La ortodoxia de la Edad Media consideraba a los ángeles,
demonios y espíritus humanos desencarnados, como entidades
personales invisibles. Personificaron a los poderes del bien y del
mal, e hicieron de ellos caricaturas y monstruos que volaban de
lugar a lugar, tratando de subyugar las almas de los hombres o
de sujetarlos a su poder. El gobierno de aquellos tiempos era oligárquico, y el pobre dependía de los favores del rico. El poder
de la Iglesia era supremo, y los dictados del clero no toleraban la
desobediencia. El servilismo y anhelo por favores personales
estaban a la orden de aquel tiempo, y este estado de la mente
influenció y modificó necesariamente las concepciones
religiosas del pueblo. El Espíritu Supremo del Universo fue
degradado a sus ojos como un tirano personal, y cuyo favor trataban de ganar por medio de penitencias, suplicas, y por medio
de la intercesión de los Sacerdotes, que se suponía eran sus
favoritos.
Todo lo que no podía ser reconciliado con las preocupaciones y opiniones existentes, era atribuido al diablo; y los
horrores de la Inquisición, las persecuciones religiosas y
procesos de brujas, son bien conocidos para traerse a la memoria
del lector.
“Pneuma”, o “Alma”, significa un espíritu semimaterial, una esencia o forma que no es ni “material” en el
sentido aceptado de la palabra, ni espíritu puro. Es (como todo
lo demás en el universo) una forma de la voluntad, y puede tener
una o ninguna inteligencia. Generalmente significa el eslabón
que une el espíritu con el cuerpo: pero hay seres que pertenecen
enteramente al reino del alma y no tienen cuerpos como los
llamados comúnmente “materiales”.
Se puede decir que el alma es cierto estado de actividad
de la voluntad, y lo mismo se puede decir del cuerpo físico,
porque si consideramos al universo como siendo una
manifestación de la voluntad en movimiento, entonces todas las
formas y objetos que conocemos, o que podemos imaginar son
determinadas vibraciones de la voluntad.
Así pues, podemos
considerar a la naturaleza física como constituida de un orden
inferior de vibraciones, al alma como una octava superior de las
mismas, y al espíritu como mas superior todavía. Si el cuerpo
físico muere, la octava inferior deja de sonar, pero la superior
continúa y continuará en vibración mientras esté en contacto con
lo más elevado; pero si el espíritu se ha separado de ella, tarde o
temprano cesará su actividad. Así pues, si el hombre muere, el
alma sobrevive, y sus esencias superiores van a formar la
sustancia del cuerpo del hombre paradisíaco, “el hombre del
nuevo Olimpo” (Devachán), y las esencias inferiores del alma de
la cual el espíritu se ha separado, se disuelven en los elementos
astrales a que pertenecen, así como el cuerpo terrenal se disuelve
en los elementos de la tierra.
Esta disolución, sin embargo, no se verifica
inmediatamente en el momento de la separación del alma del
cuerpo, sino que puede necesitar largo tiempo.
Lo que constituía
la mente de un hombre (el astral) continua todavía existiendo
después de la muerte del cuerpo aunque el astrum no es la
persona a que el astrum perteneció. Si un hombre ha sido veraz
durante su vida, su espíritu será veraz después de la muerte del
hombre. Si ha sido un gran astrónomo, un mago o alquimista, su
espíritu será todavía lo mismo, y podernos aprender muchísimas
cosas de tales espíritus; esas cosas son los restos de la mente que
en un tiempo constituyeron el hombre terrenal (“Filos,” Tract,
V,)
Hay dos muertes o dos separaciones.
La separación del
espíritu y alma del cuerpo y la separación del espíritu del alma;
o, para expresarlo mas claro, la separación de lo espiritual del
alma meramente intelectual y animal. Si una persona muere de
muerte natural (esto es, de vejez) si sus pasiones han muerto
durante la vida, si su voluntad egoísta se ha debilitado y su
mente se ha hecho como la de un niño y si ha puesto su
confianza en su padre, su espíritu y su alma al momento de la
muerte serán libres de las cadenas materiales y será atraído al
cuerpo de Cristo.
Tal alma es la carne y Sangre de Cristo y Cristo es su
Dueño. No entra en comunicación con los mortales, porque no
desea nada terrenal, No “piensa” o especula acerca de las cosas
terrenales, ni se apena por sus relaciones o amigos. Vive en un
estado de pura sensación, dicha y gozo.
Tal es la suerte de los que mueren de muerte natural en
Dios; pero las condiciones de los que mueren prematuramente
sin ser regenerados, las de los suicidas o las de los que mueren a
consecuencia de algún accidente difieren muchísimo; porque
aunque sus almas han sido separadas por fuerza de sus cuerpos
el espíritu no por esto deja necesariamente al alma, sino que
puede permanecer con ella hasta que otra separación se
verifique.
Permanecen en tales casos seres humanos como
cualesquiera otros; sólo, con esta diferencia que no poseen un
cuerpo físico, y permanecen en tal estado hasta que llega el
tiempo cuando, según la ley de la Naturaleza y su propia
predestinación (Karma), su muerte física debería haber llegado.
