martes, 9 de abril de 2019

CUENTOS DE HADAS - Alegorías de mundos internos - CENICIENTA



Había una vez un caballero que se casó dos veces. Tenía de su primera esposa una bella hija.
A la joven, que se llamaba Ella, era dulce y gentil, muy parecida a su difunta madre ...”
Así comienza Edmund Dulac una versión francesa del cuento de hadas más extendido por todo el mundo. En el siglo pasado, Marion Cox coleccionó 345 versiones de tema de Cenicienta y, desde entonces, han salido a la luz muchas más. Se encuentran versiones muy primitivas en los cuentos orientales y Agrícola (40-93) se preguntaba: “¿Queda todavía en alguna parte una Cenicienta en la que nadie haya pensado?”.
El cuento se sigue contando aún y todos los años aparece alguna versión alterada en forma de pantomima.

  El Hogar 

 Al principio, Cenicienta era la joven Ella, que vivía en un hermoso ambiente lleno de armonía y felicidad, con sus padres, hasta que su madre murió y su padre volvió a casarse e introdujo a la cruel madrastra. Este cuento nos muestra todo el simbolismo del Paraíso Perdido, el descenso del alma al mundo del sufrimiento, la fatiga y las penas, al mismo tiempo que la relegación al humilde hogar representa el simbolismo de las cenizas de los muertos, de la humillación y la pena. 
Por esto, el nombre alemán del cuento Aschenputtel (Tonta de las Cenizas) está más de acuerdo con su significado simbólico. Sentarse en las cenizas era una costumbre antigua de los desgraciados, como vemos que hace Odiseo al sentarse humildemente sobre las cenizas para hablar a Alkinos, hasta que fue invitado a ocupar un sitio más elevado. 

Las cenizas simbolizan también la transitoriedad de la vida humana. 
Pero el puesto de Cenicienta junto al hogar es muy significativo desde otro punto de vista. 
Sentarse junto al hogar es ocupar una posición central espiritual interior. El hogar ha sido siempre un ónfalos, un centro sagrado, el lugar de la transmutación del espíritu por el fuego, es el mundo interior de la experiencia del alma. Es un lugar de comunicación con los muertos, considerando que la losa del hogar cierra la entrada al submundo, es también un sitio donde uno puede resguardarse de los espíritus que merodean fuera por la noche. En los ritos celtas, el culto a los muertos se centraba en el hogar. En Escocia, el hogar tenía tanta significación como centro de la vivienda que no podía retirarse ninguno de los moradores antes de que se hubiese extinguido el fuego. 

En el norte de Inglaterra, al trasladarse a un nuevo domicilio, era frecuente llevarse la losa del hogar con el fuego ardiendo sobre ella. El hogar es también un lugar de dominio femenino, de donde proceden el calor, los alimentos y la comodidad. En él se dejaban los alimentos durante las festividades de los muertos y, en los cuentos de hadas, los duendes morenos, bondadosos, también frecuentan el hogar donde se les deja comida en señal de gratitud por las tareas domésticas que han realizado. Su posición junto al hogar, como encargada del fuego, asocia a Cenicienta con las vírgenes vestales y con Hestia, diosa del Hogar, así como con el Lar romano, el espíritu de la casa cuyo altar era el hogar. Los muertos se enterraban debajo del hogar por ser ésta la entrada al otro mundo. Teniendo en cuenta los muchos disfraces que aparecen en las distintas versiones de Cenicienta, es significativo que a Lar se le presente muchas veces bajo apariencia de perro. 

Cuidando el fuego, Cenicienta es el Espíritu, el Alma, la Hermosa, mientras que sus dos hermanas representan el cuerpo y la mente. Las tres hermanas juntas representan los tres estados de la evolución del entendimiento del hombre, desde la respuesta puramente corporal y sensual hasta los poderes mentales y el alma –la toma de consciencia individual, la integración y la ilustración. Las Hermanas Feas y la Madrastra A las hermanastras, a menudo llamadas las Hermanas Feas, no siempre se las representa como feas desde el punto de vista físico. En algunas versiones tienen una apariencia bella y su fealdad es interior: mental y moral. 

