WILLIAM Q. JUDGE
La doctrina de los Ciclos
es una de las más importantes de todo el sistema teosófico, aunque la menos
conocida, y de todas, a la que se alude con menos frecuencia. Por varios siglos
los investigadores occidentales han sospechado que los eventos suceden en forma
cíclica, y unos cuantos escritores en el campo de la literatura europea han
tratado este asunto, aunque todos lo han hecho de una forma incompleta. Esa
falta de cabalidad y escasez de conocimiento exacto se han debido a una falta de
creencia en las cosas espirituales y al deseo de reducir y adaptar todas las
cosas a la ciencia materialista. Tampoco pretendo dar a conocer la ley cíclica
en su totalidad, porque esta es una ley que los Maestros de Sabiduría no han
divulgado en todos sus detalles. Pero bastante ha sido ya divulgado y bastante
fue por largo tiempo conocido por los hombres de la antigüedad, como para
enriquecer considerablemente nuestro saber.
Un ciclo es un anillo,
círculo o revolución periódica, como lo indica la etimología de la palabra. En
el idioma Sánscrito, las palabras correspondientes son Yuga, Kalpa, Manvantara; pero
entre todas, Yuga es la que más se aproxima a la palabra
ciclo, por significar menor duración que las otras. El comienzo de un ciclo
debe por necesidad ser un instante, que añadido a otros instantes constituyen
un día, y éste sumado a los otros días, constituyen los meses, los años, las
décadas y los siglos. El Occidente no va más allá de este cómputo ordinario y
aunque reconoce el ciclo lunar y el gran ciclo sideral, sólo considera a ambos,
al igual que a los demás, como meros períodos de tiempo. Si los hemos de
considerar tan sólo como duración de tiempo, no habrá ninguna utilidad excepto
para el estudiante estéril o el astrónomo. Y en esta forma están los ciclos
considerados hoy día por los pensadores Europeos y Americanos, quienes
reconocen la existencia de los ciclos, pero consideran que éstos no ejercen
mayor influencia sobre la vida humana, y de hecho ninguna sobre la ocurrencia
de eventos o la reaparición en el escenario de la vida, de personas que una vez
vivieron sobre la tierra. La teoría teosófica es precisamente lo contrario,
como debe ser si ha de sustentarse la doctrina de la reencarnación, a la cual
se ha dado una gran importancia en páginas anteriores.
No solamente son llamados
los ciclos actuales sucesos físicos en lo que respecta al tiempo, sino que
tales ciclos y otros períodos afectan grandemente la vida humana y la evolución
del globo terrestre con todas las formas de vida que existen en éste.
Comenzando con el instante como punto de partida y prosiguiendo a través de un
día, esta teoría erige el ciclo en un amplio anillo que lo abarca todo dentro
de sus límites. Siendo el instante la base fundamental, la cuestión a ser
esclarecida respecto al gran ciclo es: Cuándo se inició el primer instante?
Esto no puede ser contestado, pero puede decirse que los antiguos teósofos
sostuvieron que la verdad es que en los primeros momentos de la solidificación
de este globo, la masa de materia envuelta en el proceso alcanzó un cierto
grado vibratorio que se mantendrá a través de toda variación en cualquier parte
de esa masa, hasta que llegue la hora de su disolución. Estos grados de
vibración son los que determinan las diversas clases de ciclos y, en oposición
a las ideas de la ciencia occidental, la doctrina enseña que el sistema solar y
el globo sobre el cual nos encontramos, llegarán a su final cuando la fuerza
que yace tras la masa de materia visible e invisible haya alcanzado su límite
de duración, de conformidad con la ley cíclica.
Aquí nuestra doctrina
difiere otra vez de la doctrina religiosa y de la científica. No admitimos que
la cesación de la fuerza se deba a la retirada de la protección de un Dios, ni
al súbito arrojo por él de alguna otra fuerza contra nuestro globo, sino que la
fuerza en juego, que es la determinante del gran ciclo, es la del hombre mismo
considerado como un ser espiritual; tan pronto como él termina su labor sobre
el globo, lo abandona y con él se retira la fuerza que sostiene el conjunto; el
resultado es la disolución por el fuego, por el agua o por cualquier otra forma
de catástrofe, siendo estos fenómenos simplemente efectos y no causas. Las
especulaciones científicas corrientes sobre este punto, son que la tierra puede
llegar a precipitarse y caer hacia el sol, o ser envuelta por éste, o que un
cometa de gran densidad podría destruir nuestro globo, o que podríamos entrar
en colisión con un planeta mayor, ya sea conocido o no. Por el momento, todas
estas posibilidades son inútiles.
