jueves, 4 de julio de 2019

LOS ELEMENTALES - Parte I


La ortodoxia de la Edad Media consideraba a los ángeles, demonios y espíritus humanos desencarnados, como entidades personales invisibles. Personificaron a los poderes del bien y del mal, e hicieron de ellos caricaturas y monstruos que volaban de lugar a lugar, tratando de subyugar las almas de los hombres o de sujetarlos a su poder. El gobierno de aquellos tiempos era oligárquico, y el pobre dependía de los favores del rico. El poder de la Iglesia era supremo, y los dictados del clero no toleraban la desobediencia. El servilismo y anhelo por favores personales estaban a la orden de aquel tiempo, y este estado de la mente influenció y modificó necesariamente las concepciones religiosas del pueblo. El Espíritu Supremo del Universo fue degradado a sus ojos como un tirano personal, y cuyo favor trataban de ganar por medio de penitencias, suplicas, y por medio de la intercesión de los Sacerdotes, que se suponía eran sus favoritos. 

Todo lo que no podía ser reconciliado con las preocupaciones y opiniones existentes, era atribuido al diablo; y los horrores de la Inquisición, las persecuciones religiosas y procesos de brujas, son bien conocidos para traerse a la memoria del lector. “Pneuma”, o “Alma”, significa un espíritu semimaterial, una esencia o forma que no es ni “material” en el sentido aceptado de la palabra, ni espíritu puro. Es (como todo lo demás en el universo) una forma de la voluntad, y puede tener una o ninguna inteligencia. Generalmente significa el eslabón que une el espíritu con el cuerpo: pero hay seres que pertenecen enteramente al reino del alma y no tienen cuerpos como los llamados comúnmente “materiales”. Se puede decir que el alma es cierto estado de actividad de la voluntad, y lo mismo se puede decir del cuerpo físico, porque si consideramos al universo como siendo una manifestación de la voluntad en movimiento, entonces todas las formas y objetos que conocemos, o que podemos imaginar son determinadas vibraciones de la voluntad. 

Así pues, podemos considerar a la naturaleza física como constituida de un orden inferior de vibraciones, al alma como una octava superior de las mismas, y al espíritu como mas superior todavía. Si el cuerpo físico muere, la octava inferior deja de sonar, pero la superior continúa y continuará en vibración mientras esté en contacto con lo más elevado; pero si el espíritu se ha separado de ella, tarde o temprano cesará su actividad. Así pues, si el hombre muere, el alma sobrevive, y sus esencias superiores van a formar la sustancia del cuerpo del hombre paradisíaco, “el hombre del nuevo Olimpo” (Devachán), y las esencias inferiores del alma de la cual el espíritu se ha separado, se disuelven en los elementos astrales a que pertenecen, así como el cuerpo terrenal se disuelve en los elementos de la tierra. Esta disolución, sin embargo, no se verifica inmediatamente en el momento de la separación del alma del cuerpo, sino que puede necesitar largo tiempo. 

Lo que constituía la mente de un hombre (el astral) continua todavía existiendo después de la muerte del cuerpo aunque el astrum no es la persona a que el astrum perteneció. Si un hombre ha sido veraz durante su vida, su espíritu será veraz después de la muerte del hombre. Si ha sido un gran astrónomo, un mago o alquimista, su espíritu será todavía lo mismo, y podernos aprender muchísimas cosas de tales espíritus; esas cosas son los restos de la mente que en un tiempo constituyeron el hombre terrenal (“Filos,” Tract, V,) Hay dos muertes o dos separaciones. 

La separación del espíritu y alma del cuerpo y la separación del espíritu del alma; o, para expresarlo mas claro, la separación de lo espiritual del alma meramente intelectual y animal. Si una persona muere de muerte natural (esto es, de vejez) si sus pasiones han muerto durante la vida, si su voluntad egoísta se ha debilitado y su mente se ha hecho como la de un niño y si ha puesto su confianza en su padre, su espíritu y su alma al momento de la muerte serán libres de las cadenas materiales y será atraído al cuerpo de Cristo. Tal alma es la carne y Sangre de Cristo y Cristo es su Dueño. No entra en comunicación con los mortales, porque no desea nada terrenal, No “piensa” o especula acerca de las cosas terrenales, ni se apena por sus relaciones o amigos. Vive en un estado de pura sensación, dicha y gozo. Tal es la suerte de los que mueren de muerte natural en Dios; pero las condiciones de los que mueren prematuramente sin ser regenerados, las de los suicidas o las de los que mueren a consecuencia de algún accidente difieren muchísimo; porque aunque sus almas han sido separadas por fuerza de sus cuerpos el espíritu no por esto deja necesariamente al alma, sino que puede permanecer con ella hasta que otra separación se verifique. 