Al terminar este tiempo se verifica la separación de sus
principios inferiores y superiores. Mientras tanto viven en sus
cuerpos astrales. Tales cuerpos son invisibles para nosotros, pero
son visibles entre ellos, y tienen sensación y facultades
perceptivas, y ejecutan en sus pensamientos lo que tenían
costumbre de ejecutar durante la vida y creen que lo están
ejecutando físicamente. Permanecen todavía en la esfera de la
tierra y Paracelso les llama Caballi, Lemures, etcétera.
Están
todavía en posesión completa de sus deseos terrenales y
pasiones; tratan de satisfacerlas y son instintivamente atraídos
hacia personas en quienes hallan deseos y pasiones
correspondientes y a los lugares en donde pueden esperar
satisfacerlas entrando en simpatía con los llamados médiums y
son por lo mismo inclinados con frecuencia a instigar a tales
médiums a que cometan crímenes e inmoralidades: no se puede
evitar que lo hagan así, porque al perder sus cuerpos físicos han
perdido también la suma necesaria de energía y poder de voluntad para ejercer dominio propio y emplear sus facultades de
raciocinio. Con frecuencia rondan los lugares donde
acostumbraban pasar el tiempo durante la vida; de este modo
tratan de hallar alivio a la sed devoradora que sienten por
satisfacer sus deseos. A donde quiera que sus pensamientos les
atraigan, allá irán.
Si han cometido algún crimen pueden ser
encadenados por el arrepentimiento al lugar en que fue perpetrado; si tienen un tesoro sepultado, el cuidado de su dinero
puede retenerlos allí; el odio o deseo de venganza puede
encadenarlos a sus enemigos; el amor material puede convertirlos en vampiros y encadenarlos con el objeto de su pasión, con
tal que haya algunos elementos en la victima que les den acceso,
porque el cuerpo astral de una persona mala no puede influenciar la mente de una persona pura ni durante la vida ni
después de la muerte, a menos que estén en mutua relación por
alguna semejanza en sus organizaciones mentales.
Bajo ciertas circunstancias, tales entidades humanas
pueden hacerse visibles o manifestar su presencia de alguna
manera. Pueden aparecer en forma corporal o permanecer
invisibles v producir sonidos y ruidos -como toques, risas,
silbidos, estornudos, gemidos, suspiros, pasos, pataleos-; pueden
arrojar piedras y mover los muebles u otros objetos, y todo esto
lo pueden hacer con el fin de llamar la atención de los vivos, a
fin de que puedan obtener una oportunidad de entrar en
comunicación con ellos.
Pero no todas las apariencias de Visitadores
supramundanos o submundanos son causadas por las apariciones
de los espectros o cuerpos astrales de los suicidas o victimas de
accidentes, ni por los cadáveres astrales y el Evestra de los
muertos, sino que hay otras entidades invisibles que pueden
rondar las casas de los mortales, y pueden en ocasiones hacerse
visibles y tangibles a los sentidos físicos, si existen las condiciones necesarias para tal fin.
Una de estas clases la forman los seres llamados
“fantasmata”. Estos seres semejantes a espectros son “espíritus
nocturnos”, que tienen raciocinio semejante al del hombre.
Tratan de apegarse a los hombres, especialmente a los que
tienen muy poco poder de dominio propio, y a quienes pueden
dominar. Hay muchísimas clases de estos espíritus, buenos lo
mismo que malos y les gusta estar cerca del hombre. En esto son
comparables a los perros que también gustan de la compañía de
los hombres. Pero el hombre no puede aprovechar nada de su
compañía. Son sombras vacías, y sólo un embarazo para él.
Temen los corales rojos, como los perros temen a un látigo; pero
los corales obscuros les atraen. (Herbarius Theophrasti: De
Corallis.)
Algunos creen que tales espíritus pueden ser arrojados
con agua bendita y quemando Incienso; pero no se puede tener
ninguna agua bendita mientras no se halle un hombre bastante
santo para poder dotar al agua con un poder oculto, y el olor de
Incienso puede mas bien atraer a los malos espíritus que
arrojarlos porque los malos espíritus son atraídos por las cosas
que son atractivas a sus sentidos, y si queremos arrojarlos sería
mas racional emplear olores desagradables para este fin.
El
verdadero y efectivo poder contra todos los malos espíritus es la
voluntad.
Si amamos a la fuente de todo bien con todo nuestro
Corazón, mente y deseo podemos estar seguros de no caer nunca
en poder del mal: pero las ceremonias sacerdotales -el rociar
agua, quemar Incienso y cantar encantamientos - son
invenciones de la vanidad clerical, y por lo mismo tienen su
origen en la fuente de todo mal. Las ceremonias han sido
instituidas en su origen para dar una forma externa a un acto
interno; pero donde el poder interno, para ejecutar tales actos, no
existe, una ceremonia no será de ningún valer, sino sólo para
atraer a los espíritus a quienes puede gustar burlarse de nuestra
tontería. (“Filosofía Oculta”)
Otra clase consta de los Incubos y Súcubos, de los que
hablan las tradiciones rabínicas de una manera alegórica como
habiendo sido creados por el derrame del semen de Adán (el
hombre animal) mientras se ocupaba de Lilith, su primera
esposa (dando a entender una imaginación mórbida).
