a) ¿Creación o
emanación?
b) De la infinitud,
de la eternidad y del origen del mundo.
c) Los días de la
Creación.
d) Los cuatro
grados de condensación de la materia.
¿Es el mundo algo que sale de la nada por un acto de la
libre voluntad de Dios, o es algo que se realiza en la substancia del propio
ser divino? Es decir: ¿El mundo es algo distinto de Dios (hipótesis creadora)
o es Dios mismo manifestándose (hipótesis emanadora)? ¿Debemos ser
creacionistas o panteístas?
¡He aquí el magno problema que dividió a la filosofía
pagana y a la cristiana!
Si el mundo (o Universo) es creación de Dios, tiene que
haber sido hecho por medio de los tres momentos esenciales de toda creación:
1° Voluntad creadora (porque, causa o principio);
2 Idea creadora (modo, forma
o noumeno);
3° Actividad creadora (acto 0 fenómeno); en los cuales el Ser
creador se nos manifiesta trino.
No hay duda para nosotros de que, la
existencia del Universo tiene su principio ideal o teorético en la propia
esencia del Ser divino.
Pero ¿en qué substancia se va a plasmar en formas
tangibles el movimiento creador? o, dicho de otro modo, ¿es la materia (o matriz)
de que están hechos los mundos, algo distinto de Dios?
Si la materia es algo distinto de Dios, hay que admitir
que ha sido creada previamente por Él o que es É1 mismo en otro estado. Esto
nos impone un dualismo, una necesidad de admitir un desdoblamiento previo o
anterior al acto de creación. "En el principio creó Dios el Cielo y• la
Tierra"` dice el Génesis, expresando la manifestación dual originaria.
¿Puede concebirse que Dios sea capaz de sacar de la nada,
algo que substancialmente sea distinto de Él mismo? San Juan nos aclara en su
Evangelio: "El Verbo.> era con Dios y el Verbo (idea creadora) era
Dios". No nada ajeno a Dios.
Es difícil explicarse la existencia de la Materia
primordial sin admitir que procede de la misma substancia de Dios[1].
La existencia del Universo material parece requerir la previa emanación o desdoblamiento
del Ser divino en una especie de condensación ectoplásmica.
Y si esto fuese
así, el Universo resultaría emanación en cuanto a substancia y creación en
cuanto a la forma. Hipótesis que tiene la ventaja de concordar los dos
pensamientos filosóficos, ya que en este abstruso problema no hay más ni menos
razones para que sea de un modo o de otra, aparte el respeto que cada tendencia
quiera guardar a su respectiva revelación[2].
Emanación y creación serian pues los das momentos de la
manifestación. Así, en realidad, en el acto creador el Ser Uno se manifiesta
originariamente como Padre-Madre: Es decir, los aspectos masculino y femenino
de la creación cósmica: Espíritu o soplo generador en aspecto trino
(Parabráhman de la Doctrina Secreta oriental) y matriz materia o madre
(Múlaprakriti de la doctrina citada) donde las formas se hacen.
Admitidas así las cosas; ya no tiene dificultad
explicarse los momentos subsiguientes del proceso creador: El Padre (primer aspecto
de Dios) es la esencia (consciencia y voluntad de existencia) de los seres
creados; la Madre es la substancia en la cual y de la cual se forman (materia);
el Espíritu Santo es el soplo o hálito creador (Fohat de la Doctrina secreta
oriental) que hace surgir las formas en la materia proyectando la esencia en la
substancia por un acto de voluntad consciente y dándoles así la vida o ánima;
es decir animándolas o dándolas alma. Y, en fin, el Hijo es la forma viviente,
que seria cascarón vacío sin la vida infundida por "el soplo de Dios en
sus narices", según la expresión bíblica.
Es decir que, según la sentencia cristiana, "Dios
está en todo por esencia, presencia y potencia"; que equivale a decir, por
voluntad, acto y forma, o la que es lo mismo, en espíritu, substancia y
vida...
Mas deducimos, no por especulación filosófica sino por
observación universal que, el Padre creador y trino, se manifiesta en siete
modos de energía creadora (los siete ángeles ante el trono de Dios del
cristianismo), logos, arcángeles o entidades creadoras que realizan cada uno de
los siete simbólicos días o aspectos de la creación, en la forma y manera que
poco más adelante veremos.
b) DE LA INFINITUD, DE LA ETERNIDAD Y DEL
ORIGEN DEL MUNDO
Para aclaración del anterior problema
y como motivos de meditación que pueden servir de base para futuras
especulaciones, debemos tomar en consideración las opiniones de algunos
eminentes teólogos.
Santo Tomás ("Suma teológica") rechaza la
extensión como la multitud infinita; es decir limita a número y medida todos
los seres manifestados Cardenal Toledo (jesuita), Ocam, Gregorio, Avicena,
Algacél, Vázquez, Ulloa, Benedictis y hasta el mismo Balmes que solo rechaza el
infinito en cuanto a la coexistencia de estados incompatibles en unos mismos
seres.