Como la reencarnción es
la gran ley de la vida y del progreso, la misma se encuentra íntimamente
entrelazada con la ley de los ciclos y del karma. Estas tres leyes van juntas y
en la práctica es casi imposible desligar la ley de la reencarnación de la ley
cíclica. Los individuos y las naciones regresan al globo terrestre en
corrientes determinadas dentro de períodos cíclicos regulares, y traen con
ellos de regreso al globo las artes, la civilización y los mismísimos
personajes que antes vivieron y laboraron en él. Y como dentro de una nación y
de una raza las entidades están magnéticamente conectadas por hilos invisibles
y poderosos, grupos y masa considerables de tales unidades, en su lento pero
incontenible avance, vuelven a reunirse en diferentes épocas y emergen juntos
una y otra vez dentro de cada nueva raza y cada civilización, a medida que los
ciclos recorren sus establecidas rondas. Por lo tanto, las almas que erigieron
las más antiguas civilizaciones regresarán y traerán con ellas la vieja
civilización, en idea y en esencia, lo cual, añadido a lo que otros han llevado
a cabo para el desarrollo de la raza humana en su carácter y su conocimiento,
producirá un nivel de civilización aún más elevado. Este nuevo y más avanzado
desarrollo no será debido a la existencia de libros, crónicas, artes o
tecnología, ya que todo éso es destruído periódicamente en lo que a la
evidencia física concierne, sino al alma, eternamente reteniendo en Manas el conocimiento que una vez adquirió,
e impulsando siempre hacia un más completo desarrollo los principios y poderes
superiores; y así persistiendo, la esencia del progreso volverá a surgir otra
vez con la misma certeza que el sol brilla. Y a lo largo de esta ruta están los
puntos donde, para beneficio del hombre, los ciclos avatáricos menores y
mayores proyectan los grandes seres que de tiempo en tiempo van moldeando la
raza.
El Ciclo de Avatares
incluye varios ciclos menores. Los mayores son esos que marcaron la aparición
de Rama y de Krishna entre los hindúes, de Menes entre los Egipcios, de
Zoroastro entre los Persas y de Buda entre los hindúes y otras naciones de
Oriente. Buda es el último de los grandes Avatares y se encuentra en un ciclo
mayor que el de Jesús de los Judíos, pues las enseñanzas de este último son las
de Buda y están teñidas con las doctrinas que Buda había enseñado antes a los
instructores de Jesús. Otro gran Avatar está aún por manifestarse y
corresponderá a las naturalezas combinadas de Buda y Krishna. Krishna y Rama
pertenecían al orden militar, civil, religioso y oculto. Buda al orden ético,
religioso y místico, en lo cual fue seguido por Jesús; Mahoma fue un
intermediario menor para una porción de la raza y perteneció al orden civil,
militar y religioso. En estos ciclos podemos incluir personajes varios que han
tenido una gran influencia sobre las naciones, tales como el Rey Arturo,
Faraón, Moisés, Carlomagno, reencarnado en Napoleón Bonaparte; Clovis de
Francia, reencarnado en Federico III, emperador de Alemania; y también
Washington, primer Presidente de los Estados Unidos de América, país donde la
raíz de la nueva raza está en proceso de formación.
En la intersección de
grandes ciclos, siguen efectos dinámicos que alteran la superficie del planeta
como resultado de la inversión de los polos del globo u otras convulsiones.
