martes, 19 de marzo de 2019

UPANISHAD - TEXTO 3

                                    


                                   KATHA UPANISHAD

1

Vajasravasa entregó todas sus posesiones en un sacrificio, más lo hizo con vistas a obtener el cielo en recompensa.
Tenía un hijo cuyo nombre era Nachiketas, quien, aunque era solo un niño, tuvo una visión de fe mientras se llevaba a cabo la ofrenda, y así pensó:
«Esta pobre ofrenda de vacas demasiado viejas para dar leche y demasiado débiles para pastar o beber agua no puede si no conducir a un mundo donde reine el pesar[11]».
Y decidió entregarse él mismo en ofrenda, y así dijo a su padre: «Padre, ¿a quién me vas a entregar?». Lo preguntó una vez, y dos, y hasta tres veces; a lo que su padre, enojado, respondió: «A la Muerte te voy a entregar».
Nachiketas. Allá me encamino, pues, como cabeza de muchos, y en medio de otros tantos. ¿Qué tarea habrá de acometer hoy la Muerte a través de mí?
Recuerda cómo se fueron los hombres de antaño, y cómo se irán los que habrán de venir: el mortal madura como el maíz, y como el maíz vuelve a nacer.
 

Nachiketas hubo de aguardar tres noches sin probar alimento en la morada de Yama, dios de la Muerte.
Una voz. Cual espíritu de fuego llega un brahmin a una casa: ¡trae aquí la ofrenda de agua, oh dios de la Muerte!
¡Cuán necio el hombre que no brinda hospitalidad a un brahmin! Con ello pierde esperanzas futuras, méritos pasados y posesiones presentes: sus hijos y todo cuanto es suyo.
Muerte. Pues te has llegado como invitado sagrado a mi morada, y en tres noches no has recibido hospitalidad, ten a bien pedirme tres deseos.
Nachiketas. Mitíguese entonces el enojo de mi padre, para que así me recuerde y acoja cuando a él regrese. Sea ese mi primer deseo.
Muerte. Por el poder que me es concedido, sea que tu padre te recuerde y te ame como antes; y al verte libre de las fauces de la muerte, dulce se torne su sueño al llegar la noche.
Nachiketas. En el cielo no hay motivo de temor: vejez y muerte allí no moran. Los justos, libres de ambas, se alborozan en el cielo, lejos del hambre, la sed y el pesar.
Además, quienes en el cielo habitan, alcanzan la inmortalidad. Tú conoces, ¡oh Muerte!, ese fuego sagrado que conduce al cielo[12]. Revélamelo, pues tengo fe. Sea este mi segundo deseo.



Muerte. Conozco, Nachiketas, ese fuego sagrado que conduce al cielo. Escucha. Ese fuego que es el medio de alcanzar los mundos infinitos, y es también su cimiento, se halla oculto en el lugar sagrado del corazón.
Y la Muerte le habló del fuego de la creación, del inicio de los mundos, y del altar del fuego sacrificial; de la cantidad y el modo en que sus piedras se habían de colocar. Nachiketas memorizaba las enseñanzas del maestro repitiéndolas en voz alta. La Muerte se mostró complacida y continuó:
Un deseo más te he de conceder hoy. Y es que este fuego sacrificial lleve tu nombre. Acéptame asimismo este collar multiforme.
Aquel que enciende tres veces este fuego sagrado[13], alcanzando la unión con los Tres[14], y realiza las tres acciones sagradas[15], va más allá de la vida y la muerte; pues entonces conoce al dios del fuego[16], el dios conocedor de todas las cosas, y mediante el conocimiento y la adoración alcanza la paz suprema.
Aquel que, conociendo a los Tres, construye el altar del sacrificio de fuego y realiza tres veces el sacrificio de Nachiketas, aleja las ataduras de la muerte y, pasando más allá del dolor, encuentra la dicha en las regiones del cielo.

Este es el fuego que conduce al cielo, el cual escoges como segundo deseo. Los hombres lo llamarán el sacrificio de fuego de Nachiketas. Escoge ahora tu tercer deseo.

