Etimología y definición. La palabra
Religión, deriva, según Cicerón, de re-legere (considerar, examinar con
cuidado); sentido opuesto a nec-ligere (negligencia, dar de lado o descuidar).
"Relego" quiere decir, volver a considerar o a recorrer; así como
"intelligo" equivale a tomar un objeto entre otros, reunir,
clasificar o arreglar.
Otros autores, como Festus, Lactancia y San Agustín,
opinan que la palabra "religión" proviene de re-ligare (fijar,
retener, amarrar). En realidad la palabra "religio", gramaticalmente
no puede derivar de un verbo de la 1ª conjugación, como "religare".
(Religare daría religatio; como obligare da obligatio). Pero los verbos de la
1ª conjugación son verbos derivados de la misma raíz que otras palabras (por
ejemplo: rebellis y rebellio de la misma raíz que el verbo rebellari)[1].
Religión es un sistema social de creencias y prácticas
basado en el reconocimiento de principios y seres superiores, metafísicos, que
pueden influir en la vida y en el Destino de los seres.
Según Kant, "religión es el reconocimiento de nuestros
deberes como órdenes de Dios". Esta definición limitada al aspecto moral,
contrasta con la de Fichte, para quien la religión es ciencia o conocimiento.
He aquí otras definiciones de autores destacados:
"La Religión consiste en la conciencia de nuestra
absoluta dependencia de alguna cosa que nos determina y que nosotros no podemos
determinar alrededor". (Schleiermacher).
"La Religión es la conciencia que el Espíritu Divino
toma de Sí Mismo por intermedio del espíritu finito del hombre", (Hegel).
Para Max Müller, "la religión es una facultad del espíritu que,
independientemente de los sentidos y de la razón, hace al hombre capaz de
captar lo infinito bajo nombres diferentes y modos cambiantes". (Infinito
en el sentido de algo positivo, incapaz de ser captado por los sentidos, o sea,
"suprasensible, sobrenatural, invisible, absoluto o divino").
El instinto, el sentimiento religioso, el conocimiento y
la fe. Hemos dicho en el capítulo I que el sentimiento religioso tiene su raíz
en el instinto del miedo. No tenemos que insistir sobre ello, pero sí reforzar
nuestra afirmación con varias e importantes opiniones; ajenas.
"Los elementos esenciales del sentimiento religioso
son el temor, el respeto y el reconocimiento. La Religión lo mismo que la
ciencia, tiene su origen en la sorpresa de la inteligencia frente de ciertos
fenómenos, el temor y el deseo sensible que resultan de ello, y por último en
la reacción voluntaria que les sigue". (Guyau). "El sentimiento
religioso deriva del miedo y del amor. Y está formado de un elemento
intelectual o conocimiento (objeto de la creencia) y otro elemento afectivo
expresado por actos. La evolución religiosa va en el sentido del predominio
del elemento intelectual sobre el afectivo. El sentimiento religioso es
independiente del sentimiento moral o ético. Por esos hay religiosos fervientes
capaces de matar al prójimo en nombre de su religión y de "su Dios".
(Ribot).
"Lo primero que hizo a los dioses fue el temor. Ese
miedo irracional fue llamado por los hebreos "el terror de Jehová",
y por los griegos el "terror pánico". (Nin y Silva).
"El sentimiento religioso depende directamente del
instinto fisiológico de conservación: la admiración y el miedo son sus rasgos
dominantes". (Murisier).
"De ese terror que aparece en el principio como
sentimiento de algo siniestro y que surge como extraña novedad en el alma de la
humanidad primitiva, procede todo el desenvolvimiento histórico de la
religión". (Rodolfo Otto).
"Antes de concebir a Indra y a Zeus, el hombre adoró
a los muertos: tuvo miedo de ellos y les dirigió sus preces. Por ahí parece
que ha comenzado el sentimiento religioso". (Fustel de Coulanges).
"Si quieres aprender a orar anda por el mar",
dice un proverbio vasco; muy semejante a este otro proverbio alemán: "El
gran peligro enseña la plegaria".
No todas las opiniones coinciden en apreciar así las
cosas, aunque tampoco las discrepancias son esenciales. Schopenhauer tenía por
cosa cierta "la necesidad metafísica del pensamiento de la muerte".
