domingo, 12 de mayo de 2019

Texto Introductorio: / Propósitos Psicológicos



Si queremos comprender bien el advenimiento del Cristianismo, debemos retroceder un poco hacia el año 30 antes de nuestra Era y analizar la situación de la época. El gran movimiento filosófico que se encontraba en curso en ese período era la enseñanza de Hillel, el Anciano, quien se había convertido en un renombrado Maestro en Jerusalén. Pero desde mucho antes de Hillel existían lugares donde los estudiantes recibían las enseñanzas de sus Maestros. Ben Sira se refería a ellos como beth ha-midrash o “Casa de Instrucción” y también yeshibah, que más tarde llegó a tener el significado de “Academia de Estudios” y que muy bien podía tener el valor de escuela esotérica y de Colegio Iniciático. 

Por otro lado, las fuentes serias de información relacionadas con Hillel, hablan de una verdadera comunidad de discípulos, es decir, del uso que hacía el Maestro de los acontecimientos de cada día para tomarlos como base de una conversación de importancia religiosa o ética. Él intentaba extraer el Saber de la Torah en el círculo inmediato de sus discípulos, como una expresión de amor para sus hermanos los hombres. Entre sus numerosos alumnos Hillel reconocía 30 verdaderos discípulos, como Moisés que contaba solamente los que tenían el don de profecía. En cuanto a Josuah, según la Sukkah 28, contaba treinta capaces de milagros y veinte discípulos “medios”. 

Es posible que Hillel, que estaba espontáneamente inclinado hacia el hasidismo, haya cultivado conscientemente la forma religiosa hasídica en Jerusalén a fin de contrarrestar un exceso de la secta del ahavat hesed. Ahora bien, el hasidismo primitivo, que florecía ya en el cuarto siglo antes de nuestra Era, encuentra su vía en la Orden de los Esenios. Por otra parte, se puede decir que para los Fariseos y otros grupos emparentados, lo importante era el cultivo del antiguo Ideal hesed, cuyo ejemplo habían tomado seguramente de la Fraternidad del Mar Muerto, aunque quizás aplicándolo mal. El significado del término hebreo hesed varía mucho cuando se lo traduce a nuestras lenguas modernas; se lo ha traducido en efecto como: misericordia, bondad, constancia, resolución, amor, etcétera, de manera que es preferible dejarlo en su forma original. 

Pero digamos de paso que a menudo su forma adjetiva hasid (en plural hasidim) significa “piadoso” en el sentido religioso. Por ejemplo, en el sacerdocio se describe a José, hijo de Joezer, como “un hasid” y se le considera como el último de una larga cadena de Maestros que estudiaba la Torah a la manera de Moisés. “Después de ese momento la Torah ya no fue estudiada de esa manera” (Temurah, 15, b). Ahora bien, esa crisis de la tradición talmúdica iba a ser remediada con la aparición de Hillel, el Anciano. I.F. Baer hace notar una posible relación entre el nombre “essenoi” y “escenes”, ya que los Sacerdotes de Efeso habían decidido “vivir como Esenios (esseneuein), en la pureza y en la piedad” (“The historical Foundations of the Halacha”,1952, p.43). Por su parte Glatzer 1 opina que si se acepta una relación entre el antiguo hasidismo y la secta del Qoumrán, el término hesed citado en Miqueas (VI-2) como “ahavat hesed” y las referencias al amor de hesed en el Manual de Disciplina (II, 24; V,4, 25; VIII, 2; X, 26) no son puras coincidencias.

Si bien la secta jamás se nombró a sí misma hasidim, las reglas sociales y el carácter comunitario de la vida en la secta permiten suponerlo; el Manual de Disciplina, por ejemplo, habla de “un contratante de hesed”. En el texto original de los Proverbios XI-17, se encuentran las palabras “isch hesed” que fueron traducidas en nuestra Biblia como “el hombre bueno”. Refiriéndose a su alma, Hillel dice: “Quiero hacer el bien (hesed)”. Asimismo, en las discusiones sobre el resultado del día del Juicio, la Escuela de Hillel habla del atributo divino de misericordia: hesed. Una de las sentencias de Hillel sobre la importancia de sabias lecturas era: “Un ignorante no puede ser un hasid”. A la muerte de Hillel sus discípulos nombraron las tres principales características del Maestro: el hasid, el hombre humilde, el discípulo de Ezra. 