Permanecen en tales casos seres humanos como cualesquiera otros; sólo, con esta diferencia que no poseen un cuerpo físico, y permanecen en tal estado hasta que llega el tiempo cuando, según la ley de la Naturaleza y su propia predestinación (Karma), su muerte física debería haber llegado. Al terminar este tiempo se verifica la separación de sus principios inferiores y superiores. Mientras tanto viven en sus cuerpos astrales. Tales cuerpos son invisibles para nosotros, pero son visibles entre ellos, y tienen sensación y facultades perceptivas, y ejecutan en sus pensamientos lo que tenían costumbre de ejecutar durante la vida y creen que lo están ejecutando físicamente. Permanecen todavía en la esfera de la tierra y Paracelso les llama Caballi, Lemures, etcétera. 

Están todavía en posesión completa de sus deseos terrenales y pasiones; tratan de satisfacerlas y son instintivamente atraídos hacia personas en quienes hallan deseos y pasiones correspondientes y a los lugares en donde pueden esperar satisfacerlas entrando en simpatía con los llamados médiums y son por lo mismo inclinados con frecuencia a instigar a tales médiums a que cometan crímenes e inmoralidades: no se puede evitar que lo hagan así, porque al perder sus cuerpos físicos han perdido también la suma necesaria de energía y poder de voluntad para ejercer dominio propio y emplear sus facultades de raciocinio. Con frecuencia rondan los lugares donde acostumbraban pasar el tiempo durante la vida; de este modo tratan de hallar alivio a la sed devoradora que sienten por satisfacer sus deseos. A donde quiera que sus pensamientos les atraigan, allá irán. 

Si han cometido algún crimen pueden ser encadenados por el arrepentimiento al lugar en que fue perpetrado; si tienen un tesoro sepultado, el cuidado de su dinero puede retenerlos allí; el odio o deseo de venganza puede encadenarlos a sus enemigos; el amor material puede convertirlos en vampiros y encadenarlos con el objeto de su pasión, con tal que haya algunos elementos en la victima que les den acceso, porque el cuerpo astral de una persona mala no puede influenciar la mente de una persona pura ni durante la vida ni después de la muerte, a menos que estén en mutua relación por alguna semejanza en sus organizaciones mentales. 

Bajo ciertas circunstancias, tales entidades humanas pueden hacerse visibles o manifestar su presencia de alguna manera. Pueden aparecer en forma corporal o permanecer invisibles v producir sonidos y ruidos -como toques, risas, silbidos, estornudos, gemidos, suspiros, pasos, pataleos-; pueden arrojar piedras y mover los muebles u otros objetos, y todo esto lo pueden hacer con el fin de llamar la atención de los vivos, a fin de que puedan obtener una oportunidad de entrar en comunicación con ellos. Pero no todas las apariencias de Visitadores supramundanos o submundanos son causadas por las apariciones de los espectros o cuerpos astrales de los suicidas o victimas de accidentes, ni por los cadáveres astrales y el Evestra de los muertos, sino que hay otras entidades invisibles que pueden rondar las casas de los mortales, y pueden en ocasiones hacerse visibles y tangibles a los sentidos físicos, si existen las condiciones necesarias para tal fin. Una de estas clases la forman los seres llamados “fantasmata”. Estos seres semejantes a espectros son “espíritus nocturnos”, que tienen raciocinio semejante al del hombre. 

Tratan de apegarse a los hombres, especialmente a los que tienen muy poco poder de dominio propio, y a quienes pueden dominar. Hay muchísimas clases de estos espíritus, buenos lo mismo que malos y les gusta estar cerca del hombre. En esto son comparables a los perros que también gustan de la compañía de los hombres. Pero el hombre no puede aprovechar nada de su compañía. Son sombras vacías, y sólo un embarazo para él. Temen los corales rojos, como los perros temen a un látigo; pero los corales obscuros les atraen. (Herbarius Theophrasti: De Corallis.) Algunos creen que tales espíritus pueden ser arrojados con agua bendita y quemando Incienso; pero no se puede tener ninguna agua bendita mientras no se halle un hombre bastante santo para poder dotar al agua con un poder oculto, y el olor de Incienso puede mas bien atraer a los malos espíritus que arrojarlos porque los malos espíritus son atraídos por las cosas que son atractivas a sus sentidos, y si queremos arrojarlos sería mas racional emplear olores desagradables para este fin. 

El verdadero y efectivo poder contra todos los malos espíritus es la voluntad. 
Si amamos a la fuente de todo bien con todo nuestro Corazón, mente y deseo podemos estar seguros de no caer nunca en poder del mal: pero las ceremonias sacerdotales -el rociar agua, quemar Incienso y cantar encantamientos - son invenciones de la vanidad clerical, y por lo mismo tienen su origen en la fuente de todo mal. Las ceremonias han sido instituidas en su origen para dar una forma externa a un acto interno; pero donde el poder interno, para ejecutar tales actos, no existe, una ceremonia no será de ningún valer, sino sólo para atraer a los espíritus a quienes puede gustar burlarse de nuestra tontería. (“Filosofía Oculta”) Otra clase consta de los Incubos y Súcubos, de los que hablan las tradiciones rabínicas de una manera alegórica como habiendo sido creados por el derrame del semen de Adán (el hombre animal) mientras se ocupaba de Lilith, su primera esposa (dando a entender una imaginación mórbida). 

