miércoles, 6 de julio de 2016

Cuerpo Fisico y Cuerpo Astral



WILLIAM Q. JUDGE.

El cuerpo, considerado como un conjunto de carne, huesos, músculos, nervios, sustancia cerebral, bilis, mucosidades, sangre y piel, es objeto de un cuidado exclusivo para un excesivo número de personas, quienes hacen de él un dios porque han llegado a identificarse a sí mismos con él, refiriéndose únicamente al cuerpo cuando dicen "yo". 

Cuando es abandonado, el cuerpo queda exento de sensación y en tal caso actúa únicamente por acción refleja e impulso automático. Esto lo observamos durante el sueño, porque entonces el cuerpo asume actitudes y efecuta movimientos sin el consentimiento del hombre despierto. El cuerpo se asemeja a nuestra madre tierra, en que está formado por un número de "vidas" infinitesimales. Cada una de estas vidas es un punto de sensitividad. No hay allí tan sólo microbios, bacilos y bacterias, sino que éstas están compuestas de otras vidas y ésas de otras aún más diminutas. Estas vidas no son las células del cuerpo, sino que forman dichas células, manteniéndose siempre dentro de los límites asignados a la célula por la evolución. 

Estas vidas están siempre en rotación y moviéndose conjuntamente por todo el cuerpo, encontrándose tanto en espacios aparentemente vacíos, como también en donde se ve carne, membranas, huesos y sangre. Se extienden igualmente hasta una distancia determinada, más allá de los límites exteriores actuales del cuerpo.
Uno de los misterios de la vida física yace oculto entre esas "vidas". Su acción, impelida por la Energía Vital - denominada Prana o Jiva - explicará la existencia activa y la muerte física. Esas vidas están divididas en dos clases: una, los destructores, la otra, los preservadores, y estas dos luchan entre sí desde el nacimiento hasta el triunfo de los destructores. 

En esta lucha la Energía Vital misma pone fin al conflicto, porque la vida es la que mata. Esto puede parecer heterodoxo, pero en la filosofía Teosófica se le considera como un hecho. Porque según se dice, el infante vive porque la combinación de sus órganos perfectamente sanos es capaz de absorber la vida en que está sumergido y que le rodea en el espacio, y es llevado al sueño cada noche por la abrumadora fuerza de la corriente de vida, puesto que los preservadores entre las células del cuerpo juvenil no están aún dominados por los destructores. Estos procesos del sueño y de la vigilia, son simple y únicamente el restablecimiento del equilibrio durante el sueño y la acción producida por la ruptura de tal equilibrio cuando se está despierto. Esto puede ser comparado con la luz del arco voltáico, en que el arco radiante de luz al punto de resistencia es el símbolo del hombre activo y en vela. Así, en el sueño nosotros continuamos absorbiendo y no resistiendo la Energía Vital; cuando estamos despiertos estamos expeliendo esa energía, pero existiendo la Energía Vital a nuestro alrededor como un océano en el cual nadamos, nuestro poder para expelerla es necesariamente limitado. 

En el momento en que despertamos estamos en equilibrio en lo que toca a nuestros órganos y a la vida; cuando nos quedamos dormidos estamos aún más llenos de vida de lo que estábamos al despertar en la mañana; la Energía Vital nos ha agotado; ella finalmente mata al cuerpo. Tal contienda no podría ser sostenida por siempre, puesto que el peso de la vida de todo el sistema solar está en oposición directa al poder de resistencia enmarcado en una pequeña forma humana.

Los Maestros de Sabiduría consideran que el cuerpo es el más transitorio, inestable e ilusorio de toda la serie de constituyentes del hombre. El cuerpo no permanece igual ni por un instante. En perpetua transformación, en contínuo movimiento por todas partes, el cuerpo, aunque tangible, no está nunca en realidad terminado o concluído. Los antiguos percibieron ésto perfectamente, porque elaboraron una doctrina denominada Nitya Pralaya, o el contínuo cambio de las cosas materiales: la contínua destrucción. Esto es conocido ahora por la ciencia en su doctrina del metabolismo y de que el cuerpo sufre una completa alteración y renovación cada siete años. Al concluir los primeros siete años, el cuerpo no es el mismo que fue al nacer. Al final de nuestros días el cuerpo ha cambiado siete o quizás más veces y sin embargo presenta la misma apariencia general y fisonómica desde la madurez hasta la muerte, así como también permanece en una misma forma humana desde el nacimiento hasta la madurez. Este es un misterio que la ciencia no puede explicar; es un asunto atinente a las células y a los medios por los cuales la forma humana en general se conserva.


