domingo, 12 de mayo de 2019

Los Zoroastrianos



“El Zoroastrismo es la magnífica filosofía predicada hace cerca de 3.000 años por el Sabio del Irán, precursor de los Magos del Oriente que fueron a prosternarse ante la cuna de la Luz del Mundo”… Así se expresa el Reverendo Padre Marsani al inicio de su libro “Mazdeismo”. El Mazdeísmo, el Zoroastrismo, a veces llamado también Magismo o Culto del Fuego o incluso Mithraísmo, es ante todo el Bar-Din, es decir “la Buena Religiσn”. Su origen, que se había situado hacia el 6.000 antes de nuestra Era, fue rectificado luego al año 1.000 antes del advenimiento del Cristianismo, aún cuando muy a menudo se haga venir esa fecha a las proximidades del 660 antes de Jesús. El filósofo persa Zoroastro, forma griega del viejo iranio Zaratustra, nacido aproximadamente en esa época, habría comenzado su misión a la edad de 30 años. Su vida se encuentra relatada en el Avesta, que es para sus adeptos la Escritura Santa, como lo es el Corán para los Mahometanos o la Biblia para los Cristianos. La concepción de la vida que se hacía Zoroastro, era una visión simbólica de la Unidad esencial del Universo. 

En su sistema la Creación entera se ha forjado la Vía hacia una meta que no es otra que la Perfección. Ese Camino llamado “Sendero de Asha” es la Vía de la Rectitud, mientras que la Fuente del buen espíritu es Ahura Mazda “el Señor dotado de Toda Sabiduría”, y es en la voluntad de hacer el bien que los adeptos deben evolucionar. Sobre la base de su triple enseñanza: Pensamiento puro, Palabras puras, Acciones puras, el profeta Mago del Irán levanta el majestuoso edificio del Código Ético que habría de influir durante siglos sobre los Iranios y sobre sus descendientes que se consideran todos, a ese mismo título, pertenecientes a la “Buena-Religión”. ¡Resistir al Mal! , tal es el grito de guerra de los Zoroastrianos. Esa doctrina no encara el ascetismo. Es sobre todo una filosofía de la existencia que no da lugar a la renunciación, al ayuno, al celibato, a la mendicidad, a la vida monástica o a las mortificaciones de la carne. Existe una “penitencia” a título de penalidad solamente, para los “pecados” cometidos en pensamiento, en palabra o en acto. 

La base de la doctrina de Zoroastro no es simplemente el ser bueno y huir del mal, sino sobre todo hacer el Bien y resistir al mal. Europa conoció la religión del Irán en el siglo VI antes de nuestra Era por intermedio de Hostanes, el Archimago que acompañaba a Jerjes durante su expedición contra la Grecia. Más tarde, en el siglo IV a.C., Platón, Aristóteles y Teopompo dejaron entrever que conocían la obra del Profeta-Mago del Irán. En el siglo siguiente Hermippe habla claramente de él y después un buen número de otros pensadores lo mencionan, sea directamente o por otros escritos nítidamente influidos por el Zoroastrismo. Finalmente, esta filosofía que se extendió hasta el mundo transhimalayo, que se difundió entre los griegos y los romanos cultivados e influyó en los filósofos tanto occidentales como orientales, penetró también al judaísmo y por intermedio de éste al cristianismo y al Islam Naturalmente, los cristianos fueron muy influidos por esa filosofía, y el Doctor West escribe: “Raros son los cristianos dispuestos a admitir que deben sus nociones de la resurrección y del mundo futuro a las tradiciones de la religión mazdeísta. Pero eso no puede ser más claro, y los autores cristianos deben reconocer en forma unánime que las bases mismas de su religión se deben a la influencia típica de Zoroastro, aquel Líder religioso del Este” 

La creencia en la resurrección de los cuerpos, en la vida eterna, en la remisión de los pecados para el Alma inmortal, en la venida de un salvador...Todo eso que desde hacía largo tiempo había transmitido el viejo Magismo predicado por Zoroastro, fue retomado en la enseñanza del Cristianismo. En cuanto a los Judíos, el R. P. Marsani hace notar que la nítida diferencia que uno esta obligado a constatar entre los libros anteriores de los judíos y los que escribieron después de haber estado en contacto con los asirios y los persas, se debe precisamente a la influencia que recibieron de estos últimos en esas relaciones, y que según este autor se puede verificar en los Salmos tardíos, así como en los últimos Profetas, en el Libro de Job, e incluso en el Nuevo Testamento, que fue redactado después de que los judíos conocieran las tradiciones persas. Antes de la venida de Zoroastro, la religión persa era una mezcla de politeísmo, culto a la naturaleza y magia. Los sacerdotes se resistieron por un momento en un intento de conservar la antigua doctrina, pero el Zoroastrismo se instaló en Persia y luego se infiltró a través de todas las fronteras. Monoteísmo por su culto a un Dios Único, el Zoroastrismo posee otras “divinidades”, pero estas no son en realidad sino atributos divinos, ya que se trata de Ángeles y espíritus, como en el cristianismo que tomó esa idea igualmente del zoroastrismo, de manera que solamente los nombres cambiaron de una religión a otra. 

Mientras que Mithra es el ángel principal y los Amesha Spentas las inteligencias divinas, se cuenta igualmente con la existencia de un espíritu malo: Angra Mainyou. Hay evidentemente ceremonias especiales, como aquella de la preparación de la planta sagrada “Haoma”, escrita a menudo “HOM”, culto durante el cual los discípulos se velan la figura para no opacar las llamas del Fuego Sagrado, ya que si el Zoroastrismo venera al Sol, la Luna, las estrellas y los 4 elementos, es sobre todo al Fuego que los Adeptos rinden un culto especial. Según el Avesta, los ARIOS (Los Nobles) eran originalmente los indígenas del hermoso país de la Adiyana-Vaeja, la cuna de los Arios, situado en las regiones árticas desde donde descendieron sin duda hacia la llanura de Pamir. La teoría de los ARIOS como Raza pura nórdica ha sido sostenida también por otras filosofías y mitos. Según la Tradición mazdeísta, las dos ramas de origen Ario dividían el Universo en 7 Reinos, aunque no quedan sino muy pocos vestigios de las leyendas y del culto que las dos Comunidades-hermanas tenían en común, pues el Avesta no las menciona sino muy sumariamente. 