Paracelso dice en su libro «De Origine Morborum lnvisibilium» lib. III:

 “La imaginación es la causa de los Incubos y Súcubos, y de la Larva fluídica. Los Incubos son seres masculinos y los Súcubos femeninos. Son el producto de una imaginación intensa y lasciva de los hombres y mujeres, y después que toman forma desaparecen. 
Son formados del Esperma que se halla en la imaginación de los que cometen el pecado contra natura de Onán en pensamiento y acto. Viniendo, como viene, sólo de la imaginación, no es verdadero esperma, sino sólo una sal corrompida (esencia). Sólo una semilla que entra a los órganos que la Naturaleza suministra para su desarrollo puede desarrollarse en un cuerpo. 
Si la semilla no es plantada en el suelo a propósito, se podriría. 

Si la esperma no cae en la matriz conveniente, no produciría nada bueno, sino algo inútil. Por lo mismo, los Incubos y Súcubos que se producen de la semilla corrompida, sin el orden natural de las cosas, son malos e inútiles, y Tomás de Aquino ha cometido un error tornando equivocadamente tal cosa inútil por una “perfecta”. Este esperma que viene de la imaginación, nace en Amore Hereos. Esto significa una clase de amor en que un hombre puede imaginarse una mujer, o una mujer un hombre, para ejecutar el acto connubial con la imagen creada en la esfera de la mente. 

De este acto resulta la expulsión de fluido etéreo inútil, impotente para engendrar un niño, pero capaz de producir Larva. Tal imaginación es madre de una impúdica lujuria, que si continúa, puede hacer al hombre impotente y a la mujer estéril, porque mucho del poder verdadero creativo y formativo es perdido por el ejercicio frecuente de esta mórbida imaginación, Esta es frecuentemente la causa de las molas, abortos, fracasos y malas formaciones. Este esperma corrompido puede ser tomado por los espíritus que vagan por la noche, que pueden llevarlo a un lugar donde pueden fecundarlo. Hay espíritus que pueden ejecutar un “actus” con él, como también lo pueden hacer las brujas, y, a consecuencia de este “actus”, pueden producirse muchos monstruos curiosos de formas horribles. (“De Orig. Morb. Invis.”) 

Si tales monstruos nacen de una imaginación consciente poderosa, la misma conciencia será creada también en ellos. Los espíritus de la noche pueden usar todo lo que nace de tal esperma según quieran, pero no pueden usar nada de carácter humano o que posea verdadero espíritu. “El amor erótico es un estado del cuerpo invisible y es causado por una imaginación sobreexcitada estimulada a tal grado que arroja esperma, de la cual pueden resultar Incubos y Súcubos. 

En el pollutionibus nocturnalis ordinarias, el cuerpo pierde esperma sin ningún esfuerzo de la imaginación y los espíritus de la noche no pueden por lo mismo usarla para sus fines. Si las mujeres que han pasado de la Edad en que pueden concebir son impúdicas y de vivida imaginación, pueden también producir tales cosas. Si las personas de uno u otro sexo tienen deseos lujuriosos y una imaginación activa, o si se enamoran apasionadamente de una persona del sexo opuesto, y no pueden obtener el objeto de su deseo y fantasía entonces un incubo o Súcubo puede tomar el lugar del objeto ausente, y de este modo los hechiceros pueden producir Súcubos y los brujas incubos. “Para impedir tan desgraciados sucesos, es necesario ser casto, honrado y puro en pensamiento y deseo y todo el que no pueda ser así debe casarse. La imaginación es un gran poder y si el mundo conociera las cosas extrañas que se pueden producir por el poder de la imaginación, las autoridades harían que todos los vagos se fueran a trabajar y a emplear su tiempo de alguna manera útil, y tendrían cuidado de los que no pueden gobernar su imaginación a fin de evitar que aconteciesen malos resultados. (“Morb. Invis. IV”) 

El llamado Dragón es un ser invisible, que puede hacerse visible y aparecer en forma humana y cohabitar con brujas. Esto se verifica por medio del esperma que se pierde por los onanistas fornicadores y prostitutas, in acte venereo, y tales espíritus usan como cuerpo para obtener una forma humana, porque toda la forma humana se halla en germen en el esperma, y si estos espíritus usan el esperma de cierta persona es como si un hombre se pusiera el vestido de otro y entonces tienen la forma de esa persona y se le parecen en todas sus partes y detalles. (“De Fertilitate” Trat. II.) 
Otro monstruo horrible es el Basilisc, creado por a Sodomía, y también el Apis y Leo. Hay innumerables formas bastardas mitad hombre, mitad arañas o sapos etc., los cuales habitan el plano astral; pertenecen a la serpiente cuya cabeza tiene que ser aplastada por el pie de Cristo (“Fragm”). 

