La Ciencia de Raja Yoga o "Ciencia Soberana del Alma", tal como la presenta su
exponente principal Patanjali, con el tiempo hallará su más amplia demostración en
Occidente, lo cual se debe a que, de acuerdo a la ley cíclica, la quinta raza raíz (en su quinta subraza) debe inevitablemente alcanzar su punto culminante. Tal punto, en la economía de
la raza, está ejemplificado en el correcto empleo de la mente y su utilización por el alma,
para lograr los objetivos grupales y el desarrollo de la conciencia grupal en el plano físico.
Hasta ahora, la mente ha sido deificada o prostituida para alcanzar fines materiales.
Mediante la ciencia de Raja Yoga, la mente será conocida como el instrumento del alma y
el medio por el cual el cerebro del aspirante se iluminará y adquirirá el conocimiento de los
asuntos concernientes al reino del alma.
De acuerdo a la ley de evolución, la quinta raza raíz debe ocuparse íntimamente de la
mente, por ser el quinto principio, y su correspondiente quinta subraza debe hacerlo más
estrechamente que ninguna otra. Los estudiantes harían bien en tener presente las siguientes
analogías:
Las diversas yogas han tenido su lugar en el desenvolvimiento del ser humano.
En la
primera raza, puramente física, denominada lemuriana, la yoga impuesta en esa época a la
infantil humanidad fue Hatha Yoga, la yoga del cuerpo físico, que enseña el empleo y la
manipulación consciente de los diversos órganos, músculos y partes de la estructura física.
El problema de los adeptos de esa época, fue enseñar a los seres humanos (que eran poco
más que animales) el propósito, significado y empleo de sus diversos órganos, para poder
controlarlos conscientemente y comprender el significado simbólico de la figura humana.
Por lo tanto, en esos primitivos días, los seres humanos llegaban al portal de la iniciación
gracias a la práctica de Hatha Yoga. En aquel entonces, la tercera iniciación, cuyo resultado
era la transfiguración de la personalidad, era la más elevada que el hombre podía alcanzar.
En la época atlante, el progreso de los hijos de los hombres se lograba mediante la
imposición de dos yogas. Primero, la conocida con el nombre de Laya Yoga, la Yoga de los
centros, que produjo la estabilización del cuerpo etérico y de los centros en el hombre, y el
desarrollo de la naturaleza astral y síquica. Más tarde el Bhakti Yoga, resultado del
desarrollo del cuerpo emocional o astral, fue incorporado al Laya Yoga, sentándose las
bases de ese misticismo y devoción, que ha sido el incentivo fundamental de nuestra
particular raza raíz aria. El objetivo, en esa época, era la cuarta iniciación. El tema de estas
grandes iniciaciones está tratado con mayor extensión en el libro Iniciación Humana y
Solar.
En la actual raza aria, la subyugación del cuerpo mental y el control de la mente se logran
por la práctica de Raja Yoga y la meta para la humanidad en evolución, es la quinta
iniciación, la del adepto. Toda yoga ha ocupado su lugar y ha servido un propósito útil, y
resultará evidente que cualquier retorno a las prácticas de Hatha Yoga, o esas que se ocupan
específicamente del desarrollo de los centros, por medio de los distintos tipos de prácticas
de meditación y ejercicios respiratorios, constituyen, desde cierto aspecto, un retroceso.
Hallaremos que mediante las prácticas de Raja Yoga y asumiendo una posición que ejerza
un control directriz (que descubrirá quien centre su conciencia en el alma), los otros tipos
de yoga resultan innecesarios, por cuanto los resultados de la yoga superior incluyen automáticamente a las inferiores, aunque no a sus prácticas.
Cuándo las prácticas de yoga sean estudiadas, se evidenciará que recién ahora ha llegado el
día de la oportunidad. Oriente nos ha preservado las reglas desde tiempo inmemorial. Uno
que otro oriental (y unos pocos adeptos occidentales) se han valido de estas reglas y se han
sometido a la disciplina de esta exigente ciencia. Así se ha conservado, para la raza, la
continuidad de la doctrina secreta, la Sabiduría Eterna, y también se ha reunido el personal
de la Jerarquía de nuestro planeta.
En la época de Buda, gracias al estímulo que Éste
produjo, tuvo lugar una gran reunión de Arhats, los cuales alcanzaron la liberación por el
esfuerzo autoiniciado. Dicho período marcó, en nuestra época aria, la culminación para
Oriente. Desde entonces la oleada de vida espiritual ha afluido constantemente hacia
Occidente, y podemos esperar la correspondiente culminación que llegará a su cenit entre
los años 1965 y 2025. Para tal fin los adeptos de Oriente y Occidente trabajan
conjuntamente, pues acatan siempre la Ley.
Este venidero impulso, como en los tiempos de Buda, es de segundo rayo, el cual no tiene
relación con ningún impulso de primer rayo, como el que trajo a H. P. Blavatsky. Los
impulsos de primer rayo surgen en el primer cuarto de cada siglo y alcanzan su
culminación, en el plano físico, en el último cuarto. El interés demostrado ahora por el Raja
Yoga, interés que se irá demostrando cada vez más, y el estudio de esta ciencia y de las
reglas que proporciona para el desenvolvimiento del hombre, indican la tendencia general
de este creciente impulso de segundo rayo. Así llegará el día de la oportunidad.
Tres libros deberían estar en manos de todo estudiante: El Bhagavad Gita, El Nuevo
Testamento y Los Aforismos de Yoga, porque contienen el cuadro completo del alma y su
desenvolvimiento.