“La muerte es el musagetes de la filosofía" decía en otra parte. Ernesto
Renan consideraba que "la religión en la humanidad equivale a la virtud
de anidar en el pájaro. Un instinto se eleva misteriosamente y evoluciona
hacia otro que no ha existido jamás, así como el pájaro que no ha puesto sus
huevos, nunca sabe de antemano la función natural a que va a contribuir".
"El rasgo característico de la mentalidad primitiva
es su propensión natural a construir un mundo imaginario e invisible, a semejanza
del mundo real, con los "dobles" o imágenes de las cosas que se hacen
en su conciencia", dice por su parte Loysi. Y afirma Nin que "la
religión tiene, desde su principio una base del toda positiva, del todo
natural".
El conocimiento religioso (ya dijimos en el Capitulo 1)
es una forma de la intuición, que consiste en da inmanencia y vivencia subjetiva
de lo divino, que se completa con la apreciación objetiva del valor". La
forma típica de este conocimiento es la "fe" o intuición
suprarracional del "valor" absoluto. Todos estos conceptos han sido
ya expuestos en el capítulo citado sobre "Teoría del Conocimiento" y
esto nos dispensa de insistir aquí sobre ellos.
La primitiva religión natural. El "Fetichismo"
(de "factitius", hecho a mano) es la primera forma en que se
manifiesta el sentimiento religioso. Es la adoración que los negros africanos
y los primitivos romanos daban a sus dioses "fetiches",
representados por objetos materiales o imágenes simbólicas. La.
“Idolatría" (de "eidos", imagen o figura) es una evolución del
fetichismo, que se llama "Totemismo" cuando el ídolo tiene figura de
animal. El "Mana" de los salvajes de las islas del Pacifico,
aportado por los "espíritus" por intermedio de amuletos (agua,
piedra, hueso...) es también una de las primeras y más rudimentarias
expresiones de "lo suprasensible".
Consecuente con las primeras formas de la religión fue la
aparición de la "Magia", como modo de influir en las leyes de la
Naturaleza y en los poderes metafísicos para obtener efectos interesados. La
Magia ha sido el medio más poderoso de que se han valido las religiones, desde
la más simple y primitiva hasta la más sabia y complicada. El enorme poder de
la magia ceremonial en los cultos
religiosos, es la gran fuerza que aglutina a los fieles cuando decae la fe o el
sentimiento de Dios. La historia de todas las religiones ---decía Max Müller-
no es más que una lenta corrupción de su pureza primitiva. A pesar de esta
fatal decadencia de todas las doctrinas del espíritu, las religiones persisten
y duran siglos gracias a la magia. Esta puede manifestarse en dos formas: como
"Teurgia", magia blanca o sacerdotal, y como "Goecia" o
magia negra: Ambas no se diferencian en los medios, sino en el propósito
altruista o egoísta que las dirige.
La magia y el culto tienen siempre el peligro de
convertirse en finalidades por sí mismos, haciendo olvidar la idea y la
conducta moral. Contra este peligro se prevenía Kant al decir: "Tratar de
halagar a la Divinidad por medio de actos que no encierran en sí un valor
moral, por actos de culto, no es religión sino superstición pura".
La primitiva religión, como nacida del sentimiento
contemplativo de la Naturaleza, tomó bien pronto un carácter naturalista y
cósmico, en el cual el factor astronómico jugó un importante papel simbólico y
mítico. Puede decirse que la historia de la iniciación religiosa es la historia
del "culto solar". Lo hemos visto en la primera parte de esta obra y
lo hemos de ver, aún más claramente, en esta segunda parte. El sol, la luna y
los planetas, están personificados en diferentes divinidades en todas las
mitologías (como puede verse en el esquema mitológico de la pág. 11 del cap
III); el fuego, el agua, la tierra, el árbol, la serpiente, el ave, son
símbolos universales que encontramos por doquier. La propia vaca, ha sido el
símbolo característico de esa primitiva religión luni-solar de la Naturaleza.
La evolución de la religión. Todas las religiones han
nacido de una idea o de un sentimiento puro y fuerte, escasamente revestido de
actos de culto. El culto era la conducta recta y la voluntad dirigida hacia el
bien. El factor primordial era el factor moral.
Para la consecución de los fines morales recurrióse al
miedo en un principio, amenazando a los infieles con las penas de un infierno.
