(Discurso que William Q Judge dio el 17 de abril de 1894 al Parlamento de las Religiones en San Francisco, California.Agregado a la Feria de Medio Invierno en San Francisco, se encontraba el Parlamento Religioso que siguió el modelo del primer gran Parlamento que tuvo lugar en Chicago en 1893. El doctor J. D. Buck y William Q. Judge, como Secretario General de la Sección Americana, fueron invitados oficialmente para hablar durante una sesión como representantes del Movimiento teosófico.
El tiempo era tan limitado que cada orador tenía sólo treinta minutos, por eso el discurso
no fue tan completo como debía haber sido si Judge hubiese tenido más tiempo. Pero la ocasión
mostró nuevamente la fuerza del movimiento de la Sociedad Teosófica)
Señor Presidente, Damas y Caballeros, permitidme leeros algunos versículos de algunas de las antiguas Escrituras del mundo, los libros hindúes que los brahmanes del Hindustán consideran sacros.
¿Pueden, la duda y el dolor, existir en el que sabe que todos los seres espirituales son iguales en esencia y diferentes sólo en lo que concierne al grado evolutivo?
El sol no brilla ahí, ni la luna, ni las estrellas, ni estos relámpagos y aún menos, este fuego. Cuando El resplandece, todo brilla con El. Su luz lo ilumina todo.
De lo irreal, condúceme a lo real;
De la oscuridad, condúceme a la luz;
De la muerte, condúceme a la inmortalidad.
Al buscar refugio me dirijo hacia el Dios que es la luz de Sus propios pensamientos, El quien primero crea Brahman confiriéndole los Vedas, el que es sin partes, sin acciones, tranquilo, sin culpas, el puente más elevado hacia la inmortalidad, como un fuego que ha consumido su combustible. (“Mundaka Upanishad.”)
Lo que antecede, son simplemente algunos versículos contenidos en los antiguos “Vedas” hindúes venerados por los que llamamos “paganos.”
Estos son los sentimientos de personas a las cuales hemos definido como idólatras. Como representante del movimiento Teosófico estoy muy feliz de estar aquí y de tener la oportunidad de hablar sobre los que son los puntos en común en
todas las religiones. Estoy contento porque la teosofía se encuentra en toda religión y ciencia. Como miembros de la Sociedad Teosófica, aprobamos totalmente las observaciones de vuestro presidente en el discurso preliminar, según las cuales una teología estancada no es una verdadera teología, pero hemos adelantado hasta el punto donde la teología debería incluir un estudio del ser humano. Tal estudio debe abarcar sus diferentes religiones, tanto las
extintas como las existentes. Penetrando en estas áreas, debemos concluir que, en la mayoría de los casos, el ser humano es el gran revelador de sí mismo, puesto que se ha revelado a sí mismo la religión, por lo tanto toda religión debe incluir y contener la verdad.
Ninguna tiene un derecho exclusivo sobre la verdad o la revelación, ninguna es la única que Dios dio al ser humano, ni es el solo camino por medio del cual el hombre alcanzará la salvación.
Si esto no fuese verdad, vuestro Parlamento Religioso no sería un Parlamento, sino que un mero conjunto de personas que se admiran entre sí y a sus religiones. La simple existencia de este Parlamento, proclama la verdad de lo que he dicho y muestra la necesidad
que la Sociedad Teosófica ha afirmado desde hace diecinueve años: el estudio serio, profundo y fraternal de las religiones del mundo a fin de descubrir cuáles son las verdades esenciales sobre las que se basa cada religión y cuál es la fuente de la que se desprendió.
Este estudio cuidadoso y tolerante, es el propósito por el cual estamos hoy aquí, en cuanto a la Sociedad Teosófica representa, y ha representado, la tolerancia y la unidad, proponiéndose matar de una forma final e irrevocable el dogmatismo.
Pero si según vosotros la religión debe haber sido revelada, seguramente Dios no esperó millones de años antes de diseminarla entre estos pobres seres llamados hombres.
Por cierto no esperó hasta que encontró una pobre tribu semítica y la raza había alcanzado su edad adulta. Por lo tanto, debe haberla impartido al principio. Desde luego, las religiones actuales deben provenir de una sola fuente.
¿Cuáles son las grandes religiones del mundo y de dónde provinieron? Son el Cristianismo, el Brahmanismo, el Budismo, el Confucianismo, el Judaismo, el Zoroastrianismo y el Mahometanismo.
El cristianismo es la más reciente y consta de sectas que se contrastan, como los Mormones y el Catolicismo Romano, que afirma temerariamente ser la única, superior y verdadera.
