martes, 12 de julio de 2016

KAMA-DESEO



WILLIAM Q. JUDGE

El autor de la obra "Budismo Esotérico" - la cual debe ser consultada por todos los estudiantes de Teosofía, puesto que es una compilación de sugerencias ofrecidas por algunos Adeptos - le dio el nombre de Kama-rupa al cuarto principio de la constitución del hombre, porque la palabra Kama en el idioma Sánscrito significa "deseo", y como la idea que se intentaba comunicar era que el cuarto principio es el "cuerpo o el conjunto de deseos y pasiones", el señor Sinnett añadió la palabra Sánscrita Rupa, que significa cuerpo o forma, produciendo así la palabra compuesta Kamarupa. Aquí emplearemos las palabras equivalentes castellanas - pasiones y deseos - , porque esos términos expresan exactamente su naturaleza. 

Yo también hago ésto con el objeto de destacar la diferencia profunda que existe actualmente entre la psicología y filosofía mental de Occidente y las del Oriente. Occidente divide al hombre en inteligencia, voluntad y sensación, pero no se comprende si las pasiones y deseos constituyen o no un principio por sí mismos, o si son completamente efecto del cuerpo. En realidad, la mayoría de la gente los considera como un fenómeno resultante de la carne, porque a menudo se les denomina como "deseos y apetitos carnales". Los antiguos, sin embargo, y los Teósofos modernos, saben que las pasiones y los deseos son un principio en sí mismos y no meramente los impulsos del cuerpo. 
La psicología occidental no puede ofrecernos el esclarecimiento de este asunto, por encontrarse en su infancia y enteramente carente de conocimiento acerca de la naturaleza interior, que es la naturaleza psíquica del hombre, y a partir de este punto, existe la más grande divergencia entre la psicología occidental y la Teosofía.


Las pasiones y los deseos no son producidos por el cuerpo, sino por el contrario, el cuerpo viene a ser generado por las pasiones y los deseos. Son el deseo y la pasión los causantes de que hayamos nacido y los que nos harán nacer una y otra vez en algún cuerpo, en esta tierra o en algún otro globo 1. La pasión y el deseo nos inducen a evolucionar a través de las mansiones de la muerte, las que nosotros llamamos vidas sobre la tierra. Fue por el surgimiento del deseo en la incognocible causa primordial, la existencia una y absoluta, que se manifestó el conjunto completo de los mundos; y es a través del impulso del deseo en el mundo actualmente manifestado, que éste se mantiene en existencia.

Este cuarto principio es el principio del equilibrio entre los siete y yace en mitad del conjunto; de él parten las sendas hacia arriba o hacia abajo. Es la base de la acción y la fuerza motriz de la voluntad. Como dijeran los antiguos Herméticos: "Tras de la voluntad, yace el deseo". Porque ya sea que deseemos hacer el bien o el mal, tenemos primero que despertar dentro de nosotros el deseo hacia uno de esos dos cursos de acción. El hombre de bien que llega al fin a convertirse en un sabio, tuvo que despertar, en algún momento y durante una de sus numerosas vidas, el deseo por la compañía de hombres santos y de mantener vivo su ardiente deseo de progreso a fin de continuar su marcha. Hasta un Buda o un Jesús tuvo primero que hacer un voto,que significa un deseo, en alguna vida, de que él salvaría al mundo o a una parte del mismo, y perseverar con ese deseo vivo en su corazón a través de encarnaciones innumerables. 

De igual manera, en el caso contrario, el mal hombre, durante vida tras vida tomó para sí deseos viles, egoístas, perversos, y de esta manera envileció este principio en vez de purificarlo. En lo que atañe al lado material y científico del ocultismo - el uso de los poderes ocultos internos de nuestra naturaleza - , si este principio del deseo no es suficientemente poderoso, el poder magistral de la imaginación no puede hacer su labor, porque, así haga un molde o matriz, la voluntad no puede actuar a menos que sea impulsada, dirigida y mantenida en un pináculo por el deseo.

Los deseos y pasiones, por lo tanto, tienen dos aspectos, siendo uno inferior y el otro superior. El inferior es aquél mostrado por el constante mantenimiento de la conciencia centrada abajo, en el cuerpo físico y el cuerpo astral; el aspecto superior proviene de la influencia de una aspiración hacia la trinidad superior, de Mente, Buddhi y Espíritu.
Este cuarto principio se asemeja a la constelación de Libra en el curso del Sol, a través del Zodiaco o faja celeste; cuando el Sol (que es el hombre real) alcanza ese signo o constelación, tiembla en la balanza. Si retrocediera, los mundos serían destruidos; él prosigue adelante, y la raza humana completa se eleva hacia la perfección.