Entre el pensamiento de esta colección y las concepciones védicas hay numerosos paralelos, pero es preciso decir que hay igualmente otro tanto de contrastes, lo que iba a conducir naturalmente a un cisma. Mucho antes de la aparición de Zoroastro la religión del Irán era “Mazdayasni”, es decir dedicada a la creencia de Mazda, el Único Dios dotado de Toda-Sabiduría. Pero en todas partes ha sido siempre muy difícil observar por mucho tiempo la pureza de un culto. . Cada vez que aparece la corrupción, surge un Reformador que viene a recordar la Lección Tradicional con algunos datos mejor adaptados al tiempo y al lugar. Habíamos visto ya en nuestros Propósitos precedentes, cómo, la más Antigua y Pura enseñanza de los Vedas no pudo ser soportada por mucho tiempo en la India, ya que cada vez nuevas doctrinas vinieron a compensar las deformaciones del sistema original. 

En efecto, el Veda, el “Conocimiento Tradicional por excelencia”, dejó de ser observado y otros métodos, aunque ligados a esa misma base, vinieron cada vez a ofrecer al pueblo una mejor aplicación a la Edad, es decir, una aplicación de la LEY más adecuada a las posibilidades de la época. De ahí que en épocas regulares aparezcan esos “Avatares”, esos “Budas”, esos “Cristos”, en una palabra, Instructores que vienen un poco a restablecer el orden. Encausados siempre en el mismo Ideal, esos “Instructores” no vienen a abolir nada, sino al contrario, a hacer ejecutar la Ley, ya que de todas maneras ellos tienen cierta obligación de hacer respetar la Santa Tradición, trayendo esclarecimientos y explicaciones más precisas y aún reajustes más en relación con el estado de espíritu del siglo. En igual forma, aunque la vieja religión Mazdeísta imperaba sobre el pueblo, en ciertos períodos sufría deformaciones y perdía su autoridad. 

De ahí la venida de los Profetas (o Reformadores), los “Saoshyant”, es decir, los “Benefactores de la Comunidad”que se sucedían cada vez para traer al pueblo una mejor comprensión. La Literatura Avesta habla de la religión de esas diversas épocas, bajo el nombre de Paoviyo-Tkaeshas, que significa “los Ancianos” o aún “los primeros Iniciadores y Guías religiosos”. Entre otros se citan: Guyomard, Hoslang, Tehmuras, Jamshild, Faridoun... Y es así que aparece finalmente el reformador Zaratustra-Spitama. En efecto, una vez más la vieja religión tradicional del Irán había sufrido deformaciones y el culto a Mazda estaba tomado por una multitud de supersticiones y de hábitos mal contraídos. Reformar esa degeneración, tal fue la misión del Gran Profeta. 

Pero, como ya lo habíamos dicho, es difícil situar exactamente la época, ya que algunos tienden a situarla entre los 6.000 y 5.000 años antes de la Era Cristiana, mientras que otros, más numerosos, oscilan para fijar las fechas en las cercanías del año 1.000 a. C. Pero, como investigadores más serios han ofrecido pruebas de que eso fue en realidad unos 300 años antes de Alejandro Magno, numerosos sabios están de acuerdo para fijar la fecha del nacimiento de Zoroastro en el curso del VII siglo antes de nuestra Era. Un hombre piadoso y letrado del clan guerrero de Spitama, aliado a la familia real del Antiguo Irán, había esposado a Dughdhova, hija de un gentilhombre del país. 

Ellos tuvieron cinco hijos de los cuales el tercero se convirtió en el célebre Zaratustra. 
El nombre de Zaratustra es un patronímico que podría significar “Aquel cuyos camellos son viejos y amarillos”, pero los traductores que se ha escogido han creído más justo considerar ese nombre como equivalente de “Gran Sacerdote”. No es posible detallar aquí todos los sufrimientos morales que él debió padecer: queriendo regresar a la Religión Pura, él fue considerado hereje. Rindiendo gracia a Mazda, el Dios-Único, y rehusando todo el panteón que se había forjado desde hacía largo tiempo, él fue echado de todas partes. Nadie lo tomaba en serio, ni sus parientes ni sus amigos más cercanos querían escucharlo. Es así que durante diez años él erró a la aventura sin que sus palabras fueran tomadas en consideración. Viendo que el pueblo le rehuía, decidió consagrarse a los más altos y se marchó, pues, hacia la Bactriana, donde reinaba el Rey Vishtaspa. 

No era cosa fácil penetrar en el Palacio y hacerse escuchar; pero a costa de mil esfuerzos no solamente logra ser recibido en audiencia y denunciar las supersticiones y el culto falsamente rendido, sino convertir al Rey, a la Reina y a casi todos los miembros de la Corte. El Gran Doctor vio por fin su doctrina aceptada extenderse poco a poco por todo el Irán y pasar a otros países. Durante casi cincuenta años prosiguió su dura labor de deliberar el Mensaje de Ahura-Mazda. El círculo de discípulos que había reunido se extendió rápidamente: su religión estaba implantada. Murió a los 77 años defendiéndose y dando la vida como un soldado cuando oraba en el Templo del Fuego. Hoy día, uno no puede dejar de ver en su nacimiento una similitud con el nacimiento de Siddhartha el Buddha, hijo del Rey Suddhodana del clan de los Kshastriya, la clase de los guerreros de la India, y, en su muerte, una semejanza con aquella del Mahatma Gandhi, sobrevenida igualmente en el momento de la plegaria. 

El mismo Zaratustra había sido privado de los Escritos Sagrados, después su enseñanza ha sufrido muchas alteraciones… en una palabra, esa filosofía ha sufrido ya desgraciadamente demasiadas vicisitudes y han sido necesarias innumerables búsquedas para restablecer poco a poco todo el sistema. Los sabios constataron finalmente que la teología de Zaratustra Spitama se basaba en un monoteísmo puro y que su concepción sobre Ahura-Mazda, el Ser Supremo, se identificaba perfectamente con la noción de Yahvé. ASHA o la Ley de la Verdad (la Ley Moral), es empleada como uno de los nombres de la Divinidad Suprema, pues el Creador es nombrado Asha Mazda Ahura. MAZDA era ya el nombre de Dios para la antigua religión y fue Zoroastro quien le agregó el adjetivo de “Ahura” (el Señor Todo Sabio), es decir el Ser Absoluto en el plano manifestado. 