La "célula" es una ilusión; no es sino una mera palabra y no tiene existencia como una cosa material, porque cada célula se compone de otras partes. ¿Qué es entonces una célula? La célula es la forma ideal dentro de la cual los actuales átomos físicos - formados de "vidas" - se organizan entre sí. Ya que se ha admitido que las moléculas físicas están constantemente abandonando el cuerpo, las mismas han de estar abandonando las células a cada instante. Por lo tanto, no hay tal célula física, sino tan sólo los límites privativos de una célula, las paredes ideales y la forma general. Las moléculas asumen su posición dentro de la forma ideal, de acuerdo con las leyes de la naturaleza, y abandonan ésta a su vez casi inmediatamente para abrirle campo a otros átomos. Y como ocurre con el cuerpo, lo mismo acontece con la tierra y con el sistema solar. Esto también sucede con todos los objetos materiales, aunque en una medida más lenta. Estos están todos en constante moción y cambio. Esta es la sabiduría moderna y también la sabiduría antigua; es la explicación física de la clarividencia, la clariaudiencia, la telepatía y la lectura del pensamiento. Esto ayuda a demostrar cuán alucinadora e insatisfactoria cosa es nuestro cuerpo.


Aunque estrictamente el Cuerpo Astral (Linga Sarira, en Sánscrito) es el segundo constituyente del hombre, nosotros examinaremos la Energía Vital (Prana y Jiva, en Sánscrito) en conjunto con el Cuerpo Astral, porque a nuestra observación, el fenómeno de la vida se muestra más claramente en relación con el cuerpo.

La vida no es el resultado del funcionamiento de los órganos, ni tampoco cesa o se pierde cuando el cuerpo se disuelve. La vida es un principio universalmente interpenetrante; es el océano dentro del cual flota la tierra, e igualmente interpenetra nuestro globo y todos los seres y objetos que en él se encuentran. La vida labora incesantemente sobre nosotros y a nuestro alrededor, latiendo contra y a través de nosotros eternamente. Cuando ocupamos el cuerpo, empleamos simplemente un instrumento más especializado que cualquier otro para tratar con ambos, Prana y Jiva. Estrictamente hablando, Prana es aliento, y puesto que el aliento es necesario para el sostenimiento de la vida en el mecanismo humano, aliento es la palabra más aceptable. Jiva, significa "vida" y también se aplica al alma viviente, porque la vida en general se deriva de la misma Vida Suprema. 

Jiva, por lo tanto, se presta a una aplicación general, mientras que Prana es más específica. No se puede decir que uno posea una cantidad determinada de esa Energía Vital, ya que ésta regresaría a su fuente original si el cuerpo fuese incinerado, sino más bien debería decirse que esa Energía trabaja con cualquiera que sea el volumen de materia en él; nosotros, por decirlo así, secretamos o usamos esta Energía Vital mientras vivimos, porque, estemos vivos o muertos la Energía Vital está siempre allí: durante la vida, entre nuestros órganos, sosteniéndolos; en la muerte, entre las innumerables criaturas que surgen de nuestra destrucción corporal. Nos sería tan imposible deshacernos de esa Energía Vital como lo sería el erradicar el aire en que flota el pájaro, y lo mismo que el aire, ella también ocupa todos los espacios del planeta, de modo que en ninguna parte podemos perder su beneficio ni tampoco evadir su aplastante poder final. Pero para obrar sobre el cuerpo físico, esta vida - Prana - necesita un vehículo, un instrumento o un conductor, y este vehículo es el cuerpo astral.


Existen muchos nombres para designar al Cuerpo Astral; he aquí unos cuantos: Linga Sarira, término Sánscrito que significa cuerpo-diseño y el cual es probablemente su mejor definición; doble etéreo, fantasma, espectro, aparición, doppelganger, hombre personal, alma irracional, alma animal, Bhuta, elementario, aparecido, diablo, demonio. Algunos de estos títulos solamente se aplican al cuerpo astral cuando carece del cuerpo físico después de la muerte. Bhuta, diablo y elementario son casi sinónimos; el primero es Sánscrito. Los hindúes designan por Bhuta al Cuerpo Astral, cuando con la muerte es liberado del cuerpo y de la mente, y por estar así separado de la conciencia es como un diablo en su estimación. No están muy equivocados, siempre que nosotros podamos abolir la noción tradicional de que el diablo es un angel caído del cielo, porque este diablo corporal es una cosa que emana de la tierra.


