El cuerpo es identificado, obviamente, con el mundo material y la vida terrena, pero el "nuevo
cuerpo" al que se refieren los ritos iniciáticos y sacramentales simboliza la muerte del hombre
terrenal, no regenerado y su renacimiento en un nuevo estado de poder y regeneración
espirituales. Sin embargo, el cuerpo físico encierra un simbolismo más amplio en sus diversas
partes, de las cuales las dos más importantes son la cabeza y el corazón.
La cabeza es el asiento más importante de la fuerza vital: simboliza la mente, el control, la
sabiduría, el alma y sus poderes. Pero aunque es el asiento de la inteligencia, es también el de la
insensatez y la locura. Esta doble función de la cabeza se pone de manifiesto en las ceremonias
y ritos destinados a honrar o deshonrar a determinados personajes. La corona del soberano y 1a
guirnalda que glorifican al vencedor se colocan en la cabeza, pero lo mismo se hace con el gorro
del bufón, la coraza, "las ascuas" del reproche y las cenizas del duelo y la penitencia. Los
"bustos" de hombres famosos se originan en la costumbre de reproducir la imagen de las
cabezas que eran colocadas sobre las tumbas para representar la fuerza vital o el genio del
difunto.
Como hemos visto, se considera que la cabeza de los animales que eran sacrificados o cazados,
por ejemplo el jabalí, el caballo o el toro, encarnaba la fuerza vital: se la colgaba
ceremoniosamente, o era llevada en procesión ritual, o formaba parte de las comidas en las
grandes festividades. Para los cazadores de cabezas de las tribus indígenas, la cabeza del
enemigo encerraba la fuerza vital de la cabeza y la cabellera, que una vez cortadas trasferían
esos poderes al vencedor.
Los movimientos de cabeza participan de este simbolismo: inclinar la cabeza implica disminuir
la fuerza vital ante otro, ya sea en señal de homenaje o de asentimiento, vergüenza o sumisión.
Afirmar con la cabeza es una señal de poder, mientras que sacudirla en uno y otro sentido
denota negación y rechazo.
Prendas como los sombreros, gorros, velos o guirnaldas ocultan y
protegen la vitalidad interior de la cabeza: pero el velo también puede representar lo secreto, el
conocimiento oculto, lo inescrutable.
En la iconografía religiosa, los dioses de dos caras, como Jano, simbolizan el pasado y el
presente, el principio y el fin, los poderes solar y lunar, etcétera. Los Dióscuros, Castor y Polux,
cuyas cabezas miraban una hacia arriba y otra hacia abajo, representan el día y la noche, el sol
en los hemisferios boreal y austral. Los dioses de tres cabezas tipifican el pasado, presente y
futuro; las tres fases de la luna y el sol al amanecer, al mediodía y al ocaso. Serapis, Hécate y
Cernunnos aparecen representados a veces por estos símbolos. Las divinidades con cabezas y
caras múltiples personifican al Omnividente, pero también pueden representar a varios dioses o
poner de manifiesto los diferentes aspectos, hazañas y funciones de la deidad.
En algunos casos
ejemplifican también las fuerzas elementales, los ciclos y las estaciones.
El corazón es el centro del ser, tanto físico como espiritual, pero también simboliza la sabiduría de los sentimientos y emociones, en contraposición a la inteligencia razonadora de la cabeza.
El corazón encierra la sangre vital y las fuerzas del amor, la caridad y la compasión. Es el "lugar secreto", y aunque se lo asocia con las emociones antes que con la razón, se dice que "tiene razone que la razón no entiende". El principal emblema del corazón es el sol, el centro del universo; el sol radiante o el corazón ardiente simbolizan el centro del macrocosmos y el microcosmos. El corazón se representa también por un triángulo con el vértice hacia abajo, y es la caverna ese lugar misterioso y recóndito otro de sus atributos. En los países orientales el loto es su emblema.
