viernes, 8 de marzo de 2019

EMBRIOLOGÍA OCULTA



El Gran Señor Vishnú ya ha venido nueve veces a la Tierra para salvar al hombre. 
Falta su décimo nacimiento. Sus nueve apariciones tienen un estrecho paralelo con los nueve principales cambios que ocurren en el embrión humano, previamente al nacimiento. 
Vishnú nació, primero, de la boca de un pez. Luego, nació del cuerpo de una tortuga. Más tarde, tuvo su aparición como jabalí, luego león, después como mono. Y luego de tener otros nuevos cambios, apareció como hombre. Yo noté, hace algún tiempo, que un hombre de ciencia había confeccionado una tabla mostrando la relación del cerebro humano con varios animales durante el período prenatal. Seguía exactamente la lista de las encarnaciones de Vishnú, aunque era totalmente inconsciente de que estaba uniendo el ocultismo oriental con la embriología Occidental. 

Casi todos los mitos de la cosmogonía están basados en la embriología. La formación del cosmos, se dice, ha tenido lugar en la misma forma en que el hombre ha sido formado, sólo que en una mayor escala. Por ejemplo, en los Puranas de Vishnú se nos dice que la creación tuvo lugar dentro del vientre de Meru. El espacio estaba rodeado de grandes montañas y escarpadas rocas (el corión, o membrana externa que envuelve el feto). 

El universo fue creado del agua y flota en un gran mar (el fluido amniótico). Descendiendo una escala (cordón umbilical) vinieron los dioses. Cuatro ríos fluían dentro de la nueva tierra, como se dice en el Génesis. Estos son los vasos sanguíneos del cordón umbilical. Así sigue el relato, existiendo una correlación maravillosa. Algún día, quizás, una nueva ciencia podrá ser basada sobre la ley de analogía. Eso aportará una contribución mucho mayor a las conclusiones científicas que todas las especulaciones científicas de la época. Es razonablemente cierto que el relato de Adán y Eva, y el Paraíso, está basado en la embriología, y que el vientre es el original Paraíso

Simbólicamente se le representa por la O; el punto en el círculo es el germen primitivo, y así sucesivamente, uno puede seguir la analogía hasta donde se quiera. El huevo de Brahma, es el relato del embrión cósmico, y la embriología es el estudio básico de la creación. En la embriología tenemos, también, una recapitulación muy interesante del pasaje de la raza humana a través de varias especies de la Naturaleza. Encontramos, en cierto período, las criaturas hiperbóreas. En otra época, vemos al primitivo hombre lemur, más tarde, al atlante; y, finalmente, al ario. Recomendamos a todos los estudiantes de ocultismo, el hacer un estudio muy cuidadoso de este tema. La ciencia sabe que toda la vida de este planeta vino del agua. El embrión humano está rodeado de agua durante todo el período primario de su crecimiento, y en esto, encontramos una ilustración de la evolución de todas las cosas. El sexo no apareció en la Tierra hasta la tercera raza. Y no aparece en el embrión hasta el tercer mes. La recapitulación del embrión humano a través de los reinos inferiores de la Naturaleza, es una de las pruebas más poderosas de la evolución, ya que determina, en forma concluyente, que el hombre no pudo haber sido hecho originalmente en su condición adulta. 

En consecuencia, ha pasado a través de una embriología cósmica; en efecto, él esta todavía en embrión y no nacerá realmente en la raza humana hasta no ser verdaderamente humano, lo cual no será por muchos miles de años. Está actualmente en la etapa de convertirse en hombre. Los nueve meses del período prenatal, por siglos, han sido empleados simbólicamente. Nueve es el número del hombre, porque durante nueve meses está el cuerpo en proceso de preparación. El número perfecto se supone que es el doce, por eso,  en la época presente, el hombre nace tres meses antes de ser terminado. 

El gradual desarrollo de la raza humana traerá como resultado el ser más terminado durante el período prenatal, hasta que, finalmente, el nacimiento sea lo último, y toda experiencia y crecimiento tendrá lugar en el período embrionario. El hombre no nace totalmente de una vez. Podemos decir que nace por grados. La conciencia trabaja fuera del cuerpo, utilizando las sustancias plásticas hasta el momento de vivificarlo, cuando toma a su cargo el vehículo desde lo interno y comienza a modelar cierta cantidad de individualidad de los materiales que la rodean. En el momento del nacimiento, el cuerpo físico nace, y un proceso de cristalización comienza, que no se detiene nunca, ni por un solo instante, hasta el momento de la muerte. El hombre principia a morir en el momento de su nacimiento, y el alcance de la vida está determinado por el tiempo que ese proceso requiere. Al séptimo año, el cuerpo vital entra en acción, y los períodos más grandes de crecimiento tienen comienzo. Es entonces que los padres principian a tener dificultades. Es la época en que dejan sus ropas tiradas o afuera. 

Los niños crecen como la hierba, porque están, literalmente, recapitulando sus existencias de plantas, mientras que hasta ese entonces ellos recapitulan su estado mineral. Cerca del séptimo año el niño comienza a producir esencias vitales dentro de su propio cuerpo. Hasta esa época vive de las fuerzas secretadas, en las glándulas internas de la garganta, antes del nacimiento. En otras palabras, se mantiene a si mismo con la vida que ha almacenado de los padres. Alrededor de los siete años de edad, comienza a trabajar para si mismo, está en actividad minuto tras minuto, y si el joven pudiera embotellar su energía y conservarla para la vejez, en qué maravilloso mundo viviríamos. Entre los doce y los catorce años, en las regiones moderadas, el hígado principia su actividad; el cuerpo emocional ha nacido. Es durante estos días de la adolescencia que el joven enfrenta sus más grandes problemas. La emoción corre desenfrenadamente. 