Santo Tomás también (como Averroes), sostiene la posibilidad
de un mundo ab aeterno, haciendo notar que solamente por la revelación podemos
saber que no haya existido siempre nuestro mundo. (Su portentosa tendencia y
capacidad racionalista le impulsa a salirse del dogma revelado). Otros
teólogos, por el contrario, repugnan la idea de la producción ab aeterno de
criatura alguna, por que tendríamos también que admitir la posibilidad del
número infinito. Suárez sigue una opinión media, defendiendo la posibilidad de
un mundo eterno en cuanto a la substancia; con lo cual viene a apoyar en cierto
modo la opinión expuesta por nosotros[3].
Dice por su parte el padre Mendive: "'Una acción
productora de Dios ha sido en último resultado una verdadera creación. Digo en
Último resultado, por que no es mi intento examinar aquí si el mundo material
con el orden admirable que ahora conserva, ha salido inmediatamente de las
manos del Creador, a solamente 1a materia caótica sujeta a las' leyes que la
marcó su infinita sabiduría, y de las cuales, andando el tiempo, haya resultado
más tarde el presente orden de cosas. Decimos solamente que la materia de que
consta el mundo, así como también todas las substancias espirituales que en él
existen, han sido producidas por Dios de la nada".
Más, aclara Santo Tomás (p., q. 45, a. 1 ad 3):
"Cuando se dice que una cosa es hecha (le la nada, esta preposición DE no
designa la causa material, o sea la materia que entra en la constitución de
la cosa creada". Que apoya la siguiente idea de San Agustín (Opus imperf.
cont. Julian., lib. V, n. 42): "Cuando afirmamos que Dios ha creado el
mundo de la nada, lo que únicamente intentamos es separar la esencia de Dios
de la esencia de las criaturas".
"Lo único que requiere el principio creante, es que
no haya repugnancia intrínseca por parte del sujeto en ser producido, y que
haya mente creadora que conciba primero con su fuerza intelectual la idea de
ese mismo objeto, para que la voluntad pueda decir: Quiero que exista".
"Lo cual no indica dependencia alguna del Creador con respecto a la cosa
criada; pero si la posibilidad de que esta sea llamada a la existencia.
Posibilidad que tiene su fundamento en la misma esencia divina. Así Dios no
hace ex nihilo (de la nada) las cosas, sino de su potencia objetiva y del arte
divino que se las representa como factibles. Es decir, todo ser tiene su causa
en la idea ejemplar que Dios como artífice inteligente, debe formarse primero
de la obra para poderla llamar a la existencia. Más aunque la esencia divina
sea fundamento de la posibilidad de las cosas, y su imitabilidad ad extra sea
condición esencial para que la Omnipotencia las pueda producir; no se puede
decir, sin embargo, que Dios hace las cosas de su propia esencia o de su misma
omnipotencia; por que ni la esencia ni la omnipotencia entran como constitutivos
del ser creada, sino solamente como requisitos o como causas eficientes del
mismo" (Mendive).
Vése por consecuencia que, la teología católica, como en
gran parte la musulmana, considera que "Dios no se halla en el mundo sino
fuera de él", siendo así "una Causa trascendente y no inmanente",
par que un Dios inmanente como quiere el panteísmo, que hubiese emanado el
mundo", sería autor de todo cuanto de bueno y de malo hacen los
hombres", cosa que negaría la libertad de albedrío, encerrando la existencia
en un determinismo natural, al cual ya nos hemos referido, y hemos de volver a
referirnos en el capítulo VIII.
Por consiguiente, el mundo, según la filosofía cristiana,
es contingente par que no tiene en sí mismo la razón de su existencia, mientras
que Dios es necesario por que no está causado por ningún otro ser.
Claro es que; todas estas afirmaciones teológicas, no
resuelven el problema en cuyo fondo radica la discrepancia entre el panteísmo y
el cristianismo. Si Nos saca el mundo de la nada (es decir de la no
existencia), pero todo se crea por su potencia objetiva, es claro que, el
origen de la materia caótica primordial está en Él, y las formas proceden de
Él. Muy cierta que, el autor de una obra se halla fuera de la obra, pero
también es muy verdadero que en toda obra hay algo del autor. Por esto dijo
Santo Tomás que "todos participamos de la esencia de Dios", puesto
que la esencia de toda obra está en el autor, que es su causa. De aquí que,
esta aparente contradicción en las alturas de la teología, no tenga más
solución que la fórmula teosófica expuesta por nosotros y atisbada por Suárez,
de que el Universo es emanación en cuanto a substancia y creación en cuanto a
forma. La cual pone de acuerdo, por la virtud sincrética del método analógico,
a la antigua concepción pagana con la más moderna cristiana.
c) LOS DÍAS DE LA CREACIÓN
La comisión bíblica en 30 de junio de 1909 decretó que el
relato mosaico de la Creación es una narración histórico-popular pero no un
relato simbólico. Los teólogos no tratan de buscar el rigor científico ni el
estricto orden cronológico en el relato de Moisés. Santo Tomás dice:
"Sobre el origen del inundo hay algo que pertenece a la substancia de la
fe; y es que el mundo comenzó por creación...... Las cuestiones relativas a la
manera y al orden de la creación, no pertenecen a la fe si no es per accidens
en cuanto se habla de ellas en la Escritura. Y sobre ellas, salva la verdad de
la Escritura, expusieron los santos diversas soluciones".
