Si queremos comprender bien el advenimiento del Cristianismo, debemos
retroceder un poco hacia el año 30 antes de nuestra Era y analizar la situación
de la época. El gran movimiento filosófico que se encontraba en curso en ese
período era la enseñanza de Hillel, el Anciano, quien se había convertido en un
renombrado Maestro en Jerusalén. Pero desde mucho antes de Hillel existían
lugares donde los estudiantes recibían las enseñanzas de sus Maestros. Ben
Sira se refería a ellos como beth ha-midrash o “Casa de Instrucción” y también
yeshibah, que más tarde llegó a tener el significado de “Academia de Estudios”
y que muy bien podía tener el valor de escuela esotérica y de Colegio Iniciático.
Por otro lado, las fuentes serias de información relacionadas con Hillel,
hablan de una verdadera comunidad de discípulos, es decir, del uso que hacía
el Maestro de los acontecimientos de cada día para tomarlos como base de una
conversación de importancia religiosa o ética. Él intentaba extraer el Saber de la
Torah en el círculo inmediato de sus discípulos, como una expresión de amor
para sus hermanos los hombres. Entre sus numerosos alumnos Hillel reconocía
30 verdaderos discípulos, como Moisés que contaba solamente los que tenían el
don de profecía. En cuanto a Josuah, según la Sukkah 28, contaba treinta
capaces de milagros y veinte discípulos “medios”.
Es posible que Hillel, que estaba espontáneamente inclinado hacia el
hasidismo, haya cultivado conscientemente la forma religiosa hasídica en
Jerusalén a fin de contrarrestar un exceso de la secta del ahavat hesed. Ahora
bien, el hasidismo primitivo, que florecía ya en el cuarto siglo antes de nuestra
Era, encuentra su vía en la Orden de los Esenios. Por otra parte, se puede decir
que para los Fariseos y otros grupos emparentados, lo importante era el cultivo
del antiguo Ideal hesed, cuyo ejemplo habían tomado seguramente de la
Fraternidad del Mar Muerto, aunque quizás aplicándolo mal.
El significado del término hebreo hesed varía mucho cuando se lo traduce a
nuestras lenguas modernas; se lo ha traducido en efecto como: misericordia,
bondad, constancia, resolución, amor, etcétera, de manera que es preferible
dejarlo en su forma original.
Pero digamos de paso que a menudo su forma
adjetiva hasid (en plural hasidim) significa “piadoso” en el sentido religioso. Por
ejemplo, en el sacerdocio se describe a José, hijo de Joezer, como “un hasid” y
se le considera como el último de una larga cadena de Maestros que estudiaba
la Torah a la manera de Moisés. “Después de ese momento la Torah ya no fue estudiada de esa manera” (Temurah, 15, b). Ahora bien, esa crisis de la tradición
talmúdica iba a ser remediada con la aparición de Hillel, el Anciano.
I.F. Baer hace notar una posible relación entre el nombre “essenoi” y
“escenes”, ya que los Sacerdotes de Efeso habían decidido “vivir como Esenios
(esseneuein), en la pureza y en la piedad” (“The historical Foundations of the
Halacha”,1952, p.43). Por su parte Glatzer 1 opina que si se acepta una relación
entre el antiguo hasidismo y la secta del Qoumrán, el término hesed citado en
Miqueas (VI-2) como “ahavat hesed” y las referencias al amor de hesed en el
Manual de Disciplina (II, 24; V,4, 25; VIII, 2; X, 26) no son puras coincidencias.
Si bien la secta jamás se nombró a sí misma hasidim, las reglas sociales y el
carácter comunitario de la vida en la secta permiten suponerlo; el Manual de
Disciplina, por ejemplo, habla de “un contratante de hesed”.
En el texto original de los Proverbios XI-17, se encuentran las palabras
“isch hesed” que fueron traducidas en nuestra Biblia como “el hombre bueno”.
Refiriéndose a su alma, Hillel dice: “Quiero hacer el bien (hesed)”. Asimismo,
en las discusiones sobre el resultado del día del Juicio, la Escuela de Hillel
habla del atributo divino de misericordia: hesed. Una de las sentencias de Hillel
sobre la importancia de sabias lecturas era: “Un ignorante no puede ser un
hasid”. A la muerte de Hillel sus discípulos nombraron las tres principales
características del Maestro: el hasid, el hombre humilde, el discípulo de Ezra.