Paracelso
dice en su libro «De Origine Morborum lnvisibilium» lib. III:
“La imaginación es la causa de los Incubos y Súcubos, y de la
Larva fluídica. Los Incubos son seres masculinos y los Súcubos
femeninos. Son el producto de una imaginación intensa y lasciva
de los hombres y mujeres, y después que toman forma
desaparecen.
Son formados del Esperma que se halla en la
imaginación de los que cometen el pecado contra natura de
Onán en pensamiento y acto. Viniendo, como viene, sólo de la
imaginación, no es verdadero esperma, sino sólo una sal
corrompida (esencia). Sólo una semilla que entra a los órganos
que la Naturaleza suministra para su desarrollo puede desarrollarse en un cuerpo.
Si la semilla no es plantada en el suelo a
propósito, se podriría.
Si la esperma no cae en la matriz
conveniente, no produciría nada bueno, sino algo inútil. Por lo
mismo, los Incubos y Súcubos que se producen de la semilla
corrompida, sin el orden natural de las cosas, son malos e
inútiles, y Tomás de Aquino ha cometido un error tornando
equivocadamente tal cosa inútil por una “perfecta”.
Este esperma que viene de la imaginación, nace en
Amore Hereos. Esto significa una clase de amor en que un
hombre puede imaginarse una mujer, o una mujer un hombre,
para ejecutar el acto connubial con la imagen creada en la esfera
de la mente.
De este acto resulta la expulsión de fluido etéreo
inútil, impotente para engendrar un niño, pero capaz de producir
Larva. Tal imaginación es madre de una impúdica lujuria, que
si continúa, puede hacer al hombre impotente y a la mujer
estéril, porque mucho del poder verdadero creativo y formativo
es perdido por el ejercicio frecuente de esta mórbida
imaginación, Esta es frecuentemente la causa de las molas,
abortos, fracasos y malas formaciones. Este esperma corrompido
puede ser tomado por los espíritus que vagan por la noche, que
pueden llevarlo a un lugar donde pueden fecundarlo. Hay
espíritus que pueden ejecutar un “actus” con él, como también lo
pueden hacer las brujas, y, a consecuencia de este “actus”,
pueden producirse muchos monstruos curiosos de formas
horribles. (“De Orig. Morb. Invis.”)
Si tales monstruos nacen de una imaginación consciente
poderosa, la misma conciencia será creada también en ellos. Los
espíritus de la noche pueden usar todo lo que nace de tal
esperma según quieran, pero no pueden usar nada de carácter
humano o que posea verdadero espíritu. “El amor erótico es un
estado del cuerpo invisible y es causado por una imaginación
sobreexcitada estimulada a tal grado que arroja esperma, de la
cual pueden resultar Incubos y Súcubos.
En el pollutionibus
nocturnalis ordinarias, el cuerpo pierde esperma sin ningún
esfuerzo de la imaginación y los espíritus de la noche no pueden
por lo mismo usarla para sus fines.
Si las mujeres que han pasado de la Edad en que pueden
concebir son impúdicas y de vivida imaginación, pueden
también producir tales cosas. Si las personas de uno u otro sexo
tienen deseos lujuriosos y una imaginación activa, o si se
enamoran apasionadamente de una persona del sexo opuesto, y
no pueden obtener el objeto de su deseo y fantasía entonces un
incubo o Súcubo puede tomar el lugar del objeto ausente, y de
este modo los hechiceros pueden producir Súcubos y los brujas
incubos. “Para impedir tan desgraciados sucesos, es necesario
ser casto, honrado y puro en pensamiento y deseo y todo el que
no pueda ser así debe casarse. La imaginación es un gran poder
y si el mundo conociera las cosas extrañas que se pueden
producir por el poder de la imaginación, las autoridades harían
que todos los vagos se fueran a trabajar y a emplear su tiempo
de alguna manera útil, y tendrían cuidado de los que no pueden
gobernar su imaginación a fin de evitar que aconteciesen malos
resultados. (“Morb. Invis. IV”)
El llamado Dragón es un ser invisible, que puede hacerse
visible y aparecer en forma humana y cohabitar con brujas. Esto
se verifica por medio del esperma que se pierde por los onanistas fornicadores y prostitutas, in acte venereo, y tales espíritus
usan como cuerpo para obtener una forma humana, porque toda
la forma humana se halla en germen en el esperma, y si estos
espíritus usan el esperma de cierta persona es como si un
hombre se pusiera el vestido de otro y entonces tienen la forma
de esa persona y se le parecen en todas sus partes y detalles.
(“De Fertilitate” Trat. II.)
Otro monstruo horrible es el Basilisc, creado por a
Sodomía, y también el Apis y Leo. Hay innumerables formas
bastardas mitad hombre, mitad arañas o sapos etc., los cuales
habitan el plano astral; pertenecen a la serpiente cuya cabeza
tiene que ser aplastada por el pie de Cristo (“Fragm”).