A pesar del amplio margen que los teólogos dejan para la
interpretación del relato mosaico sobre la creación del Universo, cabe
suponer que Moisés estuvo más cerca de la verdad que lo que muchos pudieran
creer.
Comienza con la exposición de conceptos abstractos y
universales (lo espiritual y lo material, la materia informe, etc.) para entrar
después en hechos relativos a nuestro planeta (creación de los mares, plantas,
aves, peces, animales, etc.).
Distribuye la obra de la creación en siete días o
períodos, de las cuales dice San Agustín: "De que condición sean estos
días, nos es sumamente difícil y aún imposible el pensarlo, ¿cuánto más el
explicarlo?" A pesar de estas modestas palabras, es difícil superar la
interpretación agustiniana de dicho texto.
Es evidente que el relato de la Biblia presupone un
geocentrismo como si el Universo todo estuviera subordinado a la importancia
central de la Tierra. Aunque esto es justificable si pensamos que no se podía
exigir, en la época en que fue redactado el texto, que se supiera que las
estrellas son soles a veces mayores que el nuestro, y que el firmamento sigue
siendo firmamento observado desde cualquier astro de cualquier sistema o
nebulosa. Geocentrismo también justificable por la observación del giro
aparente de toda la bóveda celeste y de los astros de nuestro sistema, incluso
el Sol, alrededor de la Tierra.
A pesar de todo esto, hay un paralelismo cierto, entre
las conclusiones del relato y las de la ciencia y fa geología contemporáneas:
Aparición de la nebulosa inicial (caos); formación de la Tierra y demás
astros; del fuego, el agita y el aire; finalmente de las criaturas que habitan
los elementos, terminando por el hombre- Tal es el resumen de aquellas fases o
épocas nebular, ígnea, azoica o de condensación, paleozoica, mesozoica,
cenozoica y neozoica, de los cosmólogos actuales.
Cada uno de los días de la creación, es en realidad una
dilatadísima época cósmica o geológica en la que Moisés considera una tarde
(hhereb) y una mañana (boker) diciendo: "Vayehi hhereb, vayehí
boker", sea: "Y fue tarde y
fue mañana" . . . que equivale a una oscuridad y una claridad (un período
de imperfección y otro de perfección subsiguiente).
Analicemos las palabras del Génesis.
I. "En el principio creó Dios el cielo y la
tierra". Es decir, lo espiritual y lo material.[4].
II. "Y la tierra estaba desordenada y vacía''. Es
decir, la materia estaba sin forma (caos); la substancia primordial o nebular
era homogénea en sus elementos indivisibles (átomos),
III. "Y las tinieblas reinaban sobre la haz del
abismo". O lo que es lo mismo, no había surgido aún la primitiva luz"
(vibración o movimiento primordial) que había de dar la vida y la forma a la
materia.
IV. "Y el Espíritu de Dios flotaba sobre las
aguas". En cuya frase no hay más remedio que hacer una exégesis de
interpretación, Por que si en cuanto al "Espíritu de Dios" no puede
cabernos la menor duda, si cabe en cuanto al significado de las
"aguas" si olvidamos que en simbología arcaica, el agua quería
expresar la matriz de toda vida, por tanto la materia primordial homogénea, en
la cual se considera implícito el concepto de maternidad (o naturaleza
generatriz), como claramente lo indica la raíz mater, común a madre, matriz y
materia.
V. "Y dijo Dios: Hágase la Luz. Y la Luz ce
hizo. Y fue la tarde y la mañana del día Primero". Claro que no la luz
física del sol ni de astro alguno, puesto que no fueron creados hasta el
"día cuarto". Si no aquella "luz" invisible por
ultraluminosa, que da origen a todas las "vibraciones del éter" que
a su vez dan el movimiento, la vida y la forma (cosmos) a la materia. Aquel "fiat" ó "fohat"
creador que es un movimiento espiritual, impulso de vida y voluntad de
existencia que rompió la frialdad de las "tinieblas" existentes
entre el "cielo" y la "tierra". Movimiento impulsor e
informador, en una palabra, origen de toda fuerza y energía.
VI. "Haya un firmamento. Sepárense las aguas de las
aguas". Este firmamento en el que faltaban el sol, la luna y las
estrellas, no podía referirse, indudablemente, a la esfera celeste a conjunto
de astros y sistemas, puesto que éstos fueron creados el cuarto día; si no que
se refería al "espacio vacío" o extensión, literalmente expresado
por Moisés con la palabra hebrea rakiah, y que se corresponde con el koilon
griego y el coelum latino. No es por tanto el estereoma que dice la traducción
de los Setenta, ni el firmamentum que San Jerónimo expuso en la Vulgata.
