martes, 22 de septiembre de 2015

La Babel del Pensamiento Moderno


                                                                 

                                                                 Helena Blavatsky 

                                                  Artículo publicado en 1891

“Oh vosotros, señores de la verdad, que os estáis
moviendo en ciclos por toda eternidad
…salvadme de la aniquilación en esta Región de las
Dos Verdades. ”
Ritual de los Muertos Egipcio

El hecho de que el mundo se mueva por ciclos y que los sucesos se repitan en él, es una antigua –aunque siempre vigente– verdad irrefutable.  En primer lugar, es nueva para la mayoría porque pertenece a un grupo que se caracteriza por aforismos ocultos in artibus infidelium, y porque nuestros rabinos y fariseos de hoy en día no aceptarán nada que provenga de esa Nazareth; y en segundo lugar, porque los que creen a ciegas cualquier cosa –siempre que proceda de autoridades ortodoxas y aceptadas – se molestarán por las pequeñeces más insignificantes –siempre que provengan de ambientes filosóficos –. Sin embargo, esta proposición sobre los ciclos del mundo y los sucesos siempre recurrentes, es muy correcta. Además, cualquier persona puede verificarlo fácilmente por sí misma. Naturalmente, las personas a las que aquí se hace referencia actúan según sus propios criterios; no nos referimos a aquellas que están satisfechas con quedar prendidas desde que nacen hasta que mueren por las creencias e ideas de la mojigata mayoría, como un cardo sujeto al faldón de un cura de pueblo.

No podemos estar de acuerdo con un escritor (¿fue Gilpin?), quien dijo que las mayores verdades son rechazadas frecuentemente “no tanto por la carencia de pruebas directas, como por la falta de inclinación a investigarlas ”. Esto sólo es aplicable a unos pocos. Nueve de cada diez personas rechazarán las evidencias más contundentes, aun si se les presentan sin que les causen ningún problema a ellos mismos, sólo porque chocan con sus intereses personales o prejuicios; especialmente si proceden de fuentes impopulares. Vivimos en un ambiente altamente moral; dicho así suena muy bien ¿no?
Sin embargo, si sometemos a prueba la moralidad de esta época, en cuanto a autenticidad y realidad, se verá que su naturaleza es como la piel del cómico disfrazado de negro:  asumida para la función y la paga, y lavada al término de cada representación.

La cruda verdad es que nuestros oponentes –partidarios de la ciencia oficial, defensores de la religión ortodoxa, y los tutti quanti de los detractores de la Filosofía –, que pretenden oponerse a nuestra labor basándose en la “evidencia ”científica, en el “bien público ” y la “verdad ”, se parecen mucho a los abogados de nuestros tribunales, mal llamados de justicia. Estos, en su defensa de ladrones y asesinos, de adúlteros y falsarios, creen tener el deber de intimidar con amenazas, de confundir y difamar a todos los que atestiguan contra sus dientes, y de ignorar –o si es posible, suprimir –
todas las pruebas que puedan inculparles. Déjese ocupar a la Sabiduría Antigua el puesto de los testigos, y probar que los bienes encontrados al prisionero que está en el banquillo, fueron tomados de su propia caja de caudales; y ella (la Sabiduría)se verá a sí misma acusada de todo tipo de crímenes, siendo afortunada si sale acusada como impostora común y se le dice que “en adelante tendrá que ser mejor …”

¿Cómo sorprenderse entonces de que en esta época nuestra –

preeminentemente llena de engaños y apariencias –, las llamadas enseñanzas filosóficas parezcan ser hasta el presente el sistema más impopular de todos; o que el materialismo y la teología, la ciencia y la “filosofía moderna ” se hayan unido ellos mismos en santa alianza contra los estudios filosóficos, quizás porque todos ellos están basados en pedazos y fragmentos sueltos del sistema primordial? Cotton se queja en alguna parte de que “los metafísicos han estado aprendiendo su lección durante los últimos cuatro (?) milenios ”, y que “ya es hora de que empiecen a enseñar algo ”. Pero tan pronto se ofrece la posibilidad de tales estudios –con la completa evidencia de que pertenecen a la doctrina más antigua de la filosofía metafísica de la Humanidad –, la mayoría se quejan, y en lugar de escucharlos imparcialmente, se apartan con una sonrisa de desprecio y con la fría observación: “¡Oh, ustedes deben haber inventado todo lo que dicen!”.

Estimados señores, ¿no se les ha ocurrido pensar alguna vez, cuán verdaderamente grande y casi divino sería el hombre o la mujer que pudiera inventar o descubrir algo en este momento de la vida de la Humanidad, que no haya sido conocido e inventado en Edades anteriores? El cargo de ser tan gran inventor daría al acusado el derecho a los más altos honores. Muéstrennos, si pueden, ese mortal que haya enseñado en este ciclo histórico de nuestra Raza humana algo completamente nuevo. El Ocultismo –el verdadero Ocultismo de Oriente, o la llamada Doctrina Esotérica – contesta las arrogantes pretensiones de esta época a través de sus estudiantes más capacitados;  todo el conocimiento del que hacen alarde es naturalmente sólo un acto reflejo del
pasado. En el mejor de los casos, son ustedes los modernos popularizadores de ideas muy antiguas.

Consciente e inconscientemente han despojado a los clásicos y filósofos antiguos, quienes a su vez, habían sido sólo compiladores superficiales de la Sabiduría Primitiva –cautelosos e inconclusos – debido a los terribles castigos que existían por divulgar los secretos de la Iniciación, enseñados durante los Misterios. ¡Fuera! Sus modernas ciencias y especulaciones no son sino los platos réchauffés (recalentados)de la Antigüedad: los huesos muertos –servidos con una sauce piquante (salsa picante)de craso materialismo, para enmascararlas – del alimento intelectual de los Dioses. . Ragon (1) estaba en lo cierto al decir en su Maçonnerie Occulte que “la Humanidad sólo parece progresar al lograr un descubrimiento tras otro, cuando en realidad, únicamente encuentra lo que había perdido. La mayoría de nuestras invenciones modernas por las que reclamamos tanta gloria, después de todo, son cosas conocidas por el hombre desde hace tres o cuatro mil años. (2)
Perdida a causa de guerras, inundaciones e incendios, toda huella de su misma existencia quedó borrada de la memoria del hombre. Y ahora empiezan a “redescubrirlas ” los pensadores modernos una vez más ”.

Permítasenos recapitular algunas de estas cosas y de esta manera refrescar la
memoria. Nieguen, si pueden, que lo más importante de nuestras actuales ciencias era conocido por los antiguos. No sólo la literatura oriental y todo el ciclo de estas enseñanzas esotéricas –que un cabalista cristiano francés, extremadamente celoso, ha apodado justamente “las ciencias malditas ”– llevarán a una negativa estúpida sino que también lo hará la literatura clásica profana. La demostración de eso es sencilla.

