El conocimiento es una relación entre el objeto. y el sujeto consciente. En la acción de "conocer", el sujeto invade, por medio de sus sentidos, la esfera del objeto, y capta sus propiedades. Por su parte, el objeto, se mantiene "trascendente", es decir, separado del sujeto.
De aquí se deduce que no es el propio objeto el que se
introduce en la conciencia del sujeto, sino un conjunto de sus cualidades
sensibles que producen en la conciencia una representación del objeto, pero no
una reproducción. Santo Tomás de Aquino decía que "las especies
sensibles" se convierten en "especies inteligibles".
Esta imagen representativa es la "idea" (de
eidos = imagen), producto de elaboración del material sensible, por medio de
los mecanismos del entendimiento, que exponemos más adelante.
Por consiguiente, en el hecho del conocimiento, el sujeto
es determinado por el objeto, puesto que este produce en el primero un cambio
mental. La nueva imagen surgida en la conciencia, es objetiva por cuanto lleva
cualidades o rasgos del objeto; y es subjetiva por cuanto su elaboración
depende de facultades del sujeto. Como dice Kant: "La materia del
conocimiento procede de la experiencia y la forma del pensamiento".
Consecuencia evidente de esto es que, la imagen consciente
de las cosas no es igual para todos, puesto que varían, en cada sujeto, los
mecanismos del entendimiento y la eficacia de sus facultades cognoscitivas. Es
decir, que cada uno tiene su verdad.
La verdad consiste en la concordancia de la imagen o
"idea" con el objeto que la produce. Un objeto no puede ser verdadero
ni falso (es como es) pero si puede serlo la imagen que de él hayamos formado.
Más como esta imagen puede contener todas o solamente algunas de las notas que
puede suministrarnos el objeto, de aquí que pueda haber distintos grados de la
verdad sin dejar de ser verdad cada uno de ellos. En alguno puede haber
inadecuación pero no error. Este surge solamente cuando la imagen
representativa de nuestra conciencia no concuerda con el objeto. Y volveremos
sobre esto al tratar del criterio de verdad.
En resumen: En todo acto de conocimiento hay:
I.
Un factor ontológico u objeto determinante.
II.
Un factor psicológico o sujeto consciente receptivo y activo, puesto que
recibe y elabora la imagen.
III.
Un factor lógico, imagen o relación entre sujeto y objeto, concordante (verdad)
o discordante (error).
IV.
Separación de sujeto y objeto. (Trascendencia no inmanencia).
La perfecta comprensión de lo
que antecede nos la dará el siguiente esquema y su explicación subsiguiente.
El objeto del conocimiento (una
paloma en el esquema) tiene, Como todos los seres concretos, una esencia y una
apariencia; o dicho de otro modo: un noumeno y un fenómeno. Este último está
'Constituido por todas las propiedades sensibles o cualitativas (tamaño,
forma, color, posición, consistencia, etc.) captables por nuestros sentidos, y
con las cuales vamos a elaborar el conocimiento de la paloma.
En cuanto a las propiedades sustanciales o cuantitativas
que, manan de su esencia, están completamente vedadas a nuestros sentidos y
solo podemos juzgar de ellas por las primeras, como hemos de ver en el curso
de esta explicación.
El sujeto de conocimiento (el hombre) dispone para el
acto de, Conocer, de una conciencia receptiva, un mecanismo de entendimiento
que comienza en los sentidos y termina en la propia conciencia, movido por una
facultad específica que es la razón; y un contenido, Mental abstracto
preestablecido (las "ideas" innatas de Platón) que son las categorías
del entendimiento, anteriores a todo conocimiento objetivo.
Haciendo uso de un símil gráfico muy sugerente, diremos
que, el objeto es a la conciencia como el alimento al estómago. El mecanismo
del entendimiento es a modo de proceso digestivo que va a elaborar el objeto. Para esto dispone el
estómago de jugos gástricos preestablecidos que, en nuestro caso, son
referibles a las categorías del entendimiento. Y el resultado final en cuanto
a la mente, va a ser una imagen genérica asimilada (idea) que en el proceso
digestivo no es el alimento, sino un complejo químico genérico (quimo) formado
de él.
b) MECANISMO DEI. ENTENDIMIENTO
El
entendimiento (de in-tendo = dirigir hacia el interior) está constituido por la
serie de funciones sensoriales, psíquicas y espirituales que captan y elaboran
las cualidades del objeto, hasta formar de ellas la imagen subjetiva
consciente.