En la versión alemana son “bellas de rostro, pero malas de corazón” y representan los poderes oscuros y malignos latentes en la falta de bondad y que se manifiestan como crueldad, avaricia, envidia, vanidad y estupidez total. La madrastra es el principio oscuro y destructivo del espíritu femenino, representado también por la bruja o hada mala. Las madrastras, como la de Cenicienta y Blancanieves, simbolizan también la pérdida del Paraíso y las duras realidades del mundo de los fenómenos, en el que uno se enfrenta con el lado oscuro de la Gran Madre. En algunas versiones juega un papel vital la madre muerta de Cenicienta. 

Ella brinda a su hija ayudas mágicas o se le aparece como una blanca paloma, símbolo del alma y del amor femenino. A veces vive en un árbol mágico que crece sobre su tumba. En otras versiones ayuda a través de algún animal o pájaro o realmente toma la apariencia de una criatura que ayuda a la protagonista –la mayoría de las veces una vaca, símbolo de la Gran Madre en su aspecto protector y alimenticio, o como la Ternerilla Roja, lo que también es significativo dado que la vaca, que en el simbolismo celta habita en el otro mundo, se representa de color rojo. 
La importancia de la vaca en la India, donde aparece como colaboradora en una de las versiones de Cenicienta, y en Egipto (como Hator), es suficientemente conocida y no necesita comentarios. 
Pocas veces aparece la madre como hada. Otras versiones muestran vestigios de la primitiva costumbre del canibalismo. La madre ama y favorece a la hija más pequeña y las hermanas mayores matan a la madre y se la comen, mientras que sus huesos, que tienen poderes mágicos, son recogidos y guardados por Cenicienta. Pero en otras versiones en las que no existe un segundo matrimonio, es la propia madre de Cenicienta quien persigue a la heroína. 

Cenicienta es la más joven de las tres hijas y sus dos hermanas mayores están aliadas con la madre cruel porque las tres sienten celos de la belleza y bondad de Cenicienta. Aquí es la madre quien representa el aspecto oscuro y destructivo y estas versiones recuerdan el mito de Adán y Lilite y el de Lamis, la reina-demonio que sedujo a Zeus, por lo que la celosa Hera la convirtió en una criatura que sólo podía dar a luz hijos muertos, y por eso Lamis odiaba a todas las mujeres embarazadas y devoraba a los niños.

                        
                          Cenicienta y sus dos hermanas, Por Henry Richter, Londres, 
                           1799. (Mary Evans Picture Library) 


Encontramos también una conexión con las Sirenas y las Harpías y a menudo se la representa con cola de pez, adjudicándole el simbolismo del pez como alguien que “traga” la muerte. Este tema no se encuentra sólo asociado con la madre asesina de Cenicienta sino en otros cuentos como Hansel y Gretel y algunas versiones de La Bella Durmiente, que continúan después del casamiento del Príncipe con la Princesa y hacen que entre en juego una suegra asesina, que es el aspecto oscuro y que persigue a la heroína después de su matrimonio con el Príncipe. En algunos casos, desfigura a Cenicienta, o trata de que la asesinen o, como Dánae, hace que la dejen a la deriva en el mar. Hay versiones en que Cenicienta es asesinada, pero en todos los casos la heroína es rescatada o recupera la vida milagrosamente para vivir por siempre feliz.

El Árbol Mágico y los Colaboradores de Cenicienta 

 En muchas versiones de Cenicienta hay una gran variedad de poderes sobrenaturales a los que ella puede recurrir en busca de ayuda. Una ramita plantada en la tumba de su madre se convierte en un árbol mágico, que satisface todas sus necesidades, o es el lugar donde habita el alma, que toma la forma de una paloma o un pájaro blanco. La versión de la ramita tiene afinidades con la Bella y la Bestia, donde el padre sale de viaje y pregunta a sus hijas que quieren que les traiga a su vuelta. Las dos hijas mayores, de acuerdo con su forma de ser, piden cosas complicadas o valiosas, mientras que Cenicienta humildemente dice que le gustaría una ramita del primer árbol que roce su sombrero. 
La ramita, plantada en la tumba de su madre, crece a una velocidad milagrosa, regada todos los días por sus lÁgrimas. El árbol, que simboliza el Árbol de la Vida, varía de un país al a otro: en la versión oriental es una palmera, en China, un melocotonero, en los países celtas es el avellano sagrado, el árbol de la sabiduría, la inspiración, la adivinación sobrenatural. 
El avellano también aparece en una versión alemana, donde la paloma-alma dice a Cenicienta: 

“Mi queridísima niña, Oh, pídeme, 
Cualquier cosa que quieras, te la daré”. 
Y Cenicienta contesta: 
“Tiembla y agítate, querido arbolito, 
Suelta sobre mí hermosos vestiditos”. 