En nuestra concepción moderna estaríamos tentados a ver ahí una abstracción, pero no hay nada de eso, ya que se trata de la Existencia Activa Viviente del Ser Eterno cuya acción gobernante, el Universo, es manifestado para todos, pero que no es concebible sino en el pensamiento; de ahí que sea preciso servirlo y adorarlo. En eso reposa enteramente el método de Zaratustra y es en esa dirección que se encuentra el Principio fundamental de la doctrina. Es la idea del LOGOS, tan bien retomada por San Juan. El “Logos” (en el término griego: “la palabra”) es la parte del Infinito que no puede encarnarse. El “Verbo” estaba solo en el “Comienzo”. La “Palabra” estaba con Dios, pero la “Palabra” era también Dios y todas las cosas fueron hechas por ella. AHURA-MAZDA es sin Tiempo y sin Límites (zrvana, sin límites). El mundo visible y el mundo invisible manifiestan en todas las direcciones el amor bienhechor de Ahura-Mazda. Zoroastro lo describe bajo el nombre de Armaïti, que significa el “Alto Pensamiento” en el sentido de la “Devoción” y fue más tarde asimilada a la Madre Naturaleza que permite subsistir al género humano, ya que “es de Ella que nosotros nacemos, Ella la que nos sustenta y en su seno reposamos después de la muerte”. 

La Torre de Silencio reunía a los Zoroastrianos y aún ahí, ellos prometían obediencia a Armaïti. 
El Mazdeísmo quiere en efecto que los cadáveres sean colocados en lo alto de una edificación especialmente preparada para ello. Son esas famosas “Torres de Silencio” donde reposan los muertos para ser devorados por los pájaros de presa. 

“Nosotros adoramos a los Yazata espirituales 
que Dispensan las mejores (recompensas)
 y están llenos de Asha.” 
(Gathas, Cap. II, vers. 6) 

Los “Yazata”o los “Adorables” toman lugar en un rango vecino de aquel de los Amesha Spentas. 
La teología cristiana que hace intervenir en su enseñanza las mismas nociones de la vieja religión Mazdeísta, ha hecho una distinción idéntica entre los Arcángeles y los Ángeles. Habría un gran número de Yazata, pero el Avesta menciona solamente cuarenta. Plutarco habla de 24 como los más eminentes, sin embargo se citan habitualmente Treinta y Tres, comprendidos los Santos Inmortales. Las “Gathas” nombran sobre todo tres entre ellos: Sarrosa, Atar y Ashi. Entre los otros principales Yazata, los más notables son: Mithra, Aredvi, Sura y Anahita. Mithra es una divinidad indoaria que vino a ocupar una posición preeminente en la teología del Zoroastrismo una vez que hubo comenzado el último período del Avesta. 

Asociado al culto más antiguo, a la vez en el Irán y en la India, Mithra se convirtió en uno de los Yazata más populares y más en evidencia. En la Escritura Sagrada, a menudo se citan juntos Mithra y Ahura. Esa noción se remonta a una época anterior al Zoroastrismo y equivale al Mithra- Varuna védico y quizás sea precisamente Varuna el más elevado de los dioses personalizados en la India. En el “Rig-Veda”(Conocimiento Sagrado de los Versos) se habla del Tesoro de los Arios, pueblo que entró a la India por el norte varios miles de años antes de Jesucristo. Desde el punto de vista moral, Mithra protege la Verdad y se encuentra asociado a Rashnu, el genio principal de esa virtud. La Luz viene aquí como sinónimo de Verdad, así como las Tinieblas serían el equivalente de Mentira. 
Los Zoroastrianos consideran que pronunciar una contra-verdad es el pecado más grande, mientras que el Avesta resume colectivamente todo el mal de la Humanidad como el “Druj”, la mentira. 
Entre los espíritus tutelares relacionados con los cuatro elementos, Atar (el fuego) recibe la más alta distinción, puesto que es “Puthro Ahurahe Mazdao”, es decir “el Hijo de Ahura Mazda”. 

Evidentemente, no se trata simplemente de una adoración de los adeptos al elemento Fuego, ya que es preciso tomarlo como se comprende a AGNI en la India, es decir en el sentido de atributo divino, el cual se manifiesta a través de la “Shakti” (Fuerza-Poder) debido a la elevación de “Kundalini”, elevación que debe ser comprendida, por otra parte, como un desarrollo de la Energía Vital. En sánscrito, aquello que brilla se llama también “Atharan”, es decir “lo que tiene Atar”, lo que posee “fuego”, como cuando se habla del “fuego” de una piedra preciosa para referirse a su brillo. 
En el sentido figurativo se dice justamente “el fuego de la juventud” para dar a comprender la alegría, la salud, el dinamismo “chispeante“. Inclusive se habla de la “llama del amor” para caracterizar el calor del sentimiento. Por lo tanto, no se trata solamente del Fuego, sino de la chispa divina, de la llama que esta en todo corazón humano. El R. P. Marsani escribe aún :“En el santuario de la Iglesia Católica, la llama sagrada indica la presencia sacramental de Dios, el Redentor, justo como en el santuario del templo Zoroastriano la llama perpetua muestra la presencia de Ahura-Mazda.” (1939, Biblioteca histórica) Esa identidad de las dos religiones señalada por un autor cristiano, demuestra muy bien que ese culto del fuego, si así se lo quiere llamar, tiene pues sus justas razones. Por otro lado, como bien lo hace notar Max Müller: “Si se le llama ‘religión del Fuego’ a la religión de Zoroastro, se tendría que decir lo mismo de los hindúes, de los judíos, etc... Y como los zoroastrianos también oran dirigiéndose al astro real, ¿por qué no llamarlos adoradores del Sol? Incluso se les podría considerar adoradores del agua, puesto que ellos recitan oraciones ante los lagos, las fuentes, los manantiales y al borde del mar...” 