El corazón de diamante del budismo simboliza la pureza e indestructibilidad; aquello que no se puede "cortar", ni alterar. En las ceremonias rituales de los aztecas, el sacrificio del corazón significaba la liberación de la fuerza vital, la simiente de la vida, para que germine y florezca nuevamente. Como principio vital, la sangre equivale a la fuerza rejuvenecedora, y algunas veces tipifica el alma. En el simbolismo chino, la sangre y el agua son los principios yang y yin, mientras que en el cristianismo representan la vida del cuerpo y la vida del espíritu. El vino es, casi universalmente, símbolo de sangre.
La mano
Aristóteles decía que la mano es "la herramienta de las herramientas". Su uso brinda al hombre
múltiples posibilidades de adaptación que implican una gran ventaja sobre todos los miembros
del reino animal. La mano puede atraer o repeler, asir o apartar, y es asociada, por lo tanto, con
estos poderes. También puede extenderse en señal de protección, bendición y previsión.
La Gran
Mano representa el poder supremo, la Divinidad. En el arte religioso, la Mano de Dios no solo
es símbolo de protección: también trasmite el poder del Espíritu. Las distintas posiciones de las
manos tienen numerosos significados simbólicos. Los hinduistas y budistas utilizan un amplio
lenguaje que expresan a través de las manos, llamado mudra, en el que se conjugan el poder
divino y la respuesta humana. La mano es uno de los miembros más expresivos del cuerpo.
Como decía Quintiliano, "Casi podríamos decir que las manos hablan. ¿No las usamos acaso
para pedir, prometer, exigir, llamar, mandar, amenazar, suplicar, descartar, expresar miedo o
aversión, preguntar o negar'? ¿No las usamos para expresar alegría, dolor, duda, confusión,
penitencia, medida, cantidad, número y tiempo? ¿Acaso no tienen el poder de excitar y de
prohibir, de expresar aprobación, asombro y vergüenza?"
Tender y estrechar la mano implica amistad.
La mano desnuda, sin armas, significa obviamente
que el acercamiento no es hostil, sino señal de bienvenida. La mano extendida es también
bendición y protección; poner uno su mano en la de otro es despojarla de todo carácter agresivo,
dando así una prueba de amistad y servicio. Estrechar la mano simboliza la cruz, o ankh del
pacto, y también significa unión, alianza o matrimonio místico. Apoyar las manos una sobre otra
expresa reposo, serenidad e inmovilidad; cruzar las manos sobre el pecho, sumisión y
servidumbre.
La mano abierta indica generosidad, liberalidad, hospitalidad y justicia; la mano
cerrada, precisamente lo contrario, es decir, reserva, cautela y tacañería, mientras que el puño
apretado es agresión, hostilidad y provocación.
Alzar las manos es señal de adoración, saludo, plegaria o rendición y, por lo tanto, una admisión
de debilidad, pero también lleva implícita la disposición a recibir el mensaje del cielo. Alzar
solo la mano derecha significa bendecir y proteger el principio vital. Juntar las palmas de las
manos implica ruego, impotencia e inferioridad, sumisión ante un poder superior, pero también fidelidad y obediencia.
Esta posición de las manos es una forma de saludo común en los países
de Oriente, especialmente entre los budistas, y además de su significación religiosa, es un signo
de cortesía y respeto, una manera de reconocer que la persona que está frente a uno es un ser
superior.
E1 ritual de lavarse las manos es un símbolo de inocencia, pureza y rechazo de toda imputación
de culpa, como sucedió con Poncio Pilato que al lavarse las manos quiso dar a entender que
declinaba la responsabilidad por la condena y muerte de Cristo. El lavado de la manos purifica
ritualmente antes de la participación en ceremonias religiosas.
El rito de la imposición de las manos trasmite poder, gracia o curación.
En Occidente, la
mano derecha es la "mano del poder", y es la que se ofrece para saludar o bendecir, mientras que
la mano izquierda representa el aspecto pasivo y receptivo.