Nachiketas. Cuando un hombre muere, esta duda surge: algunos dicen que «es» y otros que «ya no es». Enséñame la verdad.
Muerte. Hasta los dioses tuvieron esta duda antaño; pues misteriosa es la ley de la vida y la muerte. Pide otro deseo. Libérame de este.
Nachiketas. Esa duda surgió desde luego entre los dioses y tú dices, oh Muerte, que es difícil de comprender; pero no hay maestro más grande que tú para explicarlo, y además no hay deseo mayor que este.
Muerte. Toma caballos, oro, ganado y elefantes; escoge hijos y nietos que vivan cien años. Hazte con vastas expansiones de tierra y vive tantos años como desees.
O bien escoge otro deseo que creas igual a ese y disfrútalo con riquezas y larga vida. Sé un gobernante de esta vasta tierra. Te concederé todos tus deseos.
Pide cualquier deseo en el mundo de los mortales, por difícil que sea de conseguir. A tu servicio pondré sirvientas bellas con carretas e instrumentos musicales. Mas no me preguntes, Nachiketas, los secretos de la muerte.
Nachiketas. Todos estos placeres son pasajeros, ¡oh Final de todo! Debilitan el poder de la vida. Y además, ¡cuán corta es toda la vida! Guárdate tus caballos, tus bailes y tus cánticos.
 
El hombre no puede satisfacerse con riquezas. ¿Acaso disfrutaremos de la riqueza teniéndote a ti a la vista? ¿Viviremos mientras tú estás en el poder? Solo puedo pedir el deseo que he pedido.
Cuando un mortal aquí en la tierra ha sentido su propia inmortalidad, ¿podría desear una vida larga de placeres por la apetencia de una belleza engañosa?
Resuelve pues la duda en cuanto al gran más allá. Concédeme la gracia que desvela el misterio. Esta es la única dádiva que puede pedir Nachiketas.

2

Muerte. Existe el camino de la dicha[17] y existe el camino del placer[18]. Ambos atraen al alma. Quien sigue el primero, llega al bien; quien sigue el placer, no alcanza el Final.
Los dos caminos se abren frente al hombre. Cavilando sobre ellos, el hombre sabio escoge el camino de la dicha; el necio toma el camino del placer.
Tú, Nachiketas, has cavilado sobre los placeres y los has rechazado. No has aceptado esa cadena de posesiones con la que los hombres se atan y bajo la cual se hunden.
Existe el camino de la sabiduría y el camino de la ignorancia[19]. Se hallan muy separados y conducen a diferentes extremos.
 
Residiendo en medio de la ignorancia, creyéndose sabios y eruditos, los necios van de aquí para allá sin rumbo, como ciegos guiados por ciegos.
Lo que yace más allá de la vida no se hace evidente a los infantiles, a los descuidados o a los cegados por la riqueza. «Este es el único mundo: no hay otro», dicen; y así van de muerte en muerte.
No muchos oyen hablar de él; y de entre ellos, no muchos lo alcanzan. Admirable es aquel que puede instruir acerca de él, y sabio es aquel en disposición de ser instruido. Admirable es aquel que lo conoce cuando se le instruye.
No puede ser enseñado por quien no lo ha alcanzado, y no puede ser alcanzado mediante el mucho pensar. El camino a él es a través de un Maestro que lo haya visto: Él es más elevado que los pensamientos más elevados; en verdad se halla por encima de todo pensamiento.
Este conocimiento sagrado no se alcanza mediante el razonamiento, mas puede ser transmitido por un Maestro verdadero. Como tu propósito es firme, lo has encontrado. ¡Séame dado hallar otro alumno como tú!
Sé que los tesoros pasan y que lo Eterno no es alcanzado por lo efímero. Así he dispuesto el fuego del sacrificio de Nachiketas y, quemando en él lo efímero, he alcanzado lo Eterno.
Ante ti, Nachiketas, se han desplegado el cumplimiento de todo deseo, el dominio del mundo, la recompensa eterna del ritual, la orilla donde no existe temor, la grandeza del honor y espacios ilimitados. Con fortaleza y sabiduría has renunciado a todos ellos.
 
