Se supone que
hemos de vivir la vida con alegría, pero estamos demasiado
preocupados ante la vida. La naturaleza está muy desilusionada
al ver que estamos preocupados. Porque la naturaleza espera
que el necio humano sea feliz. Cuando realiza una ofrenda del
cuerpo físico humano al morador interno, realiza la ofrenda con
grandes esperanzas. Y espera que el individuo viva con felicidad
y regrese a la naturaleza felizmente. Pero entonces este hace
de sí mismo un infierno, prepara sus propios problemas desde
su mente, y encuentra difícil vivir en este mundo, llegando a la
conclusión de que todo el mundo es un granuja a menos que
se pruebe lo contrario.
Entonces la naturaleza lo siente mucho
por nosotros.
Cuando estamos preocupados por el futuro, la
naturaleza se desilusiona.
Cuando estamos preocupados por
nuestros amigos y enemigos, cuando tenemos celos, cuando
somos tímidos, cuando estamos enfadados, cuando somos
intolerantes, cuando nos hierve la sangre a una temperatura
más alta con todas nuestras pasiones bestiales, cuando nuestra
hipertensión sube, y cuando nos tomamos todas las sucias
medicinas en lugar de buenos alimentos; entonces, por cada
uno de nosotros, la naturaleza lamenta que se nos haya dado
un obsequio de tanto valor a un individuo tan indigno. Por
lo menos, para no desanimar a la naturaleza, se espera de la
bestia humana que sea un ser humano. Tiene que elevarse
hasta la felicidad desde la infelicidad.
Aunque no para sí
mismo, sino para la naturaleza toda que le ha ofrecido tantas
comodidades.
La naturaleza nos ha dado cielo y tierra. Nos ha dado
el amanecer y el ocaso. Nos ha dado las nubes, la lluvia, los
campos y los cereales. Nos ha dado la planta, el animal, y
nosotros hacemos un problema de todas estas cosas. Sentimos
que tenemos grandes problemas y estamos orgullosos de
hacernos nuestros propios problemas, porque queremos tener
el orgullo de resolverlos.
Si queremos soltar esta falacia, una
vida falsa, una vida de complejos en un castillo de naipes, se
espera que sigamos el método de la espiritualidad, e intentemos
pensar en el espíritu.
Cuanto más a menudo empecéis a pensar
en el espíritu, más creceréis conscientes del espíritu; y cuanto
más crezcáis conscientes del espíritu, más espirituales seréis.
Esto significa que cuanto más seáis una sustancia magnética,
antes seréis un imán.
¿Cómo practicar? Mucha gente hace
una pregunta sencilla. ¿Cómo hacerme feliz?
¿Cómo dejar
de preocuparme? Mientras tanto, hay gente inteligente que
escribe libros: Cómo dejar de preocuparse, y demuestran que
estos libros son los libros más vendidos, porque confían en
el gran número de necios que hay entre los seres humanos,
de lo contrario, ¿podrían estos libros ser los más vendidos?
Si escribo un libro, Cómo dejar de preocuparse, puedo hacer una
fortuna suficiente para tres generaciones. Eso demuestra el
número de necios que hay entre nosotros, porque no tenemos
razón para preocuparnos; si alguien como Krishnamacharya
escribe un libro, Cómo dejar de preocuparse, olvidamos el
hecho de que no hay necesidad de preocuparse.
Y entonces
corremos a adquirir el libro e intentamos comprender Cómo
dejar de preocuparse.
La espiritualidad existe en ti, no en ningún libro. Cuando
yo era estudiante, un periódico de la India publicó un anuncio.
Decía: “Este es un buen remedio para matar mosquitos. Envíe
diez rupias como anticipo y le remitiremos el tratamiento a
pagar contra reembolso”. Enviamos el anticipo. Había una
botella con un hermoso diseño con tres palitos y un papel con instrucciones, o sea, cómo matar mosquitos: “Agarra un
mosquito con dos palitos, ábrele la boca con el tercer palito,
ponle en la boca una gota de este remedio, y el mosquito
morirá. A veces, pero raramente, alguno no se muere. ¿Qué
hacer, entonces? Sitúa al mosquito en un palito y frótalo con
otro palito.
Esto solo ocurre muy raramente”. Así que el
individuo que intenta leer el libro Cómo dejar de preocuparse no es
más listo que el que compra el remedio para mosquitos. Pero
los autores confían mucho en nuestra necedad. Continúan
escribiendo estos libros que lanzan a la sociedad y siguen
teniendo éxito una y otra vez.