En China, la mano derecha
representa la fuerza, yang, y la mano izquierda, yin, era la mano del honor, puesto que la
derecha es la mano que empuña la espada y se la asociaba por lo tanto con la guerra, la violencia
y la destrucción. Esta significación se invertía en tiempo de guerra, cuando yang pasaba a ser la
mano que simbolizaba el honor militar. En la China tradicional, no se extendía la mano para
saludar, pues si bien el acto de estrecharse las manos era una señal de amistad o de lealtad,
esconder las manos denotaba deferencia y respeto, de modo que las personas se saludaban
mutuamente inclinando la cabeza, mientras escondían las manos dentro de las amplias
bocamangas de sus vestimentas.
En el campo del arte y especialmente en la iconografía cristiana, una mano que asoma entre las
nubes simboliza la presencia, la fuerza y el poder de Dios. En el Islam, la Mano de Fátima es la
Mano de Dios, el pulgar es el Profeta y los otros dedos, sus cuatro compañeros. Los cinco dedos
representan también los cinco dogmas fundamentales y los cinco pilares de la religión islámica.
La Mano Votiva de Sabazios, que aparece en el arte sumerio-semítico y griego, era un símbolo
de la mano dadora y protectora de Dios o de la Madre Tierra, pero puede haber tenido
simplemente una significación talismática, ya que solía ir acompañada de otros símbolos sobre
la palma y los dedos, tales como serpientes, cruces, piñas, lunas crecientes, lagartos e insectos.
De niños nos enseñan que señalar con el dedo es un signo de descortesía, grosería o mala
educación, pero en otros tiempos era algo mucho más grave, porque implicaba un insulto:
también podía encarnar un poder mágico dirigido contra la persona señalada con el dedo. Los
magos, incluso en los espectáculos actuales, señalan con el dedo el objeto o la persona que
acusará los efectos de sus poderes mágicos.
Los tres dedos de la mano alzados en señal de bendición representan la Trinidad. Dos dedos
significan auxilio y fuerza, y eran asociados particularmente con Osiris y Horus: el primero
representa la justicia divina y el segundo, el Espíritu, el Mediador.
El dedo índice apoyado
verticalmente sobre los labios es un símbolo de silencio o advertencia, y era característico del
dios Horus niño.
El dedo pulgar representa el poder y la trasmisión de ese poder.
El pulgar hacia arriba simboliza
benevolencia; hacia abajo, mala suerte y muerte. Este simbolismo era usado en el circo romano
para perdonar o condenar a los gladiadores.
Los brazos en alto denotan súplica, plegaria o rendición, pero también protección, poder y
ayuda. Los dioses de múltiples brazos del hinduismo y el budismo representan la ayuda
ilimitada y misericordiosa, además de encerrar diversos símbolos de las diferentes fuerzas y
acciones del poder divino en el universo.
E1 pie es el principal agente del movimiento; simboliza, por lo tanto, la libertad de ir y venir, o
el servicio voluntario, pero también implica estabilidad y, en consecuencia, firmeza. Por ser el
pie la parte más inferior del cuerpo que está en contacto con el polvo y la suciedad del suelo,
representa lo más bajo y humilde; por lo tanto, besar o lavar los pies de otro implica humillación
o reverencia.
Cuando una figura es representada sin pies, como sucede con los dioses del fuego, indica la
inestabilidad de las llamas o del fuego.
En dioses como Ea-Oannes, por ejemplo, la cola de pez
que ocupa el lugar de los pies alude al elemento acuoso que es controlado por esa deidad. Siva,
Kâli y otras divinidades que aparecen pisando a la gente representan el aplastamiento de las
pasiones terrenas y el predominio de la mâyâ, la naturaleza ilusoria de la existencia. Las pisadas
indican el sendero hollado por el hombre, o evidencian la presencia o visitación de la divinidad.
Por lo tanto, son una guía para los devotos o los fieles. Las pisadas en direcciones opuestas
significan el ir y venir, el pasado y el presente, o el pasado y el futuro.
Los hombros sobre los cuales se llevan generalmente las cargas han dado lugar a un simbolismo
de la responsabilidad; de aquí la expresión "cargar sobre los hombros", que significa "asumir la
responsabilidad".