¿No son la Física y las Ciencias Naturales sino una reproducción ampliada de las obras de Anaxágoras, Empédocles, Demócrito y otros? Todo lo que se enseña ahora era enseñado por estos filósofos entonces. Pues ellos sostenían –incluso en los fragmentos aún existentes de sus obras – que el Universo está compuesto de átomos eternos que, movidos por un sutil Fuego interno, se combinan en millones de maneras diferentes.

Según ellos este Fuego era el Aliento Divino de la Mente Universal, pero ahora, con los filósofos modernos, se ha convertido en nada más que una fuerza ciega e insensible.
Además enseñaban que no había ni Vida ni Muerte, sino sólo una constante destrucción de la forma, producida por perpetuas transformaciones físicas. Esto se ha convertido ahora, mediante una transformación intelectual, en lo que se conoce como correlación física de fuerzas, conservación de la energía, ley de continuidad … en el vocabulario de la ciencia moderna. Pero ¿“qué importa el nombre ”, o las palabras recién inventadas y términos complicados, una vez que se ha establecido la identidad de las ideas  esenciales?

¿No estaba Descartes en deuda con los antiguos Maestros –con Leucipo y Demócrito,  con Lucrecio, Anaxágoras y Epicuro – por sus originales teorías? Estos enseñaron que los cuerpos celestes estaban formados por una multitud de átomos, cuyo movimiento vertiginoso existía desde la eternidad; que se encontraron, y girando juntos, los más pesados fueron lanzados a los centros y los más ligeros a las circunferencias; cada una de estas concreciones fue llevada en una materia fluida que, al recibir un impulso de esta rotación, hacía que los más fuertes lo comunicaran a los más débiles. Esto parece una descripción muy semejante a la teoría cartesiana de los Vórtices Elementales,
tomada de Anaxágoras y de algunos otros; ¡y se parece muy sospechosamente a los “átomos vorticales ” de W. . Thomson!

Incluso Isaac Newton, el más grande entre los grandes, alude constantemente a una docena de filósofos antiguos. Al leer sus obras uno ve flotar en el aire las difusas imágenes del mismo Anaxágoras, Demócrito, Pitágoras, Aristóteles, Timeo de Locris,  Lucrecio, Macrobio, e incluso de nuestro viejo amigo Plutarco. Todos ellos han sostenido una u otra de las siguientes proposiciones:

a)que la más pequeña de las partículas de materia sería suficiente para llenar el espacio infinito, debido a su infinita divisibilidad;

b)que existen dos Fuerzas emanadas del Alma Universal, combinadas en
proporciones numéricas (las “fuerzas ” centrípeta y centrífuga, , de los modernos santos de la ciencia);

c)que hay una mutua atracción de cuerpos, atracción que hace que estos
últimos graviten, como ahora se dice, y se mantengan dentro de sus respectivas esferas;

d)que hacían alusión de modo inconfundible a la relación que existe entre el peso y la densidad, o a la cantidad de materia contenida en una unidad de masa; y

e)que la atracción (gravitación)de los planetas por el Sol está en relación proporcional a la distancia de esta luminaria.
Finalmente, ¿no es un hecho histórico que la rotación de la Tierra y el sistema
heliocéntrico fueran enseñados por Pitágoras –sin mencionar a Hicetas, Heráclides,  Ecfanto, etc. – más de dos mil años antes del grito desesperado y ahora famoso de Galileo: “Eppur si muove ”.

 Y mucho antes, ¿no conocían los sacerdotes de Etruria, y los Rishis (3) de la India, cómo atraer el relámpago, con muchos siglos de antelación a que se formara el astral de B. Franklin en el espacio? Euclides es respetado hasta hoy en día, quizás porque no se pueden falsear tan fácilmente las matemáticas y los números, como los símbolos y las palabras sostenidas en hipótesis improbables.

Es posible que Arquímedes tuviese olvidadas en su época más cosas de las que jamás supieron nuestros matemáticos, astrónomos, geómetras, mecánicos, hidrostáticos y ópticos modernos. De no ser por Arquitas –el discípulo de Pitágoras – la aplicación práctica de la teoría de las matemáticas sería hoy en día todavía desconocida quizás en nuestra gran Era de invenciones y maquinaria. Inútil es recordar al lector todo lo que conocían los arios, por haberse consignado en otras publicaciones y obras nuestras que
pueden obtenerse en la India.

Sabio fue Salomón al decir que “nada nuevo existe bajo el Sol ” y que todo lo que es “fue ya en los tiempos que nos precedieron ”, excepto, quizás, las doctrinas teosóficas,  de cuya “invención ” acusan algunos a la humilde escritora del presente artículo.

La procedencia originaría de esta cortés acusación es debida a los benévolos esfuerzos de la Sociedad de Investigaciones Psíquicas de Londres. Tanto más lo hemos de agradecer a esta “mundialmente famosa y docta Sociedad ” de “Investigaciones ”, ya que sus escribientes son, según parece, incapaces en absoluto de inventar nada original por sí mismos, ni siquiera de fabricar una ilustración común.

Así pues, ni los científicamente meticulosos catedráticos de Cambridge pueden
prescindir de copiar algo de un libro antiguo; y no sólo omiten el reconocer la deuda,  sino que incluso se toman la molestia de presentar el asunto al público como cosa original, sin tener siquiera el detalle de poner comillas. Y así, todo.
En una palabra: puede decirse de las teorías científicas, que aquellas que son ciertas no son nuevas, y que las nuevas no son ciertas, o por lo menos son muy dudosas. Es muy fácil escudarse en “simples hipótesis ”, pero lo es menos sostenerlas frente a la lógica y la filosofía. A fin de abreviar este importante asunto, sólo hemos de establecer una pequeña comparación entre las enseñanzas antiguas y las modernas.

La ciencia moderna quiere hacernos creer que los átomos poseen propiedades innatas e inmutables. Lo que la filosofía oriental exotérica y esotérica llama divina Substancia Espiritual (Purusha –Prakriti )–o Espíritu –Materia eterna, inseparables el uno de la otra –, lo llama la ciencia moderna fuerza y materia, agregando como lo hacemos nosotros (ya que es un concepto vedantino)que, siendo ambos inseparables, la Materia es tan sólo una abstracción (más bien una ilusión). Los ocultistas orientales resumen y reducen las propiedades de la materia a la atracción y repulsión; los hombres de ciencia, a la gravitación y a las afinidades.

Según esta doctrina, las propiedades de las combinaciones complejas no son más que los resultados necesarios de la composición de propiedades elementales; siendo las existencias más complejas los autómatas físico –químicos llamados hombres.

La materia, que en un principio es dispersa e inanimada, engendra vida, sensación,  emociones y voluntad, después de una serie completa de “intentos ” consecutivos. . Esta desafortunada expresión de Tyndall, obligó al escritor filosófico Delboeuf a criticar en términos muy irrespetuosos al científico inglés, y nos fuerza a convenir con el primero.