El Brahmanismo es la antigua religión de la India, un sistema completo y totalmente desarrollado mucho antes del nacimiento del Budismo y del Cristianismo. Su origen se remonta a la noche del tiempo, por lo tanto proyecta la historia de la religión muy lejos, más allá de todo sitio, donde alguna vez, los investigadores modernos estaban dispuestos a colocar hasta el principio del pensamiento religioso.
Casi el antiguo de los antiguos se encuentra en la remota India, con sus santos “Vedas” en las manos, esperando pacientemente que el Occidente moderno pare de buscar solo la riqueza material y se dedique a examinar los tesoros que la India custodia.
El Budismo, la religión de Ceilán, de algunas partes de China, de Burmah, de Japón y del Tibet, es posterior a su padre, el Brahmanismo. Desde el punto de vista histórico es más antiguo que el Cristianismo, por lo tanto presenta su misma ética, leyes, ejemplos, santos, parábolas y relatos que tratan del Señor Buda, el Salvador de los Seres Humanos. Hoy, después de 2,500 años de vida, abarca más creyentes que cualquier otra religión, ya que dos tercios de la familia humana la profesan.
Aún el Zoroastrianismo se pierde en las tinieblas del pasado y enseña la ética como la conocemos.
No se comprende la mayoría de su ritual y filosofía, pero profesa la ley del amor fraterno, la justicia, la verdad, la caridad, la fe en Dios y la inmortalidad. Respecto a esto, concuerda con todas, pero difiere del Cristianismo en cuanto no admite, y considera imposible, una salvación mediante terceros.
El Cristianismo actual viene siendo el Judaismo moderno, mientras que el Cristianismo de Jesús es algo diferente. El enseñó el perdón y Moisés la venganza, que es la ley que impera hoy en los pueblos cristianos y en la iglesia. “Ojo por ojo, diente por diente” es una regla aún aceptada, mientras Jesús enseñó lo opuesto.
El concordaba totalmente con Buda, el cual, predicando 500 años que el reformador judío, dijo que deberíamos amarnos los unos a los otros y perdonar a nuestros enemigos. Por lo tanto, el
Cristianismo moderno no es la religión de Jesús, mientras que el Budismo y la religión de Jesús están en completa armonía, evocando la caridad, una completa tolerancia, la perfecta no resistencia y el altruismo absoluto.
Al comparar el Cristianismo, el Budismo y el Hinduismo desde el punto de vista del ritual, de los dogmas y de las doctrinas, descubrimos no sólo un acuerdo, sino una maravillosa similitud que parece ser una imitación por parte del Cristianismo más reciente. ¿La religión más moderna copió a la más antigua? Parece probable, y, según solían decir algunos de los primeros Padres
Cristianos en sus escritos: el Cristianismo no trajo nada nuevo al mundo, ya que esto existió siempre.
Al considerar el ritual, que en la iglesia romana desempeña un papel importante, notamos que el Budismo consta de las mismas prácticas, ropas y disposición de altar, cómo acercarse o alejarse de éste, se citan claramente en direcciones mucho más antiguas que dirigían al Brahman cuando actuaba como sacerdote. El abad católico Huc, durante su viaje al oriente, notó estas maravillosas similitudes, describiéndolas luego en su relación. Entonces, la Iglesia, alarmada, explicó que el diablo, al saber del futuro adviento del Cristianismo, inventó con anticipo todo lo concerniente al Budismo a fin de confundir a los católicos inocentes, quemando luego el libro del pobre abad Huc.
En cuanto al origen de la cruz, del rosario, de la confesión y de los conventos, encontramos todos estos en las religiones más antiguas. En Japón
se usaba el rosario ya en un pasado muy remoto y los japoneses tienen más de 172 tipos.
Al examinar las momias egipcias, se descubrió que en las tumbas habían muchos rosarios, cuyas variedades eran numerosas. He visto algunos de estos.
Si pudiésemos apelar a las sombras de los sacerdotes babilonios, sin duda notaríamos que practicaban los mismos rituales.
Respecto a las doctrinas de la salvación por medio de la fe, los cristianos están muy familiarizados con éstas, las cuales suscitaron una tempestuosa controversia en el período de Santiago. Aunque a muchos cristianos pueda parecer extraño, esta doctrina es una antigua enseñanza Brahmínica llamada la “Doctrina Puente,” pues es el gran Puente. Mas no significa una fe en alguna particular emanación de Dios, sino que Dios es la meta.
Dios es el medio, el sendero y el fin de la fe. Dios nos salvará si confiamos totalmente en él sin intermediarios.