Así, el hecho de venerar la naturaleza y glorificar todas las riquezas del Creador, no es una “adoración” o un culto especial, sino una actitud muy normal del Ser Pensante. Lo que diferencia al Hombre del animal, que no tiene ni el “razonamiento” espiritual ni la “reflexión” intelectual, es justamente el hecho de “pensar”. El Hombre debe dar gracias a la Existencia, a todo aquello que fue creado y tiene vida, incluyendo los astros, los elementos, lo orgánico y aún lo inorgánico”. El“Atar” zoroastriano es el Fuego, pero mucho más en su aspecto simbólico, como todo aquello que está definido en el Atharva-Veda. En ese libro-tratado del hinduismo se analiza profundamente la importancia de que el Sello de Dios lleve un Sol, Sϋryashandra-masâbhyâ, ya que su principal cualidad es aquella de aclarar el mundo. “Ator” o Athor fue a menudo confundido con Athys, la divinidad iniciática egipcia, pero sin duda ese término debe ser visto más bien como el hormo de los alquimistas, lo que deja sobrentender de inmediato, no solamente el fuego para calentar el crisol, sino incluso la llama sagrada que anima a los buscadores de la Gran Trasmutación alquímica espiritual. Es también en ese sentido que el Conde de San Germán habla del Atanor. En efecto, ese altar triangular que se menciona en la “Santa Trinosofía”, es ciertamente un símbolo más bien que una construcción material. La ideas de templo, altar, columna, etc… se presentan casi siempre como un concepto emblemático, pero a menudo se trata de una transposición que queda por hacer. 

El conde de San Germán había estudiado el Zohar, la Torah y todas las Escrituras Santas, y ciertamente también fue muy influido por la enseñanza de Zoroastro, como todos los Iniciados. 
En realidad, el zoroastrismo reside en el hecho de una voluntad segura de evolución por la Fe, esa llama sagrada que reside en el individuo y que no pide otra cosa que ser animada. 
Es una filosofía que recurre al trabajo de perfeccionamiento y al espíritu de mutua ayuda en relación con los más débiles; es el ideal de una colectividad en marcha hacia una Conciencia Universal. Todo zoroastriano cree que la mejor arma de que dispone para combatir al espíritu malo, es la fórmula Ahunavar, el “Pater” de Zoroastro. El texto de esa plegaria es el más antiguo y por eso también el más difícil de traducir. Varios autores lo han intentado y sus distintas versiones se resumen más o menos en ésta: “Así como existe un Señor Supremo, existe asimismo un Jefe Espiritual en razón de su rectitud, y los dones del Buen Espíritu están destinados a quienes trabajan para el Señor, y la fuerza de Ahura le está acordada a quien protege al pobre.” 

La filosofía mazdeana acepta la concepción según la cual el ser humano esta constituido por tres cuerpos: el “somaticón”, el “psychicón” y el “pneumaticón” de que habla San Pablo. Estos son los planos: material, intelectual y espiritual de ciertas filosofías, o el cuerpo físico, la materia plástica y la chispa divina de otras teorías. Se trata siempre de la misma base: un cuerpo visible hecho de carne y materias formadas por la misma naturaleza; otro cuerpo semi-visible, llamado también “el doble” o “cuerpo astral” y que es el “cordón” que une la materia a un tercer cuerpo que es espiritual invisible y eterno. Es a propósito de ello que Zoroastro predicaba la pureza del Alma tanto como la del cuerpo: “Yaosdao Masilla Aipi Zanthem Vahista” (la Pureza es lo mejor que hay desde el instante mismo en que venimos al mundo). Esa purificación, esa depuración, esa necesidad de “blanquear” el Alma y de “lavar” el cuerpo, plantea el problema del Libre-Arbitrio, puesto que los zoroástricos aceptan la posibilidad de trabajar su voluntad en armonía con la ley. 

Los zoroastrianos cultivan los atributos de Spenta Armaïti: devoción benevolente, amor y servicio social, pues para ellos la recompensa existe ya en ésta tierra, es decir que los actos buenos se pagan inmediatamente para un mejoramiento de esta encarnación terrestre. Ahura Mazda, el Ser Supremo, el Señor-Todo-Sabio vela constantemente y a la vista de buenas acciones “paga al contado”. El zoroastrismo, que enseña la Vida Eterna, plantea que el propio Hombre es el salvador de sí mismo, el artesano de su “Cielo” o de su “Infierno”, y la pequeña plegaria que el zoroastriano recita tres veces por día: “Vispa Humata, Vispa Hukkta, Vispa Hvarshta”, le recuerda que son los buenos pensamientos, las buenas palabras y las buenas acciones, los que lo conducen al Cielo. 

En cada una de las páginas del Yasna, regresa la máxima: “Aquello que siembras, tú cosecharás...”
La religión predicada por Zoroastro es verdaderamente el Bar-Din, la “Buena Religión”, o también la Religión del Bien. Esas son, más o menos, las grandes líneas de la enseñanza de Zaratustra- Spitama. En el curso de esta pequeña exposición no hemos querido hacer demasiados comentarios personales. Sin embargo, el problema del Libre- Albedrío que acabamos de tocar, hace surgir necesariamente algunas observaciones. En efecto, esa cuestión del determinismo y la Libertad quedan siempre como la piedra de toque de la filosofía, de manera que para considerar seriamente la teoría moderna, no podemos menos que recurrir a un maestro de la psicología actual: Karl Jaspers. En su libro “Vernunft und Existenz” (“Razón y existencia”) el gran filósofo alemán expone su punto de vista sobre la situación contemporánea: “Con el más grande sistema filosófico del idealismo alemán, la filosofía occidental desde Heráclito y Parménides hasta Hegel, ha llegado a un punto extremo después del cual ya no puede sino declinar. Ese esfuerzo gigantesco para fertilizar por la razón las arenas de lo irracional, anexando al espíritu histórico lo oscuro, lo vital, el mineral mismo, y englobando todas las contradicciones en la armonía del sistema, ha hecho de su propio triunfo la suprema traición: el sentido de la realidad y su poder de morder –y de colmar a la vez- el sentimiento de que uno mismo es el hogar único de decisión - en fin, la seguridad de estar en proceso y en libertad con un ser que yo no soy y que ni siquiera sobrevuelo, todo eso que hace la pimienta de la vida humana, queda inmerso en una construcción espléndida, irrisorio palacio que uno construye pero que uno no vive. Hegel se encuentra al final de la filosofía occidental concebida como un saber universal, total, sistemático.” K. Jaspers es ciertamente muy discutido, pero hay que reconocer que su filosofía ha influido una gran parte de las concepciones modernas. 

