domingo, 10 de marzo de 2019

LA CRUZ Y EL CUADRADO



La cruz, inseparablemente conectada con el círculo y el cuadrado, es un símbolo tan antiguo y difundido que se encuentra en todos los países, épocas y culturas. Aparece en innumerables formas. El centro de la cruz, el punto de intersección de los dos brazos es, al igual que el centro del círculo, del cuadrado o de cualquier centro sagrado, un punto de comunicación con otros mundos y estados del ser –un eje cósmico. La cruz representa obviamente los cuatro puntos cardinales –Norte, Sur, Este y Oeste-, las cuatro estaciones del año y, cuando aparece dentro del círculo, las cuatro divisiones de los ciclos de manifestación. Pero es también un símbolo de la humanidad arquetípica: el eje vertical es el elemento activo, masculino, positivo y celestial, el eje horizontal es el elemento pasivo, femenino, negativo y terrenal; juntos forman la totalidad, el Andrógino.

Ello representa toda la potencialidad humana, con sus infinitas posibilidades de expansión en todas las direcciones. También simboliza, en sí mismo, la vida eterna. La forma más antigua de la cruz es posiblemente la swástica, de hecho es tan antigua que sus orígenes exactos no se conocen. Según algunos, tuvo su origen en dos palos de madera que en tiempos primitivos se frotaban para encender fuego. En apoyo de esta teoría podemos mencionar las representaciones de la Reina del Fuego de data védica, Arani, cuyo nombre derivaba de esos dos palos, que se sujetaban con cuatro clavos y tenían una pequeña cubeta u hoyo en el centro, por donde se introducía verticalmente un trozo de madera y se lo hacía girar violentamente, con un movimiento de vaivén, para encender el fuego.

Otros sostienen que debe buscarse su origen en la revolución de la Osa Mayor en el cielo alrededor del eje de la Estrella Polar, o que deriva del diseño del laberinto egipcio o de la llave griega. Alternativamente, podría ser un desarrollo de la letra china chi, que expresa perfección, excelencia y renovación de la fuerza vital, o representar, nuevamente, la cuadratura del círculo. Pero dondequiera que aparezca, desde la India hasta Islandia, desde China hasta América del Sur, la swástica es siempre símbolo de buena suerte y buenos augurios. El origen de la palabra, tal como nosotros la usamos, proviene de la voz sánscrita "su-asti", que significa "Está bien" o "Que le vaya bien".

La swástica 

La swástica suele ser considerada como un símbolo de linaje solar, puesto que acompaña a los dioses solares del fuego y del trueno, pero la figura tiene dos formas: una con los brazos orientados en el sentido de las agujas del reloj y la otra en sentido contrario. Se supone que las dos representan los aspectos solar y lunar, masculino y femenino, lo cual se sustenta en el hecho de que la forma de la swástica tiene los brazos doblados en el sentido de las agujas del reloj cuando aparece sobre el corazón del Buddha o cuando acompaña a los dioses solares, mientras que los brazos están doblados en sentido inverso a las agujas del reloj cuando acompaña a las figuras de las diosas lunares Artemisa y Astarté. En China las dos swásticas son indudablemente el yin y el yang: el yin, representa el elemento femenino, en sentido contrario a las agujas del reloj; el yang, masculino, en el sentido de las agujas del reloj. Ambos símbolos solían utilizarse en las orlas o guarniciones de los mantos ceremoniales y también aparecen juntos en las vestimentas en los rituales de sacrificios del Emperador. Las swásticas entrelazadas formaban “nudos místicos” que simbolizaban los misterios del universo, la inescrutabilidad y el infinito.

La swástica masculina yang podía estar sola y seguía siendo un símbolo de buena suerte, pero si la swástica yin estaba sola, asumía un aspecto tenebroso y representaba la mala suerte. En el nivel metafísico, la swástica se relaciona con el círculo y el cuadrado, y se convierte en símbolo del movimiento en un sentido especial: el movimiento de la vida, es decir, la acción del Principio en el mundo, que representa nuevamente las fuerzas complementarias y las fases del movimiento, centrífugo y centrípeto, aspirante y expelente, un movimiento que va del centro a la periferia y retorna al centro; Alfa y Omega o el principio y el fin y, nuevamente, la cuadratura del círculo.

