Cuando hablamos de “la vida”, estamos utilizando un concepto
que se refiere a conjuntos.
No existe nada aislado, no existe
nada “por sí mismo”. Igual que en la naturaleza, y nosotros somos
eso, todo es interdependiente. Así, decimos que para que
uno viva, otro tiene que morir o, la muerte de unos simplifica la
vida de otros. Por todas partes es así, miremos donde miremos y
por lo tanto todo lo que nace tiene que morir: si tiene principio,
tiene fin, tanto individual (Ego) como colectivamente. Por tanto,
todo es impermanente. Todo cuanto tiene forma, desaparece y
vuelve a la raíz, al origen.
Para un Ego, esto tiene significado pero para los conjuntos no
significa nada, esta es la Nada del Zen. En el fondo de todos los
conjuntos del Universo, todo es vacío en el sentido de la impermanencia
y de la no significación, es decir, no-Ego personal o
circunstancial.
A estos efectos qué es la especie Humana sino una forma natural
que, como la genética nos enseña hoy, resume los hallazgos
de muchas especies de gusanos, moscas, anfibios, reptiles, aves
y mamíferos? Cada paso en la evolución de estas formas ha
sido hecho en proporciones de adelantos y retrocesos, con ganancias
de ciertas facultades y pérdidas de otras. Solo esta variedad
tan flexible (con millones de años) ha logrado la supervivencia
de unas especies y la desaparición de otras.
Los animales, disponen de una sabiduría instintiva, congénita y
heredada de sus antecesores que se manifiesta desde que nacen. Después, los padres y el grupo les enseñan y entrenan sobre
muchas cosas necesarias. Igualmente, cada uno aprende por experiencia
según el medio en el que se desarrolla, siempre que la
relación con los conjuntos entre los que sobrevive le dé oportunidad.
A los humanos nos ocurre lo mismo. Apenas somos conscientes
del funcionamiento de nuestro cuerpo-mente-cosmos y lo poco
que somos conscientes lo llamamos “yo mismo” gracias a un
desarrollo engañoso de ciertas partes del cerebro que recogen
millones de datos (inconscientes para nosotros) y los utilizan
combinándolos programas según las instrucciones de neurotransmisores
genéticos que aseguran más fiablemente nuestra
supervivencia aunque creamos que dirige nuestra voluntad condicionada
por las percepciones. Nuestro cerebro nos engaña e
incluso se está demostrando que rellena huecos “mintiéndonos”.
Es un robot que nos cuida como sabe pero cuyo resultado
es egocéntrico, egoísta, descentrado y causa de sufrimientos
inútiles o quizás útiles en algunos, pero innecesarios ¡Pero hay
que pasar por ello!
Confusos e ignorantes, enajenados en nuestro Ego, nos preguntamos
cómo salir de esta jaula hacia una vida que sea otra cosa
menos demencial, porque el Mundo ya ha sido descubierto en
su destructividad e ignorancia así como el propio Ego, su constructor
con otros Egos, consumidor y sostenedor con sus ilusiones
y desilusiones, sueños y engaños, creencias y supersticiones,
juicios y valoraciones,... en resumen unas fugaces satisfacciones
y duraderos sufrimientos, fracasos y frustraciones que son la
existencia para la mayoría. La vida es otra cosa que intuimos.
Qué método, qué guía utilizar para liberarse de tantos obstáculos
sin saber cómo hacerlo? Cómo ordenarlo? Por eso aparecen
Buda, sus Enseñanzas y los que las transmiten directamente.
Este es el hombre que aclaró su mente y guiado por la compasión
y la sabiduría de su realizada naturaleza nos da la ayuda
que necesitamos. Todos tenemos su naturaleza (sabiduría) pero
nos falta su lucidez.
El Budismo Zen Soto es un Sistema de Enseñanza y guía que no
es religioso y que consiste en la profundización de la consciencia
más allá del Ego (egoísmo) o consciencia superficial condicionada,
por medio de la experiencia de desapego y la impermanencia
o impersonalidad (no de la despersonaliación). Los
ejercicios son los actos de la vida cotidiana como lavarse, vestirse,
desayunar, conducir, relacionarse, pasear, cocinar, limpiar
la casa... realizadas aprendiendo a concentrar la atención en
cada acción sin objetivo de ganancia o pérdida de forma que
podemos estar Practicando el Zen casi constantemente sin cambiar
nada.
