domingo, 19 de mayo de 2019

CUENTOS DE HADAS - Alegorías de mundos internos - EL ALMA



En el cuento de hadas parecen reflejarse dos puntos de vista distintos respecto al alma. 
La creencia más avanzada sostiene que el alma es la auténtica personalidad y el cuerpo su manifestación temporal, la más primitiva dice que el alma es un objeto adherido al cuerpo y que éste vivirá mientras viva el alma. Este alma, para mayor seguridad, puede guardarse por separado y lo mejor es dejarla en sitio seguro, donde no esté expuesta a los peligros y riesgos a que está expuesto el cuerpo. Este punto de vista es el más ventajoso para mantener el cuerpo vivo y sujeto a su constante vigilancia. Hallar el escondite del alma y asesinarla significa el fin de ambos. 

En los cuentos de hadas, tenemos el alma prácticamente identificada con el corazón como fuente de vida. Esto tiene su origen en que, en el ciclo de cuentos del “alma separable”, el alma y el corazón se consideran indistintamente como principio vital. Yearsley dice de los cuentos de hadas en general y en particular de los del “alma separable” que: “Nos damos cuenta de que los argumentos de muchas de estas historias pueden tener un origen que se remonta a cientos e inclusive miles de años. 

Esto quiere decir que el tema tiene una universalidad innegable. Por ejemplo, el grupo de historias cuya idea central es el “alma separable” (el sitio que ocupa el alma o el corazón como centro vital, teniendo en cuenta que es un lugar secreto apartado del cuerpo) tiene distintas versiones en los cuentos populares hindúes, noruegos, gaélicos, rusos, sajones, bohemios, servios, tártaros, samoyedos y árabes y se encuentra a principios del siglo XIV A.C. en la historia egipcia de “Los Dos Hermanos”. No hay duda de que es un tema verdaderamente universal.






Toda la Obra Filosófica. De Viridarium Chymicum (1624), de Daniel Stoltzius von Stoltzenberg. 

La historia de Los Dos Hermanos narra las aventuras de Anou y Batau, dos hermanos muy unidos, separados por una trama parecida a la de “La Mujer de Putifar”. Batau se marcha al Valle de Acacia y allí coloca su corazón en las piñas de un cedro, si alguien tala el árbol, su alma morirá, pero podrá revivir al cabo de siete años. Se tala el árbol, por las maquinaciones y celos de la Reina y Batau muere, pero Anou encuentra el corazón, lo resucita y Batau, finalmente, toma la forma del Buey Apis. La Reina hace matar al toro, pero caen al suelo dos gotas de sangre y de ellas nace un aguacatero gigantesco. Continúa la Reina con sus intrigas y manda derribar el aguacatero, pero al derribarlo salta de él una astilla y vuela al corazón de la Reina, que concibe un hijo que es la reencarnación de Batau. Cuando el viejo Rey voló al cielo, Batau reinó en su lugar, hizo ejecutar a la reina y vivió por siempre feliz junto a su hermano Anou. 

Esta historia muestra una gran afinidad, tanto con los ritos del dios-rey del antiguo Egipto como con los mitos de Osiris y Horus. Osiris, a quien también asociaban con el buey Apis, estuvo encerrado en un árbol. El alma separable o símbolo externo de la vida puede encontrarse en cualquier lugar, desde el loro verde de Punchkin oculto en una jaula bajo una pila de seis ollas de barro llenas de agua y colocadas en el centro de un círculo de palmeras en medio de una espesa selva a miles de kilómetros de distancia, hasta el alma de un gigante finlandés, que se escondía en una bolsa que llevaba una serpiente de doce cabezas, o los Siete Ladrones del cuento siberiano, que cuelgan sus corazones en unos clavos, de donde los roba una Doncella Cisne que pide a los ladrones que le devuelvan su manto de plumas. En una historia de la Siberia nororiental el alma está en una bolsa y al vaciarla sobre los huesos de una mujer le devuelve la vida. 

Un cuento anamita nos dice que el alma de la heroína ha pasado a una tortuga, después a una caña de bambú y, finalmente, a un pájaro, en una historia francesa, el escondite llega a ser la cabeza de un león. Un rey de Tesalia, cuando marchaba a la guerra, podía quitarse el alma y guardarla en una caja, con lo que se hacía invulnerable, hasta que, con los poderes de la adivinación, descubrieron el escondite y destruyeron la caja, con lo que el Rey murió asesinado. En el Panchatantra, un mono cuenta cómo deja su corazón escondido en un árbol del bosque. 