En cuanto a Johanan, hijo de Zakkai, a quien la tradición mira como el discípulo más próximo de Hillel, después de la destrucción del Templo tomó como divisa la citación de Oseas: “Deseo heded (misericordia) y no sacrificios.” Todavía N. N. Glatzer, en su artículo “Hillel el Anciano a la luz de los Pergaminos del Mar Muerto”, llama la atención sobre el hecho de que el Maestro de la Recitud haya sido visto como el hombre a quien Dios le había dado un corazón para interpretar todas las palabras de Sus servidores, los profetas. Dios le ha hecho conocer todos los secretos (misterios) de las palabras de los profetas. El grupo de la secta era dirigido por un “Expositor, (un buscador) de la Torah (doresh ha-torah) nombrado la Estrella, a quien se aplica el pasaje bíblico de los Nϊmeros XXIV-17 - 2. 

Sabemos ya por Filón que los Esenios dedicaban mucho tiempo y atención al estudio. El pasaje del Probus (80-82) traducido por F.H. Colson detalla muy bien que “…cuando el grupo se reunía, uno tomaba los libros y leía en voz alta, mientras que otro venía y explicaba lo que no se hubiera comprendido”. 

La razón de estudio concentrado y exposición, “la transmisión del Saber de las Leyes del esposo a su mujer, del padre a sus hijos, del señor a sus esclavos” está descrita en el bosquejo idealista de la constitución mosaica de Filón: “es un grupo en el que se considera que es siempre a propósito de las virtudes que se tienen las reuniones y las discusiones, y esto, siguiendo la documentación de la Torah”. 

El estudio de la Torah no podía, pues, consistir simplemente en una aplicación del oído, sino sobre todo en una comprensión con el espíritu. En efecto, regresamos siempre a lo mismo: una enseñanza no debe ser tomada a la letra sino que debe ser comprendida en su espíritu. Es evidente que el error es humano y si tan pronto como el hombre intenta escribir sus pensamientos en textos hay ya una parte que escapa al entendimiento, qué decir entonces de las Lecciones de los grandes maestros que han sido interpretadas de diversas maneras como consecuencia de diferentes traducciones. En efecto, la Sabiduría Divina no sería de este mundo... y los hombres no hacen más que interpretar a su manera los designios de Dios… Como muy bien lo dice René Alleau: la Sabiduría divina es ANTERIOR a la Creación. Ella representa “lo Originalmente Puro” y para el Ser creado manifiesta: la virginidad misma de lo DESCONOCIDO (la INCÓGNITA) que es el Pensamiento de Dios. La sabiduría humana es POSTERIOR a la Creación; pertenece al orden del tiempo, ella pasa, mientras que la otra permanece en la Eternidad sin comienzo ni fin. 

Una inventa el sintema, la otra muestra el símbolo. Hemos tenido la oportunidad de citar al autor de “La Naturaleza de los Símbolos” (Edit. Flammarion, París, 1958). Según él, se debe reservar el nombre de “símbolo” para los signos reconocidos como sagrados por una Iglesia o una Tradición religiosa, mientras que el término “sintema” debe ser reservado para los signos convencionales por intermedio de los cuales un LAZO MUTUO es establecido entre los hombres, sea entre ellos, o sea entre ellos y una idea o una acción, entre los puntos de la extensión y los momentos de la duración, o entre ellos y las cosas sobre las cuales operan. 

Frederic Creuzer, en “Las religiones de la Antigüedad consideradas principalmente en sus formas simbólicas y mitológicas” sostiene que las imágenes de la escritura primitiva (o Kyriológica) y las imágenes simbólicas pertenecen a órdenes esencialmente diferentes, sin negar que exista alguna relación entre ambas. Pero el autor no admite que el conocimiento de la evolución de los signos de la escritura sea suficiente para concebir la verdadera esencia de un símbolo y piensa que “para encontrar las raíces profundas de toda representación figurada habría que buscarlas más bien en el campo del símbolo” y esto, proponiendo una regla: “la lógica simbólica no debe ser mirada como una forma arbitraria, sino como una expresión primitiva natural y necesaria de la inteligencia humana”. En segundo lugar, aquello que nosotros llamamos “imagen” o “figura”, es la marca del carácter o la forma de nuestro entendimiento y es tan necesaria como un yugo al que ni siquiera el espíritu más exacto y más riguroso puede sustraerse. 