La swástica puede formarse también con la doble Z o la doble S. La forma Z sugiere el símbolo del fuego, como los dos palos con que se enciende el fuego, o el símbolo del relámpago.
La forma S, encontrada en Escandinavia, es más suave y flexible y puede ser una forma estilizada de dos brazos y dos piernas. Esto podría tener alguna relación con el triquedro, un emblema compuesto por tres piernas o brazos doblados que irradian del centro; se lo ha encontrado en Sicilia y en la Isla de Man, apareció también en antiguas monedas de Frigia y, al igual que la swástica, es un símbolo de buena suerte, pero personifica también al dios del mar de los celtas, Manannen, asociado a la Isla de Man. En el cristianismo primitivo, la swástica aparecía frecuentemente en las catacumbas y simbolizaba el poder de Cristo, mientras que en tiempos medievales tenía la figura del gammadión, así llamado porque estaba formado por las cuatro letras griegas G o gamma, y no solo representaba a Cristo como piedra angular del cristianismo, sino también a los cuatro evangelistas, con Jesucristo en el centro.













La swástica se usaba en las vestiduras de los antiguos sacerdotes y personifica al Buen Pastor. 
Más tarde fue utilizada en Inglaterra como ornamento en las campanas de las iglesias. Otras formas Las formas de la cruz son infinitas, una de las más antiguas es la cruz egipcia, ankh, también llamada cruz ansata o “cruz con asas”. Está formada por una cruz en T o tau y un círculo encima de ella, con lo cual combina los símbolos masculino y femenino de Osiris e Isis, y expresa la unión del cielo y la tierra. Según otra interpretación, representa el círculo de la eternidad junto con la cruz de la extensión infinita; en cualquiera de los dos casos, es un símbolo vital que significa la inmortalidad y la "vida por venir". Es también uno de los atributos de Maat, Diosa de la Verdad, que suele aparecer sosteniendo la cruz en la mano. 

Los cristianos adoptaron este signo cuando colocaban el círculo encima de la cruz y ponían otra cruz dentro del círculo. Empero, para el cristianismo la cruz también significa muerte, sufrimiento y sacrificio. Los dos brazos de la cruz representan la misericordia y el juicio, y las dos naturalezas de Cristo. Este simbolismo se ve reforzado aún más por la frecuente aparición de las figuras del sol y la luna a ambos lados de la cruz. Se decía que la madera de la cruz provenía del Árbol del Conocimiento -causante de la Caída del Hombre- que Cristo trasformó en el Árbol de la Vida o la redención. La cruz en tau que se menciona en el Antiguo Testamento (Ezequiel 9:4) fue encontrada a lo largo de los continentes asiático y americano desde los tiempos más remotos, y al parecer fue aceptada también como signo del hombre, según lo atestiguan las palabras pronunciadas más tarde por el mártir Justino: "El signo está impreso en la naturaleza toda ... forma parte del hombre mismo." Frecuentemente tiene carácter fálico cuando acompaña a Príapo y a otros dioses de la fertilidad. Es también el martillo de deidades del trueno como Tor, y la llave del poder supremo. 

 La cruz dentro del círculo es un signo solar; representa la rueda del movimiento, del cambio y del poder solar, los cielos y la rueda de la buena fortuna, mientras que la cruz dentro del cuadrado es estática y simboliza la estabilidad de la tierra. Entre los indígenas norteamericanos la cruz de la choza o la tienda es la que está incluida dentro del círculo y representa el centro del mundo, el espacio sagrado, el Gran Espíritu. La cruz de los templarios, con sus extremos redondeados, sugiere la combinación de la cruz con el círculo y ejemplifica las fuerzas centrípeta y centrífuga, mientras que la cruz de Malta, con su aguzada forma apuntando hacia adentro tipifica las fuerzas y el movimiento dirigidos hacia lo interior. Representaba también los cuatro grandes dioses asirios, Ra, Anu, Bel o Belo y Hea. La Cruz Rosa concentra su simbolismo en el centro, que representa el corazón y la armonía. Algunas veces la cruz y la media luna aparecen juntas, en cuyo caso la media luna se convierte en la barca lunar de las Diosas de la Luna, las Reinas del Cielo, que simbolizan el aspecto femenino y receptivo de la vida, mientras que la cruz es el elemento fálico masculino; juntas personifican la unión, el cielo y la tierra. 