Para ello tenemos una meditación especial llamada
Zazen (ver postura e indicaciones en el Apéndice). Está comprobada
la disminución de los sufrimientos, la ansiedad, depresión,
enfermedades psicosomáticas o del estrés y el aumento de la resistencia,
capacidad de aprendizaje...
Descubierto por el Buda Gautama, ha sido mejorado por los
Maestros de la india, China y Japón y Practicado por millones
de personas, especialmente en Asia, durante dos mil quinientos
años.
Es sencillo porque es esencial, es decir, va directo al asunto sin
interpretaciones intermedias porque es arracional e intuitivo,
no exige pensar aunque enseña a hacerlo.
El egoísmo (Ego), no es pecado para el Zen, sino una falta o
error por ignorancia, una actitud que desconoce los valores
naturales. Resultado de una educación o adiestramiento desequilibrados
deja la totalidad de las cosas (Cosmos) a un lado en
beneficio inmediato, sea de placer, fortuna o prestigio. Estos valores
sociales de la domesticación generalizada expresan un
grado de madurez escaso tanto en los individuos como en las
sociedades y culturas dependientes, que individualmente podemos
evitar madurando.
La experiencia del Zen es una reprogramación del Ego a la
LUZ de la percepción de la Unidad de todas las cosas y seres.
Todo cuanto sentimos, pensamos y hacemos, está sostenido por
nuestra naturaleza pero no hecho por ella, sino en gran parte
por nuestra condición (aprendizaje), que es lo mismo que decir
que por un disco, cinta, película, programa... llamado Ego: es el
robot.
Es tanto como decir que estamos viviendo en la ilusión
de los deseos y las imágenes aprendidas pagando el precio de
unos sufrimientos innecesarios sólo para alimentar sueños.
Resumiendo, sufrimos y ni siquiera sabemos vivir. En qué consistirá
vivir?
Esto es lo que enseña el Budismo Zen como método y no como
religión dogmática, ortodoxa y rígida. Estamos en el siglo veintiuno
ya. Buda era flexible, serio y adaptativo. Adelante lector, explora tu “doble” aspecto y descubre que uno de ellos, no existe.
Una vez más intento compartir contigo las Enseñanzas de Buda
y su Transmisión por sus sucesores hasta hoy mismo, de maestro
a discípulo directamente, según la línea o genealogía que desde
el sabio de la India pasa por China y llega a Japón hasta mi
maestro durante 25 años, Soden Shuyu Narita recientemente fallecido.
En el Soto Zen decimos que “se transmite más allá de palabras
o letras” (ni los Sutras ni el Koan) pero sin embargo es una de
las Disciplinas cuyas sugerencias han provocado abundante
literatura, lo que es una aparente contradicción. Quiere decir
que no es algo que se pueda transmitir sólo hablando o leyendo
sino como ocurre con todo, con las más sencillas actividades y
saberes, es indispensable practicarlo, pero es tan creativo y estimulante
que lo compartimos con nuestros más “hábiles medios”.
Por otro lado, hay gente que quiere saber de qué se trata, qué le
diferencia o qué comparte el Soto Zen con otros muchos Budismos.
Atender esta curiosidad también puede significar una ayuda
que conduzca a practicarlo un día, rompiendo la creencia de
que se logra estudiando o con fuerza de voluntad. Hay Budismos
litúrgicos, folclóricos, mágicos, chamánicos, festivos, dogmáticos,
olímpicos... Es difícil escoger.
Para los que ya han leído alguno de mis libros tengo que
decirles que puede parecer que los temas se repiten. Aclararé
que ciertamente es así pero siempre contienen algo más que hay
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que saber encontrar porque no hay dos momentos iguales en
ningún aspecto de la vida. Por ello recomiendo una lectura concentrada
y lenta que exprima el jugo del sentido más que de la
palabra, al fin y al cabo un vehículo.