El Embaucador Coyote Navajo esconde su corazón en varios sitios y muere, para resucitar de nuevo cuando recupera el corazón. Con frecuencia es un huevo el depositario del alma separada y hay cantares donde se habla del huevo de la vida, fácil de destruir cuando se encuentra. Este es el tema de una variante italiana de Barba Azul que habla de una novia asustada que, al oír que la vida del monstruo depende de un huevo, lo convence para que se lo enseñe y se lo arrebata para arrojarlo al suelo y asesinarlo. Los sitios donde se pueden esconder un alma son infinitos: un cabello rubio, un collar, una rueca, un pilar, gallos, palomas y otros pájaros. Pero, lo mismo que sucede en los cuentos del secreto del hombre, los ogros, brujas y magos resultan ser tan estúpidos que hablan solos en voz alta o revelan su secreto, como Ra y Sansón, a alguna mujer cautivadora. Otras veces hacen alarde de su invulnerabilidad, lo que provoca su desgracia. 

La idea del alma separable va unida a la creencia de que puede abandonar el cuerpo durante el sueño o en un éxtasis y mantener una existencia separada, aunque cuando se separa definitivamente del cuerpo es en el momento de la muerte. En muchos países se representa el alma en forma de miniatura y en otros como una pequeña figura humana con alas. También se creía que cualquier reflejo de una persona, bien fuese en agua, vidrio o metal, era el alma verdadera que se hacía visible y, por lo tanto, resultaba muy vulnerable. En los ritos de los hechiceros, éstos pueden guardar su alma en un animal y traerla a su presencia bajo esta forma. En una historia escocesa se combina el alma separable con antepasados animales y la doncella cisne, ya que un mortal se casa con una sirena cuya alma está en una vaca que tiene guardada el mortal para obligarla a casarse con él. Cuando ella, finalmente, recupera la vaca y vuelve al mar, deja detrás a su hijo, que es “un descendiente de la foca”. 

Es extraño, sin embargo, que un habitante del mundo acuático tenga un alma, dado que las sirenas y las ondinas carecen normalmente de alma y son capaces de cualquier cosa por conseguir una. La gran diferencia entre los mortales y los habitantes de Tir-nan-og, la Tierra de la Eterna Juventud, es que los mortales tienen almas que conservar o perder, mientras que el hada no tiene un alma mortal, y el mortal que decide vivir en Tir-nan-og, en un estado de perpetua felicidad, alegría, bailes y festejos, sólo puede lograrlo al precio de entregar su alma. La evolución del alma de los mortales requiere pruebas, tribulaciones y sufrimientos, el mundo de las hadas no conoce el sufrimiento, pero carece de alma. Hay quien dice que las hadas son inmortales, pero otras tradiciones afirman que viven mucho tiempo y al final mueren sin dejar huella alguna. 

En el mundo mortal, la muerte es algo temporal (sólo tiene lugar en el mundo regido por el tiempo), pero, como hemos visto, en el mundo de las hadas no existe el tiempo. Para los mortales es una transición de un estado a otro, de tal forma que, cuando muere el cuerpo del héroe o la heroína o, como pasa en el grupo de cuentos relacionados con la iniciación, es asesinado, comido o cortado en trozos, no debe causar ninguna sorpresa que el individuo recupere la vida milagrosamente.
En realidad, ni él ni ella han muerto nunca, sólo el cuerpo ha pasado por el trance de la muerte y el espíritu ha permanecido incólume y sin daño alguno, sobreviviendo para pasar a una etapa superior, siempre y cuando los propósitos que hayan guiado su vida hayan sido nobles. No es de extrañar, por tanto, que la madre pueda regresar para ayudar a la hija que sufre bajo la persecución de la madrastra. El espíritu puede seguir cuidando del cuerpo, pero si, por el contrario, ha sido maligno, puede regresar para perjudicar y causar daño a los seres vivos. 

Después de la muerte no se produce ninguna transformación inmediata de la personalidad, mala o buena: el individuo sigue siendo el mismo en cuanto a sus motivos, deseos y actitudes para con los que quedan en el mundo. Lo único que cambia es el poder de la muerte. Liberarse del cuerpo es liberarse de sus limitaciones y se puede ver con más facilidad dónde se necesita ayuda y prestarla de forma milagrosa, pero se puede tener también esta facilidad para hacer daño, vengarse y causar desgracias e incluso la muerte. 

Huesos y Esqueletos

La historia siberiana en que se vacía una bolsa sobre sus huesos para hacer que resucite una mujer es un ejemplo de la creencia en la resurrección partiendo de los huesos. No es sólo un detalle de hechicería, sino que, como señala Eliade, “el hueso representa la fuente misma de la vida, tanto humana como animal. reducirse a la condición de esqueleto equivale a volver a entrar en el vientre de la vida primaria, o sea, una renovación completa, un renacimiento místico”. 