Como en las grandes épocas de la historia filosófica y religiosa, no se puede negar la crisis de la metafísica clásica, de manera que ha llegado el momento de hacer ciertos reajustes. Al respecto, digamos que sin considerar a este filósofo alemán como “el” reformador de la Era, de todas maneras hay que admitir que representa una tendencia bien anclada ya en los espíritus desde hace algunas décadas. Esa “Filosofía de la Existencia” (Edición de Seuil, París 1947) es compartida por numerosos Pensadores actuales que siguen esa corriente místico-intelectual contemporánea. Traductores de las obras de Karl Jaspers son los Srs. Dufrenne y Ricoeur (3), que ya hemos tenido la ocasión de citar en nuestro Propósito Psicológico Nº IV, y que han sabido manifestar un modo de filosofar tan serio y comprensible. En el segundo volumen de su “Filosofía…”, Karl Jaspers discute sobre la LIBERTAD: “Buscar pruebas de la libertad es una tentación, no solamente para el entendimiento que no concibe realidad definible y demostrable más que por el modelo del objeto, sino para la existencia misma que quisiera contratar un seguro contra la pérdida de la libertad. 

El problema de la libertad se plantea efectivamente en la angustia, como todo problema nacido del movimiento de la conciencia absoluta en el origen, es decir en ese punto secreto de mi mismo donde mi existencia está en cuestión” (II-621). “Al salir de la inocencia despreocupada de una infancia envuelta en el tejido de la familia, veo de golpe que estoy reducido a mí mismo, al mismo tiempo que por un movimiento de revuelta adolescente, que los novelistas han descrito a menudo, yo declaro la guerra al mundo (II- 25 y 187). Pero, inmediatamente después de esa sedición irreflexiva, volviendo sobre mi mismo, me pregunto si esa libertad que acabo de saborear no es ilusoria y la posibilidad de una no-libertad me aterra hasta las raíces de mi ser” (II-188). “Tal es el precio que la libertad toma a mis ojos y esa es verdaderamente la cuestión de confianza que me planteo a mi mismo. 
Inversamente, el precio de la libertad es éste: sin la amenaza de la desesperación posible, no hay libertad. 

Como a pesar de mí yo no soy libre por naturaleza sino solamente cuando percibo la posibilidad de no ser libre y de perderme, en ese instante es en plena consciencia que yo afronto ese riesgo inevitable y mortal. Posibilidad tanto más obsesionante, por cuanto estoy secretamente tentado a consentirla, y como la libertad requiere de mi un enrolamiento y el repudio por escoger la riqueza seductora y vana de los posibles me aterra también, yo me fugo delante la libertad al mismo tiempo que la revindico. Ser libre y no ser libre son dos perspectivas muy temibles.” (II-267) K. Jaspers se distingue en esto de Jean- Paul Sartre, para quien el hombre no puede no ser libre; en efecto, Sartre concluye su filosofía con la frase: “Estamos condenados a la libertad...” Robert Campbell ha señalado muy bien el sentido que es preciso dar aquí a la palabra “libre”: “Cuando nos dice que el ser humano es libre, el filósofo francés entiende por eso que está arrojado ahí, que existe sin saber por qué y sin poder evitarlo. Abandonado a sí mismo, tendrá que hacerse siguiendo su propia iniciativa, ya que como hijo pródigo de su creador nadie puede hacerlo por él. Para él, vivir es escogerse a cada instante sin la menor esperanza de liberarse de esa obligación, ya que él no es libre de cesar de ser libre.” Pero, regresemos a nuestro filósofo alemán quien estudia “las cercanías de la Libertad”. “Para discernir la libertad ensayemos, pues, poner de manifiesto las formas de necesidad con las cuales ella choca como sus límites. 

Descubriremos que esos límites son también sus condiciones y asiremos por ahí, aunque incompletos, sus primeros aspectos como, por ejemplo, que el estudio de los límites de la libertad puede ser conducido con referencia a una fenomenología del querer, ya que los límites de la libertad son aquellos de la voluntad.” Sin embargo, los Srs. M. Dufrenne y P. Ricoeur, insisten muy justamente en la necesidad de replantear primero la idea tradicional de aquello que Jaspers, siguiendo los trabajos de Klages, llama la voluntad formal. Es una actividad situada en el más alto grado de la escala del comportamiento, ya que está definida por la clara conciencia de la meta, la sumisión al motivo preponderante y la elaboración reflexiva de los medios. 

Esa actividad que propone, supone, determina y enuncia reglas, obligando a un esfuerzo de disciplina, proscribiendo el dejar pasar y la fantasía, autoriza a identificar la voluntad con la razón; o al menos sería la racionalidad la que garantizaría doblemente la objetividad del querer, al permitirle apoyarse sobre razones valederas y, a la vez, que él mismo se presente como accesible a un conocimiento objetivo. En realidad, el problema del Libre Arbitrio y del Determinismo, permanece siempre como una importante cuestión en la base de todos los principios filosóficos que se han sucedido a través de los tiempos. Naturalmente, esa cuestión debe ser estudiada también bajo el aspecto de las necesidades y tendencias de una individualidad en el seno de la colectividad humana. Francois Picard, en “Los fenómenos sociales entre los animales” (Ed. Colin, Paris, 1933) examina la “especificidad de la tendencia social” y plantea el problema: “Por cierto que el hábito de agruparse y de vivir en sociedad no se encuentra en todos los seres en general y en muchos casos se observa la tendencia inversa hacia el aislamiento. 