En cuanto a Johanan, hijo de Zakkai, a quien la tradición mira como el
discípulo más próximo de Hillel, después de la destrucción del Templo tomó
como divisa la citación de Oseas: “Deseo heded (misericordia) y no sacrificios.”
Todavía N. N. Glatzer, en su artículo “Hillel el Anciano a la luz de los
Pergaminos del Mar Muerto”, llama la atención sobre el hecho de que el
Maestro de la Recitud haya sido visto como el hombre a quien Dios le había
dado un corazón para interpretar todas las palabras de Sus servidores, los
profetas. Dios le ha hecho conocer todos los secretos (misterios) de las palabras
de los profetas. El grupo de la secta era dirigido por un “Expositor, (un
buscador) de la Torah (doresh ha-torah) nombrado la Estrella, a quien se aplica
el pasaje bíblico de los Nϊmeros XXIV-17 - 2.
Sabemos ya por Filón que los Esenios dedicaban mucho tiempo y atención
al estudio. El pasaje del Probus (80-82) traducido por F.H. Colson detalla muy
bien que “…cuando el grupo se reunía, uno tomaba los libros y leía en voz alta, mientras que otro venía y explicaba lo que no se hubiera comprendido”.
La
razón de estudio concentrado y exposición, “la transmisión del Saber de las
Leyes del esposo a su mujer, del padre a sus hijos, del señor a sus esclavos”
está descrita en el bosquejo idealista de la constitución mosaica de Filón: “es un
grupo en el que se considera que es siempre a propósito de las virtudes que se
tienen las reuniones y las discusiones, y esto, siguiendo la documentación de la
Torah”.
El estudio de la Torah no podía, pues, consistir simplemente en una
aplicación del oído, sino sobre todo en una comprensión con el espíritu.
En efecto, regresamos siempre a lo mismo: una enseñanza no debe ser
tomada a la letra sino que debe ser comprendida en su espíritu. Es evidente
que el error es humano y si tan pronto como el hombre intenta escribir sus
pensamientos en textos hay ya una parte que escapa al entendimiento, qué
decir entonces de las Lecciones de los grandes maestros que han sido
interpretadas de diversas maneras como consecuencia de diferentes
traducciones.
En efecto, la Sabiduría Divina no sería de este mundo... y los hombres no
hacen más que interpretar a su manera los designios de Dios…
Como muy bien lo dice René Alleau: la Sabiduría divina es ANTERIOR a
la Creación. Ella representa “lo Originalmente Puro” y para el Ser creado
manifiesta: la virginidad misma de lo DESCONOCIDO (la INCÓGNITA) que
es el Pensamiento de Dios. La sabiduría humana es POSTERIOR a la Creación;
pertenece al orden del tiempo, ella pasa, mientras que la otra permanece en la
Eternidad sin comienzo ni fin.
Una inventa el sintema, la otra muestra el
símbolo.
Hemos tenido la oportunidad de citar al autor de “La Naturaleza de los
Símbolos” (Edit. Flammarion, París, 1958). Según él, se debe reservar el nombre
de “símbolo” para los signos reconocidos como sagrados por una Iglesia o una
Tradición religiosa, mientras que el término “sintema” debe ser reservado para
los signos convencionales por intermedio de los cuales un LAZO MUTUO es
establecido entre los hombres, sea entre ellos, o sea entre ellos y una idea o una
acción, entre los puntos de la extensión y los momentos de la duración, o entre
ellos y las cosas sobre las cuales operan.
Frederic Creuzer, en “Las religiones de la Antigüedad consideradas
principalmente en sus formas simbólicas y mitológicas” sostiene que las imágenes de la escritura primitiva (o Kyriológica) y las imágenes simbólicas pertenecen a
órdenes esencialmente diferentes, sin negar que exista alguna relación entre
ambas. Pero el autor no admite que el conocimiento de la evolución de los
signos de la escritura sea suficiente para concebir la verdadera esencia de un
símbolo y piensa que “para encontrar las raíces profundas de toda
representación figurada habría que buscarlas más bien en el campo del
símbolo” y esto, proponiendo una regla: “la lógica simbólica no debe ser
mirada como una forma arbitraria, sino como una expresión primitiva natural
y necesaria de la inteligencia humana”.
En segundo lugar, aquello que nosotros llamamos “imagen” o “figura”, es
la marca del carácter o la forma de nuestro entendimiento y es tan necesaria
como un yugo al que ni siquiera el espíritu más exacto y más riguroso puede
sustraerse.