Confieso que también pretendo entretener en ambos sentidos si
sólo hay dos, uno divirtiendo al buscador interesado, otro, familiarizando
al principiante con enfoques difíciles de coger a la
primera, dada la gran diferencia que hay entre lo conocido y el
Zen.
Si se tratase de un principiante, además interesado, le entretengo
buscando la liebre, le doy un tiempo que en realidad es
suyo. Sin saberlo, se impregna de la miel.
Entre los razonamientos e informaciones, se cuela un perfume,
un sabor que poco después se llega a reconocer porque la Práctica
es una penetración en la propia consciencia, natural de por
sí, aunque velada por lo superfluo. Esto es, una penetración en
la Realidad.
Esta enumeración polivalente se hace conveniente porque los
occidentales no tenemos tradición Budista, por lo que hemos de
esforzarnos en realizar un trabajo que en Asia se ha hecho durante
siglos y siglos, que también tiende a automatizarse. Nosotros
no tenemos el oído hecho, el sentido práctico, el carácter
de lo misterioso sin interpretar... en fin, los ingredientes orientales
para la acogida del Budismo Zen.
La lectura siembra y renueva
la mente, abriéndola a veces.
La mente se abre porque ya está abierta desde que nacemos,
puesto que nuestra naturaleza es común a todos los seres vivos,
es sabia aunque tiene una capa de barro por encima, pero si
hay auténtica necesidad de encontrar el sentido de la vida, de Despertar a lo real, las semillas de la Budeidad germinarán
con rapidez y alegría.
Los insatisfechos, los inadaptados al mundo, los frustrados,
confusos, desorientados... si son generosos, es decir, si no están
apegados en exceso, adictos a su Ego, “ven las cosas tal como
son”. Para los jóvenes y los que tienen proyectos o sus conocimientos
profesionales son grandes, es más difícil porque tienen
que renunciar a demasiadas cosas. Vivir “encantado de sí”, es
estar todavía en la infancia de la consciencia y no cambiarán de
camino fácilmente.
El miedo a la pérdida, paraliza.
La mayor parte de los que no han cumplido los cuarenta son
buscadores de superficie, consumidores de exotismo, diletantes,
curiosos y turistas perdidos. Algunos vienen al Templo con la
“peregrina” idea de haber percibido la divinidad porque se han
tomado alguna droga. Otros buscan variaciones activas y excitantes,
como técnicas marciales o tiro con arco. Los de más de
cuarenta buscan entretenimientos como la jardinería, el arreglo
floral, la cocina oriental, la huerta, la escultura... los más viejos,
la caligrafía, el tai-chi, la ceremonia del té, la meditación
(que no se practica en todos los Budismos).
Con todas las
actividades se puede practicar, que es la única manera de
realizar la Propia Naturaleza, que no es pensamiento ni ideología,
ni antagonismo o lucha contra algo o a favor de algo que
sea la vida en todas sus formas y manifestaciones, porque se
mantiene independiente de movimientos políticos o religiosos,
porque se trata de un método de profundización y ensanchamiento
de la consciencia no personal, es decir, más allá del
Ego y sus parciales intereses comerciales, al cambio desde el robot egótico o egocéntrico a la consciencia cosmo-céntrica o
Ego Iluminación: del estado neurótico infantil, en madurez y
curación.
Qué es Realizar la Iluminación o la Propia Naturaleza más que
armonizar con el Cosmos en lo que llamamos todos nuestros
sentidos, unificando pensamiento, sensación, emoción, sentimiento
y acción?
Esta es la identidad primordial que nos hermana
con todos los seres, como indica nuestro mapa genético:
ser lo que somos, bacterias, gusanos, insectos, reptiles, aves,
mamíferos.
La energía se transforma, cambia, la muerte de unos seres es la
vida de otros, energía y forma, forma y vacío se interpenetran,
uno depende del otro, todos los seres son interdependientes y sin
embargo tanta variedad es una sola cosa que llamamos la Vida;
Todo y Nada, ilimitados, armónicos, qué papel puede jugar
aquí el artificio, lo superfluo, la apariencia, lo ilusorio, el dogma,
el prejuicio, la superstición, el robot? Complicaciones. “La
hoja vuelve a la raíz, a su origen” es lo sencillo y sabio.