De todas maneras, son muchos los animales que viven juntos, pero los grupos pueden afectar modalidades muy diferentes, desde las sociedades complejas de las abejas y las hormigas, hasta la simple agrupación de los individuos. Ahora, ese determinismo ¿es el mismo en la base de todas esas formas de vida social? Para Wheeler Morton, entomologista norteamericano, autor de una obra sobre “Las sociedades de los Insectos” (1926), el aislamiento es una tendencia innata independiente de toda finalidad, así como hay una tendencia al agrupamiento. Ésta es una “apetencia” tanto como el hambre, el instinto sexual, etc...; pero se trata de una propensión continua más débil y menos espasmódica, por consiguiente menos evidente, de ahí que en lugar de buscar la procedencia de ese instinto, cabría preguntarse por el origen del instinto de acoplamiento o de la sensación de hambre. Rabaud encuentra suficientemente explicativo el término de “apetencia” y lo compara con la virtud dormitiva del opio. Para éste autor, el fenómeno social está determinado por una “interatracción”: asimismo, algunos animales son atraídos por otros individuos de la mima especie, de la misma forma que son atraídos o rechazados por olores, sensaciones visuales, térmicas, etc... La apetencia de Wheeler o la inter-atracción de Rabaud, designan en fin de cuentas una tendencia al acercamiento entre los seres de una misma especie. 

La comparación con el opio se aplica a los dos términos y, en último análisis, a todas las propiedades fisicoquímicas, así como a todas las manifestaciones psíquicas. La inter-atracción puede ser puesta en evidencia en todas las sociedades, aún en las más complejas, puesto que permanece como el factor determinante original sin el cual no podría haber vida social. Pero no se sigue de ello que otras causas no se puedan agregar a ésta reforzando su acción e imprimiendo un carácter particular en cada uno de los diversos tipos de sociedad. Uno de los errores más extendidos, y compartido por la mayoría de los autores que han escrito sobre las sociedades animales, es hacerlas derivar de la familia y particularmente de la vida sexual...Por cierto, la atracción sexual no se encuentra en la base de las sociedades y tampoco se la debe confundir con la atracción social que tiende a acercar a los individuos fuera de toda finalidad. Incluso al contrario, esas dos tendencias pueden revelarse antagonistas, ya que muchas sociedades se disuelven en cuanto aparece la atracción sexual. 

La mayoría de las bandadas de pájaros se diseminan en parejas aisladas en el momento de la reproducción, como las Utardas, los Pinzones, los Gorriones, los Paros, etc. Así lo hacen también los Renos y otros animales entre los mamíferos. Pero, si no hay manera de sostener que la sociedad proviene del instinto de atracción sexual ¿sería más justo suponer que deriva del hecho de vivir en familia? Pues en ese caso no sería la atracción sexual, sino la educación de los jóvenes lo que crearía la sociedad...Debido a que los seres sociales, tanto como los insociables, deben reproducirse y criar su progenitura, se observan naturalmente procesos familiares en el seno de las sociedades, pero no hay que caer en la ilusión de creer que éstos hayan creado la sociedad independientemente de una atracción recíproca preexistente. 

Los efectos de ésta se hacen sentir tanto sobre los parientes como sobre los demás individuos, ya que ocurre muy a menudo que los miembros del grupo se reproducen entre ellos acabando por estar todos más o menos emparentados. Pero ¿acaso los seres solitarios no crían a sus hijos? El “Gato-que-anda-solo”, como dice Kipling, no tiene menos cuidado de sus cachorros que la Marmota o la Ondrata. El Pitirrojo, que es un solitario intratable ¿acaso no nutre su empolladura con tanto amor como la Garza o el Chucas?...Por otra parte, se encuentra sociabilidad en especies donde no hay la menor traza de vida familiar...luego, la familia no es la primera etapa de la vida social. Veamos de nuevo en “Comunicación y Sociedad” la concepción de K. Jaspers sobre ese tema. 

Él escribe en la ocurrencia: “Puesto que el encuentro con el otro es un incidente contingente, parece que la comunicación pueda realizarse, en efecto, primero al nivel del ser empírico. ¿No es ella efectiva en la sociedad donde el hombre vive con el hombre en constante intercambio? Consideremos entonces las relaciones humanas tal como las exploran la psicología y la sociología. Éstas se anudan en tres planos. Su primera forma es la inserción ciega en una comunidad, del hombre que no habiendo tomado conciencia de sí mismo no cuestiona la influencia que ha sufrido: hace lo que todos hacen, cree lo que todos creen, piensa lo que todos piensan. Después, cuando por el ejercicio del entendimiento este hombre ha probado su poder de pensar por sí mismo, la relación toma una nueva forma, puesto que ya no reúne individuos sepultados en una comunidad, sino a monadas independientes que obedeciendo a una exigencia universal de racionalidad se comprenden en el pensamiento y en la acción. Esa es la República de las conciencias en general donde cada sujeto guarda el anonimato. En fin, cuando después de ese desvío necesario hacia lo abstracto, el hombre regresa al sentimiento de una comunidad concreta, él la toma como una idea cuyo sentido no ha terminado de explorar y que da ella misma un sentido a su vida. 

Es entonces que la comunicación se establece al nivel del espíritu y recibe un contenido concreto. La adhesión ciega que el hombre daba hace un momento a la comunidad, se ha convertido en alistamiento consciente para una finalidad que amplía indefinidamente el horizonte de su acto. Así, cuando se convierte en miembro del Estado, es decir, de la última instancia soberana que organiza a la sociedad, él participa en el destino real de la humanidad y quizás sea él mismo al defender al Estado arriesgando su vida, quien decida el sentido de ese destino. Filosofía, II, 50,51,52.) Jaspers retoma, en su “Vernunft Und Existenz”el análisis sintético de aquellos modos de comunicación que preludian la comunicación existencial dibujando una triple comunidad: comunidad de las simpatías y de los intereses vitales; comunidad de los individuos que se identifican como Seres de entendimiento; comunidad de los miembros de un Todo que se relacionan a éste como a su Idea. “El deseo del Señor, es la Regla del Bien.” Zoroastro Regresemos ahora al Zoroastrismo, esa filosofía del buen-querer, es decir de la voluntad puesta en acción (a pesar de la comprensión de un cierto determinismo) hacia el fin laudable de hacer el Bien. 

El Mazdeísmo, ese monoteísmo de la Antigüedad y, a partir de la Edad Media, el “parsismo”, ha tenido como órgano diversas lenguas emparentadas a las lenguas de la India que se han denominado lenguas iranias, o también “eranias”. En efecto, Víctor Henry, Profesor de sánscrito en la Universidad de París, especializado en lenguas indo-europeas, hace notar que el término “Eran” o “Irán” es derivado del Zend “Airyana” que significa “País de los Arios”. Según este autor se debería aplicar el nombre “Eran” al período anterior a nuestra Era y normar el uso del término “Irán” para los tiempos que siguen a ella. El Zend” o “Avéstico”, hermano casi contemporáneo del Sánscrito, era la lengua de la Antigua Meda, en el noroeste del Eran, que es justamente aquella de los libros atribuidos a Zoroastro. En seguida, hacia el siglo VI antes de nuestra Era, apareció el “viejo persa”. 

