(La interesante carta siguiente fue escrita
por nuestra gran Maestra a un miembro. Ella participa una valiosa
lección).
O no puedo haceros ningún bien, si vos mismo no podéis-acomodaros en la
atmósfera de la Teosofía, o más bien sin sentís que aún no están Ellos a
vuestro alrededor. Existe una concatenación ininterrumpida de causas y efectos
en la vida de todo teósofo, si no de cada, miembro de la Sociedad.
Nadie parece aún sospechar la verdadera naturaleza
real de nuestra Sociedad, que no puede
perecer. El Cuerpo Madre, dondequiera que tenga su asiento, es quien
alimenta y nutre las sociedades del siglo veinte. Menciono la ley (de causa y
efecto) en la vida de todos los teósofos que estén seriamente muertos. Ninguno
de vosotros nunca ha pensado observar, estudiar y aprovechar así las lecciones
contenidas en ella, la tela de vida tejida alrededor de cada uno de vosotros, aunque sea intangible, no obstante
ser un tejido plenamente visible (para aquellos que ven su obra) en ese libro
siempre abierto, sagrado en la mística luz que os rodea, que vosotros podéis
vislumbrar, aún cuando no se posean poderes clarividentes.
¿Por qué nunca habéis seguido (aún ayudado
por vuestros poderes razonadores y por el intelecto físico, dejando solo el
espiritual) esas diarias impresiones en la vida de cada uno de vosotros, esos
fútiles acontecimientos de que está compuesta la vida? Porque no podéis obtener
ninguna prueba mejor de la siempre invisible Presencia entre vosotros. Yo digo
que habéis obtenido contacto con el Maestro,
y que antes de poder esperar seguir adelante debéis realizar lo que habéis
conseguido. Yo sé que el Maestro: (sin interferir con karma) ha precipitado
y, en
otros casos, retardado
algunos eventos y contingencias en las vidas de todos vosotros que
sois sinceros y diligentes. No habéis
puesto atención a esas casualidades y
pequeños hechos, cuya sola
ejecución os habría revelado una mano guiadora. La primer
regla de la vida diaria de un estudiante de ocultismo es, la de nunca descuidar
su atención de la más mínima circunstancia que pueda suceder, en su vida o en las de los
.estudiantes que le
acompañan; registrarlas y
ponerlas en orden en esos registros, sea que
estén o no conectadas
con vuestras búsquedas espirituales, y luego unirlas comparándolas con los registros
de otros y así extraer de ellas su sentido interno. Esto es lo que tenéis que
hacer por lo menos una vez por semana. Es de estos totales que hallaréis el
sendero de la búsqueda.
Es el fenómeno de transmisión
de pensamiento y adivinación del mismo
aplicado a los hechos de la vida.
Porque una vez comparados y recopilados, esos
hechos (los más triviales son a veces los más iluminativos) os revelarán
perceptiblemente el curso que debéis seguir. Trabajando para si mismo ningún
hombre puede alcanzarlo. Donde trabajéis en común es comparativamente fácil.
Ello concentra la atención sobre las
leyes que gobiernan, los más simples hechos de la vida, cuyos hechos son
guiados por el invisible Gurú, el Maestro bajo cuya guía está la Sociedad
Teosófica. Llama la atención sobre las cosas que solo interfieren con el
entrenamiento mental; agudiza y desarrolla la intuición, y os hace gradualmente
sensitivo a los más pequeños cambios en la influencia espiritual del Gurú. Una
vez que un activo estudiante ingrese en la S. T., no existen más circunstancias
sin significado ni triviales en su vida, porque cada uno es un eslabón
expresamente colocado en la cadena de los hechos que lo conducen a las Puertas
de Oro. Cada paso, cada persona que encuentra, cada palabra que pronuncia,
puede ser una palabra colocada de expreso en la sentencia diaria con el
propósito de dar cierta importancia al capítulo que pertenece, y ese u otro
significado kármico al volumen de la vida.
Así pues, a pesar de la clara confesión de
fe, el público en general se mofa todavía de la Sociedad Teosófica; y nosotros
seguimos aún desnaturalizándola, tal como antes, siendo tan seguro como el
axioma que nos enseña que este nuestro mundo es el enemigo natural de toda
nueva verdad, que altere sus ideas previas, por más que se haya probado que son
erróneas. En tanto exista la Sociedad, tendrá su partido espiritual, por
consiguiente —sus testaferros y mártires. Pero la Sociedad Teosófica puede
soportar su tiempo y esperar. Ninguna burla puede ofenderla, y la verdad debe prevalecer
al fin. En la civilizada duda de Boston, en
1835, Wm. Lloyd Garrison fue arrastrado por la multitud, con una cuerda
alrededor del cuello, por las calles de la gran ciudad; y, menos
de treinta años después de tal hecho,
fue proclamado como uno de los benefactores de ese libre país que había, finalmente,
abolido la esclavitud.
Así
como Lloyd Garrison luchó contra la
esclavitud física, principalmente sostenida por el clericalismo, de
igual manera la Sociedad Teosófica lucha contra la esclavitud mental, defendida
solo por el mismo sacerdocio
de cualquier religión. Temis en su representación de
justicia humana puede
aparecer con los ojos vendados; y la sátira más ciega y cruel
aún que la misma Temis —mata algunas veces. Sin embargo, aún en su ceguera discrimina y
se ve forzada
a hacer justicia, aunque tardía. En el famoso "Venta
de los Filósofos" de
Lucían, donde todas las celebridades griegas son vendidas en subasta, el
grande y puro Pitágoras es presentado empujando al cínico Diógenes en sus
harapos e inmundicias. Sin embargo
mientras el Sabio Samiano trae
10 monedas de oro, el cínico ateniense es golpeado solo por dos óbolos.
La Sociedad Teosófica
difícilmente puede ser juzgada y apreciada durante la presente generación; solo es en el futuro que puede esperarse — buenos pastores (1).
H. P.
B.
(1)
De los Archivos de Adyar: Aparentemente inédito. Tal
vez algún lector
de The Theosophist pueda
ubicarlo
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