Si estas formas son suficientes densas para hacerse
visibles, aparecen como una sombra o niebla de color. No tienen
vida propia, sino que la toman de la persona que les dio el ser, lo
mismo que una sombra es producida por un cuerpo; y donde no
hay cuerpo, no puede haber sombra ninguna. Con frecuencia son
engendradas por idiotas, personas inmorales, depravadas o
enfermizas, que llevan una vida irregular y solitaria, y que son
adictas a malos hábitos. La coherencia de las partículas que
componen los cuerpos de estos seres no es muy fuerte, y temen
al aire, la luz, el fuego, las puntas y armas. Son una especie de
apéndice aéreo al cuerpo de sus padres y hay algunas veces tan
intima relación entre ellos y el cuerpo de sus progenitores, que si
se hace un daño a los primeros, puede transmitirse a los
segundos.
Son parásitos que extraen la vitalidad de las personas
a quienes son extraídos, y pueden agotar la vitalidad de sus
victimas muy pronto, si estas no son muy fuertes.
Algunos de estos seres influencian a los hombres según
sus cualidades: los vigilan, aumentan y excitan sus faltas, hallan
excusas a sus errores, les hacen desear el éxito de sus malas
acciones y gradualmente la imaginación en las operaciones de
hechicería, algunas veces hacen predicciones falsas y dan
oráculos erróneos. Si un hombre tiene una imaginación fuerte y
mala, y quiere dañar a otro, estos seres están siempre prontos
para ayudar en el cumplimiento de su objeto. Estos seres pueden
hacer que sus víctimas pierdan la razón, si son demasiado
débiles para resistir a su influencia.
Una persona sana y pura no
puede ser obsesada por ellos, porque tal Larva sólo puede obrar
en los hombres si éstos le dan lugar en sus mentes. Una mente
sana es un castillo que no puede ser invadido sin la voluntad de
su dueño; pero si se les permite entrar, excitan las pasiones de
los hombres y mujeres, crean malos deseos en ellos, producen
perversos pensamientos que obran dañosamente en el cerebro;
aguzan el intelecto animal y sofocan el sentido moral. Los malos
espíritus obsesan únicamente a los seres humanos en quienes la
naturaleza animal prepondera. Las mentes que están iluminadas
por el espíritu de verdad no pueden ser poseídas: sólo los que
son habitualmente guiados por sus propios impulsos inferiores
pueden ser sujetados a su influencia. Los exorcismos y
ceremonias son inútiles en tales casos. La oración y abstinencia
de todos los pensamientos que pueden estimular la imaginación
o excitar el cerebro son los únicos remedios verdaderos. (“De
ente Spirituali”)
La cura de la obsesión es un acto puramente psíquico y
moral.
La persona obsesada debe hacer uso de la verdadera
oración y abstinencia, y después de esto, que una persona de
fuerte voluntad quiera que tales espíritus se vayan. (“Filosofía
Oculta”.)
La razón porque no podemos ver estas entidades astrales
es porque son transparentes como el aire. No podemos ver el
aire a menos que hagamos humo, y aun en ese caso no vemos el
aire mismo sino el humo que es llevado por el aire. Pero
podemos sentir el aire cuando se mueve, y podemos también en
ocasiones sentir la presencia de tales entidades, si son bastante
densas para ser sentidas, Además, el objeto de nuestros sentidos
es percibir los objetos que existen en el plano para el cual esos
sentidos están adaptados, y por lo mismo los sentidos físicos
existen con el objeto de ver cosas físicas y los sentidos del
hombre interior son para ver las cosas del alma. Cuando los
sentidos externos están inactivos, los sentidos interiores pueden
despertar a la vida, y podemos ver los objetos del plano astral
como vemos las cosas en un sueño. Hay también algunos venenos por los cuales la actividad orgánica del cuerpo se puede
suprimir por algún tiempo y la conciencia del hombre interior
hacerse mas activa y la cual, por lo mismo, nos puede hacer ver
las cosas del plano astral. Pero tales venenos destruyen la razón
y son muy dañosos para la salud. En las fiebres, delirios, etc. se
pueden ver también estas cosas. Algunas de ellas pueden ser
creaciones de la mente del paciente, otras pueden haber sido
creadas por la imaginación mórbida de otra persona, como ya se
dijo.
Pero si estas entidades son invisibles bajo condiciones
normales para el ser humano pueden ser muy bien percibidas por
un Elementario humano que exista conscientemente en su plano.
Los caracteres humanos depravados pueden, después de la
muerte, tomar las formas de animales y monstruos a los que se
parecieron por sus malos pensamientos.
La forma es sólo una
apariencia que representa un carácter y el carácter da impresión
a la forma. Si el carácter de una persona es completamente malo,
hará que la forma astral sea horrible. Por esta razón las almas de
los depravados pueden aparecer en formas animales.
El espíritu puro no tiene forma: es sin forma como los
rayos del sol. Pero así como éstos hacen que los elementos de la
materia se desarrollen en plantas, igualmente las sustancias del
alma pueden convertirse en seres con formas, por medio de la
acción de los rayos espirituales. Hay espíritus buenos y espíritus
del mal; espíritus planetarios y ángeles, Hay los espíritus de los
cuatro elementos y hay muchos miles de clases diferentes.