Hay personas mejor dotadas que otras; las cualidades son
variadas, Budas grandes, medianos, pequeños... El propio Shakyamuni
empleaba instrumentos distintos y hábiles (Hoben en
japonés) según con quién trataba: palabras, gestos, encargos,
silencios, instrucciones, trabajos, servicios... para ayudar a su
Despertar.
En occidente hay una resistencia a Practicar las Enseñanzas de
Buda sin comprenderlas racionalmente de antemano pero también
hay gente que las capta instintivamente y confiando en su
Propia Naturaleza, se entregan al Camino para descubrir que “no es fácil ni tampoco difícil” porque no se trata de comprender,
luchar o sacrificarse, sino de realizar. La comprensión es
un regalo, la realización es iluminación o lucidez, como quieras
llamarlo, durante el camino.
Quiero transmitir el aspecto más sencillo, natural y empírico
(comprobable) del Budismo Zen que representa los saberes, a la
vez, de la mezcla y mutuo intercambio revitalizador con el Taoísmo,
tan bien expresado por Lao-Tse en su menos conocida
obra que el Tao-Te-King, llamada HUA-HU-CHING. Esta simplificación
gestada por siglos, desde el sexto en el que llegó
Bodhidharma de la India como Zen, es la que trajo el refundador
japonés Eihei Dogen Zenji en el siglo trece, cuya corriente
se originó por los antecesores de mi maestro el Honorable Narita
durante los últimos trescientos años en su Templo de Todenji
en Akita, costa del mar de China, norte de la gran isla de
Honsu, en el Japón, donde recibí su Ordenación de monje después
de cinco años de contacto, estudio y Práctica que no se
interrumpió durante veinticinco años.
Si rechazamos un mundo basura donde ocurre lo que ocurre
con la gente y entre la gente, los vegetales y los animales, el
mar, los ríos, el aire y las montañas y concluimos imposible de
cambiar. Si rechazo mi propio Ego basura crecido en semejante
ambiente cuyas críticas y acciones son insuficientes aunque
intente sujetarle, debilitarle, desactivarle... habría que cambiarle
por algo esencial. Nadie se va a librar de estas opciones. Por
qué, pues, desarrollar esta espiritualidad y no otra?
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Para el Budismo Zen no tiene interés alguno imponer este método
ni competir con otros como viene sucediendo en los que
hablan de espiritualidad (para nosotros, la experiencia del Camino),
seguramente porque para nosotros tiene otro sentido,
distinto a la mayoría de Enseñanzas, otras propuestas, otros
medios. Para nosotros no hay colisión con el Cosmos sino que
tenemos el propósito de formar parte de él ejercitando los
sentidos y los órganos.
Cada uno de nosotros, somos un microcosmos, un cuerpo con
abundantes receptores que llamamos sentidos como la vista,
oído, tacto, gusto, olfato... y pensamiento. Además el sentido de
la medida, la fuerza, la posición en el espacio, la ocupación del
espacio, la recepción de fenómenos y otros sensores...
Por vivir, desarrollamos, relacionamos y morimos. Las leyes de
la Naturaleza nos afectan: la gravedad, la presión, la temperatura,
la humedad, las necesidades de intercambio de alimentos y
agua, de defensa, de supervivencia, en fin... modificamos el ambiente
y somos modificados por él. Este microcosmos, como el
de todos los seres vivos, está ocupado por parásitos, bacterias,
virus y demás formas de vida. Somos agua en un ochenta por
ciento, minerales, y en la boca solo, tenemos quinientas clases
de bacterias. De la boca al ano, un kilo y medio más de bacterias
a quienes servimos y nos sirven, sintetizando vitaminas que
no podemos producir. Respiramos oxígeno producido en sus dos
tercios por las algas marinas, y exhalamos carbónico que no
puede ser consumido en su totalidad por los vegetales.
Nuestro cerebro está lleno de información
válida y errónea a la vez tomada de otros muchos Egos y circunstancias. Por qué sostenemos ser mejores y superiores?
