miércoles, 1 de mayo de 2019

UPANISHAD - TEXTO VIII


SVETASVATARA UPANISHAD

1

Los amantes de Brahman preguntan:
¿Cuál es el origen de este universo? ¿Qué es Brahman? ¿De dónde venimos? ¿Por medio de qué fuerza vivimos? ¿Dónde hallamos reposo? ¿Quién gobierna nuestras alegrías y nuestras penas, oh vosotros que veis a Brahman?
¿Hemos de pensar en el tiempo, o en la propia naturaleza de las cosas, o en una ley de necesidad, en el azar, en los elementos, o en el poder de creación del hombre o la mujer? No en una unión de estos, pues por encima de ellos hay un alma que piensa. ¡Pero nuestra alma se halla bajo el poder del placer y el dolor!
Mediante el Yoga de meditación y contemplación, los sabios vieron el poder de Dios, oculto en su propia creación. Él es quien gobierna sobre todas las fuentes de este universo, desde el tiempo hasta el alma del hombre.
Y vieron la Rueda de su poder compuesta de un círculo, tres capas, dieciséis partes, cincuenta ejes, veinte contraejes, seis grupos de ocho, tres vías, una soga de innumerables hebras y la gran ilusión:
«Tres capas»: los tres constituyentes de la naturaleza: luz, fuego y oscuridad; «dieciséis partes o segmentos del armazón de la Rueda»: los cinco elementos, cinco significa saber, cinco significa hacer, y la mente; «cincuenta rayos»: cincuenta estados de consciencia como enseña la sabiduría sankhya: cinco tipos de error, veintiocho de debilidad, nueve de dicha y ocho de logro; «veinte contra-rayos»: diez sentidos y sus diez objetos; «seis grupos de ocho»: formas de la naturaleza, constituyentes del cuerpo, poderes del Yoga, modos de sentimiento, dioses y virtudes; «tres vías»: el Yoga de luz, de amor y de vida; «una soga de innumerables hebras»: deseo de innumerables formas; «la gran ilusión»: la ilusión que ve al UNO como dos.

También vieron el río de la vida precipitándose impetuosamente sobre las cinco corrientes de sensaciones, provenientes de cinco fuentes, los cinco elementos. Sus olas son movidas por cinco vientos que respiran, y su origen es una fuente quíntuple de consciencia. Este río posee cinco remolinos, y las violentas olas de cinco pesares. Tiene cinco estadios de dolor y cinco vueltas sinuosas y cruces peligrosos.

En esta vasta Rueda de la creación donde todo vive y muere, el alma humana vaga dando vueltas, como un cisne en un vuelo incesante, pensando que Dios está lejos. Mas cuando el amor de Dios desciende sobre ella, encuentra entonces su propia vida inmortal.
Brahman ha sido ensalzado en canciones. Dios, el mundo y el alma están en él, y él es el soporte imperecedero de todo. Cuando los que ven a Brahman lo hallan en toda la creación, encuentran la paz en Brahman y se liberan de todos los pesares.
Dios sostiene la unicidad de este universo: lo visto y lo no visto, lo efímero y lo eterno. El alma del hombre se halla atada por el placer y la pena; mas cuando ve a Dios, se libera de todas las cadenas.

Está el alma del hombre con sabiduría y con ignorancia, con poder y con impotencia; está la naturaleza, Prakriti, que es creación por el mero hecho del alma; y está Dios, infinito, omnipresente, que observa la obra de la creación. Cuando un hombre conoce los tres, conoce a Brahman.
La materia con el tiempo pasa, pero Dios es por siempre Eternidad, gobernando sobre la materia y sobre el alma. Mediante la meditación en él, mediante la contemplación y la comunión con él, acaece al final la destrucción de la ilusión terrenal.
Cuando un hombre conoce a Dios, es libre: sus penas tienen un final, no hay más nacimiento ni muerte. Cuando está en unión interior más allá del mundo del cuerpo, aparece el tercer mundo, el mundo del Espíritu, donde existe el poder del Todo, y el hombre lo tiene todo: pues es uno con el UNO.
Sábete que Brahman está por siempre en ti, y que no existe nada más elevado por conocer. Cuando uno ve a Dios, el mundo y el alma, uno ve los Tres: uno ve a Brahman.
Al igual que el fuego no se ve en la leña, y aun así, mediante la fuerza, llega a alumbrar en forma de fuego, así Brahman es revelado en el universo y en el alma mediante el poder de OM.
El alma es la leña que puede quemarse por debajo y ser fuego, y OM es la varilla de fricción que da vueltas por encima. La oración es la fuerza que hace girar al OM, y así sale a la luz el misterio de Dios.
 A Dios se le encuentra en el alma cuando se lo busca mediante la verdad y el autosacrificio, como el fuego se encuentra en la leña, el agua en las fuentes escondidas, la nata en la leche y el aceite en los frutos oleaginoso.
Hay un Espíritu que se esconde en todas las cosas, como la nata en la leche, y que es fuente del conocimiento del sí mismo y del autosacrificio. Este es Brahman, el Espíritu Supremo. Este es Brahman, el Espíritu Supremo.