Cada niño al nacer, recibe un espíritu familiar o genio y
estos espíritus instruyen algunas veces a sus discípulos aun
desde su mas tierna edad. Muchas veces les enseñan a hacer
cosas muy extraordinarias. Hay en el universo un número
incalculable de tales genios y podemos aprender de ellos todos
los misterios del Caos, a causa de que están en relación con el
Misterio Magno. Estos espíritus familiares son llamados Flage.
Hay varias clases de Flage, y hay dos modos por los que
podemos obtener conocimiento de ellos. Uno es haciéndose
visibles para poder hablar con nosotros; el otro es ejerciendo una
influencia invisible en nuestra mente.
El arte de la
Nectromancia, hace que el hombre perciba cosas interiores y no
hay misterio tocante al ser humano que no se pueda conocer por
ese arte, y al Flage se le puede hacer que lo revele o por
persuasión o por la fuerza de la voluntad porque el Flage
obedece a la voluntad del hombre por la misma razón que un
soldado obedece la voluntad del que manda o un inferior
obedece a su superior aunque este pueda ser físicamente mas
fuerte que el primero. Se puede hacer que el Flage aparezca
visiblemente en un espejo de Beryll, en un pedazo de carbón o
un cristal etc, y no solo se puede ver al Flage sino también a la
persona a quien pertenezca y todos sus secretos pueden ser
conocidos. Y si no es posible hacerles que se aparezcan entonces
tales secretos se pueden saber por comunicación de pensamiento
o por signos, visiones alegóricas etc.
Con la ayuda de estos
Flages se pueden hallar tesoros ocultos y las cartas cerradas se
pueden leer, a pesar de lo oculto que se hallen para la vista,
porque la apertura de la vista interior quita el velo de la materia.
Las cosas que han sido sepultadas se pueden hallar de este
modo, las robadas recobrarse, etc. El Flage puede revelarnos sus
secretos tanto buenos como malos, en nuestros sueños. El que
obtiene conocimiento del espíritu lo obtiene de su padre; el que
conoce a los Elementales se conoce así mismo; el que
comprende la naturaleza de los elementos sabe cómo está
constituido el Microcosmos. Los Flages son los espíritus que
instruyeron al género humano en las artes y ciencia en los
tiempos antiguos y sin ellos no habría seguramente ni ciencia ni
filosofía ninguna en el mundo.
En la práctica de la adivinación por sortilegio, etc., el
Flage guía la mano. Tales artes no son ni de Dios ni del diablo
sino son del Flage. Las ceremonias que de costumbre se usan en
estas ocasiones son meras supersticiones, y han sido inventadas
para dar a tales ocasiones un aire de solemnidad.
Los que
practican este arte ignoran ellos mismos con frecuencia las leyes
que lo gobiernan y pueden atribuir los resultados obtenidos a las
ceremonias, y confunden erróneamente sus supercherías con la
cosa esencial.
Respecto a la confianza que se pueda tener en las
revelaciones de los seres invisibles, Paracelso dice: “A los malos
espíritus les gusta hacer caer a los hombres en error y por lo
mismo sus profecías son generalmente falsas y sus predicciones
basadas en engaño. Dios hizo a los espíritus mudos para que no
puedan decirlo todo tan claramente al hombre que éste no
necesite usar su razón para evitar cometer errores. Los espíritus
no deben Instruir al hombre, pero no siempre obedecen ese
mandato. Por esta razón con frecuencia guardan silencio cuando
su informe es más necesario y muchas veces hablan falsedades
cuando más importa saber la verdad”. Esta es la causa de que
tantas cosas que han dicho los espíritus hayan sido mentiras o
ilusiones y algunos espíritus mienten muchísimo más que otros.
Pero puede suceder que tal vez de doce predicciones hechas por
tales espíritus una accidentalmente salga cierta y en este caso los
ignorantes no se fijarán en que las otras once fueron falsas, sino
que estarán prontos para creer lo que tales espíritus puedan
decir. “Estos espíritus enseñan con frecuencia a las personas que
tratan con ellos a practicar ciertas ceremonias, a decir ciertas
palabras y nombres en que no hay ninguna significación y todo
esto lo hacen para divertirse, y tener algún pasatiempo a costa de
las personas crédulas. Rara vez son los que pretenden ser;
aceptan nombres y uno usara el nombre de otro, o pueden
asumir la máscara y modo de obrar de otro. Si una persona tiene
tal espíritu que pertenezca a una clase mejor, puede ser un buen
decidor de la buenaventura; pero el que tiene un espíritu
mentiroso no oirá sino mentiras y en general, todos estos
espíritus en su clase se sobrepasan mutuamente en engaños y
mentiras. (“Filosofía Sagaz”).
El hombre es un instrumento por el cual los tres mundos
- el espiritual, el astral y el Elementario - están obrando. En él
hay seres de todos estos mundos, racionales y no racionales,
criaturas inteligentes y en inteligencia. Una persona sin
conocimiento ni gobierno propio, obra impulsado según la
voluntad de estas criaturas; pero el verdadero filósofo obra
conforme a la voluntad del Supremo Ser, el Creador, que está en
él. Si los amos a quienes el hombre obedece son locos, ellos, sus
siervos, también obrarán locamente. Es cierto que cada uno cree
que él es el amo y señor y que hace lo que quiere, pero no ve al
engañador que esta dentro de él, el cual es su amo, y en quien él
mismo viene a ser un engañado. (”De Meteoris.”)