Llevar una persona sobre los hombros significa igualarla con los dioses ya que
así no toca el suelo y va por el aire. Arrodillarse es una actitud de sumisión, de súplica o de
homenaje a un superior; por otra parte, las rodillas son un símbolo de vitalidad, fortaleza y poder
generativo, y ésta es la fuerza que se abate frente a otro en acto de arrodillarse.
Poner algo sobre las rodillas es un símbolo de adopción, aceptación, reconocimiento de la
paternidad o del cuidado y responsabilidad maternales.
El ojo
El ojo puede tener poder benéfico o maléfico. Al igual que el dedo con que se apunta a
alguien, el ojo puede dirigir su poder maléfico hacia un punto determinado, y concentrar en él
toda su energía y malignidad: en la mitología céltica, esto representa lo opuesto a la
benevolencia y la generosidad.
En los mitos y leyendas, el ojo único tiene carácter ambivalente: es maléfico en los Cíclopes o
Monstruos de poder destructivo; pero puede tener efectos benéficos cuando es el ojo único de la
ilustración, la determinación, la autonomía y la eternidad.
E1 ojo benéfico representa la
omnisciencia y el poder omnividente de la divinidad. Es un símbolo de todos los dioses solares,
ya que el sol es el "ojo del día", mientras que las estrellas son los "ojos de la noche". Estas
también simbolizan la omnisciencia, la vigilia que nunca duerme.
El ojo místico es luz, nacimiento e ilustración. El Tercer Ojo de Siva y del Buddlra es la
"llameante perla" de la visión trascendente, la sabiduría y la conciencia espiritual. El Yima
persa, el Buen Pastor, posee el ojo solar y el secreto de la inmortalidad. En Egipto, el
simbolismo del ojo es muy complejo.
Se dice que el Ojo de Horus, el Utchat, el que Todo lo Ve,
es la Estrella Polar, el ojo de la mente o de la iluminación.
El Ojo de Ra, es también el Áspid sagrado, El ojo derecho es el sol, Ra y Osiris, mientras que el
ojo izquierdo es la luna e Isis. Este simbolismo es exactamente opuesto al de los chinos y
japoneses, para los cuales el ojo izquierdo es el sol y el derecho la luna. El dios Cronos de los
fenicios tiene cuatro ojos, de los cuales dos están abiertos y dos cerrados, alternativamente,
significando atención perpetua.
En el cristianismo, la "luz del cuerpo se halla en los ojos". Los siete ojos del Apocalipsis son los
siete Espíritus de Dios. El ojo de Dios es el omnividente, el que todo lo ve. El "ojo del corazón"
es percepción espiritual, intuición intelectual e inspiración. Este tiene particular importancia en
el simbolismo amerindio, donde el "ojo del corazón lo ve todo", y es el ojo del Gran Espíritu. En
el Islam representa el centro espiritual, el asiento del Intelecto Absoluto. Este es, probablemente
el sentido que da Platón a sus palabras cuando dice: "Hay un ojo del alma … solo con él se
puede ver la Verdad".
El cabello y la boca
Otro asiento de la fuerza vital está en el cabello, que extrae de la cabeza la sustancia de ese
poder.
El cabello es el poder del pensamiento y la inspiración, y en el hombre representa
también la fuerza física; por lo tanto, cortarse el cabello, como en el caso de la tonsura
monástica, o afeitarse completamente la cabeza, denota al asceta o al religioso que renuncia a la
vida material.
El cabello largo y suelto de la mujer significa libertad, virginidad y soltería.
La
mujer casada usa el cabello recogido, símbolo de la pérdida de libertad.
En el cristianismo, el
cabello suelto representa también a la penitente, a María Magdalena con los cabellos sueltos
lavando los pies de Jesucristo. Así como cortarse el cabello implica en el hombre pérdida del
poder de hacer magia o de conjurar hechizos.
Cuando las vírgenes vestales se casaban, Tarquino
ordenaba que les cortaran el cabello, y no podían dejárselo crecer de nuevo. El cabello
despeinado o descuidado es señal de pesadumbre, duelo o miseria extrema, pero en el hinduismo
el cabello enredado de Siva demuestra que es un asceta, mientras que el cabello negro del dios
Kâlî es el Tiempo, el Destructor de la Vida.