La imagen y la metáfora en el sentido aristotélico son los primeros elementos del lenguaje simbólico. La característica común que les es propia es aquella de juntar bajo un solo punto de vista y de expresar con una sola palabra varias propiedades de un mismo objeto que se presentan instantánea y conjuntamente y que el alma capta, en cierta manera, de una sola hojeada. Según Aristóteles, bastan dos ejemplos para distinguir una imagen de una metáfora: si se dice “Aquiles se lanzó como un león” se trata de una imagen; si se dice “Ese león se lanzó”, es una metáfora. Existe igualmente la “parábola”, pero para ello no podemos menos que enviar al lector a la magnífica obra de Maurice Nicoll: “El Nuevo Hombre”, de la cual citaremos sin embargo los principios expuestos por ese autor en su primer capítulo: “el Lenguaje de las parábolas”. 

“Todas las escrituras sagradas tienen un sentido interno y otro externo. Tras la literalidad de las palabras yace escondida otra gama de significados, otra forma de conocimiento. Según una de las más antiguas tradiciones, hubo una época en la que el Hombre estaba en contacto con esos conocimientos y significados internos, de manera que muchos de los relatos del Antiguo Testamento proporcionan un conocimiento diferente y su significado interno es muy distinto del que tienen cuando se los lee al pie de la letra. Relatos como el Arca de Noé, o el Mayordomo y El Panadero del Faraón, o la Torre de Babel, Jacob y Esaú, El guisado de lentejas y muchos otros más, tienen un significado psicológico interno alejado de su significado al nivel del entendimiento literal. En los Evangelios la parábola se utiliza de la misma manera.” “Como ocurre con todas las escrituras sagradas, el lenguaje de las parábolas es difícil de entender. 

Los Evangelios emplean, en efecto, muchas parábolas que se refieren a viñas, padre de familia, mayordomos, hijos dispendiosos, aceite, agua, vinagre, semillas, sembradores, tierra y muchas otras cosas. Pero ese es su significado literal. Leídos al pie de la letra, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento no solamente resultan llenos de contradicciones, sino que encierran un sentido cruel y repulsivo. Entonces es muy natural preguntarse: ¿Por qué las escrituras que llamamos sagradas están hechas de tal forma que conducen a extravíos? ¿Por qué no se explica su significado con toda claridad?” Un poco más lejos en esa primera parte de su obra, el autor dice también: “La idea subyacente de toda escritura sagrada, es la de proporcionar un significado más elevado que el de las meras palabras y su verdad debe el Hombre percibirla INTERNAMENTE. 

Este sentido más elevado, oculto, interno y esotérico, que se vuelca en palabras e imágenes accesibles a los sentidos ordinarios, puede captarse solamente mediante la comprensión y es justamente en ese punto que surge la primera dificultad cuando se trata de proporcionarle al Hombre un entendimiento superior. El entendimiento literal de un hombre no es necesariamente igual a su capacidad para captar un significado psicológico. Una cosa es entender literalmente y otra entender psicológicamente. “Tomemos por ejemplo algunos mandamientos, como el que dice: “No matarás”. Esto es literal, pero su significado psicológico es: “No matarás en tu corazón”. 

El mandamiento “No adulterarás” es literal, pero su significado psicológico es mucho más profundo y se refiere a la mezcla de doctrinas y enseñanzas distintas, incluso a menudo suele decirse que las gentes se prostituyeron al ir tras otros dioses y cosas por el etilo. También tenemos que el significado literal del mandamiento “No robar” es obvio, pero su sentido psicológico es más profundo, ya que psicológicamente “robar” significa pensar que uno hace las cosas por sí mismo mediante sus propios poderes, sin advertir que uno ni siquiera sabe qué es, ni cómo piensa, ni cómo siente, ni siquiera cómo se mueve.” Maurice Nicoll, continúa diciendo: “El propósito de todas las escrituras sagradas es transmitir un significado y un conocimiento superiores, por medio de un conocimiento ordinario que se toma como punto de partida. Su objetivo es proporcionar al hombre un significado superior empleando términos de un significado inferior, de manera tal que el hombre pueda pensar por sí mismo. El ser humano piensa primero a un nivel natural y ordinario, y de este nivel debe partir para poder elevar su entendimiento. 