Y así como el árbol le entrega las mágicas vestimentas para transformarse y poder asistir al baile. Más tarde, en este cuento, un pájaro lleva a cabo la terrible venganza contra las crueles hermanastras, y les saca los ojos a picotazos. Este es un motivo de Némesis, que se repite con frecuencia en el ciclo de Cenicienta. El árbol aparece en un sinfín de variedades, tales como granado, abedul, sauce, roble, enebro y abeto. En los cuentos con connotaciones celtas aparece con más frecuencia el manzano, que es la Gran Rama Mágica del submundo celta. También aparece en una versión francesa:
  
“Manzanito dorado, 
“Te he regado con mi cantarillo de oro, 
“Con mi azadilla de oro he cavado tu hoyo, 
Te ruego que me entregues tus hermosos ropajes 
“Y te lleves mis feos andrajos”. 

 El árbol mágico puede surgir también de los restos enterrados del animal colaborador, asesinado por la madrastra, o de tres gotas de sangre. Se convierte después en un árbol del tesoro o en un árbol que cumple los deseos, como el Árbol de la Vida en el Paraíso oriental, que ofrece vestidos, tesoros, alimentos, vino y frutas a la criatura perseguida. Algunas veces, una anciana con poderes mágicos, un enano o un hada salen del árbol para entregar los obsequios. 

 El árbol, que simboliza el refugio, el aspecto protector del principio femenino, brinda a menudo también un auténtico santuario a Cenicienta. Este tema es muy conocido en el mito: los héroes a menudo nacen de un árbol, como Adonis de un arrayán. Osiris estaba encerrado en un árbol y el sicomoro egipcio, el Árbol de la Vida, tiene brazos divinos, cargados de regalos. A Hator se le puede representar como un árbol que alimenta y el pino de Attis y el abeto de Woden, adoptados ahora como Árbol de Navidad, daban regalos y luces, simbolizando estas últimas el firmamento o las almas de los muertos. 

Había una antigua creencia según la cual las almas podían pasar a un árbol después de la muerte o, en los casos de almas separables, se podían guardar en un árbol toda la vida, quedando entonces la vida de la persona ligada a la del árbol, como en el cuento egipcio de Los Dos Hermanos. 
La creencia de que los espíritus de los muertos podían vivir en los árboles fue la razón por la cual existía la prohibición de cortarlos o podarlos en el patio de una iglesia. En las versiones de Cenicienta de origen campesino, el animal muerto, de cuyos huesos o entrañas nace un árbol mágico, es generalmente un animal doméstico, una cabra, en la India, una oveja, en Escocia, una ternera roja, en Inglaterra y Dinamarca. En el último caso, hay quien ve asociaciones con la Novilla Roja sacrificada en el Monte de los Olivos (Números 14-3). En la región, eminentemente ganadera, de Dalmacia, hay difundidas historias de Cenicienta en que la madre se transforma hasta realmente en una novilla que actúa como guía y mentora hasta que es asesinada. Entonces se recogen sus huesos y toman poderes mágicos. En la mayoría de las versiones, el animal o pájaro colaborador ocupa el puesto del hada madrina, popularizada posteriormente por Perrault y la pantomima. 

La variedad de animales no tiene fin: vacas, perros, gatos, ovejas, cerdos, cabras, potrillos, un toro azul, un oso blanco, lobos, armiños e incluso peces, anguilas, ratones y ranas. Algunas veces, el árbol que nace de los huesos del animal tiene una cualidad mágica adicional, puesto que da frutos que sólo Cenicienta puede arrancar, en cuyo caso el fruto reemplaza al zapato, al anillo o a cualquier otro artículo reconocible. El héroe sólo se casará con la doncella que pueda arrancar la fruta, que está fuera del alcance de las demás. Los árboles que pueden hablar y dar mensajes proféticos, similares a los de los oráculos, aparecen con frecuencia en los cuentos de hadas y folklóricos. 

