El Gran Señor Vishnú ya ha venido nueve veces a la Tierra para salvar al hombre.
Falta su décimo nacimiento. Sus nueve apariciones tienen un estrecho paralelo con los
nueve principales cambios que ocurren en el embrión humano, previamente al
nacimiento.
Vishnú nació, primero, de la boca de un pez. Luego, nació del cuerpo de
una tortuga. Más tarde, tuvo su aparición como jabalí, luego león, después como mono.
Y luego de tener otros nuevos cambios, apareció como hombre. Yo noté, hace algún
tiempo, que un hombre de ciencia había confeccionado una tabla mostrando la relación
del cerebro humano con varios animales durante el período prenatal. Seguía
exactamente la lista de las encarnaciones de Vishnú, aunque era totalmente inconsciente
de que estaba uniendo el ocultismo oriental con la embriología Occidental.
Casi todos los mitos de la cosmogonía están basados en la embriología. La
formación del cosmos, se dice, ha tenido lugar en la misma forma en que el hombre ha
sido formado, sólo que en una mayor escala. Por ejemplo, en los Puranas de Vishnú se
nos dice que la creación tuvo lugar dentro del vientre de Meru. El espacio estaba
rodeado de grandes montañas y escarpadas rocas (el corión, o membrana externa que
envuelve el feto).
El universo fue creado del agua y flota en un gran mar (el fluido
amniótico). Descendiendo una escala (cordón umbilical) vinieron los dioses. Cuatro ríos
fluían dentro de la nueva tierra, como se dice en el Génesis. Estos son los vasos
sanguíneos del cordón umbilical. Así sigue el relato, existiendo una correlación
maravillosa. Algún día, quizás, una nueva ciencia podrá ser basada sobre la ley de
analogía. Eso aportará una contribución mucho mayor a las conclusiones científicas que
todas las especulaciones científicas de la época.
Es razonablemente cierto que el relato de Adán y Eva, y el Paraíso, está basado en
la embriología, y que el vientre es el original Paraíso.
Simbólicamente se le representa
por la O; el punto en el círculo es el germen primitivo, y así sucesivamente, uno puede
seguir la analogía hasta donde se quiera. El huevo de Brahma, es el relato del embrión
cósmico, y la embriología es el estudio básico de la creación.
En la embriología tenemos, también, una recapitulación muy interesante del pasaje de
la raza humana a través de varias especies de la Naturaleza. Encontramos, en cierto
período, las criaturas hiperbóreas. En otra época, vemos al primitivo hombre lemur, más
tarde, al atlante; y, finalmente, al ario. Recomendamos a todos los estudiantes de
ocultismo, el hacer un estudio muy cuidadoso de este tema. La ciencia sabe que toda la
vida de este planeta vino del agua. El embrión humano está rodeado de agua durante
todo el período primario de su crecimiento, y en esto, encontramos una ilustración de la
evolución de todas las cosas. El sexo no apareció en la Tierra hasta la tercera raza. Y no
aparece en el embrión hasta el tercer mes.
La recapitulación del embrión humano a través de los reinos inferiores de la
Naturaleza, es una de las pruebas más poderosas de la evolución, ya que determina, en
forma concluyente, que el hombre no pudo haber sido hecho originalmente en su
condición adulta.
En consecuencia, ha pasado a través de una embriología cósmica; en
efecto, él esta todavía en embrión y no nacerá realmente en la raza humana hasta no ser
verdaderamente humano, lo cual no será por muchos miles de años. Está actualmente en
la etapa de convertirse en hombre.
Los nueve meses del período prenatal, por siglos, han sido empleados
simbólicamente. Nueve es el número del hombre, porque durante nueve meses está el
cuerpo en proceso de preparación. El número perfecto se supone que es el doce, por eso, en la época presente, el hombre nace tres meses antes de ser terminado.
El gradual
desarrollo de la raza humana traerá como resultado el ser más terminado durante el
período prenatal, hasta que, finalmente, el nacimiento sea lo último, y toda experiencia
y crecimiento tendrá lugar en el período embrionario.
El hombre no nace totalmente de una vez. Podemos decir que nace por grados. La
conciencia trabaja fuera del cuerpo, utilizando las sustancias plásticas hasta el momento
de vivificarlo, cuando toma a su cargo el vehículo desde lo interno y comienza a
modelar cierta cantidad de individualidad de los materiales que la rodean. En el
momento del nacimiento, el cuerpo físico nace, y un proceso de cristalización comienza,
que no se detiene nunca, ni por un solo instante, hasta el momento de la muerte. El
hombre principia a morir en el momento de su nacimiento, y el alcance de la vida está
determinado por el tiempo que ese proceso requiere. Al séptimo año, el cuerpo vital
entra en acción, y los períodos más grandes de crecimiento tienen comienzo. Es
entonces que los padres principian a tener dificultades. Es la época en que dejan sus
ropas tiradas o afuera.