Sin embargo, disponemos de un procedimiento
realista, un procedimiento práctico que es una prueba sólida.
Es sencillo. Es más sencillo que la vida de un individuo
complicado, aunque mucha gente se siente obligada a llevar
una vida complicada.
Así que existe la necesidad de la ciencia
de la espiritualidad. Tenemos que meditar sobre el espíritu.
Uno de los buenos principios de la espiritualidad consiste
en recordar que la espiritualidad no puede practicarse a base
de meditar durante una, dos o tres horas al día. Si me siento
durante una hora en mi habitación y me encierro allí, y me
siento ajustado a la espiritualidad e intento concentrarme en la
espiritualidad, no puedo conseguir con ello ser más espiritual.
Cuanto más me concentro en la idea de espiritualidad, más
dolor de cabeza consigo.
Así que tenemos que seguir un camino sistemático,
un camino práctico.
Patánjali y otros autores nos muestran
cómo practicar la espiritualidad. Ante todo, veamos
dónde se encuentra la enfermedad, la enfermedad llamada
naturaleza que se complica a sí misma, la enfermedad
llamada autocondicionarse. ¿Dónde existe? Aquí se explica.
A la primera se la llama ignorancia. Conocemos la palabra.
También conocemos el sentido que le da el diccionario, pero
desconocemos el tipo de ignorancia que tenemos. Este es el sentido real de ignorancia. Si lo conocemos, no podemos
llamarlo ignorancia. De esto nos advierten los autores de las
escrituras sagradas.
Es ignorancia incorregible, inevitable,
porque desconocemos cómo funciona en nosotros.
Si lo
sabemos, deja de ser ignorancia. Supongamos que digo que
sé lo que es la ignorancia.
Eso significa que no sé nada en
absoluto. De lo contrario, ¿cómo puedo seguir llamándola
ignorancia?
Descubramos ahora cómo trabaja la ignorancia en
nosotros. Patánjali la define así: “Ignorancia es un estado
de no saber cómo conocer las cosas”. Es una frase peculiar.
Conocemos muchas cosas, pero no sabemos cómo conocerlas.
Sé lo que es el dinero. Sé lo que el dinero puede comprar,
y sin embargo compro muchas tonterías con mi dinero. No
podéis decir que no conozco el dinero. No podéis decir que
no conozco el valor de la compra del dinero. Pero seguís
pensando que compro cosas tontas con mi dinero. Entonces
sabéis que soy un ignorante sobre el dinero. Lo mismo ocurre
con nuestra mente. Sabemos lo que es la mente. Sabemos
cuán valiosa es. Pero no sabemos cómo manejarnos con ella
cuando no nos permite dormir, cuando nuestra mente piensa
en un enemigo a lo largo de la noche, de manera que podemos
tener una miserable noche de insomnio; mientras, el enemigo
come bien y duerme hasta la mañana, y por la mañana nos
saluda con una sonrisa.
Así que sabemos lo que es la mente.
Sabemos lo que hace. Pero no sabemos cómo manejarnos con
la mente. Esto es lo que en sánscrito se llama avidya, es decir,
no saber cómo conocer. Esto estará en la segunda serie de
lecciones de Patánjali.
Deberíamos saber cómo utilizar nuestras propias cosas.
Sé para qué sirven los ojos. Los ojos sirven para ver cosas.
Conozco la capacidad de los ojos y de la vista. Pero suponed
que estoy interesado en mirar por la ventana en las casas de
los demás, solo por saber en secreto cómo se comportan y cómo hablan. Sé lo que son los oídos y lo útiles que son.
Y
sin embargo, pongo las orejas en la ventana para saber de qué
estáis hablando.
Desafortunadamente, a muchos de nosotros
les importa saber lo que los demás piensan de nosotros y lo
que hablan de nosotros. Esta es la desafortunada naturaleza
de no saber cómo conocer. Y si dos personas están hablando
mal de nosotros, nosotros volvemos a pensar algo malo.
Nos desanimamos enseguida. Empezamos a pensar en estos
individuos. Ellos hablan mal de nosotros hasta las 10.30
de la noche, y luego comen y duermen. Pero nosotros nos
sentamos en la habitación y pensamos y pensamos en estas
dos personas con gran hipertensión, y por la mañana tenemos
un semblante muy serio.