La materia, o cualquier otra cosa condicionada del mismo modo, desde el momento que se la declara sujeta a leyes inmutables, no puede “andar a tientas ”. Mas esto es una menudencia, en comparación con aquello de “la materia muerta o inanimada,  produciendo vida y hasta fenómenos psíquicos propios de la mente más elevada ”.

Finalmente, un rígido determinismo reina sobre toda la Naturaleza. Todo lo que ha sucedido una vez a nuestro Universo automático, tenía que suceder, puesto que el porvenir de ese Universo está trazado en la más pequeña de sus partículas o “átomos ”.

Devolved –dicen – esos átomos a la misma posición y al orden en que se encontraban en el primer momento de la evolución del Cosmos físico, y se repetirán los mismos fenómenos universales, precisamente con el mismo orden, y el Universo volverá otra vez a sus condiciones presentes. A esto, contestan la lógica y la filosofía diciendo que no puede ser así, puesto que las propiedades de las partículas varían y se modifican.

Si los átomos son eternos y la materia es indestructible, estos átomos nunca pudieron haberse originado; por lo tanto, no puede haber nada innato en ellos. Su substancia es la substancia homogénea Una (y nosotros añadimos divina), mientras que las moléculas compuestas reciben sus propiedades al principio de los ciclos de vida o Manvantaras (4) de dentro hacia fuera. Los organismos no pueden haberse desarrollado de la materia muerta o inanimada: en primer lugar, porque tal materia no existe; y en segundo lugar,  porque la filosofía demuestra de manera concluyente, que el Universo no está “sujeto a la fatalidad ”.

La Ciencia Oculta enseña que el proceso universal de diferenciación se inicia de nuevo después de cada período de Mahâ –Pralaya (5); mas no hay razón alguna para creer que se repita servil y ciegamente. Las leyes inmutables duran tan sólo desde la fase incipiente hasta el final de la Vida Universal, siendo simplemente los efectos de una acción primordial, inteligente y completamente libre. Para los filósofos, como también para el Dr. Pirogoff, para Delboeuf y para otros muchos grandes pensadores actuales independientes, la Mente Universal (y para nosotros impersonal, ya que infinita), es el Demiurgo verdadero y primordial.

¿Qué ilustra mejor la teoría de los ciclos que el hecho siguiente? Unos 700 años aproximadamente a. C. , se enseñaba en las escuelas de Thales y de Pitágoras la doctrina del verdadero movimiento de la Tierra, su forma y el sistema heliocéntrico completo. ¡Y en el año 317 d. C., encontramos a Lactancio –preceptor de Crispo César, hijo del emperador Constantino – enseñando a su discípulo que la Tierra era un plano rodeado por el cielo, y compuesto de Fuego y Agua! Además, el venerable Padre de la Iglesia ponía a su discípulo en guardia contra la doctrina herética de la forma globular de la Tierra, ni más ni menos como los “Padres Catedráticos ” de Cambridge y de Oxford previenen ahora a sus alumnos contra las perjudiciales y supersticiosas doctrinas de la Filosofía Esotérica, tales como las de la Mente Universal, Reencarnación, y así sucesivamente. Muchos esoteristas actuales han resuelto tácitamente adoptar un proverbio del rey Salomón, parafraseado para su uso diario: “Más sabio es un hombre de ciencia a sus propios ojos, que siete filósofos capaces de aportar una razón ”. Por eso,  no se debe perder el tiempo en discutir con ellos; pero por otra parte, no debe ahorrarse esfuerzo alguno para poner de manifiesto sus errores y torpezas.

El engreimiento científico de los orientalistas, en especial los que pertenecen a la rama más moderna –asiriólogos y egiptólogos – es verdaderamente fenomenal. . Hasta ahora se había concedido alguna credibilidad a los antiguos –sus filósofos e Iniciados, en todo caso – de poseer conocimientos sobre algunas cosas que los modernos no podían volver a descubrir. Pero ahora, aun los más grandes Iniciados, son presentados al público como locos. He aquí un ejemplo: en la introducción de la obra del profesor Sayce, Hibbert lectures on the origin and growth of religion as illustrated by the religion of the ancient
babylonians, publicada en 1887, sobre los antiguos babilonios, tropieza el lector con un acertijo capaz de hacer vacilar al más cándido admirador de la ciencia moderna.
Lamentándose de las dificultades y obstáculos que a cada paso encuentra el asiriólogo en sus estudios –después de presentar el “catálogo terrible ” de las formidables luchas que ha de sostener el intérprete para encontrar un sentido a las inscripciones sacadas de fragmentos de ladrillos – el profesor confiesa que el estudiante que ha de leer esos caracteres cuneiformes, se ve frecuentemente expuesto “a emplear una construcción errónea respecto a pasajes aislados, cuyo contexto ha de suplirse con conjeturas ”. ¡A pesar de lo cual, el sabio conferenciante pone “al asiriólogo moderno por encima del antiguo Iniciado babilónico ”, en el conocimiento de los símbolos y de su propia religión!

El pasaje merece citarse por entero:

“Es cierto que muchos de los textos sagrados fueron escritos de modo que fueran inteligibles sólo para los Iniciados; pero los Iniciados estaban provistos de claves y aclaraciones, muchas de las cuales están en nuestras manos(?)… Podemos penetrar en el verdadero sentido de documentos que para ellos (el vulgo babilónico), constituían un libro cerrado. Pero aún hay más; las investigaciones que se han llevado a cabo durante el último medio siglo acerca de las creencias de las naciones del mundo, tanto pasadas como presentes, nos han suministrado indicios para la interpretación de esos documentos, que ni los mismos Sacerdotes Iniciados poseían ”.

Lo que precede (la letra en itálica es nuestra)podrá apreciarse mejor presentándolo en forma silogística:

Premisa mayor: Los antiguos Iniciados tenían claves y aclaraciones para sus textos esotéricos, de los que eran los Inventores.
Premisa menor: Nuestros orientalistas poseen muchas de estas claves.
Conclusión: ¡Ergo , los orientalistas tienen una clave que los mismos Iniciados no poseían! Y preguntamos ahora: en tal caso, ¿en qué estaban iniciados los Iniciados? ¿Y quién inventó los velos que ocultaban ciertas verdades?
Pocos orientalistas podrían contestar a esta pregunta. Somos, sin embargo, más generosos, y quizás expongamos en páginas siguientes aquello en lo que jamás han sido iniciados nuestros modestos orientalistas, a pesar de todas sus pretendidas “claves ”.

“Sea pues; descendamos y confundamos su lenguaje de manera que no puedan entenderse ” (6).

Habiendo tratado ya de las ciencias físicas modernas, nos ocuparemos ahora de la filosofía y religiones occidentales. Todas ellas están igualmente basadas en el pensamiento pagano, y por otra parte exotérico , y de él derivan sus teorías y doctrinas.