Los dieciocho capítulos del Gita describen el alma, Krishna, el segundo aspecto, en su
verdadera naturaleza como Dios en manifestación, culminando en ese maravilloso capítulo
donde Él se revela a Arjuna, el aspirante, como el alma de todas las cosas y el punto de
gloria oculto tras el velo de toda forma.
En El Nuevo Testamento, donde se describe la vida de un Hijo de Dios en plena
manifestación, cuando libre de todo velo, el alma en su verdadera naturaleza camina sobre
la tierra. Al estudiar la vida de Cristo, nos damos cuenta de lo que significa desarrollar los
poderes del alma, alcanzar la liberación y llegar a ser un Dios, en toda su gloria, caminando
sobre la tierra.
Los Aforismos de Yoga contienen las leyes de ese devenir, y las reglas, métodos y medios
que hacen al hombre, cuando se los sigue, "perfecto, como nuestro Padre en los cielos es
perfecto". Paulatinamente despliega ante nosotros un sistema graduado de
desenvolvimiento, que lleva al hombre, desde la etapa del hombre bueno común, a través de
las de aspirante, iniciado y maestro, hasta el excelso punto de evolución en que se halla
ahora Cristo.
Juan, el discípulo amado, dijo: "seremos igual a Él, pues le veremos tal como
es", y cuando el alma se revela al hombre en el plano físico produce siempre una gran
transformación. Cristo dijo: "Cosas más grandes que yo hago, haréis", prometiéndonos "el
Reino, el poder y la gloria", siempre que nuestra aspiración y persistencia sean suficientes
para conducirnos por el espinoso camino de la cruz y nos permita hollar ese sendero que
conduce "al camino ascendente", hasta la cima del Monte de la Transfiguración.
¿Cómo se produce este gran cambio? ¿De qué manera el hombre, víctima de sus deseos y
naturaleza inferior, se convierte en el hombre victorioso que triunfa sobre el mundo, la
carne y el demonio? Esto sucede cuando el cerebro físico del hombre encarnado llega a ser
consciente del yo, el alma; pero esta percepción consciente sólo es posible cuando el
verdadero yo puede "reflejarse en la sustancia mental". El alma está inherentemente libre de
los objetos y permanece siempre en estado de unidad aislada. Sin embargo, el hombre en
encarnación, debe alcanzar, en la conciencia del cerebro físico, la comprensión de estos dos
estados del ser.
Debe liberarse conscientemente de todos los objetos del deseo y
mantenerse, como un todo unificado, desapegado y liberado de todo velo y forma en los
tres mundos. Cuando el estado consciente del ser, tal como lo conoce el hombre espiritual,
sea también una condición de la conciencia del hombre en encarnación física, entonces se
habrá alcanzado la meta. El hombre ya no es la víctima del mundo como cuando se ha
identificado con el cuerpo físico. Camina libre "con faz resplandeciente" (Co.), y la luz de
su rostro se proyecta sobre todo cuanto encuentra. Sus deseos ya no ponen la carne en
actividad, por eso el cuerpo astral no lo subyuga ni lo vence.
Por medio del desapasionamiento y equilibrio de los pares de opuestos, se libera del
temperamento, sentimientos, anhelos, deseos y reacciones emocionales, característicos de la
vida del hombre común y alcanza el punto de paz.
El demonio del orgullo, la
personificación de la naturaleza mental mal empleada y las deformadas percepciones de la
mente, han sido dominadas y queda liberado en los tres mundos. La naturaleza del alma, las
cualidades y actividades inherentes a la naturaleza de amor del Hijo de Dios y la Sabiduría
que se manifiesta cuando amor y actividad (segundo y tercer aspectos) se unen, caracterizan
su vida en la tierra y puede decir como Cristo: "Consumado es".
La fecha del nacimiento de Patanjali es desconocida; existe mucha controversia sobre ello.
La mayoría de los autores occidentales la fijan entre los años 820 y 300 a.C., aunque uno o
dos la fijan d.C.; los indúes, que se supone saben algo al respecto, fijan una fecha muy
anterior, algunos hasta 10.000 años a.C. Patanjali recopiló las enseñanzas que, hasta la
época de su advenimiento, habían sido trasmitidas oralmente durante muchos siglos. Fue el
primero en transcribir la enseñanza para los estudiantes, por eso se lo considera fundador de
la Escuela Raja Yoga. Sin embargo, el sistema se ha aplicado desde los principios de la raza
Aria. Los Aforismos de la Yoga son la enseñanza básica de la Escuela Trashimaláyica, a la
cual pertenecen la mayoría de los Maestros de Sabiduría.
Muchos estudiosos sostienen que
los Esenios y otras Escuelas místicas de entrenamiento y pensamiento, íntimamente
relacionadas con el fundador del cristianismo v con los cristianos primitivos, están basadas
en el mismo sistema y que sus Instructores fueron preparados en la gran Escuela
Trashimaláyica.
Los aforismos, tal como los presentamos, han sido dictados y parafraseados por el
Tibetano; los comentarios han sido escritos por mí, pero sometidos a su revisión e
indicaciones. Se observará que la traducción no es literal ni una definición exacta de cada
uno de los términos sánscritos originales. Es un intento de verter al inglés, en forma clara y
comprensible, el significado exacto, hasta donde es posible hacerlo en un idioma poco
elástico e imaginativo. Al estudiante le será útil, cuando estudie estos aforismos, comparar
la versión dada aquí con las distintas traducciones disponibles.
ALICE A. BAILEY
Nueva York, mayo de 1927.
No hay comentarios:
Publicar un comentario