Los niños crecen como la hierba, porque están, literalmente,
recapitulando sus existencias de plantas, mientras que hasta ese entonces ellos
recapitulan su estado mineral. Cerca del séptimo año el niño comienza a producir
esencias vitales dentro de su propio cuerpo. Hasta esa época vive de las fuerzas
secretadas, en las glándulas internas de la garganta, antes del nacimiento. En otras
palabras, se mantiene a si mismo con la vida que ha almacenado de los padres.
Alrededor de los siete años de edad, comienza a trabajar para si mismo, está en
actividad minuto tras minuto, y si el joven pudiera embotellar su energía y conservarla
para la vejez, en qué maravilloso mundo viviríamos.
Entre los doce y los catorce años, en las regiones moderadas, el hígado principia
su actividad; el cuerpo emocional ha nacido. Es durante estos días de la adolescencia
que el joven enfrenta sus más grandes problemas. La emoción corre desenfrenadamente.
La conciencia esta recapitulando sus existencias animales. Manifestando la euforia
juvenil es a menudo, la etapa de los grandes errores. Mayor número de vidas son
oscurecidas, o inutilizadas, entre los catorce y los veintiún años; esto ocurre más que en
ningún otro período de la vida. Se nota, especialmente, entre las razas primitivas que
han sido puestas en contacto con nuestro sistema educacional, que hay un cambio
alrededor de los catorce años. Hasta esa época, estos niños han estado a la cabeza de sus
clases y tenido una posición brillante, pero, cuando se apodera de ellos la naturaleza
animal son un fracaso en cuanto a la educación se refiere.
Cualquier maestro de escuela
que haya educado a niños extranjeros dará testimonio de esta condición entre ciertas
nacionalidades. El retardado es un ejemplo de la pérdida de las funciones mentales con
el nacimiento del cuerpo astral, y hay muchos de estos ejemplos. Durante estos días de
turbulencia emocional, los padres deben manejar a sus hijos con firmeza y bondad, si no
aquéllos mismos niños se volverán algún día contra sus padres y les culparán por haber
arruinado sus vidas.
Entre los dieciocho y los veintiún años, de acuerdo con las condiciones climáticas,
el cuerpo mental toma el gobierno, y nosotros decimos que el individuo ha llegado a su
mayoría de edad. Entonces, se le permite votar; el padre le regala un reloj de oro y lo
envía al mundo en busca de fortuna. Quizás una persona entre un millón comprenda,
realmente, porque se ha establecido los veintiún años como la época de la mayoría de
edad, pero, todo ocultista conoce la razón. La conciencia espiritual, el verdadero “yo
soy", no toma posesión de sus nuevos cuerpos hasta los veintiún años. Hasta ese
momento está gobernado enteramente por los centros sensorios inferiores. Por lo tanto,
la vida progresa en ciclos de siete años.
Como un ejemplo de esto, nosotros vemos que, los veintiocho años señalan el
período del segundo nacimiento físico; los treinta y cinco, el segundo nacimiento vital,
o, como es llamado, segundo desarrollo; los cuarenta y dos, el período del segundo
nacimiento emocional. Durante estos años, gente perfectamente normal hasta entonces,
muy a menudo, deviene sentimental. Los cuarenta y nueve, marcan la aurora de un
nuevo período de actividad mental, y los siguientes siete años son la edad de oro del
pensamiento. Son los períodos de la razón filosófica, los años más completos y que
coronan la vida con su plenitud. Y así van, los ciclos tras los ciclos.
Si el individuo
durara bastante tiempo, pasaría por su segunda, tercera y cuarta niñez.
Muy pocas personas comprenden y saben realmente que ellos están compuestos
de elementos minerales, vegetales y animales. Los huesos son, literalmente, minerales;
el cabello es una planta nutrida por olas de éter vital que le llegan a través de la piel, y
en todo individuo hay, en su interior, miles de cosas que se arrastran, reptan y trepan,
que hacen de nosotros un zoológico de nuestra exclusiva pertenencia. Los antiguos
escandinavos, conociendo esto perfectamente, escribieron muchas leyendas relativas a
estas pequeñas criaturas que viven en el hombre. Una famosa estatua del Padre Nilo,
está cubierta con pequeñas figuras humanas, las cuales representan los atributos y
funciones, del hombre. El hombre es un gran campo de estudio, pero nosotros hacemos
muy poco uso de nuestro libro de texto. Las Escrituras de todas partes están llenas de
referencias anatómicas de ciudades y lugares que no tienen ninguna existencia fuera del
hombre mismo.