Algunos lo refieren a la atmósfera o aire. Otros creen que el firmamento alude
a la mente-formadora por la que Dios imaginó las formas de los seres: El
conjunto de "constelaciones" de los pensamientos del Creador; quizás
el "cielo intelectual" a que se refería San Agustín.
El separar las aguas de las aguas, se refiere a los
distintos grados de condensación de la materia, formando átomos, moléculas,
substancias y cuerpos químicos.
Con esto quedó terminado el día segundo.
VII. En el tercer día, según los versículos genesiacos,
creó Dios los elementos: el agua y la tierra. Y después las plantas.
En el cuarto día creó el sol, la luna y las estrellas. Es
decir, los astros que habían de servir de soporte a las formas de vida.
En el quinto día fueron creados los peces, las aves y los
reptiles.
En el sexto día creó Dios los demás animales terrestres y
por fin el hombre.
Y en el día séptimo, dice el Génesis, "Dios
reposó". Lo que hay que interpretar como la cesación de crear elementos y
formas nuevas. El día séptimo está ausente de todo acto creador y lleno de la
evolución de lo creado. Estarnos pues en él[5].
En el relato de las
primeras etapas de la Creación, que preceden a los citados días o épocas, se
revelan tres momentos que, inevitablemente, hay que referir al aspecto trino
de la manifestación divina: Dios creador, Materia creada y Fuerza animadora; o
sea el Theos, Caos
y Cosmos de los griegos. Conceptos
que expresados en términos asequibles para todos, dirían lo siguiente:
I.
Dios creó lo espiritual y lo material. Esto último desordenado e informe.
II. Dios lo insufló el movimiento animador y ordenador.
III. Así surgió el Universo.
O lo que es lo mismo: Generación. Ordenación y Plasmación
Tres tiempos del acto creador en que Dios se manifiesta
como Padre y causa de todas las cosas; como Hijo, Verbo, Palabra o Logos, Idea
o Forma de lo creada; y, en fin, como Espíritu Ordenador por impulso de amor y
voluntad según se dijo.
El siguiente cuadro resume en un golpe de vista todo lo
que llevamos dicho.
La interpretación rígidamente literal del mentado y
comentado relato mosaico de la Creación, fue causa del famoso proceso contra
Galileo por los tribunales de la Inquisición, y que la iglesia ha tratado de
defender con las siguientes palabras:
"Cuando la Congregación del Santa Oficio exigió de
Galileo la retractación de sus afirmaciones sobre el movimiento de la Tierra,
entonces esta doctrina distaba mucho de la evidencia, no era más que probable;
y así el tribunal, aunque falible, estaba en su derecho al demandar al reo la
retractación dicha; y éste a su vez no teniendo evidencia de que el Tribunal se
equivocaba en su juicio, estaba obligado a adherirse a él en cuanto con su
buena voluntad pudiese. Y por aquí se verá también la prudencia con que procedieron
uno y otro tribunal en esta causa, por más que entrambos se hubieron
equivocado; por que juzgaron según la ciencia que se tenía entonces".
(Mendive).
Si fuera por el gusto de las instituciones dogmáticas
(científicas o religiosas), ningún innovador tendría razón y, por consecuencia.,
se haría imposible el progreso de la ciencia y la marcha del pensamiento hacia
la verdad[6].
En el proceso contra Galileo se acumuló ligereza sobre
ligereza sin que haya disculpa que las pueda justificar. Si puede asegurarse
hay día que los tribunales de la Inquisición se equivocaron, esto no justifica
el dogmatismo cerrado con que negaron la razón a Galileo. Más ligero es todavía
suponer que Galileo no estaba seguro de sus afirmaciones; cuando precisamente
nos consta que al salir del juicio, dijo firmemente convencido: "Y sin
embargo, se mueve".
Hoy día está demostrado que la Tierra se mueve como decía
Galileo, y que la sagrada Escritura mosaica estaba equivocada en este punto. Un
motivo más para ponernos en guardia contra los intérpretes de la revelación
¡al fin hombres falibles!
Como consecuencia de la enseñanza de Galileo, la
Congregación del Índice tuvo que levantar la prohibición hecha en 1616, de
interpretar metafóricamente la Escritura y de leer los libros en que se defendía la doctrina de Copérnico. Y
desde entonces todos los cristianos fueran libres de leer y escribir sobre esta
materia cuanto se les antojase.
Véase la razón que nos asiste para tornarnos la libertad
de interpretar las verdades reveladas, de acuerdo con los progresos de la
Ciencia. Por que la Ciencia es, asimismo, una revelación hecha por el camino
del entendimiento y muchas veces también por el de la intuición.
d) LOS CUATRO GRADOS DE CONDENSACION DE LA
MATERIA
Como colofón de nuestro comentario al relato de la
Creación del Mundo, y con objeto de aclarar de un modo científico, la génesis
de los elementos, las substancias y las formas, exponemos el tema de la
condensación material, que nos llevará, como consecuencia lógica al capítulo
siguiente.
Llámase con-densa-ción la acción de reunir en forma densa
(apretar). Y es denso todo aquello que opone resistencia, por manifestarse en
ello fuerzas de atracción o tensivas [7].