Pueden encontrarse fácilmente referencias a esto desde Schopenhauer y Herbert Spencer, hasta el Hipnotismo y la renombrada “ciencia mental ”. Los filósofos alemanes modernizan el Budismo; los ingleses se inspiran en el Vedantismo; mientras que los franceses, tomando de ambos, agregan a Platón con gorro frigio, y a veces, como hace Augusto Comte, el misterioso culto sexual o mariolatría de los antiguos extáticos y visionarios católico –romanos. Nuevos sistemas –llamados filosóficos – y nuevas sectas y sociedades surgen hoy día en cada rincón de nuestros países civilizados. Pero incluso las más elevadas entre ellas no concuerdan en ningún punto, a pesar de que todas aspiran a la supremacía. Y esto sucede porque ninguna ciencia ni filosofía, que son, como mucho, un trozo fragmentado de la Religión de la Sabiduría, puede existir por sí sola, ni ser completa en sí misma. Para que la Verdad sea completa, debe representar una continuidad ininterrumpida. No ha de tener huecos, ni han de faltar eslabones. Pero,  ¿cuál de nuestras religiones, ciencias o filosofías modernas, está exenta de tales defectos? La Verdad es Una. Aun siendo como reflejo más pálido del Absoluto, no puede ser más dual que su propia condición de absoluto, no puede tener dos aspectos.

Pero tal verdad no es para la mayoría en este mundo de ilusión, y en especial para aquellas inteligencias que carecen del elemento noético (7).

Estas han de sustituir la plena y quasi absoluta verdad espiritual por la relativa que, teniendo dos lados o aspectos condicionados por las apariencias, conducen a nuestras “inteligencias cerebrales ”, uno al intelectual materialismo científico, y el otro a la religiosidad materialista o antropomórfica. Pero al oponerse naturalmente con su contraria, incluso ese tipo de verdades no han de tener –si quieren presentar un sistema completo y coherente –ni lagunas ni contradicciones, ni eslabones perdidos o rotos, en la doctrina o sistema especial que trate de representar.

A este propósito hay que hacer aquí una pequeña diferenciación. Estamos seguros de que algunos nos dirán que es precisamente ésta la objeción hecha a las exposiciones filosóficas, desde Isis sin Velo hasta La Doctrina Secreta. Conforme. Estamos plenamente dispuestos a confesar que esta última, en particular, aventaja en esos defectos a todas las demás obras filosóficas. Estamos prestos a reconocer las faltas que la crítica nos echa en cara: que está mal ordenada, que carece de método, que está sobrecargada de disgresiones mitológicas, etc. Mas no es un sistema filosófico, ni tampoco la Doctrina, llamada secreta o esotérica, sino sólo una relación de unos cuantos hechos que dan testimonio de aquélla. jamás ha pretendido ser la exposición
completa del sistema que defiende en su totalidad, porque como la escritora no se jacta de ser una gran Iniciada, nunca hubiese podido, por lo tanto, emprender tan gigantesca obra; y además, porque de haber sido iniciada, hubiera publicado aún menos.

Nunca nos hemos propuesto formar con las Sagradas Verdades un sistema íntegro,  expuesto a las rivalidades y mofas de un público profano e iconoclasta. No pretende la obra dar una serie completa de explicaciones en todos sus detalles acerca de los misterios del Ser, ni trata de ganar la consideración de un sistema especial de pensamiento, como las obras de los señores Herbert Spencer, Schopenhauer o Comte.

Al contrario, La Doctrina Secreta simplemente afirma que existe realmente un sistema conocido bajo el nombre de Religión de la Sabiduría, obra de muchas generaciones de Adeptos y Profetas; herencia sagrada de tiempos prehistóricos, conservada hasta hoy en el mayor secreto por los actuales Iniciados; e indica que varias corroboraciones de su existencia se encuentran hasta el presente en obras antiguas y modernas. Poniendo de manifiesto sólo unos cuantos fragmentos, demuestra cómo estos explican los dogmas religiosos de la presente época, y cómo pueden servir de señales a las religiones, a la filosofía y a la ciencia de Occidente a lo largo de los senderos no hollados del descubrimiento.

La obra, esencialmente fragmentaria, expone hechos diversos enseñados en las escuelas esotéricas y guardados hasta ahora en secreto, por medio de
los cuales se interpreta el simbolismo antiguo de varias naciones. No da las claves para descifrar el misterio, sino que se limita a levantar una punta del velo que oculta algunos de sus arcanos. No se establece en La Doctrina Secreta una nueva filosofía; sólo se presenta el significado oculto de algunas de las alegorías religiosas de la Antigüedad,  aclarándolas con la luz de las Ciencias Esotéricas, y se indica la fuente común de la que han brotado todas las religiones y sistemas filosóficos del mundo.

Su principal aspiración es demostrar que –por divergentes que puedan parecer en su aspecto externo u objetivo las doctrinas y sistemas respectivos de la Antigüedad –el acuerdo entre todos estos resulta perfecto en cuanto se examina el aspecto esotérico o interno de esas creencias y de su simbología, y se procede a una cuidadosa comparación.

También se afirma que sus doctrinas y ciencias, que constituyen un ciclo íntegro de hechos cósmicos universales y axiomas y verdades metafísicas, representan un sistema completo y continuo; y que el hombre que sea bastante valeroso y perseverante –que se halle dispuesto a aplastar al animal que lleva en sí mismo y a olvidar suyo humano y sacrificarlo a su Ego Superior – puede hallar siempre el camino que le lleve a iniciarse en estos misterios.

Esto es todo lo que sostiene La Doctrina Secreta. ¿No se encuentran en estos
volúmenes unos cuantos hechos y verdades evidentes, –a pesar de todos los defectos literarios de la exposición – verdades que ya han sido probadas en la práctica en presencia de algunas personas, las cuales son mejores que:

a)las más ingeniosas hipótesis “de Trabajo ” propensas a desmoronarse en cualquier momento;

b)los misterios inexplicables de los dogmas religiosos;

c)las especulaciones filosóficas aparentemente más profundas? ¿Pueden las más imponentes de estas especulaciones ser realmente profundas, cuando desde el principio hasta el fin están limitadas y condicionadas por la mentalidad cerebral de su autor, y por lo tanto, empequeñecidas y mutiladas en aquel “lecho de Procrusto ” (8), reducidas a las limitadas percepciones sensuales que no permiten a la inteligencia traspasar su círculo encantado?

Ningún “filósofo ” que considere los dominios espirituales como meras ficciones de la superstición, y las percepciones mentales del hombre simplemente como resultado de la organización del cerebro, puede ser jamás digno de ese nombre. El materialista tampoco tiene derecho al calificativo de filósofo, ya que significa “amante de la Sabiduría ”; Pitágoras, que fue el que ideó este término compuesto, jamás limitó la Sabiduría a esta Tierra. El que afirma que el Universo y el Hombre son tan solo objeto de los sentidos, y encadena fatalmente el pensamiento al reino de la materia insensible,  como hacen los evolucionistas darvinianos es, a lo más, un sofiófobo, cuando no un
filosofastro (9), pero jamás un filósofo.