Esta no es una teoría generalmente aceptada, pero nosotros sostenemos su
veracidad. El hombre es un gran dinamo que genera, acumula y proyecta energía,
y cuando las masas de hombres que forman una raza generan y distribuyen así la
energía, hay un efecto dinámico sobre la materia del globo, el cual será
suficientemente poderoso como para ser perceptible y cataclísmico. Que han
habido vastos y horrorosos disturbios en la estratificada corteza del globo, es
algo generalmente admitido por todas las disciplinas, y por lo tanto no
requiere mayores pruebas; estos disturbios han sido ocasionados por terremotos,
cataclismos y fenómenos glaciales en cuanto a la geología concierne; pero, en
cuanto a las formas animales, la ley cíclica señala que ciertas formas animales
ya extintas, así como ciertas formas humanas desconocidas, pero a veces
sospechadas, reaparecerán otra vez en su propio ciclo, y ciertos idiomas
humanos considerados ahora como lenguas muertas, se pondrán de nuevo en uso a
la hora cíclica señalada.
"El Ciclo Metónico
es el ciclo lunar. Este es un período que abarca unos diecinueve años,
terminado el cual, la luna nueva y la luna vuelven a caer en los mismos días
del mes".
"El Ciclo Solar es
un período de veintiocho años, pasado el cual las letras Dominicales regresan a
su lugar original y proceden en el orden anterior de acuerdo con el calendario
Juliano".
El gran año Sideral es el
período requerido por los puntos equinocciales para completar en su precesión
una revolución completa e la esfera celeste. Esta revolución consiste en unos
25,868 años solares. Se dice que el último año sideral terminó hace 9,868 años,
en cuyo momento debe haberse producido sobre la tierra una violenta convulsión,
o una serie de convulsiones, así como distribuciones de naciones. La
terminación de este gran período transporta a la tierra dentro de nuevos
espacios del cosmos, no tanto con respecto a su propia órbita, como respecto a
la progresión del sol en una órbita que le es propia y que no puede ser medida
por ningún observador de nuestra época, pero cuyo centro, en la estimación de
algunas personas, debe estar situado en una de las constelaciones.
Lo que afecta
señaladamente al hombre son los ciclos espirituales, psíquicos y morales, y de
éstos surgen los ciclos nacionales, raciales e individuales. Los ciclos
raciales y nacionales son ambos históricos. Los ciclos individuales son los de
la reencarnación, la sensación y las impresiones. La duración del ciclo de la reencarnación
individual para la generalidad de los seres humanos, es de un mil quinientos
años, y este cómputo, a su vez, nos da un gran ciclo histórico relacionado
íntimamente con el progreso de la civilización. Porque a medida que las masas
de Egos regresan del Devachán,
debe inferirse que las antiguas eras Romana y Griega, lo mismo que la Ariana y otras Eras
pasadas, reaparecerán, y ésto puede en alto grado ser claramente discernido.
Más al hombre también lo afectan los ciclos astronómicos, porque él es parte
integrante del todo y estos ciclos marcan los períodos en que la humanidad toda
ha de experimentar un cambio.
En los libros sagrados de
todas las naciones estos acontecimientos son con frecuencia mencionados, y se
encuentran en la Biblia
de los Cristianos, como, por ejemplo, en la historia de Jonás dentro del
vientre de la ballena. Tomado en sentido histórico ésto es un absurdo, pero no
si se considera como un ciclo astronómico. "Jonás" se encuentra entre
las constelaciones, y cuando el punto astronómico que representa al hombre
alcanza en el Zodíaco un punto que está directamente opuesto al vientre de la
constelación de Cetus o de la ballena, al otro lado del círculo, en lo que se
conoce como el proceso de oposición, entonces se dice que Jonás está en el
centro del pez y es "arrojado" al final del período, cuando ese punto
humano ha avanzado suficientemente en el Zodíaco como para no estar más en
oposición a la ballena.
De igual manera, a medida que ese mismo punto progresa
a través del Zodíaco, viene a estar en oposición con las diferentes
constelaciones con las que se va encontrando en exacta oposición, de siglo en
siglo, a lo largo de su curso. Durante estos movimientos progresivos, ocurren
cambios entre los hombres y sobre la tierra, que son exactamente indicados por
las constelaciones cuando aquéllos son descifrados de acuerdo con las reglas
correctas de la simbología.