2

Savitri, el dios de la inspiración, mandó a la mente y a sus poderes a buscar la verdad. Vio la luz del dios del fuego y la propagó por la tierra.
Por la gracia del dios Savitri, nuestra mente es una con él y luchamos con toda nuestra fuerza por la luz.
Savitri da vida a nuestras almas y así brillan con gran luz. Unifica nuestra mente y sus poderes y conduce nuestros pensamientos al cielo.
Los que ven al dios que todo lo ve conservan su mente y sus pensamientos unificados. Cantan la gloria del dios Savitri, que le ha dado a cada hombre su tarea.
Yo entono las canciones de antaño con adoración: que mis cantos sigan la senda del sol. Que todos los niños de la inmortalidad me oigan, aun los que están en lo más alto del cielo.

Allí donde el fuego del Espíritu brilla, donde el viento del Espíritu sopla, donde el vino de Soma del Espíritu se derrama, nace un alma nueva.
Inspirados pues por Savitri, busquemos la dicha en las oraciones de antaño: pues convirtiéndolas en nuestra roca, nos purificaremos de pecados pasados.
Con el cuerpo, la cabeza y el cuello erguidos, conduce la mente y sus poderes al interior del corazón; y el OM de Brahman será entonces tu barca para cruzar los ríos del temor.
Y cuando el cuerpo se halle firme y silencioso, respira rítmicamente a través de la nariz, con sosegado fluir y refluir de la respiración. El carro de la mente es tirado por caballos salvajes, y esos caballos salvajes han de ser domados.
Encuentra un retiro tranquilo para la práctica del Yoga, protegido del viento, llano y limpio, libre de deshechos, de brasas y de fealdad, donde el sonido de las aguas y la belleza del lugar ayuden al pensamiento y a la contemplación.
Estas son las formas imaginarias que aparecen antes de la visión final de Brahman: una neblina, un humo y un sol; un viento, luciérnagas y un fuego; rayos, un cristal nítido y una luna.
Cuando el Yogui posee un completo control sobre su cuerpo, compuesto de los elementos tierra, agua, fuego, aire y éter, adquiere entonces un nuevo cuerpo de fuego espiritual que está más allá de la enfermedad, la vejez y la muerte.

Los primeros frutos de la práctica del Yoga son: salud, pocos deshechos materiales y una clara complexión; ligereza de cuerpo, un aroma agradable y una voz dulce; así como una ausencia de deseos codiciosos.
Cual espejo de oro cubierto de polvo que, cuando se limpia bien, brilla de nuevo en todo su esplendor, así también cuando un hombre ha visto la Verdad del Espíritu, se hace uno con ella, ve alcanzada la meta de su vida y permanece por siempre más allá del pesar.
Entonces el alma del hombre se torna una lámpara con la que encuentra la Verdad de Brahman. Entonces ve a Dios, puro, no nacido, eterno; y cuando ve a Dios, se libera de toda atadura.
Este es el Dios cuya luz ilumina toda la creación, el Creador de todo desde el principio. Él fue, él es y él por siempre será. Él está en todo y él lo ve todo.
Gloria a ese Dios que está en el fuego, que está en las aguas, que está en las plantas y en los árboles, que está en todas las cosas en esta vasta creación. Para ese Espíritu sea la gloria y la alabanza.