El presente esquema sintetiza ordenadamente estas
funciones
He aquí como se realiza la escala positiva del
entendimiento: Cuando una sensación producida por cualquier objeto, afecta a
los sentidos corporales, es recogida la imagen sensorial por los centros
nerviosos, en forma de engramas, que se archivan constituyendo la memoria
cerebral[1].
Esta sensación primaria puede despertar en nosotros un
sentimiento de interés o sernos indiferente. En este último caso se rechaza
la sensación dejando de ser objeto de conocimiento. Si nos interesa, puede
ocurrir que el objeto despierte en nosotros un nuevo sentimiento de atracción
o simpatía, o bien de repulsión o antipatía. En este último caso recházase
también por nuestra psiquis, dejando de constituir objeto de conocimiento (salvo
el caso en que, por voluntad o deber se acepte como tal). Si nos es simpático,
llama nuestra atención; y con ello termina esta primera etapa del conocimiento
por la esfera del sentimiento, para entrar de lleno en la esfera de la mente.
E1 primer acto puramente mental es la atención, que
consiste en la preparación y dirección de las facultades de la mente hacia el
objeto en cuestión, y es base de toda observación. Tras de ello sigue la
concentración, que estriba en colocar al objeto en el foco de la mente, o lo
que es lo mismo, enfocar nuestra razón discursiva sobre el objeto, para
comenzar su elaboración mental.
Esta elaboración tiene su fundamento en la meditación,
que consiste en la captación mental de todas y cada una de las facetas lógicas
en que se nos puede dar el objeto; una verdadera discriminación o revisión de
las posibilidades lógicas en que se nos puede presentar. Viene a ser un
auténtico análisis, o "digestión" mental, hecho por la razón; que
desemboca en el pensamiento o imagen mental concreta.
Cumplido esto, realizase a continuación un acto de
abstracción por el que viene a "asimilarse" en forma genérica el
objeto Conocimiento. Así ha quedado formada en la conciencia la idea o imagen
representativa; que en un grado superior de abstracción queda convertida, no ya
en una imagen, sino en una "representación lógica" que llamamos
concepto. Y con ello estamos en plena esfera abstracta de la mente, con lo cual
puede darse por terminado el conocimiento discursivo o lógico.
Mas en un grado, todavía superior, de abstracción,
podemos izar la contemplación (de cum-templum, "considerar profundamente"),
por la cual llegamos al conocimiento de la esencia de las cosas a través de lo
fenoménico y trascendiendo lo lógico. Es el ultimo peldaño mental de ese
proceso, con mucha razón también llamado Inteligencia o "lectura
interior" (de intuslégere) (o de "intelligo", escoger,
clasificar).
Pero cabe que la captación inteligente no se limite a
esto, sino que supere las posibilidades de la mente, entrando en la esfera del
espíritu. Esto ocurre cuando se capta intuitivamente el concepto del objeto,
sin necesidad, o por encima del razonamiento. Hecho que merecerá nuestra
atención a1 tratar del conocimiento intuitivo.
Y quédanos, como final, el hecho de la inspiración (de
in-spíro-accio o acción interna del espíritu) que es inteligencia suprarracional
o espiritual que se caracteriza por su capacidad creadora.
El resultado de todo el proceso del entendimiento es el
incremento de la conciencia; el conocimiento o gnosis.
En contraposición con esta escala ascendente hacia la
gnosis, tenemos otra escala descendente, formada por esa serie de operaciones
negativas llamadas, indiferencia, antipatía, distracción, diversión y
divagación, que conducen al vacío de conciencia, ignorancia o agnosis.
Antipatía quiere decir sentir en contra. Distracción es lo contrario de
atención. Diversión es poner la atención, sin concretar, en una sucesión de
cosas o fenómenos (sucesión que en algún caso puede ser objeto de conocimiento).
Divagación es el aspecto negativo de la abstracción, sin fruto ideológico: es
como el que mirando no ve y oyendo no entiende.
c) CATEGORIAS DEL ENTENDIMIENTO
Corresponden exactamente a las categorías, las
"ideas innatas" que; al decir de Platón, había contemplado el alma
en una existencia preterrena. También las ideas que, según San Agustín, recibimos
de Dios por iluminación divina; y en fin, las que Plotino nos concedía como
fruto de una iluminación procedente del Nous o Espíritu Universal.