Si estas formas son suficientes densas para hacerse visibles, aparecen como una sombra o niebla de color. No tienen vida propia, sino que la toman de la persona que les dio el ser, lo mismo que una sombra es producida por un cuerpo; y donde no hay cuerpo, no puede haber sombra ninguna. Con frecuencia son engendradas por idiotas, personas inmorales, depravadas o enfermizas, que llevan una vida irregular y solitaria, y que son adictas a malos hábitos. La coherencia de las partículas que componen los cuerpos de estos seres no es muy fuerte, y temen al aire, la luz, el fuego, las puntas y armas. Son una especie de apéndice aéreo al cuerpo de sus padres y hay algunas veces tan intima relación entre ellos y el cuerpo de sus progenitores, que si se hace un daño a los primeros, puede transmitirse a los segundos. 

Son parásitos que extraen la vitalidad de las personas a quienes son extraídos, y pueden agotar la vitalidad de sus victimas muy pronto, si estas no son muy fuertes. Algunos de estos seres influencian a los hombres según sus cualidades: los vigilan, aumentan y excitan sus faltas, hallan excusas a sus errores, les hacen desear el éxito de sus malas acciones y gradualmente la imaginación en las operaciones de hechicería, algunas veces hacen predicciones falsas y dan oráculos erróneos. Si un hombre tiene una imaginación fuerte y mala, y quiere dañar a otro, estos seres están siempre prontos para ayudar en el cumplimiento de su objeto. Estos seres pueden hacer que sus víctimas pierdan la razón, si son demasiado débiles para resistir a su influencia. 

Una persona sana y pura no puede ser obsesada por ellos, porque tal Larva sólo puede obrar en los hombres si éstos le dan lugar en sus mentes. Una mente sana es un castillo que no puede ser invadido sin la voluntad de su dueño; pero si se les permite entrar, excitan las pasiones de los hombres y mujeres, crean malos deseos en ellos, producen perversos pensamientos que obran dañosamente en el cerebro; aguzan el intelecto animal y sofocan el sentido moral. Los malos espíritus obsesan únicamente a los seres humanos en quienes la naturaleza animal prepondera. Las mentes que están iluminadas por el espíritu de verdad no pueden ser poseídas: sólo los que son habitualmente guiados por sus propios impulsos inferiores pueden ser sujetados a su influencia. Los exorcismos y ceremonias son inútiles en tales casos. La oración y abstinencia de todos los pensamientos que pueden estimular la imaginación o excitar el cerebro son los únicos remedios verdaderos. (“De ente Spirituali”) La cura de la obsesión es un acto puramente psíquico y moral. 

La persona obsesada debe hacer uso de la verdadera oración y abstinencia, y después de esto, que una persona de fuerte voluntad quiera que tales espíritus se vayan. (“Filosofía Oculta”.) 
La razón porque no podemos ver estas entidades astrales es porque son transparentes como el aire. No podemos ver el aire a menos que hagamos humo, y aun en ese caso no vemos el aire mismo sino el humo que es llevado por el aire. Pero podemos sentir el aire cuando se mueve, y podemos también en ocasiones sentir la presencia de tales entidades, si son bastante densas para ser sentidas, Además, el objeto de nuestros sentidos es percibir los objetos que existen en el plano para el cual esos sentidos están adaptados, y por lo mismo los sentidos físicos existen con el objeto de ver cosas físicas y los sentidos del hombre interior son para ver las cosas del alma. Cuando los sentidos externos están inactivos, los sentidos interiores pueden despertar a la vida, y podemos ver los objetos del plano astral como vemos las cosas en un sueño. Hay también algunos venenos por los cuales la actividad orgánica del cuerpo se puede suprimir por algún tiempo y la conciencia del hombre interior hacerse mas activa y la cual, por lo mismo, nos puede hacer ver las cosas del plano astral. Pero tales venenos destruyen la razón y son muy dañosos para la salud. En las fiebres, delirios, etc. se pueden ver también estas cosas. Algunas de ellas pueden ser creaciones de la mente del paciente, otras pueden haber sido creadas por la imaginación mórbida de otra persona, como ya se dijo. Pero si estas entidades son invisibles bajo condiciones normales para el ser humano pueden ser muy bien percibidas por un Elementario humano que exista conscientemente en su plano. Los caracteres humanos depravados pueden, después de la muerte, tomar las formas de animales y monstruos a los que se parecieron por sus malos pensamientos. 

La forma es sólo una apariencia que representa un carácter y el carácter da impresión a la forma. Si el carácter de una persona es completamente malo, hará que la forma astral sea horrible. Por esta razón las almas de los depravados pueden aparecer en formas animales. El espíritu puro no tiene forma: es sin forma como los rayos del sol. Pero así como éstos hacen que los elementos de la materia se desarrollen en plantas, igualmente las sustancias del alma pueden convertirse en seres con formas, por medio de la acción de los rayos espirituales. Hay espíritus buenos y espíritus del mal; espíritus planetarios y ángeles, Hay los espíritus de los cuatro elementos y hay muchos miles de clases diferentes. Cada niño al nacer, recibe un espíritu familiar o genio y estos espíritus instruyen algunas veces a sus discípulos aun desde su mas tierna edad. Muchas veces les enseñan a hacer cosas muy extraordinarias. Hay en el universo un número incalculable de tales genios y podemos aprender de ellos todos los misterios del Caos, a causa de que están en relación con el Misterio Magno. Estos espíritus familiares son llamados Flage. Hay varias clases de Flage, y hay dos modos por los que podemos obtener conocimiento de ellos. Uno es haciéndose visibles para poder hablar con nosotros; el otro es ejerciendo una influencia invisible en nuestra mente. 