¿Cómo manejar la mente? ¿Cómo
manejar los ojos y los oídos, y cómo no intentar saber lo
que los demás piensan de nosotros? Yo hablo aquí durante
dos horas ante vosotros y tendré a Rudolf conmigo y le
preguntaré: “¿Qué piensa la gente de mi conferencia?”. A
esto se lo llama ignorancia.
Imaginad que dice: “Alguien lo ha
comentado y ha hecho notar que era una necedad. Algunas
personas decían que su conferencia era una tontería y que era
absurda”. Entonces, ¿cómo se sentirá mi cabeza? Así que esto
es lo que se llama ignorancia.
Otra de las cosas que Patánjali y otros nos han dado
sobre la ignorancia es no conocer lo que es permanente y
lo que es temporal. Atribuimos valores permanentes a cosas
temporales. A veces puedo dar más importancia al dinero
que a mi salud, que es más importante. Si el médico me dice
que tengo que ir a Ginebra para hacerme un tratamiento, me
supone unas 10.000 rupias ir de India a Ginebra y recibir ese
tratamiento. Pero yo puedo pensar en utilizar esas 10.000
rupias con otro objetivo mejor, y preferir entonces la muerte
al tratamiento en Ginebra. A esto se lo llama ignorancia, o sea
que entre el dinero y la salud, esta tiene mayor valor.
Así que
desconocer el orden de las prioridades no es sino ignorancia.
La gente va a la estación ferroviaria, espera el tren, y si
hay un retraso de medio minuto, dice: “Es un despropósito.
El
tiempo va pasando, estamos perdiendo mucho tiempo”. Pero
nos pasamos horas y a veces noches en la mesa comiendo,
charlando y riendo. Cuando no nos sirven la comida, incluso
media hora después de habernos sentado, no sentimos que
sea una pérdida de tiempo. Si nos pasamos medio minuto
esperando el tren, sentimos que nos pasa la vida. A esto se lo
llama ignorancia. Imaginad que vuestro amigo os está hablando
en la calle y vosotros tenéis trabajo que hacer. Tenéis que hacer
un trabajo escrito y el amigo habla, habla y habla. Nunca le
pedís que se vaya ni preferís marchar vosotros, porque con
frecuencia consideráis que comportarse así es una falta de
educación.
¿Qué es una falta de educación? ¿Es posponer tus
horas de trabajo o las horas de charla como vagabundos en
la calle? Imaginad que empezáis a practicar la espiritualidad:
justo dentro de media hora informarás a tu amigo de que
tienes trabajo que hacer, le pedirás que te disculpe y te irás, en
lugar de pasarte una hora o dos horas por algo sin sentido a lo
que llamamos cortesía. También puedes informar a tu amigo
de que estás muy ocupado e irte a casa y hacer el trabajo. Aquí
es donde un occidental medio está indefenso.
Un hombre indio como yo será muy áspero en estos
temas.
Puedo decir que directo. Después de media hora,
el compañero de un indio informa: “Tengo unos asuntos
urgentes. ¿Me disculpas si me voy?”. Si el otro sigue sonriendo
y hablando, entonces este hombre le vuelve la espalda y
se marcha a casa. Y esta actitud es necesaria si vamos a
convertirnos en personas espirituales. Puede ser descortés,
pero es espiritual. Puede ser inculto, pero no podemos exigir
las dos cosas, espiritualidad y cultura. Como dice Aristóteles:
“No puedes conseguir que el cielo y la tierra se reflejen en el
mismo espejo. Puedes obtener un buen ángulo con la tierra,
pero entonces es imposible atrapar el cielo en el espejo. O puedes tener un ángulo conveniente para el cielo donde es
imposible tener el reflejo de la tierra. No puedes tener a los
dos”.
Si quieres ser espiritual, has de ser una persona directa.
No tienes que insultar a nadie, pero si la otra persona no está
preparada para comprender lo que dices, no tienes que perder
el tiempo, porque para una persona espiritual, el tiempo es
más valioso que cualquier otra cosa, ya que un día pasado
nunca puede recuperarse para hacer algo que tenga valor.