La Cruz Escocesa de San Andrés era también un signo utilizado por los romanos para señalar los hitos y tenía, por lo tanto, el significado de una barrera. Desde el punto de vista metafísico expresa la unión de los mundos superior e inferior. La Y o cruz bifurcada que usaban los cristianos en sus vestimentas y representaba los brazos extendidos de Cristo recibía también el nombre de Cruz de los Ladrones del Calvario, y anteriormente, según Pitágoras, era un símbolo de la vida humana: el palo vertical simbolizaba la inocencia del niño, y los dos brazos, los senderos izquierdo y derecho del bien y del mal, que expresaban las opciones morales de la edad adulta. Como todas las cruces, la cruz bifurcada personifica también las encrucijadas y los caminos divergentes de la vida. Las encrucijadas han tenido siempre gran importancia, no solo como intersección y bifurcación de los caminos, como unión de los opuestos y lugar donde confluyen el tiempo y el espacio, sino también como un sitio mágico y peligroso donde, al igual que en el umbral, se encuentran o chocan las fuerzas contrarias. Las brujas y los demonios también rondan por las encrucijadas. 

La antigua costumbre de enterrar a los suicidas, los criminales y los vampiros en las encrucijadas tenía por objeto desorientarlos y confundirlos para que no pudieran encontrar el camino de regreso a sus antiguas guaridas y no causaran daño a los seres vivos. Jano, cuya cabeza tenía dos caras, una que miraba hacia adelante y la otra hacia atrás, era el dios de los umbrales y las encrucijadas. Las explicaciones de las variaciones de la cruz podrían llenar un volumen entero. Hay cruces cuyos cuatro brazos terminan en cruces, la pequeña cruz o cruz recruceteada, usada por los gnósticos, la cruz trebolada, con sus extremos en forma de tréboles y trifolios, que en el cristianismo representa a Cristo como símbolo de la nueva vida y la resurrección, y es asociada también con el brote de nuevos vástagos en la vara de Aarón, la Cruz Papal de tres brazos; la Cruz doble que para los cristianos significaba al mismo tiempo la cruz de Cristo y la letra griega X como representación de Cristo en la cruz (los crucifijos, tal como los conocemos ahora, no aparecen hasta el siglo IX) y la cruz conocida como Lábaro, que era llamada también la cruz Chi-Rho2, por las dos letras del alfabeto griego (X, P), que eran las dos primeras letras de la palabra "Cristo". En realidad, la cruz Lábaro es anterior al advenimiento del cristianismo, y en Grecia era señal de buenos augurios. Los cuatro brazos de la cruz son asociados, evidentemente, con el cuadrado, del cual forman las diagonales. Ambos están relacionados con el número cuatro, el número de la tierra, los cuatro puntos cardinales, los cuatro elementos, etcétera. El cuadrado representa la unión de los cuatro elementos, la estabilidad, la integridad y la solidez de la tierra, en contraposición con el movimiento circular de los cielos. Como hemos dicho, constituye la base fija de los edificios, ciudades, jardines y campos, en contraste con el círculo móvil de las tiendas y campamentos de los pueblos nómades. El cuadrado, o cubo, es la base de los monumentos, tanto sagrados como seculares. En el primer caso, representa la tierra y los niveles terrenales de la existencia, reviste particular importancia en el simbolismo hinduista, donde expresa la pauta arquetípica del orden en el universo, de la proporción absoluta y de la equilibrada perfección de la forma. 













COOPER JC

NOTA 
 2 Chi: 22ª letra del alfabeto griego (X) que en castellano corresponde a nuestra C. Rho: 17ª letra del alfabeto griego (P) que en castellano corresponde a nuestra letra R. (N. de la T. )

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