El arte de la Nectromancia, hace que el hombre perciba cosas interiores y no hay misterio tocante al ser humano que no se pueda conocer por ese arte, y al Flage se le puede hacer que lo revele o por persuasión o por la fuerza de la voluntad porque el Flage obedece a la voluntad del hombre por la misma razón que un soldado obedece la voluntad del que manda o un inferior obedece a su superior aunque este pueda ser físicamente mas fuerte que el primero. Se puede hacer que el Flage aparezca visiblemente en un espejo de Beryll, en un pedazo de carbón o un cristal etc, y no solo se puede ver al Flage sino también a la persona a quien pertenezca y todos sus secretos pueden ser conocidos. Y si no es posible hacerles que se aparezcan entonces tales secretos se pueden saber por comunicación de pensamiento o por signos, visiones alegóricas etc. 

Con la ayuda de estos Flages se pueden hallar tesoros ocultos y las cartas cerradas se pueden leer, a pesar de lo oculto que se hallen para la vista, porque la apertura de la vista interior quita el velo de la materia. Las cosas que han sido sepultadas se pueden hallar de este modo, las robadas recobrarse, etc. El Flage puede revelarnos sus secretos tanto buenos como malos, en nuestros sueños. El que obtiene conocimiento del espíritu lo obtiene de su padre; el que conoce a los Elementales se conoce así mismo; el que comprende la naturaleza de los elementos sabe cómo está constituido el Microcosmos. Los Flages son los espíritus que instruyeron al género humano en las artes y ciencia en los tiempos antiguos y sin ellos no habría seguramente ni ciencia ni filosofía ninguna en el mundo. En la práctica de la adivinación por sortilegio, etc., el Flage guía la mano. Tales artes no son ni de Dios ni del diablo sino son del Flage. Las ceremonias que de costumbre se usan en estas ocasiones son meras supersticiones, y han sido inventadas para dar a tales ocasiones un aire de solemnidad. 

Los que practican este arte ignoran ellos mismos con frecuencia las leyes que lo gobiernan y pueden atribuir los resultados obtenidos a las ceremonias, y confunden erróneamente sus supercherías con la cosa esencial. Respecto a la confianza que se pueda tener en las revelaciones de los seres invisibles, Paracelso dice: “A los malos espíritus les gusta hacer caer a los hombres en error y por lo mismo sus profecías son generalmente falsas y sus predicciones basadas en engaño. Dios hizo a los espíritus mudos para que no puedan decirlo todo tan claramente al hombre que éste no necesite usar su razón para evitar cometer errores. Los espíritus no deben Instruir al hombre, pero no siempre obedecen ese mandato. Por esta razón con frecuencia guardan silencio cuando su informe es más necesario y muchas veces hablan falsedades cuando más importa saber la verdad”. Esta es la causa de que tantas cosas que han dicho los espíritus hayan sido mentiras o ilusiones y algunos espíritus mienten muchísimo más que otros. 

Pero puede suceder que tal vez de doce predicciones hechas por tales espíritus una accidentalmente salga cierta y en este caso los ignorantes no se fijarán en que las otras once fueron falsas, sino que estarán prontos para creer lo que tales espíritus puedan decir. “Estos espíritus enseñan con frecuencia a las personas que tratan con ellos a practicar ciertas ceremonias, a decir ciertas palabras y nombres en que no hay ninguna significación y todo esto lo hacen para divertirse, y tener algún pasatiempo a costa de las personas crédulas. Rara vez son los que pretenden ser; aceptan nombres y uno usara el nombre de otro, o pueden asumir la máscara y modo de obrar de otro. Si una persona tiene tal espíritu que pertenezca a una clase mejor, puede ser un buen decidor de la buenaventura; pero el que tiene un espíritu mentiroso no oirá sino mentiras y en general, todos estos espíritus en su clase se sobrepasan mutuamente en engaños y mentiras. (“Filosofía Sagaz”). 

El hombre es un instrumento por el cual los tres mundos - el espiritual, el astral y el Elementario - están obrando. En él hay seres de todos estos mundos, racionales y no racionales, criaturas inteligentes y en inteligencia. Una persona sin conocimiento ni gobierno propio, obra impulsado según la voluntad de estas criaturas; pero el verdadero filósofo obra conforme a la voluntad del Supremo Ser, el Creador, que está en él. Si los amos a quienes el hombre obedece son locos, ellos, sus siervos, también obrarán locamente. Es cierto que cada uno cree que él es el amo y señor y que hace lo que quiere, pero no ve al engañador que esta dentro de él, el cual es su amo, y en quien él mismo viene a ser un engañado. (”De Meteoris.”) Hay otra clase de espíritus, los Sagane o Espíritus Elementales de la Naturaleza. Paracelso dice tocante a sus cuerpos lo siguiente: “Hay dos clases de carne, una que viene de Adán y otra que no viene de Adán. 