3

Existe UNO en cuyas manos está la red de Maya, que gobierna con su poder, que gobierna todos los mundos con su poder. Es el mismo en el momento de la creación y en el momento de la disolución. Quienes le conocen alcanzan la inmortalidad.

Él es Rudra, él solo es el UNO que gobierna los mundos con su poder. Él vigila todos los seres y dirige su creación y su destrucción.
Sus ojos y sus bocas están en todas partes, sus brazos y pies están en todas partes. Él es Dios que hizo el cielo y la tierra, que dio al hombre sus brazos y a los pájaros sus alas.
Que Rudra, el que ve la Eternidad, el que dio vida y gloria a los dioses, el que guarda todo bajo su protección, y que en el principio creó la Semilla Dorada, nos conceda la gracia de la visión pura.
Desciende hasta nosotros, Rudra, tú que estás en las altas montañas. Ven y deja que la luz de tu rostro, libre de temor y de mal, brille sobre nosotros. Ven a nosotros con tu amor.
Que la flecha en tu mano no hiera a hombre ni a ser vivo alguno: que sea más bien flecha de amor.
Más grande que todo es Brahman, el Supremo, el Infinito. Habita en el misterio de todos los seres, de acuerdo con sus formas en la naturaleza. Quienes conocen al que todo conoce, y en cuya gloria están todas las cosas, alcanzan la inmortalidad.
Conozco el Espíritu Supremo, radiante como el sol más allá de la oscuridad. Quien lo conoce va más allá de la muerte, porque él es la única senda hacia la vida inmortal.
Su infinidad se encuentra más allá de lo que es grande o pequeño, y nada hay más grande que él. Como árbol eterno se yergue en el centro del cielo, y su esplendor irradia toda la creación.

Quienes conocen al que es más grande que todo, y está más allá de la forma y más allá del dolor, alcanzan la inmortalidad: quienes no saben se encaminan a los mundos del pesar.
Todo este universo está en la gloria de Dios, de Shiva, dios del amor. Las cabezas y los rostros de los hombres son los suyos, y él habita los corazones de todos.
Él es sin duda el Señor Supremo cuya gracia mueve los corazones de los hombres. Él nos conduce hacia su propia dicha y hacia la gloria de su luz.
Él es el alma recóndita de todo que, diminuto como una llama del tamaño de un pulgar, yace escondida en los corazones de los hombres. Él es el maestro de la sabiduría más elevada que ha sido alcanzada mediante el pensamiento y el amor. Él es la inmortalidad de quienes lo conocen.
Innúmeras son su cabezas, ojos y pies, y su inmensidad envuelve el universo, y hasta una medida diez veces superior.
Dios es en verdad el universo entero: lo que fue, lo que es y lo que, más allá, siempre será. Él es el dios de la vida inmortal, y de toda vida que precisa de alimento.
Sus manos y sus pies están por doquier; tiene cabezas y bocas en todas partes: todo lo ve, todo lo oye. Está en todo y es.
 La Luz de la consciencia viene a él mediante infinitos poderes de percepción, y, sin embargo, está por encima de estos poderes. Él es Dios, el que todo lo gobierna, el refugio infinito de todo.
El cisne errante del alma mora en el castillo de las nueve puertas del cuerpo, y levanta el vuelo para gozar del mundo exterior. Es el dueño del universo: de todo lo que se mueve y de todo lo que no se mueve.
Sin manos, sostiene todas las cosas; sin pies, corre a todas partes. Sin ojos, ve todas las cosas; sin oídos, todo lo oye. Conoce todo, pero nadie le conoce, el Espíritu antes del principio, el Espíritu Supremo y sempiterno.
Oculto en el corazón de todos los seres se encuentra el Atman, el Espíritu, el Sí mismo; menor que el menor de los átomos, más grande que los espacios más amplios. Cuando, por la gracia de Dios, el hombre ve la gloria de Dios, lo ve más allá del mundo del deseo, dejando atrás todos los pesares.
Conozco a ese Espíritu cuya infinidad está en todo, que es por siempre uno, más allá del tiempo. Conozco el Espíritu al que los amantes de Brahman llaman eterno, más allá del nacimiento y del renacer de la vida.