Cuando el sabio deja reposar su mente en contemplación de nuestro dios más allá del tiempo, el cual mora invisiblemente en el misterio de las cosas y en el corazón del hombre, entonces se eleva por encima de placeres y pesar.
Cuando un hombre ha escuchado y ha comprendido y, encontrando la esencia, alcanza lo más profundo del ser, halla entonces la dicha en la Fuente de la dicha. Nachiketas es una casa abierta para tu Atman, tu Dios.
Nachiketas. Cuéntame qué ves más allá del bien y del mal[20], más allá de lo hecho o lo no hecho, más allá del pasado y del futuro.
Muerte. Te diré la Palabra que todos los Vedas glorifican, que todo sacrificio expresa, que todos los estudios sagrados y la vida santa persiguen. Esa Palabra es OM.
Esa Palabra es el Brahman sempiterno: esa Palabra es el Fin más elevado. Cuando se conoce la sagrada Palabra, se cumplen todos los anhelos.
Es el medio de salvación supremo: es la ayuda suprema. Cuando se conoce la gran Palabra, uno es grande en el cielo de Brahman[21].
Atman, el Espíritu de visión, es nunca nacido y nunca muere. Antes de él no había nada, y él es UNO por siempre. No nacido y eterno, más allá de los tiempos pasados o por venir, él no muere cuando el cuerpo muere.
 3
Si el asesino piensa que mata y si el asesinado piensa que muere, ninguno de los dos conoce los caminos de la verdad. Lo Eterno en el hombre no puede matar; lo Eterno en el hombre no puede morir.
Oculto en el corazón de todos los seres se encuentra Atman, el Espíritu, el Sí mismo; más pequeño que el átomo más pequeño, más grande que los vastos espacios. El hombre que entrega su voluntad humana, deja atrás las penas y contempla la gloria del Atman por la gracia del Creador.
Descansando, vaga lejos; durmiendo, va a todas partes. ¿Quién, si no mi Sí mismo, puede conocer a ese Dios de dicha y pesares?
Cuando los sabios hacen realidad el Espíritu omnipresente, que permanece invisible en lo visible y permanente en lo no permanente, entonces van más allá de las penas.
El Atman no se alcanza a través del mucho estudio, ni a través del intelecto y las enseñanzas sagradas. Lo alcanzan los escogidos por él, porque ellos le escogen. A sus escogidos revela el Atman su gloria.
Ni aún a través del conocimiento profundo puede alcanzarse el Atman, a menos que se abandonen los caminos de maldad, y haya sosiego en los sentidos, concentración en la mente y paz en el corazón de uno.
¿Quién sabe en verdad dónde se halla? La majestad de su poder envuelve a sacerdotes y guerreros[22], y hasta la muerte misma se ve arrastrada.
 
En la atalaya secreta del corazón hay dos seres[23] que beben el vino de la vida en el mundo de la verdad. Quienes conocen a Brahman, quienes mantienen los cinco fuegos sagrados y encienden el triple fuego de Nachiketas los llaman «luz» y «sombra».
¡Encendamos el sagrado fuego de Nachiketas, el puente para cruzar a la otra orilla donde el miedo no existe, el supremo Espíritu sempiterno!
Conoce al Atman como Señor de un carro, y al cuerpo como el carro mismo. Sábete que la razón es el auriga y la mente las riendas.
Los caballos, dicen, son los sentidos; y sus vías son los objetos del sentido. Cuando el alma se hace una con la mente y con los sentidos, se la denomina «poseedora de alegrías y penas».
Quien no posee un juicio correcto y presenta una mente que nunca es estable, no gobierna su vida, como un mal conductor con caballos salvajes.
Mas aquel que posee un juicio correcto y cuya mente se muestra siempre estable, gobierna su vida, como un buen conductor con caballos bien entrenados.
Quien no posee un juicio correcto es descuidado y nunca es puro, no alcanza el Final del viaje, sino que deambula de muerte en muerte.
 