La condensación hemos de considerarla bajo tres puntos de
vista: físico, químico y orgánico, que corresponden a tres realidades
naturales.
1º Condensación física. Comprende, en el orden natural de causación, los siguientes grados:
a) Estado radiante etéreo o dístensivo. b) Estado gaseoso o expansivo. c)
Estado líquido o protensivo; y d) Estado sólido o extensivo. De ellos,
solamente el primero carece de tensión extrínseca, por lo que le llamamos
distensivo y es prácticamente invisible e intangible. El segundo (b) es casi
intangible y no siempre visible. El tercero (c) y el cuarto (d) son visibles
y tangibles.
IIº Condensación
química. Comprende los cuatro grados siguientes: a)
Estado electrónico, que corresponde exactamente al estado físico radiante, que
es el de la materia primordial. b) Estado de agregación atómica (o atómico),
por reunión de electrones en cantidad y posición determinadas, formando los
átomos de cada cuerpo químico (véase figura 4). c) Estado de agregación molecular
(o iónico) por reunión de átomos en cantidades y posiciones fijas, formando
las moléculas de cada cuerpo químico; y d) Estado substancial (o elemental) por
reunión de moléculas en número variable y forma extrínseca, constituyendo las
distintas substancias químicas o elementos. Solamente el último es
prácticamente apreciado por nuestros sentidos físicos puesto que ni la
molécula, ni el átomo, ni el electrón, son per se visibles ni tangibles.
IIIº Condensación
orgánica. La materia y la energía en los seres, están manifestadas según
forma. Materia, energía, forma, tiempo y espacio son las propiedades
esenciales de los cuerpos según Aristóteles.
Como hemos dicho, la energía no es algo distinto de la
materia. Todo depende del grado de condensación. Un electrón es energía por
ser carga eléctrica, aunque no pueda negársele una masa todo lo pequeña que se
quiera pero prácticamente inapreciable. La condensación de masa y energía
constituye la materia,
En cuanto a la forma, hay que distinguir previamente la
de los seres inanimados o ínorganizados y la de los seres orgánicos o animados.
Forma de los seres inanimados. Un átomo formado por un
número fijo de electrones en posición determinada, constituye una forma
primaria. Una molécula constituida por un número determinado de átomos es, de
hecho, otra forma secundaria. Las substancias químicas formadas por reunión de
moléculas, pueden tener forma fija, como ocurre con el cristal del mineral, y forma variable, como ocurre con
un trozo de arenisca o con el agua. Estas substancias de forma variable se
suden Mamar amorfas (o sin forma) por que en realidad carecen de forma
extrínseca aunque no de forma constitutiva o intrínseca (molecular), Cuando una
substancia adopta una forma extrínseca fija, entonces constituye un cuerpo,
por que se ha individualizado, como ocurre naturalmente con el crisol del
mineral y artificialmente con un ladrillo o una barra de hierro.
En el reino mineral se dan, por consiguiente, los cuatro
grados de condensación química y además una forma extrínseca fija o variable,
constituyendo o no una individualidad.
La substancia y el cuerpo de un mineral, son
perfectamente apreciables por nuestros sentidos corporales, por que presentan
el grado máximo de condensación, y con él la propiedad de ser tangibles, la
cual ha venido a considerarse como característica de la materia. Lo no
tangible, como es su estructura molecular, atómica y electrónica, por suponer
prácticamente el predominio de las manifestaciones de la energía sobre las de
la masa, constituye los éteres o sistemas de fuerzas, que en realidad no son
otra cosa sino grados de sublimación de la materia[8].
Así pues, para entendernos perfectamente, de acuerdo con
las realidades, diremos que todo ser inanimado se compone de substancia y
éteres, o lo que es lo mismo, masa y energía. Todo en realidad materia.
Siendo condición de todo ser material la de
disgregarse continuamente en una irradiación de incalculable número de
electrones, hemos de admitir en él los cuatro grados concomitantes de condensación
o de disgregación de la materia, interpenetrados. Y si fuésemos capaces de
apreciarlo con nuestro sentido visual, percibiríamos lo que trata de expresar
la figura
Los cuatro grados
de condensación de la materia en un mineral. a) Cuerpo denso o tangible. b)
Eter molecular. e) Eter atómico. d) Eter electrónico o radiante.
Es decir que, en todo ser mineral apreciaríamos los
cuatro vehículos materiales de manifestación: el tangible o denso y los
energéticos o etéreos.
Forma de los seres
animados. En los seres orgánicos (plantas y animales)
que presentan un desarrollo autónomo con arreglo a plan y finalidad
específicos, existe una forma substancial a "entelequia"
aristotélica, que no es sino su alma vegetativa o "arquetipo", según
el cual se manifiesta en la materia, por un acto de "ideoplasia", el
tipo de su especie y no otro.
La organización material es, por consecuencia, el
resultado de una "idea previa" en el orden causal de la Naturaleza.
Esta organización material comprende pues a los sistemas
energéticos, constituyendo las formas., cuerpos o vehículos etéreos de
manifestación.