Así es que, en esta época de materialismo, agnosticismo, evolucionismo y falso
idealismo, no existe sistema alguno, por más intelectualmente que sea expuesto, capaz de mantenerse en pie, o que deje de ser criticado por otra escuela igualmente materialista; el mismo Herbert Spencer, el más grande de todos, es incapaz de contestar a ciertos ataques. Muchos recordarán la gran polémica que se entabló hace algunos años en los periódicos ingleses y americanos entre los evolucionistas, por una parte, y los positivistas, por otra. El tema de la disputa fue respecto a la posición y correspondencia que la teoría evolucionista mostraba hacia la religión. F. Harrison, el apóstol del positivismo, acusó a Herbert Spencer de limitar la religión a la esfera de la razón, olvidando que es el sentimiento y no el raciocinio el que juega el papel más importante en aquélla. También sacó a relucir Harrison “la falsedad e insuficiencia ”de las ideas acerca de lo “Incognoscible ”, según están desarrolladas en las obras de
Spencer. Consideraba errónea la idea –por estar fundada en la aceptación del absoluto metafísico – y sostenía que era insuficiente, , porque rebajaba la divinidad a la categoría de una abstracción vacía, desprovista de sentido (10).

A esto contestó el gran escritor inglés diciendo que jamás había pensado en ofrecer su “No conocido ” e “Incognoscible” como objeto de culto religioso. Entonces entraron en escena los respectivos admiradores y defensores de Spencer y de Harrison, defendiendo unos la metafísica material del primer Pensador –si se nos permite emplear esta definición paradójica, aunque correcta, de la filosofía de Herbert Spencer –, y los otros, los argumentos del “Catolicismo romano sin Dios ni Cristo ” de Augusto Comte (11), recibiendo y dando ambos bandos duras quejas. Así, el conde d ’Alviella (12)
descubrió de improviso que H. Spencer era una especie de deísta oculto, y sin embargo reverente, y comparó a Harrison con un casuista del Escolasticismo de la Edad Media.

No citamos a los dos pensadores ingleses para discutir los méritos relativos del
Evolucionismo materialista y del Positivismo, sino sólo con objeto de señalar un
ejemplo de la confusión babélica del pensamiento moderno. Mientras los
evolucionistas de la escuela de Herbert Spencer sostienen que la evolución histórica del sentimiento religioso consiste en la constante abstracción de los atributos de la Deidad –y su separación final de las primitivas concepciones concretas (la desaparición de los atributos humanos)–, los comtistas, por su parte, mantienen otra versión. Afirman que el fetichismo o culto directo de la Naturaleza, fue la religión primitiva del hombre; y que sólo después de una evolución muy larga, llegó al antropomorfismo. Su deidad es la Humanidad; y el Dios al que rinde culto es la especie humana, según creemos entenderlo.

El único medio, por tanto, de poner fin a la disputa, es averiguar cuál de las
dos teorías “filosóficas ” y “científicas ” es la menos perjudicial y la más probable. . ¿Es cierto, según d ’Alviella nos asegura, que lo “Incognoscible ” de Spencer encierra todos los elementos necesarios de la religión; y que, como parece dar a entender aquel notable escritor, “el sentimiento religioso tiende a emanciparse de todo elemento moral ”?¿O debemos aceptar el otro extremo, y convenir con los conitistas, que la religión se irá uniendo gradualmente al altruismo, fundiéndose y desapareciendo en él,  y en el servicio que presta a la Humanidad?

Inútil es decir que la Filosofía Esotérica –si bien rechaza el aspecto exclusivo, y por lo tanto, limitado de ambas ideas – puede, , sin embargo, reconciliarlas, tanto en el terreno metafísico como en el práctico. No es esta ocasión oportuna para exponer el modo de llevar esto a cabo, aunque todo esoterista, familiarizado con las doctrinas fundamentales de la Filosofía Esotérica, puede hacerlo por sí mismo. Nosotros creemos en un “Incognoscible ” impersonal, , y sabemos que los cultos basados en ideas antropomórficas, no se dirigen a lo Absoluto; la Filosofía Esotérica rechaza al

“El ” spenceriano, y lo sustituye por el pronombre impersonal “Lo ”, siempre que habla de “lo Absoluto ” y de “lo Incognoscible ”, y enseña que el altruismo y el sacrificio de sí mismo, la fraternidad y la compasión hacia cada ser viviente, es la primera y principal de todas las virtudes, sin que por esto rinda culto al hombre o a la Humanidad. Además, el Positivismo no admite el alma inmortal en los hombres, ni cree en vida futura alguna ni en la reencarnación; semejante “culto ” es peor que el fetichismo: : es zoolatría, el culto de los animales.

Porque sólo aquello que constituye el verdadero Hombre es, según las palabras de Carlyle, “la esencia de nuestro ser, el misterio en nosotros que se llama a sí mismo “Yo ”… un soplo del Cielo; el Ser Superior se revela a sí mismo en el hombre ”. Si esto se niega, el hombre no es más que un animal; “la vergüenza y el escándalo del Universo”, como dice Pascal.
Es la antiquísima historia, la lucha de la materia y del espíritu, la “supervivencia del menos capaz ” por ser el más fuerte y más material. . Pero el período en que la humanidad naciente –obedeciendo a la ley de la evolución natural y dual – descendía junto con el espíritu a la materia, ha terminado.

Nosotros, la Humanidad, estamos ayudando ahora a la materia a elevarse hacia el espíritu; y para hacer esto tenemos que ayudar a la substancia a librarse de la esclavitud de los sentidos. Nosotros, hombres de la Quinta Raza –Raíz, somos los descendientes directos de la humanidad primitiva de aquella Raza; aquellos que después del Diluvio nos esforzamos, recordándolo, en salvar la Verdad y la Sabiduría antediluvianas, y fuimos derrotados en nuestro empeño por el oscuro Genio de la Tierra –el espíritu de la materia a quien los gnósticos llamaban Ilda –Baoth, los judíos Jehovah ; ¿Pensáis acaso, que la misma Biblia de Moisés, el libro que tan bien conocéis y entendéis tan mal, dejó de consignar su testimonio sobre tal afirmación acerca de la Antigua Doctrina? No, ciertamente no. Permitidnos examinar un pasaje que os resulta familiar, para interpretarlo en su verdadero sentido.