La primera es material y grosera, visible y tangible para nosotros: la otra no es tangible y no está hecha de tierra. Si un hombre que desciende de Adán, quiere pasar por una pared, tiene primero que hacer un agujero en ella; pero un ser que no desciende de Adán, no necesita hacer ningún agujero o puerta, sino que puede pasar por la materia que nos parece sólida, sin causarle ningún daño. Los seres que no han descendido de Adán, lo mismo que los que de él han descendido, están organizados y tienen cuerpos substanciales: pero hay tanta diferencia entre la sustancia que compone sus cuerpos, como la que hay entre la Materia y el Espíritu. Sin embargo, los Elementales no son espíritus, porque tienen carne, sangre y huesos; viven y propagan su especie, comen y hablan, obran y duermen, etcétera, y por consiguiente no pueden propiamente ser llamados “espíritus”. Son seres que ocupan un lugar entre los hombres y los espíritus, pareciéndose a los hombres y mujeres en su organización y forma y pareciéndose a los espíritus en la rapidez de su locomoción. Son seres intermediarios, o Composita, formados de dos partes en una, lo mismo que dos colores mezclados parecerán como un color, no pareciéndose a ninguno de los dos originales. 

Los Elementales no tienen principios superiores, por lo mismo no son inmortales y cuando mueren, perecen como los animales. Ni el agua ni el fuego puede dañarles, y no pueden ser encerrados en nuestras prisiones materiales. Están, sin embargo sujetos a enfermedades. Sus costumbres, acciones formas, maneras de hablar, etc., no son muy diferentes a las de los seres humanos: pero hay muchísimas variedades, Tienen sólo intelecto animal y son incapaces de desarrollo espiritual. (“Lib. Filos,” II,) Estos espíritus de la naturaleza no son animales; tienen razón y lenguaje como el hombre; tienen mente, pero no alma espiritual. Esto puede parecer extraño e increíble: pero las posibilidades de la naturaleza no están limitadas por el conocimiento que el hombre tiene de ellas, y la sabiduría de Dios es insondable. Tienen hijos, y éstos son como ellos. El hombre está hecho a la imagen de Dios, y se puede decir que ellos están hechos a la imagen del hombre pero el hombre no es Dios, y los espíritus elementales de la naturaleza no son seres humanos, aunque se parecen al hombre pueden enfermar y mueren como animales. Sus costumbres se parecen a las de los hombres, trabajan y duermen, comen, beben y hacen sus vestidos, y así como el hombre está más cerca de Dios así ellos están más cerca del hombre. (“Lib. Filos” II). Viven en los cuatro elementos; las Ninfas en el agua, Las Sílfides en el aire, los Pigmeos en la tierra, y las Salamandras en el fuego. 

Son llamados también Ondinas, Silvestres, Gnomos, Vulcanos, etc. Cada especie se mueve únicamente en el elemento a que pertenece y ninguno de ellos puede salir de su elemento propio, que es para ellos como el aire para nosotros, o el agua para los peces y ninguno de ellos puede vivir en el elemento que pertenece a otra clase. Para cada ser elemental, el elemento en que vive es transparente, invisible y respirable, como la atmósfera lo es para nosotros. Las cuatro clases de espíritus de la naturaleza no se relacionan entre sí; los Gnomos no se comunican con las Ondinas o Salamandras ni los Silvestres con ninguna de aquellas. Así como los peces viven en el agua que es su elemento, así cada ser vive en su propio elemento. Por ejemplo, el elemento en que el hombre respira y vive es el aire: pero para las Ondinas el agua es lo que el aire para nosotros, y si nos sorprendernos de que estén en el agua, también ellas se pueden sorprender de que estemos en el aire. 

Así pues, el elemento de los Gnomos es la tierra y pasan por las rocas, paredes y piedras como un espíritu, porque tales cosas no son para ellos más grandes obstáculos de lo que el aire es para nosotros. En el mismo sentido el fuego es el aire en que las Salamandras viven; pero los Silvestres o Sílfides, son los que están en más cercana relación con nosotros; porque viven en el aire como nosotros, se ahogarían si estuviesen bajo el agua se sofocarían en la tierra y se quemarían en el fuego porque cada ser pertenece a su propio Caos y muere si es transportado a Otro. Si ese Caos es denso los seres que viven en él son sutiles y si el Caos es sutil los seres son densos. Por lo mismo tenemos cuerpos densos para que podamos pasar por el aire sin impedimento y los Gnomos tienen formas sutiles, para que puedan pasar por las rocas. Los hombres tienen sus jefes y autoridades las abejas y hormigas sus reinas los gansos y otros animales sus guías también y lo mismo los espíritus de la naturaleza; pero los espíritus de la naturaleza lo preparan por sí mismos. La omnipotencia de Dios no está limitada a cuidar sólo al hombre sino que se extiende a cuidar también de los espíritus de la naturaleza y de muchas otras cosas de que los hombres no saben nada. 