4

Que Dios, que en el misterio de su visión y poder transforma su blanco resplandor en creación policromada; de quien provienen todas las cosas y adonde todas retornan, nos conceda la gracia de la visión pura.

Él es el sol, la luna y las estrellas. Él es el fuego, las aguas y el viento. Él es Brahman, el creador de todo, y Prajapati, el Señor de la creación.
Tú este chico y tú esta doncella; tú este hombre y tú esta mujer; tú eres este anciano que se apoya en un bastón; tú el Dios que se muestra en formas infinitas.
Tú el pájaro azul y el pájaro verde; tú la nube que oculta el rayo y tú las estaciones y los océanos. Más allá de todo principio, tú eres en tu infinidad, y todos los mundos hallaron en ti su inicio.
Está la naturaleza, no nacida, quien con sus tres elementos —luz, fuego y oscuridad— es madre y genetriz de toda la naturaleza. Está el alma no nacida del hombre atado por los placeres de la naturaleza; y está el Espíritu del hombre, no nacido, que ha dejado los placeres atrás, en la dicha del Más Allá.
Hay dos pájaros, dos dulces amigos, que habitan en el árbol del mismo ser. Uno come los frutos de este, el otro observa en silencio.
El primero es el alma humana que, descansando sobre ese árbol, aunque activo, se siente triste en su ignorancia. Mas al contemplar el poder y la gloria del Espíritu Superior, se libera de toda pena.
¿De qué le sirve el Rig Veda a quien no conoce al Espíritu del que procede el Rig Veda, y en el cual residen todas las cosas? Porque solo quienes lo han encontrado a él, han hallado la paz.


Pues todos los libros sagrados, todo sacrificio santo, ritual u oraciones, todas las palabras de los Vedas, y todo el pasado, presente y futuro provienen del Espíritu. Con Maya, su poder asombroso, hizo todas las cosas, y por Maya es que el alma humana se halla atada.
Conoce, pues, que la naturaleza es Maya, pero es Dios quien gobierna a Maya; y que todos los seres en nuestro universo son partes de su infinito esplendor.
Él gobierna sobre las fuentes de la creación. De él proviene el universo, y a él retorna. Él es el Señor, el que otorga las bendiciones, el único Dios objeto de nuestra adoración, en el que reside la paz perfecta.
Que Rudra, el que ve la Eternidad, el que dio la vida y la gloria a los dioses, el que guarda todas las cosas bajo su protección, y que en el principio vio la Semilla Dorada, nos conceda la gracia de la visión pura.
¿Quién es el Dios al que debemos mostrar adoración? El Dios de dioses, en cuya gloria existen los mundos, y que gobierna este mundo del hombre y de todos los seres vivientes.
Él es el Dios de infinitas formas en cuya gloria existen todas las cosas, menor que el menor de los átomos y, aun así, Creador de todo, viviendo por siempre en el misterio de su creación. En la visión de este Dios de amor hay paz eterna.
Él es el Señor de todos que, oculto en el corazón de las cosas, custodia el mundo del tiempo. Los dioses y los que ven a Brahman son uno con él; y cuando un hombre le conoce, corta las ataduras de la muerte.


Cuando uno conoce a Dios escondido en el corazón de todas las cosas, como la nata está oculta en la leche, y en cuya gloria todas las cosas existen, es libre de toda atadura.
Este es el Dios cuya obra es todos los mundos, el Alma suprema que habita por siempre en los corazones de los hombres. Quienes le conocen a través de sus corazones y de sus mentes, se tornan inmortales.
Hay una región más allá de la oscuridad donde no existe el día ni la noche, lo que es ni lo que no es. Solo Shiva, el dios del amor, existe ahí. Es la región del esplendor glorioso de Dios, de quien vino la luz del sol, y de quien vino al principio la antigua sabiduría.
La mente no puede concebirlo por encima, ni por debajo, ni en el espacio intermedio. ¿Con quién debemos comparar a el UNO cuya gloria es todo el universo?
Mucho más allá del alcance de la visión, no puede ser visto con ojos humanos; pero puede conocerse con el corazón y la mente, y quienes le conocen alcanzan la inmortalidad.
Un hombre se presenta ante Ti en temerosa admiración y dice: «Tú eres Dios que nunca nació. Que tu rostro, Rudra, brille sobre mí, y que tu amor sea mi eterna protección».
«No dañes a mi hijo, ni al hijo de mi hijo; no dañes mi vida, mis caballos o mis vacas. No mates a nuestros valientes hombres con ira, porque siempre venimos a ti con adoraciones».

