miércoles, 10 de abril de 2019

AVADHUT GITA - INTRODUCCIÓN



El autor de La Canción del Avadhut se refiere a sí mismo como Dattatreya, y es verdaderamente posible que su nombre fuera realmente Dattatreya; pero parece más probable que adoptara el nombre del legendario dios-héroe Dattatreya, sólo con el propósito de dar credibilidad a su obra, y asegurar su promulgación. Se decía que el legendario Dattatreya, de la antigua mitología india, había sido el producto de la unión del dios Datta, y su esposa mortal Attreya. Recibió el epíteto de «el Avadhut» cuando renunció a su herencia real para hacerse un asceta errante que vivía desnudo y libre, lejos de las distracciones de los hombres mundanos. La palabra Avadhut es un término genérico para todos esos ascetas y yoguis de la India, sin casa ni hogar, que viven la vida de renunciamiento total, indiferentes con el mundo y sus convenciones «civilizadas», para permanecer concentrados e identificados con el Sí Mismo eterno.

El autor de La Canción del Avadhut era muy ciertamente un yogui Auto-realizado y un maestro de poesía sánscrita; además de eso, no conocemos nada de él o de las circunstancias de su vida.
Sin embargo, por el estilo y el lenguaje de su obra, podemos conjeturar que vivió en algún momento alrededor del siglo X de nuestra Era. Aunque su punto de vista no es ni sectario ni iconoclasta, frecuentemente utiliza términos tales como «Shiva», «Brahman» y «Purusha» para simbolizar lo Absoluto; pero sólo lo hace para demostrar su inadecuación. Su intención es demoler todo sentido de dualidad que surja del concepto de un «Dios» distinto del propio Sí Mismo de uno, la propia identidad de uno. De hecho, su punto de vista es idéntico al del gran Shankaracharya, que vivió en torno al mismo periodo. Verdaderamente, la canción del Avadhut es casi indistinguible de algunos de los escritos del ilustre acharya.

Ambos cantaron la necesidad de reconocer a Brahman-Shiva-Purusha como el Atman, o Sí Mismo; ambos afirmaron que el cumplimiento espiritual final era la identificación con el Absoluto, no reconociendo ninguna otra deidad excepto «Yo». Ciertamente, la devoción dualista podría llevar a uno al conocimiento del Sí mismo, pero desde ese punto se hizo necesario abandonar todas las dualidades ilusorias y establecerse en la presencia consciencial, aham brahmasmi («yo soy Brahman») o Shivoham («yo soy Shiva»). Sin duda, pocos hombres son capaces de alcanzar tales cumbres del conocimiento, y menos aún son capaces de la resistencia continua en la rarificada atmósfera de tales altitudes de la consciencia.

Por esta razón, una guía como el Avadhut es muy necesaria y reconfortante para nosotros. Él nos lleva, decididamente hacia arriba, por encima del terreno escabroso del pensamiento, y adentro de los dominios remotos de la consciencia incondicionada. Cuando nosotros lo seguimos adentro de las vertiginosas alturas del conocimiento unitivo, somos privilegiados con compartir en alguna medida su estado glorioso. Leyendo sólo unos versos de la canción del Avadhut, nuestras mentes se elevan inmediatamente a un reino de quietud y certidumbre inmensurables. Unos versos más y nosotros devenimos firmes, invencibles, serenos, afianzados más aún en el conocimiento remembrado de nuestro propio Sí mismo eterno que, de algún modo, habíamos olvidado.

De este modo, simplemente leyendo las palabras de esta guía del maestro, nos elevamos dentro de la libertad y el alborozo de su pura consciencia, y se hace posible saborear un poco del néctar dulce de nuestra propia beatitud intrínseca. Se han publicado varias traducciones del Avadhut Gita a través de los años, y cada una es bastante diferente del resto. Esto es porque el autor expresó su pensamiento en una forma sumamente densa, utilizando un metro poético muy breve y conciso. El sentido es tan condensado que, en muchos casos, al lector o al traductor se les requiere para proveer, por sí mismos, la carne del significado a los huesos desnudos que se proporcionan. Por esta razón, se han hecho varias traducciones bastante diferentes del mismo texto sánscrito.

Por consiguiente, para intentar una traducción de este trabajo, es un recurso mayor una cierta familiaridad con el pensamiento del Avadhut, y su estado de consciencia, que una competencia completamente lingüística. Yo he intentado, en mi propia traducción de esta obra, adherirme muy estrechamente al significado literal del texto, aun tomando, al mismo tiempo, ciertas libertades para extraer la intención plena de las palabras del autor. Es más, he tomado el cuidado de mantener, tanto como ha sido posible, la forma poética y rítmica del original. Por consiguiente, mi propia traducción está también muy comprimida, requiriendo añadir, en las notas, un poco de elucidación adicional del texto. Pero me he propuesto completamente proporcionar un legible facsímil inglés del original, con tan poca dependencia de la anotación ajena como ha sido posible.

He incluido el original sánscrito transcrito en páginas que enfrentan la traducción como una referencia para el estudiante ocasional de la terminología sánscrita; pero creo que, incluso aquellos que no tengan ninguna familiaridad con el sánscrito, encontrarán interesante y fascinante leer en voz alta la transcripción sánscrita por su uniformidad exquisita de ritmos poéticos y su sinfonía hipnótica de sonidos. Incluso sin un conocimiento de su significado, uno puede percibir, de una lectura de estos versos sánscritos, el genio poético casi supra-humano de su autor, y los poderosos efectos auditivos de la obra como un todo.

S. Abhayananda

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