El esqueleto puede ser tanto un símbolo de vida como de muerte. Esta es la razón de que se entierren esqueletos de otras criaturas junto a los restos de seres humanos: están allí para proteger a los muertos en el otro mundo. Los huesos eran lo que más importaba después de la muerte y se mencionaban constantemente en la Mitología de muchas culturas, especialmente entre los pueblos cazadores y pastores, donde se enseñaba que el hombre resucitaría de sus huesos. Los osarios se encuentran por todo el mundo y el hecho de que muchos de los huesos se pintaran de rojo indica la creencia en su relación con la fuerza vital, con la divinidad y con el poder ritual del fuego. 
En los casos de cremación parcial, los huesos eran objeto de un entierro ritual. 

En la Cristiandad, los huesos que llevan médula se equiparaban con la juventud y la fuerza, se les atribuía un poder innato y se decía que llevaban dentro de la semilla de la vida. Este es el origen de la “hoguera de huesos” como un rito de fertilidad, en conjunción con el poder vital del fuego mismo y como portador de suerte. El fémur tenía una importancia especial y en el antiguo Egipto se conocía como la “pierna fálica de Set” y el cráneo y los fémures cruzados representaban las dos fuentes vitales del poder. Los huesos, lo mismo que las cabezas, se ofrecían a los dioses en sacrificio y, en la tradición tibetana, la ofrenda de un cráneo hecha por un fantasma o un demonio significa la rendición completa, la entrega total de la persona. 

En el mito de Oceanía los huesos tienen mana, mantienen relación con el alma de la persona y los muertos pueden seguir actuando por medio de los huesos. Conservar los huesos para preservar el cuerpo es un tema constante en el Antiguo Testamento, los huesos se equiparan a la persona (Salm. 35 – 10) y molestar a los huesos es molestar a los muertos. Entre los aborígenes australianos, los huesos, especialmente los cráneos, deben destruirse totalmente para evitar que el muerto resucite en busca de venganza. En un cuento hindú, del tipo de la Cámara Prohibida, el héroe encuentra unos huesos, los quema primero y los lava después, usando así los dos grandes poderes de la vida, y hace que resucite todo un ejército. 

Este hallazgo de huesos en la cámara prohibida de las historias de Barba Azul y la recuperación de la forma humana sucede en dos países muy distantes entre sí. En el cuento de hadas inglés de Binnorie, en el que la celosa y despreciada hermana mayor ahoga a la joven princesa, su esternón, convertido en arpa, con su pelo como cuerdas, toma vida propia y canta la historia del asesinato. 
Los huesos que cantan sirven con frecuencia como medio para delatar a un asesino y, en algunos casos, con los huesos de la persona asesinada se hace una flauta que, asomando por encima de la tumba, tiene la facultad de hablar para corregir las injusticias que se han hecho con el muerto. Estos huesos o cráneos que cantan pueden indicar la presencia de un antepasado que quiere ayudar, aconsejar o advertir durante los terrores y peligros de las ceremonias de iniciación. Todas las historias en las que hay que guardar y conservar los huesos tienen las características de los procedimientos rituales. A menudo las entrañas tienen la misma importancia y reciben el mismo tratamiento ritual, como ya se ha visto en el caso particular del ciclo de Cenicienta. 

Descuartizamiento y Canibalismo 

El terror también tiene su participación importante en los cuentos de hadas con escenas de mutilaciones, decapitación y canibalismo. La escuela psicológica ve en esto un efecto de catarsis, al hacer que afloren y se exterioricen temores ocultos y aspectos violentos y oscuros de la personalidad y se puedan reconocer y hacerles frente. Los antropólogos encuentran en estos elementos restos de la costumbre de desmembrar y comer una víctima sacrificada, cuyos restos a menudo se enterraban en los campos para asegurar la fertilidad de las cosechas. Otros ven en la destrucción de los huesos o del cuerpo un método efectivo para evitar el regreso del fantasma. 

Pero el descuartizamiento tiene alguna relación con los mitos de la creación: el cuerpo descuartizado de Tiamat formó el mundo, así como lo hicieron los de los gigantes primordiales como Ymir, Purusa y Pan ku. El descuartizamiento suele ir emparejado con alguna relación hermano-hermana: Tammuz e Ishtar, Osiris e Isis y los cananitas Aleion-Anath, Adonis en Siria, Artis en Frigia y Orfeo, Dioniso-Zagreo, Acteón y Pentheus en Grecia, todos tienen algo que ver con los símbolos del descuartizamiento, de la muerte y renacimiento de la iniciación, de la desintegración y la integración. También representa la multiplicidad y fragmentación de la creación en el mundo de los fenómenos, además de la restauración final de la unidad primordial, tan pronto como el dios del mito o el héroe de la leyenda o cuento de hadas vuelve a la vida. 

