sábado, 6 de octubre de 2018

LA VOLUNTAD UNA



(Escrito y publicado por primera vez en  1928  en   el periódico   "New  India")

 TODO VA BIEN. Al observar el mundo de hoy, no poco optimismo se necesita para pronunciar las tres palabras que encabezan estas líneas. Y ciertamente algunos podrían decir que más que optimismo se necesita ser ciego a los hechos para poder decir: Todo va bien.

Estoy de acuerdo en que desde el punto de vista del tiempo y de lo relativo, todo no marcha bien, de ningún modo. Y como la mayoría de la gente tiene el deber de vivir en términos del tiempo y de lo relativo, es justo y propio que juzguen de conformidad. Conviene que la mayoría de la gente se afane, se sienta molesta, preocupada, infinitamente triste, y hasta desesperada, de que tantísimas cosas no marchen bien, pues tal estado de mente y sentimiento es necesario estímulo para la actividad de ellos. Su disposición a servir depende en no pequeña medida de que aprecien agudamente y de corazón los males, miserias, injusticias, y sientan el fuerte anhelo de aminorarlas por todos los medios posibles. El aguijón de la compasión impaciente es vital para el servicio, hasta cierto punto de la evolución. Todo esto, sin embargo, contiene en sí cierta cantidad no pequeña de personalismo. Ayudamos porque no podemos soportar la vista del desamparo. Tratamos de aliviar a los que sufren porque no podemos soportar verlos, sufrir. Luchamos contra las tristezas de la vida, tanto por librarnos de su reacción como por ayudar otros a salir de ellos. Y no hay nada malo en esto .Por el contrario, es natural, y si bien es personal hasta cierto grado, presta servicio muy definido a otros. Empero, debe  declararse francamente que mejor aún que el servicio personal es el servicio impersonal, y mejor que perturbarse, afanarse, preocuparse y entristecerse, es saber que toda actividad es obra del Único Hacedor, que todo ocurre dentro de Su conciencia omniabarcante, que vivimos en Su mundo, y que El está guiando Su mundo hacia la meta que El le ha preparado. Cuando vivimos en El, dejamos de estar ansiosos, dejamos de afanarnos. Mientras no vivamos así en El, es natural que nos afanemos pues aún no hemos adquirido confianza en la Ley; y la confianza en la Ley no puede venirnos mientras no hayamos llegado a ser parte de la Ley. Mientras no hayamos logrado esto, son inevitables la angustia y la ansiedad, y ellas tienen una función que llenar.

Pero ¿no hay unos pocos de nosotros que por lo menos sabemos estar en paz y felices bajo la mayoría de las circunstancias, y apenas unos golpes especiales nos sacan de nuestro equilibrio normal? ¿No hay uno o dos a quienes nada puede sacar de la tranquila paz, a quienes ninguna tempestad, prueba o tribulación pueda conmover? Paz inconmovible, sean, cuales sean las circunstancias externas, es el mayor don que un verdadero servidor de la Patria puede hacer en estos tiempos a la India; pero hay apenas unos pocos que pueden ofrecer este don. Sin embargo, la paz inconmovible, el sempiterno gozo, la permanente calma y dichosa confianza, permiten al Hacedor. Único hacer Su Voluntad como ni El mismo podría hacerla de otra manera por más Señor de Voluntad que sea.

Un solo servidor imperturbado, totalmente sereno, que refleje en el mundo externo de excitación y conflicto Su trascendente Paz y Poder, es un bien de incalculable precio. Centenares de trabajadores devotos, sinceros, expertos, y sin embargo llenos de ansiedad, de inquietud, y desengañados, inciertos, y faltos de confianza, por muy admirable que sea su labor, no valen todos juntos lo que un alma grande a quien nada puede tocar, que es la incorporación de la Voluntad del Señor, y trabaja incesantemente por hacer Su Voluntad contra todo viento, seguro en el firme conocimiento de que la Meta está segura, y sabedor de que los pequeños episodios que llamamos derrotas y victorias no son sino las pulsaciones, las palpitaciones de Su marcha siempre adelante hacia la Meta que El Mismo se ha fijado.