Durante la vida, el emplazamiento de deseos y pasiones está, al igual que en el caso del cuerpo astral, por todo el sistema del hombre inferior; y tanto como esa contraparte etérea de nuestra persona física, el mismo puede ser acrecentado o disminuido, debilitado o fortificado, envilecido o purificado.

En la muerte, ese principio anima al cuerpo astral, el cual se convierte en un mero cascarón o envoltura, pues cuando un hombre muere, su cuerpo astral y su principio de pasiones y deseos abandonan juntos el cuerpo físico y se unifican. Es este el momento en que el término Kamarupa puede aplicarse, en razón de que Kamarupa realmente se compone del cuerpo astral y de Kama, en conjunción, y esta unión de los dos produce una figura o forma que aún cuando ordinariamente es invisible, es material y puede hacerse visible. Aunque carece de mente y de conciencia, Kamarupa posee poderes propios que pueden ser ejercidos siempre que las condiciones lo permitan. 

Estas condiciones son proporcionadas por el médium espiritista, y en todas las salas de sesiones los cascarones astrales de las personas fallecidas están siempre presentes, para alucinar a los participantes cuyas facultades de descriminación han sido embotadas por el secreto temor y asombro. Kamarupa es el "diablo" de los hindúes, y el infeliz médium jamás podría tener peor enemigo. Porque este espectro astral - o Kamarupa - es el conjunto de los deseos y pasiones abandonado por la persona real, o Ego, en su viaje hacia el "cielo" y que no tiene ya nada que ver con la gente que queda atrás, mucho menos con sesiones y médiums. 

Por lo tanto, estando desprovistos de alma más noble, estos deseos y pasiones afectan únicamente la parte más baja de la naturaleza del médium, y no despiertan ningún elemento benéfico sino las tendencias más viles del ser. Por esta razón, aún los mismos espiritistas confiesan que dentro de la esfera de los médiums hay mucho fraude, y los mismos médiums han confesado a menudo cosas como que: "los espíritus me tentaron, y cometí fraude de acuerdo con sus deseos".

Este fantasma Kamarupa es también el enemigo de esta nuestra civilización, la cual nos permite ejecutar a hombres por crímenes cometidos, y de este modo lanzar al océano etéreo el conjunto de pasiones y deseos, libres de las limitaciones del cuerpo y expuestos en cualquier momento a ser atraídos hacia alguna persona sensitiva. Y siendo así atraídos, las imágenes deplorables de crímenes cometidos y también la obsesiva visión de ejecución y muerte con todas las acompañantes maldiciones y sentimientos de venganza, se incorporan en personas vivientes, quienes, ignorando el peligro, son incapaces de repelerlo. Así es como los crímenes y nuevas ideas de crímenes son de hecho propagadas diariamente en esos países en donde la pena capital aún prevalece.

Los cascarones o envolturas astrales, junto con el viviente cuerpo astral del médium, ayudados por ciertas fuerzas de la naturaleza que los Teósofos denominan "elementales", producen casi todos los fenómenos del espiritismo que no es fraudulento. El cuerpo astral del médium, teniendo la facultad de extensión y extorsión, provee el escenario para aquello a lo que se da el nombre de "espíritus materializados", para hacer mover objetos sin contacto físico y para transmitir mensajes que se dicen de parientes fallecidos, todo lo cual no es otra cosa que memorias e imágenes impresas en la luz astral; y para todo ésto usando y siendo usados por restos o cascarones astrales de suicidas, asesinos ejecutados, y por toda clase de espectros, que naturalmente gravitan y permanecen cerca de este plano de vida. 

El número de casos en que una comunicación viene de un verdadero espíritu desencarnado es tan reducido que pueden contarse con los dedos de una mano. Pero algunas veces, los espíritus de hombres vivientes, mientras sus cuerpos duermen acuden a las sesiones espiritistas y toman parte en ellas, más ellos no pueden recordarlo, no saben cómo lo hacen y no son distinguidos por los médiums dentro del conjunto de cadáveres astrales.

El hecho de que tales cosas puedan ser efectuadas por el hombre interno y no ser recordadas, no prueba nada en contra de estas teorías; porque el niño puede ver, sin saber el funcionamiento de los ojos, y el salvaje, aunque ignora el complicado mecanismo fisiológico que sin cesar funciona en su cuerpo, efectúa perfectamente el complejísimo proceso de la digestión; y el hecho de que él efectúa este proceso inconscientemente, está exactamente en armonía con nuestra teoría, porque estos actos y fenómenos del hombre o ser interno son las acciones inconscientes de la mente subconsciente. Estas palabras, "consciente" y "subconsciente", son desde luego usadas de manera relativa, refiriéndose la inconsciencia únicamente al cerebro. 