En un grado más avanzado se les ofreció el premio de un cielo como pago de sus
buenas obras. Más adelante se invocó al amor como razón suprema de la conducta
moral. Pero en realidad, ni el miedo a un castigo, ni la esperanza de un
premio, ni el amor por si mismo, pueden llegar en eficacia a la conciencia y
cumplimiento del "deber". No existe verdadera religión hasta el
momento en que el fuerte se siente impulsado a proteger al débil, trascendiendo
la ley animal del progreso en que el débil es abatido por el fuerte. La noción
del deber, haciendo las cosas en conciencia, gusten o no gusten, es el más alto
exponente de toda religiosidad. Nadie ama a sus enemigos; pero el deber nos
dicta ---como enseñó el Cristo— protegerlos y ser justos con ellos, como los
somos con nuestros hermanos. Y esto hay que confiarlo a la fría y serena
determinación de una idea y no al voluble impulso de un sentimiento.
Las religiones han sufrido también profundas
modificaciones a lo largo de su historia, en los mitos, en los cultos y en la
doctrina. En general se aprecia, la sucesiva materialización de la conducta y
la paulatina dogmatización de la idea. Pero seguramente el hecho que más llama
la atención es la tendencia politeísta de las religiones arias, contrastando
con la tendencia monoteísta o sincrética de las religiones semitas. Allí donde
ha predominado lo ario ha habido división de conceptos o personificaciones
divinas (la diosa Isis se dividió en las personas de las diosas Neith y
Hathor); y allí donde predominó la influencia semita se unieron las divinidades
(de Asar (Osiris) y de Apis surgió la divinidad sincrética de Asar-api o
Serapis). Es también curioso el hecho de que en la decadencia de las religiones
existe la tendencia a la adoración de divinidades femeninas (recuérdese la
época isiaca o saítica del final de la historia de Egipto).
Mitos, símbolos,
parábolas, emblemas y metáforas. Son distintas formas
de expresión muy usadas en la literatura y en el culto religioso.
Mito o fábula es una verdad revestida de ficción[2]
Símbolo[3]
es la expresión esencial, por medio sensible, de algo metafísico, moral o
intelectual. (Por ejemplo, la unidad o la circunferencia como representación de
Dios),
Parábola[4]
es la narración de un suceso fingido del que se deduce una enseñanza moral. O
"doctrina del alma que equidista del cuerpo y del espíritu", como la
parábola geométrica es la línea determinada por los distintos puntos
equidistantes entre un punto y una recta. Es decir, que la parábola literaria
encierra una enseñanza de moral práctica que pone de acuerdo la acción con la
inspiración.
Emblema es un objeto que representa simbólicamente otra
cosa. (Por ejemplo, una bandera que representa la idea nacional o de patria).
La alegoría consiste en una ficción por la cual una cosa representa otra (por
ejemplo, la balanza representando la justicia). Metáfora es un tropo que
consiste en trasladar el sentido recto en otro figurado (por ejemplo: las
"perlas" del rocío; el "coral" de los labios; las
"aguas" genesiacas).
La religión se vale constantemente de estas figuras para
concretar ideas abstractas o para hacer asequibles a las mentes sencillas
ciertos conceptos filosóficos que de otros modos se les escaparían. Jesús
hablaba al pueblo por parábolas, para que "viendo no viesen y oyendo no
entendiesen", pero a sus discípulos les daba "directamente las
verdades del Reino de los Cielos". Todas las mitologías encierran un
conjunto de hechos históricos, metafísicos y de verdades filosóficas, bajo el
velo de la fábula. Son verdades "reveladas", "dignas de ser
meditadas" al decir de Platón.
Las iniciaciones. Iniciar es "comenzar". Un
iniciado es una persona que ha entrado en el "sendero" de la vida
espiritual; no un hombre perfecto o "adepto". El que huella el
sendero es por lo menos un "idealista", que marcha a contracorriente
de la vida vulgar y mundana, sacrificándose en cierta medida por su ideal.
Las iniciaciones simbólicas de la antigüedad y del
presente, eran y son instituciones de doctrina y conducta, organizadas según grados
jerárquicos. La iniciación real es el auténtico progreso espiritual del
individuo en sus acciones y reacciones con la vida.
Todas las iniciaciones simbólicas constan en esencia de
tres grados: Uno primero o preparatorio, de purificación física y psíquica que
encierra enseñanzas y prácticas de higiene y de moral.