Este tema está muy extendido desde América del Norte a Babilonia y desde la India a Escandinavia. Los zulúes tienen tigres parlantes y los kafires los tienen que, además de hablar, ríen. La historia de Jotham en el Libro de los Jueces nos habla de árboles que conversan entre sí cuando se reúnen para elegir un rey y, en los tiempos modernos, Browning habla de las conversaciones entre árboles cuando dice en Paracelso: “Los pinos que están juntos conversan entre sí, tienen pensamientos profundos”.

Los trabajos de cenicienta 

Para que Cenicienta se quede sentada junto al hogar, recibe un trato duro y se le encomiendan tareas difíciles o imposibles. Son muchas las variedades de trabajos serviles y Cenicienta se convierte en porquera y cuida las aves, las vacas o limpia el establo. Las tareas que se le encomiendan son también muy variadas, recoger granos de arroz arrojados a las cenizas (los pájaros y las hormigas vienen en su ayuda), preparar un gran caldero de sopa utilizando sólo un dedal de agua o hacer pan para toda la familia con un solo grano de trigo (aparecen los animales colaboradores), hilar cantidades imposibles (una anciana, una vaca o la madre muerta vienen en su ayuda). Otros trabajos imposibles son retirar guisantes de agua hirviendo, quitar la vaina a sacos de judías o la cáscara al mijo o al arroz, recoger avena de un montón de polvo o semilla de amapola de entre las cenizas. 
La ayuda que le prestan las hormigas en muchos de estos casos nos recuerda el mito de Amor y Psique, mientras que la recolección de semillas, símbolo de fertilidad, poder y virilidad masculina, se remonta a los primitivos ritos matrimoniales y funerarios: en los primeros se esparcían semillas que debía recoger el marido y en los últimos se arrojaban detrás del féretro para distraer al fantasma y evitar que encontrase su camino de regreso a este mundo. Se encuentran vestigios del rito de la fertilidad en la costumbre de arrojar arroz y granos, sustituidos ahora por confeti, sobre una pareja recién casada.


                           

                             El Árbol de los Filósofos, rodeado de símbolos alquímicos. 
                             De Philosophia Reformata de Mylius (1622) 

En algunas variantes, se le encomiendan estas tareas a Cenicienta con el simple propósito de mantenerla en un estado de servidumbre e infelicidad: se le imponen estos trabajos, entre otras finalidades, para evitar que vaya al baile. En cualquier caso, simbolizan las pruebas y tribulaciones del alma en el mundo de las revelaciones y son similares a las tareas y dificultades que debe afrontar el héroe o la heroína de otros muchos mitos, sagas, leyendas o cuentos de hadas y se aceptan, al mismo tiempo, como inevitables y necesarias. Tras las pruebas y tribulaciones experimentadas en el mundo, empieza el viaje de regreso al Paraíso. Cenicienta (Aschenputtel en la versión alemana), al terminar sus tareas, sigue siendo motivo de burla y desprecio por parte de su madrastra y hermanastras, que la utilizan como sirvienta para que les ayude a vestirse para el baile. Cuando se queda desconsolada y escarnecida, acuden en su ayuda los poderes sobrenaturales. Entonces aparece el espíritu de su madre, una anciana, una comadre o cualquier animal o pájaro colaborador o, con menos frecuencia, el hada madrina y la visten para el baile, la fiesta o ceremonia religiosa. Bajo la influencia cristiana, en muchas variantes es la iglesia el lugar donde se reúne con el Príncipe: Cenicienta entra radiante en la iglesia cuando ya están congregados todos los fieles y el Príncipe la ve allí. 
  
La Transformación y el Baile 

Con el fin de que Cenicienta tenga los medios necesarios para llegar a esta reunión, los ratones y las lagartijas se transforman en caballos. Ambos animales habitan en lugares oscuros y, por lo tanto, están en contacto con los poderes sobrenaturales asociados con el hogar, ambos son sagrados para Apolo Smiteus, Señor de los Ratones, y se transforman ahora en los caballos blancos o dorados de Apolo. Los ratones pueden representar las almas de los muertos y pueden ser engendros de brujas, son sagrados también para Rudra, el antiguo dios védico relacionado también con Smiteus. La versión Perrault–pantomima hace que una calabaza se convierta en carroza, pero las demás variantes nos presentan métodos para llevarla al baile que aumentan progresivamente en esplendor: en principio a pie, o sobre un palafrén seguido de pajes, después en un carruaje tirado por seis caballos y acompañada de lacayos y pajes y, finalmente, con un esplendor aún mayor. 