La imagen y la metáfora en el sentido aristotélico son los primeros
elementos del lenguaje simbólico. La característica común que les es propia es
aquella de juntar bajo un solo punto de vista y de expresar con una sola
palabra varias propiedades de un mismo objeto que se presentan instantánea y
conjuntamente y que el alma capta, en cierta manera, de una sola hojeada.
Según Aristóteles, bastan dos ejemplos para distinguir una imagen de una
metáfora: si se dice “Aquiles se lanzó como un león” se trata de una imagen; si
se dice “Ese león se lanzó”, es una metáfora. Existe igualmente la “parábola”,
pero para ello no podemos menos que enviar al lector a la magnífica obra de
Maurice Nicoll: “El Nuevo Hombre”, de la cual citaremos sin embargo los
principios expuestos por ese autor en su primer capítulo: “el Lenguaje de las
parábolas”.
“Todas las escrituras sagradas tienen un sentido interno y otro externo.
Tras la literalidad de las palabras yace escondida otra gama de significados,
otra forma de conocimiento. Según una de las más antiguas tradiciones, hubo
una época en la que el Hombre estaba en contacto con esos conocimientos y
significados internos, de manera que muchos de los relatos del Antiguo
Testamento proporcionan un conocimiento diferente y su significado interno
es muy distinto del que tienen cuando se los lee al pie de la letra. Relatos como
el Arca de Noé, o el Mayordomo y El Panadero del Faraón, o la Torre de Babel,
Jacob y Esaú, El guisado de lentejas y muchos otros más, tienen un significado
psicológico interno alejado de su significado al nivel del entendimiento literal.
En los Evangelios la parábola se utiliza de la misma manera.”
“Como ocurre con todas las escrituras sagradas, el lenguaje de las
parábolas es difícil de entender.
Los Evangelios emplean, en efecto, muchas
parábolas que se refieren a viñas, padre de familia, mayordomos, hijos
dispendiosos, aceite, agua, vinagre, semillas, sembradores, tierra y muchas
otras cosas. Pero ese es su significado literal. Leídos al pie de la letra, tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento no solamente resultan llenos de
contradicciones, sino que encierran un sentido cruel y repulsivo. Entonces es
muy natural preguntarse: ¿Por qué las escrituras que llamamos sagradas están
hechas de tal forma que conducen a extravíos? ¿Por qué no se explica su
significado con toda claridad?”
Un poco más lejos en esa primera parte de su obra, el autor dice también:
“La idea subyacente de toda escritura sagrada, es la de proporcionar un
significado más elevado que el de las meras palabras y su verdad debe el
Hombre percibirla INTERNAMENTE.
Este sentido más elevado, oculto,
interno y esotérico, que se vuelca en palabras e imágenes accesibles a los
sentidos ordinarios, puede captarse solamente mediante la comprensión y es
justamente en ese punto que surge la primera dificultad cuando se trata de
proporcionarle al Hombre un entendimiento superior. El entendimiento literal
de un hombre no es necesariamente igual a su capacidad para captar un
significado psicológico. Una cosa es entender literalmente y otra entender
psicológicamente.
“Tomemos por ejemplo algunos mandamientos, como el que dice: “No
matarás”. Esto es literal, pero su significado psicológico es: “No matarás en tu
corazón”.
El mandamiento “No adulterarás” es literal, pero su significado
psicológico es mucho más profundo y se refiere a la mezcla de doctrinas y
enseñanzas distintas, incluso a menudo suele decirse que las gentes se
prostituyeron al ir tras otros dioses y cosas por el etilo. También tenemos que
el significado literal del mandamiento “No robar” es obvio, pero su sentido
psicológico es más profundo, ya que psicológicamente “robar” significa pensar
que uno hace las cosas por sí mismo mediante sus propios poderes, sin
advertir que uno ni siquiera sabe qué es, ni cómo piensa, ni cómo siente, ni
siquiera cómo se mueve.”
Maurice Nicoll, continúa diciendo: “El propósito de todas las escrituras
sagradas es transmitir un significado y un conocimiento superiores, por medio
de un conocimiento ordinario que se toma como punto de partida. Su objetivo
es proporcionar al hombre un significado superior empleando términos de un
significado inferior, de manera tal que el hombre pueda pensar por sí mismo.
El ser humano piensa primero a un nivel natural y ordinario, y de este nivel
debe partir para poder elevar su entendimiento.