Tal como lo describen las escrituras sagradas, el tiempo
pasa cuando vivimos y el tiempo nos hace cada vez más viejos
a cada segundo y cada décima de segundo. Y no podemos
estar seguros de que nuestro cuerpo o nuestra mente
continuarán mañana en la misma buena forma de hoy. Haced
el mejor uso del tiempo mientras sois maestros de vuestra
propia constitución. Esto es lo que las escrituras sagradas
nos advierten frente a la ignorancia, y sobre las necesidades y
exigencias de los cinco sentidos. Nos avisan.
El cuerpo quiere
algo. Quiere comida, bebida, descanso, trabajo, sexo, etc. Pero
tú sé el maestro y alimenta el cuerpo según la necesidad. Y si
tu mente tuviera que ser el maestro, serías el esclavo y bailarías
al son de la mente. Así que intenta alimentar el cuerpo con
lo que sea necesario.
Utiliza el sentido del gusto para comer
para el cuerpo y no comas por el gusto. Esta es la fórmula que
tienes que aplicar a cada uno de los cinco sentidos. Vuelvo
a repetir lo que dijeron. Utiliza el gusto para alimentar tu
cuerpo en lugar de comer por el gusto; pues el alimento es
para sostener el cuerpo, y al mismo tiempo, disfrutas de su
sabor. Entonces se te llama un yogui. Pero si comes por el
sabor, se te llamará un “rogi” en sánscrito. Rogi significa un
paciente.
Así que cuando comemos por el gusto, también
tenemos que tomar medicación. Si disfrutamos del gusto de
comer para el cuerpo, somos yoguis. Lo mismo ocurre con el
uso de la vista. Puedes disfrutar de la belleza del mundo. Pero
comprende lo que se necesita y lo que no. Puedes escuchar buenas noticias y puedes disfrutar de buen arte, pinturas y
fotos. Puedes disfrutar de buenos perfumes.
Así que puedes
hacer uso de los ojos, los oídos, la nariz, la lengua y el sentido
del tacto, lo que llamamos disfrutar del sexo.
Hay un propósito detrás de todo. La naturaleza te ha
dado la mayor felicidad de tocar a través del sexo. Es solo para
atraerte y conservar la especie. Si no se nos diera esta gran
atracción, los seres vivos no llevarían a cabo los deberes de la
naturaleza. Especialmente a nosotros, los seres humanos, no
nos importa saber que algo le resulta útil a alguien.
Así que
la naturaleza ha hecho esclavos a los seres vivos al darles la
felicidad del sexo, porque la naturaleza nos utiliza mediante el
acto sexual para mantener la especie, mientras nosotros somos
necios al pensar que es para nuestro disfrute. Una persona
espiritual recuerda esto. No es que no disfrute de la vida sexual.
Pero conoce su objetivo y su importancia, y coopera con la
naturaleza y experimentará el verdadero disfrute del sexo
mientras otros experimentan solo la excitación y no el disfrute.
Hay una gran diferencia. Tenemos muchas anormalidades y
monstruosidades sexuales en nuestra sociedad porque la gente
se confunde a la hora de diferenciar entre excitación y disfrute.
Es tan ignorante como el que se
abstiene de la vida sexual en nombre del pecado. Así que los
padres deberían formar al estudiante de espiritualidad desde
su niñez en la forma correcta de utilizar la mente, los sentidos
y el cuerpo. Que el día transcurra con un propósito.
Observad cómo pasa el día un verdadero hombre de
negocios. Os sonreirá. Os invitará. Os ofrecerá su coche. Os
llevará en su avión, solo si cree que le resultáis muy útiles.
Y en el momento en que crea que no le resultáis útiles de
ninguna manera, no tendrá tiempo ni de sonreír aunque
vosotros le sonriáis. Disculpadme si doy estos ejemplos. Pero esto es, desafortunadamente, cierto. Deberíais tener la misma
determinación, pero con una diferencia. La manera decidida
de pasar el tiempo debería ser la misma entre vosotros y el
hombre de comercio. La única diferencia es que vosotros
deberíais ser hombres de corazón, mientras que él es un
hombre de intelecto. Vuestro único propósito ha de ser la
compasión por la humanidad.