Se podría objetar que el término Cuerpo Astral no es el apropiado para este propósito. Esta objeción surge en razón de la naturaleza y el génesis de nuestros idiomas. Así es que en la búsqueda de palabras para describir el cuerpo interior en nuestro idioma, únicamente fueron encontradas las de "cuerpo astral". Este término se aproxima estrechamente a lo real, puesto que la substancia de esta forma se deriva de la materia cósmica o materia estelar. Pero la antigua palabra Sánscrita - Linga Sarira, el cuerpo diseño - lo describe con exactitud, porque éste es el diseño o modelo del cuerpo físico. Ese término es preferible al de "cuerpo etéreo", porque este último podría sugerir la idea de ser subsecuente al físico, cuando en realidad el cuerpo astral antecede al material.


El cuerpo astral está formado de materia de un tejido muy fino y sutil si se le compara con el del cuerpo visible, y tiene una gran resistencia tensoria, de manera que cambia poco durante el curso de una vida, mientras que el cuerpo físico cambia a cada instante. El Astral no solamente tiene esta fuerza de tensión inmensa, sino que también posee una elasticidad que le permite extenderse a una distancia considerable. Es flexible, plástico, extensible y fuerte. La materia de que se compone es eléctrica y magnética en su esencia, exactamente la misma de que el mundo entero estaba compuesto en el ignoto pasado, cuando el proceso de la evolución no había llegado aún al momento de producir el cuerpo material para el hombre. Pero ésta no es materia bruta ni cruda. Habiendo pasado por un vasto período de evolución, y sufrido incalculables procesos de purificación, su naturaleza ha sido refinada a un grado mucho más allá de los groseros elementos físicos que nosotros vemos y palpamos con los ojos y las manos físicas.


El cuerpo astral es el modelo guía del físico, y todos los otros reinos tienen igualmente un modelo astral. Los vegetales, minerales y animales tienen un doble etéreo y ésta es la única teoría que responderá a la incógnita de por qué la semilla reproduce su misma especie y los seres conscientes procrean otros seres semejantes. Los biólogos únicamente pueden decir que los hechos son tales como se les conoce, pero no pueden dar razón de porqué la bellota nunca podrá producir otra cosa sino una encina excepto que jamás se ha sabido algo diferente. La doctrina verdadera era conocida en las escuelas de antaño, y esa doctrina ha sido promulgada nuevamente en Occidente, gracias a los esfuerzos de H. P. Blavatsky y de aquéllos que han sido inspirados por sus obras.


Esta doctrina nos dice que en épocas primitivas de la evolución de este globo, los diferentes reinos de la naturaleza fueron delineados primeramente como plan o en forma ideal, y después la materia astral comenzó a trabajar sobre este plan con la ayuda del principio Vital, hasta que al cabo de largas edades la forma astral humana completó su evolución y perfeccionamiento. Esta es, pues, la primera forma que la raza humana tuvo, y en cierto sentido corresponde a la alegoría de la condición del hombre en el Jardín del Edén. Después de otros largos períodos, durante los cuales el ciclo del continuo descenso iba ayanzando, la forma astral al fin se cubrió con una "vestidura de piel" y la forma física actual se introdujo en la escena. Esta es la explicación del verso en el libro del Génesis que describe cómo a Adán y a Eva les fueron dadas vestiduras de piel. Esta es la caída final en la materia, porque a partir de ese momento el hombre interior se esfuerza en elevar la masa entera de materia física a un nivel superior y animarla con influencias espirituales, con el fin de que ésta pueda estar preparada para continuar aún más adelante durante el próximo gran período de evolución, después que el actual finalece.


En la presente época, el modelo por el cual la criatura se desarrolla en el útero es el cuerpo astral, cuya forma está ya perfecta antes del nacimiento del niño. Es sobre este modelo que las moléculas se organizan por sí mismas, hasta que el niño queda completamente formado, y la presencia del etéreo cuerpo-diseño explicará cómo la forma se desarrolla morfológicamente, hasta producir los contornos y figura; cómo los globos oculares se impulsan por sí mismos del interior hacia la superficie de la cara, y muchas otras cosas misteriosas de la embriología, que los médicos pasan por alto con una mera descripción pero sin poder explicarlas. Esto explicará mejor que toda otra teoría, las marcas de nacimiento del feto en el útero, negadas a veces por los médicos pero bien conocidas por aquéllos que se toman el trabajo de observar, como siendo un hecho que ocurre frecuentemente. La forma corporal en desarrollo está sujeta al modelo astral, y conectado con la imaginación de la madre por órganos físicos y psíquicos. 