Pero aquel que posee juicio es cuidadoso y siempre puro, alcanza el Final del viaje, del cual nunca retorna.
El hombre cuyo carro es guiado por la razón, que observa y sujeta las riendas de su mente, alcanza el Final del viaje, el supremo Espíritu sempiterno.
Más allá de los sentidos están sus objetos, y más allá de los objetos está la mente. Más allá de la mente está la razón pura, y más allá de la razón está el Espíritu en el hombre.
Más allá del Espíritu en el hombre está el Espíritu del universo, y más allá está Purusha, el Espíritu Supremo. No hay nada más allá de Purusha: Él es el Final del camino.
La luz del Atman, el Espíritu, es invisible, oculta en todos los seres. Es vista por los que ven lo sutil, cuando su visión es aguda y clara.
Los juiciosos deberían renunciar al habla a cambio de la mente, a la mente a cambio del Sí mismo que conoce, al Sí mismo que conoce a cambio del Espíritu del universo y al Espíritu del universo a cambio del Espíritu de la paz.
¡Despertad, alzaos! ¡Aspirad a lo más Alto y estad en la Luz! Los sabios dicen que el camino es estrecho y difícil de andar, estrecho como el filo de una cuchilla.
El Atman está más allá del sonido y la forma, sin tacto, sabor ni perfume. Es eterno, invariable, sin comienzo y sin fin; en verdad se halla por encima de todo razonamiento. Cuando la consciencia del Atman se manifiesta, el hombre se libera de las garras de la muerte.
 El hombre juicioso que puede aprender y enseñar esta antigua historia de Nachiketas, instruida por Yama, el dios de la muerte, encuentra la gloria en el mundo de Brahman.
Quien lleno de devoción recita este supremo misterio en la reunión de brahmines o en la ceremonia del Sradha por los difuntos se prepara para la Eternidad, se prepara en verdad para la Eternidad.

 4

El Creador hizo los sentidos para que se volcaran hacia el exterior: se dirigen hacia el mundo externo de materia, no hacia el Espíritu que habita dentro. Pero un sabio que buscaba la inmortalidad miró dentro de sí y halló su propia Alma.
Los necios persiguen los placeres externos y caen en las redes de la muerte de vasto abrazo. Los juiciosos, sin embargo, han encontrado la inmortalidad y no buscan lo Eterno en cosas pasajeras.
Aquello con lo que percibimos colores y sonidos, perfumes y besos de amor; lo único con lo que adquirimos conocimiento; con lo que verdaderamente podemos ser conscientes de cualquier cosa:
En verdad aquello es Eso.
Cuando el sabio se percata de que es mediante el gran Espíritu omnipresente en nosotros que estamos conscientes mientras velamos o soñamos, entonces traspasa el dolor de la pena.

Cuando conoce al Atman, al Sí mismo, la vida interior, que disfruta cual abeja de las mieles de las flores de los sentidos, cuando conoce al Señor de lo que fue y lo que será, entonces traspasa el temor:
En verdad esto es Eso.
El dios de la creación que en el principio nació del fuego del pensamiento, antes de que las aguas existieran, que apareció en los elementos y en los espacios, habiendo penetrado en el corazón:
En verdad esto es Eso.
La diosa de la Infinidad que se muestra como Poder de la vida y como Naturaleza; que nació de los elementos y de los espacios, habiendo penetrado en el corazón:
En verdad esto es Eso.
Agni, el dios del fuego que todo lo sabe, oculto en las dos yescas de fricción para el fuego del santo sacrificio, como semilla de vida en la matriz de una madre, el que recibe la adoración matinal de quienes siguen el camino de la luz o el camino del trabajo:
En verdad esto es Eso.
De donde procede el sol naciente y a donde se dirige al caer la tarde; donde todos los dioses tienen su origen, y más allá de lo cual ningún hombre puede llegar:
En verdad esto es Eso.
Lo que está aquí también está allí, y lo que está allí también está aquí. Quien ve a los muchos y no al UNO deambula sin cesar de muerte en muerte.
 