Un segundo grado de aprendizaje de doctrina metafísica y
filosófica. Y un tercer grado de experiencia mística o de unión con Dios
("unitivo" o de "yugum" o "yoga"), coma vamos a
ver en líneas que siguen.
La iniciación real, que responde a realidades
internas de nuestro espíritu, a su evolución y al despertar de sus virtudes,
se ha concretado en cinco grados evolutivos que corresponden a determinados
estados de conciencia: Los misterios cristianos del Cristo interior, los
denominan Nacimiento, Bautismo, Transfiguración, Crucifixión y Resurrección (o Ascensión). Los misterios brahmánicos los conocen con el
nombre de "Sotapana" (maestro, separado del mundo),
"Sakadagami" (o con "un solo retorno o encarnación"),
"Anagami" ("sin retorno" o necesidad de encarnar),
"Arhat" (ó "perfecto", con estado de conciencia espiritual
aún en cuerpo físico) y "Asekka" ("adepto" o el que no
tiene nada que aprender y ha trascendido el mal y el dolor). En cada uno de
estos grados se presentan determinados obstáculos, pruebas o tentaciones que
hay que vencer sucesivamente; tales son la ilusión del yo personal, la duda de
las leyes naturales, la magia ceremonial, los impulsos de la sensualidad y la
gratificación de los sentidos, las pasiones (ira, orgullo, vanidad, gula,
etc.), la afección al goce emocional del amor humano, la auto-justicia, los
prejuicios, la ignorancia y los deseos de vida en mundos de manifestación.
El único sendero seguro de la gran iniciación, es la
VIRTUD, o sea el poder de vencer la naturaleza inferior por medio de la naturaleza
superior o espiritual.
Los vericuetos o caminos indirectos, que extravían
frecuentemente al iniciado, son: el ascetismo, el misticismo, el devocionalismo
y el espiritismo.
El ascetismo (de "askeos", meditar), como su
etimología indica, no debe consistir en mortificarse, sino en perfeccionarse
por medio del pensamiento; y en este sentido es equiparable al "ocultismo"
o reforma de uno mismo por la meditación; que no hay que confundir, por
supuesto, con las ciencias ocultas (magia, astrología, quirología, etc.) que
frecuentemente extravían también del verdadero camino. El Buddha dio elocuente
lección a los ascetas o "yoguis" cuando se negó a imitarles, entregándose,
en cambio, a la meditación bajo el árbol sagrado.
El misticismo (de "mioo", guiñar; o del
sánscrito "nimichis") estriba en velar o enturbiar la verdad, por
nuestra incapacidad para percibirla en todo su esplendor ideológico.
El devocionalismo (de "dev", brillante)
consiste en "dorar” o dar brillo, revistiéndolas de forma y fanfarria, a
las verdades filosóficas y metafísicas de la religión. En otro aspecto es un
modo sentimental de manifestarse la fe y la buena voluntad del creyente; pero
que, falto de base gnóstica, puede trocarse fácilmente en fanatismo.
El espiritismo, basado en la fenomenología
"metapsiquista", y convertido frecuentemente en una religión familiar
e intima, ha olvidado la suprema virtud religiosa de la caridad, perjudicando
a la persona que sirve de "medium" y dificultándola su evolución
espiritual, por cuanto queda entregada a influencias y voluntades que no son
la suya, muchas veces procedentes de los bajos planos del más allá. Por otra
parte, conviene pensar en el perjuicio que pudiéramos ocasionar a los
verdaderos espíritus de nuestros muertos queridos, en nuestra pretensión de
acercarles a gusto y capricho, hacia este mundo físico en el que moramos y del
cual ellos, para su suerte, pudieron ya escapar. Conviene también insistir en
la tesis de Richet, que ha tratado de demostrar que, la mayor parte de los
"mensajes" de los mundos hiperfísicos, son expresiones del
subconsciente del medium, de las personas reunidas o de alguna otra persona
viva, sintonizada con aquellas que operan en el círculo espiritista.
Dr Eduardo Alfonso
[1] Ebel piensa que "lex ", " legis ", proviene
igualmente de "ligare ", porque "jus" viene del sánscrito
"yu", juntar, unir (de aquí yoga, yugum). (Max Müller).
[2] Proviene de "mithos", representación; de "myoo" cerrar los ojos.
[3] De "symbolón", señal, figura.
[4] De "paraballoo", comparación.
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