Vosotros deberíais pasar menos
tiempo con las masas de las calles, de manera que tuvierais
tiempo para serles más útil. ¿Qué hubiera ocurrido si el
Maestro Djwhal Khul hubiera venido y se hubiera mezclado
con las multitudes? Le hubiéramos empujado de un lado a
otro por el cuello de la camisa y le hubiéramos preguntado:
Swamiji, ¿cómo mejorará mi salud? O bien, swamiji, ¿cómo
puedo tener hijos? O bien, querido Maestro, ¿cómo puedo ser
feliz? ¿Cómo puedo dejar de preocuparme? Después resulta
que él se preocupa demasiado y deja de ser el Maestro Djwhal
Khul. Será uno entre los muchos hombres que se preocupan
en la calle. ¿Y qué hubiera sido de su programa de treinta
años de dar libros a través de Alice A. Bailey? No hubiera
habido tiempo, porque le habríamos empujado a la calle. Le
habríamos pedido que hiciera discursos, solo para escucharlos
e irnos para olvidarlo todo.
Y él habría envejecido y muerto
sin haber hecho nada de nada.
Pero es astuto. Nunca permitió
que la gente lo conociera personalmente. ¿Por qué? Para él
no supone ningún glamur que le llamen swamiji o Maestro. ¿Y
si no viniera a la universidad de Ginebra a dar conferencias?
Habría sido difícil darlas, con mucho dolor, como un parto
por cesárea. Él sabe muy bien todo esto.
Las personas que son verdaderamente espirituales son
muy astutas, no por nada, sino por su gran compasión por
nosotros. ¿Qué hubiera ocurrido si nos hubieran privado
de una página de los muchos libros que nos dio mediante
Alice A. Bailey? Claro que para un hombre que nunca lee,
que compra y coloca los libros en su biblioteca, no supone ninguna diferencia. Para una persona que quiere leer y ponerlo
en práctica, es una gran pérdida si el Maestro no ha podido
dar una de los muchos miles de páginas que ha dado. Así es
como piensan las personas espirituales acerca del mundo.
No
tenemos razón al pensar que las personas espirituales no le
dan valor al mundo. Conocen el valor del mundo, mientras que
nosotros somos conocedores de lo mundano y no conocemos
el valor del mundo porque estamos ocupados quemando
nuestro tiempo y dinero, y consideramos que hacemos un gran
favor al mundo si meditamos durante cinco minutos. La gente
se da las manos y dice: “Estamos meditando por la paz en el
mundo”. ¿Qué ocurre si diez necios no meditan por la paz en
el mundo? Porque hay personas verdaderamente espirituales
que viven bajo tierra, como Djwhal Khul, que dedican sus
días y noches a la gente, que no tienen una vida personal
propia, excepto comer para mantener el cuerpo, beber para
suministrar solo agua al cuerpo, no alcohol, que van vestidos
solo para no ser una molestia para otros, y que viven bajo
falsos nombres como Krishnamacharya, Rudolph o John,
en vez de dar al mundo sus verdaderos nombres.
Viven de
incógnito. Pero viven por nosotros y llevan una vida en la que
no quieren nada para ellos.
Si existe un gran negocio con los libros de Alice A.
Bailey, recordad que ni a Djwhal Khul, ni a Alice A. Bailey, les
preocupaba el negocio de los libros. ¿Qué ocurriría si Djwhal
Khul quisiera tener posesión del negocio de todos los libros y
controlar los millones de dólares ganados con la venta de los
libros? Hemos de tener una idea de personas espirituales como
esta. Así que ellos conocen la diferencia entre lo permanente
y lo temporal. ¿Hay alguien en este mundo que dicte sus
libros bajo el nombre de otra persona? Si existe alguien así,
es solo una persona espiritual o un granuja que dicta libros
falsos. Creo que sabéis que un cocinero de un hotel escribía
libros falsos sobre espiritualidad y los enviaba al mundo en nombre de novelas espirituales.
Desgraciadamente, se
encontraban entre las novelas mejor vendidas, y recibía miles
de cartas de los estudiantes de espiritualidad y las respondía
explicando cómo abrir el tercer ojo en el plano físico con un
bolígrafo o un lápiz como este. Durante mucho tiempo no fue
conocido, y bajo un nombre falso iba dando libros falsos de
espiritualidad. Había y sigue habiendo gente que alardean de
llamarse discípulos del autor de este libro. Pero finalmente se
descubrió que el cocinero había tropezado con un editor de
libros y había publicado esos libros bajo el falso nombre de
Lob Sang Rampa. Creo que ya conocéis la historia, el hombre
fue atrapado en su engaño al público, fue arrestado y está
ahora en la cárcel. Ved, ha de ser como este hombre o ha
de ser una persona espiritual, como el Maestro Djwhal Khul.
A otras personas solo les interesa publicar sus libros en su
propio nombre, porque les gusta el dinero y la fama, que las
personas espirituales saben que son temporales.
¿Qué es lo que es permanente para las personas
espirituales? Es la necesidad de humanidad.
Es el bienestar
de la humanidad. Saben cómo tiene lugar la evolución. Cómo
tienen que servir las necesidades de la humanidad según los
tiempos. Esto es lo que es permanente para ellos, mientras
el dinero y la autoría son permanentes para otros. Así que
Patánjali nos advierte que conozcamos lo que es permanente
y lo que es temporal; solo entonces se nos podrá llamar
espirituales. Deberíamos tener dinero y conocer el valor del
dinero, pero deberíamos ser capaces de gastarlo cuando hay
un verdadero propósito. Sabéis, os voy a explicar una de las
experiencias de mi vida. De tanto en tanto consultaba a un
gran hombre sobre mis asuntos personales, y él me aconsejaba.
Hubo una propuesta para iniciar un diario espiritual mensual
en nuestra ciudad hace unos veinticinco años, y me pidieron
que fuera el editor del periódico. Informé a este señor de que
me habían pedido que realizara este trabajo como editor, y que iba a hacerlo. Mi guía dijo: “Sí, puedes hacerlo”.
Luego me
sumergí en la acción. Escribí cartas a cientos de mis amigos
para que se unieran a nosotros como suscriptores y aceptaran
una suscripción anual al periódico. Fue un éxito tremendo.
Salieron tres números, y luego el diario dejó de salir. Le
pregunté a mi guía qué debía hacer. Me dijo: “Has pedido
a tus amigos que se unieran como suscriptores durante un
año. Tienes el deber de pagarles esta cantidad”. Esto es lo
que me dijo. Yo no tenía nada de dinero. Entonces le dije que
me podía haber dicho que no trabajara como editor de ese
diario. Y él me dijo: “Nunca me preguntaste si podías unirte
al proyecto o no. Simplemente me informaste de que ibas
a trabajar con ellos como editor”. Entonces yo dije: “Ok”.
Esta fue su respuesta. Y luego, inmediatamente, me pidió que
hiciera una relación de todo el dinero que debía pagar a mis
amigos. Eran muchos miles de rupias.
Al día siguiente me dio el dinero y me pidió que lo
enviara rápidamente. Le pregunté: “¿Cuándo se lo he de
devolver, señor?”. Me dijo: “Es mi dinero. No soy responsable
ante nadie. Y ahora tú eres responsable.
Has gastado un dinero
que no es tuyo. Así que rectifica de manera que puedas ser
más sabio y más práctico en una segunda ocasión”. Entonces
le pregunté: “Imagine que alguien me pide que trabaje como
editor en un diario espiritual. ¿Acepto o no?”. Entonces él me
dijo: “¿Y si no trabajas de editor? ¿Crees que la humanidad
sufrirá una pérdida? ¿Crees que la causa de la espiritualidad
retrocederá durante miles de años?”. Entonces me reveló un
hecho: “Espera hasta que las cosas te lleguen.
Cuando algo
te llega, puedes responder de manera apropiada. Esto es lo
que te aconsejo, y de ahora en adelante, si quieres algo, se lo
pides solo a una persona, es decir, a ti mismo. No pidas nada a
nadie desde ahora. Todo vendrá a ti y serás un rey. Si le pides
algo a alguien desde este momento, serás un mendigo”. Esto
es lo que me dijo. Esto ocurrió hace veintiséis años, y desde entonces no he tenido nunca necesidad de pedir nada a nadie.
Así que este es el valor que ellos atribuyen al dinero.
Y yo le dije: “¿Estoy en deuda con usted por este
dinero?”. Él me respondió: “Ya me dirás cuándo puedes
pagarme”. Tres años después le dije que ya podía pagarle. Y
entonces contestó: “¿Dónde está el dinero?”. Le mostré el
dinero. Y me dijo: “Utilízalo con este propósito. Haz imprimir
este libro y envíalo a los editores tal y cual, recibe la cantidad
de dinero y me lo muestras”. Así lo hice.
A continuación me
dijo: “Imprime el libro siguiente”. Así es como está haciendo
circular el dinero que me ha dado. Así que esto es lo que
se llama el dinero de los Maestros. Nosotros no podemos
comprender cómo utilizan los recursos. Nunca recibió de mí
esta cantidad, porque la naturaleza de los Maestros es solo la
de dar, no de recibir. Pero recordad que no es un complejo
para ellos.
Si encuentran que es un buen remedio que les
devuelvan el dinero, llaman a la persona y le dicen: “¿Dónde
está el dinero? Dámelo. Lo quiero antes de tal fecha”. Y dan
una notificación del abogado a la persona y encuentran que
esta ha rectificado su comportamiento. Lo saben todo y son
capaces de todo. Así es como actúan las personas espirituales.
Y conocen la diferencia entre lo permanente y lo temporal.
Y a continuación, la cualidad inevitable que nos prescriben
para que seamos personas espirituales es la capacidad
de disculpar. Sin ella, no hay espiritualidad en absoluto.
Pero
diferencian cuidadosamente entre mirar por encima, disculpar
e ignorar los defectos. Ellos nunca ignorarán los defectos de
nadie, porque son los verdaderos médicos de la humanidad,
y si ignoran los defectos de la humanidad, ¿quién los va a
curar? Una vez nos hemos ofrecido a ellos mentalmente, nos
entregamos a ellos voluntariamente, entonces empieza la gran
tortura en asuntos personales.
Hasta que todo está limpio, el
dolor no aminora. Solo saben curar, no hacer desaparecer el
dolor.
No tienen la costumbre de usar mata-dolores, porque tal como ellos lo entienden, lo que nosotros llamamos dolor
y sufrimiento es solo un resultado de lo que hemos hecho. Y
tiene un valor de rectificación, un valor de purificación y un
valor de abrirnos los ojos. Por esta razón la naturaleza nos ha
dado el dolor. Por esto se espera que recemos: “Que el dolor
traiga la debida recompensa de luz y amor”. Deberíamos conocer
el auténtico significado de las palabras que utilizamos
en las plegarias e invocaciones. ¿Qué se supone que hacemos
mientras hacemos una plegaria? ¿Qué se supone que hacemos
mientras hacemos una invocación? ¿Qué se supone que
representamos al invocar algo?
A menos que conozcamos el
verdadero significado, nos encontramos con muchos problemas
y tormentos en nuestras vidas. Y neciamente, atribuimos
estas cosas a la espiritualidad. Neciamente, creemos que una
persona espiritual está destinada a sufrir. Pero cuando seguimos
cuidadosamente los mandatos y las precauciones de los
Maestros, no tenemos que sufrir absolutamente por nada.
Durante mis veintiséis o treinta años de discipulado
con mi Maestro, os confieso que no sufrí en ningún
momento. De hecho, nos tratan como si fuéramos flores
en sus manos, lo sé personalmente por experiencia. Si en
algo sufrimos la espiritualidad, sufrimos por nuestra propia
necedad, por nuestra idiotez y por nuestras propias faltas,
no por espiritualidad. Solo esperan que recordemos nuestras
responsabilidades. Suponed que invito a Rudolf y a mi amigo B.
a India, a las celebraciones de la World Teacher Trust en India.
Imaginad que no me ocupo de saber por dónde viven y cómo
viven durante estos días en India; suponed que experimentan
algunos inconvenientes en India: esto es lo que no teníamos
que haber hecho como personas espirituales. Se espera que
pensemos en los demás, por lo menos antes de pensar en
nosotros mismos. Y en su debido momento, a medida que
adquirimos confianza en la espiritualidad, nos inclinaremos
a pensar en los demás, solo porque no necesitamos pensar en nosotros y porque hay gente que piensa en nosotros.
Así es como tenemos que comportarnos. Y si en algo soy
irresponsable en mi comportamiento, me veré expuesto
y me pedirán que afronte la situación y rectifique hasta la
profundidad de mi consciencia. Así es como las personas
espirituales esperan que nos comportemos. Y una vez nos
hemos entregado a alguno de los Maestros espirituales, ellos
nunca evitan a nadie, porque tienen que curar. Y tienen que
dejarnos con buena salud mental, del cuerpo y del alma. Esto
es, en resumen, lo que es la espiritualidad, y lo que son los
obstáculos que hay en el sendero de la espiritualidad.
Mañana
continuaré con el mismo tema, porque tengo que deciros algo
muy importante de las escrituras sagradas sobre este tema.
Extracto de la Obra del Maestro Ekkirala Krishnamacharya / Mensajes Volumen IV
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