domingo, 28 de octubre de 2018

CARTA INÉDITA DE H.P.B.



Sophia, Noviembre 1910 

La interesante carta que sigue fue escrita por nuestro gran Maestro a un miembro de la Sociedad Teosófica ya fallecido. Contiene una valiosa lección. «Yo no puedo ayudaron si no os cuidáis de colocaros en la atmósfera de la Teosofía, o mejor dicho, si no lográis sentir que Ellos están a vuestro lado. 
Existe una ininterrumpida concatenación de causas y efectos en la vida de cada Teosofista, y aun en la de cada uno de los miembros de nuestra Sociedad. »Ninguno parece sospechar la verdadera naturaleza de nuestra Sociedad, la cual no puede morir. 

La Corporación Madre, donde quiera que se manifieste, es el semillero y alimento de las Sociedades del siglo XX. Hablo de la ley (de causa y efecto) en la vida de cada Teosofista, cuyo celo es apoyado. Ninguno de vosotros ha pensado en vigilar, estudiando y aprovechando así las lecciones que se le presentan, la tela que la vida va tejiendo alrededor de cada uno, aunque en ese tejido intangible, pero siempre claramente apreciable para quienes quieran ver su contextura, en ese libro siempre abierto, consagrado por la mística luz que os rodea, podéis aprender siempre, aun quienes no posean poderes clarividentes. »Por qué no habéis seguido atentamente (ayudados por vuestro poder de raciocinio e intelecto físico, dejando aparte lo espiritual), aquellos diarios registros de la vida de cada uno, aquellos insignificantes acontecimientos que forman cada vida? 

No podéis procuraros una prueba mejor de la siempre invisible Presencia que os asiste. Os digo que habéis alcanzado contacto con el Maestro, y que antes que podáis esperar ir más adelante, es preciso que os deis cuenta de lo que tenéis. Yo sé que el Maestro (sin inmiscuirse en el Karma), ha precipitado y en otros casos retardado algunos acontecimientos y contingencias en las vidas de todos aquellos de vosotros que sois celosos y sinceros. Si os hubierais fijado en esas casualidades y pequeños sucesos, su solo enlace pudiera haberos revelado una mano directora. Es el primer precepto en la vida diaria de un estudiante de Ocultismo, no apartar la atención de las más pequeñas circunstancias que puedan concurrir en sí mismo o en las vidas de sus allegados estudiantes; registrar y ordenar esas observaciones, estén o no relacionadas con sus objetos espirituales, y reunirlas todas para compararlas con los registros de los otros y así extraer de ellos su interno significado. Debéis hacer esto al menos una vez por semana. 

De esos resúmenes deduciréis la dirección que debéis tomar. Se trata del fenómeno de transferencia de pensamiento y de intuición aplicado a los acontecimientos de la vida. »Una vez comparados y totalizados esos acontecimientos (los más triviales son con frecuencia los más luminosos), pueden revelaros perceptiblemente el camino a seguir. Trabajando solo, nadie puede lograrlo fácilmente. Si trabajáis en común es relativamente fácil alcanzarlo. Así concentráis la atención sobre las leyes que rigen a los más sencillos acontecimientos de la vida, sin perder de vista que éstos son dirigidos por e] invisible Gurú, el Maestro bajo cuya dirección está la Sociedad Teosófica. Este ejercicio aparta la atención de las cosas extrañas que pudieran mezclarse en el progreso mental; aguza y desenvuelve la intuición, y os hace gradualmente sensitivos para los más pequeños cambios en la influencia espiritual del Gurú. (Cuando un estudiante celoso ingresa en la S.T., no existen ya en su vida circunstancias insignificantes o triviales, porque cada una es un lazo intencionadamente colocado en la cadena de hechos que han de conducirle a la Puerta de Oro. Cada paso, cada persona con quien entre en relación, cada palabra pronunciada, puede ser una palabra intencionadamente puesta en la sentencia del día, con la idea de dar cierta importancia al capítulo a que pertenece, y determinado sentido kármico al volumen de la vida.» 

Traducido de The Adyar Bulletin, por J.G.R.

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