lunes, 1 de octubre de 2018

LA NECESIDAD DEL DESAPEGO



Un muy común desliz en loa miembros de la Sociedad Teosófica es su falta de desapego. En el Bhagavad Gita se nos muestra claramente las ventajas de la no-adhesión; por ejemplo, leemos: El que en todas partes se halla sin apego, en cualquier azar de limpieza y de indecencia quien ni le gusta ni repugna, en tal persona el entendimiento se halla bien equilibrado (1). 

El que busca la inacción en la acción, y la acción en la Inacción, él es sabio entre los hombres, él está armonizado, aun cuando cumpla toda acción. Cuyas obras son todas libres del molde del deseo, cuyas acciones son quemadas en el fuego de la sabiduría, a él los cuerdos le han llamado un Sabio. Habiendo abandonado el apego al fruto de la acción, siempre contento, en ninguna parte balseando refugio, él no está haciendo ninguna cosa aunque esté ejecutando acciones (2). 

El Gita resume sucintamente en el Discurso 3, .verso 19. En consecuencia, sin apego, cumple constantemente la acción que es deber, pues, por el cumplimiento de la acción sin apego, el hombre verdaderamente alcanza al Supremo. El Gita no es el único en darnos este buen consejo. Luz en el Sendero nos da la misma idea con diferentes palabras: "Sin embargo, mantente solo y aislado, porque nada de cuanto tiene cuerpo, nada de cuanto tiene conciencia de la separación, nada de cuanto está fuera de lo eterno puede acudir en tu auxilio... Porque en ti está la luz del mundo, la única luz que en el sendero puede difundirse. Si eres incapaz de percibirla dentro de ti, es inútil que la busques en otra parte". ________________________________________ 
 (1) Traducción da Annie Besant Discurso 
2, Verso 57. (2) ídem, 4:18-20. 

 Es posible después de años de experiencia, de esfuerzo y lucha, ensayo y error, probar que son verdaderas estas palabras, por nosotros mismos. ¿Pero cómo y cuándo surgió el apego? ¿Tiene seguramente algún valor? Ensayemos responder a estas preguntas. El apego surgió en los primitivos días de nuestra existencia; comenzó con nuestra involución en la materia, a la sazón el apego era absolutamente necesario para nuestro desarrollo y experiencia. El Ego mismo tenía que apegarse, aunque muy flojamente, y por un largo tiempo todavía inconscientemente, a la forma, y más tarde a un cuerpo que a menudo y llamamos nuestra "personalidad", aunque el término en sí mismo es un nombre erróneo, una parte de ilusión (Maya), porque ella esconde y oculta al real Sí mismo o Ego. El apego implica la posesividad, y la posesividad implica el egoísmo. Aquellos, asimismo, son factores en nuestra primitiva evolución e involución, pero deben haberse desembarazado del sendero de vuelta, como algunos de nosotros bien lo saben; de otro modo nuestro sendero de vuelta se prolonga indefinidamente. (Lo que está en nuestras manos, pero no lo sabíamos). Este sentido de separatividad o egoísmo debe ser abolido, después de vidas de sucesivos esfuerzos, en nuestro sendero de vuelta. Cuan frecuentemente oímos las expresiones mi mujer, mis hijos, etc. 

Tales expresiones parécenme inflar o ensanchar el sentimiento egoísta. Aquí podemos ensayar una respuesta a la segunda cuestión: "¿Cuál es el valor del apego?". El tiene su valor en el desarrollo de la personalidad, pero ella comienza a perder su valor cuando nosotros empezamos a ver que las posesiones son impedimentos. Pero en muchos casos es indispensable y apropiado, y es en realidad parte del Dharma del individuo para que muestre un sentido de responsabilidad hacia sus "posesiones": su mujer, sus niños, el perro, el ganado, etc. Y a través del sentimiento de posesión viene el amor por esas "posesiones"; esto es bueno también para esas "posesiones", por supuesto. Pero el "propietario" todavía tiene que aprender el hecho de que solamente los cuerpos (nunca las Almas) de sus posesiones le "pertenecen", y todavía los cuerpos como depósitos al fideicomisario. La enseñanza Cristiana también nos da la necesidad de no-apego, aunque en diferentes palabras. Si algún hombre te entablare pleito ante la ley, y tomare tu casaca, déjale también tu manto. Y quienquiera que te obligare a ir una milla, anda con él un par. 
Dale lo que te pida, y de aquel que quisiera pedirte prestado no te despidas (1) 

Pero aquí se pondría en claro que ésta y similar enseñanza está dirigida solamente a los discípulos, no para las masas del pueblo, para las que es obviamente inadaptada. Obtenemos otra vez esta misma enseñanza de no-apego, aunque en una diferente y más profunda forma, en las palabras: Quienquiera que buscare salvar su vida la perderá, y quienquiera que perdiese su vida por Mi causa la encontrará en la Vida Eterna. Aquí debemos diferenciar entre las dos clases de vida aquí mencionadas. Una se refiere a la vida personal o del plano físico, y la otra a la más Elevada o Vida Una, que participamos con el resto de la creación. 

San Pablo sabía de aquella Vida Una cuando escribió esas poderosas y conmovedoras palabras en la Epístola a los Romanos, 8: 19-23; Jesús diciendo esas palabras, sabía que a veces podía ser necesario perder nuestra vida física para ganar la más Elevada Vida. Los mártires han hecho eso, en todas las épocas y climas. Así el apego a las posesiones pierde su valor cuando vemos y conocemos su transitoriedad y comparativo valor o más bien despreciabilidad (valuelessness), a la luz del más elevado Sí mismo, y aprendemos a cesar de adquirirlas adrede; aun si heredamos "muchas posesiones" es posible a veces entregarlas alegremente sin un sentimiento de pérdida, y sin pena por lo "poseído". Bien, todos nosotros sufrimos, aunque algunos pueden ser mal dispuestos para admitir el hecho, por este sentimiento del apego, y así todavía no vemos la necesidad del desapego. 

Muchos de nuestros estudiantes y miembros colocan también mucha confianza en las enseñanzas de Annie Besant, C. W. Leadbeater, etc., a causa de este sentimiento de apego. Un prominente Teósofo dio recientemente algún consejo a los estudiantes: "No vuelvan atrás con la Dra. Besant o no vuelvan atrás con H. P. B. Avanzad con la Dra. Besant y H. P. B.". Este sería el mejor consejo que se haya pronunciado: "Id adelante más allá de la doctora Besant y más allá de H. P: B.". Tendemos a descuidar esas vitales palabras en Luz en el Sendero, que ya hemos citado. Recordémonos de las palabras del Señor Buda cuando dijo a Sus acompañantes que no debemos creer en una cosa dicha, simplemente porque se ha dicho; ni en las tradiciones porque hayan sido pasadas de arriba abajo desde la antigüedad; ni en rumores, como tales; ni en los escritos de los sabios, porque los escribieron los sabios; ni en fantasías que podernos sospechar que nos han sido inspiradas por un Deva; ni por inferencias sacadas de alguna suposición casual que podamos haber hecho; ni porque aparente una necesidad analógica; ni por la mera autoridad de nuestros instructores o maestros. Pero tenemos que creerlo cuando el escrito, doctrina o relato es corroborado por nuestra propia razón o conciencia. "Por esto", dice El en conclusión, "les enseñé a Uds. á no creer simplemente porque han' oído, sino cuando crean por su propia conciencia,' para luego actuar según el caso y abundantemente" (1). 
S. Holding
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  (1) San Mateo, 5: 40-42.
 (1) The Secret Doctrine, V. 386 (Ed. Adyar).

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