Ellos profesan hasta una doctrina de la salvación confiando en los grandes hijos de Dios, Krishna, Rama y así sucesivamente. Según ellos, una fe completa en uno de éstos es el sendero hacia el cielo, un puente para atravesar todos los pecados. Aún a los que
Krishna mató en la gran guerra descrita en el “Ramayana,” se dirigieron directamente al cielo porque lo miraron, como aconteció con el ladrón crucificado, que, al mirar a Jesús, se fue al paraíso. En el Budismo encontramos la misma doctrina acerca de la fe.
Entre las doce sectas budistas japonesas, existe una llamada la Secta de la Tierra Pura. Según sus enseñanzas, Amitaba prometió que todo individuo que invocara tres veces su nombre, nacería en su Tierra de la Beatitud.
El pensaba que algunos seres humanos pueden ser lo bastante fuertes para ganarle al enemigo, pero la mayoría de ellos no lo son, por tanto necesitan la ayuda de otro. Este auxilio se encuentra en el poder de la promesa solemne de Amita Buddha que ayudará a todos los que invocan su nombre. Dicha doctrina es una ersión modificada de la salvación por medio de otra persona, pero no excluye la expiación mediante las obras, como también Santiago expresa. Hasta el paraíso y el infierno, son conceptos que encontramos en el
Cristianismo, el Budismo y el Brahmanismo.
Los budistas los llaman Devachan y Naraka, mientras los brahmanes: Swarga y Avitchi. Pero al prescindir de los nombres, las descripciones son idénticas.
En realidad, los infiernos de los budistas son tremendos, pues su duración es muy larga y los efectos horribles. La diferencia radica en el hecho de que el paraíso y el infierno de los cristianos son eternos, mientras en las otras religiones no, pues terminan al agotarse las fuerzas que los causaron. Respecto a la enseñanza sobre la existencia de diferentes paraísos, encontramos las mismas similitudes,
por ejemplo: San Pablo habló de diferentes paraísos y en uno de los cuales fue transportado en éxtasis, similarmente, los budistas tratan de numerosos paraísos cada uno de los cuales se encuentra en un grado superior o inferior del otro. Ambos el brahmano y el budista concuerdan en decir que, al terminar el período en el paraíso o en el infierno, el alma renace nuevamente. Aún los judíos impartieron la misma enseñanza, según ellos el alma era originalmente pura, pero como pecó, tuvo que pasar por diferentes renacimientos hasta
purificarse, preparándose a retornar a su fuente.
Desde el punto de vista sacerdotal y religioso, las religiones concuerdan perfectamente, salvo en el caso del brahman que no se convierte en sacerdote, sino que lo es por nacimiento. El sacerdocio de Buda empezó con los que eran sus amigos y discípulos.
Después de la muerte de Buda, se reunieron en un concilio y sucesivamente instituyeron muchos de éstos donde sólo los
sacerdotes participaban. Entre ellos emergieron las mismas interrogantes que se presentaron entre los cristianos, por lo tanto acontecieron idénticas separaciones, y hoy existe el Budismo del Norte, el del Sur y doce sectas en Japón. Durante la vida de Buda emergió el antiguo interrogante respecto a la admisión de las mujeres, causando muchas discusiones.
El poder de los sacerdotes brahmanes y budistas es considerable y ellos demandan grandes
privilegios y derechos al igual que los cristianos.
Por lo tanto, llegamos a la conclusión que todas estas religiones concuerdan desde el punto de vista dogmático y teológico. Todavía, el Cristianismo destaca por su intolerancia, en cuanto afirma que es la única religión verdadera que Dios consideró adecuada revelar a los seres humanos.
La gran doctrina de un Salvador que es el hijo de Dios, Dios mismo, no se encuentra sólo en el Cristianismo.
Es idéntica a la extremadamente antigua de los hindúes llamada la doctrina del Avatar. Un Avatar es un ser que desciende a la tierra para salvar a la raza humana. Es Dios encarnado. Krishna fue un Avatar y los hindúes atribuyen el mismo título a Buda, el cual es uno de los diez grandes Avatares. A menudo se ha observado la semejanza entre Krishna
o Cristna y Cristo. Krishna nació hace 5,000 años en la India, por lo tanto sus enseñanzas son brahmánicas, vino con el fin de salvar y auxiliar a la humanidad. Al igual que Jesús fue víctima del odio, pues el soberano Kansa, deseaba destruirlo desde su nacimiento, por lo tanto mató a muchos hijos de numerosas familias para realizar su fin, pero fracasó.
Krishna luchó contra los poderes de las tinieblas cuando guerreó contra Ravana al que al fin mató. Según la creencia tradicional, él era la encarnación de Dios. Esto concuerda con la doctrina antigua según la cual periódicamente el Gran Ser asume la forma humana para preservar la justicia, establecer la virtud, el orden y castigar al malvado. Numerosísimas personas leen a diario algo de Krishna en “Ramayana” de Tulsi Das.