A nuestro modo de ver hay tres categorías fundamentales,
dentro de las cuales pueden incluirse todas las expuestas por Aristóteles,
Kant y Windelban; a saber: la de Causalidad o etiológica; la de Substancialidad
u ontológica; y la de Diferencialidad o psicológica. La primera corresponde a
lo espiritual (causa o voluntad de existencia); la segunda a lo corporal (forma
material de existencia y la tercera a lo anímico (forma substancial de
existencia).
I, La causalidad es innata en nuestra conciencia y
precede Conocimiento, como lo prueban los insistentes por qués de los niños,
que Intuyen la necesidad de que todo sea causado por antes de conocer el
fenómeno que observan. "Todo efecto tiene una causa y esto es un supuesto
necesario de todo conocimiento de la realidad.
II, La Substancialidad (de
substare, estar debajo o servir de base es objeto permanente de todos los
predicados o accidentes que se nos
aparecen como cualidades sensibles de los objetos. Frente a los accidentes (de
accidere, caer o adherirse sobre otra cosa) siempre cambiantes, "la
sustancia se presenta como independiente y permanente en su grado
relativo" (Hessen).
Propiedades substanciales y
cualidades sensibles.
Conviene
distinguir bien ambas cosas, ya presentadas en el de la Fig. 1.
Las cualidades sensibles
representan el aspecto fenoménico o aparente de cualquier objeto. Las llamamos
cualidades, precisamente por que son cualitativas, adjetivas y accidentales.
Las propiedades substanciales son la causa de que
aparezcan las anteriores. Y son cuantitativas por que dependen de su constitución
material que, en el fondo, es un resultado de agregación de átomos en
determinada cantidad, como ya enseñó Demócrito.
Por ejemplo: Una rosa es de color rojo. Este color no es
propiedad de la rosa, sino un efecto luminoso causado por la absorción de
todos los demás colores del espectro solar, excepto el rojo que se refleja. Es
pues una cualidad sensible. Lo que si es propiedad substancial de la rosa, es
la capacidad de absorber todos los colores menos el rojo, cosa que dimana de
su constitución físico-química.
Otro ejemplo: Un tubo sonoro al ser soplado emite la nota
la. Esta nota está producida por las
vibraciones de la columna de aire en determinado número por segundo, y por
consiguiente es una cualidad sensible. La propiedad substancial estriba en el
tamaño y material de que está hecho el tubo y que son causa de que emita esa
nota y no otra.
III. La Diferencialidad precede también a todo
juicio, por que es el fundamento de toda variación sensible, de toda percepción
y de todo movimiento. Es categoría de relación y comparación por excelencia.
Por diferencia de accidente percibimos la unidad y permanencia relativa de lo
substantivo (Ej. un árbol con hojas y sin hojas); por diferencia, por contraste
de luz y sombra, apreciamos la forma de las cosas; por desigualdad de
condiciones hay movimiento y vida (Ej. un salto de agua por diferencia de
nivel; una corriente eléctrica por diferencia de tensión entre dos pilas
unidas por un hilo conductor; el proceso digestivo, por diferencia entre el alimento
y el cuerpo que le digiere, etc.).
La categoría de causalidad abarca todos los conceptos de
origen y finalidad, o sea el por que y el para que de las cosas. Su intención.
La categoría de substancialidad encuadra todos los
conceptos de espacio o sea el que de las cosas, el hecho de existir.
La categoría de diferencialidad se refiere a los
conceptos de tiempo, o sea el como de
las cosas; modo o manera de manifestarse ellas la que es accidental. Toda
variación es una sucesión de estado a otro y se da esencialmente en el tiempo.
Una persona puede ser niño y ser adulto al mismo tiempo; pero sí después de
cierto tiempo. Podemos decir muy certeramente: Todo suceso es temporal, como
toda substancia es espacial. La simple diferencia entre dos objetos ha
necesitado, para ser apreciada por nosotros, la observación del uno tras del otro. Y aun para afirmarse la igualdad de
dos cosas, tenemos que partir del hecho previo y de que son distintas, por que
son dos[1].
Mediante las "categorías" ordenamos en
representaciones lógicas (ideas y conceptos), el material sensible de la
observación, con arreglo a las formaciones preestablecidas de nuestra intuición
y entendimiento.