Hasta la mente ha de asimilar esta verdad: no hay muchos, sino solo UNO. El que ve la variedad y no la unidad deambula sin cesar de muerte en muerte.
El alma habita dentro de nosotros; es una llama del tamaño de un pulgar. Cuando se la reconoce como al Señor del pasado y del futuro, todo miedo cesa:
En verdad esto es Eso.
Como una llama sin humo, del tamaño de un pulgar, así es el alma; Señor del pasado y del futuro, igual tanto hoy como mañana:
En verdad esto es Eso.
Como agua de lluvia que al caer sobre la ladera de una montaña se derrama por las rocas en todas direcciones, así el hombre que solo ve la variedad de las cosas, se dispersa en todas direcciones.
Pero como el agua pura que, lloviendo sobre agua pura, se vuelve una y la misma, así ocurre, así también se vuelve, oh Nachiketas, el alma del sabio que conoce.

 5

El eterno Espíritu puro habita en el castillo de once puertas del cuerpo. Gobernando este castillo, el hombre se ve libre de penas y, libre de toda atadura, alcanza la liberación.
En el espacio, él es el sol, él es el viento y el cielo; en el altar, es el sacerdote y el vino de Soma en la jarra. Habita en hombres y en dioses, en la justicia y en los vastos cielos. Está en la tierra y en las aguas y en las rocas de las montañas. Él es Verdad y Poder.
 
Los poderes de la vida adoran a ese dios que habita en el corazón, y él gobierna el aliento de vida, la inspiración y la espiración.
Cuando los vínculos que atan el Espíritu al cuerpo se deshacen y el Espíritu se libera, ¿qué queda entonces?
En verdad esto es Eso.
Un mortal no vive por el aliento que fluye hacia dentro y fluye hacia fuera[24]. Es otra la fuente de su vida y es ella la que hace fluir la respiración.
Te hablaré ahora del misterio del Brahman eterno; y de lo que le ocurre al alma tras la muerte.
El alma puede ir al útero de una madre y así obtener un nuevo cuerpo. Puede incluso introducirse en árboles o plantas, según su sabiduría y obras anteriores.
Hay un Espíritu que está despierto durante nuestro sueño y que crea el prodigio de los sueños. Él es Brahman, el Espíritu de la Luz, quien en verdad es llamado el Inmortal. Todos los mundos descansan en ese Espíritu y más allá de él nadie puede ir:
En verdad esto es Eso.
Al igual que el fuego, aunque sea uno, adopta nuevas formas en todas las cosas que quema, así el Espíritu, aunque sea uno, adopta nuevas formas en todas las cosas que viven. Él está dentro de todo, y también está fuera.

Al igual que el viento, aunque sea uno, adopta nuevas formas doquiera que penetre, así el Espíritu, aunque sea uno, adopta nuevas formas en todas las cosas que viven. Él está dentro de todo, y también está fuera.
Así como el sol que contempla el mundo no se ve afectado por impurezas terrenales, así el Espíritu que está en todas las cosas no se ve afectado por los sufrimientos externos.
Hay un Gobernante, el Espíritu que está en todas las cosas, el cual transforma su propia forma en muchas. Solo los sabios que lo ven en sus almas alcanzan la dicha eterna.
Él es el Eterno entre cosas pasajeras, Consciencia pura de seres conscientes, el UNO que escucha las oraciones de muchos. Solo los sabios que lo ven en sus almas alcanzan la paz eterna.
«Esto es Eso», así interpretan la inefable dicha suprema. ¿Cómo se puede conocer «Esto»? ¿Él emite luz o él la refleja?
Allí el sol no brilla, ni la luna, ni las estrellas; los relámpagos no relucen allí y mucho menos el fuego terrenal. De su luz, todos estos dan luz, y su resplandor ilumina toda la creación.

 6

El Árbol de la Eternidad tiene sus raíces en los cielos, y sus ramas se adentran en lo profundo de la tierra. Es Brahman, el Espíritu puro, quien con razón es llamado el Inmortal. Todos los mundos descansan sobre ese Espíritu y nadie puede ir más allá de él:
En verdad esto es Eso.