Así, como lógicamente se deduce y la observación
comprueba, todo ser animal o vegetal tiene su forma corporal organizada y sus
tres sistemas de éteres organizados sobre cuyas líneas de fuerza se condensa la
materia tangible.
Los seres organizados presentan, de este modo, los cuatro
correspondientes grados dé condensación corporal: a) Forma electrónica o éter
distensivo, el cual constituye el más sutil de los vehículos. b) Forma atómica
o éter intensivo. e) Forma molecular o éter protensivo; y d) Forma densa o
extensiva. Veamos ahora los conceptos que explican estas realidades.
En los seres organizados hay tres clases de
funciones que se realizan por medio de tres grandes sistemas orgánicos de todos
conocidos: I. Funciones (de nutrición individual y especifica) realizadas por
fuerzas extensivas. lI. Funciones de circulación, realizadas por fuerzas protensivas; y III. Funciones de inervación realizadas
por fuerzas intensivas[9].
Las fuerzas distensivas son contrarias a la forma que significa tensión.
Efectivamente, toda forma supone tensión; y en el
continuo cambio de materiales dentro de la persistencia de la forma que supone
toda vida, hay un predominio de la agregación sobre la disgregación. La muerte
es la distensión o sea el predominio de la disgregación sobre la tensión
interna.
Así, toda forma es intensa, extensa y protensa, en lo
cual solo hemos de ver los ya citadas grados de condensación en manifestación
activa.
Podemos decir que el cuerpo visible es denso y tangible.
Y que el cuerpo invisible o sutil, formado por los grados menos tensivos de
condensación material, es invisible e intangible. Estos son respectivamente
los conceptos de sarcosoma y etereosoma de la moderna escuela metapsiquista
(el último perfectamente visible por la pantalla de dicianina, de un modo
análogo al que reproduce la figura 8).
"Soma" es toda forma material orgánica. Si
ahondamos en la constitución somática de los seres vivos o animados, nos
encontramos con un "sarcosoma" (o cuerpo de carne) compuesto de
sólidos, líquidos y gases, y un etereosoma u organismo sutil, compuesto de los
siguientes sistemas etéreos, que realizan las funciones en los órganos.
a) Eter intensivo o conjunto de fuerzas que se
manifiestan en el sistema nervioso; que mantienen la forma a pesar del cambio
de materia. En sus dos polaridades representadas por el circuito motor o
centrífugo y el sensitivo o centrípeto (sensorial).
b) Eter protensivo o conjunto de fuerzas que se
manifiestan en el sistema torácico; que tienden a la disgregación del ser por
que suponen combustión y arrastre, o sea respiración y circulación. En sus dos
polaridades representadas respectivamente por el doble fenómeno de
inspiración-expiración y circulación arterial-venosa, que equivalen a una
manifestación alternativa eferente o centrífuga y aferente o centrípeta.
c) Eter extensivo o conjunto de fuerzas que se
manifiestan en el sistema abdominal, que producen el crecimiento y mantenimiento
del cuerpo en sus dos aspectos de nutrición individual, y generación (o
nutrición de la especie), ambas con su doble polaridad centrípeta y centrífuga,
que en la nutrición son asimilación y desasimilación, y en la generación son
femenina o conceptiva y masculina o fecundativa, respectivamente.
En el éter intensivo se manifiestan los fenómenos
del intelecto que tienen sus órganos en la cabeza; en el éter protensivo se
manifiestan los fenómenos del sentimiento, que repercuten en los órganos del
pecho, y con el éter extensivo se manifiestan, en fin, los del instinto a cuyo
servicio, como ya hemos dicho, están los órganos del vientre.
Por esto es perfectamente gráfico y exacto decir que
nuestros instintos (con su raíz en las apetencias químicas) san substanciales;
nuestros sentimientos son moleculares y• nuestros pensamientos son atómicos, o
lo que la mismo, instinto, sentimiento y pensamiento son manifestaciones de
nuestra alma que se plasman por medio de modificaciones inmediatas originadas
en su respectivo vehículo, por orden de condensación de lo más grosero a lo más
sutil, y escalonadas, por tanto, según una categoría psíquica que se traduce
en categoría fisiológica. (Dejando a un lado su ulterior expresión inteligente
por medio de la palabra, la actitud, el arte, etc.).
La forma distensiva o electrónica de nuestro ser
material, que constituye la atmósfera radiante y ordinariamente invisible, de
nuestra personalidad (fig. 8) es el vehículo apto, móvil y sutilísimo, como
las llamas del fuego, donde nuestra ideación plasma y concreta sus imágenes en
formas de pensamiento, fugazmente tensivas, cuya duración depende de la fuerza
con que se inmixen en nuestro vehículo sutil y que pueden ser registradas en
formas de mayor permanencia por medio de engramas etéreos y cerebro-espinales.
Se ha admitido por esto, la existencia de un éter reflector o forma tensiva de
nuestro cuerpo sutil, donde quedarían estereotipados, de un modo equivalente
al de los engramas cerebrales, los pensamientos elaborados durante la vida del
individuo y de la especie, formando una memoria sensible o etérea, dentro de la
cual están los modelos de todo automatismo[10].