Al observar a la India durante el último medio siglo, hay mucho que deplorar desde el punto de vista limitado y personal. India podría, pensamos, haber viajado más rápidamente en esta y aquella dirección. Al observar a la India hoy puede desesperarnos que X sea fon ciego a sus deberes, que A y B y C no se den cuenta de la suprema importancia de tomar esta o aquella medida. —Podemos—deplorar  apasionadamente la ausencia de esto, la presencia de aquello. Es bueno, sin duda, es propio, sin duda, que algunos juzguen así, pues el trabajo ha de hacerse, si no por un motivo entonces por otro. Los violentos balanceos del péndulo vital entre los pares de opuestos son una etapa necesaria en la vida, que tiene sus funciones, su lugar y sus propósitos. Sin embargo se necesita que haya unos pocos que no sean movidos por esto o por aquello, que tomen las cosas como vengan, sean como sean, que vivan totalmente serenos tanto en medio de lo llamado desastre como en medio de lo llamado triunfo. ¿Acaso El no lo sabe todo? ¿No ha sabido El todas las circunstancias que nosotros estamos descubriendo, e innumerables otras de las que nosotros no sabemos nada? ¿No está todo dentro de Su Voluntad omnisciente? ¿No podemos algunos de nosotros por lo menos trabajar con esfuerzo infinito, con tremenda energía en ese  sentido, permaneciendo firmes como una roca... y sin embargo indiferentes a lo que suceda? ¿No podemos   algunos   de   nosotros   vivir  en   el mundo de las Causas, dándonos cuentera de que la energía que se gaste en ese mundo está infinitamente mejor gastada que en deplorar o afanarse por los fenómenos en el mundo de los efectos? 
Conforme es el mundo de las causas,  así llega a ser el mundo de los efectos. Empleemos nuestras energías en ese mundo, entonces   podremos    ignorar   tranquilamente el mundo de los efectos.      
Recordemos que si podemos estar felices en todo tiempo, sin que nada nos conturbe, estamos en realidad siguiendo? el camino más rápido para enderezar las cosas    que    creemos    "marchan    mal".
Cuando nos afanamos por algo, le damos más fuerza con ese mismo afán conque la alimentamos. 

¿No tenemos algunos  de  nosotros  amplias  razones  para: estar felices, pues sabemos que la India: está en el umbral de su Libertad y sabemos que el mundo está entrando en una Edad Dorada? ¿No sabemos que es- tas  cosas han  de venir?   ¿No  sabemos que toda esta lucha tendrá un triunfante final?  Aunque no supiéramos  estas cosas,  o aunque  no  fueran verdad  ellas, no importaría. No importaría si la Libertad de India hubiera de posponerse. No importaría si el mundo tuviera que esperar   algún   tiempo  por   su   Edad   de Oro. Nada importa, si vivimos para hacer Su Voluntad, si luchamos por conocerla y expresarla,  dejando  que  El ordene el modus operandi de nuestra devoción. Su Amor es lo que rige al mundo,  y  en   Su  Amor  está  creciendo  el mundo.

Atacados aquí, vilipendiados allá, regocijémonos. Aunque todo el edificio se  desmorone sobre nuestras cabezas, y aunque lo que el mundo llama derrota y; desastre nos sobrevenga ¿no nos regocijaremos? ¿No nos regocijaremos sabiendo que no hay derrota ni desastre; para Aquel que es el Gran Victorioso?  ¿No sabemos que mientras luchamos por hacer Su Voluntad, triunfamos aunque sea en medio del desastre, y triunfaremos aún en la ignominia? ¿Qué son para El las cosas que llamamos catástrofes? ¿Qué es para El lo que llamamos derrota? El no conoce la derrota. ¿Se nos abandona y traiciona por todos lados? ¿Qué importa un millón de traiciones, una miríada de deserciones, si con pureza de corazón nos mantenemos a Su lado? Con lealtad a El, la traición y la deserción son ilusiones. Con servicio abnegado a El, el llamado fracaso es una ilusión. Solamente no es ilusorio el fracaso cuando no nos entregamos íntegramente al servicio de El, y solamente no es una ilusión la deserción cuando apenas nos dedicamos a El en parte. Un optimismo gozoso, combinado con intensa energía, es un signo claro é inequívoco de que vivimos en el Hacedor Uno, de que El puede hacer Su Voluntad por medio nuestro, si tenemos cuidado de que ni el más leve destello de ansiedad, afán o depresión, altere la firme calma del instrumento que quisiéramos ser en Sus Manos, y de que ni la más tenue sombra de personalidad amelle el filo de la herramienta  que  quisiéramos  ser  para El.

Que haya algunos de nosotros que así trabajen para El, esforzándose por conocer Su Voluntad, trabajando ahincadamente por cumplir Su Voluntad tal como la conozcamos, aceptando dichosamente todo lo que nos venga mientras trabajamos para El. Cuando entendamos mal, que nuestros esfuerzos reaccionen contra nosotros, nos revuelquen por el suelo, si es necesario, y nos pisoteen. Cuando hayamos entendido rectamente, el resultado será el que El quiera, y El sabe mejor. Que algunos de nosotros trabajemos con todo el corazón, con todas nuestras fuerzas, para que Su Voluntad fructifique más pronto. Que algunos de nosotros sirvamos a nuestros países por El, más que por nuestros países, o por nuestro concepto de nuestro país. De esta manera estaremos sirviéndole a nuestra patria con máxima lealtad.

Annie Besant

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