La conciencia esta recapitulando sus existencias animales. Manifestando la euforia juvenil es a menudo, la etapa de los grandes errores. Mayor número de vidas son oscurecidas, o inutilizadas, entre los catorce y los veintiún años; esto ocurre más que en ningún otro período de la vida. Se nota, especialmente, entre las razas primitivas que han sido puestas en contacto con nuestro sistema educacional, que hay un cambio alrededor de los catorce años. Hasta esa época, estos niños han estado a la cabeza de sus clases y tenido una posición brillante, pero, cuando se apodera de ellos la naturaleza animal son un fracaso en cuanto a la educación se refiere. 

Cualquier maestro de escuela que haya educado a niños extranjeros dará testimonio de esta condición entre ciertas nacionalidades. El retardado es un ejemplo de la pérdida de las funciones mentales con el nacimiento del cuerpo astral, y hay muchos de estos ejemplos. Durante estos días de turbulencia emocional, los padres deben manejar a sus hijos con firmeza y bondad, si no aquéllos mismos niños se volverán algún día contra sus padres y les culparán por haber arruinado sus vidas. 

Entre los dieciocho y los veintiún años, de acuerdo con las condiciones climáticas, el cuerpo mental toma el gobierno, y nosotros decimos que el individuo ha llegado a su mayoría de edad. Entonces, se le permite votar; el padre le regala un reloj de oro y lo envía al mundo en busca de fortuna. Quizás una persona entre un millón comprenda, realmente, porque se ha establecido los veintiún años como la época de la mayoría de edad, pero, todo ocultista conoce la razón. La conciencia espiritual, el verdadero “yo soy", no toma posesión de sus nuevos cuerpos hasta los veintiún años. Hasta ese momento está gobernado enteramente por los centros sensorios inferiores. Por lo tanto, la vida progresa en ciclos de siete años.

Como un ejemplo de esto, nosotros vemos que, los veintiocho años señalan el período del segundo nacimiento físico; los treinta y cinco, el segundo nacimiento vital, o, como es llamado, segundo desarrollo; los cuarenta y dos, el período del segundo nacimiento emocional. Durante estos años, gente perfectamente normal hasta entonces, muy a menudo, deviene sentimental. Los cuarenta y nueve, marcan la aurora de un nuevo período de actividad mental, y los siguientes siete años son la edad de oro del pensamiento. Son los períodos de la razón filosófica, los años más completos y que coronan la vida con su plenitud. Y así van, los ciclos tras los ciclos. 

Si el individuo durara bastante tiempo, pasaría por su segunda, tercera y cuarta niñez. Muy pocas personas comprenden y saben realmente que ellos están compuestos de elementos minerales, vegetales y animales. Los huesos son, literalmente, minerales; el cabello es una planta nutrida por olas de éter vital que le llegan a través de la piel, y en todo individuo hay, en su interior, miles de cosas que se arrastran, reptan y trepan, que hacen de nosotros un zoológico de nuestra exclusiva pertenencia. Los antiguos escandinavos, conociendo esto perfectamente, escribieron muchas leyendas relativas a estas pequeñas criaturas que viven en el hombre. Una famosa estatua del Padre Nilo, está cubierta con pequeñas figuras humanas, las cuales representan los atributos y funciones, del hombre. El hombre es un gran campo de estudio, pero nosotros hacemos muy poco uso de nuestro libro de texto. Las Escrituras de todas partes están llenas de referencias anatómicas de ciudades y lugares que no tienen ninguna existencia fuera del hombre mismo.

Las doce puertas de la Ciudad Santa son las doce aberturas del cuerpo humano. Lo mismo que los doce Maestros de la Sabiduría y las doce grandes escuelas de filosofía. Estas aberturas están divididas en dos divisiones de siete y cinco. Hay siete entradas visibles y cinco ocultas en el cuerpo humano. Uno de los filósofos griegos dijo a sus discípulos que debían recordar distintamente que había seis aberturas que se dirigían al cerebro y solamente una dirigiéndose fuera de la cabeza humana, y que ésta era regida por el estómago. Por lo tanto, ellos debían escuchar dos veces (una vez por oído), ver dos veces (una vez con cada ojo), sentir dos veces (una vez por cada lado de la nariz), pero hablar sólo una vez, y que lo que dijeran debía venir del cerebro y no del estómago.

La advertencia todavía suena bien. Los hebreos usaban la cabeza humana como un símbolo favorito para expresar los divinos atributos, llamándola la Gran Faz. Los dos ojos eran correlacionados al Padre, porque ellos eran los órganos de la conciencia; las dos ventanas de la nariz con el Hijo, porque eran los órganos para sentir y también vehículos del prana, la fuerza vital que se halla en el éter. La boca fue usada para simbolizar al Espíritu Santo, que emitía la palabra hablada y formaba el mundo. Las siete palabras a las cuales la boca dio origen eran los siete espíritus ante el trono; también son los vasos y las trompetas de la Revelación. Ellas salían afuera como el ejército de la voz para crear en los siete mundos, y toda la Naturaleza dimanó de su poder creador. Pocos realizan el magnífico simbolismo que oculta la cabeza humana, y cómo ha sido usada en los relatos de las Escrituras. A este artículo hemos agregado un escrito que fuera publicado aparte hace algunos años, pero que no se ha vuelto a publicar. El artículo mencionado tiene una conexión directa con el tema del simbolismo anatómico, mostrando cómo los principios delineados en las páginas precedentes dan su resultado si se los aplica a los diferentes problemas del mundo actual.

Manly Palmer Hall

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