La calabaza aparece en otras dos versiones, una sueca en la que la calabaza se transforma en carroza, las ratas en caballos y las orugas en lacayos, para servir a “Askungen”, la pobre muchacha de las cenizas, y una variante italiana en la que la cáscara de la calabaza, cortada en tiras, se utiliza como disfraz para Cenicienta (a quien se denomina Zuccaccia, ‘calabaza fea’), cuando escapa de su padre incestuoso. La calabaza representa el simbolismo del reloj de arena y también los mundos superiores e inferiores, siendo su color dorado el color solar, el carro del sol, que simboliza el poder divino y la ilustración. Este simbolismo tiene su paralelo en la historia de las tres plumas, en la que el hijo menor tiene una carroza que ha conseguido transformando una zanahoria amarilla y convierte a los ratones en caballos. Los “harapos” de Cenicienta toman muchas formas. 

En algunas versiones aparece vistiendo solamente harapos, en otras, estos u otros disfracen sirven para esconder vestidos maravillosos. Estos disfraces, sean harapos, pieles de animales, juncos o cualquier otra cosa, son, como el velo, un símbolo de la separación –tanto de la separación física de su verdadera condición de vida como una separación espiritual del Paraíso. La princesa verdadera o la heroína surge después de quitarse el disfraz. La acción de quitarse el disfraz o el velo es también un símbolo de transformación, el velo, que ha ocultado algo, revela ahora la naturaleza verdadera y los vestidos de baile o el traje de novia descubren progresivamente los poderes hasta ahora ocultos del ama e indican su camino de regreso al Paraíso. 

Cenicienta, como el príncipe en el Himno del Mando de la Gloria gnóstico, se desprende de sus ropas contaminadas por la suciedad terrena, tal como lo hace el Hijo Pródigo en el Nuevo Testamento, alegoría del Paraíso perdido y recuperado, y se pone el Manto de la Gloria, la Luz de los Cielos. Hay muchas variedades de vestidos en los cuentos, todos ellos mágicos y cada uno de ellos tiene un alto simbolismo, no sólo representando los mantos de la gloria, sino indicando también favor y protección sobrenaturales. Los vestidos, al ser tres y de creciente esplendor, corresponden con exactitud al uso ritual. La vestimenta es una parte importantísima de cualquier ceremonial o rito religioso. 

Los tres vestidos varían muchísimo en los diferentes países: son vestidos negros, blancos y dorados, a juego con caballos de los mismos colores simbólicos, también hay vestidos con estrellas, luna y sol, seda decorada con pájaros, plata con todos los peces del mar y oro con el sol, la luna y las estrellas, luna, estrellas y campanillas, perlas, diamantes y joyas y, en algunos casos, el vestido está confeccionado con “todas las flores del mundo”, siendo las flores y los frutos los símbolos de la plenitud material y espiritual. En la versión china el vestido está hecho por completo con plumas de martín pescador. Los vestidos con las estrellas del cielo, el sol y la luna, los pájaros y los peces corresponden al antiguo vestido cósmico de Mesopotamia, el kosmokrator. En el traje de boda de Chtonia, la Tierra y el Océano aparecen como figuras bordadas en el vestido, de modo que, como dice W.W. Jaeger, Ella supera a todos éstos –auténtico abismo que los mantiene a todos. 
El simbolismo de los tres mantos de gloria se encuentra también en las variantes en que Cenicienta, marchando por el bosque, arranca hojas de árboles de bronce, plata y oro, o plata, oro y diamantes, transformándose después cada hoja en un manto. Se ha sugerido, nuevamente, que esto simboliza el triple cielo nocturno, con las estrellas de plata, la luna de oro y el radiante sol naciente, o los cambios estacionales de otoño, invierno y primavera, mientras que H. C. Coote encuentra en ellos las tres etapas de la aurora.

                                  
                              La Madrina de Cenicienta y la Calabaza, por Gustavo Doré. 

Las tres salidas al baile, al festival o a la iglesia corresponden a las tres etapas de la iniciación. 
Aquí Cenicienta, el alma, lo femenino, el yin, se encuentra ahora con el espíritu, lo masculino, el yang, cada uno reconoce inmediatamente al otro como su complemento y su realización. Pero en los ritos y festivales, el caos sobreviene en horas decisivas, tales como el atardecer, la medianoche, el amanecer o el mediodía. Cualquier hora o punto límite es un sitio por el que pueden entrar al mundo los poderes sobrenaturales, o constituyen un medio para acceder al mismo mundo sobrenatural y son, por lo tanto, peligrosos. 