El universo entero procede de él y su vida arde a través del universo entero. En su poder está la majestad del trueno. Quienes lo conocen han hallado la inmortalidad.
Por temor a él el fuego arde, y por temor a él, el sol brilla. Por temor a él, las nubes y los vientos, y hasta la misma muerte, siguen su caminar.
Si se lo ve en esta vida, antes de que el cuerpo perezca, se está libre de ataduras; mas si no, se nace y se muere otra vez en nuevos mundos y nuevas creaciones.
Claro como en un espejo se ve Brahman en un alma pura, y también claro como la luz en el cielo del Creador; mas en el país de las sombras, se lo ve como el recuerdo de los sueños, y en el mundo de los espíritus, como reflejos en aguas agitadas.
Cuando el hombre sabio reconoce que los sentidos materiales no provienen del Espíritu, y que su sueño y su despertar pertenecen a su propia naturaleza, entonces ya no se aflige.
Más allá de los sentidos está la mente, y más allá de la mente está la razón, su esencia. Más allá de la razón está el Espíritu en el hombre y, más allá de este, se halla el Espíritu del universo, el que todo lo desarrolla.
Y más allá está Purusha, el que todo lo impregna, más allá de las definiciones. Cuando un mortal lo conoce, logra la liberación y alcanza la inmortalidad.
 
Su forma no entra dentro del campo de visión: nadie lo ve con ojos mortales. Es visto por un corazón puro y por una mente y unos pensamientos que sean puros. Aquellos que le reconocen alcanzan la vida inmortal.
Cuando los cinco sentidos[25] y la mente están aquietados, y la razón misma descansa en silencio, entonces comienza la Vía suprema.
Esta firmeza calmada de los sentidos se denomina Yoga. Entonces se ha de estar atento, porque el Yoga va y viene.
Palabras y pensamientos no pueden alcanzarlo, y el ojo no puede verlo. Entonces ¿cómo puede ser percibido, salvo por el que dice «Él es»?
En la fe del «Él es» ha de ser percibida su existencia, y en su esencia ha de ser percibido. Cuando se lo percibe como «Él es», entonces se hace patente la revelación de su esencia.
Al abandonar todos los deseos que se apegan al corazón, un mortal se vuelve inmortal y hasta en este mundo es uno con Brahman.
Al liberar las ataduras que aprisionan al corazón, un mortal se vuelve inmortal. Esta es la sagrada enseñanza.
Ciento un vías sutiles salen del corazón. Una de ellas asciende a la cumbre de la cabeza. Esta es la vía que conduce a la inmortalidad; las otras tienen fines diferentes.
 
Habitando siempre dentro de todos los seres está el Atman, Purusha, el Sí mismo, una pequeña llama en el corazón. Que aquel que muestre firmeza lo extraiga del cuerpo, como un tallo se extrae de su vaina. Conoce esta luz pura e inmortal; conoce en verdad esta luz pura e inmortal.
Y Nachiketas aprendió la sabiduría suprema que le fue enseñada por el dios del más allá, y aprendió toda la enseñanza de la unión interior, del Yoga. Después alcanzó a Brahman, el Espíritu Supremo, volviéndose inmortal y puro. Y así será en verdad con todo aquel que conozca a su Atman, su Sí mismo superior.

NOTAS

[11] Se entiende que hablamos del destino que aguarda al alma de quien realiza tal sacrificio. <<
[12] El agni vidya conocido como Homa o Havan. <<
[13] Mediante el aprendizaje, la comprensión y el cumplimiento. <<
[14] Los tres conocimientos de Vedas, Smrti y sishtaacharam. <<
[15] Yajna, Adhyayana y Daana, o sacrificio ritual, estudio de los Vedas y ofrenda de presentes. <<
[16] Agni. <<
[17] Sreyas. <<
[18] Preyas <<
[19] Vidyâ y Avidyâ. <<
[20] Dharma y Adharma. <<
[21] Bhrahma loka. <<
[22] Bhrahmanas y Kshatriyas. <<
[23] Jivas. <<
[24] Prâna y apâna. <<
[25] Karma-indriya. <<

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