La madre proyecta una fuerte imagen por horror, temor o cualquier otra emoción, y el modelo astral es afectado entonces similarmente. En el caso de un niño que nace naturalmente sin piernas, las ideas y la potente imaginación de la madre amputan e inhiben la pierna astral, lo que trae por resultado que las moléculas, no teniendo el modelo astral morfológico de la pierna sobre el cual alinearse y trabajar, no estructuran pierna corporal alguna, y así similarmente en otros casos. Por el contario, dondequiera que nos encontramos a un hombre que aún siente la pierna que el cirujano le ha amputado, o percibe dedos que le fueron cortados, ahí entonces el miembro astral no ha sido afectado, y por lo tanto, el hombre tiene la sensación de que los miembros estuvieran aún unidos a su ser. Pues ni el bisturí ni los ácidos jamás dañarán el modelo astral ya formado, pero en las primeras fases de su desarrollo, las ideas y la imaginación, sí tienen el poder del ácido o del acero afilado.


En el hombre ordinario, que no ha sido disciplinado en ocultismo práctico o que carece de esta facultad por nacimiento, el cuerpo astral no puede retirarse del cuerpo físico a una distancia mayor de unos pocos pies, pues es parte de éste, lo sostiene y está incorporado en él como las fibras del mango que penetran la pulpa de la fruta. Pero también hay quienes a consecuencia de prácticas seguidas en pasadas encarnaciones sobre la tierra, poseen desde su nacimiento la facultad de proyectar inconscientemente el cuerpo astral. Estos son los mediums, algunos videntes y muchas personas histéricas, catalépticas y escrofulosas. Aquéllas que se han entrenado a sí mismas durante un curso prolongado en una disciplina excesivamente severa, que alcanza la naturaleza moral y mental bastante más allá del poder del hombre ordinario de esta época, pueden hacer uso de la forma astral a voluntad, porque han trascendido completamente la ilusión de que el cuerpo físico es una parte permanente de ellos; además, han aprendido las leyes químicas y eléctricas que rigen en este asunto. En su caso, ellos actúan con conocimiento y a conciencia; en los otros casos, el acto se lleva a cabo sin posibilidad de poder impedirlo o realizarlo a voluntad, o de evitar los riesgos que acompañan el uso incontrolado de fuerzas de la naturaleza de un caráter elevado.


El cuerpo astral posee en sí los órganos reales de percepción correspondientes a los órganos exteriores de los sentidos. En él se encuentran la vista, el oído, el gusto, el olfato y el tacto; tiene un sistema completo de nervios y arterias que le son propios para la conducción del fluído astral, el cual es al cuerpo astral lo que nuestra sangre es al cuerpo físico. El cuerpo astral es el hombre personal verdadero y en él están también situadas la percepción subconsciente y la memoria latente, los cuales están siendo mal usados hoy en día por los hipnotizadores modernos, a quienes a su vez traen muy desconcertados. Así, cuando el cuerpo muere el hombre astral queda en libertad, y como en la muerte el hombre inmortal - La Triada - se remonta a otro estado, el cuerpo astral se convierte en el cascarón del que fue el hombre viviente y requiere cierto tiempo para disolverse. 

El cascarón Astral retiene todos los recuerdos de la vida que el hombre ha vivido y así es como puede repetir de una manera refleja y automática lo que el fallecido sabía, decía, pensaba y veía. El permanece cerca del abandonado cuerpo físico casi todo el tiempo, hasta la completa disgregación de éste, ya que tiene que pasar a través de su propio proceso de desintegración. El cascarón astral puede hacerse visible bajo ciertas condiciones. Este es el fantasma de las sesiones espiritistas, en donde se le induce a enmascararse como el verdadero espíritu de tal o cual individuo. Atraído por los pensamientos del médium y sus acompañantes, vagamente revolotea donde éstos se encuentran reunidos, y es entonces galvanizado con vida artificial por una multitud de fuerzas elementales y por el activo cuerpo astral del médium que dirige la sesión, o de cualquier otro medium  que tome parte en la misma. 

