jueves, 13 de agosto de 2015

Leer en voz alta para entender



Este texto que están leyendo no es continuo: tiene espacios y signos de puntuación.

Los textos griegos, al contrario, eran un mazacote de letras juntas, una “scripto continua”, cuyo sentido sólo se obtenía al leer en voz alta. Por eso una de las palabras griegas para la lectura era “epilégeszai”, que significa distribuir, es decir, distribuir oralmente las palabras a los demás y a uno mismo.

Y claro, lo que se traduce a menudo como lectores, “akouontes
o “akrotai”, eran en realidad oyentes. Por tanto, los lectores, véase las personas cultas, sobre todo escuchaban.

Luego existían unos instrumentos llamados esclavos, que daban voz al texto. Era algo humillante, porque a menudo decían “yo anduve” o “yo pienso”, cuando en realidad quien había andado o pensado era el autor, que los dominaba a distancia.

Sólo los que manejaban muchos textos, como los actores o Herodoto, se supone que sabían leer en silencio, seguramente murmurando y moviendo los labios. El primer caso documentado de “lectura silenciosafue Ambrosio. Cuenta sorprendido San Agustín en las “Confesiones”, que los ojos de Ambrosio “recorrían las páginas y su corazón penetraba el sentido: mas su voz y su lengua descansaban”

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