Hay otra clase de espíritus, los Sagane o Espíritus
Elementales de la Naturaleza. Paracelso dice tocante a sus
cuerpos lo siguiente: “Hay dos clases de carne, una que viene de
Adán y otra que no viene de Adán.
La primera es material y
grosera, visible y tangible para nosotros: la otra no es tangible y
no está hecha de tierra. Si un hombre que desciende de Adán,
quiere pasar por una pared, tiene primero que hacer un agujero
en ella; pero un ser que no desciende de Adán, no necesita hacer
ningún agujero o puerta, sino que puede pasar por la materia que
nos parece sólida, sin causarle ningún daño. Los seres que no
han descendido de Adán, lo mismo que los que de él han
descendido, están organizados y tienen cuerpos substanciales:
pero hay tanta diferencia entre la sustancia que compone sus
cuerpos, como la que hay entre la Materia y el Espíritu. Sin
embargo, los Elementales no son espíritus, porque tienen carne,
sangre y huesos; viven y propagan su especie, comen y hablan,
obran y duermen, etcétera, y por consiguiente no pueden
propiamente ser llamados “espíritus”. Son seres que ocupan un
lugar entre los hombres y los espíritus, pareciéndose a los
hombres y mujeres en su organización y forma y pareciéndose a
los espíritus en la rapidez de su locomoción. Son seres
intermediarios, o Composita, formados de dos partes en una, lo
mismo que dos colores mezclados parecerán como un color, no
pareciéndose a ninguno de los dos originales.
Los Elementales
no tienen principios superiores, por lo mismo no son inmortales
y cuando mueren, perecen como los animales. Ni el agua ni el
fuego puede dañarles, y no pueden ser encerrados en nuestras
prisiones materiales. Están, sin embargo sujetos a enfermedades.
Sus costumbres, acciones formas, maneras de hablar, etc., no
son muy diferentes a las de los seres humanos: pero hay
muchísimas variedades, Tienen sólo intelecto animal y son
incapaces de desarrollo espiritual. (“Lib. Filos,” II,)
Estos espíritus de la naturaleza no son animales; tienen
razón y lenguaje como el hombre; tienen mente, pero no alma
espiritual. Esto puede parecer extraño e increíble: pero las
posibilidades de la naturaleza no están limitadas por el
conocimiento que el hombre tiene de ellas, y la sabiduría de
Dios es insondable. Tienen hijos, y éstos son como ellos. El
hombre está hecho a la imagen de Dios, y se puede decir que
ellos están hechos a la imagen del hombre pero el hombre no es
Dios, y los espíritus elementales de la naturaleza no son seres
humanos, aunque se parecen al hombre pueden enfermar y
mueren como animales. Sus costumbres se parecen a las de los
hombres, trabajan y duermen, comen, beben y hacen sus
vestidos, y así como el hombre está más cerca de Dios así ellos
están más cerca del hombre. (“Lib. Filos” II).
Viven en los cuatro elementos; las Ninfas en el agua, Las
Sílfides en el aire, los Pigmeos en la tierra, y las Salamandras en
el fuego.
Son llamados también Ondinas, Silvestres, Gnomos,
Vulcanos, etc. Cada especie se mueve únicamente en el
elemento a que pertenece y ninguno de ellos puede salir de su
elemento propio, que es para ellos como el aire para nosotros, o
el agua para los peces y ninguno de ellos puede vivir en el
elemento que pertenece a otra clase. Para cada ser elemental, el
elemento en que vive es transparente, invisible y respirable,
como la atmósfera lo es para nosotros.
Las cuatro clases de espíritus de la naturaleza no se
relacionan entre sí; los Gnomos no se comunican con las
Ondinas o Salamandras ni los Silvestres con ninguna de
aquellas. Así como los peces viven en el agua que es su
elemento, así cada ser vive en su propio elemento. Por ejemplo,
el elemento en que el hombre respira y vive es el aire: pero para
las Ondinas el agua es lo que el aire para nosotros, y si nos
sorprendernos de que estén en el agua, también ellas se pueden
sorprender de que estemos en el aire.
Así pues, el elemento de
los Gnomos es la tierra y pasan por las rocas, paredes y piedras
como un espíritu, porque tales cosas no son para ellos más grandes obstáculos de lo que el aire es para nosotros. En el mismo
sentido el fuego es el aire en que las Salamandras viven; pero los
Silvestres o Sílfides, son los que están en más cercana relación
con nosotros; porque viven en el aire como nosotros, se
ahogarían si estuviesen bajo el agua se sofocarían en la tierra y
se quemarían en el fuego porque cada ser pertenece a su propio
Caos y muere si es transportado a Otro. Si ese Caos es denso los
seres que viven en él son sutiles y si el Caos es sutil los seres
son densos. Por lo mismo tenemos cuerpos densos para que
podamos pasar por el aire sin impedimento y los Gnomos tienen
formas sutiles, para que puedan pasar por las rocas. Los hombres
tienen sus jefes y autoridades las abejas y hormigas sus reinas
los gansos y otros animales sus guías también y lo mismo los
espíritus de la naturaleza; pero los espíritus de la naturaleza lo
preparan por sí mismos. La omnipotencia de Dios no está limitada a cuidar sólo al hombre sino que se extiende a cuidar
también de los espíritus de la naturaleza y de muchas otras cosas
de que los hombres no saben nada.