Cuando el Buddha aparece con el cabello
ensortijado representa el control de la fuerza vital, la serenidad y el desapasionamiento. El
cabello erizado no sólo es asociado con el miedo; es también un símbolo del poder mágico o de
la posesión divina.
Abrir la boca es usar el poder del habla para proferir "palabras de poder" o pronunciar
sentencias. Pero el simbolismo de la boca tiene otro aspecto: es también el poder de la Madre
Tierra que todo lo devora, o el de Kâlî como personificación del Tiempo. La boca representa
también la entrada al mundo subterráneo o al vientre de la ballena, es decir, la muerte. La
Muerte "devora" todas las cosas.
Los labios comparten el simbolismo de la boca, pero solo
como pronunciamiento.
La lengua tiene también gran significación; representa la prédica, la
articulación, la voz de la divinidad. La lengua carnosa era un atributo de demonios y monstruos
en el arte medieval cristiano; muchas veces se representaba al Diablo con una lengua carnosa y
protuberante, mientras que los monstruos de la mitología sumeria tenían generalmente una
lengua desmesuradamente larga. En algunas religiones de Oriente, en especial en el Tíbet, sacar
la lengua simboliza "salir de la oscuridad a la luz", y puede ser una forma de saludo. Representar
a los animales con la lengua colgando es una manera de invocar al cielo para que envíe a la
tierra la lluvia bienhechora.
Los órganos internos del cuerpo se usan más bien en la comparación y la metáfora, que en el
simbolismo. Por ejemplo, cuando decimos "verde como la bilis", etc., pero los intestinos, que
eran considerados el asiento de las emociones incontroladas (en nuestros días hablamos de una
"reacción visceral") simbolizan la compasión. En el arte chino, los intestinos pueden ser una
interpretación del nudo artístico que enlaza la compasión y el afecto en el plano terrenal, y el
infinito en el plano espiritual. En la Alquimia, el vientre es el laboratorio de transformación; en
el arte chino, el vientre adiposo simboliza el dios de la opulencia, y en el hinduismo, el vientre
del dios Ganesa representa la glotonería y la prosperidad.
La matriz
La matriz representa naturalmente el principio femenino, la Madre Tierra que da nacimiento a
todas las cosas. Su principal símbolo es la caverna; el Dios Mortal de la vegetación nace en una
caverna y emerge en las entradas de la tierra. El manantial y todas las aguas, y todo aquello que
encierra o contiene -como paredes, cofres y cálices- son símbolos de la matriz.
La matriz representa lo no-manifestado, pero también la plenitud y todas las posibilidades. Las
ceremonias iniciáticas, que se realizan frecuentemente en una caverna o algún lugar oscuro y
cerrado, simbolizan el retorno a la matriz para volver a nacer. Los héroes que al sufrir pruebas
pierden el cabello, simbolizan este regressus ad uterum y tienen muy poco cabello, como un
recién nacido.
Los alquimistas comparan la matriz con la mina oculta en las profundidades de la tierra: el
embrión es el mineral que nace de la tierra, mientras que el hombre es la partera que ayuda a la
naturaleza a acelerar el nacimiento.
El simbolismo del sexo
La función sexual del cuerpo ha perdido lo poco de mito y simbolismo que tuvo alguna vez en
Occidente; por lo tanto, ha pasado a ser una preocupación puramente física, y frecuentemente
patológica, en una sociedad que ya no tiene conciencia de su verdadero significado y, por
consiguiente, la encara como un simple apetito físico o un mecanismo de evasión. El
predominio de la pornografía y de una literatura y un arte obsesionados por el sexo es un signo
suficientemente claro de una mente enferma en un cuerpo enfermo, en contraposición al ideal de
mens sana in corpore sano.
El sexo fue implacablemente reprimido por el cristianismo en Occidente; su simbolismo no fue
comprendido y perdió su carácter de mito, convirtiéndose en algo desenfrenado, desequilibrado
y antinatural que se volvió como un boomerang contra quienes abusaban de él.
