En la base de la espina dorsal esta ubicado el trono del Señor de la Forma,
comúnmente llamado Jehová y Shiva. El linga es su símbolo. Cabalga el gran toro de lo
terrenal. Su hija es la muerte y la destrucción, no siendo, sin embargo, una forma del
mal. Construye los cuerpos que nos dan poder para funcionar en los mundos inferiores.
Él los cristaliza por medio de líneas de fuerza. La geometría es el esqueleto, y todos los
cuerpos que él construye son problemas geométricos, ángulos geométricos cristalizados
en rocas y piedras.
Gradualmente, la cristalización que trae cuerpos al mundo se vuelve
demasiado densa y no es capaz de responder a las impresiones sutiles de la conciencia
espiritual. Lentamente se convierte en piedra, y la muerte es el resultado de la misma
causa que trajo el cuerpo al mundo.
Las primeras razas de la tierra adoraban a los
atributos procreativos de la vida. Ellos sentían que la más elevada expresión de vida era
el poder de dar una nueva vida al mundo. Por lo tanto, el principio dador de vida fue
personificado en una deidad dadora de vida a todas las cosas, o más bien, que traía a la
manifestación la vida latente que no podía crecer o desarrollarse en el mundo físico sin
el vehículo de la sustancia densa.
Para el ocultista, el nacimiento es muerte y la muerte es un despertar. Los místicos
de la antigüedad enseñaban que el haber nacido en el mundo físico era entrar a una
tumba, porque ningún otro plano de la Naturaleza es tan desacorde, tan limitado como
el mundo terrenal.
El tiempo y la distancia eran las rejas de la prisión que encadenaban
al alma a vivir en un estrecho lugar. El calor y el frío atormentaban al alma, la edad la
privaba de sus facultades, y la vida del hombre no era más que una preparación para la
muerte. Como la vida se vive a la sombra de la muerte, ellos enseñaron que es una
mofa, una cosa hueca, dorada para la mirada descuidada, pero sin brillo y carcomida,
comida de gusanos, cuando la examinamos detenidamente. El cuerpo físico se convertía
en el sepulcro, la tumba, el cementerio en el cual el espíritu yacía esperando el día de la
liberación cuando, como una chispa virginal, se levantaría otra vez dejando la rota urna
de barro. Por lo tanto, en todas las religiones tenemos al mundo inferior como un negro
abismo, en el cual Yama, de tres cabezas, arroja las almas condenadas para que sufran
en el infierno de su propia creación, porque es cierto que cada raza elabora de su propia
naturaleza, los demonios que la atormentan.
Aquí Tifón, el dios egipcio de la
destrucción, con cuerpo de cerdo y cabeza de cocodrilo, espera con las fauces abiertas
para devorar a aquellos que no han sabido aprovechar las oportunidades de la vida en
forma adecuada. La mayoría de los pueblos simbolizan al demonio dotándolo de un
cuerpo parte animal, parte hombre. Mora en la naturaleza animal del hombre, y aquéllos
que son dominados por sus apetitos, gustos y disgustos, sus odios y temores, no
necesitan otra condenación; han construido su propio infierno y están sufriendo sus
tormentos.
El sistema generativo, esta, gradualmente, siendo absorbido en el cerebro, y el
hombre del gran período venidero del mundo generará su especie, o al menos formará
vehículos para él por medio de la laringe, que es el órgano de la palabra hablada. Se nos
ha dicho que un pequeño cuerpo etérico, que será más tarde el órgano positivo de la
reproducción, se está construyendo, en forma gradual, cerca de la laringe. Aquéllos que
sean incapaces de levantar el fuego de la médula espinal, a través del canal Sushumna,
serán arrojados a un reino lateral, semejante al de los simios actuales.
Se supone que el cuerpo físico está bajo el control de la Luna, la cual, como
vosotros sabéis, gobierna todos los líquidos de la Tierra.
La Luna fue la última encarnación del espíritu de la Tierra, y la raza humana pasaba por el estado de
conciencia animal en el cuerpo etérico del Señor de la Luna. Los espíritus lunares son
llamados "antepasados" y son conocidos por los cristianos como ángeles. Estos seres
tienen el control de los poderes generativos del hombre y el animal. La entidad que se
encarna elige, frecuentemente, muchos años antes, el vehículo con que aparecerá en el
mundo. Se dice que el germen etérico es colocado en el cuerpo de los padres unos
veinte años antes de que el niño venga al mundo. Esto es el resultado de su búsqueda
del ambiente adecuado a sus necesidades materiales y espirituales.
