y otras
vibraciones, y como el hombre interno es un ser capaz de actuar con o sin la
participación del cuerpo físico, todos los fenómenos de hipnotismo,
clarividencia, clariaudiencia, mediumnidad y todos los demás que no se
experimentan en forma consciente, pueden, pues, ser explicados. En la
substancia astral se encuentran registrados todo sonido y toda imagen, y en el
hombre astral permanecen las impresiones de todos sus eventos, no obstante lo
remotos o insignificantes que sean. Estas impresiones y cuerpo astral, cuando
actúan simultáneamente producen los fenómenos que parecen tan extraños a esos
seres que niegan o que desconocen los postulados del ocultismo.
Pero para llegar a
explicar los fenómenos ejecutados por los Adeptos, los Faquires, los Yoguis y
todos los ocultistas disciplinados, es necesario comprender las leyes ocultas
de la química, de la mente, de la energía y de la materia. Estos temas
eidentemente no pueden tratarse aquí en detalle, por encontrarse fuera del
alcance de esta obra.
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