Las culturas
orientales, más equilibradas y menos inhibidas, no permitieron nunca que el cuerpo se divorciara
del espíritu, y el simbolismo del sexo desempeñó su legítimo papel, tanto en la religión, como
en la vida de todos los días. En el hinduismo, el linga o falo y la yoni o matriz, es decir, los
principios masculino y femenino, no sólo representan las funciones y la unión de los dos sexos
como fuerza física, sino también la creación cósmica, la renovación de la vida, los poderes
activos y pasivos del universo. En el yoga tántrico, los dos sexos desempeñan un papel en la
unión que conduce al equilibrio perfecto y a la inmersión del yo inferior en el yo superior, el
Uno esencial.
En estas tradiciones, el simbolismo del sexo no es una máscara del erotismo, puesto que la
religión ocupa un lugar fundamental y lo controla todo: la unión corporal ejemplifica la unión
del alma con el poder divino.
La perfección de esta unión da lugar nuevamente al simbolismo del yin-yang: en efecto, aunque
su prodigio va mucho más allá del sexo, es sin embargo, en ese nivel, la mejor expresión
posible. El yin y el yang, también conocidos como Tien y Ti, el Cielo y la Tierra, los Dos
Poderes de la Naturaleza, son las grandes fuerzas que operan en el universo: el equilibrio y la
unidad absolutos, ligados en el círculo de la perfección, interactúan eternamente uno sobre el
otro. Aquí vuelve a ser pertinente el simbolismo del "juego" de las fuerzas creadoras. Ningún
poder es completo en sí mismo: solo a través del "Juego mutuo", de la acción recíproca, generan
la unidad armoniosa y total. El diagrama del yin-yang revela también que cada sexo encierra en
sí el germen del otro
El simbolismo del sexo, perdido en Occidente, fue encarnado anteriormente por la alquimia en
el conjuntio, la unión del azufre y el mercurio, del rey y la reina, del oro y la plata, del sol y la
luna, que dio origen al Andrógino y devolvió así al ser humano la perfección primordial y la
totalidad.
Este simbolismo del sexo es personificado por la cabeza de dos caras del Rey-Reina, y en
Oriente por la figura mitad masculina-mitad femenina del shakta-shakti, que también simboliza
la unión e interacción de la fuerza ciega del varón y la sutil intuición de la mujer, de la acción y
la reacción y, en realidad, de todas las fuerzas opuestas y complementarias del universo.
Otros símbolos de unión son: el círculo completo, dos círculos entrelazados, dos triángulos
entrelazados cuyos vértices apuntan hacia arriba y hacia abajo, dos árboles con las ramas
entrelazadas, dos pájaros unidos por dos de sus alas y, por supuesto, todo lo que constituye un
par, por ejemplo, el rey y la reina, el sol y la luna, el cielo y la tierra, etcétera.
El simbolismo de la indumentaria y los adornos
La indumentaria no tiene en Occidente un simbolismo tan pronunciado como en Oriente, donde
las prendas de vestir y los adornos, en particular los de la mujer, indican su estado civil, esto es,
si se trata de una mujer soltera, casada o viuda, aunque esto es aplicable también, en alguna
medida, a los trajes regionales típicos que aún se ven en muchos países de Europa.
Entre los ornamentos, las piedras preciosas tienen un vasto simbolismo propio. El diamante
representa la durabilidad, el sol y la ley. Su opuesto, la perla, es el principio femenino, la luna y
el poder de las aguas, mientras que en el simbolismo chino la perla, yin, es el complemento del
jade, yang.
El verde de la esmeralda es el símbolo de la primavera y la juventud.
El rojo del
rubí, es el color de la realeza, la dignidad, la pasión y el poder, y el azul del zafiro representa los
cielos y la verdad.
El collar, la cadena y la gargantilla, hechos generalmente con metales preciosos o piedras
preciosas, son índices de jerarquía y dignidad, como la cadena del alcalde, o, en la antigua
China, la cadena del mandarín, pero también simboliza la cadena que ata a la persona a su cargo
y a sus obligaciones. El cinturón o faja ceremonial tiene el mismo significado.