Es un punto en el que se encuentran lo natural y lo sobrenatural, de modo que Cenicienta debe marcharse antes de medianoche, al igual que las hadas deben hacerlo antes del amanecer. En los reinos psíquico y espiritual, los guardianes de las fronteras evitan que el iniciado vaya demasiado rápido y en Cenicienta esto está representando por la orden de regresar temporalmente al reino terrenal desde el celestial, pero ella deja tras de sí algo de la gloria que ha conseguido. En el ciclo Cenicienta-Aschenputtel parece que hay tres formas principales de perder el zapato o zapatilla que sirve como medio de identificación: o lo pierde al escapar y lo encuentran en el suelo, o cae al agua, o un pájaro se aleja volando con él, incorporando de este modo, como es el caso en muchas de las variantes, los elementos de tierra, agua y aire. 

La Zapatilla de Cristal 

Se ha discutido mucho sobre la zapatilla de cristal. Aparece en la versión de Perrault y se ha pensado en que él haya podido confundir los homónimos franceses verre, vidrio, y vair, piel. W. R. S. Ralston dice: “El uso de la palabra verre, pantoufles de verre, por parte de Perrault, ha tenido dos explicaciones. Algunos críticos piensan que el material en cuestión era tissue en verre, que estaba de moda en la época de Perrault, pero la idea más aceptada es que se trataba de un tipo de piel llamada menu – vair, una palabra actualmente en desuso en Francia excepto en la heráldica, pero conservada en Inglaterra para designar la comadreja, y que algún narrador o copista, que desconocía el significado de vair, los sustituyó por el más familiar, aunque menos lógico, de verre”. Sin embargo, en otras versiones que tienen su origen en Inglaterra, Escocia, Irlanda, Cataluña y Chile, se habla de zapatos de vidrio o cristal. Las versiones danesa y veneciana hablan de un zapato de diamante. En el Báltico, los enanos calzan zapatos de cristal solamente para bailar. Se llegaba a sus viviendas subterráneas deteniéndose en la colina sobre un punto de cristal y todo el palacio subterráneo era de este mismo material. Un cuento irlandés habla de un héroe que rescata a una princesa de una serpiente marina que todos los años devoraba a una de las hijas del rey. 
El héroe calzaba zapatos de cristal azul y la princesa le cogió uno mientras él se alejaba a caballo. 

No sirve a ningún hombre y se casan el héroe y la princesa. André Lefvre, al escribir sobre Perrault, mantiene la idea de que la zapatilla de cristal pertenece a la mitología de la luz, teoría que se puede aplicar también a las versiones en que las zapatillas son de oro, diamante o satén. El vidrio, y el cristal en la antigüedad, juega un papel muy importante en los cuentos de hadas y se mencionan numerosos ejemplos de montañas de cristal, praderas brillantes, lagos, árboles, ciudades, palacios, barcos, zapatos y, por supuesto, el bien conocido ataúd de cristal de Blancanieves y el cuento de Grimm El Ataúd de Cristal. 

La morada de los dioses artut-celtas es la fortaleza de Vidrio. En algunas versiones, los muros fantasmales del Castillo del Cáliz eran de cristal y se dice que Merlín se retiró al mar a una casa de vidrio, en la que aún habita. En los mitos eslavos y escandinavos, los muertos podían trepar al cielo por una montaña de cristal y según una antigua creencia muy extendida, los muertos tenían que ascender por una montaña de hierro o vidrio para alcanzar el otro mundo. 
Los cielos de Aristóteles eran de cristal. Las montañas de vidrio aparecen también en muchos cuentos como una dificultad, y uno austríaco nos habla de un héroe que, teniendo que trepar por una montaña de vidrio imposible de escalar, recibió ayuda de un oso agradecido, que le entrega un pelo que lo convierte en oso para que pueda clavar sus garras en la montaña. 