Desde este punto de vista, la
parábola es un transformador del entendimiento; es también un medio de
conexión entre el nivel inferior y otro superior del desarrollo del entendimiento
y de la comprensión.”
Pero regresemos a nuestro significado del símbolo. El Abad Auber, uno de
los más sabios anticuarios franceses, autor de “Historia y teoría del simbolismo
religioso antes y después del cristianismo”, París, 1884, plantea el problema como sigue: “Pero, ante todo qué es un símbolo.
Remontándose a la fuente griega de
la palabra, encontramos su más expresa significación allí donde se ha formado
como TO SUMBOLON, que significa una nota o un signo en la lengua oriental.
Ese es su sentido propio y primitivo. Pero aquí el sustantivo, liberado de su
molesta envoltura, se ha extendido como siempre hacia otros objetos con los
cuales se le descubre cierta afinidad. En efecto, una nota o un signo suponen
necesariamente una relación establecida entre éstos y algo más. Es por ello que
por uno de esos fenómenos filológicos con los cuales todas las lenguas se
enriquecen apenas formadas, la misma palabra símbolo, actuando según la
fuerza de su composición: SUM-BALLO, ha venido a significar a su vez: todo
aquello que existe por la agregación de dos elementos de naturalezas
simpáticas.
Traducida como “Aviso” que dar a alguien, “Presagio” de un
acontecimiento por venir, la palabra SUM-BALLO designaba originalmente
una tésera de marfil o de madera que tenía un uso muy variado entre los
Romanos, y de la cual se habían servido igualmente en Grecia las sectas
filosóficas como signo de unión y que comprometía a no compartir los secretos
sino entre iniciados de un cierto valor.
De ahí a un “sello” no había sino una
distancia imperceptible, y como esos sellos servían como signos de
reconocimiento y conservaban las convenciones sociales, vinieron a ser
también símbolos: “TA SUMBOLA”. J.D. Guigniaut, recuerda el ejemplo
clásico de la tablilla rota por dos personas que, según una antigua costumbre
contraían así un lazo de hospitalidad. Esas dos mitades eran llamadas
“SUMBOLA” por los Antiguos, es decir, símbolos. Finalmente, la idea de
símbolo en el sentido más general se confunde con aquella de signo. (J.D.
Guigniaut, París, 1825.
Traducción de la obra de Creuzer: “Las Religiones de la
Antiguedad.”)
El erudito alemán Frederic Creuzer, después de haber establecido que
“explicar los símbolos y crear figuras simbólicas son dos funciones
constantemente reunidas en la religión primitiva”, muestra que según una
creencia unánime de las tradiciones religiosas, los dioses han descendido a la
tierra para instruir a los mortales. Apolo introdujo su propio culto en Delfos,
Ceres instruyó a los reyes del Ática en Eleusis e inventó el precioso uso de los
signos sagrados. Hermes, la fuente reverenciada de toda sabiduría, era a los
ojos de los egipcios el institutor de la religión, el fundador de los ritos sagrados
y el autor del Libro de los Libros. La tradición china atribuye a Fo-Hi un papel
semejante al de Hermes y, en cuanto a los Persas, el “HOM” es presentado por
el Zend-Avesta a la vez como el “maestro de la Palabra de Vida” y como “su
eco sobre la tierra”, es decir que es el anunciador y al mismo tiempo el brebaje
de la salud, como el mismo Árbol de la Vida.
Serge Raynaud de la Ferrière
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1 Nahum N. Glatzer, profesor de historia judía en la Branders University, es una de las
autoridades más consultadas sobre esas cuestiones. Publicó en Europa varias monografías
en alemán.
2 Nota Edición Internet. Nϊmeros XXIV-17: “Lo veré, mas no ahora; lo miraré, mas
no de cerca: Saldrá ESTRELLA de Jacob, Y se levantará cetro de Israel, Y herirá las
sienes de Moab, Y destruirá a todos los hijos de Set.”
* En sentido primitivo la idea más simple de la palabra “símbolo” es “una cosa compuesta
de dos”. Pero para comprender bien toda la filiación de “SUMBOLON”, es preciso referirse
al verbo que se encuentra en la raíz de esa palabra: a) SUMBALLEIN = reunir, juntar; b)
SUMBALLEIN y SUMBALLESTAI es encontrarse con alguien, hallarse, tratar con alguien; c)
Comparar su pensamiento con un caso presente, extraer conjeturas o buscar penetrar alguna
cosa enigmática.
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