Ciertas escuelas de ocultismo han enseñado que la conciencia espiritual del
hombre no estaba fija en ningún punto del cuerpo, sino que estaba en cualquiera de las
partes donde el hombre mora con sus pensamientos. Nosotros sabemos que hay tres
mundos donde el hombre puede morar.
El primero es el mundo mental, en donde puede
vivir rodeado de sus pensamientos, sus sueños y sus aspiraciones. El segundo, es el
mundo humano, donde él puede ser uno de esa gran clase media que piensa poco, come
poco, duerme poco y sufre incesantemente. Su tercer hogar posible, es un mundo
animal, donde puede morar en el medio de sus pasiones, lujuria, y odios, que queman su
alma y consumen su cuerpo. La historia de las razas primitivas muestran que ellas se
levantaron a través de esos estados hasta que, al final, unos pocos se convirtieron en
verdaderas criaturas pensantes.
La sangre de cada hombre es individual. Cristalizada, forma dibujos geométricos
que difieren en cada persona, por eso, por medio del análisis de la sangre podría
desarrollarse un sistema mucho más seguro, para la investigación del crimen, que los
sistemas de Bertillón y de la impresión digital. La historia del alma humana está escrita
en su sangre.
La posición que él ocupa en la evolución, sus esperanzas y sus temores,
están impresas en las formas etéricas que fluyen a través de su corriente sanguínea.
Hasta que la sangre roja no entra en el cuerpo, el espíritu del hombre no puede entrar en
él; sólo ronda alrededor del cuerpo al que esta unido por un hilo de naturaleza eléctrica.
Estudiando clarividentemente grillos, langostas y otras pequeñas criaturas, es posible
observar impulsos que vienen de esos pequeños globos que rondan sobre sus cuerpos,
que demuestran sus movimientos y sentidos primitivos. Por lo tanto, se dice que la real
línea entre el vegetal y el animal viene con la llegada de la sangre roja;
consecuentemente, ciertos peces pequeños, moluscos, etc., son técnicamente vegetales,
aunque no reconocidos como tales por la ciencia.
El hígado es la llave de la sangre roja.
El color rojo de la vestimenta de Lucifer, se deriva del color de la sangre, y la palabra
Lucifer significa: "portador de luz" (o calor) y es un nombre de la sangre.
Por esa razón
es el espíritu de la tentación. En los Misterios cristianos, la herida del hígado de Cristo
por la lanza del centurión, es un hecho especialmente místico, en tanto que Prometeo, el
amigo del hombre, encadenado en el pico del Monte Cáucaso, con el buitre que
devoraba su hígado, es el mismo mito expresado en el simbolismo de los antiguos
griegos.
Es interesante, también, notar la relación que hay entre las palabras "live" (vida) y
"liver" (hígado), porque tener un hígado (liver) es vivir (to live). Siguiendo este detalle,
podemos notar que la palabra live deletreada al revés se convierte en evil (mal) y la
palabra lived (vivido) se convierte en devil (diablo).
Esta peculiar relación no sólo se
encuentra en inglés, sino también, con ligeras variantes, en otros varios idiomas.
Cuando nos ocupamos de esto, sin embargo, quedamos envueltos en el estudio
Cabalístico, el cual es el análisis del significado simbólico de las palabras.
Rojo es el color de la sangre y la clave del hígado, y su efecto sobre los animales
es muy notable. Irrita, excita y en algunos casos realmente causa la locura de los
animales. Por eso se usa, frecuentemente, en la capa de los toreros. El torero mueve su capa frente al toro y consigue, comúnmente, irritarlo. El uso de luces rojas no es una
cosa poco común en la magia negra. Los magos malos las usan para materializar
espectros, en tanto que la ciencia médica ya ha descubierto que son un fuerte irritante si
se aplica al cuerpo humano.
Durante la ira y el odio, el aura astral del hombre se ve veteada con rojas llamas
que tienen gran parecido con los rayos. A menudo la base de la espina dorsal brilla con
una luz roja oscura, símbolo de odio, pasión o ira. Esta luz roja, brillando eternamente,
en la base de la columna vertebral, ha dado origen al relato que se hace del fuego del
infierno y de la condenación, pero los predicadores han olvidado de recordar a los
seglares, que ellos llevan consigo mismo su propio infierno a donde quiera que vayan.