No se pretende demostrar
que las conjunciones causan los efectos, sino que edades atrás los Maestros de
Sabiduría resolvieron todos los problemas con respecto al hombre y encontraron
en la bóveda celeste los medios de computar con exactitud las fechas en que los
eventos han de ocurrir, y entonces, grabando en las mentes de las viejas
naciones la simbología del Zodíaco, fueron capaces de preservar los anales y la
profecía. Así pues, de la misma manera que el relojero puede decir la hora
cuando las manecillas o la maquinaria del reloj alcanzan ciertos puntos
determinados, igualmente los Sabios pueden pronosticar la hora de los eventos por
el reloj Zodiacal. Desde luego, ésta no es la creencia de hoy en día, pero será
bien comprendida en los siglos venideros, y como las naciones de la tierra
tienen signos generalmente similares para el Zodíaco, y las crónicas de las
razas hace tiempo extintas muestran los mismos símbolos, no parece ser probable
que el espíritu vandálico del occidental siglo diecinueve sea capaz de borrar
esta valiosa herencia de nuestra evolución. En Egipto, el Zodíaco de Dendera
relata la misma narración que nos fue legada por la antigua civilización del
continente Americano, y todas ellas proceden de la misma fuente; representan la
obra de los Sabios, quienes se manifiestan al comienzo del gran ciclo humano
para darle al hombre, que comienza su fatigoso ascenso por la ruta del
desarrollo, esos grandes símbolos e ideas de carácter astronómico que
perdurarán a través de todos los ciclos.
En lo que toca a los
grandes cataclismos que ocurren al comienzo y final de los grandes ciclos, las
leyes principales que gobiernan los efectos son la de Karma y la de
Reencarnación, procediendo bajo la ley cíclica. Estas leyes no sólo gobiernan
al hombre, sino también a cada átomo de materia, y todo el conjunto de materia
está constantemente sufriendo transformaciones al mismo tiempo que el hombre.
Esta materia, por lo tanto, tiene que mostrar alteraciones correspondientes a
las que experimenta el Ego mismo o pensador. Sobre el plano físico, los efectos
son producidos por los fluídos eléctricos y de otros orígenes, actuando con los
gases sobre las substancias sólidas del globo. Al cambio de un gran ciclo, ésto
alcanza lo que pudiera llamarse un punto explosivo y causa convulsiones
violentas de las clases siguientes: a) Terremotos, b)Inundaciones, c)Incendios,
d)Fenómenos Glaciales.
Los terremotos pueden
producirse, de acuerdo con esta filosofía, por dos causas generales: Primero, por inmersión o
elevación bajo la corteza terrestre, debido al calor y al vapor; Segundo, cambios eléctricos y
magnéticos que afectan simultáneamente el agua y la tierra. Estos últimos
tienen el poder de hacer la tierra fluída instantáneamente sin licuarla,
causando así inmensos y violentos desplazamientos en grandes o pequeñas
oleadas. Este efecto es ahora observado algunas veces en distritos azotados por
terremotos, cuando causas eléctricas similares entran en acción en una escala
menor.
Las inundaciones de
carácter general son causadas por el desplazamiento de aguas resultante de un
hundimiento o elevación del terreno, y también por esos fenómenos en
combinación con cambios de naturaleza eléctrica que inducen una enorme descarga
de humedad. Esto último no es simplemente el resultado de nubes que se
descargan, sino una súbita transformación de enormes masas de fluidos y sólidos
en agua.
Los incendios universales
son el resultado de cambios eléctricos y magnéticos en la atmósfera, por medio
de los cuales la humedad es desalojada del aire que a la sazón se transforma en
un masa ardiente; y, en segundo lugar, por la expansión repentina del centro
magnético solar en siete centros similares, causando así el incendio del globo.
Los cataclismos glaciales
no provienen solamente de la alteración repentina de los polos, sino también de
descensos de temperatura, debido a la alteración de las cálidas corrientes
fluídas del mar y de las calientes corrientes magnéticas de la tierra; las
primeras son conocidas por la ciencia, las otras todavía no. Los estratos más
profundos de humedad en la tierra se congelan repentinamente y vastas regiones
se cubren de gruesas capas de hielo en una noche. Este fenómeno puede ocurrir
muy fácilmente en las Islas Británicas, si las corrientes cálidas del océano
son desviadas de sus costas.