Hay dos cosas escondidas tras el misterio de la infinidad de Brahman: sabiduría e ignorancia. La ignorancia pasa y la sabiduría es inmortal; pero Brahman es en Eternidad por encima de la ignorancia y el conocimiento.
Él es el UNO en cuyo poder están las múltiples fuentes de la creación, la raíz y la flor de todas las cosas. La Semilla Dorada, el Creador, estaba en su mente en el principio; y lo vio nacer al comienzo de los tiempos.
Él es Dios que extiende la red de la transmigración y luego la retira en el campo de la vida. Él es el Señor que creó a los señores de la creación, el Alma suprema que gobierna sobre todo.
Así como el resplandor del sol brilla por doquier en el espacio, así gobierna la gloria de Dios toda su creación.
En el despliegue de su propia naturaleza hace que todas las cosas florezcan en su plenitud y den fruto. Les da toda su fragancia y su color. Él, el ÚNICO, el único Dios que gobierna el universo.
Hay un Espíritu oculto en el misterio de los Upanishads y de los Vedas; y Brahman, el dios de la creación, lo posee como su propio Creador. Es el Espíritu de Dios, visto por los dioses y por los visionarios de antaño que, cuando se unían a él, se hacían inmortales.
Cuando un hombre se encuentra atado por las tres fuerzas de la naturaleza, trabaja por una recompensa egoísta, y con el tiempo, alcanza su recompensa. Entonces su alma se convierte en las múltiples formas de las tres fuerzas, se pierde por los tres caminos y continúa vagando a través de la vida y la muerte.
El alma es como el sol en esplendor. Cuando se hace uno con la autoconsciencia del «Yo soy» y sus deseos, es una llama del tamaño de un pulgar; pero cuando se hace uno con la razón pura y con el Espíritu interior, se vuelve concentrado como la punta de una aguja.
El alma puede concebirse como la parte de la punta de un cabello que, dividida en cien, se dividiría por ciento de nuevo; y sin embargo en esta alma viviente se encuentra la semilla de la Infinidad.
El alma no es un hombre, ni una mujer, ni lo que no es ni un hombre ni una mujer. Cuando el alma adopta la forma de un cuerpo, se ata por mor de ese mismo cuerpo.
El alma nace y se despliega en un cuerpo, con sueños, deseos y el alimento de vida. Después renace en nuevos cuerpos, de acuerdo con sus obras anteriores.
La calidad del alma determina su cuerpo futuro: terrenal o aéreo, pesado o ligero. Sus pensamientos y sus acciones pueden llevarlo a la libertad o a la esclavitud, en una vida tras otra.
Pero está el Dios de infinitas formas y, cuando un hombre conoce a Dios, se libera de toda esclavitud. Él es el Creador de todo, sempiterno en el misterio de su creación. Él está más allá del principio y del fin, y en su gloria existen todas las cosas.
 
Él es Espíritu incorpóreo, mas puede ser visto por un corazón puro. Ser y no ser provienen de él, y es el Creador de todo. Es Dios, el Dios del amor y, cuando un hombre lo conoce, deja atrás su cuerpo de transmigración.