Según Kant, "el espacio y el tiempo son formas de
nuestra intuición que yuxtapone y ordena las percepciones", originando las
representaciones, ideas y conceptos, que constituyen el contenido de nuestra
conciencia.
d) OBJETOS REALES Y OBJETOS IDEALES
Hasta aquí hemos referido el
conocimiento a objetos reales, de afectar a nuestros sentidos corporales,
haciendo bueno el principio del intelectualismo aristotélico-escolástico, que
dice: hay en la inteligencia que primero no haya pasado por los sentidos.
Según esto, los conceptos (contenidos de conciencia no
innatos ni intuitivos), están en relación genética con las experiencias
sensoriales. Sin perjuicio de que, como quiere el racionalismo
platónico-agustiniano, todo conocimiento tiene su verdadera fuente en el
pensamiento, que es el que ordena en "formas lógicas" los datos de la
experiencia.
Dice Platón que, "el mundo de la experiencia cambia
constantemente y no puede procurarnos un verdadero saber. A los sentidos no
debemos un conocimiento (epistéme) sino una opinión (dóza)". Esto anula el
valor de empirismo puro, que pretende considerar a las ideas como
representaciones, por adición, de los distintos datos de la experiencia.
En la teoría del- conocimiento, expuesta por nosotros, hemos
armonizado los valores gnósticos del factor subjetivo y del factor objetivo. Lo
cual nos permite afirmar con el apriorismo kantiano que, "los ladrillos
los da la experiencia y el edificio lo construye el pensamiento". Que es
tanto como admitir, con Leibnitz, la existencia de verdades de hecho y
verdades de razón.
Pero, el conocimiento posee también objetos ideales, que
no pueden entrar por los sentidos, y de los cuales tenemos, no obstante,
conceptos racionales. Tal ocurre con las matemáticas, en las que el pensamiento
opera con absoluta independencia de toda experiencia, siguiendo sus leyes de
lógica.
El
objeto ideal por excelencia, del humano conocimiento, es Dios. Puede llegarse a
un concepto del Ser Supremo por vía de razón (teodicea) o por vía de fe
(teología), pero hagamos punto en esta cuestión, que ha de merecer capítulo
aparte[1].
e) FORMAS Y POSIBILIDADES DEL CONOCIMIENTO
La teoría del conocimiento que
venimos desarrollando, tiene como aserción fundamental la de que "el
conocimiento representa una relación" y no una aprehensión completa del
objeto por el sujeto. Que en esta relación, el objeto aporta un caudal
limitado de datos experimentales representado por sus "cualidades sensibles";
y el sujeto organiza con esto y con sus propios conceptos categóricos innatos,
la representación lógica y consciente del objeto.
Para llegar a esta conclusión, multitud de pensadores
eminentes de todos los tiempos, han aportado su contribución más o menos
acertada a la teoría del conocimiento, legándonos, cada uno, con su sistema,
determinada faceta de la verdad.
Interesa muy especialmente a los fines de esta obra,
detener un momento la: atención sobre aquellos sistemas donde se ha puesto en
litigio la "posibilidad del conocimiento"; a saber: Dogmatismo,
Escepticismo, Criticismo y Realismo.
EL DOGMATISMO (de "dogma" = doctrina fijada) da
por supuesta la posibilidad de completa captación del objeto por el sujeto.
Para el dogmático no existe una relación condicional entre ambos; y por
consiguiente, no tiene duda sobre la verdad. Ignora el mecanismo del
conocimiento y cree que los objetos son como los percibimos. Su posición es la
misma del realismo ingenuo, para el cual, las cosas que conocemos, nos son
dadas en su corporeidad y no por nuestra elaboración mental. El pensamiento no
pasaría de ser --como quiere Condillac- "una facultad refinada de experimentar
sensaciones".
EL EXCEPTICISMO (de "sképtesthai" = examinar)
considera imposible el contacto del objeto con el sujeto. Y cree que el
conocimiento depende de las capacidades y facultades inteligentes del sujeto;
por lo cual -como decía Pirron- "pueden ser igualmente verdaderos dos
juicios contradictorios", y, por tanto, la prudencia aconseja la
"époké" o "abstención del juicio". Pero el escepticismo, al
afirmar que el conocimiento es imposible, expresa un conocimiento: la
imposibilidad de adquirirle; y con esto se anula a si mismo. A pesar de todo
esto, no cabe duda de que el escepticismo sistemático (sobre todo la famosa
duda cartesiana) ha sido francamente útil para llegar a la verdad, por el
prudente análisis que ha hecho de nuestros mecanismos cognoscitivos.
EL REALISMO admite como tesis fundamental, la de que hay
objetos independientemente de la conciencia, como lo prueban tres hechos: 1)
Los objetos de percepción lo son para muchos individuos, que ven lo mismo ante
el mismo objeto; mientras que el contenido de la representación es subjetivo.
2) Las percepciones son independientes de nuestra voluntad, mientras que las
representaciones podemos modificarlas. 3) Los objetos son independientes de
nuestras percepciones. Siguen existiendo aunque no los percibamos y aun pueden
cambiar (como una persona en distintas edades) sin contar con nuestros
mecanismos mentales representativos.
Tanto el realismo ingenuo de que hemos hecho mención,
como el realismo natural de Aristóteles, sostienen que la percepción del sujeto
responde exactamente al contenido y propiedades del objeto; pero el
aristotélico admite reflexiones críticas de las que pretende escapar el
ingenuo.
El realismo critico, que aparece con Demócrito, cree que
las propiedades que asignamos a los objetos en la representación que de ellas
hace nuestra conciencia, no pertenecen a estos, pero surgen en nuestra mente
cuando determinados estímulos de estos obran sobre nuestros sentidos.
Esta es nuestra posición personal que ya hemos expuesto
al tratar de las "propiedades esenciales" y de las "cualidades
sensibles" de los objetos: Determinada constitución cuantitativa (o
físico-química) produce en nuestra conciencia, por relación genética,
determinada percepción cualitativa. O lo que es lo mismo: Lo subjetivo es
diferente de lo objetivo, pero producido por elementos objetivos
correspondientes. En fin, podemos terminar afirmando, con la escuela kantiana,
que "en el material objetivo de las sensaciones hay algo determinante que
hace surgir en nuestra mente la categoría subjetiva".
Este aserto queda potentemente reforzado por las teorías
de la moderna biología, en lo que respecta a las percepciones sensoriales.
"Toda excitación que proviene del mundo exterior, produce un estado de
alteración en la substancia viva de las células nerviosas, llamada
"engrama". De esta manera, el mundo externo se inmixe de la
organización del animal de una manera específica, según como este se halle
organizado.
f) EL CONOCIMIENTO INTUITIVO
La intuición (que significa
"conocer viendo") es la aprehensión de un objeto por la conciencia,
sin necesidad de razonamiento. Es decir que, al lado del conocimiento mediato o
discursivo-racional de que hemos venido ocupándonos, hay otra suerte de conocimiento
inmediato o intuitivo-irracional, del que nos vamos a ocupar.
Es indudable que el hecho final del propio proceso
discursivo del entendimiento, es una captación intuitiva. Después de las razones
y de la lógica, llega el hecho instantáneo y misterioso de la
"asimilación" consciente, y surge el concepto. Aun más: En muchos
casos hay una intuición inicial en el conocimiento que dimana de las
sensaciones: Para comprender que el azul y el amarillo son dos colores
distintos, no hace falta razonar. Se salta de la sensación al conocimiento.
En ambos casos se trata de una intuición sensible.
Otras veces tratase de la comprensión inmediata basada en
las leyes lógicas del pensamiento. Como cuando, por ejemplo, afirmamos:
"Una rosa y una azucena son diferentes"; juicio basado en la
categoría innata de "diferencialidad", sin necesidad de verlas.
Estamos ahora ante una intuición espiritual formal.
Ocurre en otros casos que se llega al conocimiento íntimo
de un objeto o hecho suprasensible, como por ejemplo Dios, la justicia, etc.
Se refiere esto entonces, a una intuición espiritual substancial.
Y no hay por que hablar aquí de las ya mentadas
"categorías del entendimiento" que son intuiciones innatas.
Formas de la intuición.
El hombre es un ser que no solamente piensa, sino que
siente y quiere. Y así como hay un conocimiento por vía del entendimiento, hay
también conocimiento por vía de sentimiento y por vía de voluntad. Estas dos
últimas formas son, naturalmente, intuitivas.
El
siguiente cuadro sintetiza las distintas clases de intuición:
Decimos subjetivas a las intuiciones
que arrancan de la actividad de nuestras facultades anímicas. Y objetivas a
las condicionadas por el objeto del conocimiento. Veamos en lo que consisten.
Intuición racional. Es la ya expresada inicial o final, que acompaña al proceso discursivo
de la razón; así como la que hemos definido con el nombre de intuición
espiritual formal nacida de las leyes lógicas del pensamiento. No hay por que
insistir sobre ellas. Pero si diremos con Schonpenhauer que "nuestro
conocimiento discursivo solo abarca el mundo fenoménico; mientras que la
"esencia" de las cosas solamente podemos conocerla por la intuición
espiritual". Aserto sostenido también por Bergson, David Hume yHusserl. A
ello hay que agregar la afirmación de Fichte referente a la intuición metafísico-racional
del propio "yo", por la cual éste se conoce a sí mismo y a sus
acciones; y que no es otra cosa sino la expresada por Descartes en su famosa
frase: "Pienso, luego soy"[1].
Intuición
emocional. Es el conocimiento por vía de sentimiento,
raíz de todo estado de conciencia religioso. Votkelt admite las intuiciones
emocionales de lo ético, lo estético y lo religioso, como "modalidades de
la certeza, absolutamente peculiares, irreductibles y primitivas", casi
con idéntica categoría que la "evidencia lógica". Fries dice que
"el presentimiento es un conocimiento de puro sentimiento".
Indudablemente eso que llamamos "corazonadas" son intuiciones
emocionales de las que: adivinó Pascal cuando dijo que "el corazón tiene
sus razones que la razón no conoce". Esas mismas que leemos en la
humorística peroración de D. Quijote cuando exclama: "La razón de la
sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece que con
razón me quejo de la vuestra fermosura". A estas intuiciones las llamó Scheler
"sentir intencional".
Intuición volitiva. La evidencia de la realidad no necesita demostración racional. La
conocemos cuando nuestra voluntad tropieza con la resistencia del mundo
exterior que se opone a ella. Para Dilthey, la intuición es una experiencia
inmediata de nuestra voluntad y el único modo de conocimiento histórico.
Intuición de la
esencia. Solo la intuición capta la esencia de las
cosas, dice Bergson. Es "el instinto desinteresado y consciente de si
mismo". La razón puede captar lo fenoménica y sus consecuencias lógicas;
pero el "eidos", dice Husserl, solamente puede ser objeto de la
intuición inmediata. Cosa que también confirma Scheler admitiendo la
"intuición racional de las esencias".
Intuición del
valor. Dentro de ella tenemos que considerar los
valores estéticos, éticos y religiosos.
La intuición
estética es evidente. La belleza de un paisaje o de
una obra de arte no se puede captar ni comunicarla a otro por medios
discursivos, sino se siente. "Sentir" la belleza es comprenderla.
La intuición ética no es menos clara. Como dice Augusto Meser; "quien al comparar
un vividor con una personalidad moralmente pura, no vea con íntima convicción,
con inmediata evidencia, el más alto valor objetivo de esta última, tampoco
podrá comprenderlo mediante pruebas intelectuales". "Aprehendernos
emotivamente los valores de lo bueno y de lo bello por el "sentido
moral" (moral sense) y por el "sentido estético", cosas
generalmente no valoradas por la razón", dice por su parte Hutcheson.
La intuición
religiosa es especialmente significativa. "Lo
divino pasa de la esfera de lo trascendente a la de lo inmanente; y es
experimentada y vivido inmediatamente"; nos enseña Oesterreich.
"Intimamos de un modo inmediato con un objeto que se extiende hasta la
esfera de lo inexperimentable", afirma por otra parte Volkelt. Este mismo
fue el punto de vista de Plotino y de San Agustín. La gestación de un concepto
metafísico de Dios, no tiene el calor de la experiencia interna recogida por
intuición suprarracional. Dice Hessen con gran clarividencia: "Nadie se
ha dejado martirizar hasta hoy por una hipótesis metafísica; pero millones de
hombres, dentro y fuera del Cristianismo, han derramado la última gota de su
sangre por su fe en Dios. Este hecho habla un lenguaje claro para el que no
tenga prevenciones".
Intuición de la
existencia. Dimana, como hemos visto al hablar de la
intuición volitiva, del choque de nuestra voluntad con la realidad externa. El
preso que quiere escaparse y tropieza con el rastrillo cerrado de la cárcel,
sufre el golpe evidente de una realidad, para el conocimiento de la cual no
necesita razonar.
g) EL CONOCIMIENTO RELIGIOSO
Tiene como base la captación de los valores absolutos o
divinos: La intuición de Dios.
Cabe una explicación racional o metafísica del Ser
Supremo (teodicea), más en la esfera religiosa, la experiencia interna y la
Intuición juegan un papel predominante (teología). Pero antes de analizar estos
factores, debemos formularnos la siguiente pregunta: ¿Dónde tiene su raíz la
necesidad del conocimiento religioso? La contestación es esta: Todas las formas
del conocimiento tienen su raíz (no su causa) en uno de los diez instintos de
la naturaleza humana; a saber: las de Conservación, Reproducción, Posesión,
Miedo, Familia, Sociabilidad, Trabajo, Verdad, Proporcionalidad y Libertad. El
sentimiento religioso se fundamenta en el instinto del miedo.
El hombre al encontrarse desamparado ante una Naturaleza
cuyas fuerzas son superiores a las suyas, buscó protección e inquirió un
principio que le ayudase a marchar de acuerdo con la ordenación universal. Esto
produjo en él un sentimiento de sumisión, que es precisamente el "momento
emocional" de la fe. Y entonces despertó en el hombre la intuición de la
divinidad, ordenadora y providente. (Schopenhauer deduce la necesidad
metafísica del pensamiento de la muerte).
Semejante hallazgo hubo de constituir el más valioso
tesoro de su vida, como lo prueba su universalidad en tiempo y espacio. Después
la experiencia interna y sus consecuencias externas, hicieron lo demás.
Naturalmente que la fuerza del conocimiento religioso, no estriba en su valor
metafísico, sino en esa inmanencia y "vivencia" íntima que le da su
verdadero valor subjetivo.
Dios vive en el corazón del místico y éste no necesita
que se le demuestren, por que le "siente". El "Cristo
interior" de que hablaba San Pablo[1],
y la "Chispa Divina" de la mística oriental, prueban la verdad de
nuestro anterior aserto. Y nos enseña donde se encuentran las fuentes de la fe.
La fe -define la teología católica- "es en sí un
hábito o potencia sobrenatural perteneciente al orden de la visión intuitiva
de la divina Esencia". He aquí el concepto teológico puro. Pero en la Fe
encontramos dos elementos claramente diferenciados: un elemento teorético o
conceptual y otro elemento emocional que se traduce en sumisión y humildad.
"Creemos" en Dios y "sentimos" a Dios.
Estos dos aspectos, perfecta y necesariamente
compatibles, fueron causa de toda la contienda que en el siglo XIII dominó en
las esferas de la alta filosofía escolástica en torno a los derechas de la
intuición religiosa Por un lado Santo Tomás y todos los aristotélicos con su
concepto intelectualista y silogístico en el que Dios necesita ser demostrado.
Por otro lado San Agustín y San Buenaventura, herederos del neoplatonismo de
Plotino, para los cuales Dios es la verdad inmutable e inmanente en nuestra
conciencia.
Pero creer no es lo mismo que saber. Creer es un acto de
fe. Saber es un acto de razón. Se sabe por el entendimiento y la lógica. Se
cree por la intuición. Saber es función de la inteligencia. Creer es función
del espíritu, con valor subjetivo.
Por esto, al que conoce por verdadera intuición
religiosa, se le dice un creyente. Y al que conoce por razonamiento» lógico se
le llama sabio. La fe del creyente, aunque subjetiva, es superior, en cierto
modo, al conocimiento metafísico del sabio, por que responde a facultades más
elevadas. Y si no fuera por ella, pudiera caer el conocimiento religioso en el
escepticismo.
El que cree sin saber demuestra tener vida espiritual. El
que sabe sin creer no pasa de ser un erudito. No debería llamarse sabiduría al
conocimiento sin fe; es decir a la comprensión sin amor. Por que la creencia o
fe en lo que se sabe, o en lo que no se sabe, es impulso de vida interna, amor
que trasciende el conocimiento, sentimiento que sobrepuja a la comprensión. Una
cosa no es verdaderamente conocida hasta que se la ama, es decir, hasta que se
la siente. Por esto, conocer es amar; pero saber no implica amor. Ya lo
enseñaba así San Agustín, algunos siglos después de haber dicho Platón:
"No hay gnosis sin eros".
Además, el que cree, crea, por que deduce aquellas
fuerzas de realización de aquello en que cree. No hay fe sin esperanza. Y esto
es lo más importante de la. actitud del creyente. Esto quiere decir que
religión y filosofía son cosas distintas, aunque ambas coinciden en una
teología racional. La legitimidad de toda intuición de Dios, estriba en que no
sea contraria a la razón. Sin embargo la religión no tiene la validez
universal de la metafísica, por que se basa en una intuición subjetiva y se
expresa en representaciones concretas. La "verdad" interna que posee
un Creyente, no puede ser transmitida con rigor lógico a otra persona. Las
pruebas racionales de la existencia de Dios, solo impresionan a los ya
creyentes.
Por otra parte, y en orden a la teoría del
conocimiento, la teología y la metafísica deista, vienen a poner el sello de
confirmación a cuanto llevamos dicho: "Dios ha creado los seres del
Universo con arreglo a las "ideas" surgidas de su potencia objetiva[2].
De otro lado, nuestra inteligencia, según la concepción agustiniana de que
hemos hecho mención, posee un acerbo básico de ideas Innatas, por iluminación divina. Es decir
que, la esencia de los objetos y las ideas de nuestra mente, tienen un origen
común; por lo cual, como afirma Spinoza, "el orden y conexión de las ideas
es el mismo que el orden y conexión de las cosas". Esto, en una hipótesis
monista y panteísta, es de una evidencia extrema: Siendo Dios inmanente al
mundo, el pensamiento y el ser tienen que concordar plenamente. Sujeto y objeto
son una misma realidad.
En una hipótesis teológica dualista, siendo Dios
trascendente al mundo; hay una diversidad metafísica entre los objetos del conocimiento
y la conciencia. Pero como ambos proceden de Dios, existe una armonía
preestablecida entre el pensamiento y el ser.
En ambas hipótesis, el Universo tiene ordenación lógica,
como nuestro propio pensamiento. Este -según la magnífica frase de Lotze-
"sirve como un medio de poner lo vivido en aquél orden que exige su
naturaleza y de vivirlo más intensamente en la medida en que se hace dueño de
este orden".
ALFONSO EDUARDO
[1] "Hijitos míos, que vuelvo otra vez a estar de parto de vosotros,
hasta que Cristo sea formado en vosotros". (1• Epístola a los Corintios).
[2] Así se expresa Platón cuando dice que "el Logos formó los objetos por el modelo de las ideas". Y
Santo Tomás, con Aristóteles, al decir que, todos los seres en su esencia,
están creados a base de una "forma
substancial" o "entelequia"; que no es otra cosa más que el "alma vegetativa",
arquetipo" o "noumeno", que decimos nosotros. Y también Alfonso
X el sabio dice: "Ninguna cosa hay
en el aire, ni en las aguas, ni en la tierra, que todo no sea figurado en el
cielo".
El krausismo afirma
que la percepción de nuestro "ser" es anterior a todo acto de nuestro
espíritu; que el yo es esencialmente luminoso por sí y ante sí mismo, sin
recibir la luz reflejada del acto que le informa. En cambio la doctrina
católica quiere que la conciencia del yo provenga "de las modificaciones
emanadas de su interior actividad, por que estas modificaciones son las que
constituyen el objeto formal de nuestras potencias perceptivas, no el sujeto
que las sustenta". (Padre Mendive).
Indudablemente el krauaiamo se refiere al yo como esencia espiritual
capaz de contener conocimiento y sentimiento; y el catolicismo se refiere al
contenido de conciencia y senciencia que el yo se va apropiando con su
actividad.
Engrama es "el estado de
alteración en que queda la sustancia viva de las células nerviosas centrales
consecutivamente a toda excitación engráfica"
No es lo mismo ser distinto (o existir aparte de otra cosa) que ser diferente (0 llevar otra apariencia.) Dos cosas iguales en apariencia son distintas en existencia.
Objetos ideales son también todos loa abstractos de justicia, esperanza bondad, caridad, fe, maldad, etc., etc.
apariencia.) Dos cosas iguales en apariencia son distintas en existencia.
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