En un principio, o más bien en la infancia de la Quinta Raza, “toda la Tierra tenía una sola voz y un solo idioma ”, dice el capítulo XI del Génesis. Esto leído esotéricamente,  significa que la humanidad tenia una doctrina universal, una filosofía común a todos; y que los hombres estaban ligados por una religión, ya sea que este término se derive del verbo latino relegare, “reunir o estar unido ” de palabra o de pensamiento, , ya de religens, “reverenciar a los Dioses ”, o de religare “ligar estrechamente ”. Tomado en un sentido o en otro, significa indudablemente que nuestros antepasados aceptaron desde antes del Diluvio una verdad; esto es, que creían en el conjunto de hechos subjetivos y objetivos que forman el todo consistente, lógico y armónico, que llamamos Religión de la Sabiduría.

Ahora bien; leyendo entre líneas los nueve primeros versículos del capítulo XI,
tendremos lo siguiente: Sabios en su tiempo, nuestros primitivos padres, evidentemente conocían el axioma imperecedero que enseña que “sólo en la unión está la fuerza ”, tanto en la unión del pensamiento como en la de las naciones, por supuesto.

Por tanto, para no “ser esparcidos por la desunión sobre la faz de la Tierra ”, y para que en consecuencia no fuese rota su Religión de la Sabiduría en mil pedazos, y para que ellos mismos –en vez de elevarse como hasta entonces hacia el Cielo, por medio del conocimiento – no comenzasen por causa de la fe ciega a gravitar hacia la Tierra, los Sabios, que “venían del Oriente ” idearon un plan. . En aquellos días los templos eran centros de enseñanza, no de superstición; los sacerdotes enseñaban la Sabiduría Divina,  no dogmas inventados por el hombre, y la última palabra de su actividad religiosa no se
centraba en las cajas de las limosnas, como ahora sucede. Así pues, dijeron:
“edifiquemos una ciudad y una torre , cuya cúspide pueda alcanzar el Cielo, y
pongámosle un nombre. E hicieron ladrillo cocido y lo emplearon en vez de piedra, y construyeron con él una ciudad y una torre ”.

Esta es una historia muy antigua, tan familiar para el mendigo que acude a las escuelas dominicales, como para Gladstone. Ambos creen sinceramente que los descendientes del “maldito Ham ” fueron pecadores soberbios, , cuyo objeto era el mismo que el de los Titanes: insultar y destronar a Zeus –Jehovah, escalando el “Cielo ”, su supuesta mansión.

Mas desde que encontramos esta historia en las Escrituras reveladas (13) debemos suponer que tiene, como todo lo demás en ellas contenido, su interpretación esotérica.

En esto nos ayudará el Simbolismo Oculto. Todas las expresiones que hemos escrito con itálicas, leídas en el original hebreo, y de acuerdo con los cánones del Simbolismo

Esotérico, presentarán una construcción por completo diferente. Así:
“Y toda la Tierra (la humanidad)sólo tenía una voz (es decir, proclamaba las mismas doctrinas)y unas mismas palabras ” (no un solo “idioma ” como dice la versión autorizada). Ahora bien, el sentido cabalístico de los términos “palabras ” y “palabra ” puede hallarse en el Zohar y también en el Talmud.

 “Palabras ”(Dabarim), significa “poderes ”; y “palabra ” en singular, , es sinónimo de “Sabiduría ”. Ejemplo: “El mundo fue creado por la enunciación de diez palabras (Talmud). Aquí las “palabras ” se refieren a los diez Sephiroth (14), Constructores del Universo. Además: “Por la Palabra (Sabiduría, Logos) de YHVH (15) fueron hechos los Cielos ”. “Y el hombre (16), el jefe principal, dijo a su vecino: vamos, hagamos ladrillos (discípulos)y cozámoslos hasta quemarlos (iniciémosles, llenémosles del Fuego Sagrado); construyámonos una ciudad (establezcamos Misterios y enseñemos la Doctrina) (17) y una torre cuya cúspide pueda llegar al Cielo ”(Ziggurrat) (el límite más alto que se puede alcanzar en el espacio). La gran torre de Nebo, de Nabi, en el templo de Bel, se llamaba “la casa de las siete esferas del Cielo y de la Tierra ”, y “la casa de la fortaleza (o fuerza, tagimut)y la piedra angular del Cielo y de la Tierra ”.
Muestra la Simbología Oculta, que el cocer ladrillos para una ciudad, significa enseñar a los discípulos la Magia; una piedra “labrada ” significa un Iniciado completo. . La palabra griega Petra y la aramea Kephas (que significa piedra)tienen el mismo sentido, que es “intérprete de los Misterios ”, un Hierofante (18).

El “cocer con un gran fuego” se refería a la Iniciación Suprema. Así la sentencia de Isaías, “han caído los ladrillos, pero edificaremos (de nuevo)con piedras labradas ”, resulta clara. Para la verdadera interpretación de los cuatro últimos versículos de la alegoría genesíaca acerca de la supuesta “confusión de lenguas , podemos consultar la versión legendaria de los Yezidis (19), y leer esotéricamente los versículos 5, 6, 7 y 8 en Gén. XI:  Y Adonai (20) (el Señor)descendió y dijo: He aquí, el pueblo es uno (el pueblo está unido en pensamiento y en hecho)y todos tienen un mismo lenguaje (doctrina). Y ahora principian a difundirlo y nada les será impedido (tendrán poderes mágicos completos y conseguirán todo aquello que deseen por medio de ese poder, Kriyâshakti (21) de lo que han imaginado .

Y ahora, ¿qué son los Yezidis y su versión, y qué es Adonai? Ad es “el Señor ”, su dios ancestral; y los Yezidis son una secta musulmana herética, diseminados por Armenla,  Sirla y especialmente Mosul, el sitio preciso de Babel (véase Chaldean Account of Genesis), los cuales son conocidos bajo el nombre extraño de “adoradores del Diablo ”.

Su profesión de fe es muy original. Reconocen dos poderes o Dioses: Allah y Ad (o Ad –onai); pero identifican el último con Sheitan o Satán. Esto es natural, puesto que Satán es también “un hijo de Dios ” (22).

Según se declara en Hibbert lectures …, Satán el “Adversario ”, era el ministro y el ángel de Dios. Por consiguiente, cuando se les interroga acerca de la causa del culto extraño que tributan al que ha llegado a ser la encarnación del Mal y del Negro Espíritu de la Tierra, explican la razón de ello de un modo, si bien irreverente, muy lógico.