El “Parsi” es la lengua Pehlvi desembarazada de su “zavaresh”, esto es, del disfrazamiento o el procedimiento criptográfico que consiste en escribir en semítico y pronunciar en eranio. Así, por ejemplo, en la frase“hay 46 signos que nos fueron dados conocer en la India”, los franceses pronuncian “quarante-six”; los ingleses dirán “forty-six”, mientras que los alemanes pronunciarán “sechs und vierzig”. El “Pazend” (“bajo-zend”) así como el “Parsi”, no son propiamente lenguas sino transcripciones del Pehlvi: El origen del Pehlvi que sucede al Persa Anciano, data del tiempo de los Sasánida. Los Partos no hablaban exactamente semíticoarameo, sino que su lengua era el persa, o más bien el medo-persa o Pehlvi. Finalmente, en el siglo X, aparece el persa moderno. La primera traducción del Avesta considerada seria, fue la que emprendió James Darmesteer, a quien se recurre siempre. 

El Avestismo toma su nombre del título del canon litúrgico de esa religión. El Magismo, del nombre de sus Grandes Sacerdotes. El Parsismo, del nombre de sus adherentes actuales de origen persa. El Zoroastrismo, de la forma que tomó el nombre de su fundador entre los griegos. Es siempre naturalmente el Mazdeísmo, nombre de la religión del Dios Mazda, la divinidad principal, ya que los otros “dioses” no son sino sus gloriosos sirvientes. En cuanto al término moderno de “Guebres”, proviene de la tragedia de Voltaire. Apenas un décimo de los Mazdeanos permanecen en su país de origen (10.000 Gabars en Persia) mientras que se cuentan más de 100.000 Parsis en el Indostán, en Surate y sobre todo en Bombay. 

Cuando se habla del brebaje sagrado del Parsismo se suelen hacer muchas alusiones al “Haoma” (en pehlvi: “Hom”). En el Avesta se le dice “montañoso” y sería un pájaro divino el que lo habría depositado para la salvación del hombre. Naturalmente, se trata mucho más de una planta simbólica que de un vegetal corriente. Ese término pehlvi “Hom” hace pensar evidentemente en la palabra sagrada de los tibetanos que regresa en cada mantram: AUM mani padme HUM. En efecto el “Hom” o “Haoma” es una ambrosía espiritual, idéntica al “Soma” de los Iniciados de la India. Sσma es el nombre de la Luna en viejo sánscrito pero es sobre todo el néctar de los dioses, una planta misteriosa. Por otra parte parece que esa planta habría sido importada a la India por los Sacerdotes Arios que la habrían conocido sobre la meseta del Eran. 

Haoma y Soma están reservadas a los oficiantes que se humedecen con algunas gotas del néctar. Se ha discutido mucho sobre la existencia real de esos productos, pero si es cierto que esas plantas existen verdaderamente, es primeramente en un sentido simbólico que hay que comprender su consumo. Es frecuente que el “poder” de ciertos iniciados se atribuya a una bebida especial y el caso es generalizado en numerosos mitos; la Sabiduría de tal Maestro provendría de que absorbería el jugo de tal planta; los dones de tal otro Mago serían la consecuencia de beber un líquido especial fabricado por él, etc...Todo eso da que pensar, ya que si ciertos indígenas han podido mostrar el efecto de las plantas misteriosas, en realidad estas no son suficientes por sí mismas para adquirir “dones”, poderes o la Sabiduría. Evidentemente, es preciso “beber” sobre todo la enseñanza y ese Haoma muy bien podría ser la quintaesencia del Avesta. 

Los orígenes y los autores del Avesta son muy difíciles de fijar; generalmente se atribuye a Zoroastro la autoría de ese Libro sagrado, pero él habría compuesto a lo sumo algunos textos y aportando así únicamente su colaboración a la Obra que ya existía ciertamente mucho antes. El “Avesta”, que significa “la Ley”, es tanto el Código Moral como la Lección religiosa. La tradición del Dinkart la divide en 21 grandes colecciones o “Naska”, que se reparten en tres series de siete cada una. 1) Naskas Gáthicas, Son desarrollos y comentarios de los himnos. 2) Naskas jurídicos. 3) Naskas manthricos o mixtos. Hoy día el Avesta no se resume sino en un simple pequeño breviario para los Parsis. Está compuesto de dos partes: el Avesta propiamente tal y el Khordah- Avesta (o “pequeño Avesta”) y es este el que contiene los Yashts (cortas plegarias). Propiamente el Avesta lo constituyen los 3 Libros llamados: Yasna, Vispered y Vendidad. Su comentario en pehlvi lleva el título de “Zend” que significa “Conocimiento”, “interpretación”, y es así que ha nacido el empleo un tanto abusivo de “ Zend -Avesta” para ese libro sagrado. 

La literatura Avéstica se compone entonces de: LIBROS CANÓNICOS: 

1) YASNA (sacrificio) que contienen la liturgia por excelencia con sus 72 divisiones que son los “Hâiti” o “Hâ”. 

2) GATHAS (Los Himnos) distribuidos en 5 Cantos. 

3) VISPERED (Todos los Señores) es un texto de 24 capítulos o“Karda” que consisten en invocaciones a todos los dioses. Es, pues, una especie de pequeño Yasna. 

4) VENDIDAD que norma la práctica del sacerdocio y contiene la cosmogonía, el derecho civil y diferentes reglas a seguir. 

5) YASHTS. Es más técnico y es el elemento esencial del culto dedicado a los Yazatas. Se han encontrado solamente 21 pedazos, pero deberían haber normalmente 30 para las consagraciones respectivas de cada día del mes mazdeano. 

6) SIROZA del que había uno grande y otro pequeño, son las 30 breves invocaciones para cada día del mes. 


LIBROS AUXILIARES: 

1) MINOKHARD (Inteligencia Divina). Es un tratado místico. 