El cuadro adjunto resume todo lo que llevamos dicho sobre
los grados de condensación de la materia, cuya aplicación fisiológica puede
verse en mi citada obra.
. Para la mejor interpretación de lo que precede, damos a
continuación el significado de las palabras empleadas en nuestra exposición,
y al cual habrá de referirse siempre que empleemos dichos términos en el curso
de nuestra obra[11].
Tenso o tensiva. Aquello en que predominan fuerzas de agregación o atracción de sus
elementos, sobre las de disgregación o repulsión, Y que es cualidad de toda
forma.
Intenso o
intensivo. Aquello en que hay tensión interna o que
proviene de su ser esencial. Ej.: el átomo.
Protenso o
protensivo. Aquello que es capaz de cambio o circulación,
como la molécula que puede combinarse con otras y desplazarse de sus
combinaciones sin perder su propia intensión. 0 el agua que corre.
Extenso o
extensivo. Aquello que presenta una exteriorización de
su tensión que se traduce en crecimiento o volumen, sin llegar a perder su
intensión. Ej.: cualquier cuerpo.
Distenso o
distensivo. Lo que pierde la tensión, como un cuerpo
que muere o se disgrega, o un átomo que se descompone en sus electrones
constituyentes.
Expansivo. Lo que no tiene tensión formal pero si molecular, y por tanto se
expande, como un gas.
Electrónico. Estado en que los electrones permanecen disgregados sin formar átomos
(caos).
Atómico. Estado en que existen átomos sin formar moléculas.
Molecular. Estado en que existen moléculas o grupos de átomos (iones) sin
formar substancias. Por ejemplo, una cantidad de hiposulfito sódico disuelto en
agua o una molécula de oxígeno en el aire.
Éteres. Sistemas de fuerzas organizadas.
Arquetipo. (Literalmente, primer ejemplar). Imagen ideológica o forma mental
creada por la mente universal, según la cual se plasma la forma material de
cualquier ser. (Es la "entelequia" de Aristóteles y la "forma
substancial" de los escolásticos).
Sarcosoma. Cuerpo de carne.
Etereosomo. Cuerpo de fuerzas o etéreo, (electromagnético).
Engrama. Alteración de la substancia viva por cualquier excitación externa.
Substancia o
substancial. Lo que está debajo o sirve de soporte a
la manifestación de un ser. Puede aplicarse tanto a la materia en el sentido de
substancia química, como al alma vegetativa en cuanto soporte del ser.
Amorfo. Lo que no tiene forma.
Protomorfo. Que tiene primera forma.
Dimorfo, Que tiene dos formas.
Exomorfo. Que tiene forma externa
Dr Eduardo Alfonso
NOTAS
[1] Y decimos substancia no en el sentido de materia, si no en el sentido
de Ser o esencia, de acuerdo con su etimología que expresa lo que sirve de base
(sea o no material).
[2] Esta hipótesis coincide con la doctrina vedanta de los Upaninhads,
donde se nos enseña que "Brahman crea el Universo desplegando el manto (le
su propia substancia".
[3] San Agustín parece querer zanjar la cuestión con la siguiente afirmación: "El mundo ha sido creado con el tiempo, o el tiempo con el mundo, que no en el tiempo. El tiempo es una propiedad de las cosas creadas".
[4] Dice San Agustín en las "Confesiones" (libro XII, cap. XIII): "Por aquel cielo del cielo entiendo un cielo intelectual”
[5] (1) Como curiosidad intercalamos, Ios siguientes fragmentos de antiquísimos relatos orientales de la creación, que siguen la tradición arcaica.
Relato babilónico de la. Creación.
"Cuando en la altura de los cielos no estaban nombrados".
"Y debajo, los abismos no habían registrado ni un nombre".
"El agua profunda primero los 'engendré, la Señora Tiamat fue la que lo hizo surgir todo”.
"Las aguas primero fueron reunidas, pero las nubes no fueron reunidas juntas y en la tierra no había, una semilla’’.
—Entonces ninguno de los dioses había nacido"......
Texto de la Tabla Esmeraldina de Hermes.
"Es indudable, sin mentira, cierto y muy verdadero”.
I "Lo que es abajo es como lo que está arriba. Y lo que esta arriba es como lo que esta abajo para obrar los misterios de la Unidad".
II. "Y como todas las cosas han procedido y- proceden de uno, por la mediación de uno, así todas las cosas han nacido de esta cosa única por adaptación—.
III El Sol es el padre; la Luna es la madre; el Aire lo ha llevado en su vientre; la Tierra es la nodriza. El padre de todo el secreto (telema) de todo el mundo, está aquí. Su fuerza o potencia está entera, si ello está convertido en tierra".
IV. "Separarás la Tierra del Fuego, lo sutil de lo grosero, suavemente con grande industria Sube de la Tierra al Cielo y de rechazo desciende a la Tierra, y recibe la fuerza de las cosas superiores o inferiores. Por este medio tendrás la luz de todo el Mundo, y por esto toda oscuridad huirá de ti".