Dicen que siendo Allah el Bien Supremo, no ha de hacer daño a la más insignificante de sus criaturas. Por tanto, no necesita oraciones ni sacrificios de animales. Pero que siendo Ad o el Diablo, Todo Mal, cruel, envidioso, vengativo y orgulloso, necesitan –para su propia supervivencia – alcanzar su favor por medio de sacrificios ígneos que sean agradables a su olfato, y halagarle y adularle como quiera que sea. Preguntad a cualquier Cheij (23) de los Yezidis de Mosul qué tienen que decir respecto a la confusión de lenguas cuando Allah “descendió para ver la ciudad y la torre que los hijos de los hombres habían edificado”, y os dirán que no fue Allah, sino Ad, el dios Sheitan, quien lo hizo. El celoso Genio de la Tierra tuvo envidia de los poderes y santidad de los hombres (de igual modo que el dios Vishnu envidia los grandes poderes de los Yogis, aun cuando sean Daityas (24); y por lo tanto, esa deidad de materia y concupiscencia confundió sus entendimientos, tentó a los “Constructores ” y les hizo caer en sus redes; ; y habiendo perdido así su fuerza, perdieron con ella también su saber y sus poderes mágicos; se casaron entre ellos y se “esparcieron sobre la faz de la Tierra ”.

Más lógico es esto que el atribuir a “Dios ” –que es el Bien Supremo – travesuras tan poco divinas como las que se le imputan en la Biblia. Además, la leyenda acerca de la Torre de Babel, y la confusión del lenguaje, como sucede con tantas otras cosas, no es original, sino que viene de los caldeos y babilonios. George Smith encontró el original en un fragmento mutilado de las tablillas asirlas, aunque nada se dice respecto a la confusión del lenguaje. En Chaldean Account of Genesis, dice: “He traducido con desconfianza la palabra lenguaje, jamás he visto la palabra asiria con ese sentido ”.

Cualquiera que lea la traducción fragmentaria hecha por G. Smith en el citado volumen,  hallará la versión mucho más acorde con la de los Yezidis que con la del Génesis. Aquél cuyo “corazón era malo ” y que era “perverso ”, fue el que confundió los “designios de los hombres”, no su “lenguaje”, y quien destruyó “el Santuario … que encerraba la Sabiduría” y “ellos lloraron amargamente sobre Babel”.  Y así debieran “llorar” todos los filósofos y amantes de la Antigua Sabiduría; porque desde entonces comenzaron las mil y una sustituciones exotéricas de la Doctrina Única Verdadera o Palabra, oscureciendo más y más la inteligencia de los hombres, y derramando sangre inocente con feroz fanatismo.

Si nuestros filósofos modernos hubiesen estudiado los antiguos libros de la Sabiduría,  la Kabalah, por ejemplo, en vez de burlarse de ellos, habrían encontrado desvelados muchos de los secretos de la Iglesia y del Estado antiguos. Mas como no lo han hecho,  el resultado es evidente.
El negro ciclo del Kali Yuga ha traído de nuevo una Babel delpensamiento moderno; la “confusión de las lenguas ” nos parecerá incluso “armónica ” si se compara con esta Babel. 

Todo es oscuro e incierto; no existen argumentos en parte alguna; ni en las ciencias, ni en la filosofía, ni en las leyes, ni siquiera en las religiones. Mas, “desgraciados aquellos que llaman al mal bien, y al bien mal; siembran tinieblas en vez de luz, y luz en vez de tinieblas”, según dice Isaías.

Los elementos mismos parecen confundidos y cambiados los climas, como si los mismos Diez Superiores celestiales hubiesen perdido la cabeza. Todo lo que uno puede hacer, es sentarse tranquilamente y observar triste y resignado, mientras:

“La floja vela cambia de una banda a otra;
En el barco sin gobierno penetran las olas;
Llevado adelante, arrastrado a la ventura,
Rómpense los remos … el timón se pierde. ”

NOTAS



1 Francmasón, distinguido escritor y gran simbologista, Ragón trató de retornar la Masonería a su originario estado de prístina pureza. Según se dice, poseía numerosos documentos que le habían sido entregados por el famoso conde de St. Germain, de quien adquirió sus notables conocimientos acerca de la Masonería primitiva. Escribió numerosas obras, aunque hoy en día es muy difícil conseguirlas. Ver Glosario Teosófico.  

2 El ilustrado masón belga acertarla más, añadiendo unas pocas cifras a esos cuatro mil años.
3 Sublimes personajes a quienes fueron desvelados los himnos védicos … distinguidos por su vasto saber y santidad. A pesar de haber completado su evolución como hombres, permanecen en las regiones superfísicas en contacto con la Humanidad, a fin de ayudarla en su progreso. Ver Glosario Teosófico.

4 Literalmente “Periodo entre Manús ”. Período de manifestación del Universo equivalente a 306.720.000 años solares. Ver Glosario Teosófico.

5 Literalmente “Gran Disolución ”, la “Noche ” que sigue al “Día de Brahmâ ”. Es el gran reposo y sueño de toda la Naturaleza después de un período de activa manifestación. Es lo opuesto al Mahâ –manvantara. Ver Glosario Teosófico.

6 Gén. XI, 7 .

7 Por facultad noética entiende Hamilton la que suministra todos aquellos conocimientos que se originan en el espíritu mismo en oposición a la dianoética, facultad discursiva, elaborada o comparativa. La facultad noética se corresponde en la terminología escolástica con la inteligencia, potencia cognoscitiva de los principios o conocimiento inmediato, a diferencia de la razón, facultad de conocer mediante el raciocinio. Ver Enciclopedia Universal Ilustrada. Editorial Espasa –Calpe. Barcelona.

8 Monstruo mitológico, hijo de Poseidón, que robaba a los viajeros, les tendía sobre un lecho de hierro y les cortaba o estiraba las piernas si sobresalían o eran más cortas que éste. Teseo le sometió al mismo tormento y le dio muerte. “El lecho de Procrusto ” se utiliza literariamente para calificar situaciones donde una persona es víctima de la violencia. Ver Pierre Grimal, Diccionario de Mitología Griega y Romana. Editorial Paidos. Barcelona.

9 Falso o pretencioso filósofo, que no tiene ni la instrucción ni la formación necesaria para ser
considerado como tal. Ver Enciclopedia Universal Ilustrada. Editorial Espasa Calpe. Barcelona.

10 Como lo que antecede se cita de memoria, no se pretende que sea literalmente exacto, sino presentar tan solo lo esencial del argumento.

11 El epíteto se debe a Huxley. En la conferencia que pronunció en Edimburgo el año 1868 , The Physical Basis of Life, hizo observar que la filosofía de Comte podría describirse prácticamente como “Catolicismo menos Cristianismo ”, y antagónica a la esencia misma de la ciencia.

12 Profesor de Historia Eclesiástica en la Universidad de Bruselas, en su filosófico Ensay on the Religions Meaning of the “Unknowable ”.