Cada día los fieles cantan sus alabanzas, repitiéndolas durante las fiestas. Por cierto que es una actitud limitada y fanática suponer que Dios se encarnó sólo en una tribu y en una población, favoreciendo sólo a éstas. Jesús enseñó a sus discípulos una doctrina secreta, pues les dijo que a las personas comunes divulgaba sólo simples historias, mientras que a los discípulos impartía los misterios. Además, al principio del Cristianismo se conocía tal enseñanza secreta.
En el Budismo encontramos la misma cosa, pues Buda empezó con un vehículo o doctrina, luego procedió con dos y luego con tres. El también enseñó una doctrina secreta que sin duda concordaba con la de los Brahmanes, quienes se la impartieron en la corte de su padre. Buda abandonó el mundo y en seguida la paz eterna del Nirvana a fin de salvar a la raza humana. Desde este punto de vista, su historia está de acuerdo con la de Jesús. Aún Buda tuvo
que resistir al diablo, Mara, en el desierto.
Jesús enseña que debemos ser perfectos como el Padre y que el reino del cielo está en cada uno de nosotros. Para ser perfectos como el Padre, debemos ser igual a él, por lo tanto emerge nuevamente la antigua doctrina que los Brahmanes impartían, y según la cual cada ser humano es Dios y una parte de Dios.
Esto apoya la unidad de la humanidad como un todo espiritual, una de
las doctrinas más grandes del período anterior al Cristianismo y ahora también creída en el brahmanismo.
El hecho de que el universo es espiritual en su esencia, el ser humano es un espíritu inmortal y puede alcanzar la perfección, son doctrinas universales.
Aún las enseñanzas particulares son comunes en todas las religiones. La Reencarnación no la encontramos sólo en el Hinduísmo o en el Budismo. Los judíos creían en ésta y Jesús no sólo creía en ella, sino que la enseñó, pues dijo que, Juan el Bautista era la reencarnación de Elías “cuya venida era inminente.” Jesús, siendo judío, debe haber conocido las doctrinas hebráicas a las cuales la reencarnación pertenecía.
El escritor de las “Revelaciones” dice:
“A aquel que vencerá, lo convertiré en una columna en la casa de mi Dios y no tendrá que salir más.”
La expresión “no más” implica un período anterior en el cual había salido. La perfectibilidad del ser humano elimina la doctrina del pecado original y como dije previamente, Jesús la enseñó. La reencarnación es una necesidad a fin de desarrollar tal perfección y por medio de ésta se generan los Salvadores de la raza como Jesús, el cual no negó los mismos privilegios a otros, por lo tanto dijo a sus discípulos que podrían realizar obras aún más grandes que las
suyas. Así, en toda religión encontramos estos grandes Sabios y Salvadores como Moisés, Abrahán, Salomón, y debemos aceptar la idea judía según la cual eran las reencarnaciones de personajes previos.
Los judíos creían que Moisés había sido Abel, el hijo de Adán y su Mesías debía ser una reencarnación de Adán mismo que había ya llegado una segunda vez en la persona de David. Nosotros tomamos el Mesías y lo hacemos remontar hasta David, pero rehusamos impropiamente, aceptar el resto de su teoría.
Pasando a las doctrinas del diario vivir, encontramos la del karma, es decir que debemos pagar o recibir por toda nuestra acción, por lo tanto nos explica la vida humana. Jesús, Mateo y San Pablo la enseñaron y este último explicitamente dijo: “Hermanos, no os eludáis, Dios no se hace engañar, pues lo que un ser humano siembra, eso cosecha.”
Esta es la doctrina del Karma del Brahman y del Budista según la cual cada vida es el resultado de la vida anterior o de las anteriores, y todo ser humano en su renacimiento deberá responder hasta por cada pensamiento y recibirá conforme a lo que proporcionó anteriormente.
Desde el punto de vista ético, todas estas religiones son idénticas y ninguna ha divulgado una nueva enseñanza ética. Jesús enseñó la misma ley del amor y del perdón de su predecesor, Buda.
Una consideración de las religiones pasadas y actuales desde un punto de vista teosófico respaldará y confirmará la ética. Por lo tanto, no presentamos un nuevo código, sino al analizar cada religión, nos esforzamos a encontrar una base firme para la ética común en todas ellas; que no dependa del miedo, del favor o de la injusticia. La teosofía existe por esto y es esto lo que hará. Es la reformadora de la religión, la unificadora de los diferentes sistemas y la restauradora de la justicia según nuestra teoría del universo. Es nuestro pasado, presente y futuro, es nuestra vida, muerte e inmortalidad.
Path, Julio, 1894
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