Experimentos hipnóticos han probado concluyentemente todas estas teorías, como será plenamente admitido algún día no muy lejano. Además de ésto, las envolturas astrales de los suicidas y de los criminales ya ejecutados son las más coherentes, las de más larga vida, y las más cercanas a nosotros entre todos los espectros de los infiernos, y por lo tanto deben ser, por exigencia del caso, los verdaderos "controles" o "guías" en la sala de sesiones espiritistas.

La pasión y el deseo, conjuntamente con el cuerpo-modelo astral, existen tanto en los hombres como en los animales así como también en el reino vegetal, aunque en este último tenuemente desarrollados. En un cierto período de la evolución ningún otro principio material adicional se había desarollado, y los tres principios superiores de Mente, Alma y Espíritu, estaban simplemente latentes. Hasta este punto el hombre y el animal se encontraban al mismo nivel, porque lo bruto en nosotros se compone de las pasiones y del cuerpo astral. El desarrollo del germen de la Mente formó al hombre, porque ello es lo que constituye la gran diferencia. El Dios interno comienza con Manas, o la mente, y es ese conflicto entre este Dios y el bruto inferior, acerca del cual la Teosofía nos habla y nos previene. El principio inferior es llamado malo, sólo porque en comparación con el superior lo es; pero, aún así, el inferior es la base y medio de toda acción. 

No podemos elevarnos a menos que ese yo inferior primeramente se afirme en el deseo de mejorar. En este aspecto, al yo inferior se le llama Rajas o cualidad activa y mala, a fin de distinguirla de la de Tamas, o la tenebrosa cualidad de sombras y de indiferencia. La elevación no es posible a menos que Rajas se encuentre presente para dar el impulso; y por el ejercicio de este principio de pasión, todas las cualidades superiores son movidas finalmente a purificar y elevar nuestros deseos, a tal grado que éstos puedan estar continuamente basados en la verdad y el espíritu. 

Por medio de ésto, la Teosofía no indica que las pasiones deben ser saciadas, pues una doctrina más perniciosa que ésa jamás pudo existir; el precepto es que se haga uso de la actividad generada por el cuarto principio, con el fin de elevarnos constantemente y de no caer bajo el dominio de la cualidad tenebrosa que termina con la aniquilación, habiendo comenzado con el egoísmo y la indiferencia.

Habiendo examinado así la esfera de acción de los principios inferiores, y analizado su naturaleza, vemos que la Teosofía enseña que en el estado actual de su evolución, el hombre es un cuaternario enteramente desarrollado con los principios superiores parcialmente desarrollados, o en desarrollo. Por esta razón se afirma que el hombre de hoy demuestra por sí mismo estar impulsado por la pasión y el deseo. Esto se prueba al observar las civilizaciones de la tierra, porque ellas todas han sido impulsadas por este principio; y en los países como Francia, Inglaterra, y en las Américas, la glorificación de ese principio se manifiesta por la atención a la ostentación, al arte sensual, a la lucha por el poder y el rango, y en todos los hábitos y estilos de vida donde la plena gratificación de los sentidos a menudo se estima como el supremo bien.

Pero como la Mente continúa desarrollándose más y más, a medida que proseguimos nuestra marcha por el sendero de la evolución de la raza, ya puede percibirse por lo bajo en todos los países el comienzo de la transición, desde el animal poseedor del gérmen de la verdadera mente, hasta el hombre de mente completa. Este momento es por lo tanto conocido por los Maestros, quienes han divulgado algunas de las antiguas verdades, como un "período de transición". La orgullosa ciencia, y la aún más orgullosa religión no admiten ésto; piensan que nosotros somos lo que siempre seremos. 

Pero confiando en sus instructores, el Teósofo ve en todo su derredor la evidencia de que la mente de la raza está cambiando en cuanto a amplitud, que los viejos tiempos del dogmatismo han terminado y la "era de la investigación" ya ha llegado; que las investigaciones aumentarán su clamor año tras año, y que las respuestas tendrán que satisfacer más y más la mente a medida que ésta crece, hasta que al fin, habiendo terminado con todo dogmatismo, la raza se encuentre preparada para afrontar todos los problemas, cada persona por sí misma, todos trabajando para beneficio del todo, y que al final redundará en el perfeccionamiento de aquellos que luchan para trascender lo bruto. Por estas razones, las antiguas doctrinas son nuevamente promulgadas y la Teosofía invita a cada uno de nosotros a reflexionar sobre si es mejor ceder a la naturaleza animal inferior, o alzar la vista y ser gobernados por el Dios interno.


Un estudio más amplio del cuarto principio de nuestra constitución, nos obligaría a considerar asuntos tales como aquellos presentados por los que hacen milagros en el Oriente, así como los fenómenos espiritistas, el hipnotismo, las apariciones, la enajenación mental y otros; pero éstos deben reservarse para tratarlos separadamente.


1 Tal como fué corregido por W.Q.J. en The Theosophical Forum, Junio de 1894

El Océano de la Teosofía

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