De todos los pueblos de la antigüedad, ninguno ha
manifestado por el misterio de la muerte un interés tan apasionado
y exclusivo como el egipcio. El rito mortuorio, en
las primeras épocas privilegio de los reyes o altos funcionarios,
pronto se trasladó a todas las capas sociales: todo
ser normal ambicionaba poseer las "Palabras de Potencia",
las fórmulas para devenir un dios, para sobrevivir en
la tumba.
Los parientes del muerto solicitaban a los escribas
una selección de conjuros (la más numerosa que poseemos
es la del papiro de Turín, de unos ciento sesenta conjuros)
que, en forma de rollos, colocaban en su tumba.
En la actualidad,
poseemos unos 190 fragmentos de dimensiones y
valor innegables.
Richard Lepsius hizo la primera edición
en 1842, con el nombre de Libro de los Muertos, que si bien
inexacta (el nombre correcto es Salida del Alma hacia la
Luz del Día) ha perdurado hasta nuestros días.
El cuerpo del volumen consiste en un vasto monólogo
del difunto, que dirige tanto a sí mismo como a los dioses y
entidades del Más Allá. Como en todos los textos de origen .
oriental, la repetición es una de las claves para la transmi-sión oral de las ideas.
La actitud del recitante (el difunto)
es, en general, la de un visionario: las visiones suceden a
las visiones, y una cierta incoherencia no está jamás ausente.
De las preocupaciones prosaicas (bienes, comida,
bebida) se pasa a sublimes elucubraciones sobre la Eternidad
y el Absoluto. Algunos pasajes son dramáticos, otros
patéticos, pero todos imbuidos de una profunda religiosidad.
En general, todo depende de la sangre fría del espíritu,
si no ha sido puro sobre la tierra, puede sin embargo
invocar las Palabras de Potencia, llamar a los dioses por
su Nombre, penetrar los misterios del Más Allá. ..
El Antiguo Egipto estabafascinado por el Misterio de
la Muerte.
El Universo todo es un gran sarcófago, inmenso,
cósmico. En el centro se encuentra Osiris, muerto y
momificado, derrotado por las fuerzas del Mal. Sólo los
otros dioses actúan, vengan a Osiris, pero son arrastrados
por los peligros y a veces "mueren". Las diosas viven sollozando
y lamentándose. Una atmósfera lúgubre, funeral
se extiende sobre toda la vida egipcia.
Las fuerzas del Mal triunfan. Por cierto Isis y Neftis,
Hathor y Neith protegen al mundo, pero Isis, la diosa principal,
está viuda, y por ende todo iniciado, todo egipcio,
está des protegido, abandonado ...
Osiris está muerto, pero Os iris vive. Es el Señor del
Amenti, Rey del Mundo Inferior, juez supremo de los muertos.
Existe, pero es un fantasma, un fantasma menos real
que los muertos mismos. Y en esto consiste el carácter específico,
único, del Libro de los Muertos, en esta conciliación
singular y suprema de un Os iris a la vez
presente y ausente.
Es un dios símbolo, sus roles
caen sobre los otros dioses: Ra, Tum, Horus ... La falta de Osiris transforma a la existencia terrestre en irreal,
en un crepúsculo para la vida póstuma, la única auténtica.
La tragedia de Osiris baña a todo Egipto de una angustia
indecible JI, como resultado, tenemos una actitud espiritual
única en todos los anales del espíritu humano.
Toda la atención del hombre está sujeta a su vida futura,
y son precisamente estos conjuros los que indican el
camino a seguir. Todo es caótico allí: el triunfo alIado del
terror, de la Barca del Ra a las tinieblas del Duat, de los
Campos de los Bienaventurados a la constelación del Anca.
Cronológicamente el desarrollo de la "odisea" tras la muerte
es el siguiente:
El almafranquea el "Portal de la muerte", emerge en
el Más Allá, y es deslumbrada por la "plena luz del día". El
corto fragmento, aparentemente mutilado del Conjuro
CLVIII nos relata las primeras impresiones.
Después de
haber recobrado la conciencia, el alma es irresistiblemente
atraída hacia el cuerpo que acaba de abandonar: va y viene.
Pero las entidades se encargan de guiarla, arrastrándola
lejos del sarcófago. Así deberá atravesar una "región
de tinieblas", descripta magníficamente en un fragmento
realista intercalado en el Conjuro CLXXY, que comienza
con estas palabras: "¡Oh Tum! ¿A qué lugar llego ahora?"