Los eslabones o
cuentas de la cadena o la gargantilla representan la diversidad dentro de la unidad, la
multiplicidad de la forma en el mundo manifestado.
El brazalete simboliza también la unión y el
círculo de la vida. Hemos visto ya el significado del anillo, en relación con el matrimonio.
Puesto que el sombrero cubre la cabeza, el asiento de la vitalidad intelectual, también cubre y
contiene el pensamiento, simbolismo que perdura en el dicho "Ha cambiado de sombrero", con
lo cual se quiere significar que la persona en cuestión ha adoptado una actitud o un punto de
vista diferente.
Las prendas destinadas a cubrir la cabeza, desde la corona real hasta el capelo cardenalicio,
desde la mitra del obispo, la peluca del juez y el birrete cuadrado de los académicos, hasta el
bombín de los hombres de negocios, el sombrero de copa y la gorra de género, indican
claramente el estilo de vida y la posición social de la persona.
En otros tiempos, el sombrero
denotaba la condición de miembro de la nobleza y de hombre libre, puesto que el esclavo iba
descalzo y sin sombrero. La acción de sacarse el sombrero, sea para saludar, sea para entrar en
una casa o un recinto sagrado, implica un cortés reconocimiento de inferioridad ante la persona
a quien se saluda.
Cuando se cruza un umbral, el acto de sacarse el sombrero es parte del simbolismo ritual
implícito en el paso del mundo profano exterior al mundo sagrado interior.
Lo mismo se aplica a
la acción de quitarse los zapatos para entrar en un templo o una mezquita.
El zapato, al igual que el pie, significa movimiento y, por ende, libertad. Pero por estar en
contacto con el polvo y la suciedad del suelo, representa también lo más bajo y humilde; por
esta razón, en las ceremonias rituales la persona se quita los zapatos para desembarazarse del
vicio y las impurezas.
Las sandalias tienen una conexión lunar, puesto que la luna es la Diosa de
la Sandalia de Bronce, símbolo de la luna llena. Las sandalias con alas en los talones, usadas por
los dioses mensajeros, especialmente Hermes/Mercurio, simbolizan la rápida y ágil
comunicación entre los dioses y los hombres.
Así como la mano extendida es prueba de buena fe, quitarse el guante para saludar es símbolo
de respeto y de buenas intenciones.
En la Edad Media el guante era también una prenda de
honor. Arrojarlo al suelo era una afrenta al honor e implicaba el reto a duelo; recogerlo,
significaba aceptar ese desafío.
La capa es un signo de dignidad y de posición social, pero tiene un simbolismo ambivalente,
puesto que lleva implícito el disimulo o el ocultamiento y representa, por lo tanto, reserva,
oscuridad y secreto, como lo atestiguan las historias de "capa y espada". La túnica revela la
verdadera naturaleza del hombre, mientras que la capa la oculta. Los hechiceros, brujas y
nigromantes usan capas como símbolos de sus misteriosas artes mágicas y de los ocultos
poderes de transformación. En el arte cristiano suele representarse al Demonio envuelto en una
capa negra; lo mismo ocurre con los siniestros personajes de las leyendas y el arte profano, tales
como vampiros y brujas.
Las Reinas del Cielo y los Dioses Celestiales llevan mantos a modo de
capa, de color azul cielo.
Los trajes y vestidos ceremoniales indican los acontecimientos jerárquicos o sociales, y las
vestimentas que se usan en los actos religiosos y rituales tienen su significación propia.
Las
vestiduras sacerdotales encierran un complejo simbolismo propio en todas las religiones.
Los
trajes de ceremonia de los emperadores y funcionarios chinos no eran solo algunas de las más
espléndidas creaciones del arte y la artesanía; simbolizaban también el universo entero, y el
poder y perfección del Cielo, cuyo representante en la tierra era el emperador.
Incluso el hombre común revela su carácter, sus preferencias y su condición psicológica por la
ropa que ha elegido y usa, y por la forma en que exhibe las prendas y adornos adoptados. La
humanidad está rodeada de símbolos. Cada persona es, en realidad, un símbolo viviente.
Cooper J.C
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