Se dice que el poder rojo es derivado de la luz blanca de Sol, por medio del cuerpo de
Samael, el espíritu de Marte. Ésta es la causa del resplandor rojo en el cielo. Marte es el
dios de la guerra, la disputa, el odio y la disensión. Fue la deidad regente del imperio
romano, cuyos soldados llevaban rojo en sus uniformes como símbolo de su mando.
Siguiendo a Marte como guía conquistaron al mundo, y luego, cayeron bajo las mismas
espadas con que ellos habían asesinado a los otros.
Así como el rojo es el color del cuerpo, el amarillo es considerado el color del
alma.
Por esta razón los Buddhas y los salvadores del mundo son representados con un
halo o aureola dorada que los rodea. Esta luz es el hábito amarillo; también, es la luz
que atestigua la oscuridad, sobre la cual escribió San Juan. Esta luz, fluyendo del tercer
ventrículo, representa el Shekinah de los judíos, que está sobre el propiciatorio, como
un pacto entre Dios y el hombre. El amarillo es vitalizador, un dador de vida. Por ello el
Sol con sus rayos dorados y su personificación - el Cristo - son, ambos, dadores de vida.
La falta de vitalidad puede ser tratada con éxito exponiendo el bazo al Sol.
El azul el más elevado de los tres colores primarios, es el color dado al Padre. Es
un color sedante, que tranquiliza, y de especial valor para el tratamiento de la demencia
y la obsesión. Es difícil para los magos negros actuar con éxito en una luz azul. Su
afinidad con la mente es muy evidente, y se reúne como un mar eléctrico en la glándula
pineal y como un extracto de todas las cualidades espirituales de la naturaleza humana.
El núcleo azul de toda llama se dice que es el símbolo del Padre invisible, oculto en el
luminoso Sol. En las palabras del Cristo: "Aquél que me ha visto a Mi, ha visto al
Padre. Yo soy en el Padre y el Padre es en Mi."
Es muy interesante el uso de los colores en los símbolos. El dragón verde, al cual
los héroes de la mitología generalmente matan, representa la Tierra.
La armadura blanca
es un cuerpo físico purificado. El mago negro es oscuridad e incertidumbre. Todos los
colores tienen un valor simbólico, y grandes lecciones pueden aprenderse del estudio de
la aplicación de estos valores en el ocultismo.
Tratando el tema de la fisiología y anatomía oculta, debemos detenernos por un
momento para dar crédito a los alquimistas y rosacruces, quienes, durante la Edad
Media, encubrían el estudio de la anatomía oculta presentando los órganos del cuerpo
humano en la forma de retorta y otros recipientes utilizados para su alquimia. Uno de
sus grandes exponentes, dijo en resumen: "Nuestra química no es como la que se
conoce y donde se emplean los productos químicos, sino que la hacemos con ciertos
recipientes secretos" (órganos internos) “y sustancias químicas espirituales, que son
invisibles para el individuo ordinario.
Nosotros no creemos en la tortura de los
elementos químicos", (combinándolos para formar gases, vapores o masas hirvientes)
"porque los productos químicos, lo mismo que el hombre, pueden sufrir cuando se los
combina en forma inadecuada".
El horno de los alquimistas era el cuerpo humano. El fuego que ardía en él, estaba
en la base de la espina dorsal. La chimenea era la médula espinal, por la cual pasaban hacia arriba los vapores para reunirse luego y ser destilados en el cerebro. Este fue un
sistema secreto llevado a Europa del lejano Oriente, en donde ha sido considerado, por
siglos, la más elevada forma de religión. Podemos llamar a estas verdades ocultas los
principios de la espiritualidad operativa para distinguirlas de la moderna religión, la
cual está formada enteramente de teorías especulativas. La gente no sueña que la
religión es fisiológica, ni creería que su salvación depende enteramente del uso
científico de los elementos y fuerzas internas de sus propios cuerpos; pero a despecho
de todo esto, puede ser dicho lo contrario; tal es el caso.
Durante los próximos años
mucho se hará para iluminar al hombre en lo que concierne al trabajo secreto de sus
propias partes y miembros.
Es muy interesante notar la similitud que existe entre las encarnaciones o
apariciones en el mundo del gran avatara Vishnú y los cambios que tienen lugar en el
embrión humano antes del nacimiento. Esto nos llevará a nuestro próximo tema: la
embriología oculta.
MNLY PALMER HALL
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