domingo, 20 de enero de 2019

EL MACROCOSMOS



Hermosas son las flores que vemos en nuestro derredor. Hermoso es el nacimiento del sol y hermosas las variadas tintas del ocaso. Hermoso es el universo y el hombre ha gozado de tan admirable espectáculo desde que apareció en la tierra. Sublimes son las montañas que infunden un sentimiento de pavor, los caudalosos ríos que fluyen hacia el mar, los desiertos sin senda, el vasto océano, los estrellados cielos. La suma de existencias a que llamamos Naturaleza ha influido en la mente humana desde tiempo inmemorial y la reacción se ha manifestado en la pregunta: "¿Qué es todo esto y de dónde provino?"

En los Vedas, la más antigua Escritura del mundo, encontramos la misma pregunta. "¿De dónde ha surgido todo cuanto vemos? Cuando nada existía, y las tinieblas cubrían las tinieblas, ¿quién proyectó el universo? ¿Cómo? ¿Quién conoce el secreto?". La pregunta ha llegado intacta a nuestros días. Millones de veces se ha intentado responderla y otras tantas se ha quedado sin respuesta definitiva. Pero no han fracasado totalmente las aventuradas respuestas. Cada respuesta contenía una parte de la verdad, y esta verdad se va robusteciendo a medida que transcurre el tiempo. Trataré de bosquejar la respuesta que inferí de los antiguos filósofos de India en armonía con el moderno conocimiento. Vemos que ya se han resuelto, algunos puntos de esta antiquísima pregunta.

El primer punto es que hubo tiempo en que nada existía. ¿Estamos seguros de ello? Trataremos de ver cómo llegaron los filósofos de la antigua India a esta conclusión que no parece definitiva. De la semilla brota la planta que entallece, ahija y medra hasta convertirse en frondoso árbol que al morir deja la semilla de que brota un nuevo árbol. El ave sale del huevo, crece, vive, muere y deja otros huevos, semilla de nuevas aves. Lo mismo sucede con los mamíferos y con el hombre. Todo ser viviente nace de una semilla, de una célula, de una vida rudimentaria, y crece, se desenvuelve, decae y muere dejando de sí la semilla de nuevos seres de su especie.

La gota de lluvia en que juguetea el rayo de sol se levantó del océano en forma de vapor para con otras agruparse en nube y condensarse en lluvia que después volverá a evaporarse. Las ingentes montañas se van desgastando por la acción de las nieves y las aguas que lentamente las pulverizan en arena arrastrada al océano en cuyo fondo levantan nuevas montañas de futuros continentes para morada de las venideras generaciones. De la arena surgen las montañas que a ser arena vuelven en el transcurso de los milenios. Si la Naturaleza obedece en todo a la misma ley, y por el método en que forma el grano de arena, forma también los gigantescos soles; si la formación de un átomo está sujeta a la misma ley que la construcción del universo, tendremos que como dicen los Vedas, "al conocer un pedazo de arcilla, conoceremos toda la arcilla existente en el universo". Si conociéramos la constitución íntima y esencial de un grano de arena o la vida interna de una planta conoceríamos todo el universo. Aplicando este razonamiento a los fenómenos, vemos que todas las cosas son similares La montaña es una aglomeración de granos de arena y en arena se resuelve.

El río es vapor de agua condensado y tornará a ser vapor. La planta brota de la semilla y produce en el fruto nueva semilla. La vida humana surge de un germen y retorna al germen. El universo tuvo por embrión la nebulosa y a la nebulosa ha de volver. ¿Qué nos enseña todo esto? Que las manifestaciones densas son el efecto, y las sutiles la causa. Hace millares de años, Kapila, el padre de la filosofía, demostró que toda destrucción significa el retorno a la causa. Si una mesa u otro objeto material se destruye, sus elementos componentes vuelven al repositorio común de donde vinieron a constituirlo. Al morir el cuerpo de un hombre, las diversas substancias o modalidades de la única substancia, que formaron el cuerpo, vuelven a su primitivo estado. Cuando la tierra se desquicie, sus componentes retornarán al estado que tenían antes de formarla.