Todos estos seres ven el sol y
el firmamento lo mismo que nosotros porque cada elemento es
transparente para los que viven en él. Así pues el sol brilla a
través de las rocas para los Gnomos y el agua no impide a las
Ondinas ver el sol y las estrellas; tienen sus primaveras e
inviernos y su “tierra” les produce frutos porque cada ser vive
del elemento de que ha brotado. (“Lib. Filos”. II.)
Con respecto a la personalidad de los Elementales, se
puede decir que los que pertenecen al elemento del agua se
parecen a los seres humanos de ambos sexos, los del aire son
más grandes y más fuertes; Las Salamandras son largas delgadas
y secas; los Pigmeos o Gnomos son de dos palmos de estatura
pero pueden extender o alargar su forma basta que parezcan
como gigantes. Los elementales del aire y el agua, las Sílfides y
Ninfas son de bondadosa disposición para con el hombre: las
Salamandras no se les pueden asociar a causa de la naturaleza
Ígnea del elemento en que viven y los Pigmeos son
generalmente de naturaleza maliciosa. Estos construyen casas,
bóvedas y edificios de extraño aspecto con ciertas sustancias
semi-materiales desconocidas para nosotros. Tienen una clase de
alabastro, mármol, cemento, etcétera: pero estas sustancias son
tan diferentes de las nuestras como la tela de una araña es
diferente de nuestro lino. Las Ninfas tienen sus residencias y
palacios en el agua; las Sílfides y Salamandras no tienen
moradas fijas.
En general, los Elementales aborrecen a las
personas presuntuosas y obstinadas, tales como los dogmáticos,
científicos, borrachos y glotones, lo mismo que a los
pendencieros y gentes vulgares de todas clases: pero aman a los
hombres naturales que tienen mente sencilla y son como los
niños, inocentes y sinceros; mientras menos vanidad e
hipocresía haya en el hombre más fácil les será acercarse a él;
pero si es lo contrario, son tan reservados y huraños como los
animales silvestres.
El hombre vive en los elementos exteriores y los
Elementales en los interiores. Tienen habitaciones y vestido,
métodos y costumbres, lenguaje y gobierno propios, en el
mismo sentido que las abejas tienen sus reinas y los rebaños de
animales su jefe. Algunas veces se les ve bajo diversas formas.
Las Salamandras han sido vistas como bolas o lenguas de fuego
corriendo en los campos o apareciendo en las casas. Ha habido
casos en que las Ninfas han adoptado la forma humana, vestido
y maneras y han entrado en unión con el hombre. Hay cierras
localidades en que gran numero de Elementales viven juntos, y
ha ocurrido que un hombre haya sido admitido en su comunidad
y haya vivido con ellos por algún tiempo y que se hayan hecho
visibles y tangibles para él.
Los ángeles son invisibles para nosotros; pero sin
embargo un ángel puede aparecer a nuestra vista espiritual, e
igualmente el hombre es invisible a los espíritus de la naturaleza
y lo que las Ondinas saben de nosotros es para ellas
simplemente lo que los cuentos de duendes son para nosotros.
Las Ondinas se aparecen al hombre, pero no el hombre a ellas.
El hombre es denso en el cuerpo y sutil en el Caos por lo mismo
ellas pueden entrar en su Caos (plano astral) y aparecérsele,
permanecer con él casarse y concebir hijos de él. Así pues una
Ondina puede casarse con un hombre, hacerle casa y sus hijos
serán seres humanos y no Ondinas, porque reciben un alma
humana del hombre, y además la Ondina misma recibe por esto
el germen de la inmortalidad. El hombre está ligado a Dios por
medio de su alma espiritual, y si una Ondina se une al hombre,
vendrá a ser por esto ligada a Dios, Así como una Ondina sin su
unión con el hombre muere como un animal, igualmente el
hombre es como un animal si destruye su unión con Dios.
Por lo mismo las Ninfas están ansiosas de unirse con el
hombre, procuran hacerse inmortales por medio de él. Tienen
mente e intelecto como el hombre, pero no el alma inmortal,
como la que hemos obtenido por el Cristo. Pero los espíritus de
la tierra, el aire y el fuego, rara vez se casan con un ser humano.
Pueden, sin embargo, apegársele y entrar a su servicio. No se
debe suponer que son nada aéreo o simplemente espectros o
apariencias; son de carne y sangre, sólo que más sutiles que el
hombre (esto es, de la sustancia de la mente.)
