martes, 9 de octubre de 2018

C. G. JUNG: UN GNÓSTICO MODERNO



Pot 1. I. DENDIT.  M.  D.

Hace dos o tres años, un conferencista de la tradición Gnóstico en el Instituto Zurich, llevando el nombre de doctor C. G. Jung, escribió en el pizarrón una lista, dando los nombres en orden cronológico de los varios movimientos gnósticos en Occidente. Los dos últimos de ellos eran la Teosofía apuntalada con la Antroposofía, y finalmente el trabajo que se centra en el Instituto. Quien dice Gnosis dice también Teosofía: ambos son movimientos en que el anhelo es experimentar, saber la Verdad directamente, de primera mano, por un proceso de autoconocimiento y auto-desarrollo: ni el aprendizaje de libros ni la aceptación de las ideas de otros dan resultado en la Gnosis o en la Teosofía. Estas surgen solamente desde el interior del individuo así como su conciencia se expande y se extiende. Ninguna otra cosa tiene valor.

Los que han oído el nombre de Jung se inclinan a relacionarlo con Freud y tal vez con Adler, y considerarlo como una especie de psico-analista con todas las asociaciones materialistas y desabridas que esto sugiere. Jung, sin embargo, tiene una personalidad relevante, independiente e intuitiva, así como valiente, que lo hace notable como ser humano, y un gigante aún entre sus mejores discípulos. Es cierto que comenzó su carrera trabajando con Freud. Pero, igual que el primer cismático de Freud, Jung rompió con él porque halló los puntos de vista freudianos tan inadecuados e incompletos que le parecieron que no hacían más que dar una sección cruzada de dos dimensiones del ser humano, que es, de cualquier forma, tridimensional. Lo que muchos no se dan cuenta cuanto ha viajado desde entonces a lo largo del sendero que nosotros llamamos teosófico, y que él podría llamar gnóstico, místico o religioso, o tal vez por ninguno de estos nombres. Fue él, el primero entre los que derivaron del origen freudiano, que estableció que los problemas de la mente y, por esa causa, las enfermedades físicas, son esencialmente espirituales en su origen, indicando que el paciente es alguien que de algún modo ha descuidado de viajar hacia la meta de la autoreaiización que se encuentra frente a cada uno de nosotros. La psicoterapia, el método de tratar enfermedades mentales a la cual pertenece —por ejemplo, el nivel mental— comienza, nos dice, en la sala del consultorio, pero va desde allí directamente al campo de la religión. No hay división entre las dos.

Su filosofía es compleja y altamente intelectual. Está basada sobre una vasta experiencia y erudición, y una comprensión de los escritos místicos de muchas razas y tiempos. Parte del mundo de la ciencia, pero trasciende los límites de lo que por lo general, es considerado como científico, dirigiéndose hacia el amplio campo abierto de la experiencia espiritual. Por eso está en pronunciado contraste con los puntos de vista de Freud, que gradualmente, se cristalizó en una forma de dogma comparable a la de la Iglesia de Roma, en la cual con gran ingenuidad son adaptadas todas las cosas. (Freud, creyó realmente que podía destruir el impulso religioso explicándolo en términos de sexo y de principios de placer).

Llevaría mucho espacio ir a los detalles de los puntos de vista de Jung y, además, existen uno o dos excelentes sumarios de ellos en forma de libros, aparte de sus voluminosos escritos. Pero vale la pena tomar unos pocos apuntes de ellos para demostrar adonde se dirige.

Para comenzar diremos que Jung no repudió a Freud o a Adler. Lamenta indicar que lo que cualquiera de ellos dice es cierto, pero que no van muy lejos. Freud, se ocupa de los niveles de la conciencia humana y de la conducta que deriva de la primera infancia, cuando el niño está enteramente autocentrado y ocupado principalmente en su cuerpo físico y sus sensaciones. Esto es como si estuviera, en esa edad. Alfred Adler, sin embargo, basa su algún tanto superficial psicología en la urgencia del poder, es decir, en la necesidad para el individuo de sentirse adecuado en relación con los demás.