Todos estos seres ven el sol y el firmamento lo mismo que nosotros porque cada elemento es transparente para los que viven en él. Así pues el sol brilla a través de las rocas para los Gnomos y el agua no impide a las Ondinas ver el sol y las estrellas; tienen sus primaveras e inviernos y su “tierra” les produce frutos porque cada ser vive del elemento de que ha brotado. (“Lib. Filos”. II.) Con respecto a la personalidad de los Elementales, se puede decir que los que pertenecen al elemento del agua se parecen a los seres humanos de ambos sexos, los del aire son más grandes y más fuertes; Las Salamandras son largas delgadas y secas; los Pigmeos o Gnomos son de dos palmos de estatura pero pueden extender o alargar su forma basta que parezcan como gigantes. Los elementales del aire y el agua, las Sílfides y Ninfas son de bondadosa disposición para con el hombre: las Salamandras no se les pueden asociar a causa de la naturaleza Ígnea del elemento en que viven y los Pigmeos son generalmente de naturaleza maliciosa. Estos construyen casas, bóvedas y edificios de extraño aspecto con ciertas sustancias semi-materiales desconocidas para nosotros. Tienen una clase de alabastro, mármol, cemento, etcétera: pero estas sustancias son tan diferentes de las nuestras como la tela de una araña es diferente de nuestro lino. Las Ninfas tienen sus residencias y palacios en el agua; las Sílfides y Salamandras no tienen moradas fijas. 

En general, los Elementales aborrecen a las personas presuntuosas y obstinadas, tales como los dogmáticos, científicos, borrachos y glotones, lo mismo que a los pendencieros y gentes vulgares de todas clases: pero aman a los hombres naturales que tienen mente sencilla y son como los niños, inocentes y sinceros; mientras menos vanidad e hipocresía haya en el hombre más fácil les será acercarse a él; pero si es lo contrario, son tan reservados y huraños como los animales silvestres. El hombre vive en los elementos exteriores y los Elementales en los interiores. Tienen habitaciones y vestido, métodos y costumbres, lenguaje y gobierno propios, en el mismo sentido que las abejas tienen sus reinas y los rebaños de animales su jefe. Algunas veces se les ve bajo diversas formas. Las Salamandras han sido vistas como bolas o lenguas de fuego corriendo en los campos o apareciendo en las casas. Ha habido casos en que las Ninfas han adoptado la forma humana, vestido y maneras y han entrado en unión con el hombre. Hay cierras localidades en que gran numero de Elementales viven juntos, y ha ocurrido que un hombre haya sido admitido en su comunidad y haya vivido con ellos por algún tiempo y que se hayan hecho visibles y tangibles para él. 

Los ángeles son invisibles para nosotros; pero sin embargo un ángel puede aparecer a nuestra vista espiritual, e igualmente el hombre es invisible a los espíritus de la naturaleza y lo que las Ondinas saben de nosotros es para ellas simplemente lo que los cuentos de duendes son para nosotros. Las Ondinas se aparecen al hombre, pero no el hombre a ellas. El hombre es denso en el cuerpo y sutil en el Caos por lo mismo ellas pueden entrar en su Caos (plano astral) y aparecérsele, permanecer con él casarse y concebir hijos de él. Así pues una Ondina puede casarse con un hombre, hacerle casa y sus hijos serán seres humanos y no Ondinas, porque reciben un alma humana del hombre, y además la Ondina misma recibe por esto el germen de la inmortalidad. El hombre está ligado a Dios por medio de su alma espiritual, y si una Ondina se une al hombre, vendrá a ser por esto ligada a Dios, Así como una Ondina sin su unión con el hombre muere como un animal, igualmente el hombre es como un animal si destruye su unión con Dios. Por lo mismo las Ninfas están ansiosas de unirse con el hombre, procuran hacerse inmortales por medio de él. Tienen mente e intelecto como el hombre, pero no el alma inmortal, como la que hemos obtenido por el Cristo. Pero los espíritus de la tierra, el aire y el fuego, rara vez se casan con un ser humano. Pueden, sin embargo, apegársele y entrar a su servicio. No se debe suponer que son nada aéreo o simplemente espectros o apariencias; son de carne y sangre, sólo que más sutiles que el hombre (esto es, de la sustancia de la mente.) 