Las Ninfas algunas veces salen del agua y se las puede
ver sentadas en la orilla cerca de donde viven, y lo mismo que
los Gnomos tienen un lenguaje como el hombre; pero los
espíritus de los bosques son más huraños y no hablan nada,
aunque pueden hablar y son muy hábiles, las Ninfas aparecen
con forma humana y vestido; pero los espíritus del fuego son de
forma ígnea. Usualmente no se hallan en compañía de los
hombres, pero cohabitan con viejas, tales como las brujas, que
algunas veces son obsesadas por el diablo. Sí un hombre tiene
una Ninfa por esposa, cuídese de no ofenderla mientras está
cerca del agua, pues en tal caso volverá a su elemento; y si
alguno tiene un Gnomo por criado, séale fiel porque cada uno
tiene que ser obediente para con el otro; si cumplís vuestro deber
para con él, él lo cumplirá con vosotros. Todo esto está en el
orden divino de las cosas y será manifiesto a su debido tiempo;
de modo que entonces podremos ver lo que ahora parece casi
increíble. (“Lib. Filos”.II.)
En las leyendas de los santos se hace alusión a los
Espíritus Elementales de la Naturaleza llamándolos muchas
veces “diablos”, nombre que no merecen; porque hay
Elementales buenos tanto como malos: pero aunque pueden ser
muy egoístas, no han desarrollado ningún amor por el mal
absoluto porque sólo tienen almas mortales, pero no esencia
espiritual que los haga inmortales.
Además de las almas astrales que hay en el hombre de
los espíritus Elementales de la naturaleza, hay otros muchos
espíritus nacidos dentro del alma madre (la voluntad e
imaginación de la naturaleza) y así como la mente del hombre
puede crear monstruos, y el hombre puede pintar sus imágenes
en el lienzo, o esculpirlas en piedra o madera, igualmente el
poder universal de la voluntad crea monstruos en la luz astral, y
pueden arrojar sus sombras en el mundo físico de las
apariencias, haciéndose objetivas en cuerpos sobre la tierra.
Algunas de ellas son de corta vida y otras vivirán basta el día de
la disolución de todas las cosas.
Todos sabemos que un hombre
puede cambiar su carácter en el curso de su vida, de modo que al
fin llegue a ser una persona muy diferente de lo que era antes: y
así toda criatura que tenga voluntad puede cambiar y hacerse
sobrenatural o contranatural, esto es, diferente de lo que
normalmente pertenece a su naturaleza. Muchas de las
lumbreras de la iglesia, que ahora se pavonean llenas de joyas y
diamantes, parecerán dragones y gusanos cuando el cuerpo
humano en que están ahora enmascarados haya desaparecido
cuando llegue la muerte. (“Lib. Filos,” IV.)
Hay también Sirenas; pero es simplemente una clase de
peces monstruos; pero hay dos clases más de espíritus,
relacionados con las Ninfas y Pigmeos, a saber: los Gigantes y
los Enanos. Esto no puede ser creído, pero debe recordarse que
el principio del conocimiento divino es que la luz de la
naturaleza ilumine al hombre y que por esta luz conozca todas
las cosas de la naturaleza, por medio de la luz del hombre
interior. Los Gigantes y Enanos son monstruos, estando en
relación con los Silvestres y Gnomos en el mismo sentido que
las Sirenas están relacionadas con las Ondinas.
No tienen alma
(espiritual), y pueden mejor ser comparados a monos, que a
seres humanos. Estos espíritus son con frecuencia los guardianes
de los tesoros ocultos.
Tales cosas pueden ser negadas por el sabio mundanal;
pero al fin del mundo, cuando todas las cosas serán reveladas,
entonces también se verán avergonzados y corridos los llamados
“doctores” y “profesores”, que fueron grandes en su ignorancia:
entonces se vera quienes fueron los verdaderamente instruidos
en el fundamento de la naturaleza, y cuáles los instruidos
simplemente en charla vacía. Entonces conoceremos a los que
han escrito conforme a la verdad y los que han enseñado según
su fantasía: y cada uno recibirá lo que merezca. No habrá
entonces doctores ni magistrados y los que están haciendo ahora
mucho ruido estarán entonces muy callados, pero los que
hubieren recibido la verdadera inteligencia serán felices. Por lo
mismo recomiendo que mis escritos sean juzgados en aquel
tiempo cuando todas las cosas se manifestarán y cuando cada
uno verá la luz como le fue revelada.
Los malos espíritus son, por decirlo así, los alguaciles y
ejecutores de Dios (la ley). Han sido producidos por las
influencias del mal y siguen su destino. Pero el vulgo tiene una
estima demasiado elevada de sus poderes, especialmente del
poder del diablo. El diablo no tiene bastante poder para
remendar ollas viejas, y mucho menos para enriquecer a un
hombre. Él - o ello - es la cosa más pobre que puede hallarse en
los cuatro elementos. Hay muchísimas invenciones, ciencias y
artes que se atribuyen a la agencia del diablo (personal); pero
antes que el mundo sea mas viejo, se hallará que el diablo nada
tiene que ver con estas cosas, que el diablo es nada y no sabe
nada y que estas cosas son el resultado de causas naturales. La
verdadera ciencia puede hacer muchísimo; la Sabiduría Eterna
de la existencia de toda las cosas es sin tiempo, sin principio y
sin fin. Las cosas que son consideradas ahora como imposibles
se realizaran y lo que es mirado como una superstición en
nuestro siglo, será la base de la ciencia aprobada del siguiente.
(“Filosofía Oculta”).
FRANZ HARTTMANN
FRANZ HARTTMANN
Gracias cuanto conocimiento me encanto.
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