2) BUNDAHISHM. Cosmogonía, Teología, leyendas épicas de la Persia Avéstica. 

3) FARHANG (Léxico). Léxico Zend-Pehlvi, sobre las citaciones del Avesta.

 4) NIRANGISTAN. Compilación litúrgica y citas de libros perdidos. 

5) ARDA VIRAF NAMAK. Cuenta la historia de Arda Viraf en los Infiernos y describe las penas y las recompensas según los actos. 

6) DINKART. Es un análisis de los 21 Naskas del Avesta primitivo. 

7) DADISTANI DINIK. 92 cuestiones sobre los dogmas, la liturgia y la interpretación jurídica. 

8) SHIKAND GUMANIK. Trabajo polémico contra las religiones extranjeras y las sectas heréticas. 

9) SHAYAST-LA-SHAYAST. Tratado de casuística que toca incidentalmente casi todas las cuestiones sobre religión. 

10) SADDAR. Manual del perfecto Mazdeano. 

11) El Gran RIVAYAT. Es el mismo sujeto tratado como en el Shayast-lâ- Shayast. 

12) El célebre poema persa SHAH-NAMEH; “Libro de los Reyes” de Firdûzi. 

13) Hacia la misma época, el historiador árabe Albîrûni, en una obra sobre las cronologías de los pueblos antiguos, ha consignado informaciones preciosas sobre la liturgia, las Eras y las Fiestas sagradas de Persia. 

14) En el siglo XIII, Neryosengh, un Dastϊr de la India, tradujo al sánscrito la parte más grande del Yasna y el Khorda-Avesta. 

La lista que sigue sería ya demasiado larga, pero podemos contentarnos con esa documentación para tener una idea general de esta doctrina. El pre-Zoroastrismo, así como su hermano, el viejo Vedismo, era politeísta, mientras que el Mazdeísmo y el Brahmanismo, sus descendientes respectivos, son monoteístas. Y, como un acuerdo notable, ambos se han convertido en ello sin por eso renegar de uno solo de sus miles de dioses prehistóricos. Pero ahí se detiene la coincidencia ya que es por dos vías muy diferentes que ellas se han elevado a la concepción de un Dios Único. 

En “Literatura de la India”, pag. 400, Víctor Henry, explica que la primera ha hecho entrar todos sus dioses, unos en otros por vía de identificación parcial o sucesiva (5), de manera que ellos no aparecen sino como manifestaciones de un Ser Único multiforme; el segundo, por la vía de establecer sin más una jerarquía divina muy compleja y minuciosamente ordenada, que hacía descender a todos los dioses, menos a UNO, a la categoría de criaturas perfectas, sin duda, pero subalternas, de manera que nuestras palabras “ Ángel” o “ Arcángel” son las más adecuadas para traducir los términos honoríficos con los cuales se les designa. 

El resultado final de ese trabajo de clasificación es la teología del Avesta. Se ha ensayado definir los orígenes míticos del Dios Supremo, pero en el Avesta éste se ha desembarazado enteramente del mito y espiritualizado. Su nombre completo es AHURA-MAZDA (el Señor Todo Sabio) en pehlvi es AUHR-MAZD, y en persa ORMAZD u ORMUZD. Es generalmente bajo este último nombre que la literatura zoroástrica menciona la divinidad que enseña la religión a Zoroastro después de la aparición del Acángel Vohuman. Ormuzd es evidentemente el mismo nombre de Ahura-Mazda como “Luz del Mundo” y opuesto a AHRIMAN, el “Príncipe de las Tinieblas”. Ormuzd, el Buen-Genio de los Persas, ocupa la primera tajada de 3.000 años de los 12 milenios del planeta según la concepción Irania. 

Esa es la creación, después viene la época de lucha con Ahriman, la fabricación de las fuerzas del mal por Ahriman y, en fin, la guerra de los dos antagonistas “Bien” y “Mal”, para llegar a la última época que marca la aparición de Zoroastro: el Gran-Profeta- Reformador. Dios lleva además 129 otros nombres sagrados y 22 sobrenombres accesorios. Basta resumir el catálogo, dice todavía V. Henry, autor de un libro intitulado “El Parsismo” (Ed. Dujarric, París, 1905.): “Se dice que ellos corresponden a los atributos del Dios de nuestras propias teodiceas, con la diferencia de que si bien es el Poderoso, no es aún el TODO-Poderoso, ya que su poder es contrariado y limitado por la acción del Espíru-Malo, ante el cual sin embargo triunfará al final del período actual, para reinar enseguida eternamente y sin entrabas.” 

Desde hace 3000 años Ormuzd había creado el mundo espiritual y reinaba sobre él sin división ni trastornos, cuando Ahriman hizo su irrupción. Entonces Ormuzd creó al mundo material en seis períodos, y al hombre en último lugar, y ello duró tres mil años. Durante ese tiempo, Ahriman estaba reducido a la impotencia, estupefacto por el “Ahura-Vairya”, la plegaria de las 21 palabras que Ormuzd había recitado. Cuando despertó de su torpeza, se enfureció y procedió entonces a su contra-creación. Este fue el largo duelo de los Dos Espíritus. Finalmente, nace Zoroastro y las armadas del malvado comienzan a retroceder: la victoria de Ormuzd se dibujaba cada vez más gracias a la doctrina del Gran Profeta en el que se convertirá en definitiva. Ahriman entrará entonces en su negra tiniebla y la Bienaventurada Luz no sufrirá más eclipses.

El año zoroástrico, que comienza el 21 de Marzo, en el equinoccio de primavera como inicio astronómicamente verdadero, se ciñe al calendario astrológico. En efecto, 0º del signo del Cordero, es el único punto de partida para un Tiempo cósmico realmente aplicable a nuestra Tierra. 
Los mazdeanos completan el año de doce meses y 30 días cada uno, agregando 5 días complementarios, cada uno de los cuales es una “Gâh”, lo que quiere decir que está consagrado a uno de los 5 Gîhas. Cada 120 años se agrega entonces un año de 13 meses para compensar los años bisiestos. Es un sistema más o menos similar al empleado por las viejas civilizaciones de América Antigua, y en particular por los Mayas.

Serge Raynaud de la Ferrière

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