V. —Es la Fuerza fuente de toda fuerza, por que ella vencerá, toda cosa sutil y penetrará toda cosa sólida".
"Así fue creado el mundo—.
"De aquí serán y saldrán admirables adaptaciones, cuyo medio está aquí"
"Por esta he sido llamado Hermes Trimegisto, que posee las tres partes de la filosofía de todo el mundo—.
''Lo que he dicho de la operación del Sol, está cumplido y acabado".
La creación según el "Manava-Dharma-Sastra" o —Código de Manu" (Libro I).
Este mundo estaba sumergido en 'la oscuridad, imperceptible, desprovisto de todo atributo, de todo distintivo; sin poder ser descubierto por el raciocinio, ni ser revelado; parecía entregado enteramente al sueño" (5).
"Cuando el término de la disolución hubo concluido, entonces el existente por si mismo y que no está al alcance de los sentidos externos, haciendo perceptible este mundo con los cinco elementos y los otros principios, resplandecientes del más puro brillo, apareció y disipó la oscuridad, es decir desarrolló la naturaleza" (6)...
"Y habiendo resuelto, en su mente, hacer emanar de su substancia las diversas criaturas, produjo primero las aguas y depositó en ellas un germen" (8).
"Las aguas han sido llamadas naras por ser obra de Nara (el Espíritu Divino), y habiendo sido estas aguas el primer lugar del movimiento (ayana) de Narn, ha sido llamada en consecuencia Narayana (aquel que se mueve sobre las aguas" (10).
"Después de haber permanecido en el huevo salido del germen un año de Brahma (3.110.400, 000,'000 de años humanos), el Señor, por obra de su pensamiento únicamente, separó este huevo en dos partes" (12).
"Y de estas dos partes formó el cielo y la tierra; en el medio colocó la atmósfera, las ocho regiones celestes y el depósito permanente de las aguas" (13).
"Habiendo unido moléculas imperceptibles de los seis principios dotados de una gran energía, a sabor loa rudimentos sutiles de los cinco elementos y la conciencia, o partículas de estos mismos principios, transformados y tornados en los elementos y los sentidos, formó entonces todos los seres" (16).
Otras mitologías tan distintas de las anteriores como, por ejemplo, la sintoísta japonesa y la tagala filipina (cuyo común origen no es difícil de colegir), conciben la Creación del Mundo a base de una primordial separación de cielo y tierra, e incluso en la tagala se hace surgir a ésta de unas "aguas" primordiales. No hablemos de la mitología mayaquiché americana, cuya raigambre con la tradición arcaica es más evidente. Véase el comienzo de su relato: "En un principio no había una sola gente, ni animales ni pájaros, ni peces ni cangrejos, ni árboles ni piedras, ni hondonadas, ni barrancas, ni pajonales, ni guatales. Solo el cielo existía. Aún no estaba visible la superficie de la Tierra; solamente existía el mar tranquilo y todo lo que hay en cielo. No había nada que estuviera en conjunto, que reposara; algo que se moviera, que tuviera semejanza con lo que existe hecho en el cielo. Nada había en pie; solamente existía la tranquilidad de las aguas y el silencio del mar; únicamente había calma, ninguna otra cosa existía—. Etc....” (Del Popol-Vuh o Biblia maya).
[6] Dice Ortega y Gasset ("Personas, obras, cosas... ") : "Galileo tuvo la debilidad de desdecirse ante un tribunal ridículo de mentecatos y tonsurados Y, sin embargo amó la verdad con tan ardiente y fecundo amor, que las almas sabias que aun hoy nacen no son más que retoños de sus viriles contemplaciones. Pero había descubierto una ley natural; ¿qué importa que él la proclamara? E pur si mouve: la ley está ahí, quiérase o no se quiera ... la ciencia no necesita de mártires".
[7] Estas fuerzas, como llevamos dicho, son las elementales de gravitación universal, ya manifestadas en el electrón como energía y movimiento primordiales.
[8] Tanto se nos da llamarles grados de sublimación de la materia como grados de condensación de la energía. Depende del punto de partida.
[9] La de respiración es complementaria de las de nutrición. La de reproducción es derivada de las de nutrición, constituyendo la nutrición de la especie.
[10] Véase mi obra "Curso de Medicina Natural en 50 lecciones".
[11] En lenguaje filosófico, como ya hemos apuntado, debemos ser exactos en las palabras para que no se extravíen los conceptos.
A lo que es esencial y substancial debemos nombrarlo con un sustantivo. A lo que es facultativo o de propiedad debemos denominarlo con un adjetivo.
A lo que es funcional o de acción, debemos designarlo con un verbo. Ejemplo: Consciencia es substancial, como órgano espiritual del conocer. Conocimiento es el contenido adjetivo (o de propiedad) de la conciencia. Conocer es el acto de aprehender lo que ha de ser contenido de conciencia, etc.
Y con esto criterio obramos siempre en nuestras exposiciones.
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