Tanto los egipcios como
los griegos tenían sus propios sitemas cíclicos, que en nuestra opinión
derivaron de los Sabios de la
India. Los chinos fueron siempre una nación de astrónomos, y
han registrado observaciones que datan de las épocas remotas anteriores a la
era Cristiana, pero como pertenecen a una raza antigua que está llamada a
extinguirse (por extraña que esta aseveración pueda parecer) sus conclusiones
no resultarán válidas y correctas en lo que concierne a las razas arianas. Al
advenimiento de la era Cristiana, un denso palio de oscuridad veló las mentes
de los hombres de Occidente, y la
India por siglos hubo de permanecer aislada de manera que
pudieran preservarse estas grandes ideas durante la noche mental de Europa.
Este aislamiento fue llevado a cabo deliberadamente como una necesaria
precaución tomada por la
Gran Logia a la cual ya hice referencia en el Capítulo
Primero, porque sus Adeptos, conociendo perfectamente las leyes cíclicas,
deseaban preservar la filosofía para las generaciones futuras. Como sería tan
solo pedantería y especulación tratar de discutir los Saros y los Naros y otros
ciclos de los Egipcios, daré pues aquí los ciclos Brahmánicos, ya que éstos
concuerdan casi exactamente con los períodos correctos.
A un período o expresión
de manifestación universal se le da el nombre de Brahmanda, que significa una
vida completa de Brahma, y la vida de Brahma se compone de días con sus años,
los cuales siendo cósmicos, son de una duración inmensa. El día de Brahma, como
el del hombre, es de 24 horas y pico de duración; su año de 360 días y pico; el
número de sus años es 100.
Tomando en consideración
este globo - puesto que a nosotros no nos concierne ahora ningún otro - su
gobierno y su evolución prosiguen bajo la dirección de El Manú, nombre de cuya raíz
Sánscrita derivan Manas,
"mente" y Man, "hombre"; de este término surge el vocabloManvántara,
o "entre dos Manus".
El curso de la evolución está subdividido en cuatro Yugas por cada raza dentro de su propia
duración y ruta. Estos Yugas no afectan a la humanidad toda a un
mismo tiempo, en razón de que mientras unas razas están en uno de los Yugasotras están en un ciclo
diferente. El indio Piel-Roja, por ejemplo, se encuentra al final de su edad de
piedra, mientras que los Arios están en una fase enteramente diferente.
Los
citados cuatro Yugas son: Krita o Satya,
la edad de oro; Treta,
Dvapara, y Kali o edad de la oscuridad. Con respecto
al Occidente y a la India ,
la actual era es la del Kali
Yuga, especialmente con respecto al desarrollo moral y espiritual. El
primero de estos mientras que el actual Kali
Yuga es rápido, siendo su
curso acelerado precisamente como ciertos períodos astronómicos conocidos hoy
con relación a la Luna ,
pero aún no completamente comprendidos.
Los primeros 5,000 años
del Kali Yuga terminan entre los años de 1897 a 1898. Este Yuga comenzó alrededor de 3,102 años antes
de la era Cristiana, al momento del fallecimiento de Krishna. Como los años de
1897-1898 no están muy lejanos de nosotros, los científicos de hoy tendrán una
oportunidad de ver si la conclusión del ciclo de cinco mil años será precedida
o seguida de algunas convulsiones o grandes cambios políticos, científicos o
físicos, o bien de todos estos sucesos combinados. Cambios cíclicos están ahora
generándose a medida que de año en año las almas o Egos de previas
civilizaciones están encarnando en este período, en que la libertad de
pensamiento y de acción no están tan restringidos en Occidente como lo
estuvieron en el pasado por las religiones dogmáticas y el prejuicio y
fanatismo religioso. Nos encontramos actualmente en un ciclo de transición, en
que todo en filosofía, religión y sociedad, se encuentra en un proceso de
cambio. Durante un período de transición, las cifras exactas y las reglas
completas con respecto a los ciclos no se divulgan a una generación que exalta
el dinero por encima del más alto nivel de pensamiento y se mofa de la gran
perspectiva espiritual del hombre y de la naturaleza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario