Pocas personas comprenden hasta qué punto su vida diaria se ve influida y controlada por los
símbolos, en su mayoría de antiguo linaje, que han llegado hasta ellas no solo a lo largo de los
siglos, sino a través de muchas razas, culturas y religiones diferentes. Para la persona común de
nuestros días, un símbolo es una cosa vacía, apenas un signo que no trasmite otro significado
que el sugerido por su apariencia exterior.
El triángulo es generalmente aceptado, por ejemplo,
como un signo que indica peligro, mientras que todo el simbolismo de la figura del triángulo,
que data de épocas muy antiguas y es de carácter religioso, tiene implicaciones casi infinitas.
Los signos atañen a la vida cotidiana; los símbolos encierran un significado arquetípico interior
que conduce a realidades de orden superior.
Vivimos en un mundo de símbolos, la mayoría de los cuales no son comprendidos por
ignorancia, o son considerados como algo tan natural que pasamos por alto su verdadera
significación.
Muchos de nosotros somos incapaces de reconocerlos cuando los encontramos.
El
simbolismo es un tesoro que viene del pasado y encierra un significado para el presente; no fue
algo inventado por los hombres; surgió naturalmente de la necesidad de expresión en un medio
que trasciende las limitaciones de las palabras y que expresa, sin embargo, un lenguaje que
puede ser comprendido por todos; por consiguiente, desde el momento de nacer hasta el
momento de morir empleamos símbolos que eran comunes en otros tiempos y en lejanas tierras.
La joven de nuestra época que el día de la boda luce el blanco vestido de novia, el velo, la
corona y el anillo no hace sino adoptar los mismos símbolos de virginidad, fecundidad y unión
que utilizaron las novias que vivieron, se casaron y murieron hace miles de años.
La mayoría de los símbolos se basan en conceptos religiosos y en un sistema de vida rural.
A
pesar de ello, los habitantes de las ciudades, los industriales y los escépticos, o los que
simplemente no se interesan por el problema, se ven atrapados por ellos en la vida de todos los
días. Es posible que no comprendan esos símbolos, o que tengan una vaga noción de lo que
significan, pero al mismo tiempo es evidente que sienten nostalgia de ellos como de la forma de
vida que el hombre moderno está destruyendo sistemáticamente.
La necesidad de comprender los símbolos es grande, y nunca como ahora, cuando tantos
valores se están desmoronando sin que haya nada que los remplace. La vida está llena de todo
menos de significado, y a medida que aumenta la prosperidad material, disminuye la serenidad,
la paz interior y la felicidad, que son reemplazadas por el miedo, la violencia, la incertidumbre y
el derrumbe de los valores.
El hombre necesita encontrar su identidad, dar respuesta a la
pregunta "¿Quién soy?", descubrir el significado del individuo en el universo y trascender lo
material para llegar a lo espiritual.
La comprensión de nuestros símbolos nos ayuda a comprender nuestro ser y muchas de
nuestras acciones y reacciones instintivas, profundamente arraigadas; en qué se basan nuestras
creencias, supersticiones y miedos; y por qué algunas creencias y acciones son tan persistentes y
universales. Las supersticiones solo son creencias y símbolos anticuados, o bien premisas
válidas en otro tiempo que han quedado vacías de contenido y cuyo verdadero significado se ha
perdido, aunque conserven la forma. Son fantasmas de hechos y creencias del pasado y, como
fantasmas, permanecen activos mucho tiempo después de que la vida real haya partido,
rondando los escenarios donde ejercían su antiguo poder.
Cuando niños nos cuentan que Santa Claus baja por la chimenea con los regalos de Navidad y
que todos nuestros pedidos ascienden por la chimenea o son trasportados por las llamas. ¿Por
qué? ¿Por qué no puede entrar sencillamente por la puerta? ¿Y qué es la chimenea sino el medio
más cómodo para librarse del humo? Pero tradicional y simbólicamente, la chimenea era el
camino hacia el cielo, y el agujero del techo representaba la Puerta del Cielo, la Puerta del Sol, a
través de la cual el espíritu del hombre podía trasladarse de un mundo a otro, y por la cual el
espíritu de los cielos descendía a la tierra. Santa Claus bajando por la chimenea simboliza,
entonces, los regalos que vienen directamente del cielo, en vez de llegar por la puerta terrenal.
Los símbolos son un lenguaje internacional: la cruz, la swástica, el círculo, el árbol, y la
serpiente, p. ej., aparecen en toda cultura desarrollada, así como en muchas de las sociedades
más primitivas, desde las remotas civilizaciones de los arios, sumerios, chinos y egipcios hasta
los tiempos modernos. Pero el símbolo no es una cosa estática, fijada una vez para siempre y
para todos. Puede crecer y expandirse, incluir otros significados y volverse ambivalente, es
decir, tener un significado en una cultura y una época, y una connotación diferente en otra. Así,
la serpiente, símbolo universal de la sabiduría, puede representar en Occidente el mal y el
demonio, mientras que en Oriente, donde aparece como el dragón, representa el poder espiritual
supremo. Su cambio de piel simboliza universalmente la renovación y el renacimiento, mientras
que, por otra parte, la serpiente puede tipificar el veneno y la muerte.
Los símbolos, como dice Mircea Eliade, contribuyen a identificar al hombre con los ritmos de
la naturaleza, integrándolo en una unidad más grande, la sociedad y el universo. Esta es la razón
por la cual los símbolos pueden tener tantos niveles de significación; se ajustan a la infinita
variedad de la naturaleza y al lugar del hombre en el cosmos.
Aunque el simbolismo tenga por principal función revelar un significado interior, puede
actuar, como todas las religiones, tanto en el nivel exotérico como en el esotérico; puede servir
tanto para ocultar corno para revelar, y en este sentido ha desempeñado siempre un papel
importante en las sociedades secretas y en los aspectos ocultos de las ceremonias iniciáticas.
El
uso de símbolos era esencial para conducir al iniciado desde las limitadas regiones de la mente
racional y el mundo de los sentidos hasta aquellas que las trascienden, esto es, hasta el mundo
ilimitado, infinito y "sobrenatural".
E1 propio lenguaje tiene un origen simbólico: esto explica por qué la poesía precedió a la
prosa para expresar sentimientos y emociones. La poesía, principalmente, se interesa por el
lugar que ocupa el hombre en el universo, por las reacciones que experimenta ante éste, y por la
sensación de asombro y admiración que le inspira; es la "sensación de algo profundamente
entremezclado" de que nos habla Wordsworth, o la intuición de Browning sobre la función del
hombre como mediador:
Man, once descried, imprints forever
His presence on all lifeless things: the winds
Are henceforth voices,
wailing or a shout,
A querulous mutter or a quick gay laugh,
Never a senseless gust now man is born. . .
And this to fill us with regard for man.
With apprehension of pis passing worth,
Desire to work his proper nature out,
And ascertain his rank and final place.
Traducción: El hombre, una vez manifestado, imprime para siempre / su presencia sobre todas las cosas inanimadas: los
vientos / son en adelante voces, gemido o grito, / quejumbroso susurro o rápida y ligera risa, / nunca un arrebato sin sentido ahora que el hombre ha nacido ... / Y esto nos llena de respeto por el hombre, / de aprensión por su
transitorio valor, / y del deseo de desentrañar su verdadera naturaleza, / y descubrir su posición y su destino final.
A pesar de que se suele colocar a los símbolos y los arquetipos en el mismo plano, en realidad
no son idénticos. El arquetipo (de "arque", que significa origen, causa o principio, fuente
primordial, y "tipo" que quiere decir copia, modelo, impresión o forma, generalmente abstracta)
solo se manifiesta por medio de símbolos, que presentan lo abstracto (la Idea platónica) en una
forma concreta, bajo una imagen que puede ser claramente reconocida o que reviste diferentes
formas o atributos. Dionisio, el Areopagita, lo explica en estos términos: "Dios es la luz
arquetípica. Que el sello no sea enteramente igual en todas sus impresiones. . . no es debido al
sello en sí, sino a que la diferencia de las sustancias que de él forman parte hace que la
impresión de un arquetipo enteramente idéntico, resulte diferente."
Como el símbolo deriva del arquetipo, debe conducir nuevamente a éste, y fusionar la mente
finita con lo infinito.
J. C. COOPER
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