miércoles, 26 de septiembre de 2018

MAGNETISMO MENTAL

                                                                                
Al considerar el poder del pensamiento, necesitamos previamente recordar el efecto psicológico de nuestra atmósfera mental sobre los demás, Quién se pone en contacto con nosotros recibe la influencia de nuestra actitud mental, cuya intensidad varía según sean nuestros pensamientos firmes y concentrados, o débiles y esparcidos. Si nuestra actitud es armoniosa o agresiva, inducirá calma o inquietud.
Hay como una química en las modalidades. Cuando se encuentra dos personas de modalidad diferente, se produce algo como una reacción química. Por ejemplo, si una persona en estado de emoción colérica se encuentra con otra timorata y nerviosa, ocurre una explosión. La persona nerviosa se siente dañada sin saber que su temor ha producido un estado propicio para el florecimiento de la cólera.
Igualmente, si nos aproximamos a alguien con una actitud de crítica, pronto encontramos que nuestros pensamientos de censura vuelven hacia nosotros con más fuerza de lo que desearíamos. Así, nosotros; con nuestra crítica nos hacemos agresores, aunque no hayamos pronunciado una palabra. Hemos creado la mala atmósfera en la que no pueden mantenerse las vibraciones más sutiles de la armonía.
Algunas personas padecen de lo que podría llamarse un "círculo vicioso" mental. Empiezan con un pensamiento de preocupación y giran a-su rededor como -el penado en el molino de escalones. Continúa y sigue la inquietud y la rueda de pensamiento gira y vuelve al mismo objeto. Si por algún tiempo se desprenden de esa preocupación, no tardan mucho en volver a su apesadumbrada, rueda, obligando a la mente a un trabajo arduo y a una innecesaria fricción a los nervios. Cuanto, más se apenan, tanto mayores molestias y trastornos pueden aparecer, los que aumentan a su vez las preocupaciones y congojas.
Es la naturaleza maligna de los pensamientos y su impetuosidad la que ha creado un campo magnético favorable al florecimiento de la ansiedad. Únicamente restringiendo esa tendencia y elevando los pensamientos a un plano superior de vibraciones, pensando en concepciones de optimismo y valentía, que como el rayo de sol iluminan el pensamiento, es como podemos remover ese estado de la mente. Algunas personas están tan impregnadas con sus pesares que ni siquiera admiten que su estado mental pueda curar. La mayoría de nosotros estamos convencidos que el control del pensamiento, la concentración y la meditación sobre temas agradables y edificantes son de gran valor; aunque en los intervalos de estos esfuerzos, el pensamiento vuelva a las rutas que han creado una barrera para la expresión de lo mejor de nuestro ser.
Conviene elegir alguna idea relevante, el verso de un himno o poema, y dirigir hacia él nuestro pensamiento varias veces al día. Esto enderezará la mente hacia una vibración diferente, un nuevo rango de onda, y con perseverancia se llegará a obtener un inmenso beneficio para el carácter. Más aun, pueden ser adquiridas virtudes para nuestro carácter, meditando todas las mañanas .durante cinco minutos sobre la virtud deseada, y volviendo frecuentemente sobre ese pensamiento durante el día.
Aunque la mayor importancia de nuestra fuerza de pensamiento es para nosotros mismos, conviene recordar siempre que constituye un elemento saludable o perturbador para la comunidad en la que vivimos. Nuestra aura magnética, la atmósfera personal que todos llevamos influye en la gente que nos rodea y provoca reacciones; y todo pensamiento nuevo que producimos la altera y modifica nuevamente. El temor aporta de nosotros todo lo que podemos desear; es algo como una vía de agua, un desperdicio de poder. El valor da vida al aura; el amor y la serenidad, la embellece. La admiración y la aspiración, a estados superiores de conciencia en el mundo mental.
Nunca hemos de caer en el error de creer que el pensamiento de una persona común, es menospreciable, pues con los pensamientos reunidos del mundo se hacen las guerras, las revoluciones y los tumultos. Los pensamientos negativos constituyen la mecha que prende con las chispas incendiarias de las ideas de los perturbadores. Antes de que podamos tener un mundo perfectamente gobernado, tendremos que influir para que la mayoría de los individuos puedan gobernar con perfección su propiamente. Todos tenemos parte de responsabilidad en este asunto.
Podemos acordar nuestro vehículo mental al tipo de pensamiento que deseamos, a un ritmo de vulgaridad o de idealismo. Mas hemos de procurar en conservar inalterado nuestro propio ritmo mental, libre de influencia a las olas de contienda que nos llegan con demasiada frecuencia. Para ello tenemos que esforzarnos en afinar nuestro mental al tono de la música interna que existe y vibra en nosotros, con lo cual lograremos establecer un ritmo de gozo y armonía.
Este poder de elevarnos espiritualmente nos abrirá la puerta de la comprensión, y nos permitirá penetrar en el reino de la felicidad; y en la luz de esa dicha de poder encontrar amor y compasión para todas las manifestaciones de vida que nos rodean, a la vez que darnos cuenta de la belleza y el misterio en el corazón de las cosas.
 M. R. Walker


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