En los cuentos de hadas, la decapitación es un medio de romper un hechizo y liberar a la persona embrujada, que normalmente se encuentra bajo forma animal. Lo normal es que la víctima suplique al héroe o heroína que lleve a cabo esta acción, cosa que hace contra su voluntad, pero con felices resultados. Los caballos, los cuervos, los perros, los gatos, los ratones, las ranas, las víboras, las vacas, las terneras, y los asnos son todos animales colaboradores que piden que los decapiten con lo que se liberan del hechizo. En algunas versiones de El Príncipe Encantado hay que decapitar a la rana para que se produzca la transformación. Algunas veces, una cabeza cortada actúa independientemente de guía, como ocurre en La Niña Ganso y en un cuento tunecino, en el que la cabeza de una bruja guía al héroe a un pozo, que es la entrada al otro mundo. 

Hay por todo el mundo infinitas historias de cabezas cortadas que dan consejos y hacen advertencias, cantan y llegan incluso a recitar poesías. La cabeza cantora de Orfeo se convirtió en oráculo y la del Caballero Verde instiga a peligrosas aventuras en la leyenda de Gawain, en la que el héroe le corta la cabeza al gigante, pero le sale una nueva, por lo que el caballero tiene que volver al año siguiente para decapitarlo de nuevo. Por fin logra ya un golpe definitivo y con él termina el encantamiento.  
Hay numerosas versiones de este tema en todo el mundo, entre las cuales está la de la escuela del mito solar, que lo explica como un enfrentamiento entre los dioses solares y los de las tormentas. Otros sugieren que se trata del asesinato del Año Viejo a manos del Año Nuevo: el gigante viejo y sin atractivo regresa radiante como el Año Nuevo, con sus cabellos rubios y su esplendor. La lucha entre los poderes de la luz y los de la oscuridad está simbolizada en los ritos festivos egipcios, en que Horus y sus huestes, que, como representantes de la luz, salían victoriosos, cortaban las cabezas de Set y sus seguidores. 

Pero la decapitación puede tener otro significado simbólico como un rito de separación anterior a la iniciación, ya que invariablemente precede a la reintegración. Aunque se trata de un tema tan horrendo como la decapitación, algunos cuentos tienen su detalle de humor, como sucede en una historia oriental, en la que una joven, con ayuda de una diosa, pone las cabezas a los cuerpos de su hermano y su marido, que han sido ambos decapitados. Presa de los nervios, cambia las cabezas y las coloca en los cuerpos que no les corresponden y se encuentra con el problema de tener que decidir cuál es su marido. En el canibalismo, una práctica ritual primitiva aún no extinguida, comer la carne de una persona es absorber su poder. 

Esto mismo se aplica también a la comida ritual de un animal sacrificado. Ambas costumbres reflejan en los cuentos de hadas, especialmente en la madrastra, los ogros y las brujas, que son los que representan el lado oscuro de la naturaleza. A menudo, la reina malvada, que es en realidad una hechicera o bruja, exige la carne de su hijastra o de su animal colaborador, con lo que busca no sólo desembarazarse de su rival, sino también, al estilo primitivo, hacer suyas la belleza y demás cualidades de la asesinada. Esto ocurre con frecuencia en muchas versiones de Cenicienta. 
En una versión griega hay tres hermanas cuya madre favorece a la menor y las dos hermanas mayores matan a la madre y se la comen, dedicándose después a perseguir a Cenicienta. 

 Aquí el canibalismo está patente, como en el caso de Hansel y Gretel, y nos recuerda el mito griego de Lamia, cuyo mayor placer era robar niños y comérselos. Estos monstruos femeninos aparecen en otras tradiciones como espíritus, demonios, rakshasis o brujas del tipo de Baba Yaga. En el monte Liceán de Arcadia había una fiesta caníbal en honor a Licaón, que Halliday describe como “el hábito del canibalismo ritual de las familias reales de la Grecia prehistórica”. En algunas variantes de Barba Azul interviene el canibalismo y el monstruo devora a sus esposas. 

El pareado “Fi, fai, fanal, huelo la sangre de un terrenal” se conoce en zonas muy distantes, desde los esquimales a los maoríes. La palabra terrenal da a entender que el monstruo, demonio o similar es de origen sobrenatural. En una versión inglesa, al “ser terrenal” se le da el toque local para convertirlo en “inglés terrenal”.

Cooper J.C

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