Las Ninfas algunas veces salen del agua y se las puede ver sentadas en la orilla cerca de donde viven, y lo mismo que los Gnomos tienen un lenguaje como el hombre; pero los espíritus de los bosques son más huraños y no hablan nada, aunque pueden hablar y son muy hábiles, las Ninfas aparecen con forma humana y vestido; pero los espíritus del fuego son de forma ígnea. Usualmente no se hallan en compañía de los hombres, pero cohabitan con viejas, tales como las brujas, que algunas veces son obsesadas por el diablo. Sí un hombre tiene una Ninfa por esposa, cuídese de no ofenderla mientras está cerca del agua, pues en tal caso volverá a su elemento; y si alguno tiene un Gnomo por criado, séale fiel porque cada uno tiene que ser obediente para con el otro; si cumplís vuestro deber para con él, él lo cumplirá con vosotros. Todo esto está en el orden divino de las cosas y será manifiesto a su debido tiempo; de modo que entonces podremos ver lo que ahora parece casi increíble. (“Lib. Filos”.II.) 

En las leyendas de los santos se hace alusión a los Espíritus Elementales de la Naturaleza llamándolos muchas veces “diablos”, nombre que no merecen; porque hay Elementales buenos tanto como malos: pero aunque pueden ser muy egoístas, no han desarrollado ningún amor por el mal absoluto porque sólo tienen almas mortales, pero no esencia espiritual que los haga inmortales. Además de las almas astrales que hay en el hombre de los espíritus Elementales de la naturaleza, hay otros muchos espíritus nacidos dentro del alma madre (la voluntad e imaginación de la naturaleza) y así como la mente del hombre puede crear monstruos, y el hombre puede pintar sus imágenes en el lienzo, o esculpirlas en piedra o madera, igualmente el poder universal de la voluntad crea monstruos en la luz astral, y pueden arrojar sus sombras en el mundo físico de las apariencias, haciéndose objetivas en cuerpos sobre la tierra. Algunas de ellas son de corta vida y otras vivirán basta el día de la disolución de todas las cosas. 

Todos sabemos que un hombre puede cambiar su carácter en el curso de su vida, de modo que al fin llegue a ser una persona muy diferente de lo que era antes: y así toda criatura que tenga voluntad puede cambiar y hacerse sobrenatural o contranatural, esto es, diferente de lo que normalmente pertenece a su naturaleza. Muchas de las lumbreras de la iglesia, que ahora se pavonean llenas de joyas y diamantes, parecerán dragones y gusanos cuando el cuerpo humano en que están ahora enmascarados haya desaparecido cuando llegue la muerte. (“Lib. Filos,” IV.) 
Hay también Sirenas; pero es simplemente una clase de peces monstruos; pero hay dos clases más de espíritus, relacionados con las Ninfas y Pigmeos, a saber: los Gigantes y los Enanos. Esto no puede ser creído, pero debe recordarse que el principio del conocimiento divino es que la luz de la naturaleza ilumine al hombre y que por esta luz conozca todas las cosas de la naturaleza, por medio de la luz del hombre interior. Los Gigantes y Enanos son monstruos, estando en relación con los Silvestres y Gnomos en el mismo sentido que las Sirenas están relacionadas con las Ondinas. 

No tienen alma (espiritual), y pueden mejor ser comparados a monos, que a seres humanos. Estos espíritus son con frecuencia los guardianes de los tesoros ocultos. Tales cosas pueden ser negadas por el sabio mundanal; pero al fin del mundo, cuando todas las cosas serán reveladas, entonces también se verán avergonzados y corridos los llamados “doctores” y “profesores”, que fueron grandes en su ignorancia: entonces se vera quienes fueron los verdaderamente instruidos en el fundamento de la naturaleza, y cuáles los instruidos simplemente en charla vacía. Entonces conoceremos a los que han escrito conforme a la verdad y los que han enseñado según su fantasía: y cada uno recibirá lo que merezca. No habrá entonces doctores ni magistrados y los que están haciendo ahora mucho ruido estarán entonces muy callados, pero los que hubieren recibido la verdadera inteligencia serán felices. Por lo mismo recomiendo que mis escritos sean juzgados en aquel tiempo cuando todas las cosas se manifestarán y cuando cada uno verá la luz como le fue revelada. 

Los malos espíritus son, por decirlo así, los alguaciles y ejecutores de Dios (la ley). Han sido producidos por las influencias del mal y siguen su destino. Pero el vulgo tiene una estima demasiado elevada de sus poderes, especialmente del poder del diablo. El diablo no tiene bastante poder para remendar ollas viejas, y mucho menos para enriquecer a un hombre. Él - o ello - es la cosa más pobre que puede hallarse en los cuatro elementos. Hay muchísimas invenciones, ciencias y artes que se atribuyen a la agencia del diablo (personal); pero antes que el mundo sea mas viejo, se hallará que el diablo nada tiene que ver con estas cosas, que el diablo es nada y no sabe nada y que estas cosas son el resultado de causas naturales. La verdadera ciencia puede hacer muchísimo; la Sabiduría Eterna de la existencia de toda las cosas es sin tiempo, sin principio y sin fin. Las cosas que son consideradas ahora como imposibles se realizaran y lo que es mirado como una superstición en nuestro siglo, será la base de la ciencia aprobada del siguiente. (“Filosofía Oculta”).

FRANZ HARTTMANN

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