Quién nos plantó esa idea asesina? Excepto en un uso de utilidad
discutible de las palabras y una gran capacidad de adaptación
(como las moscas, las ratas y ciertas bacterias) o la construcción
de utensilios, la mayoría nos superan.
La vida y la inteligencia comienzan cuando el Ego (el disco de
los deseos, temores, valores, preferencias, costumbres, prejuicios,
supersticiones, etc.) se aprende a dejar de lado, a “dejar
caer”, y se practican las Enseñanzas de Buda. La simple identificación
de la irrealidad que es el Ego, el sufrimiento que causa
y la percepción de la Totalidad, son los acontecimientos más
importantes para la vida en todas sus formas.
Es comprobado y comprobable obviamente que en la medida en
que aprendemos a desapegarnos de todo ello, “cada cosa es
vista tal cual es”.
La Gran Iluminación es el Gran Desapego y
a la inversa, la Gran Ignorancia es la Identificación con el
Ego, creer que soy Yo.
Al emanciparse del Ego y madurar, ganancia y pérdida cotidianas,
amor y odio, vencer o ser vencido... no producen tanta
emoción positiva o negativa (Karma), sufrimiento o satisfacción,
porque el Practicante del Zen no aspira a nada, intuye que
en su Naturaleza, en su Budeidad, está “Todo”. Son las emociones
del momento, las sensaciones de los contactos, el patrimonio
natural y continuo, limpio, ordinario y sencillo que llamamos
Iluminación. Ninguna personalidad llama la atención del
Despierto porque todas están hechas de retales, de parches ajenos,
el Kesa vulgar del Ego. Sólo lo real es elocuente, está al alcance de todos porque son todos los momentos del día, dan la
sabiduría y la ecuanimidad del Cosmos y puede comportarse
como quien lo busca, sin acabarse.
La mente egocéntrica se resiste ignorantemente a los cambios
pretendiendo que los acontecimientos se adapten a sus deseos y
como consecuencia, es causa de sufrimiento (las Cuatro Nobles
Verdades).
Comenzar por el apéndice del libro puede ser útil para algunos,
pues lo primero a tener en cuenta es que todo cambia continuamente,
nada permanece (mujo).
Comprender cómo y por qué ocurre el apego, la adicción a cosas
y personas, cómo se construye el Ego, condicionando tanto
los deseos-ilusiones, como su efecto en el sufrimiento. (Dodécuple
Cadena del Condicionamiento Dependiente).
Y cuál es el Camino de la Práctica para independizarse de la
esclavitud al Ego y volver a la realidad (Óctuple Sendero y Seis
Paramitas).
Para el que no conozca esta colección y sea este libro el primero
que lee sobre el tema del Budismo Zen (hay muchos Budismos)
le recomendaré el resto de los libros que son copiables en
la web. No obstante haré un corto y ambientador resumen en los
primeros comentarios. Estos libros pueden ser útiles para el que
no sabe por dónde empezar.
En el Zen hay dos corrientes, la
religiosa, estricta y dogmática y la flexible, que no es una religión
sino un método. En esta se ha prescindido de diosecillos y
diosecillas, la mayoría resultado de pactos con otras Enseñanzas
convivientes, como el Shinto en el Japón. Esta no religiosa es la nuestra.
La religiosa también tiene representantes en España.
Vengo tratando de la dinámica del Ego más allá de los símbolos
y las técnicas de los variados psicoanálisis dejando sentado
desde el principio que nuestro Ego es un robot, un disco aprendido
que creemos es nuestro Yo o nosotros mismos, cuando es
un, simple o complicado, sistema condicionado de supervivencia
que con frecuencia nos engaña porque ha sido engañado a
su vez con cuentos de hadas, ilusiones, significados, abstracciones...
condicionamientos al fin y al cabo que alejándonos de la
realidad-real, es causa de sufrimientos.
Para el Ego, todo vale.
La Iluminación o la lucidez de “ver las cosas tal y como son”
no consiste en sustituir un Ego por otro, sino en VER por uno
mismo, más allá del Ego y al propio Ego, lo que llamamos los
intereses personales (persona = personalidad = máscara = personaje),
objetivos y valores egoístas o egocéntricos. La vida empieza
donde el Ego se acaba y esto puede aprenderse.