En esto se halla en efecto observando al niño cuando se ha vuelto conciente de si mismo como algo diferente de su ambiente. Pero como el individuo va madurando, y en especial después de la mitad de los años de vida, otros apremios son los que va sintiendo. El que ha adelantado en las primeras etapas al establecerse en el mundo, va marchando crecientemente bajo la influencia de lo que los teósofos denominan como el Ego, y Jung (para quien él ego es lo qué llamamos el yo personal, ahamkára) llama el Yo. Y es, especialmente, en esta edad que su propia contribución deviene importante, (Se puede, de paso, ver una correspondencia entre sus puntos de vista y los estudios de la vida del hombre dada por Manu).

¿Cómo llegó a ese punto de vista? En sus primeros años, como buen profesor suizo y psiquiatra, describe varios tipos psicológicos —ocho en total: sensacional, sensitivo, pensador e intuitivo, siendo cada uno de estos introvertido o extravertido. Concibió también, una mente colectiva existente detrás de la mente individual, sugiriendo de ese modo un "alma grupal" de los niveles instintivos, de los cuales hasta el hombre civilizado no es libre en modo alguno; y la mente universal, que es lo que H. P. B. llama "Buddhi-Manas", el aspecto espiritual y unificador de Manas, distinto del separativo "Kama"-Manas. Más tarde se encentró con un sinólogo de nombre Wil-helm, que tradujo un clásico religioso chino, El Secreto de la Flor de Oro. Parece ser que este encuentro fue uno de los grandes climatéricos en la vida de Jung. Porque en este antiguo escrito religioso vio material y simbolismo, que eran paralelos a los que algunos de pacientes profundamente mentales producían en sus propias mentes, en forma de sueños, visiones, etc. —sin saber nada completamente de la tradicional ciencia del lenguaje críptico. El punto se hizo evidente: el simbolismo religioso y la verdad emanan de las profundidades del ser humano, y expresan en forma objetiva los más profundos anhelos espirituales del hombre.

Desde ese tiempo, no hubo una mirada hacia atrás. "Europa es una península de Asia", dijo una vez en una conferencia, y continuó aconsejando a sus oyentes a considerar la riqueza del material psico-espiritual que contienen las escrituras orientales. Pero él, se concentró más tarde en la tradición occidental, y en particular en la alquimia, sobre la que escribió un extenso libro.

Hay en su obra una vasta estructura intelectual, y es muy difícil para quien no sea un estudiante serio ver claro en todo ello. Pero en medio de todo, uno halla que, Jung hace énfasis constantemente en que el intelecto no es la clave para la autorealización. Solo cuando la mente está quieta es que la intuición puede actuar y llegar la iluminación. El ejercicio mental de la dialéctica ocupa su lugar en la preparación del campo y en la exposición de lo que es necesario exponer. Pero su significado solo se hace aparente cuando el intelecto es trascendido. No tiene pretensión de que exista algún camino de atajo o fácil para la iluminación. Por lo contrario, habla de los muy pocos que están preparados para marchar por todo el camino, y hasta para entrar en el período que el llama "transformación" después de haber sido relevados de algunos de sus más molestos síntomas.

En fin, tenemos aquí una escuela de yoga: una escuela que comienza cuando enfermedades, pero que después abre un camino para obtener autorealización y experiencia de la Verdad. De acuerdo con todas las demás verdaderas escuelas, no desacredita las prácticas y ejercicios mentales. Pero considera los análisis de los sueños, el estudio de los libros y otras semejanzas, en la misma forma que el Raja-yoga considera el uso de los mantrams, del incienso, etc. solo útil por un tiempo, pero que se requiere abandonar como no esencial cuando se alcanzó cierta posición, es decir, que se convierten en grillos más bien que en herramientas útiles.
Es un Yoga para Occidente, que en el presente está dirigiéndose cada vez más hacia una realización, que solo a través de la comprensión de uno mismo se puede hasta esperar comprender el mundo y sus problemas, o hacer algo valioso para ayudar a los semejantes.


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