Desde este punto de vista, la parábola es un transformador del entendimiento; es también un medio de conexión entre el nivel inferior y otro superior del desarrollo del entendimiento y de la comprensión.” Pero regresemos a nuestro significado del símbolo. El Abad Auber, uno de los más sabios anticuarios franceses, autor de “Historia y teoría del simbolismo religioso antes y después del cristianismo”, París, 1884, plantea el problema como sigue: “Pero, ante todo qué es un símbolo. 

Remontándose a la fuente griega de la palabra, encontramos su más expresa significación allí donde se ha formado como TO SUMBOLON, que significa una nota o un signo en la lengua oriental. Ese es su sentido propio y primitivo. Pero aquí el sustantivo, liberado de su molesta envoltura, se ha extendido como siempre hacia otros objetos con los cuales se le descubre cierta afinidad. En efecto, una nota o un signo suponen necesariamente una relación establecida entre éstos y algo más. Es por ello que por uno de esos fenómenos filológicos con los cuales todas las lenguas se enriquecen apenas formadas, la misma palabra símbolo, actuando según la fuerza de su composición: SUM-BALLO, ha venido a significar a su vez: todo aquello que existe por la agregación de dos elementos de naturalezas simpáticas. Traducida como “Aviso” que dar a alguien, “Presagio” de un acontecimiento por venir, la palabra SUM-BALLO designaba originalmente una tésera de marfil o de madera que tenía un uso muy variado entre los Romanos, y de la cual se habían servido igualmente en Grecia las sectas filosóficas como signo de unión y que comprometía a no compartir los secretos sino entre iniciados de un cierto valor. 

De ahí a un “sello” no había sino una distancia imperceptible, y como esos sellos servían como signos de reconocimiento y conservaban las convenciones sociales, vinieron a ser también símbolos: “TA SUMBOLA”. J.D. Guigniaut, recuerda el ejemplo clásico de la tablilla rota por dos personas que, según una antigua costumbre contraían así un lazo de hospitalidad. Esas dos mitades eran llamadas “SUMBOLA” por los Antiguos, es decir, símbolos. Finalmente, la idea de símbolo en el sentido más general se confunde con aquella de signo. (J.D. Guigniaut, París, 1825. 

Traducción de la obra de Creuzer: “Las Religiones de la Antiguedad.”) El erudito alemán Frederic Creuzer, después de haber establecido que “explicar los símbolos y crear figuras simbólicas son dos funciones constantemente reunidas en la religión primitiva”, muestra que según una creencia unánime de las tradiciones religiosas, los dioses han descendido a la tierra para instruir a los mortales. Apolo introdujo su propio culto en Delfos, Ceres instruyó a los reyes del Ática en Eleusis e inventó el precioso uso de los signos sagrados. Hermes, la fuente reverenciada de toda sabiduría, era a los ojos de los egipcios el institutor de la religión, el fundador de los ritos sagrados y el autor del Libro de los Libros. La tradición china atribuye a Fo-Hi un papel semejante al de Hermes y, en cuanto a los Persas, el “HOM” es presentado por el Zend-Avesta a la vez como el “maestro de la Palabra de Vida” y como “su eco sobre la tierra”, es decir que es el anunciador y al mismo tiempo el brebaje de la salud, como el mismo Árbol de la Vida. 

Serge Raynaud de la Ferrière

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 1 Nahum N. Glatzer, profesor de historia judía en la Branders University, es una de las autoridades más consultadas sobre esas cuestiones. Publicó en Europa varias monografías en alemán. 

2 Nota Edición Internet. Nϊmeros XXIV-17: “Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas no de cerca: Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set.” 

* En sentido primitivo la idea más simple de la palabra “símbolo” es “una cosa compuesta de dos”. Pero para comprender bien toda la filiación de “SUMBOLON”, es preciso referirse al verbo que se encuentra en la raíz de esa palabra: a) SUMBALLEIN = reunir, juntar; b) SUMBALLEIN y SUMBALLESTAI es encontrarse con alguien, hallarse, tratar con alguien; c) Comparar su pensamiento con un caso presente, extraer conjeturas o buscar penetrar alguna cosa enigmática.

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