Desesperación, lamentos y gritos llenan las tinieblas. El
camino está obstruido.
La etapa siguiente está constituida por la llegada del
difunto ante Os iris, el "Dios-Bueno", el "Dios-del-Corazón-
Detenido", el rey del Mundo Inferior. Su morada es el
Amenti (país Occidental), el resto del Mundo Inferior es el
Duat, región sombría y desolada, que contiene el Lago de
Fuego, los Campos de Fuego (el Infierno propiamente dicho)
y los demonios.
Una vez delante de Osiris, el difunto glorifica al
"Dios-del-Corazón-Detenido". Con los brazos elevados en
adoración frente al dios inmóvil, a cuyo lado se encuentran
Isis y Neftis, el difunto pronuncia las fórmulas sagradas
... A partir de ese momento la Unión mística está hecha:
el difunto y Osiris son un solo ser.
En la etapa siguiente, comparece ante el tribunal de
justicia presidido, nominalmente, por Osiris, también está
presente Maat, la diosa de la justicia, pero no toma parte
en el debate. El difunto recita la célebre "Confesión negativa"
(Conjuro CXXV). Anubis pesa el corazón del difunto.
Si no resiste esta prueba, deberá residir en el Reino de Duat:
en caso contrario se transformará en un Espíritu santificado
(iakhu).
A partir de ese momento una nueva vida comienza
para él. Es libre de todos sus actos, de una libertad absoluta.
Puede recorrer a su voluntad el Cielo, la Tierra y el
Mundo Inferior, reconfortar a los condenados, visitar los
Campos de la Paz y los Campos de los Bienaventurados (el
Paraíso), tanto como la Barca de Ra o navegar con Khepra
por el Océano celeste.
El mismo se ha transformado en un
dios ...
Está orgulloso, constata que es joven, vigoroso, que
desborda vitalidad, en tanto que la mayor parte de los dioses
que lo rodean muestran signos de decrepitud Es por
eso que no cesa de proclamarse "el heredero de los dioses".
Así se identifica, entonces, con esos dioses: unido a
Osiris por su muerte, se transforma en Tum, Ptah, Thoth. ..
Los dioses saludan a su sucesor.
En general, estos dioses son también personificaciones
más profundas: la diosa Maat, además de presidir la
justicia, es también la noción del orden divino, de Orden en el Caos; la diosa Hathor, Madre del Mundo, representada
con una Vaca sagrada, es en sí la naturaleza elemental; en
tanto que el dios Khepra preside el devenir universal ...
Los principales diez dioses "antiguos" mencionados
en el Libro son: Nu (Nun), el Océano cósmico primordial
donde reposan los gérmenes de los mundos por venir; Shu
y Tefnut (el Aire y la Humedad); Keb (Geb), dios de la
Tierra; Nut; diosa del Cielo; Tum (Atum), el "único", el
"solitario", el dios del sol nocturno. Ra ocupa, entre otras
cosas, el lugar de Zeus en la teología griega. Y luego, Ptah,
Amón y Khnum, dioses demiurgos.
Así es, brevemente, el "argumento" principal de este
"Libro".
No hemos querido hacer de este trabajo un manual
de erudición, sí hemos querido preservar su valor poético,
tan descuidado por las ediciones anteriores. Es por
eso que nos limitamos y nos limitaremos, durante todo el
texto, a efectuar sólo las aclaraciones que creamos necesarias
para la comprensión de la lectura.
* * *
La traducción de este volumen fue efectuada revisando
las traducciones anteriores y comparándolas con el texto
jeroglífico de Wallis Budge. Este texto no tiene ningún
tipo de puntuación, tan sólo la grave majestuosidad de las
aguas del Nilo. Es quizás una idea arbitraria otorgarle un
ordenamiento poético, pero no menos cierto es que una
versión "literal" sería imposible, casi diría absurda.
La dificultad
esencial de la traducción no reside en la literalidad
del texto, sino en la comprensión de los sentidos. La tra-ducción de Birch, por ejemplo, es totalmente ininteligible.
Los egipcios pretendían que el "Libro" estaba inspirado
por el propio Thoth, y ese este dios quien habla por la
boca del difunto (Conjuro /), quien revela la voluntad de
los dioses. Así que, inspirado en Thoth, y por la Esfinge,
símbolo de lo enigmático, entrego esta versión que, sin sacrificar
escrúpulos de orden gramatical, revela por primera
vez el gran valor poético del texto.
A.L.
BUDGE WALLIS
(El Libro Egipcio de los Muertos)
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