6

Algunos sabios hablan de la naturaleza de las cosas como la causa del mundo, y otros, en su ilusión, hablan del tiempo. Pero es por la gloria de Dios que la Rueda de Brahman gira en el universo.
El universo entero está por siempre bajo su poder. Él es pura consciencia, el creador del tiempo: todopoderoso, conocedor de todo. Es bajo su gobierno que la obra de la creación gira en su evolución, y tenemos tierra, agua, éter y fuego y aire.
Dios acabó su obra y descansó, y creó un vínculo de amor entre su alma y el alma de todas las cosas. Y el UNO se hizo uno con el uno, el dos y el tres y el ocho, con el tiempo y con el misterio sutil del alma humana.
Sus primeras obras se encuentran atadas por las tres cualidades, y a cada cosa le da su sitio en la naturaleza. Cuando las tres desaparecen, la obra se halla terminada y puede iniciarse una obra más grande.
Su Ser es el origen de todo ser, la semilla de todas las cosas que en esta vida tienen su vida. Él está más allá del tiempo y del espacio y, no obstante, es el Dios de formas infinitas que habita en nuestros pensamientos más recónditos, y que es visto por quienes le aman.
Él está más allá del árbol de la vida y del tiempo y de las cosas vistas por ojos mortales; pero todo el universo procede de él. Nos da la verdad y aparta el mal, porque es el Señor de todo bien. Sábete que se halla en lo más recóndito de tu alma y que él es el hogar de tu inmortalidad.
Séanos dado conocer al Señor de los señores, al Rey de reyes, al Dios de dioses: Dios, el Dios del amor, el Señor de todo.
No podemos ver cómo obra o cuáles son los instrumentos de su obra. Nada puede compararse a él, pues ¿cómo puede ser nada más grande que él? Su poder se muestra de infinitas maneras y ¡cuán grandes son su obra y sabiduría!
Nadie existió antes de él y nadie tiene gobierno sobre él; porque él es el origen de todo y también quien todo gobierna.
Que Dios, quien se esconde en la naturaleza como el gusano de seda yace oculto en el capullo que ha tejido, nos conduzca a la unión con su propio Espíritu, con Brahman.
Él es Dios, oculto en todos los seres, su alma más íntima está presente en todo. Él observa las obras de la creación, vive en todas las cosas, observa todas las cosas. Él es pura consciencia, más allá de las tres condiciones de la naturaleza, el UNO que gobierna la obra de silencio de muchos, el UNO que transforma una semilla en muchas. Solo quienes ven a Dios en su alma, alcanzarán la dicha eterna.
Él es el Eterno en medio de lo efímero, Consciencia pura de seres conscientes, el UNO que escucha las plegarias de muchos. Mediante la visión de Sankhya y la armonía del Yoga,
un hombre conoce a Dios y, cuando un hombre conoce a Dios, se libera de todas las cadenas.
Allí el sol no brilla, ni la luna, ni las estrellas; los rayos allí no relucen y aún menos el fuego terrenal. De su luz, todos estos dan luz; y su resplandor ilumina toda la creación.
Él es el sempiterno cisne errante, el alma de todo en el universo, el Espíritu de fuego en el océano de la vida. Conocerle es superar la muerte, y él constituye la senda única hacia la vida eterna.
Él es el Creador de todo, nunca creado: conoce todo. Él es pura consciencia, el creador del tiempo: todopoderoso, omnisciente. Es el Señor del alma, de la naturaleza y de las tres condiciones de la naturaleza. De él proviene la transmigración de la vida y la liberación: esclavitud en el tiempo y libertad en la Eternidad.
Él es el Dios de la luz, inmortal en su gloria, pura consciencia, omnipresente, el protector amoroso de todo. Es el rector sempiterno del mundo: ¿Podría haber otro gobernante que no fuese él?
Anhelando, pues, la liberación, acudo en busca de refugio a Dios, quien por su gracia revela su propia luz, y que en el principio creó al dios de la creación y le entregó los sagrados Vedas.
Acudo en busca de refugio a Dios, que es UNO en el silencio de la Eternidad, resplandor puro de belleza y perfección, en quien hallamos nuestra paz. Él es el puente supremo que conduce a la inmortalidad, y el Espíritu de fuego que quema la escoria de la vida inferior.

Si algún día le fuera dado al hombre plegar la carpa del cielo, podría entonces poner fin a su pesar sin ayuda de Dios.
Mediante la fuerza de la armonía interior y por la gracia de Dios, Svetasvatara tuvo la visión de Brahman. Entonces habló a sus discípulos eremitas más próximos sobre la purificación suprema, sobre Brahman, al que los visionarios adoran.
Este supremo misterio del Vedanta que fue revelado en tiempos pretéritos solo se ha de dar a uno cuyo corazón es puro y que es discípulo o hijo.
Si uno siente amor supremo por Dios y también ama a su maestro como a Dios, entonces la luz de esta enseñanza brilla en un alma grande: ciertamente brilla en un alma grande.

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