viernes, 31 de agosto de 2018

Los Neoplatonicos Parte II

                                           


                                              JÁMBLICO 

 Este filósofo fue discípulo de Porfirio y murió en el año 333 de nuestra era. Decía él qué: “si el alma se eleva hacia los dioses, se diviniza y es capaz de conocer lo que está arriba y abajo, y adquiere la facultad de curar las enfermedades, inventa algo útil e instituye leyes prudentes. El hombre no posee ningún poder intuitivo propio:n su intuición es el resultado de la unión de su alma con el Espíritu Divino. Cuanto más se acentúa esta unión más se agiganta su intuición o conocimiento espiritual.

No todas las percepciones del alma son divinas; muchas imágenes se producen al mezclar los elementos materiales con la actividad inferior del alma. Siendo la Naturaleza Divina la fuente eterna de la Vida, no decepciona nunca; pero si se pervierte su actividad, pueden producirse engañosas imágenes. Cuando la Luz Divina ilumina al espíritu del hombre, el vehículo etéreo de su alma se llena de luz resplandeciente”.

                                                                        PROCLO 

 Proclo vivió en Bizancio desde el año 412 al 485. Era un filósofo hermético y místico que tuvo frecuentes sueños y visiones proféticas. Se dice que poseía el poder espiritual de producir la lluvia por medio de la “oración”, y de predecir los temblores de tierra. Era muy piadoso y abnegado. En ciertas ocasiones, su cabeza aparecía rodeada de una aureola luminosa.

Creía que el alma humana consta de varias vestiduras, unas más densas que otras, que son de carácter etéreo, representando cada una un principio fundamental que no varía más que en la forma.
 “El alma no puede volver a su estado divino más que después de haberse purificado en sus deseos terrenos. Su razón y su libre arbitrio deben participar en sus sufrimientos, ya que pertenecen a su condición material hasta que el alma adquiera el conocimiento y se liberte de sus deseos.

Para conseguir éste se reviste en ciertos momentos de una forma física (se encarna en un ser humano) hasta que logra acabar con sus deseos. El alma es tanto más capaz de elevarse,cuanto más se liberta de nsus envolturas o principios externos y densos.”

                                                              HIEROCLES

 Este filósofo decía: “La substancia alma inteligente recibió del Demiurgos (del Logos) un cuerpo inmaterial indivisible, y de esta manera vino al ser. Por lo tanto, no es corpórea ni incorpórea (ni material, ni inmaterial) sino comparable al sol y a las estrellas, que son producidos por una substancia inmaterial. El cuerpo-alma que poseen los seres humanos y los “espíritus”, es de naturaleza radiante. El vehículo del alma, contenido en el cuerpo material del hombre, insufla la vida al inerte organismo físico y mantiene la armonía del alma. El Principio vital humano es el ser interno que produce la actividad de la Vida en el organismo.

El hombre interno está formado por una substancia inteligente y un cuerpo inmaterial (materia trascendente). La forma visible es la producción y la imagen del hombre interno.
La forma material externa es el cuerpo animal, denso, material y carente de inteligencia. La separación de la substancia viva y la materia se efectúa por la purificación de la materia grosera y de los cuerpos etéreos. De esta manera puede el hombre relacionarse con los espíritus puros.”

El fanático emperador Justiniano mandó cerrar en el año 529 las escuelas filosóficas de Atenas.Isidoro, Damascio y Simplicio, sus últimos representantes, se refugiaron en Persia, esperando encontrar en Oriente la libertad de pensamiento, la tolerancia y la sabiduría. Decíase que Cosroes, el rey de Persia, era filósofo, y corrieron a pedirle protección; pero no tardaron en convencerse de que la filosofía del monarca era superficial y que se hallaban ante un cruel, apasionado e ignorante tirano, que se jactaba de su trivial cultura. Y volvieron descorazonados a Grecia. 
Tal fue la experiencia de los últimos filósofos neoplatónicos conocidos. Luego el sol de la sabiduría se eclipsó durante una era para reaparecer de nuevo en el siglo XV.

FRANZ HARTMANN

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