Las doce puertas de la Ciudad Santa son las doce aberturas del cuerpo humano. Lo mismo que los doce Maestros de la Sabiduría y las doce grandes escuelas de filosofía. Estas aberturas están divididas en dos divisiones de siete y cinco. Hay siete entradas visibles y cinco ocultas en el cuerpo humano. Uno de los filósofos griegos dijo a sus discípulos que debían recordar distintamente que había seis aberturas que se dirigían al cerebro y solamente una dirigiéndose fuera de la cabeza humana, y que ésta era regida por el estómago. Por lo tanto, ellos debían escuchar dos veces (una vez por oído), ver dos veces (una vez con cada ojo), sentir dos veces (una vez por cada lado de la nariz), pero hablar sólo una vez, y que lo que dijeran debía venir del cerebro y no del estómago.
La advertencia todavía suena bien. Los hebreos usaban la cabeza humana como un símbolo favorito para expresar los divinos atributos, llamándola la Gran Faz. Los dos ojos eran correlacionados al Padre, porque ellos eran los órganos de la conciencia; las dos ventanas de la nariz con el Hijo, porque eran los órganos para sentir y también vehículos del prana, la fuerza vital que se halla en el éter. La boca fue usada para simbolizar al Espíritu Santo, que emitía la palabra hablada y formaba el mundo. Las siete palabras a las cuales la boca dio origen eran los siete espíritus ante el trono; también son los vasos y las trompetas de la Revelación. Ellas salían afuera como el ejército de la voz para crear en los siete mundos, y toda la Naturaleza dimanó de su poder creador. Pocos realizan el magnífico simbolismo que oculta la cabeza humana, y cómo ha sido usada en los relatos de las Escrituras. A este artículo hemos agregado un escrito que fuera publicado aparte hace algunos años, pero que no se ha vuelto a publicar. El artículo mencionado tiene una conexión directa con el tema del simbolismo anatómico, mostrando cómo los principios delineados en las páginas precedentes dan su resultado si se los aplica a los diferentes problemas del mundo actual.
Manly Palmer Hall
Las doce puertas de la Ciudad Santa son las doce aberturas del cuerpo humano. Lo mismo que los doce Maestros de la Sabiduría y las doce grandes escuelas de filosofía. Estas aberturas están divididas en dos divisiones de siete y cinco. Hay siete entradas visibles y cinco ocultas en el cuerpo humano. Uno de los filósofos griegos dijo a sus discípulos que debían recordar distintamente que había seis aberturas que se dirigían al cerebro y solamente una dirigiéndose fuera de la cabeza humana, y que ésta era regida por el estómago. Por lo tanto, ellos debían escuchar dos veces (una vez por oído), ver dos veces (una vez con cada ojo), sentir dos veces (una vez por cada lado de la nariz), pero hablar sólo una vez, y que lo que dijeran debía venir del cerebro y no del estómago.
La advertencia todavía suena bien. Los hebreos usaban la cabeza humana como un símbolo favorito para expresar los divinos atributos, llamándola la Gran Faz. Los dos ojos eran correlacionados al Padre, porque ellos eran los órganos de la conciencia; las dos ventanas de la nariz con el Hijo, porque eran los órganos para sentir y también vehículos del prana, la fuerza vital que se halla en el éter. La boca fue usada para simbolizar al Espíritu Santo, que emitía la palabra hablada y formaba el mundo. Las siete palabras a las cuales la boca dio origen eran los siete espíritus ante el trono; también son los vasos y las trompetas de la Revelación. Ellas salían afuera como el ejército de la voz para crear en los siete mundos, y toda la Naturaleza dimanó de su poder creador. Pocos realizan el magnífico simbolismo que oculta la cabeza humana, y cómo ha sido usada en los relatos de las Escrituras. A este artículo hemos agregado un escrito que fuera publicado aparte hace algunos años, pero que no se ha vuelto a publicar. El artículo mencionado tiene una conexión directa con el tema del simbolismo anatómico, mostrando cómo los principios delineados en las páginas precedentes dan su resultado si se los aplica a los diferentes problemas del mundo actual.
Manly Palmer Hall
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