Psicoanálisis y religiones, al aumentar los apegos (información
egocéntrica) refuerzan el Ego en lugar de debilitarle.
Los humanos no hemos prescindido de nuestros instintos, posiblemente
hemos ampliado el aparato que colecciona información
al crecer nuestro cerebro y comprimirse.
El Ego es un proyecto, un esquema, un aparato recolector que
almacena información indiscriminada y desordenadamente, que
puede ser modificado y transformado.
Las palabras y los conceptos condicionan el comportamiento
complicando la Realización de nuestra Naturaleza, en una confusa
mezcolanza desde hace un millón de años, cuando comenzó
nuestra “salida” o apartamiento de la naturaleza hasta el punto
de agredir al medio que nos sostiene.
Ningún ser vivo compromete
de manera suicida su hábitat.
El Budismo Zen es una Disciplina o Enseñanza que posibilita la
vuelta al Camino que conduce a la recuperación de nuestra
Naturaleza, que no es distinta a la de todos los seres vivos, sin
convertirnos en salvajes ni en zombis, sino despertar a la lucidez
que distingue lo real de lo irreal, lo necesario de lo superfluo.
Aunque hay mucha gente que sufre, los hispanos de aquí y de
allá los mares no tenemos las instrucciones adecuadas para
percibir esa Naturaleza nuestra.
Hace algo más de dos mil años
los griegos lo intentaron “objetivando” al Buda, metiendo en
los frascos de la palabra y la imagen su Enseñanza, humanizándole
como si Gautama y Buda fueran lo mismo. Aunque colaboraron
en el Mahayana haciéndolo más comprensible filosóficamente,
no vieron la Luz de Asia, el Buda, la sabiduría que ningún
hombre puede poseer.
Hicieron lo que hoy hace la televisión:
masificar la información, hacerla fácil a base de reducciones
e ideas simples, excepto en una región que trataré más adelante
en este libro y que quizás sea útil.
El Budismo Zen aparece en las culturas occidentales muy oportunamente,
es decir, cuando las ideologías políticas y las religiones
están en decadencia. Es una época de transición técnicocientífica,
humanístico-revolucionaria, en la que los valores tradicionales y los del progreso se contrastan iconoclásticamente
como en otras ocasiones coincidentes con los tiempos de Buda,
de Dogen y otros maestros como Sawaki.
Los indios tiñeron el Budismo, que se despegaba revolucionariamente
del hinduismo, del sobrenaturalismo mágico, los griegos
lo conceptualizan y lo concretizan, los chinos lo simplifican
y con la ayuda de los taoístas lo hacen útil... los japoneses lo
calman y mezclan con geniecillos shintoístas.
El ámbito hispano, tras siglos de oscurantismo, se encuentra
tan hambriento como desconfiado. Digo hambriento al contemplar
cómo se entregan a la irracionalidad de las magias, mancias
(blancas y negras) y sugestiones curativas, a las adivinanzas
zodiacales como papanatas.
Digo desconfiado porque otra parte, debilitada e insegura, rechaza
cuanto huele a organización y sacaperras.
Con la supervivencia facilitada, aumentan las ilusiones y deseos.
Aflojados de carácter y embotada la intuición, se entregan al
consumo.
Los animales domésticos lo son porque han sido enseñados a
obedecer con pan y palo, que son los ingredientes básicos del
condicionamiento y el refuerzo de lo aprendido según las
consecuencias del Hombre, del Amo. El caso extremo son los
animales de circo y los que trabajan en el campo, cuyo aprendizaje
apenas tiene que ver con su naturaleza excepto que necesitan
un líder, un jefe y cogidos desde pequeños, su cerebro inocente
y limpio acepta la implantación de artificialidades. Así es conducido el Hombre, para pensar, sentir, actuar, mezclando en
la confusión condición y naturaleza.
El Zen enseña a des-condicionarse, a librarse del disco-Ego, a
percibir y usar la Propia Naturaleza y su sabiduría de millones
de años de evolución.
Me inclino ante todo con las manos juntas.
Gassho
SOKO DAIDO
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