De este espectro astral (tal como si fuese de una fotografía) son entonces reflejadas en el cerebro del médium todas las pretendidas evidencias que los espiritistas alegan son suficientes para probar la identidad del amigo o pariente fallecido. Estas evidencias son aceptadas como prueba de que el espíritu del fallecido está presente, en razón de que ni los médiums ni los participantes están familiarizados con las leyes que gobiernan su propia naturaleza, ni con la constitución, poder, y funcionamiento de la materia astral y del hombre astral.

La filosofía Teosófica no niega los hechos demostrados en reuniones espiritistas, pero da una explicación de ellos enteramente opuesta a la de los espiritistas; y ciertamente la ausencia total de explicaciones lógicas y científicas por parte de estos supuestos espíritus sobre los fenómenos que, se dice, ellos mismos producen, confirma la aseveración de que no tienen luz o conocimiento propio alguno que comunicar. Ellos meramente pueden producir ciertos fenómenos, cuya investigación y correspondientes deducciones sólo pueden ser propiamente llevadas a cabo por un cerebro disciplinado y guiado por la trinidad viviente, de espíritu, alma y mente; y aquí, otra clase de fenómenos espiritistas requiere una breve mención. Tal es la aparición que es descrita como "espíritu materializado".


Presentemos pues, tres explicaciones: Primera, que el cuerpo astral del médium viviente se desprende de su cuerpo y asume la apariencia del supuesto espírtu, porque una de las peculiaridades de la materia astral es su capacidad de reflejar una imagen que yace invisible en el éter. Segunda, el cascarón astral del difunto - totalmente carente del espíritu y de la conciencia de aquél - se hace visible y tangible cuando la condición del aire y del éter es tal que permite modificar la vibración de las moléculas del cascarón astral, al punto de hacerlo visible. 

Los fenómenos de densidad y aparente peso, son explicados bajo otras leyes. Tercera, un volumen invisible de materia eléctrica y magnética es acumulado, y sobre éste se refleja, desde la luz astral, la imagen de cualquier persona que se desee, ya esté viva o muerta. Esta aparición se supone que sea el "espíritu" de tal o cual persona, pero no lo es, y ello ha sido justamente llamado por H. P. Blavatsky un "fraude psicológico" porque pretende ser lo que no es; y, así parezca raro, esta misma explicación de las materializaciones ha sido dada por un "espíritu" en una sesión espiritista ordinaria, pero nunca ha sido aceptada por los espiritistas, justamente porque esta teoría trastorna su concepto sobre el retorno de los espíritus de las personas fallecidas.



Finalmente, el cuerpo astral explica casi todos los fenómenos psíquicos extraños que acontecen en la vida cotidiana y en las relaciones con médiums verdaderos; también explica la naturaleza de las apariciones, la posibilidad de que las mismas sean vistas, y evita por tanto que el que dude científicamente infrinja su buen juicio al aseverar que usted no vió lo que usted está seguro de haber visto. La superstición se elimina si se explica la naturaleza verídica de esos fenómenos y si se destruye el temor irracional a lo desconocido, el cual hace al hombre temeroso de ver un "espectro". De la misma manera también podemos explicar el movimiento de objetos sin contacto físico, porque la mano astral puede ser proyectada y forzada a asir un objeto y arrastrarlo o traerlo hacia el cuerpo. Cuando se demuestre que esto es posible, entonces los turistas no serán objeto de burlas al aseverar haber visto a los yoguis hindúes hacer volar en el aire las tazas de café y también hacer que los objetos distantes, aparentemente se acerquen hasta ellos sin ser tocados por los yoguis o cualquier otra persona. 

Todos los casos de clarividencia y clariaudiencia son igualmente explicados por mediación del cuerpo astral y de la luz astral. Los órganos astrales son los que verdaderamente ven y oyen, y como todos los objetos materiales están constantemente en movimiento dentro de sus propios átomos, la vista y el oído astrales no son obstruídos y pueden funcionar a una distancia tan grande como la expansión de la luz y materia astral, que se extiende por todos los contornos de la tierra. Así fue que el gran vidente Swedenborg vió casas quemándose en la ciudad de Estocolmo mientras se encontraba en otra ciudad a muchas millas de distancia, y de esta misma manera cualquier vidente contemporáneo ve y oye a larga distancia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario