domingo, 24 de marzo de 2019

SIMBOLISMO - FLORES Y FRUTOS



Resulta evidente que la Gran Madre domina el simbolismo de todo lo que concierne a la creación, el crecimiento y la conservación de la vida, así como a las fuerzas que originan y controlan la vida, las aguas, la tierra y la luna. Tiene un simbolismo sumamente complejo ya que no es solamente la Madre Tierra, la tellus mater, sino también la Diosa Luna, identificada con las fases de la luna y llamada Reina del Cielo. La luna, a su vez, es asociada con las mareas y el poder de las aguas, a las cuales controla. Por lo tanto, es la prima materia, tanto de la tierra fértil, como de las aguas, origen de todas las cosas. Es la Madre de Dios, pues de ella ha nacido el Salvador encarnado, tanto en el mundo material, como en la experiencia del alma individual o psique. 

Es la prometida de Dios, ya que, como el alma, debe unirse con lo Divino. Es la hija de Dios, puesto que Dios da origen a todas las cosas. Es lo Femenino arquetípico, el origen de toda vida y de toda forma. En la mitología es la Madre Virgen que lleva en su seno al hijo, el Dios Mortal. Aquí la palabra "virgen" significa simplemente pura, libre, sin trabas, no atada por los lazos del matrimonio. Simboliza todas las fases de la vida cósmica, que une todos los elementos, los cielos, la tierra y las aguas. De ella, bajo el aspecto de Isis, se ha dicho: "Yo soy todo lo que ha sido, y es, y será, y ningún mortal ha levantado aún mi velo." Ella es el gran Misterio de la vida y la muerte, y en todas las épocas y tradiciones se la conoce con muchos y diversos nombres. 

 La gavilla de cereal 

Los árboles, plantas y flores se unen a la Madre Tierra en el ciclo de nacimiento-vida-muerte-y-renacimiento. La gavilla de cereal ocupa un lugar prominente entre los símbolos vegetales. No solo es uno de los principales atributos de la Madre Tierra, sino el de su hijo, el Dios Mortal, que es también el Dios del cereal, asociado con el despertar de la vida en primavera, así como con la muerte del invierno, cuando la semilla cae en la tierra helada y muere para poder germinar y renacer a una nueva vida. El Dios Mortal de la vegetación representa el ciclo recurrente de muerte y renacimiento -la planta muere para vivir- , el eterno retorno. Combina siempre los principios masculino y femenino del Sol, o Padre, el dios cuyos rayos calientan y fertilizan la tierra, y de la Madre Tierra, que nutre y hace germinar la semilla. Por lo tanto, aparece frecuentemente cono un hermoso joven de aspecto femenino, o como un hermafrodita. Nunca alcanza la madurez y es muerto por un árbol o muere sobre un árbol (el poder femenino). Siempre nace milagrosamente de una virgen. Simboliza la fresca belleza de la primavera, la muerte del verano que termina, la marchita vegetación del otoño y el sueño de muerte de la estación invernal. 

El Dios Mortal de la vegetación despierta nuevamente y renace a medida que trascurre el año: el sol cobra nuevas fuerzas, aumenta su poder, y la vida se renueva una vez más. La gavilla de cereal era el símbolo esencial de los Misterios de Eleusis, que se centraban en la adoración de Deméter o Ceres, diosas de la fertilidad (de Ceres deriva la palabra "cereal"). El cereal estaba consagrado a Artemisa y a Cibeles; el pan era la comida sacramental en los ritos que se celebraban tanto en honor de dichas diosas como de otras divinidades terrestres y lunares (el pan se preparaba a menudo en forma de bollos o pastelillos redondos, sobre los cuales se marcaba una cruz). 

 La redondez de estos bollos representaba la luna, y la cruz, las cuatro fases de la luna. En las comidas sacramentales, el pan y el vino eran símbolos del equilibrio entre los esfuerzos del hombre y su habilidad en las labores agrícolas que proporcionaban el alimento y la bebida. El pan es equiparado con la Madre Tierra, el principio femenino; el vino, con el fogoso carácter masculino; el pan es sólido, el vino líquido, el vino se relaciona con lo divino, el pan con lo terreno, y los dos juntos simbolizan la unión de los contrarios. En la mitología griega Deméter, la Madre Tierra, representaba el grano, mientras que Dionisio, el joven y hermoso Dios Mortal, era el dios del vino. 

En el cristianismo, el pan y el vino del sacramento significaban la naturaleza dual de Cristo: el vino representaba su naturaleza divina, y el pan su encarnación terrena. Frecuentemente se asociaba a las flores con diversos dioses, en especial los que eran sacrificados, cuando de la sangre derramada en el suelo brotaban flores. Las anémonas, flores que simbolizan dolor, tristeza y abandono, crecieron de la sangre de Adonis; la violeta, de la sangre de Atis; el jacinto, precisamente de la sangre de Jacinto, y la rosa, de la sangre de Cristo. Las divinidades orientales emergen del loto, que representa al mismo tiempo la luz del sol y el poder de las aguas primordiales, la matriz, Brahmâ, el Buddha y Horus emergieron simbólicamente del loto. La vid y la rosa de la pasión, la pasionaria, eran atributos de Venus, diosa del amor.

La violeta y la rosa

La violeta, con su oculta belleza y su suave fragancia, representa la modestia y la humildad. 
En la mitología griega, además de estar consagrada a la diosa Atis, era la flor de la dulce Io y del impetuoso Ares, dios de la guerra, quien había sido dios de la agricultura antes de que cambiara su carácter mitológico para convertirse en dios de la guerra, con lo que despertó la aversión de los demás dioses, indignados por la insensatez de la guerra.

La rosa tiene un simbolismo vasto y ambivalente. La rosa blanca es la pureza, la perfección, la inocencia y la virginidad, pero la rosa roja representa exactamente lo contrario, la pasión terrena y la fertilidad. La rosa puede simbolizar el tiempo y la eternidad, la vida y la muerte. Ha sido siempre la flor del misterio; el "corazón de una rosa" es sinónimo de lo desconocido, mientras que la rosa completa es la plenitud. Como representación de la vida, es un símbolo de la primavera, la resurrección, el amor y la fecundidad; como representación de la muerte, tipifica la transitoriedad, la mortalidad, y el dolor. Bajo estos dos aspectos, la rosa estaba presente en los antiguos jardines funerarios de los romanos. 

El elemento de misterio que encierra la rosa le ha conferido el simbolismo de lo secreto y reservado. Por esta razón, la rosa fue incorporada como elemento decorativo al techo de los edificios de cámaras y consejos, a fin de recordar a los que se sientan bajo ese techo la necesidad de guardar el secreto y mantener total reserva y discreción (lo que explica el término sub rosa). La asociación de la rosa con la pasión la vincula con el vino, la seducción y la sensualidad, pero también con la felicidad; de aquí la canción "rosas, rosas. . . para toda la vida". Sin embargo, sus espinas significan dolor, sangre y martirio.


Las rosas rojas y blancas juntas representan la unión de los contrarios, la amalgama del fuego y el agua. El rojo es lo masculino, el Rey; el blanco lo femenino, la Reina; rojo, el sol; blanco, la luna; rojo el oro, blanco la plata. Pero puesto que la fusión de los dos contrarios es una unión final, debe significar la muerte del yo individual que renace en la vida del Uno, las rosas blancas y rojas juntas pueden significar la muerte.

La rosa dorada es siempre sinónimo de perfección, mientras que la rosa azul representa lo imposible o lo inalcanzable. 

 El lirio y el loto 

La planta, la flor, el árbol y el jardín ofrecen una rica y variada simbología al cristianismo. La violeta blanca, la rosa blanca y el lirio del valle simbolizan la pureza de la Virgen María, mientras que el ciclamen blanco con su mancha roja representa la sangre que derrama el corazón de la Virgen (de aquí que se la llame “monja sangrante”). El clavel rosado representa las lágrimas de la Virgen y su maternidad, mientras que el lirio, sea bajo la forma de “madonna”, de cala o a veces de narciso, es la flor que se relaciona más frecuentemente con la Virgen. El tallo erecto es su mente piadosa, las hojas colgantes, su humildad, la blancura de los pétalos, su pureza, y la fragancia, su divinidad. 

El lirio, a veces en forma de iris, tiene carácter sagrado para todas las diosas Vírgenes como la Madre y la Doncella, la casta virgen, Madre del Cielo y la Madre Tierra. El Occidente, el lirio es el equivalente del loto en Oriente, aunque éste encierra un simbolismo aún más vasto y profundo. Al igual que la rosa, el loto tiene atributos tanto masculinos como femeninos, es yin y yang, puesto que nace del yin lunar, el elemento líquido, y se transforma en yang, la luz del sol. El loto, como el lirio, simboliza la pureza, la belleza y la perfección femeninas. También expresa el desarrollo espiritual: nace con las raíces en el cieno, crece a través de las oscuras aguas, y sus flores, flotando sobre la superficie del agua, alcanzan la luz del sol y el aire de los cielos. Sus raíces representan la indisolubilidad: el tallo es el cordón umbilical que mantiene al hombre atado a sus orígenes, y la flor asume la forma de los rayos solares. La vaina de la semilla, que completa el ciclo, simboliza la fecundidad de la creación y devuelve la semilla a las aguas primordiales.




La misma planta da yemas, flores y semillas al mismo tiempo, y de este modo es asociada con el pasado, el presente y el futuro, lo cual significa, a su vez, la totalidad. En China es fundamentalmente la flor de la bella y serena Kwan-yin, Reina de los Cielos y Diosa de la Compasión. 
El loto acompaña a los dioses solares del antiguo Egipto y de la India, y a los dioses y diosas lunares de la tradición semítica. Por su carácter masculino-femenino simboliza, por un lado, la luz y el fuego del astro solar y, por el otro, los poderes lunares femeninos de las aguas de la creación, y los dos interactúan para alcanzar la perfección. La primavera y el clavelón En los países occidentales; la primavera es una flor que tiene un simbolismo curiosamente mixto. Es pureza, juventud e inocencia y, al mismo tiempo, descaro y petulancia. También se la asocia con la frivolidad y la coquetería. En la mitología céltica, es la flor de los duendes, al igual que la prímula. Algunas flores tienen la facultad de ahuyentar a las brujas o conjurar sus hechizos, como la hierba de San Juan y la verbena. 

Como ciertas hadas son particularmente afectas a robar bebés para criarlos como propios, y en su lugar dejan en la cuna a otro niño, conviene saber que las ramas de fresno o de espino, así como sus flores, son muy eficaces para alejar los malos espíritus, sea de la casa, o del establo, donde suelen robar el ganado u ordeñar a las vacas hasta extraerles toda la leche. En Occidente, el clavelón simboliza simplemente la fidelidad pero en Oriente tiene un significado más trascendente. Es la flor de la longevidad, la "flor de los diez mil años", donde diez mil es sinónimo de lo innumerable, de lo infinito. El clavelón es muy usado en los santuarios budistas, y en el budismo es la flor de Krishna. 

El paraíso y el jardinero 

Los jardines y las flores son la morada del alma, la "tierra deseada", el Paraíso: también encierran el simbolismo adicional de la inocencia y la felicidad, el cual los asocia a su vez con la infancia. 
La fragilidad y fugacidad son otras cualidades que vinculan a las flores con la inocencia y la infancia, pero también con la transitoriedad de la vida. Las flores de cinco pétalos simbolizan el Jardín de los Bienaventurados, también representan al hombre dotado de cinco sentidos y cinco extremidades. 
En Oriente, donde se cree en la existencia de seis sentidos -la mente sería el sexto- , la flor de seis pétalos, particularmente el loto, representa la totalidad del cosmos. 

El jardinero es siempre el Creador, que cultiva el árbol dador de vida, con sus hermosas flores y sus frutos nutricios. El jardín recoleto, además de representar el Paraíso, es un símbolo de virginidad, y el cristianismo lo asocia específicamente a la Virgen María. También representa el principio femenino, protector y amparador. Los jardines en miniatura, particularmente en el taoísmo, son copias terrenales del Paraíso. Los romanos cultivaban jardines cerrados sobre las tumbas de sus muertos, y también aquí eran la contraparte del Elíseo, el paraíso de los romanos. 

En ellos plantaban vides y rosas; éstas tipifican la eterna primavera mientras que las vides representaban la vida y la inmortalidad, pero además tenían la utilidad práctica de proporcionar el vino destinado a las libaciones que se ofrendaban a los muertos. En estos jardines, parientes y amigos celebraban banquetes en honor de los muertos, lo cual prefigura las fiestas que se realizan en los Campos Elíseos.

Cooper J.C

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