13 Palabra curiosa, o mejor dicho desgraciada, significa lo diametralmente opuesto al sentido que se le da.  Porque la palabra “revelar ” o “revelado ” es derivada del latín revelare, “cubrir de nuevo con un velo ” (y no “revelar ” de “revelación ”, mostrar lo que estaba oculto), o sea de re “de nuevo, nuevamente ”, y velare, “velar u ocultar alguna cosa ”, que a su vez se deriva de la palabra velum, “velo, o cubierta ”. Así Moisés, en vez de descorrer el velo, lo que hizo fue velar una vez más las leyendas y alegorías teológicas de los egipcios y caldeos, en las que, como hombre «instruido en la Sabiduría de Egipto ”, había sido iniciado. Sin embargo, no fue Moisés el primer revelador u ocultador, como observa muy bien Ragón. Miles de años antes veló Hermes los misterios indos, a fin de adaptarlos a la Tierra de los Faraones. Por descontado, ya no existe actualmente autoridad clásica alguna para satisfacer al filólogo ortodoxo: mas la autoridad oculta que sostiene que originariamente la palabra revelare significa “velar de nuevo ”, y por consiguiente,  que “revelación ” significa echar un velo sobre un asunto, , ponerle detrás de una cortina, es positivamente fortísima.
14 Según el Glosario Teosófico, “es el plural de Sephira. Son las diez emanaciones de la Deidad … El concepto de la Deidad contenido en las diez Sephiroth es muy sublime, y cada Sephira es para el cabalista una representación de un grupo de sublimes ideas, títulos y atributos, que el nombre sólo expresa débilmente ”. Para más detalles, consúltese La Doctrina Secreta, vol. V, págs. 171 –173. Ed. Kier. Buenos Aires, 1981.

15 Las cuatro místicas letras del nombre de Jehovah. –I(e)H(o)V(a)H. Por el significado simbólico de cada una de ellas, forman juntas el perfecto emblema bisexual, el símbolo masculino –femenino compuesto del lingam y del yoni indos.

Teniendo a Dios por inefable, los rabinos en sus escritos evitaron pronunciarlo llamándole “el Nombre único ”, “Adonai (Señor)”. Se le llamó además, Tetragrammaton, por constar de cuatro letras en lengua hebrea. Su verdadera pronunciación antigua es ahora desconocida. La prohibición de pronunciar el nombre de Jehovah fuera de algunos casos muy excepcionales es antiquísima siendo vigente ya en el principio de la Era Cristiana. Ver Glosario Teosófico.

16 Esto es traducido del original hebreo. “Jefe principal ”(Rab –Mag)significa literalmente Maestro Mago,  Maestro o Guru, como según vemos, lo fue Daniel en Babilonia

17 Cuando se dice de algunos héroes homéricos, tales como Laomedonte, el padre de Príamo, que construyeron ciudades, lo que fundaban en realidad eran los Misterios e introducían la Religión de la Sabiduría en países extranjeros.

18 Literalmente “el que explica cosas sagradas ” el desvelador de la Ciencia Sagrada y Jefe de los iniciados.  Título perteneciente a los más elevados Adeptos en los templos de la Antigüedad e iniciadores de los Grandes Misterios finales. El Hierofante representaba al Demiurgo. Era el único expositor de las doctrinas y arcanos esotéricos. Estaba prohibido hasta pronunciar su nombre delante de un no iniciado.  Residía en Oriente y llevaba como símbolo de su autoridad un globo de oro colgado al cuello. Se le denominaba también Mistagogo. Ver Glosario Teosófico.

19 Pueblo de origen kurdo que habita en las montañas de Siujar, al N. de Mesopotamia, y que se halla esparcido por Kurdistán, Armenia y Cáucaso. Su particular religión es muy similar al Zoroastrismo siendo los elementos principales el Bien y el Mal en perpetua lucha. Enciclopedia Universal Ilustrada. Editorial Espasa –Calpe. Barcelona.

20 Significaba lo mismo que Adonis. Comúnmente traducido “Señor ”. Astronómicamente es el Sol.  Cuando en la lectura un hebreo llegaba al nombre de IHVH, llamado Jehovah hacía una pausa y los sustituía por Adonai (Adni). Ver Glosario Teosófico.

21 Es el poder del pensamiento, una de las Siete Fuerzas de la Naturaleza. Es la potencia creadora de los Siddhis (poderes)de los Yogis perfectos. Kriyâshakti es aquel misterioso y divino poder latente en la voluntad de cada hombre, que si no es avivado y desarrollado por la práctica del Yoga, sólo uno de cada millón de hombres consigue plasmarlo. Los Antiguos sostenían que una idea cualquiera se manifestará exteriormente si la atención (y la voluntad)de uno está profundamente concentrada en ella. Ibídem.

22 Se ordena en el Eclo. XXI , 30 , no maldecir a Satán, “so pena de perder la vida ”. ¿Por qué?Porque en sus permutaciones “el Dios Señor ”, Moisés y Satán, son uno sólo. El nombre que daban los judíos mientras estuvieron en Babilonia a su Dios exotérico, el sustituto del verdadero Dios de quien jamás hablaban, y acerca del cual nunca escribían, era el Mosheh asirio o Adar, el dios del Sol abrasador (el “Señor tu Dios, es una llama consumidora ”)y por consiguiente, Mosheh o Moisés, brillaba también. En Egipto, Typhon (Satán)el rojo se identificaba a la vez con el asno rojo Typhon, llamado Set o Seth (al que rendían culto los hititas), el cual era el mismo que El (el Dios de los asirios y semitas, o Jehovah), y con Moisés, el rojo,  también. Porque Moisés era de piel roja. Según el Zohar, B'sar d'Mosheh soomaq, es decir, la carne de Moisés era de color rojo oscuro, y las palabras se refieren al dicho: “La faz de Moisés era semejante a la faz del Sol ”. Estos eran los tres aspectos del Dios manifestado (el sustituto de Ain Soph, la Deidad infinita) o la Naturaleza en sus tres reinos principales: el Ígneo o el Solar, el Humano o Liquido, el Animal o Terrestre. Jamás existió un Mosheh o Moisés antes del cautiverio y de Esdras (que compiló el Pentateuco hacia el 450 a. C. )el profundo cabalista; y lo que es ahora Moisés, tenía otro nombre dos mil años antes.
¿Dónde están los rollos o documentos hebreos anteriores a esa época?Además, en las Hibbert lectures … del Dr. Sayce, hallamos una corroboración de esto. Adar es el “Dios de la Guerra ” asirio, , o el Señor de las Huestes, y el mismo que Moloch. El equivalente asirio de Mosheh (Moisés)es Masu, el “doble ” o el “gemelo ”; y Masu es el título de Adar, que también significa un “héroe ”. Nadie que lea con atención los discursos aludidos de Sayce, dejará de ver que Jehovah, Masu y Adar, con otros varios son permutaciones.

23 Grado superior de la casta sacerdotal de los Yezidis. Pueden celebrar las más elevadas ceremonias y casarse. Ver Enciclopedia Universal Ilustrada. Editorial Espasa –Calpe. Barcelona.

24 Gigantes, Titanes, y exotéricamente demonios, pero en realidad idénticos a ciertos Asuras , dioses intelectuales, adversarios de los inútiles dioses del ritualismo y enemigos de los Pújâ o sacrificios. Ver Glosario Teosófico .



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