Los mitos, sagas y cuentos irlandeses están repletos de simbolismos, que hacen referencia al vidrio, y el poder supremo de Erin se asienta sobre un tronco de cristal en el otro mundo. En las sagas hay un puente de vidrio que despide a los que tratan de cruzarlo, en un cuento el héroe tiene que subir a un árbol de vidrio de novecientos pies de alto y Connla, hijo de Conn, rey de Irlanda, fue llevado por hadas en un bote de vidrio por encima de las aguas. En el folklore alemán hay castillos de vidrio, en las leyendas chinas hay un palacio subacuático donde vive el Rey-Dragón, y el Hada-Luna también habita en un palacio de cristal, en los cuentos de Oceanía también se habla de pilares de cristal. 

El cristal tiene poderes mágicos y al vidrio se le atribuyen las mismas cualidades. 
En la Alquimia el cristal y el vidrio se consideraban como un símbolo de la perfección espiritual. 
El cristal y el vidrio son la autoluminosidad, la visión interior perfecta y la pureza. 
La propiedad aislante del vidrio hace que simbolice el cambio de un estado a otro.


                                
                                  El ataúd de cristal de Blancanieves, Tabla pintada, c. 1870. 

La zapatilla o el zapato tienen un simbolismo equivalente, representan tanto la libertad como el ser poseído. Los esclavos marchaban descalzos, de tal modo que los zapatos simbolizaban la libertad, los niños corrían descalzos hasta alcanzar la edad adulta y su liberación de la autoridad paterna estaba marcada por el uso de los zapatos (en algunas tribus indígenas de América los zapatos se usaban por primera vez en la iniciación). Pero el zapato es también un símbolo de control, puesto que su posesión da poder sobre la persona: el zapato de la novia le da al novio la posesión de ésta, por lo que, una vez que el Príncipe hubo conseguido la zapatilla, era inevitable que encontrara a Cenicienta, elevándola de un plano inferior a otro superior. 

El zapato indica también el status o la posición social en la vida (zuecos, botas altas, zapatillas de terciopelo) y ponerse los zapatos de otro es asumir su puesto. 
Tenemos un ejemplo literario de esto en un cuento tibetano de un rey que tiene cinco hijos, pero que considera que el menor es el más adecuado para sucederlo. Temeroso del efecto que pueda tener el dar de lado a los hijos mayores, decreta que a su muerte la sucesión recaiga sobre el hijo que pueda calzar sus zapatos enjoyados y pasar otras pruebas, sólo el hijo menor puede hacerlo. 

Los zapatos sirven también para que los pies de las personas sagradas no toquen el suelo y quitarse los zapatos al entrar a los sitios sagrados significa dejar fuera las condiciones terrenales. En algunos casos el zapato se usa como símbolo de aceptación o rechazo, devolver el zapato es llamar a la persona, arrojarlo significa el exilio. Tenía un gran significado en la investidura ritual y como prenda de posesión. En el Antiguo Testamento, este derecho de posesión se manifiesta de forma concreta en Rut 4: 7-8: “En el antiguo Israel esto era un signo de compromiso, con el que se podía confirmar todo. Si un hombre se quitaba el zapato y se lo daba a su vecino, se consideraba como un testimonio. Por lo tanto, el pariente dijo a Boaz: Cómprate esto y se quitó su zapato”. 

En esta misma compra iba incluida Rut como esposa. Una novia a la que se le daba un zapato a la puerta de una nueva casa adquiría derechos sobre la casa, el hogar y el marido. Jacobo Grimm dice en Deutsche Rechtsaltenbürmer que, en otros tiempos, en los matrimonios por poder, el Príncipe enviaba un zapato a su futura esposa, sin duda alguna como acto de homenaje también. Dice igualmente que la prueba del zapato para escoger la novia adecuada viene de una antigua costumbre matrimonial alemana y sostiene que el zapato es e símbolo de la dominación femenina sobre el hombre, hasta tal punto que en Francia, cuando a un hombre lo domina su mujer, se dice que “está bajo la zapatilla de la esposa”. La versión moderna de Cenicienta, en la que e Príncipe se sienta pasivamente en su casa y se limita a enviar emisarios para encontrar a la dueña del zapato hace que el cuento pierda mucho de su verdadera importancia. 

En la mayoría de las versiones, incluida la alemana de “Aschenputtel”, el Príncipe en persona sale en su búsqueda, encuentra de nuevo a su pareja y ella aparece otra vez en sus mantos de gloria, se casan y viven felices por siempre jamás, una manera vulgar de decir que han alcanzado la unidad, el Andrógino, y que ha recuperado el Paraíso.

Cooper J.C

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