Por lo tanto, vemos que el efecto es una diferente modalidad de la causa. Todo objeto material es un efecto que tuvo su causa, y esta causa se manifiesta y se halla presente en la forma del objeto. Cuando el objeto se destruye, desaparece la forma, el efecto, pero la causa o materia constituyentes del objeto queda permanente. Por otra parte, vemos que las formas vegetales, animales y humanas nacen, se reproducen y mueren en indefinida repetición. La misma ley cabe aplicar al universo en conjunto, y los soles con sus planetas se resolverán algún día en su materia original, que dará origen a nuevos soles y planetas. La semilla no se convierte súbitamente en árbol. Permanece algún tiempo bajo el suelo en oculta :y sutil actividad hasta que se descompone como tal semilla y arraiga en la tierra y brota del suelo para entallecer, ahijar y medrar al fin en corpulento árbol.

Asimismo el universo tuvo en un principio su período de gestación invisible e inmanifestada, a que se llama estado caótico, hasta surgir a la plena manifestación. Pero en vista de que todo efecto tiene su causa y esta causa es la sutil modalidad del efecto, se infiere que también el universo debió de tener su causa y no pudo surgir de la nada sino que fue consecuencia de un precedente universo, como la planta es consecuencia de una semilla precedente. Tal es la evolución de los universos. Además, toda evolución ha de estar precedida por una involución. La célula de que se origina la forma humana tiene en sí involucionada esta forma, como la semilla tiene en sí involucionado el futuro árbol. Así vemos que no es posible que de la nada salga algo. Todo es desde la eternidad, sin principio ni fin en cuanto a esencia, pero con principio y fin en cuanto a forma y existencia.

En las formas ínfimas de la vida, donde comienza la evolución, está involucionado el espíritu de Dios, que anima a todas las formas y gradualmente se va manifestando a medida que evoluciona la forma hasta manifestarse plenamente en este mundo físico, en la superior forma humana. Según la ley de la conservación y transmutación de la energía, no es posible obtener rendimiento útil de una máquina si previamente no le aplicamos la energía que ha de transmutarse en trabajo mecánico. En el universo no se aniquila ni un átomo de materia ni un ergo de energía. Se transmutan, pero se conservan. Por lo tanto, el hombre perfecto, el hombre divino, el hombre liberado, el hombre celeste estaba involucionado en el protoplasma que inició la evolución..

De esta suerte se explica que de Dios procedan todas las cosas :y todos los seres y a Dios hayan de volver. Varias veces se me ha preguntado por qué llamo Dios a la suprema Inteligencia involucionada en el universo, y respondí que porque no encuentro palabra mejor apropiada, pues con el nombre de Dios en diversos idiomas se ha dirigido al único y supremo Ser la humanidad en sus dichas y esperanzas, angustias y temores, anhelos y aspiraciones, de suerte que la palabra Dios está estereotipada desde tiempo inmemorial por los sabios que comprendieron su genuina significación aunque el vulgo ignorante la haya adulterado con groseras supersticiones.

Si nos fijamos en la ley de asociación, veremos que la palabra Dios está íntimamente relacionada con las ideas de infinidad, omnisciencia, omnipotencia, bondad, verdad y belleza; que con esta palabra han adorado al Ser infinito millones de almas humanas y la han identificado con todo lo noble y óptimo en la humana naturaleza. Vemos que todas las modalidades de la energía cósmica son las diversas manifestaciones del supremo y absoluto Dios. Todo cuanto en el universo existe emanó o mejor diríamos fue proyectado por Dios y es de Su misma esencia.

Refulge en los astros y está presente en tierras y mares, en la lluvia y en el aire, en el cuerpo humano, en las flores y en las aves, en los animales y plantas, en el que habla y en el que escucha. Dios es esencialmente la causa material y eficiente del universo. Está involucionado en la célula y vuelve a manifestarse como Dios en el otro extremo de la evolución. Así dicen los Upanishads: "Tú eres el hombre. Tú eres la mujer. Tú eres el joven. Tú eres el viejo apoyado en el bastón. Tú estás en todas las cosas. Lo eres Todo ¡oh!, Señor." Esta es la única solución del problema del Cosmos que satisface a la inteligencia humana. En una palabra: de Él nacemos, en Él vivimos ya Él hemos de volver. 

Swami Vivekananda

No hay comentarios:

Publicar un comentario